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El espacio es el lugar de nuestra existencia, no hay acción de nuestra vida que no esté referida
al espacio. El hombre se relaciona con el espacio y el espacio con él; entre ambos se entretejen
lazos de comunicación: el hombre aporta y modifica el espacio, pero también el espacio
condiciona la vida y aporta significaciones al hombre. Es una actitud comunicante o
“comunicacional” para usar una palabra propia de la teoría de la comunicación, que se da en
ambos sentidos: el hombre modifica el espacio tanto como éste modifica su vida.
A partir de esas dos maneras como se expresa el espacio desarrollamos esta mirada sobre su
capacidad comunicante y la estructuramos a partir de dos puntos: el primero referido a la
forma; el segundo, está referido a las relaciones con las formas o práctica significante. Bruno
Zevi observa que el carácter primordial de la arquitectura reside en su carácter tridimensional
que involucra al hombre. Sin embargo, otros autores señalan que la diferencia entre la
arquitectura y las otras actividades artísticas reside en su carácter funcional: el espacio
arquitectónico responde a necesidades funcionales.
Desde la perspectiva de comunicar la arquitectura debe buscar que los espacios y volúmenes o
“formas significantes” tengan una intención comunicativa; dicha intención será “leída” por el
visitante que tenga la capacidad de desentrañar y darle sentido. Para acercarnos al espacio nos
referimos a través de palabras, incluso quien diseña el espacio, antes de crear su obra, forja un
discurso en torno a ella. Por este motivo, la arquitectura debe preguntarse por su relación
tanto con el discurso, como con el lenguaje, porque toda práctica comunicativa.
Con todo esto el arquitecto ha de ver su obra como la búsqueda de nuevas tensiones, nuevas
estructuras. La intención comunicativa ha de cristalizarse, tanto para los espacios privados, la
intimidad de un hogar, como para los espacios públicos, los espacios urbanos, que cada vez
más están atiborrados por secuencias espaciales, que satisfacen el deseo de vivienda.
Cabe mencionar que la arquitectura se enseña a partir de los espacios y las formas, aunque los
arquitectos deconstructivistas de las últimas décadas del siglo XX hablaron de una arquitectura
cuya masa (formas y espacios) se perdía ante la importancia de los esquemas tensionales que
se generaban. Es tanto así que la importancia de un espacio reside en lo que se pueda decir de
él. Por tanto, la construcción de un espacio debe plantear, además del problema de la forma,
el problema de la atmósfera, es decir, la manera en que los sujetos se puedan relacionar con
ese espacio.
TEMA: EL METODO
Una definición sencilla e incluyente de la arquitectura, heredada de Rogelio Salmona, nos dice que
“la arquitectura es una forma de ver el mundo y de transformarlo”, En esta definición, la palabra
ver hemos de entenderla como una metáfora de percibir, entender o dar cuenta del mundo.
Por ser una forma de “hacer mundo”, la arquitectura es una disciplina en la que convergen diversas
formas del saber. Dicha convergencia del pensar y la habilidad práctica que identificamos como
aporte interdisciplinar se hace más evidente hoy día; ha sido, sin embargo, una realidad desde
tiempos prehistóricos.
La paradoja que concierne a la dicotomía entre concepto e imagen para los arquitectos radica en la
patente pretensión de concebir un “concepto” para el proyecto, en vez de reconocer con claridad
que la arquitectura opera, al igual que la poesía, esencialmente con imágenes materiales. Los
conceptos pertenecen al pensamiento abstracto, no a la imaginación.
Partiendo de estas premisas podemos decir que la arquitectura no es solo imágenes que se forman
en la imaginación del arquitecto o diseñador, sino que son espacios que se materializan llevando a
exteriorizar lo antes imaginado, entonces la imaginación se considera usualmente como la facultad para
formar imágenes. Pero es en cambio la facultad para deformar imágenes ofrecidas por la percepción...la
facultad de cambiar imágenes. Si no hay un cambio de imágenes, una unión inesperada de imágenes, no hay
imaginación, no hay un acto imaginativo.
Metáfora y metamorfosis
Las ideas acerca de la imaginación nos conducen a las operaciones creativas de metáfora y
metamorfosis. La función de la metáfora en los procesos de construcción de saber adquiere nuevo
reconocimiento luego de casi un siglo de oscurantismo a causa de la ciencia y el pensamiento
positivistas. Reaparece progresivamente la metáfora como forma de “representación del
conocimiento”, en estudios y como forma de “transferencia de conocimiento” en sistemas de
investigación científica. Debemos saber que metáfora no es simplemente una asociación aleatoria
de imágenes de distinto orden, pues, no cualquier asociación de imágenes induce la experiencia
poética.
Hemos de ver que las metáforas se encuentran naturalmente ligadas a las metamorfosis y que, en el ámbito
de la imaginación, la metamorfosis de un ser significa de hecho ya un ajuste a su entorno imaginario.
Estas transformaciones metafóricas presentan lo que se conoce como un cambio de dominio, en y para la
arquitectura, han ocurrido desde siempre, pero son más patentes con el advenimiento del
paradigma electrónico y las nuevas técnicas que este ofrece para la representación, concepción y
fabricación: “nuevos procesos y técnicas para el hacer y el fabricar […] en la convergencia entre
ingeniería y arquitectura”. Cabe argumentar que un cambio de dominio a las nuevas tecnologías
computacionales facilita herramientas para la resolución y posible construcción de las formas
imaginadas por el arquitecto.
Hablar de proyecto clásico en arquitectura implica precisar que lo clásico se define como un
periodo de tiempo de mayor plenitud cultural de una civilización. Entendido de otra forma
esto nos lleva hasta los griegos y los romanos, ya que son los momentos de mayor plenitud de
la disciplina y que definieron la forma de hacer arquitectura, no solo desde el punto de vista
simbólico sino también conceptual que han servido de pautas a lo largo del tiempo.
Cuando se habla de clásico, la historia y la teoría de la arquitectura nos han enseñado que su
principal fundamento está en los órdenes, y que su transmisión se ha realizado por medio de
compilaciones, las cuales recopilan experiencias precisas en la forma de abordar el proyecto,
determinando instrucciones y descripciones representadas al detalle.
Siguiendo en este orden de lo clásico los textos de Vitruvio la arquitectura consta de seis
componentes: la ordenación, la disposición, la euritmia, la simetría, el ordenamiento y la
distribución, haciendo una descripción de los medios de representación con que un arquitecto
cuenta como son las plantas, los alzados y las perspectivas.
Muchos otros autores como Serlio, Palladio, entre otros en sus textos se observa una similitud en
cuanto a la concepción y el enfoque del proyecto, estos se desarrollan a partir de leyes, cualidades,
normas, principios a los que debe responder la composición arquitectónica.
Dentro del proyecto clásico surge lo que se conoce como tipología, esta se entiende como una
clasificación de la arquitectura por sus formas; mas sin embargo la palabra tipo no representa
exactamente la imagen de una cosa que se haya de repetir o copiar perfectamente como la idea de
un elemento o como regla de un modelo, es decir, todo es preciso en el modelo y mas o menos
vago en el tipo.
También es importante diferenciar los conceptos de estilo o de lenguaje del concepto de tipología,
ya que esto marco una ruptura en la concepción del proyecto arquitectónico. El estilo y el lenguaje
buscan lo que es constante en la arquitectura, además de mantener las formas y sus significados en
coordenadas de espacio y tiempo específicas, y que conducen en muchas ocasiones al modelo, en
cambio la tipología, al ser un acto clasificatorio basado conceptos generados por sistemas de
relaciones, busca las invariantes, lo que está más allá de las apariencias exteriores, le interesan las
relaciones espaciales, compositivas y estructurales (estructura formal), general y no lo particular.
La concepción inicial del proyecto entonces tiene correspondencia con tres escalas que condicional
la forma de proceder y los resultados que se pueden obtener, estas escalas son: la escala universal,
esta generaliza todo lo que es arquitectura y como interactúa con otras ramas del sabes. La escala
cultural, propia de los entornos o zonas. Y la escala individual propia de cada arquitecto o proyecto.
La conciencia del arquitecto sobre cada una de estas escalas y actividades de pensamiento le
permitirá avanzar en su conocimiento. Entonces la tipología entendida bajo una concepción amplia
y como acción proyectual, puede estar apoyada en tres estrategias básicas, lo figurativo (mimesis),
la significación (metáfora) y lo abstracto(analogía).