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¿ '1VÉ ES CANTO

GREG·ORIANO?

S U NA TUR A L EZA É HISTOR IA

POR

DE C.

Mcii,asterio de Silcis <Buros)

CON LlCl NCJA

Unrcelona
Guslnvo Gil i, EdiloJ"
MCMV
¿QUE ES CANTO GREGORIANO?
Es PROPIRD.\D
¿ QVÉ ES CANTO
GREGORIANO?
'
S U NA T U R A L EZA É HIST O R IA

POR

DEL

\.

CON LICl;;Nl'I A

Barcdooa
Guslavc GiU, EdJtor
MCMV
VICARIATO GENERAL
DE LA

DIÓCESlS DE BARCE LON A

Por lo que d lilós loca, concedemos


Nttes· tro permiso para publicarse el libro
titulado:
¿QUÉ ES CANTO GR IWORIANO?,por U.s PADR E
BENEDlCTlNO DEL MONA STERIO DE SILOS,
mediante que de nuestra orden !ta sido exa·
111inado y no contiene, seglÍn !a censura,
cosa alguna contraria al dogma católico y d
la sana moral. Imprimase esta lice11cia al
principio ó final del libro, y entréguense dos
ejemplares del mismo, rubricadospor el
Gen.fer, en ta curia de nuestro Vicaria/o.

JJarcelo1ta 28 de Abril de I9ºS·

El. \•tcAR.10 GEN!';J\Ar.,

Rica rdo, Obispo de Eudoxia.

Por mandato de Su Señoría,


Lic. J osé M.' de Ros, Pb1·0.
Sl\10. LA.HC.

I mprenta y Utografla d J. CunilJ, c:aUe Llniversidad, i.-Barcelona



AL QUE LEYERE

Aío1lunaclamenlc, el JJJvl 11 I'roprio relativo <í.


la música religiosa '"ª produciendo en España un
rcsullado pr{tclic.:o que, b:Lee ttnos año:;, ni
i magi: nar podían cuantos consag-raba n sus
desvelos á la reforma del ane musical en el tem
plo ( 1). Iloy, quien más, quien menos, así
maestros de ca pilla como edesiAstico . órdenes
rcligiosas y seglares {t qu ienes de cerca ó de lejos
atañe el asunto, todos l·om prenden la necesidad
de lwc11r algo en cu mpl i m iC>mo lle las pre.;cri
pciones pon tiíicias, y espc-
Entr., In-; personn que nlñ3 parte han tenido en ci.ta
mcrll<Jria ubra. pl.1.;<>nos s""lnr nqL1í ñ los Exmo.scllores
Arzo bl,pv J \',111.tJolld )' l 1 r4ué, de Pldul, al Sr.
Yutdcrrarna, rro1e.or dd Cun<ervutorlo de Mudrld, al Sr.
Pcdrell. al Sr. \'i- 11,i-pr., or:.:"nhta 1.k la mL·u-opoUrnna de
Burgo,, y'obre toJo al lntcU;rcnte rellgiv'>O agustino P. lJrinrtc,
quien en sus e>ieritos mu>h.:aks dló prueb:is ck la m:ls
completa ceim¡x.tenclu y crudl d(,n <n 1nutcria .i., 11nto
¡,rcgurlunv.
6 ¿QUÉ ES CAN'l'O GREGORIANO?

cialmente en orden ;1. la restauración del


canto gregoriano.
Que basta ahora no es éste conocido entre
nos otros ó lo es en proporciones muy modestas,
y si se quierc, no noshemos cuidado defavoreter
la re forma, iniciada ya en otras naciones, no
hay por qué dudarlo; que contra él corren
prevenciones y juicios erróneos, fruto quizás de
la ignorancia, m:\s de una prueba pudiéramos
alegar. Requiere, pues, el bien de esta tan digna
causa se prncurcn
J os medios para que el canto tradicional eclesiás
t ico se conozca más y más en Espalia, y vayan
ucsapa1·eci enclo algunas de las prevenciones que
quizás d ificullan ó pud i eran dificultar la reforma
eon tanto entusiasmo emprendifüt por Pío X.
Esta consideración nos ba movido á ofrecer al
público la presente obrita, que no es sino un mo
d esto ensayo de propaganda, escrito sin aparato
ni pretensiones ticningún género. )To se busque
en ella un tratado denlífico de canto gregoriano;
i:.u fin es mucho más modesto, y se red uce á expo
ner 5omcramente algunas ideas acerca de la na
lUnllcza del m ismo, pasando de:;pués, corno en se
gunda parle, á tratar lgunas cuestiones de ca
nícter histór ico-polémico, en nuestro sentir ele
gra nde actualidad (1). Nuestro criterio se ha ins
pirado no en opinionesfrrmcesas, alemanas ó de

(1) F.:l autor dijo rn algo sobre este: panicul:u· en una serle
Lle artículos publicndos en El Universo, periódico de Madrid ,
por lo mc'C' <le A bril, !\fayo y Junio del prc<;nte :u'lo,
AL QUE LRYERE 7
cualquier otra nación, sino en las que creemos
verdaderas é ind iscutibles, y lo son Lo mismo
en España que en el extranjero, tratando de
corro borar nuestros asertos con pruebas claras
y deci sivas, fruto de cieno estudio en los
archivos mu sicales de Espn rla.
Silo. ,20 di! Dicil'mln·e tia 190.J
CAPÍTULO I
MÚSICA RELTGIOS1\

Fin de la música reU glosa. - Cualldades de la


misma.
Modelo de música religiosa

Al olvido, ya que no á la ignora ncia práctica


del fin y na turaleza de la música sagrada, se
debe, en nuestro sentir, la mayoría de los abusos,
por no decir aberraciones, introducidos en el re
pertorio musical litúre;ico desde hace más de dos
siglos á. esta parte. Contra ellos han protestado
siempre, como no po<.lían menos de hacerlo, el
buen gusto, la piedad cristiana, el decoro de las
funciones litúrgicas y la santidad de los mislerios
en ellas conmemorados. No parece sino que re
sultaron estériles las justas recriminaciones dfri
gidas contra los malos compositores por el ilustre
Feijóo (1) y otras personas de crédito, donde se
re-
(1) TealnJ Critico Um'versat, tomo r p(tg. 389, edlc. de
ti81. La mlÍsica de los ll'mplo;;. En concepto del Sr.
Mcn.:nJcz y Pelo.yo, este dl<;curso es •la página má brillante de
critico mu..J cal que se escribió en Espalla durante In primera
mitad del 1¡,rto XVIU•. Jdeas es/Oicas e11 Espat1a, t.
m.,vol.n,cap. V. En e'ta misma obra podrá ver el lector la
lnllucncJa de dicho dist-urso du· rantc el Siglo :n·m y Jo traba
joq ti que dJó lugar su de(ensa 6 impu¡:nacJún . El sabio
benedictino Feijóo e>Cribió ademtls do
ro (QUÉ ES CANTO GREGOR1ANO?

probaba con palabras, que aun no h an perdido su


actualidad, el depravado gusto musica l reinante
en el coro de nue:;tras iglesias. En el templo cató
lico no ha de oirse sino música de ig-lesia; y mal
que pese rt ciertas personas, admjtir aJlí otra, será
pecar gravemente no sólo contra las conveuien
cias del culto sagrado, sino contra el arte mismo.
Publicado el J11otu Proprio de 22 de Noviembre
pasado, aclaradas algunas de sus disposiciones, ya
por documentos de canlcter público ó particular,
ya mejor por los proyectos que S. S. Pío X lleva
á efecto en orden al cumplimiento de las mis
mas, nadie puede excusarse de conocer práctica
mente el fin de la música sagrada y los medios de
ejecutarla conforme á la santidad de las funciones
litúrgicas. Tenemos una instrucción completa
acerca de la música propia de la Iglesia , que re
sume de un modo claro y categórico las disposi
ciones de los Rornanos Pontífices desde el Conci-
1io de Trento hasta nuestros días; verdadero
monumento artístico, en opinión del Sr. Roda (1),
de sentido elevado, digno por todos conceptos de
la firma que lleva al pie é inspirado únicamente en
el velar por la santidad del culto y por la seriedad
artistica de las composiciones del g-énero religio-
cru·tas sobre música, cun dblinto lln y de valor diferente,
ambas lmercs::u1tes par11 quien desee estudiar las Ideas
musicales del si glo xvm. f rittu Carlas ermllt1i;;, como l, cann
XLI V, y tomo 1, cana IJ.
(1) Crftlco mulcal de la Eporn. Rassegna GYegoria11a,
a!lo Ill, páe-. 3!ll.
MÚSICA RELIGIOSA II

so. En él encontrarán los compositores y maestros


de capilla el códigojurldi co de la música sagra
da, no puramente didáctico ó privativo de algunas
iglesfas, sino de carácter g;eneral y al que Su San
tidad ha dado fuerza de tey universal con la ple
nitud de su auto1-idad apostólica, imponiendo á los
interesados su más escrupuloso cumplimiento (1).
Juzgamos, pues, oportuno ded i car algunas fra
ses este interesante tema, ó sea al del fin y
l.t'
naturnleza de la música sagrada, inspirando nues
tro pen:;ar en el del 1llotu Proprio; porque de
su buena 6 mala com prensión depende el
aprecio ó
la indiferencia con que se mira a.1can to
gregoria no, objeto principal que tenemos en
vista al escri bir e.-;ta obrita .
Y concretándonos , por ahora, á la música
voca l como más principal y propia de la
liturgia,
¿cuál es su fin verdadero? Hable por nosotros el
1110/ n Propi,io, cuya autorizada palabra copiamos
;.'t continuadón: "Como pa rte integrante de la
1ituqria solemne, la mú::.il:a sagrada tiende á su
m.ismo fin, el cual consiste en la gloria de Dios y
ed ilicadón de los fieles. La m úsica contribuye á
aumenla r el decoro y esplendor de las solemnida
cles religiosas, y así como su oficio principal con
!>iste en revestir de culec11ad as melodías el texto
litúrgico que se propone ti la consideración de los
fieles, de igual ma nera su propio fin consiste
en aiiatlir 111tís eficacia al texto mismo, para que
por
(1) Afot11 Propi io. Intro<lucción.
tal medio se excite más la devoción de los fieles
Y se preparen mejor á recibir los frutos de la
gra cia, propios de la celebración de los
sagrados misterios" (1). Donde se echa de ver y
merece se tenga en consideración perpetua, que
la música vocal destinada al templo sólo debe
revestir de melodías adecuadas el texto
litúrgico, y no ocul tarle ni menos dominarle
por completo; que en las piezas cantadas de la
liturgia, Ja palabra ha de ser lo pri ncipal, y la
mí1sica casi algo de secun · dario. Al decir
secund ario, no queremos dar á entender que el
papel de la música en el templo se reduce á dar
más esplendor al culto divino;
algo más alta es su misión, pues consiste en co
municar tí las (órmulas litúrgicas más energía, en
hacer resaltar más su penetrante elocuencin , in
fumlien<.lo en el corazón de los fieles u n
sentimien to más prof undo. Y efectuará estos
altísimos fines, si en vez tle atraer á sí la
atención de los oyentes la dirige como nal11ral é
irresistiblemen te al texto litúrgico, de suerte que
entrando éste en el alma del cristiano por el
atractivo de los sonidos, domine en su
intclig·encia y le hag-a me ditar en toda paz las
verdades propuestas por la lg'lesia á su
consideraci6n. uSólo así, nñade Feij(>o, induci rá
el canto sagrado una t ranquilidad dukc en el
alma, recogiéndola en sí mismn, y ele\'ún dola,
d igámoslo así, con un género de rapto cxtft tico
sobre supropio cuerpo, para que pueda torna r
(I¡ M"'" /"Yvpr111. 1, Prlndpl••• Cncral • oüm l."
MÚSICA RELIGIOSA 13
vuelo el pensamiento hacia las cosas divinas" (1).
Tal es el fin propio y natural de la música
vocal en las iglesias; comprendiéndole corno debe
ser comprendido, se ve sin dificultad que las cua
lidades señaladas por Pío X á la música sagrada
derivan lógicamente de este principio; la letra
debe dar vida y carácter á la música; el texto ha
de ser la norma de la melodía, el elemento sus
tancial de la música sagrada. Y si se quiere en
otros términos: el texto litúrgico no debe sujetar
se servilmente á las exigencias de Ja música, sino
ésta á las d e aquél. Porque ¿declamará bien un
d iscurso qu ien no comprenda su texto ó de hecho
deje aparecer cierta discrepancia entre la entona
ción de la voz y el sentido de la palabra, 6 no ins
pire su acción toda y movimientos en el fondo
mismo del di5curso? ¿Acaso se pronuncia una
ora ción fúnebre riendo, ó un panegirico solemne
en tono lastimero? De igual modo, una melodía
podrá ser en sí hermosa é inspirada; pero si no
guarda relación alg·una, 6 la guarda en escala
m uy pe queña con la letra á que se aplica; si
no sirve á traducir más enérgicamente el
sentimiento de ésta, ¿qué hace al caso? Por eso,
qu ien no estud ie á fondo el texto de las piezas
litú rgicas, ni sesien ta poseído de la inspiración
que despiertan Jos afectos y las sublimes
verdades que en los oficios divinos son cantadas,
vi \-ientlo en un ambiente marcadamente
htúrgico, difícilmente com pond rá
(1) Feijóo. Obra cltadu, pág.35().
14 ¿QIJÉ E CANTO GREGOR1ANO?

música sagrada en el rigor de la palabra y con


las dotes propias de la misma, 6 sea, santidad ,
bon d ad def ormas y universalidad. Tal es, en
pocas palabras, expresada la dependencia
estrechísima que debe mediar entre Ja letra y la
música de nuestros templos (1).
Venamos ahora á ocupa.rnos de la santidad
de la misma. Así como el texto de l os oficios divi
nos es santo por su origen, de igual modo debe
serlo la música que Je acompañe. Por parte prin
cipalísima á llenar esta condición tenemos la sen
cillez del canto eclesiástico. Ya lo dijo el P. Exi
meno al asentar que si fuese "más compuesto y
artificioso, causaría más bien distracción que de
voción." ¿A qué vienen en la celebración de los
sagrados misterios, por ejemplo, los estruendos
de una orquesta, que por influir demasiado en la
parte sentimental del hombre le distrae del objeto
que la Iglesia se ha propuesto conseguir con la
música? El efecto algo tumultuoso de e'>OS ins
trumentos, cuyo resultado artístico en igle<>ias
como las nuestras pudiera discutirse, pocas veces
será expresión del amor confiado, de la fe serena
y tranquila; para decirlo de u na vez, nunc:a lo
será de la oración (2).
0) Nue "tro Intento nl tratar de é>c como de Jos demás asun
tos de este capitulo, no pasa de transcrtblr ru¡runas observaciones
que ayuden á comprender In e"posidón dc.t ,l!<Jlrt Proprio, hecha
por diversos autores, tnnto en E.; mña como en el exlrunjcro.
(2) El reputado mtte'•tro de ca pilla de llurgo•, S1'. Olmeda,
sot!cne que Pío X no hn prohibido ni hu podiuo prohibir las or
MÚSICA RELIGIOSA 15
No se recomiendan por su santidad aquellas
composiciones musicales, hechas para el teatro ó
para conciertos, donde nada hay, no ya de propio
de la sagrada liturgia, pero ni aun de religio so
(1). ¿Cuadra acaso con la santidad del sagrado
recinto, ó con el simple buen gusto, esa adapta
ción de sonatas, marchas, himnos nacionales, ro
manzas ó composiciones de ópera á cualquier
pieza del culto religioso? ¿Se comprende bastante
qucstas el Instrumentos. (Comentarlo sobre el llfotu Propl'iO de
Su Santidad Plo X. Burgos 190.J ¿Es cierto, en cuanto 1\ estos
úJLl mos, que Su Sanlldad sólo desea que s" uso estd
atttorisado poi' los Ordi11arios,como afirma Olmeda?
Enprlnciplo y por regla ge neral están prohlbidos los
lrtstrumentos fuera del órgano; únlca meote e11 casos
pal'llc11lares y con llcencia del Ordlnario podrán emplearse en
la Iglesia. Vase, sino, el texto l!leral del !;10111 P,.oprio:
(Núm. 15). SI bien la música de Ja Iglela es excluslvamcnte
vocal, esto no obstante tnmbi n se permite Ja música con ncorn
pat'lctmleuto de órgano. •E11 algún caso parlic"lar, e11 los t11Yml-
11os debidos y co11 los debidos mframie11tos, podrdu asimismo
admitirse otros i11strm11tmtos, pero 110 si11 licencia especial
del Ordi11al'io.• De donde resulta que los obispos están en su per
fecto derecho at proscribir de lit lgtesln. otro Instrumento cunl qu!
ern que no set.t órgano 6 harmonlo, cuanto mr.s las orquestas en
que entren ln,,trumentos de alrc: •Estd rigrirosame11te prohi bido
que las llamadas bandas de música toquen en las iglesias, y sólo
e11 álgli11 caso espccitil, <;upucsro et conentim!ento del Ordi nario,
será pennltldo admitir m1 mimero j11ici osa1111111te escogi do,
corlo y proporcio11ado al ambiente,de instrumentos de aire.• (
Motu Proprio, VI, núm. 20.) La;, bandas de música podrán ser
permitidas por el Ordinario en las procesiones que salgan de la
Jglesln. (lbldem núm. 21.) o sabemos en que articulo del Jfotti
Proprio alianza el Sr. Olmeda su peregrina a!it-maclón.
(1) Con el título de.lhísica religiosa y música de concierto
ha publicado un arllculo lmerc,,nnte y bien ruzonado la revl:.tn
Étttdcs (núm. de 20 Mal, 19().1.)
16 ¿QUÉ ES CANTO GREGOlUANO'?

aquella regla fundamental de la música sagrada,


según la cual no debe oírse en el templo nada que
despierte en los fieles recuerdos profanos, nada
que les distraiga de sus piadosos ejercicios? "El
que oye en el órgano el mismo menuet que oyó
en el sarao, observa juiciosamente Feijóo (1),
¿qué ha de hacer sino acordarse de la dama con
quien danzó la noche anterior? De esta suerte, la
música que había de arrebatar el espíritu del
asistente desde el trono terreno al celestial, le
traslada de la iglesia al festín 6 al teatro."
Si no se tratara en las iglesias de hacer un es
trépito, según decía Barbieri, que sea grato á la
cofradía ó á la concurrencia; si los compositores
se preocupasen más en expresar espiritualmente
el sentimiento religioso que pide la letra que en
lucir sus conocimientos de harmonistas; y si los
maestros de capilla escogieran las piezas musica
les siguiendo por norma las leyes última mente
estableciuas por Su Santidad, y no el deseo más
ó menos encubierto de agradar á los fieles, de
se gu ro cie:saparece1ian mm:hos de los
inconvenien tes que hoy reprendemos. Y
especialmente, nunca entrarían en la igl esia
aquellas composiciones mo dernas "hechas á
munera de teatro, 6 con rem i niscencias de
motivos de igual procedencia, redu cjcndo asi las
más augustas funciones de nuestra sa nta reli
ión á reprei>entadones munda nas (2)."
t1l Teatro Crltit"o l'11frcrsal, tr>mo I, páJ:. $41.
(J Curtu del CarJcnal Sarto, 1de !>lay<:i de 1895.
MÚSlCA RELIGlOSA

Ténganlo presente los maestros compositores,


y por una plegaria religiosa no nos den un aria de
tea tro, ni un vals por un motete, ni un allegro de
sinfonía en lugar de una pieza litúrgica de la
Misa. En general convienen poco para las iglesias
las pie zas musicales que por su ri tmo semejan
ó son un vals, recordando al que las oye más bien
un salón de baile que el templo sagrado donde se
celebran los sagrados misterios. La música
religiosa de berá producir erectos solemnes y
ajenos á toda profanidad, sin que por esto
excluya los arran ques de alegTia que la letra
pide en ciertas oca siones, pero alegría seria,
digámoslo así, como propia de la respetabilidad
del templo (1). Ni cua dra con la santidad del
canto litúrgico la música de ciertos compositores
modernos, que aun cuando escrita para iglesia
está impregnada de un sensua lismo perjudicial á
la causa dela verdadera piedad. "Parece que su
1ines el placer de Jos sentidos; no busca sino el
efecto musical, que resulta tanto rni:t's agradable
al oído del vulg-o, cuanto la música es más
amanerada en las 'piezas de solistas y más rui dosa
enlos coros1 (2). Esas sucesiones cromáticas, eas
disona ncias continuas, esas atracciones tan
poderosas en lns sucesiones armónicas cautiva n y
abso1·ben las energías delos sentido!>, y al
detener se en é:;tos como si tal fuese su verdadero
fin, olvi-

( I J B11Yúieri. Dls.:urso 11ronundaJo tn el prime1· Congrho


Ctnólko de .\h\Jrld.
(2) Cardenal Surw. Carta citada.
2
¿QUll: ES CAN1'0 GREGORI A.NO?

da el esencial de la música litúrgica, que es,


como ya lo hemos declarado, influir en la parte
superior qel hombre, en su inteligencia y en su
corazón.
Igualmente no se crea que una composición
musical será propia de la Sagrada Liturgia
porque de ella se hayan desterrado los
movimientos de vals, ó porque no presente
ciertas particularida des que provocan la risa
aún á los mismos canto· res, tanto por su aire
como por las extrañas coin cidencias á que da
lugar la repetición de palabras. Ni se conceptúe
sagrada una música sólo porque haga verter
lágrimas y excite el entusiasmo infiu· yendo
únicamente en los sentidos; la piedad que con
tal música se inspira á los fieles es sensualis ta,
consiste sólo en afectos; resulta una piedad así
corno afeminada; y ya se sabe que la música
litúr gica tiende á desperta r en los fieles otra
más alta y pura, y sobre todo más varonil.
Hay quienes equivocadamente confunden mú
sica seria con música sagrada, como si aquel vo
cablo fuera sinónimo de éste; y sin embargo, serio
y sagrculo son conceptos en el caso enteramente
distintos. No decimos que la m úsica sagrada no
debe ser seria; muy al contrario, cualidad es ésta
que siempre debiera acompañarla, siquiera por
que á diario no se oyese en nuestras iglesias una
música de t ararira, según feliz expresión del Pa
dre Feijóo. Da grima la facilidad con que se ad
miten Y ejecuta n d urante las funciones litúrg-kas
piezas mu.-.icalc:, de escaso valor :u-uscico, donde

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