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LAS DISCUSIONES DE PAREJA Y L@S HIJ@S

Por: Loreto Santé Abal

En este breve entrada abordamos algunas estrategias muy sencillas que podemos
implementar para ayudar a que los conflictos y discusiones que tienen lugar en la
pareja afecten lo menos posible a los hijos/as.

La primera ya la conocemos todos/as y es evitar que los niños sean testigos de


situaciones de conflicto, tensión y estrés en la pareja que no les corresponden
a ellos/as. Es por eso, que muchos padres/madres suelen dejar los momentos de
discusión de pareja para situaciones en las que estén solos, donde pueden
conversar y expresarse con libertad, sin que los niños/as estén presentes.

Sin embargo, muchas veces no logramos contener o reconducir estos momentos y


las discusiones se disparan delante de nuestros hijos/as. Para ello, la segunda
estrategia comentada hoy propone que al igual que nos peleamos delante de los
niños/as compartamos con ellos/as la reconciliación y solución del conflicto.
Es decir, muchas veces nuestros/as hijos/as ven cómo nos peleamos pero luego
ya no logran alcanzar a conocer cómo se solucionó nuestra pelea sino que como por
“arte de magia” nos ven tranquilos y en paz. De esta forma, no les es posible
comprender que pasó entre nosotros, y la tensión que acumularon no puede
liberarse de forma adecuada, incluso aunque ya nos vean tranquilos. Tampoco
pueden aprender modelos de cómo se pueden solucionar los conflictos porque no
nos vieron hacerlo. En definitiva, lo que se propone es que una vez que hemos
logrado restablecer la paz en la pareja compartamos ese momento con nuestros
hijos/as explicando de modo sencillo qué fue lo que nos enfadó, cómo hemos
conversado para darnos cuenta de lo que cada uno/a necesitaba o quería y cómo
hemos logrado solucionarlo.
Por ejemplo: ¿Lucía viste antes como discutimos papá y mamá porque papá quería
ir a casa de la abuela y yo quería que almorzáramos en la calle?. A veces nos pasa
que cuando no estamos de acuerdo nos enojamos y discutimos elevando la voz. No
está bien que lo hagamos así pero a veces no sabemos hacerlo mejor. Sin embargo,
luego hemos conversado y los dos hemos querido buscar una solución, así que
acordamos que hoy iríamos donde la abuela y el próximo domingo almorzaríamos
en la calle. Esto nos ha hecho sentir mejor y ahora ya estamos de acuerdo en lo que
queremos hacer.

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