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Traducido por Betty, Carito,Marga, Xaloc y Sylvapen

Corregido por Sandra y Sylvapen

Para eLLLoras.Traducciones

@MMV

1
The Hunters
Jonathan and Lori
Shiloh Walker
Cuarto libro de la serie de los Cazadores

2
Argumento

Siete años han pasado desde que un enemigo desconocido atento


contra sus vidas.
Ha pasado aún màs tiempo desde que Lori entregó su corazón al oscuro y
enigmatico Cazador que sirve junto a ella, a su Maestro. Ha mantenido un
férreo dominio sobre las emociones que se desencadenan en ella cuando
otras mujeres se acercan a él.
Aunque su necesidad por ella quema su alma, Jonathan, un Cazador del
Concejo, se niega a aceptar a Lori como Sanadora en el enclave. Siente
que no se la merece, teme que la oscuridad que tiene en su interior los
destruya. Pero cuando Jonathan sufre un percance, se lanzan juntos. Lo
tienta, la excita...
Jonathan tendrá que reconocer que lo que ve no es no siempre lo que lo es.
Si no puede hacerlo, perderá todo.
Las luchas han comenzando, el enemigo ha regresado. Para ayudar a su
causa, tratan de esclavizar a un alma oscura y la fuerza devastadora de un
fuerte lobo.
El mal acecha a Jonathan...

Nota de eLLLoras.Traducciones

Este archivo contiene material de caracter sexual solo pensado


para aquellos lectores entrados en años o que hayan superado los
sintomas de la pubertad. No dejar al alcance de los hijos, para que
no sepan que leen sus mamis …
Este documento puede crear adicion, sudoracion, taquicardias,
ligeras lipotimias y sobre todo ganas de sobeteo con la pareja. Pero a
drisfrutar que solo son dos días.

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Capítulo Uno

Jonathan no estaba teniendo un muy buen día.


Le dolía el trasero y la cabeza, estaba más hambriento que el infierno,
y más caliente de lo que alguna vez hubiese estado. La sangre emanaba de
una incisión desigual en su costado. Comenzaba la luna llena y luchaba por
controlarse.

Y Lori estaba mirándolo fijamente con esos enormes ojos verde mar
y su pelo desparramado alrededor de los hombros mientras limpiaba la
profunda cuchillada en el costado que había recibido mientras patrullaba.
Ella sondeó la lesión diestramente con sus suaves manos, y le dijo:

— Esto no está sanando como debiera. ¿Qué lo hizo?

Lacónicamente, él contestó.
— Algo filoso.
Chasqueando la lengua, ella puso su mano sobre él y él hizo una mueca
de dolor cuando lo quemó. El ardiente calor sanador salió de su cuerpo y
pasó al suyo.

— No hay necesidad de responder mal. ¿Qué lo hizo?


— Plata.

Su boca llena se estrechó en una línea delgada, apretada y sus ojos se


abrieron enormes.

— ¿Se lo has dicho a Eli?

— Aún no. — Él apretó sus dientes cuando el calor se intensificó y se


extendió hacia arriba por su costado y luego hacia abajo, persiguiendo los
múltiples dolores, buscando y encontrándolos, para aliviarlos luego.
Todos menos uno....

Su pene le dolía, su cuerpo tenía hambre del suyo. La dulce, dulce Lori,
con sus enormes ojos verdes y ese cutis dorado, y esa cascada de pelo
rojizo.... tan suave y dulce….
— Tienes que decírselo.

Su gutural y suave voz, cortó su ensueño y él la miró a los ojos.


— Voy a hacerlo. Cuando vuelva de París con Sarel. Ellos no se han

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tomado algún tiempo para estar juntos desde hace años. Lo necesitaban.
— Yo puedo...

— No. Sé que puedes hablarles a ambos, y no necesito eso. Eli es mi


Maestro y si lo necesitara él lo sabría, le avisara o no.
Él estrechó sus ojos a la joven bruja que lo miraba fijamente y le dijo
en advertencia:

— Él me dejó a cargo, Lori. Si te pones en contacto con él y le avisas


me estarías desafiando. Y desafiarme a mí es desafiarlo a él.

Con un “hummm” sordo, ella se dio la vuelta y sacó las vendas con las
que había limpiado sus heridas.
— Él necesita saber que está pasando de nuevo
— Condenada, muchacha, ¿acaso piensas que él no lo sabe? Este es su
territorio. Esto pasa aquí. Lo sabe desde el momento en que pasó.
Jonathan se puso de pie despacio, estirando sus brazos sobre la cabeza,
sintiendo el doloroso tirón de la reciente piel curada. El redondeado
trasero de Lori atrajo su mirada cuando ella se agachó sobre el gabinete
y lo ordenó. Él ahogó un gemido.

— Eli sabe todo lo que pasa en su tierra. Está conectado a ella de


maneras que nosotros no entenderíamos nunca. —Jonathan sintió como la
sangre comenzaba a palpitar despacio en sus venas, en densas oleadas
calientes. Un gruñido se construía en su pecho y le dolió…

Un picante comezón se estaba estableciendo a lo largo de su columna,


en sus palmas, cuando la bestia de su interior intentó despertar en
respuesta a su hambre, pero él la empujó hacia dentro.

— ¿Jonathan?
Él alzó su cabeza y se encontró con sus ojos, mirándole fijamente en
silencio. Su olor, suave y dulce: vainilla, lavanda, y mujer. Maldición

Él la quería. Lo había hecho desde durante los últimos siete años, desde
que Eli la había traído al enclave. En las profundidades de sus ojos
verdemar, él podía ver su reflejo mientras la miraba fijamente,
hambriento. El pulso de su cuello saltó a la vida cuando ella buscó y lamió
sus labios, el cuarto se llenó con el olor de su cuerpo que crecía maduro en
la excitación.
Ella estaba lejos pero era demasiado consciente de él, Jonathan sabía
esto. Y él la quería bien lejos, por su propio bien.
Él siempre la desearía. Siempre.

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Adoraba a esa pequeña y ardiente bruja, a su pequeña y dulce pícara.
Y ella estaba tan condenada como él, demonios, él le gustaba y con él su
maldita y negra alma
Sin decir una palabra, él se giró hacia la izquierda y se alejó.
— ¿Qué fue eso?— Susurró Lori en el cuarto repentinamente caliente.
Apretando su mano sobre su pecho, inspiró profundamente el aire y
cogió su olor de nuevo. El olor de Jonathan, salvaje y singularmente suyo.
Un olor a pino y sándalo, a tierra y varón, todos mezclados juntos.

Ella cerró su puño alrededor de las gotas secas de sangre en su mano,


su sangre.
— Protégelo. —Oró ella, alzando sus ojos hacia el cielo. —Protégelo
Dios querido. —El calor ardió sin llamas en su mano, y cuando abrió los ojos
y la mano, la sangre se había ido. Una sonrisa bailaba en sus labios cuando
entró a su taller de trabajo.
Mantener protegido a Jonathan era algo que dejaba a la intervención
divina. Era lógico.
El hombre lobo siempre cortejaba al peligro, siempre parecía estar
cerca o acercarse a él furtivamente.

Ésta había sido la tercera vez que él había sido blanco de algún
asaltante desconocido. La primera vez habían introducido un mortífero
veneno para lobos. Declan los había estado visitando y había sido
envenenado con el mismo veneno antes de que Jonathan hubiera vuelto de
su ronda. Declan, que alguna vez se había alimentado de Jonathan y ahora
era parte de él, no fue tan susceptible al veneno como debería haberlo
sido, ni entró en convulsiones dolorosas, ni en coma o cualquiera de los
otros espantosos síntomas que eran un preludio a la muerte.
Sarel y Lori habían usado la magia para encontrar la fuente de su
súbita y misteriosa enfermedad que de repente cayó sobre él como en
otros shifter que cayeron al suelo en convulsiones y murieron sólo treinta
minutos después. Lori había encontrado el revelador rastro del veneno
para lobos sólo momentos antes que Jonathan, que se encontraba en su
pequeña y cómoda cabaña a unos cientos de yardas, lo tomara. Usando los
dones que algunas pocas brujas tenía, ella se había aparecido de pie en un
parpadeo desde donde había estado hasta su casa, para aparecer justo
delante de todos, algo que ella nunca había hecho.

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Nadie excepto Sarel y Eli conocían ese pequeño don.
Aparecer en su cocina con su nombre en sus labios lo había sorprendido
lo suficiente como para posar el vaso sobre la mesa, bien, de hecho, él
había maldecido por creer que lo estaban atacando, asustándose al verla
aparecer tan cerca, solo hasta que reconoció su olor y se contuvo.

Le había salvado la vida.

El agua de su cabaña había sido contaminada con el veneno, solo unas


pequeñas gotas habrían bastado para matarlo. Para un lobo ese veneno era
indetectable, imperceptible al olor, la vista o el gusto. Él nunca se habría
enterado que moriría una vez que las convulsiones comenzaran.
Furioso, enfurecido, e incapaz de golpear, Eli tenía a todo el mundo en
su territorio buscando al maldito atacante que actuaba tan impunemente.
No había encontrado ningún rastro, ninguna señal de quién lo había hecho.

Había pasado ya más de un año desde que ellos habían enterrado a


Philippe. Y tres meses desde el último ataque, uno que había sido dirigido
exclusivamente a Jonathan. Jonathan había estado durmiendo después de
una noche de luna llena, y de haber pasado el día en la cama con Sheila, la
dulce, y descarada vampiresa sureña que había estado con ellos los
pasados ocho años. Lori casi se había muerto de la envidia.

Esa tarde después de que Sheila había dejado la seguridad de la


pequeña cabaña de Jonathan para buscar y cazar, él había entrado en un
sueño profundo, exhausto, saciado, durmiendo como si estuviera muerto.
Y una bruja se había arrastrado en sus sueños cuando él dormía y lo había
sostenido ahí mientras otro atacante probaba en un acercamiento más
silencioso, un hechizo de muerte.

Pero no podía hacerse magia en las tierras de Eli sin que sus brujas lo
supieran, sobre todo cuando él estaba casado con una y otra estaba
profundamente enamorada de Jonathan.
Lori lo había sentido antes que Sarel y había sonado una alarma, pero
ella no estaba segura cómo protegerlo. Ella no era una guerrera.

Ésa era su hermana.


Sarel había lanzado un ataque extremo.
Pero poco había logrado.
Su enemigo logró escabullirse de nuevo en la noche.
Pero esta vez, Sarel había cogido algo, un rastro de él. Y ella había
anunciado que era el mismo bastardo que habían capturado Jonathan y

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Lori años antes cuando intentó usarlos como cebo para atrapar a Eli.
— Cuatro veces, en realidad. — Se dijo ella.

— ¿Hablando sola otra vez?


Volviéndose su cabeza, ella vio a la menuda rubia detrás de ella. Con una
sonrisa de bienvenida, ella gesticuló a Sheila para que entrara.
— Simplemente reflexionando. Hirieron a Jonathan de nuevo.

— Lo presentí. Huelo su sangre por todas partes. Normalmente, sería


un olor atractivo. —Arrugando su atrevida nariz, Sheila paseó por el
cuarto, sus redondeadas caderas oscilando de un lado para el otro, bajo la
falda marrón larga y delgada. — Huelo... plata, romero, y.. Foxglove. Los
olores son muy débiles, pero apostaría que estaban en el maldito cuchillo
que lo hirió. ¿Crees que había eso?

— Mierda.

Lori cerró de golpe sus ojos y se dirigió hacia el salón de descanso,


mirando el techo con tristeza. Nada asombroso, eso había sido demasiado
fácil.

Ellos se congregaron, mirando fijamente hacia la ciudad que


resplandecía. El hechizo de muerte no había sido lo bastante sutil. La
bruja del guerrero se había dado cuenta llegando desde muy lejos. Pero
ella ahora se había ido. Ahora que ellas no estaban podrían golpear a
través del lobo. Poderoso, joven, pero tan abierto a sus dones que sería
una poderosa herramienta.

Jonathan no podía respirar, ni ver, ni tampoco hablar.


Abriendo los ojos, se esforzó para sentarse, sintiendo algo extraño
dentro de su mente.
Algo estaba mal. Muy mal.

Arrojándose hacia un lado, doliéndole los pulmones, él alcanzó el


cuchillo a un lado de la cama sobre la mesilla de noche. Una sangría sin
dudas convocaría a Eli, su Maestro, pero antes de que pudiera dar tal paso
drástico, una cara entró en su mente. Lori
Él sintió una brisa en su mente, algo limpio y puro. Su poder inundó su
mente y el peso dejó su pecho. El aire entró en sus pulmones, abrió los

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ojos y vio el techo sobre su cama.
— No te muevas, Jonnie. Ellos no se han ido todavía, — Susurró Lori en
su mente.

El mal se arrastraba insidioso demorándose dentro de él mientras Lori


continuaba empujandolo desde adentro hacia afuera, forzando la
oscuridad hacia fuera. Su luz, era tan poderosa que lo alcanzó tan
profundo que pudo comenzar a respirar, pudo moverse sin sentir el dolor,
alejarse del sofocante mal que estaba intentando controlarle y arrastrarlo
con él.
Intentaban exigir al Lobo.

Permíteles intentarlo, hermanito, le ofreció el Lobo, riéndose. El Lobo


dentro de él abrió enorme su boca en una sonrisa burlona, pero Jonathan
estaba enfurecido.

No en esta vida.
Él cambió. El poder salvaje, afilado y crudo del hombre-lobo explotó
dentro de él, indomado y desenfrenado, tan cerca de la luna llena. El pelo
trigueño largo y grueso de su cabeza se retiró, un hocico apareció, los
dientes se alargaron y explotaron desde sus encías, la sangre llenó su
boca cuando ellos rasgaron a través de ellas. Sus músculos se encorvaron
mientras su piel fluía y ondeaba por todas partes, sus huesos se rompieron
reformulándose.

Oscuras garras extendieron sus uñas, encorvándose mortales. Él se


dejó caer sobre sus rodillas y un gruñido roto rodó de su garganta cuando
su piel desplomó su ropa hecha jirones al suelo.
La carne era magra, la pared de su musculoso pecho ondeaba como
agua cuando esos músculos empezaron a cambiar y cambiar, mientras
fluía su piel. Una piel castaña, oscura y profunda, fluía por toda la longitud
de su cuerpo mientras él se estremecía y caía de golpe con sus manos
contra el suelo, sus piernas estallaron y cambiaron mientras su
transformación continuaba. La piel en sus muslos era más espesa, pero más
corta y más sedosa, continuando hacia debajo de sus piernas hasta que
acababa en mechones ligeramente más largos alrededor de sus tobillos, y
con piel más corta en la cima de sus pies.
Más grueso, más pesados sus redondeados músculos ondearon cuando él
se levantó y echó una mirada a su alrededor. Casi una cabeza más alto
ahora, a seis pies, él investigó el cuarto, sus ojos eran oro
resplandeciente.

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La malvada presencia en su mente vaciló cuando el poder salvaje del
hombre lobo penetró en el cuarto y forzó a retroceder ante su presencia.

— ¿Qué quieres?— Le gruñó.


— Tú... — Él sentía que un golpe seductor lo acariciaba, ondeando a
través de su cuerpo, a su alrededor, sobre él.

— ¿Quién eres, que… te impulsa, tu alma…?

Jonathan gruñó y dio tirones alejándose, fuera del poder, y la malvada


belleza que se le ofrecía.

—No puedes tener mi poder, o a mí ,— le dijo mientras forzaba las


palabras fuera. Esas palabras se sentían raras y torpe en su lengua.

— Querido, yo ya los tengo.


Jonathan no admitiría jamás que él sentía algo de temor al pensar que
ella no mentía, o se jactaba.

— Mi poder no es mío. Es del Lobo, y tú no puedes reclamárselo

La música flotó en la risa de una mujer, y llegó hasta él.


— Mientes, es tu poder, y ese poder pronto será mío.

Lo salvaje dentro de él explotó y tiró su cabeza hacia atrás, lanzando


un aullido, fuerte e intenso. Una docena de aullidos le contestaron a lo
largo del enclave, y Jonathan gruñó salvaje, triunfalmente, cuando sintió
que el mal vacilaba dentro de él.

Jonathan arrastró hacia atrás su salvaje poder, y el lobo retrocedió


con él reconociéndose como Jonathan otra vez. Cuando la piel se fundió
dentro de su piel y el poder se marchitó lejos, reapareció la forma humana
que Jonathan buscaba, sonrió y dijo suavemente.

— No. El poder del hombre lobo pertenece al Lobo, al Lobo y a la luna.


No es mío, aunque tengo el poder de llamarlo. Soy lo bastante poderoso
como para convocarlo, eso me hace diferente a muchos lobos. Pero no es
algo que puedas controlar ahora, o alguna vez en la vida
Cuando él habló, se puso de pie, fácilmente, en un movimiento perezoso
elegante, su cuerpo desnudo, dorado brillaba en la luz oscura.

—Yo puedo controlarte, si tú puedes controlarte. Yo te controlaré. Yo


convocaré el lobo…AHORA.
Jonathan la sintió, sintió a la bruja, quienquiera que ella fuera,
buscaba algo dentro de él. Pero ella no tenía ninguna pista dónde mirar.

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Dónde buscar. Ella estaba buscando algo mágico, algo psíquico o físico.
Pero el poder era intangible,

Su búsqueda dolía.
Bramando, sus manos tomaron su cabeza, él se echó hacia atrás,
cayendo de rodillas, retorciéndose en la agonía mientras ella buscaba
intensamente a través de su alma como si fuera un arcón de ropa. Él la
sentía recoger pedazos y pedazos y echarlos a un lado cuando cada uno de
ellos demostraba estar vacío de lo que ella buscaba.
—Maldito, ¿dónde esta? Lo quiero, dame ese poder. Transfórmate,
cambia maldito perro. ¡Cambia, ahora!
Rechinando sus dientes, Jonathan le mostró una mala sonrisa y le
dijo:
— Vete a la mierda.— Antes de que sus ojos se doblaran hacia atrás
arqueándose en un espasmo de agonía que corrió por toda la dorada
longitud de su cuerpo desnudo, lisamente musculoso.
—¡Cambia, cambia, cambia!

Lori sintió el flujo enfadado de poder en la pequeña cabaña desde el


patio. Ella brincó el cerco y estrechó sus ojos hacia la puerta. Ésta se
abrió y ella sonrió ligeramente mientras se resbalaba a través de ella.
Realmente debería aprender a golpear, quizá mañana....
Esa asquerosa y malvada presencia impregnaba el aire, hasta casi
estrangularla entonces ella avanzó hacia el vestíbulo con los pies
desnudos.
Mirando fijamente a través de la luz oscura, ella estudió la sombra que
era Jonathan y esperó viendo como la oscuridad se reunía a su alrededor.

Las sombras eran de personas que no estaban allí en verdad, aunque su


presencia era bastante real. Lori podría oír sus cuchicheos, débilmente,
muy débilmente.
Transfórmate, cambia maldito perro. ¡Cambia, ahora!
¡Cambia, cambia, cambia!
Aquel chillido alto y agudo, miserablemente estridente, sacudió su
cabeza y Lori retiró fuera de ella los ecos de esa voz que ella realmente
no podía oír.

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— Él no te pertenece. — Dijo ella dijo firmemente, con seguridad. —Él
hizo sus votos, su obediencia de lealtad hace tiempo. Y ninguno de ellos a
ti.
Los chillidos impíos llenaron el aire y ojos misteriosos giraron sobre su
eje y se apretaron contra ella cuando ella se abrió camino a través de la
presencia que llenaba el cuarto, mientras se dirigía confiadamente hacia
su lado. Arrodillándose a su lado, puso una mano sobre su hombro.
— Vete de aquí. No eres ninguna amenaza para él aquí. —Su voz era
profunda, latiendo con su propio poder y haciendo eco a través del cuarto.
Como si su toque lo hubiera fortalecido, Jonathan surgió del suelo. El
poder, maligno azotó a través del cuarto y golpeó a Jonathan cuando él se
paró.

— Él está corrompido. Nosotros podemos tomar lo que se corrompe.

La boca de Jonathan se dobló en una sonrisa sardónica a quienquiera


que lo hubiera golpeado.
— Indigno, quizás. Pero no corrompido. —Su voz sonaba oscurecida y
ronca por el dolor, rompiendo su corazón al oírlo

Lori sintió sus ojos sobre ella y ya estaba de pie lista para asegurar su
peso, juntos de pie cara a cara enfrentándose contra este mal que
pensaba que podía reclamar a Jonathan. ¿Corrompido? Las malvadas
brujas no se preocuparían si fuera o no corrupto si lo que querían era
robar o cambiar sus dones.
— Nosotros queremos lo que es nuestro. Nosotros queremos que
nuestros hermanos y hermanas se nos unan, el tiempo se acerca...
Con los ojos cerrados, Lori luchó contra el terror que amenazó
inflamarse dentro de ella. Ellas no eran sólo brujas. Ellas estaban
reclutando enemigos para el Concilio. Desde hacía mucho tiempo que el
Concilio hablaba de la existencia de un desconocido enemigo que asesinó y
asesinaba, envenenando las mentes de las manadas de jóvenes lobos
volviéndolos contra la humanidad. Los Cazadores tendrían que limpiarlas
porque habían empezado a cazar humanos. Enemigos que buscaban a las
brujas jóvenes en las calles y las utilizaban para satisfacer sus sucios
propósitos.
— No soy tu hermano, ni pariente, ni nada tuyo.
Ellas rieron.

— Todavía, en tu corazón, cuestionas tu lealtad a tu amo, tu lealtad al

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patético Concilio que sirves. Con nosotros, jamás dudaría de nuestra
valía.
— Dudaría si no valiera la pena darle patadas por lo que me hicieron. —
Gruñó Jonathan, desnudando sus dientes. —Salgan de este lugar. Ésta es
mi casa. Váyanse. ¡Váyanse!. —Él llevó su muñeca hacia su boca y la rasgó
abriéndose una vena con sus afilados dientes, recogiendo sangre en sus
dedos él se acercó hacia la puerta y pintó sobre ella una enorme X, él
siseo. — Váyanse, y les ordeno que no vuelvan nunca más. Esta es mi casa,
y con esta barrera de sangre jamás podrán retornar a ella.
Con un chillido violento, ellas lo maldijeron cuando la sencilla orden del
dueño de la casa los excluyó de permanecer allí de forma alguna, humana o
transformada.
Su largo y hermoso pelo castaño, cayó sobre sus hombros cuando él
bajó su cabeza, mientras miraba la piel que ya empezaba a curarse
mientras él aplicaba presión a la cuchillada en su muñeca. Lori lo miró
fijamente, los ojos desorbitados, sólo ahora consciente de cuán desnudo
estaba, bastante desnudo… Su carne dorada brillaba ricamente, en sus
magros músculos, en la columna de sus muslos duros y esculpidos. Su
corazón empezó a golpear cuando el calor se agrupó en su barriga
Y todo el tiempo, su mente se tambaleaba. Forzando las palabras a
través de su boca seca, ella le preguntó:

— ¿Cómo supiste sobre esto?


Él resbaló una divertida mirada por sobre su hombro hacia ella.

— He estado viviendo cerca de brujas durante demasiados años. He


aprendido algunas cositas, dulzura.
Como ella continuaba mirándo fija y hambrienta los duros músculos de
su nalgas, él caminó hacia el vestíbulo, y desapareció a la vuelta de la
esquina. Lori suspiró de desilusión cuando ya no pudo ver los anchos
músculos de su espalda, o sus estrechas caderas y esa carne magra, y sí,...
todo su desnudo cuerpo. Ella lamió sus labios y limpió su boca, sólo por si
acaso estaba babeando.
Cuando Jonathan volvió unos minutos después, ella estaba sentada, sus
manos plegadas alrededor de una humeante taza de té mirando fijamente
en la nada.
— ¿Por qué ellas piensan que estas corrupto? Quienquiera que sean,
parecen pensar que eso les da un poder sobre ti. — Alzando sus ojos hacia
él cuando se sentó en la silla frente a ella. Ella estudió su cara bastante

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pálida, seria. Mientras él tomaba el jarro que ella le había preparado.
— Esto no me va a gustar,¿ verdad?

Una sonrisa pequeña, divertida encorvó su boca. Mierda por su


talentosa nariz.
— No. El cuchillo que te apuñaló estaba maldecido. Con romero, salvia,
la tierra de cementerio. Tendré que frotar alguna hierba de acacia y
Angélica y frotarla contra tu herida, pero primero necesitas beber esto.
Tiene bergamota y cardo Bendito. Y una porción entera de oraciones.

— ¿Oraste a tu diosa por mi? Estoy conmovido. —Dijo Jonathan, con


una sonrisa traviesa en su boca.
Una raya de dolor pasó a través de ella y ella bajó su cabeza para
impedirle que la viera en sus ojos. Él sabía que las brujas buscaban alguna
protección básica. Pero no sabía que ella no creía en cualquier diosa.

— No rindo culto a una Diosa, Jonathan. Nunca lo he hecho. —Dijo ella


suavemente, tomando un collar que estaba dentro de su camisa, desplegó
la cruz dorada que llevaba alrededor de su cuello. —Creo en el mismo Dios
en que crees tú, y voy a la iglesia el mismo día, y rindo culto de la misma
manera que cualquier americano tipo lo hace. De hecho voy a la iglesia por
la misma calle dónde tú y Erica lo hacen. Creo que tú eres mucho más
devoto de lo que yo lo soy.
Ella dejó caer la cruz atrás dentro de su camisa y cabeceó hacia el
vaso.
— Bebe tu té. La razón por la que son efectivas es porque yo creo que
pueden hacerlo, y también porque sé que las hierbas pueden luchar contra
las toxinas que están dentro de tu cuerpo. Digamos que es un cincuenta
por ciento de fe y ciencia.
— ¿Y qué hay del otro cincuenta?— Le preguntó él cuando levantó
renuente la jarra. Él tomó el primer sorbo y Lori sonrió, saboreando de un
sucio placer cuando él apreció el sabor.

— Magia. Dios me dio el don, y yo lo uso sabiamente. Y la magia es mi


don llano y simple, como tú tienes el tuyo, y Sarel el suyo, y Declan y Tori
tienen los suyos.
Jonathan arqueó su frente, mientras dejaba el resto en la jarra.
Suprimiendo un temblor, él lo puso a un lado y caminó hacia la nevera,
sacando un envase de zumo y enjuagándose la boca para quitarse el
espantoso sabor de la bebida preparada por Lori.

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Lori lo estudió debajo de la línea de sus pestañas, sus duras y
musculosos líneas, el oro encantador de su piel, la manera en que ondulaba
su vientre cuando se movía. Algo caliente la atravesó y se fundió dentro
de ella obligándola a respirar profundamente por la nariz, obligándola a
relajarse.

No puedo hacer esto, no aquí, no a su alrededor. Él lo sabrá.


Con los dos vasos en una mano, él llevó el zumo a la mesa.

— De acuerdo. Ya noté que omitiste a Eli. — Cuando él se sentó


echándose hacia atrás en el asiento, ella estudió la fea cuchillada roja de
su costado. Era una herida que nunca sanaría totalmente.

Con un temblor poderoso de su cabeza, ella encontró sus ojos y le dijo:


— ¿Dejé a mi cuñado Eli, fuera? ¡Que terrible soy!.

Eli no es exactamente el tipo de alma que uno podría pasar por alto.
Pero hasta hacia unos años, él nunca se había considerado un hombre
afortunado o dotado. Ahora, mientras despertaba de un largo y sosegado
letargo y estiraba su cuerpo, los pensamientos que flotaban a través de su
mente eran los de un hombre contento. No. De un hombre feliz con su
vida.
Su don estaba detrás suyo durmiendo. Los rayos acuosos de la luz del
sol resbalaban sobre las ropas cuando él se levantó pintando su cuerpo con
una serie de colores. Su nombre era Sarel. Ella era una bruja, con el
corazón de un guerrero y la única alma en el planeta por la cual daría su
vida.

Eli sentía el latir de sangre mientras caminaba fuera de la cama que


ellos compartían, con un ondeante movimiento de poder. El olor y el calor
moderado de la bruja inundaba todo el edificio y su interior.
Por el Concilio, Eli se encontraba dentro del feudo escocés de Malachi,
sus colmillos se desenfundaron cuando la rabia y enojo empezaron a
tomarlo desde lo profundo. Sin incluso extender la mano, sólo ese toque no
más, la más breve conexiones con Lori le sirvió para vislumbrar la fea hoja
del cuchillo de cocina dibujada en el costado de Jonathan y él lo supo.
Con un toque ligero, él encontró a Sheila y a Rafe, ambos se
encontraban afuera. Sheila estaba de compras, por pedir un par de
bebidas, y luego ir a divertirse en el Charlestón. La joven vampiro lo

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sintió.
Y Rafe estaba en lo que mejor hacía, esperando pacientemente para
cazar. Con una llamada silenciosa, él les pidió que regresaran y entonces
los dos enfocaron su atención en Jonathan y Lori, intentando estudiar la
herida y el olor dejada en ella, pero con poca suerte.

Él no era de allí, aun cuando sus gente lo era.

— Si quieres saber qué está pasando de verdad, ¿no se te ocurrió


preguntar?

— Lori, te haces más atrevida cada día, dulzura, ¿qué es lo que sabes?
—Ronroneó él, sonriendo mientras la miraba hacer su trabajo.
Él podía verla, la imagen de sus manos en el torso de Jonathan, la
quemazón detrás de su párpados cuando él la miraba.

— ¿Qué está pasando?

La voz de Sarel, caliente y enojada, llena de vida y pulsante de energía,


se hizo eco a través del cuarto, y en su conexión. Si alguna vez Eli se
preguntó sobre las reales habilidades de Lori , simplemente al ver cuán
firme se movían sus manos ahora, lo supo. La voz de Sarel había pasado de
un susurro que corrió sobre él como un escalofrío por su piel, como si
viniera de lejos, retumbó en su mente desde miles de millas de distancia.
Eli resbaló una estrecha mirada cuando la sangre empezó a golpear
pesadamente en su ingle y su pene se movió, alargó, y latió.

Pero Sarel estaba en otra cosa, su mente estaba más allá de él, la vio
moverse y acercarse pero ella pasó a su lado y se colocó pegada a la
ventana, apoyando sus palmas sobre sus vidrios. Su largo cabello fluía
hacia su desnuda espalda, y empezó a soplar a la imagen que la ventana
reflejaba de su cara, y entonces la ventana empezó a brillar como oro bajo
su toque, para luego opacarse, dejando atrás su perfil para reflejar el de
su hermana arrodillada sobre el cuerpo de Jonathan. Él estaba en su cama,
en su cabaña, mirando fijamente la cara de Lori, que ocultaba sus ojos
bajo sus largas pestañas. La cuchillada era larga y fea, arrugada, una línea
roja , luminosa, y en su extremo, se estaba formando la marca viciosa de
una guadaña.
— Lori, detente, necesitas asegurarte que tiene..
— Sarel, ¿no se supone que estás de vacaciones? — Preguntó Lori
mientras ella continuaba frotando la raíz de Angélica en la herida abierta
en su costado.
— Si no le has hecho beber uno de esas pociones sucias primero, estás

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perdiendo tu tiempo. —Dijo Sarel, mientras Lori la ignoraba.
Eli suspiró, alcanzándola y uniéndose a ella mientras Lori continuaba
trabajando. La bruja más joven nunca se demoró, ni le permitió a Jonathan
sentir algo del dolor que ella estaba infligiendo a su propio cuerpo. Eli lo
notó. Él podía sentirlo, dentro de él, como un eco distante, a través del
eslabón que él tenía con los dos, pero no lo sentía realmente mientras
miraba a Lori en la oscuridad. Sus ojos denostaban el peligro. El dolor
estaba provocándole nauseas, y aún así Eli sólo podía sentir ese leve eco.
Lo que Lori estaba sintiendo debía ser irreal.
— No puedes luchar por el cachorro, sabes eso.— Las palabras de Eli
eran suaves, habló directamente a la mente de Jonathan, sólo para él.
Jonathan volvió su cabeza hacia el este, siguiendo el sonido distante de
la voz de Eli que cuando él dijo suavemente.

— Lucharé tanto tiempo como ella esté aquí.


— Silencio, Jonathan.— Murmuró Lori, y con un pensamiento, ella se
introdujo más profundo en una catalepsia curativa.
Eli hizo una mueca de dolor cuando él reconoció las hierbas que ella
pasaba por su herida: acacia, cardo bendito, y tierra sagrada, la tierra
tomada de su casa, de la cabaña dónde él había vivido. El fuego brilló
calurosamente en su mano cuando ella sostuvo la tierra en una y usó la
otra para frotar las hierbas en él mientras ella susurraba bajo su
respiración.

— Demonios, Lori.
Eli se rió suavemente.

— Sarel, amor. Ella ya le dio de beber esa espantosa bebida, hasta la


última gota antes de que hubiéramos comprendido que había un problema..

Eli podía ver como el enojo y la preocupación la desinflaron, y no


estaba muy seguro de qué hacer con la preocupación y los nervios que los
remplazaron.

— ¿Todo? Sin oponerse?


Con la curva lenta, característica de sus labios, Eli le dijo:
— Jonathan no se defiende con Lori, amor. Él hizo lo que ella le dijo
que hiciera y se prestó como un buen muchacho para que lo cure. Y ella es
una bruja condenadamente buena. De hecho, tú igual,. Ella no es
simplemente una guerrera como tú. Ella es una Sanadora.

17
Capítulo Dos

18
Esos ojos de verde oro suaves resplandecían fogosos, con unas pocas
llamas lamiendo alrededor de los iris. Jonathan sintió sus manos aterrizar
a los lados, simplemente por encima de los huesos de la cadera. La palma
de su mano derecha descansando sobre la piel fresca, a un lado de la
cicatriz recién curada, todavía sintiéndose tan frío, hasta que ella lo tocó.
Estaba caliente, muy caliente, bajo su toque, la piel se estremecía cuando
ella puso sus manos sobre él.
Un gruñido profundo retumbó en su garganta mientras su cabeza se
inclinaba sobre su abdomen y su pelo cosquilleaba en su abdomen. Su polla
se hinchó, dolorida, en los confines de sus pantalones vaqueros mientras
su sangre comenzó a golpear más pesada en sus venas. El perfume de
mujer y magia mezclado en su mente fueron uno, y ambos eran Lori.

El satinado roce caliente de su boca en su costado le hizo succionar


aire a través de sus dientes, y sus ojos se pusieron en blanco en
deslumbrada agonía como una lanza caliente de magia pasando como un
relámpago por él. Una mano se aplastaba contra la carne en la que había
la cicatriz, mientras ella cambiaba de posición, moviéndose más alto, hasta
que ella pudo presionar su boca contra las marcas de sus cicatrices.
Tocando la Marca de Los Scythe con su boca y su lengua.
A su toque, Jonathan se arqueó levantándose en agonía mientras ardía
el dolor desgarrador rasgaba a través de él. Lori estaba desgarrando algo
malo de su interior y esto no quería dejarlo ir. Tomarlo no era algo que ella
le permitiría hacer a este mal, pero tomar su lugar en su interior y
lentamente forzarle a un lado, bien, eso podría ser un poco complicado.
— Sostenlo.

A través del dolor que atravesaba su cuerpo, Jonathan escuchó la


orden de ella ladrada rudamente en su mente pero él no podía moverse
para ayudarla. ¿En qué se había metido la pequeña bruja ahora? Y maldita
sea, ¿por qué no podía mover él sus brazos? ¿Qué estaba mal con su
cabeza?
Su cabeza

— ¡ Hijo de puta!— Rugió él, arqueando la espalda y bramando mientras


la agonía se arqueaba a través de él.
Luego un gentil, ondulante y fresco beso, un suave aire rozó sobre su
piel y él se quedó sin aliento, succionó aire desesperadamente mientras
sentía una mano buscando bajo su piel, trabajando en el pequeño, pequeño
y duro nudo, como una raíz. Pero el árbol estaba tratando de crecer
adentro.

19
Dos pares de manos, frescas y duras de vampiro, cayeron encima de él,
sujetando sus hombros y sus piernas. Su cabello, espeso, cayó de pronto
sobre su cara y su voz, suave y amablemente tranquilizadora, alcanzó su
oreja.
— Tranquilo, Jon .. tranquilo ahora. Lori está a punto de hacerlo, ¿de
acuerdo? Simplemente ... maldita sea ... cálmate.

El poder goteó y rodó a través de él, comenzó a pulsar en el cuarto


mientras una voz más profunda dijo:
— Maldita sea Lori. Mejor que te apresures. El animal dentro de él se
enfurece y el Lobo se preocupa. Jonathan no podrá abstenerse de cambiar
para demasiado tiempo.

— Rafe, cinco segundos. Shhhh ...


— Lori, si él cambia mientras esto.... — un gruñido profundo,
mascullado sonó a través del cuarto. — sin aviso, en dolor, él puede atacar.
— Él no me lastimará, Rafe. El Lobo no le dejará. Él no se dejará a sí
mismo. — Murmuró Lori . Luego una jadeo suave, rasposo y silencio.

— Déjale ir. Está hecho. — Susurró Lori.

Jonathan sintió su boca en su costado otra vez, caliente y abierta


mientras el dolor se desvanecía y se iba fuera, como cenizas en el viento.
Cerró en su mano un puño de su pelo, y abrió los ojos con un suspiro
rasgado.

Y entonces deseó poder haber retenido su aliento primero.


Sheila y Rafe se habían alejado, ambos con ojos entrecerrados, pero
encendidos bajo el abrigo de sus pestañas. El perfume de lujuria, hambre
y deseo era pesado en el aire. El sabor de esto, la sensación de esto era
poderosa en su interior, Jonathan pensó que él estaba a punto de perder
la razón.
Y allí estaba Lori, levantada sobre sus rodillas y mirando fijamente en
su costado, pasando su mano sobre la marca en su piel.

— La marca se fue. — Susurró ella suavemente, luego levantó su mirada


fija y encontró, sus ojos verdes pálidos resplandeciendo, suave,
dulcemente, pero fuertes y enérgicos con el poder de la confianza en si
misma.
Él sintió el impacto de esa mirada en sus entrañas mientras la agarraba
y rodaba, inmovilizándola bajo él, metiendo su lengua a la fuerza en su
boca y gimiendo ávidamente con el oscuro y sabor dulce suyo. Acuñando

20
una rodilla entre la de ella, él bombeó a su polla contra la humedad de su
hendidura y pasó rozando sus manos arriba por sus lados, una palma en su
pecho, comenzando a rodar el pezón entre su pulgar y el dedo índice.
Los sonidos de la respiración rasgada, el incremento de los ritmos
cardíacos y el perfume de una hembra excitada vinieron a él mientras
besaba un camino hacia bajo por el cuello de Lori. El suspiro trémulo de
Sheila acarició su piel, un sonido que normalmente sería muy bienvenido,
pero ahora era una intrusión.

Arrancando su boca de la Lori, él miro hacia el lado y gruñó para Sheila


y Rafe,
— Váyanse.

Rafe mostró sus colmillos y habló con voz áspera.


— Cuida tus pasos, cachorro. No soy tuyo para ordenarme. — Sus ojos
se deslizaron y descansaron sobre la curva suave de la cadera de Lori,
donde la mano de Jonathan la agarraba, y el vampiro se adelantó, cayendo
sus párpados. — Me duele, tengo hambre. Ella es joven y hermosa.
Cayendo en sus rodillas al lado de ellos, Rafe se quejó.

— Creo que quiero probarla.

Jonathan gruñó, comenzando a rodar hacia un lado y colocando a Lori


detrás de él, parándose se encorvó y se enfrentó a Rafe.
— Ella es mía, vampiro. Mía. Vete.

Rafe comenzó a reírse. Sus colmillos se habían deslizado fuera,


proyectándose sobre sus labios, y ahora atrapaban la luz mientras él
descansaba sobre sus talones, quedándose con la mirada fija sobre
Jonathan.
— ¿Tuya? Vamos, Jon. Ella te ha amado durante años, y tú no has hecho
una maldita cosa acerca de eso. Y ahora, después de darnos una función
como ésta, ¿quieres ponerte posesivo?
Los labios de Jonathan mostraron sus dientes mientras comenzaban a
alargarse, un gruñido creció rodando por su garganta.

— No me empujes , Rafe. — Sus manos, las palmas plantadas en la


tierra, cambiaban de posición, cambiando, mientras las uñas comenzaron a
ensombrecerse y estirarse.
— No te tengo miedo, lobo. — El cachorro se había ido, mientras Rafe
lentamente se enderezaba y atisbaba lo que él era, contra quien luchaba el
hombre lobo dentro suyo. Mejor dicho, contra quien no luchaba el hombre

21
lobo lo suficiente. El hombre lobo cuidadosamente observaba al vampiro a
través de esos ojos entrecerrados, oscuros. Jonathan hizo poco por
controlar el animal y nada para refrenarlo.
— Vete. — Jonathan gruñó otra vez. Él estaba dolorido. El perfume de
Lori llenaba su cabeza, y su sangre golpeada con exceso en sus venas,
despertándose y latiendo en su polla mientras él se quedaba mirando los
ojos centellantes de Rafe.
Sheila sonrió, había algo deenvidia en su fija mirada mientras paseaba
su mirada por Lori que aun estaba jadeando y recuperándose de los
efectos de la magia que pasaba a través de sus venas. Luego ella dio un
paso delante de Rafe, echándole su largo pelo rubio sobre el hombro,
ofreciéndole una sonrisa burlona mientras ella deslizaba sus manos arriba
en sus pechos.

— Tal parece que no somos bienvenidos aquí, precioso. ¿Por qué no nos
vamos y encontramos algo con lo que divertirnos nosotros mismos,
dulzura? —Ella habló arrastrando las palabras, acariciando su dedo sobre
su lleno labio inferior.
Cuando él alcanzó el agarre su cintura y la puso a su lado, ella se topó
de casualidad con él y Jonathan olió el almizcle de sangre del vampiro
llenando el aire.
— ¡Oh! Qué descuidado de mí, Rafe. Lo siento. Espero que no tengas
hambre.— Murmuró Sheila mientras se hacia a un lado, sosteniendo en
alto el dedo que ella había cortado con uno de sus colmillos extendidos.
Deslizándolo entre sus labios, ella lamió la sangre , sonriendo con una
sonrisa coqueta hacia él mientras ella extraía el dedo centellante fuera, e
inclinaba su cabeza en él. Más sangre fluyó y él enfoco sus encendidos
ojos en ella, largó un aliento profundo, repentinamente agitado.

— ¿Así que te gusta quemarte con fuego, pequeña belleza sureña? —


Murmuró Rafe, moviéndose un poco más cerca, sus ojos se veían sedientos
de la sangre que pendía en la punta de su dedo.

Cerrando sus dedos alrededor de su muñeca, él lo atrajo a su boca y


deslizó la punta del dedo entre sus labios, succionándola mientras miraba
fijamente sus ojos.
— Tómala y vete, Rafe. — Expresó Jonathan gruñendo mientras él se
volvía hacia Lori.
Él no les oyó salir, pero sabía que lo habían hecho de todos modos.
Las palabras de partida de Rafe:

22
— Demasiado presuntuoso insolente joven lobo. No me sienta bien esto.
— Fue sofocado contra la risueña boca de Sheila mientras ella decía —
Oh, cállate. — Se fueron unos segundos más tarde.
Aspirando aire en sus pulmones, Jonathan enfocó hacia su interior y
envió al animal adentro. Con un suspiro suave se retiró, otra vez a
dormitar mientras Jonathan giró su cabeza, quedándose con la mirada fija
sobre su hombro en Lori. Sus ojos nebulosos, todavía destellaban con
luces de oro mientras ella parpadeaba con somnolencia, apenas ahora
limpia de magia.
Él gateó hacia ella mientras ella se ponía derecha, mirándolo
cautelosamente.
— Puedo sentir tu magia dentro de mi, Lori. Tu toque, tu aliento, tu
sabor. Quiero más. — Levantándose sobre sus rodillas, Jonathan atrapó la
parte trasera de su cuello y la empujó hacia él, sellando su boca con la de
ella y saboreándola profunda, completamente.
Deslizando su lengua en su boca, acariciándola a través del paladar, el
interior de sus mejillas, a través de sus dientes. Todo lo que él podía
tocar, Jonathan lo tocó. Cada parte de su boca que él podía saborear, él la
saboreó. Moviendo sus manos hacia abajo por sus hombros y sus brazos
para ahuecar sus senos, él los masajeo desasosegadamente mientras la
urgía de regreso al suelo.

Jadeando en su garganta mientras él acuñaba su muslo entre los de


ella, ella montó la longitud de su músculo con su caliente, y mojada grieta.
Los gemidos dulces, suaves y pequeños se creaban en su pecho mientras
Jonathan besaba un camino hacia abajo por su barbilla y su garganta, a lo
largo del escote suelto de su camisa playera. A través de eso, él podía oler
la piel de ella, su excitación, su necesidad.

Y él quiso saborearlo todo.


Cerrando su boca sobre la cresta dura como guijarro de un pezón, él
formó remolinos con su lengua alrededor de este, succionándolo
profundamente en su boca. ¡Maldita sea! Su sabor, explotó en su lengua,
inocencia endulzada, poder, seducción, pureza. Todo lo que él había
querido y había necesitado de ella por años, pero se había negado. Desde
que Lori había llegado al enclave de Eli, Jonathan la había deseado. Una
inocente mujer de diecinueve y por siete largos años él había ignorado lo
que deseaba.
Con su mano contra su torso, él la deslizó hacia abajo sobre su vientre,
sobre su pubis, hasta que él la ahuecó, sintiendo su calor, derretido a

23
través de las delgadas capas de la falda de chifón. Deslizando el material
etéreo de acá para allá sobre ella, él gimió alrededor de su pecho
mientras su crema instantáneamente atravesaba el material y mojaba sus
dedos.
Levantando la cabeza, él miro fijamente hacia abajo, parpadeando
lentamente. El poder onduló a través de él y bajó rodando por su columna
vertebral, estremeciéndose fuera de su piel mientras él observaba su
rostro. Sus ojos abiertos lánguidamente mientras ella lamía sus labios,
como si estuviera saboreándole. Jonathan gimió, y se esforzó para no
tomarla
Todavía no. No a menos que ella lo quisiese. Ella. No simplemente su
cuerpo.
Haciendo las palabras pasar a la fuerza a través de su apretada
garganta, él lentamente restregó su sexo contra ella, una vez, y otra.
Observando como ella se arqueaba hacia él, él susurró:
— Mírame, Lori. ¿Quieres esto? ¿A mi?

Una sonrisa lenta, femenina -como sonreía La Mona Lisa que durante
siglos había conducido a los hombres a la locura- curvó sus labios de
capullo de rosa y ella deslizó sus manos arriba por su pecho, tras su cuello,
y luego agarró en un puño su pelo, bajando su rostro al de ella.

— ¿Estaría aquí si no lo hiciese? — Ella comenzó a rotar sus caderas


contra él, y Jonathan mordió un gemido roto mientras su calor húmedo
acariciaba su polla cubierta. — ¿Sabes cuánto tiempo he querido estar
justo aquí, Jonathan? ¿Simplemente así? Por meses y meses, años y años
... Si no me tocas ahora, simplemente podría convertirte en una cucaracha
voladora.
Su control se rasgó. Agarrando su camisa en sus manos, él la arrancó de
ella. Flexionando su mano, las garras emergieron y él las deslizó bajo su
sostén, cortándolo en tiras mientras la miraba fijamente a los ojos,
buscando cualquier signo de miedo. Las garras se deslizaron de vuelta a su
mano, como el agua evaporándose, mientras él trató de alcanzar la falda,
tomando a ambos, la falda y las bragas y bajándolas por sus caderas en un
suave y largo movimiento.
Arrodillándose a sus pies, resbaló alrededor de sus hombros su larga
mata de pelo, Jonathan miró fijamente su cuerpo. La contempló a lo largo
de su longitud de marfil, tan suave, y tan perfecto como el alabastro
tallado, mientras la esencia de ella llenaba su cabeza y lo emborrachaba.
Su boca estaba babeando mientras él trataba de alcanzar sus tobillos y

24
lentamente los movió a un lado, deslizando sus manos hacia arriba por la
longitud de sus piernas.

Mientras él las apartaba, se inclinó hacia adelante hasta estar


arrodillado entre sus muslos, su cara solo a unos milímetros por encima
del empalme de sus muslos. Él se quedó con la mirada fija con evidente
hambre en el montículo desnudo de su sexo, coronado con un parche
pequeño, pulcramente recortado de rizos rojos.
— Suave, terso .... justamente cómo me ... dulce. — Gruñó él, aspirando
su perfume. Deslizó su lengua arriba de la unión mojada centellante,
plegando las perlas de crema que refulgían allí, dejando demorar su lengua
en ellos antes de dividir su carne con sus pulgares y perforarla, y deslizar
su lengua en las profundidades, oscuras de su coño.
— Jon...

— Aww, demonios, eres dulce. — Gruñó él, levantándola más alto


contra él, sujetando su culo en sus manos y atrapando su clítoris entre sus
dientes. Él lo agarró amablemente antes de empujar su lengua al profundo
interior de su mojado canal otra vez.
Lori gritó y Jonathan sonrió mientras se movía, solo su lengua,
empujándola profundamente, y gimiendo mientras él aún trabajaba tan
adentro suyo. Dentro, fuera, luego otra vez para darle un golpecito contra
su punto G, mientras él bebía codiciosamente y de prisa la crema que
siguió.
Echándose hacia atrás, él bajó sus caderas al suelo y empujó dos dedos
largos, ágiles dentro de ella mientras él chupaba su crema de los labios,
hablando con voz áspera.

— Eres tan malditamente apretada, tan dulce. ¿Has estado con


alguien desde ese tonto de la universidad?

Pero sus ojos estaban aún ciegos y su mente estaba confundida.


Quedándose sin aliento, sin escucharlo, Lori le trató de alcanzar,
ciegamente, enterrando sus dedos en su pelo y tirándole de regreso a ella.

Jonathan no pudo resistir la llamada de sirena de su cuerpo, del mismo


modo que la furia rasgada a través de él mientras se acordaba de esa
noche. Él les había encontrado a ella y a su novio de la universidad en una
manta en el bosque, en la luna nueva. Desnudos y sudorosos, sonriendo y
riéndose en los brazos del otro, el perfume de la sangre de su virginidad
en el aire, el hombre se había corrido en sus muslos, y Jonathan vio todo
rojo.

25
Sólo unos meses antes, casi habían muerto conjuntamente en una
trampa que había estado puesta para atrapar a Eli, su amo. Pero él la
había querido con venganza aún antes de eso.
Y luego él se había topado con ella inmediatamente después de que ella
le hubiera dado su cuerpo a un hombre por primera vez, alguien que no era
él. Ahora, años más tarde, aún se enfurecía y él inclinó su boca a través de
la de Lori, castigándola con el beso, brutalmente, mientras esa noche hacia
eco en la parte de atrás de su mente.

Su cuerpo desnudo, ágil y acicalado, se elevó del suelo mientras ella le


sentía, su cabeza levantándose, desplomándose su largo cabello sobre su
espalda. Una mano había emitido fuego, una magia peligrosa. Si bien ella no
era una guerrera, ella estaba lista para proteger a su amante mientras ella
detectaba el peligro alrededor de ellos.

— ¿ Quién está allí? — Demandó ella.


— Bastante tarde, ¿no es así, pequeña? — Jonathan tuvo que
preguntar, deslizándose desde detrás de un árbol y gruñéndole al niño que
había yacido observándola con una sonrisa clavada en los ojos de ella. Con
ojos hambrientos, cariñosos. Ojos amorosos. Ojos que se habían vuelto
nublados y oscuros aún mientras Jonathan observaba, porque Lori se había
girado y había susurrado suavemente bajo su aliento algún hechizo menor
que nublo su mente.

— Jonathan. Ésta no es tu sección para patrullar. Sheila corre por


esta línea.
Él le había brindado una mala sonrisa abierta y había dicho:

— Lo sé. Estaba fuera ... hablando con ella. Y atrapé tu perfume. ¿No
tienes mejor criterio que estar desnuda con algún niño de la universidad?

Ella le había arqueado una fría ceja y le había dicho:


— Entonces, supongo que debo ir a un bar y escoger a un hombre que no
conozco en vez de a uno con el que me he citado por meses, uno del que
estoy medio enamorada. ¿habría sido más sabio?
No te quiero desnuda con nadie excepto conmigo, había querido decirle
Jonathan . Pero eso no era posible. No con Lori.
En lugar de eso, él tuvo que decirle suavemente que ella debería dejar
solos a los niños de la universidad si ella quería que permanecieran....
intactos.

26
— Y a menos que tú quiera despertarte como un eunuco metafísico,
mejor metete en tus propios asuntos.

Jonathan había estado casi seguro de que ella alardeaba. Pero el


destino había intervenido antes de que él pudiera cumplir su promesa de
golpear con los puños al niño y dejarlo como una pulpa ensangrentada.

Menos de dos semanas más tarde, después de la riña de amantes, él


había resultado muerto conduciendo a casa borracho. Lori, con su corazón
suave, todavía no se lo había perdonado.
— ¿Ha habido alguien más, Lori? — Susurró él. — ¿Otro hombre? ¿Uno?
¿Dos?
— Maldito seas, Jonathan. — Gimió ella con frustración, arqueando sus
caderas hacia arriba, envolviendo sus piernas alrededor de su cintura y
cerrándolas justamente por encima de su trasero a fin de que su polla se
afirmara y acomodara en la hendidura de sus muslos. — Por favor, te
quiero dentro de mí. Estoy tan vacía.

Desenganchando sus tobillos, él se rebeló. Se alzó en sus manos y sus


rodillas, gravitando sobre ella, mirandola fijamente a los ojos . Jonathan
empujo dos dedos de vuelta a sus húmedas profundidades sedosas.

— ¿Sientes qué tan apretada eres, qué tan mojada y dulce? — Él trazo
círculos sobre su clítoris con su pulgar y sonrió cuando ella lloriqueó,
siguiendo sus caricias circulares ansiosamente.

— Maldito seas, Jonathan, quítate los pantalones vaqueros. Te quiero


dentro de mí, quiero palparte contra mí. — Lori lloriqueó, tratando de
alcanzarle.
Jonathan sonrió lentamente, mirándola directamente a los ojos, viendo
allí su desesperación, celebrándola. Su pura, e inocente pequeña bruja
estaba hambrienta, tan hambrienta por él. Sacando sus dedos de su
apretada y cómoda funda, él los llevo a su boca, lamiendo la dulce sazonada
lengüeta con especias mientras él la observaba.

— No.... Aún no. — Decidió él mientras él comenzaba a bajar su cabeza


hacia sus senos.
Él la quería más hambrienta. Tan hambriento como él había estado
durante los pasados siete años de su vida.

Lori pudo haber nivelado la casa con su frustración. El destello de luz


tortuoso, malvado en sus ojos oscuros la hizo estremecerse. El viento

27
azotaba a través del cuarto y ella chasqueó su mano hacia arriba y le
golpeó con sus dedos, mirando perdidamente hacia sus ojos con el reto
escrito por toda su cara.
Los ojos de Jonathan se ensancharon mientras sus pantalones
vaqueros fueron hechos jirones fuera, tanto como sus ropas lo había sido.
Un nunca visto viento mágico continuó soplando y Lori yació, clavando los
ojos en él y sonriendo, observó como el viento sopló su pelo alrededor de
él, enrollándolo sobre sus hombros y su pecho, miró la pequeña cicatriz en
su costado con una forma como la de un fénix.
Su marca, reemplazaba la marca de la Scythe♥.
Levantándose de las cenizas.... como lo hizo.
Sus ojos rastreaban sobre la longitud de su cuerpo dorado, la longitud
de músculos tan suaves y perfectos, excepto por que la carne donde la
brillante cicatriz dejó su marca. Su polla creció, colorada y perfecta,
desnuda de cualquier pelo del cuerpo. Estaba gruesa, llena, y curvada solo
ligeramente hacia arriba, inclinada hacia la derecha. Lori sintió un ligero
estremecimiento a través de ella mientras se imaginaba sintiéndolo
dentro suyo.

Su mirada fija se movió hacia abajo, al resto de él y ella lamió sus


labios antes de volver a encontrar los ojos de él. No había vello en su
cuerpo. Muy pocos hombres lobos tenían algún vello en el cuerpo en su
forma humano. Algunos tenían un poco bajo los brazos, y ocasionalmente,
un macho desarrollaría un ligero vello en el pecho o en sus piernas, pero
era raro.
Nada para distraerla de la dorada, brillante, y musculosa perfección
que era Jonathan.
Con una sonrisa, ella arrastró un dedo abajo hacia el centro de su
cuerpo y comenzó a acariciarse fuertemente en el nudo de su clítoris.

— Desnuda. Suave, y lisa, dijiste. Justamente como a ti te gusta. Lo sé.


Solo para ti. Sheila es mi mejor amiga. Ella me lo dice todo. — Con un
jadeo áspero, ella zambulló un dedo en su interior profundamente,
palpándose su carne, caliente, resbaladiza y húmeda bajo sus golpes. Ella
tuvo que forzar sus ojos a permanecer abiertos mientras ella observaba
su cara. — Así es que lo hice, de la forma en que ella dice que a ti te gusta.
Te he estado observando, esperándote, queriéndote, por años. Desde la


Grupo llamado Los Segadores, cuya marca es una guadaña

28
primera vez que te vi de pie en el exterior del cuarto de Eli cuando Tavis
me trajo aquí. Justamente cuando había salido de la escuela.

Ella observó sus ojos mientras llegaba al clímax con su mano con un
sollozo. Jonathan gruñó, atrapó su mano y bebió a lengüetadas de ella
mientras él la miraba fijamente hacia abajo con ojos brillantes, y
entrecerrados. Abriendo su boca, ella susurró ásperamente:

— Estoy cansada de esperarte.


La boca de Jonathan fue sellada contra la de ella antes de que la última
palabra hubiera dejado sus labios, y ella pudo sentir la abultada, punta
redondeada de su polla indagando en la abertura mojada de su centro.
Arqueando sus caderas hacia arriba, ella enrrolló sus piernas en él,
abriendo la boca ansiosamente bajo la de él mientras él comenzó a forzar
su camino dentro de su apretado canal, adentrando su polla muy
lentamente dentro de ella, hasta que ella pensó que gritaría.
Las lágrimas comenzaron a quemar sus ojos y ella se quedó sin aliento
mientras él empujaba forzando su camino para estar completamente
dentro. Acomodándose contra el brote de su clítoris y manteniéndose allí,
meciéndose contra ella, él comenzó a besarla profunda,
desasosegadamente dándole masajes a un pecho con su pulgar y el dedo
índice.
— Apretado, dulce, caliente y pequeño coño, lo puedo oler. — Murmuró
él contra sus labios, empujando hacia atrás antes de moverse para lamer
sus lágrimas. — Pequeña cosa sabrosa. Déjame sentirte moviéndote debajo
mío. — Sosteniendo su peso con sus codos, él bombeó adentro y afuera de
ella perezosamente, casi distraídamente, mirándola fijamente expectante.
Los músculos dorados de su pecho cambiaron de posición, moviéndose bajo
la suave perfección de su piel mientras él la observaba, con esos oscuros
ojos tan absortos en su cara.

Su pelo sedoso encontró de pronto su cuerpo como una capa,


deslizándose, acariciándola mientras él se movía contra ella, y Lori cerró
sus manos en un puño en él mientras ella se elevaba hacia arriba contra él ,
estremeciéndose, temblando mientras los espasmos de pura sensación,
eléctrica corrían a gran velocidad a través de ella.
Con la punta curvada de su polla... ah … en ángulo contra ella, Jonathan
estaba ahora acariciado con la cabeza de su polla directamente sobre su
punto G. Lori se tensó, arrojando hacia atrás su cabeza mientras apretaba
las piernas alrededor de sus caderas y empezaba a moverse contra él,
cada vez más fuerte. Tomando su caliente y dura longitud , cada vez más

29
profundo, ella miró fijamente hacia arriba en sus ojos, sintiéndolos
absorberla.

— Tan suave y salvaje. — Él habló con voz áspera, acariciando con una
mano por debajo de su cadera, ahuecando su trasero. Lori gimió mientras
él presionaba sus dedos contra su abertura, abriendo las mejillas de su
trasero, dejando que el fresco beso del aire acariciase su rosetón
mientras él empezaba a desacelerar sus empujes, follándola
profundamente, haciendo rodar sus caderas a fin de que él la acariciara en
el fondo su punto G con cada profundo golpe.
— Grita para mi, Lori.
Lori se estremeció mientras él bajaba su oscura cabeza hacia el suave
montículo de su pecho. Ella tragó aire jadeando mientras él hincaba sus
dientes en la cresta de un oscuro y rosado pezón, succionando
profundamente, pellizcándolo amablemente antes de formar remolinos con
su lengua alrededor de el.
Una tormenta líquida se formó, derritiendo y humeando, mientras él se
empujaba dentro de ella, mientras él se giraba para rozar su clítoris con
cada profundo empuje.

— Jonathan, por favor. — Ella se quedó sin aliento, clavando las uñas en
él, quedándose con la mirada fija ciegamente en su cara. Sus ojos eran
deslumbrantes, más dorado que marrones ahora, como si un animal con
piel humana la mirara fijamente. Largos colmillos empujaban hacia abajo
pasando su labio inferior.
A Lori no le importana mientras ella pudiera enterrar sus manos en su
pelo y empujarlo hacia abajo para presionar su boca ávidamente en la
suya, conduciendo su lengua profundamente, bebiendo un trago del sabor
oscuramente masculino, el sabor del bosque, de miel y aguamiel, y salvaje.
Él arqueó su espalda y bombeó sus caderas contra ella, su polla enterrada
dentro de ella, sus pelotas golpeando contra su hendidura mientras ambos
comenzaron a correrse. Lori se corrió en un lento, rítmico pulso que creció
en fuerza y duración, mientras Jonathan comenzó a follarse furiosamente
a sí mismo en ella. Enterrando sus manos en su pelo y gimiendo contra su
boca, su polla avanzó dando tumbos y pulsó mientras ondas calientes, y
arrolladoras de semen chorreaban libres, profundamente en el interior de
su funda.
Lori sollozó en su boca, su cuerpo entero temblando, sintiendo su
corazón golpear contra ella, el lento oscurecimiento de sus pensamientos,
el temblor de su poderoso, y delgado cuerpo, mientras él se ponía rígido
contra ella.

30
Cuando él bombeó lo último de él dentro de ella, su cuerpo se aflojó, y
Jonathan rozó su boca amablemente. Sosteniéndose sobre un costado
antes de empezar a rodar sobre su espalda y llevarla con él, él la abrazó
con suavidad a su lado y bostezó.
Lori aun estaba yaciendo ahí, fría y desnuda mientras él se deslizaba en
el sueño.

La magia había tenido un precio en ambos, pero en Jonathan más que en


ella. Cuando ella tomó una breve siesta, en la profundidad de su mente,
ella estaba pensando. Y esperando, pero preguntándose si ella se atrevería
a soñar mientras dormía.

Su sabor estaba en su lengua, y su perfume llenaba su cabeza.

Lori...
Curvado contra su espalda, su polla estaba abrazada con la suavidad de
su redondeado y delicado trasero, envuelto cómodamente entre los
pliegues de las mejillas del modo más imaginable dulce mientras él flotaba
para despertarse. Maldita sea ... ¿qué demonios he hecho?

Y luego él se giro y deslizó su mano arriba por el costado de ella,


ahuecando un pequeño pecho, firmemente redondeado en su palma.
Pellizcando el pezón mientras él hundía sus dientes en el almohadilla suave
del músculo encima de su hombro, él amablemente lavó el mordisco de
amor ligeramente enrojecido con su lengua. Haciendo rodar sus caderas,
Jonathan gimió mientras la piel suave, y sedosa acariciaba su polla antes
de que él se alejara y la urgiera a ponerse de espalda.

Recostándose sobre ella, pellizcando su boca, él paso su mano para


abajo hacia el centro de su torso, lentamente, fastidiándola, hasta que él
la ahuecó en su mano. Deslizando su mano a través de sus pliegues
mojados, él la penetro con un dedo, empujando profundamente y
escuchando mientras un gemido de éxtasis salía de sus labios y sus ojos se
agitaban y abrían.
Contra su oreja, él dijo roncamente:
— Voy a follarte duro y profundo, hasta que grites mi nombre, Lori. No
te puedo decir hace cuánto tiempo he querido hacerte esto. — Elevándose
sobre sus rodillas, él llevo su cuerpo con él, inclinando la espalda de ella
sobre su brazo y deleitándose con las crestas rosadas de sus senos
mientras ella se quedaba mirándolo fijamente con ojos adormilados. Su

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cara se sonrojó, sus labios se abrieron, y la esencia de su excitación
perfumó el aire alrededor de ellos.

Con rápidos, y cortos movimientos de sus manos, él la puso sobre sus


manos y sus rodillas, poniendo su suave y dulcemente redondeado trasero
contra la cuna de sus caderas, arrastrando la punta de sus dedos hacia
abajo por la línea de su columna vertebral y sonriendo cuando ella se
estremeció. Meciéndose contra la húmeda raja de su trasero, él hizo una
mueca, pasando su brazo bajo su cintura y alzándola hacia atrás contra él,
rastrillando su cuello con los dientes y perforando a su húmedo coño con
los dedos.
Un gemido hizo eco a través del cuarto y Jonathan desnudó sus
dientes en una sonrisa fiera, triunfante mientras ella llegaba al clímax en
su mano, mientras él se quedaba mirando fijamente hacia abajo de la
longitud de su precioso cuerpo . Sus senos, pálidos y perfectos, pesados
con cada aliento jadeante, mientras ella sollozaba y gritaba su nombre,
alzándose hacia atrás y trenzando sus dedos en su pelo, mirando cuando
ella arqueaba sus senos como se elevaban.
— Mírate. — Habló él con voz áspera. — Tan malditamente hermosa,
tan perfecta. Tus bonitos pezones rosados, tan duros y rosados, y esos
suaves senos blancos, todo esa cremosa piel. He estado muriendo por
saborearlos, por saborearte. Te puedo oler, qué tan hambrienta estás,
cuánto me deseas, cuán necesitada estás. Estás mojada, tan
condenadamente mojada... dulce, pequeña bruja salvaje .
Lori se estremeció mientras el clímax terminaba de ondear a través de
ella y Jonathan sonreía apasionadamente mientras él acariciaba un pezón,
luego su boca, con su crema. Arqueándole la cabeza hacia atrás y tomando
su boca rudamente, él la levantó y la penetró, empujando su polla
profundamente dentro de ella. Levantando sus caderas de arriba a bajo
sobre su dolorida polla, arrancando su boca lejos de la de ella e instándola
a ponerse sobre sus manos y sus rodillas, él se inclino sobre ella para
susurrar en su oído:
— ¿Estás lista?
— ¿Huh … Qué? — Ella lloriqueó, su cuerpo aún temblaba.
Jonathan sonrió, tomando sus caderas en sus manos, saliendo
lentamente de ella, mirando fijamente hacia abajo a la húmeda longitud
reluciente de su polla antes de llevarla nuevamente dentro de ella,
fuertemente. Un áspero, sorprendido jadeo salió de sus labios, y su
esencia creció más fuerte dentro del cuarto, llenando su cabeza de
hambre, de esta mujer excitada. Y magia, lasciva magia salvaje, sólo de la

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clase que una bruja poseía y podía lanzar cuando estaba excitada. Esta
picaba a lo largo de su cuerpo, fastidiando la piel de su bolsas y calentando
su sangre de un modo que él nunca podría haber imaginado.
El apretado, guante mojado de su sexo se pegó a su polla mientras él
salía lentamente, escuchando el sonido de su corazón y de su respiración.
Las manos de Jonathan acariciaron bromeando la sedosa piel de su trasero
antes de anclarla cuando él inició otro duro, e implacable paseo
profundamente en el interior de ella. Estremeciéndose cuando las sedosas,
y mojadas paredes, se agarraban a su polla, acariciándole, abrazándole, él
enterró sus pelotas profundamente en ella.
Un pequeño y débil grito salió de ella y ella se arqueó hacia arriba, con
la línea de su columna vertebral arqueada.
— Jon, no lo puedo aguantar.... — Sollozó ella, empujando hacia atrás su
trasero contra él y tratando de sujetarle dentro de ella.
Él salió y entró de golpe otra vez, más duro y más duro, en su humedad.
La sedosa caricia de su coño sobre su polla lo estaba llevando a la locura.
El sonido de su voz refunfuñando su nombre, verla inclinada en frente de
él, estirándose, tomando su polla como él había querido y había necesitado
por años y años........
— Joder — Dijo él jadeando, agachándose sobre ella, golpeando en
ella, el sudor goteaba en su frente mientras él se quedaba con la mirada
fija abajo, observando su polla, húmeda y brillante con sus jugos,
enterrarse de regreso dentro de su dulce hendidura otra vez.
Los músculos de su coño comenzaron a estremecerse y sujetarlo hacia
abajo alrededor suyo mientras él la penetraba, resistiéndose mientras ella
comenzaba a correrse. Jonathan siseó, su cabeza cayó hacia atrás, las
venas de su cuello sobresaliendo mientras el clímax empezaba en la base
de su columna vertebral.
El cuerpo delgado, y flexible de Lori estaba estremeciéndose,
temblando debajo del poder de sus empujes. Sus pelotas se apretaron
contra su cuerpo, fieramente calientes mientras abofeteaban su clítoris,
fastidiándola, y ella comenzó a gritar. El sonido de su nombre en sus labios
le lanzó por el borde, y él aulló su nombre a los cielos mientras él sostenía
sus caderas con las garras que sin intención habían emergido de sus manos
cuando él comenzó a correrse. Inundando las profundidades cremosas de
su coño con su semen, él bombeó más profundo y más profundo,
acariciando la cabeza de su polla sobre el enterrado manojo de nervios en
su raja.

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Ella le ordeñó, cerrándose herméticamente alrededor de él, llevando el
clímax hasta que ambos estuvieron sudorosos y jadeantes cuando se
deslizaban al suelo.
— Ésto no es bueno, Lori. — contra de su nuca, Jonathan acarició con
la nariz su húmeda piel salada y la pellizcó amablemente. — Esto no está
para nada bien.

Él se echó hacia atrás.


Mientras ella lo observaba, él se apartó, se echó hacia atrás dentro de
su piel, y estuvo completamente aislado de ella.
Con ojos fríos, e impasibles, él observó como ella recogía sus ropas y
caminaba desnuda hacia el cuarto de baño, dudando de qué hacer sobre su
repentino cambio. Después de veinte minutos en la ducha, ella cambió de
idea. Ella supo porque lo había hecho.

Era más seguro para él, mantenerla a distancia.


Dejando la seguridad del cuarto de baño, su pelo húmedo recogido en
un apretado moño, Lori salió , observándole sin expresión en los ojos,
estudiando su cara estrechamente.

— Lo de anoche no debería haber ocurrido. — Dijo él tan pronto como


ella se sentó. — Sé lo que la magia puede hacer: afecta tu cabeza, tus
pensamientos, y te puede hacer tan malditamente hambriento. Ambos
perdimos la cabeza.

— ¿Eso es lo que ocurrió? — Murmuró Lori, rodeando con las manos una
taza grande de té que él mantuvo caliente para ella. Té. Él siempre
mantenía té en sus reserva para ella, incluso cuando raramente ella le
hacia una visita. Era el té de la clase que a ella le gustaba. Y este estaba
preparado como ella le gustaba. Aún así... él era tan condenadamente
ciego. No sabía que ella estaba dentro suyo, no conoció la clase de
películas que a ella le gustaba.
O que ellos se pertenecían.

— Sí.

— Hmmm. Gracioso. He usado bastante magia. En Eli, alrededor de él,


alrededor de Rafe, y Declan. Condenadamente cerca de todo el mundo. Y
nunca me he acostado con ninguno de ellos. Nunca he prestado mucha
atención a mi cuerpo mientras lo estoy haciendo. Era tan consciente de ti
sin embargo. Siempre tan consciente ti. Tal vez eso es todo. Estaba tan
condenadamente consciente de ti, y ese excitante cuerpo tuyo, y estaba
tan caliente por ti, que no pude evitar ser tan consciente de qué tan

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encendida estaba. Así es que adivino que de ahora en adelante, prestaré
más atención a mi cuerpo, y cuándo esté excitada, simplemente me pondré
a buscar con quien tener relaciones sexuales. Después de todo, anoche fue
muyyy........ agradable. Y Rafe esta más que dispuesto, ¿no es así? —
Murmuró Lori, sonriendo astutamente, observando a Jonathan por bajo
sus pestañas. Un músculo se marcaba en su mandíbula y algo salvaje pasó
como un relámpago por sus ojos. Pero nada cambió en su cara, en su
conducta.

Si ella no hubiera sido una bruja, nunca habría sentido el poder que
tembló a través del aire mientras ella hablaba.
Nunca podría haber sabido qué tan categóricamente furioso le pusieron
sus palabras .
— Solo porque la magia te hace querer follar, no quiere decir que
tengas que hacerlo. — Gruñó Jonathan.
Con ojos grandes e inocentes, Lori preguntó:

— Pues bien, ¿por qué no? No es como si cualquiera de las personas de


aquí fuesen tipos ruines. Ahora, Eli está fuera de los límites, y también
Declan. Pero Rafe está bastante disponible. Y también esta Ben Cross y
otros tantos. Esa es la belleza de un enclave, Jonnie. Siempre hay
bastantes hombres. — Con una sonrisa, ella puso su taza en la mesa y se
levantó, paseándose hasta la puerta. — Cuídate el costado, ¿de acuerdo?
La marca se va, pero perdiste algo de sangre.
La marca se fue, pero la de Lori no lo hizo. Bajo sus dedos, él podía
palparse la suave piel resbaladiza del tejido cicatrizado, y dentro de él,
Jonathan la podía sentir.

Él no había esperado esto.

No se imagino que él era capaz de tocarla tan fácilmente, no se imagino


que su cuerpo podía imprimirle tan fácilmente. Mientras ella se marchaba
dando media vuelta, él podía sentir su presumida satisfacción. Maldita sea.

Esto no podía ser permanente.


¿Podía ?
Tal vez la distancia ayudaría.
Pero la distancia hasta la casa no ayudó, y tampoco lo hicieron las
paredes entre ellos, porque él era consciente de ella a través de cada
maldita cosa que hacía. No lo suficiente como para distraerle de lo que

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hacía, pero todo lo que él tenía que hacer era detenerse, y pensar en ella,
y era consciente de ella.

Acercándose furtivamente al cuarto de baño, se quitó la camisa y miró


fijamente la extraña marca en el espejo, era como un pájaro.
Un fénix.

Levantándose de las cenizas.

Lori había aprendido de sus orígenes, cómo la había rescatado Eli de la


casa de su padre, sólo momentos antes de que el hombre la hubiera
violado, y más probablemente luego la habría matado. Sarel no había
querido que ella fuera informada, pero Eli había sabido que la bruja
encontraría la manera de aprender.
Así es que se lo habían dicho.

— Un valiente Fénix, eso eres tú, mi dulce. — Le había dicho el maestro


Vampiro a ella. —Tú y tu hermana se alzaron de las cenizas de una amarga
vida y mira en lo que te has convertido.

Jonathan restregó su dedo sobre la marca y cerró los ojos,


estremeciéndose cuando el toque de esta trajo de vuelta a su memoria
recuerdos ultra intensos de la noche anterior. Su boca en la de él, su
cuerpo moviéndose bajo él, sobre él, los apretados, mojados, y
resbaladizos músculos de su coño mientras él la montaba duro.

Fue simplemente por la magia.

Pero él lo sabia mejor.

— ¿Sarel, sabes algo acerca de la marca de Los Scythe? — El espejo


resplandeció suavemente mientras ellos hablaban detrás y frente suyo, el
el eco débil de un zumbido siguiendo sus voces.
El reflejo de su hermana arrugó la nariz y la mujer más alta se encogió
de hombros.

— Los Scythe pueden tener un montón de significados, hermanita. ¿Por


qué?
— Ando buscando uno en particular. — Murmuró Lori, hojeando su
antiguo libro. Kelsey le había dejado varios, pero hasta ahora, ninguno de
ellos había producido algo. Ella sencillamente tendría que contactar con
Kelsey o con Agnes. — Esto fue lo que las brujas dejaron en Jonathan. No

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estaba en él al principio, pero la maldición que el cuchillo sustentaba le
corto y entró en él más tarde, mientras ellas trataban de tomarle. Le hizo
algo, trató de alejar a su lobo, de él. Algo sobre... empaparse en sangre....
Ellos se llaman a si mismos Los Scythe. Y nos cazan. — Susurró Lori,
levantando los ojos hacia el reflejo y sus ojos se encontraron con los de
Sarel. — Ellas tratan de matarnos a todos nosotros y destruir al Concilio.
Nos quieren a todos muertos.
Los ojos de Sarel brillaron intermitentemente con fuego mientras ella
clavaba los ojos en su hermana.
— Hablaré con Agnes. Kelsey está en los Estados. Encuéntrala. Y por el
amor de Dios, mantén a ese condenado lobo apartado de los problemas. Él
los condujo, por gritar tan alto.
La imagen de Sarel titiló a la vista mientras Lori lanzaba un suspiro.
Ciertamente él lo hizo. ¿pero cómo se supone que voy mantenerlo alejado
de los problema?
Luego se sentó e inició una tarea que le llevaría mucho tiempo: ir en
busca de Kelsey.
No era exactamente tan fácil como llamar a la mujer por un teléfono
celular.

Si solo...
A Kelsey no le gustaban. Más aun, a esos aparatos no les gustaba ella. A
las cosas de altas tecnologías no les gustan los dotado mágicamente.
Tendían a … funcionar mal. En serio. Y entre más dotado se era, más mal
funcionaban . Y entre mas vieja era la bruja, peores problemas obtenía .
Con Lori, Kelsey y Sarel, pues bien, los teléfonos celulares,
localizadores, y computadoras, estaban bastante fuera de consideración.

Afortunadamente, tenían otros medios de comunicación. Solo no eran


lo bastante rápidos.
Pero eran imposibles de rastrear.

El viento llenó el cuarto y la cara de Lori brillaba desde su interior


mientras ella entraba en un ligero trance, yendo en busca del camino en
su interior que la conduciría a Kelsey. Kelsey, una vez su maestra, ahora su
amiga.
Una mujer sabia, ágil de mente, con un humor seco y un conocimiento
vasto que desmentía su joven aspecto en general. Nunca se adivinaría
mirándola que ella tenía casi cincuenta años de edad. Las brujas eran

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especialmente longevas, y entre más poderosa era la bruja, más larga era
su vida.

Kelsey iba a vivir bastante ciertamente, incluso si ella nunca se adhería


a otra criatura paranormal.
La risa suave, y musical llenó la mente de Lori cuando ella oyó a Kelsey
dar su punto de vista.

— Tsk, tsk … que pensamientos más extraños se te ocurren. ¿Qué


pasa, pequeña hermana , por qué estas buscándome?

Los ojos de Lori se abrieron y cuando lo hizo, ella pudo ver la figura de
Kelsey de pie frente a ella, casi sólida, llevaba puesta su camisa estándar
de franela, desabotonada sobre una camisa playera y pantalones vaqueros,
su pelo en sus características coletas, como Pippy Longstocking.
— Los Scythe..... ¿qué son? Quieren algo. Algo peligroso, y necesitamos
saber qué. — Lori no desperdicio tiempo en las buenas maneras, no sonrió
y ni le dijo a Kelsey cuánto la había extrañado. El ardor en sus intestinos
no la dejaría descansar hasta que ella supiera más.
Los ojos de Kelsey se ensombrecieron, su cabeza se inclinó
imperativamente.

— ¿Por qué lo preguntas?

— Nos han hecho una visita.


La forma de Kelsey fluctuó dentro y fuera de la vista, su mandíbula
apretada con fuerza, una luz brillando alrededor de su forma.
— Eso no puede ser posible. Fueron erradicados hace más de unos mil
años. Malachi los destruyó.

— Estuvieron aquí. Marcaron a Jonathan, trataron de tomarle. Tomé


su marca, y la reemplacé con la mía, pero estaban aquí. Han estado
cazando nuestros pasos por meses, Kelsey. Creo que ellos son quienes han
estado haciendo presa de los enclaves de los Cazadores.
— Lori, dulce. Malachi destruyó a Los Scythe. Esto sencillamente no es
posible. — Kelsey se detuvo a media frase. — Estoy siendo estúpida. Por
supuesto que es posible. Solamente porque él destruyó la primera banda,
no quiere decir que no se levantaran otra vez. El mal siempre ha existido,
y existirá hasta que el mundo no de más vueltas. Encontraré a Malachi y te
lo traeré. Él sabrá mejor que yo si éstos son verdaderamente Los
Scythe.

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A Kelsey le tomó cerca de una maldita semana seguirle la pista a
Malachi. El bastardo sabía que ella le andaba buscando. A él sencillamente
no le interesaba. Cuando ella se proyectó en su casa en Nome, Alaska, ella
negó con la cabeza.
— ¿Por qué en este mundo un vampiro viviría en Nome en julio?

El sol raramente salía ahí. Y la población era escasa. Pequeñas presas,


muy pequeñas en el sentido de animales para cazar.
Golpeando un puño en su puerta, ella esperó hasta que él abrió la
desvencijada puerta antes de que ella finalmente lanzara un suspiro de
exasperación y explotara.
— Tú debes ser una de las más extrañas criaturas conocidas por el
hombre. Estás cerca de no conseguir presas aquí. El sol casi nunca sale, y
no hay nada que hacer.

Malachi levantó una ceja bronceada hacia ella.


— ¿Es por esto por lo que me has estado rastreando por la mitad de
maldito continente? ¿Para decirme esto, pequeña bruja?

— ¿Cómo es posible Cazar aquí? He visto a un manojo de personas.


¿Qué hay aquí para cazar? ¿Padres que abusaban de los muertos?
¿Peatones imprudentes?

— Estoy de vacaciones. — Pronunció Malachi lenta y pesadamente,


apoyándose contra la jamba de puerta, doblando sus brazos sobre el pecho
desnudo mientras el sol brillaba bajo, pintando su mitad de un dorado frío.
Su cara estaba en sombras, pero Kelsey no vio dolor, ningún miedo.

Dulce cielo, todo era verdad.

— ¿Vacaciones? ¿Estás aquí de vacaciones? ¿En medio de la nada?


— Sí, en la mitad de ninguna parte, dónde no me estorban un montón de
gamberros, asesinatos.... de insolentes pequeñas brujas preguntonas que
no se ocupan de sus propios asuntos. — Sus ojos bajaron a su boca y sus
labios se curvaron burlonamente. — Sin embargo, claro está, hay algo que
se puede decir de tener gente alrededor. Yo extraño tener una mujer en
mi cama, pequeña y bonita Kelsey . ¿Te gustaría unirte a mi?
Kelsey bufó.
— No especialmente. Necesito hablar contigo.
Malachi se encogió de hombros, sin prestar atención al último
comentario.

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— De cualquier manera, querida. Pasa y hablamos.
— ¿Adentro? — Preguntó Kelsey, arqueando una ceja.

— Bueno, no sé acerca de dejarte entrar. A menos que sea que yo el


que vaya adentro tuyo. — Murmuró Malachi malvadamente, paseando sus
ojos sobre ella, el calor brillando intermitentemente a través de sus
oscuros, ojos de medianoche.

Y por primera vez en décadas, Kelsey sintió esto, el tirón sexual de un


vampiro. Y este no era como ningún otro que ella alguna vez hubiera
sentido, corriendo sobre su piel como una mano cubierta de seda cruda,
apretando sus pezones, zambulléndose entre sus muslos para darle un
tirón a su clítoris y empujar dentro de su raja. Un suspiro rasposo dejó
sus labios y ella parpadeó, una vez, dos veces, lentamente.

— No lo hagas. — Susurró ella. Él lo había hecho a propósito, dejando


caer los escudos que él siempre sostenía, esos que él tenía que mantener
arriba, de otra manera, las mujeres viajarían en tropel alrededor de él en
rebaños como bandadas de animales en movimiento. Como una bruja,
Kelsey era más inmune. Como una bruja poderosa, aún más.
Ningún vampiro, ni siquiera Eli, ninguno le había hecho esto a ella por
más de tres décadas.

Los ojos de Malachi permanecieron en su cara mientras él extendía la


mano y acariciaba su pulgar a través de sus labios. Kelsey se estremeció,
su cuerpo entero se volvió líquido y suave cuando la humedad se reunió en
su coño. Enfocándose, ella se enderezo y plantó su mano delante de ella,
simplemente una pulgada delante del más bien magnífico pecho que él
exhibía mientras él se movía más cerca, agachando la cabeza, su boca
sobrevolando simplemente por encima de la de ella.
— Dije que no lo hagas. — Dijo ella , más severamente.

Una sonrisa ilegible curvó sus labios. Que lo hizo sonreír, ella no lo
sabía. Pero Kelsey no estaba a punto de caer en la cama con este vampiro.
Ella no se haría adicta a él. Ella tenía demasiadas cosas por delante,
muchos y demasiados que dependían de ella.
El calor inundaba sobre ella, a través de ella. La luz del sol no le
afectaba, pero el fuego lo haría.

Malachi desapareció.
Apareciendo al otro lado del cuarto, con ojos grandes y furiosos, sus
colmillos afuera mientras él la miraba fijamente. El fuego todavía gravitó
sobre su palma.

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— Dije que no lo hagas. No digo cosas que no quiero decir, Malachi.
— He matado por menos que eso, bruja. — La amenaza cayó rodando
fuera de él e hizo que su sangre se helara.
— No creo que estés dispuesto a matar a un miembro asociado del
Concilio. — Dijo ella suavemente, lanzando la bola de fuego de acá para allá
en sus manos, observándolo cuidadosamente.

— Mataré a cualquier maldita alma que trate de tocarme con fuego. Me


importa una maldita cosa quien es él o ella. — Él la estudió mientras ella
lanzaba la llama de una mano a otra, como tratando de averiguar si ella se
la iba a lanzarla a su cara. — Miembro del concilio o no. Mujer o no. Lo he
hecho antes, y me he enfrentado a las consecuencias más tarde.

Kelsey no tuvo duda que lo decía en serio. Ninguna en absoluto. Pero


demostrar su miedo sólo fomentaría excitar a la criatura en él que
deseaba ardientemente sangre y batalla. Nada importaba que tan buena
fuera su alma, él era un depredador.

— Quizás deberías guardar tus manos para ti mismo, entonces. Una


mujer no debería ser forzada a defenderse.
Su cara se puso blanca. Fue casi cómico.

— ¿Me estas diciendo que estaba forzándote con mis avances ? — Él


chasqueó, acechando más cerca, como si una puerta hubiese sido cerrada
de golpe, la amenaza que él exudaba fue enterrada en él, junto con la
llamada sexual. Todo lo que él exudaba ahora era pura y simple cólera.
— Condenada razón tienes.

— ¿Y me quemarías, aún cuando el fuego es la muerte para un vampiro,


por atreverme a tocar esa bonita boca tuya? — Preguntó Malachi , sus
ojos se estrecharon.
Su acento podría ir de ser imposible de entender a puro escocés en
segundos. Y era puro escocés cuando él estaba enojado. Ella filosofó,
negando con la cabeza.

— Supéralo, Malachi. Sabía que te escaparías. No creí ni por un


segundo que arderías. Y estabas haciendo más que tocar mi boca. Con la
llamada que tienes, estabas de todo menos quitándome la ropa. Y ya te
había dicho que te detuvieras. No quiero acostarme contigo. No quiero
tener sexo contigo. Pero contigo tocándome, ¿cuánta elección tendría al
final? Sería lo mismo que una violación en una cita.
Malachi gruñó.

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Sonriendo angelicalmente, Kelsey dijo:
— No estoy equivocada, ¿o si? Querer tener sexo contigo, sería que yo
viniera a ti con todos tus escudos puestos, y te lo pidiera, lo cual, por
supuesto, no es por lo qué estoy aquí. Ni siquiera te conozco.
Sus ojos se estrecharon.

— Creo que eres realmente la perra más grande que he encontrado en


un tiempo muy largo. —Después de un momento de silencio, una sonrisa
lenta curvó su boca y él se decidió — Pienso que más bien me gustas.

Kelsey arqueó una ceja y dijo:


— Pues bien, aun así no voy a acostarme contigo.
El calor entró precipitadamente en la mirada fija de Malachi y él la
estudió con intensos ojos calientes.
— Lo harás. — Luego él se sentó en la silla detrás de él, observándola
mientras ella lentamente llevaba de regreso la llama a su mano. —
Entonces, Kelsey Cassidy, Bruja del Concilio, ¿por qué has venido?
— Busco información sobre Los Scythe...

Capitulo Tres

El Inframundo

— Dejaste que escapara.


— Ama, ahí había una bruja, joven, pura, llena de un poder limpio y
brillante, como ninguno que alguna vez haya visto. Era del Concilio y lo
protegió, con algo como una delgada tela, pero estando entre él y nosotros

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como hierro sólido. Era ella solamente. De otra manera, lo habríamos
agarrado.

No había lugar a la duda en la voz en su mente. El poder del hombre, de su


calidad innata. El ama estaba tan segura de este hombre lobo, tan segura
de que podría mandar y controlar el poder del lobo. Pero Leandra no
estaba tan segura. Para nada.

— No me importa si había mil brujas. Dejaste escapar a mi presa. —Se


paseó enfrente de las tres brujas delante de ella, sus caderas
balanceándose bajo el cinturón de cuentas que llevaba sobre sus caderas
desnudas. Su largo cabello rubio grueso y brillante, caía en ondas sobre
sus nalgas. Sobre su hombro dijo fríamente: —Tienen que encontrar la
manera de compensarme por esta pérdida. Sí no con su cuerpo, entonces
con su sangre. Les daré tiempo para pensar como entregármelo. Si fallan
esta vez, prepárense para ofrecer su sangre en pago.
Su voz era pura, clara como la de una joven muchacha, suave, inocente,
encantadora. Mirando alrededor del cuarto, llamó a un hombre y luego se
acurrucó en su pecho después de que él viniera. Rozó sus caderas contra
él, poniendo un poco mala cara. Había esperado la llegada del lobo. Los
Scythe habían esperado por mucho tiempo la llegada del lobo.
Había ansiado la llegada del lobo, ansiando el loco poder salvaje que sentía
que quemaba bajo su piel, había ansiado sentir su alto cuerpo dorado bajo
ella a su comando. Su centro lloró y dolió, quería gritar de frustración. No
jodería con él esta noche.

Posiblemente ninguna noche pronto.


Sus damas en espera le habían fallado. Leandra nunca le había fallado
antes, así que le dio otra oportunidad, pero demonios. Quería a Jonathan.
Dirigiéndoles una mirada fría desde sus fríos ojos azules, dijo:

— Váyanse. Prepárense para atrapar a mi lobo. No me fallen otra vez.


La mayor de las tres damas, se inclinó, sus largas trenzas acariciaron los
pies de su líder antes de dar la vuelta, su desnudo trasero se ondeó al
dirigir a sus dos hermanas fuera.
Girando sus ojos al hombre que la sostenía, se lamió los labios y sonrío, una
dulce y placentera sonrisa que contradecía la maldad en sus ojos.
— Me duele.
Le sonrío en respuesta al empujarlo de rodillas delante de ella.
— Calmaré todos tus dolores ama, todos esos y más.

43
Jonathan acechaba la casa. Los efectos de la marca en su costado no
disminuían.
Todo lo que tenía que hacer era pensar en ella y podía sentirla, casi ver
por sus ojos lo que estaba haciendo.

Había pensado en ella justo ahora, y lo que había estado haciendo había
sacudido su centro. Había estado en la ducha, pero su mente no había
estado en asearse. A menos que estuviera preocupada acerca de lavarse
su dulce y pequeña hendidura extremadamente bien, ya que sostenía la
extensión de la regadera a toda presión contra su vagina. La pulsación y
palpitación del agua sobre su clítoris la tenía suspirando con aliento
entrecortado al alcanzar su clímax.

Hambre, lujuria y poder estremecieron y se deslizaron a través de él, una


mezcla peligrosa con la luna llena no tan lejos. Doblando sus manos,
Jonathan espero hasta estar seguro de poder controlarlo antes de abrir
sus ojos. El werewolf♥, el animal dentro de él, no lo había controlado desde
que era joven, no desde su adolescencia. Eli había visto eso, lo había
salvado de convertirse en un salvaje.

Con el poder del Lobo tan fuerte dentro de él como era, la locura pudo
haber dominado a Jonathan en algún punto si él no hubiera aprendido a
controlar el regalo precioso del control.

En los caminos del sueño, había aprendido control – del lobo, y a controlar
al werewolf. No era el mismo, no completamente. El poder del werewolf
era el que le daba la capacidad de cambiar, era la bestia dentro de él y
esto se derivaba del lobo, esa criatura lupina que vivía en su alma. Aunque
el werewolf era más básico. El impulso de cazar, de correr, de buscar
compañera.
De Eli, había aprendido a controlarse a sí mismo y a los demonios de lo
atormentaban.
No lo perdería ahora.

Lori estudio al vampiro enfrente de ella con ojos cautelosos. Había estado
aquí antes. Había tenido poco contacto con él entonces. Él la había evitado.


Hombre Lobo

44
Ahora mismo la estudiaba con sus oscuros y antiguos ojos. Si, había
escuchado historias acerca de él, pero en persona el vampiro era algo a lo
que no podía haberse preparado.
Intimidante no era la palabra correcta.
Sus ojos eran sabios, profundos y antiguos, como nada que Lori conociera.

Y triste. Más triste de lo que Lori podría saber. Sacudiendo el


sentimiento, se volteó y miró a Kelsey – el menos intimidante de los dos – y
trato de quitarse el desconcierto que Malachi le causaba. Kelsey sonrío
fácilmente.
— No te preocupes cariño. Tiene ese efecto en mucha gente. En realidad
lo has manejado mejor que los demás. —Dijo Kelsey, enviándole a Malachi
una suave mirada.
Lori arqueó sus cejas. Habría dicho algo pero un estremecimiento recorrió
su columna. Jonathan se acercaba.
Girando la cabeza, miró a la puerta.

— Jonathan viene. Lo estaban buscando, por alguna razón. Querían un


lobo, pero no cualquier lobo. Él en particular.

Malachi la miró evaluadoramente.


— ¿Cómo sabes que viene?

— Lo puedo sentir. Quite su marca, pero no sanó completamente. Tuve que


dejar algo en su lugar. Mi marca.

Kelsey mordisqueó su labio.


— No podemos estar seguros que es el mismo tipo de gente que Malachi
eliminó antes.
— De una u otra manera, —dijo Malachi despacio, su profunda voz vibró
con ira, —ellos representaban una amenaza.

Algo parpadeó en los ojos de Mal antes de mirar a Lori.


— Escucho a tu lobo ahora. Curioso, apenas se acerca a la casa. Puedo
olerlo. Está molesto, hambriento y frustrado. Pero tú sabias que venía
antes que yo. Notable.
— Puedo sentirlo. He sido capaz de sentirlo desde la marca. No sé si
durará, pero todo lo que tengo que hacer es pensar en él. —Se preguntó
que pasaría si pensaran el uno en el otro al mismo tiempo, y luego decidió
que sería más sabio que no lo averiguara. Al entrar Jonathan al cuarto, su
mirada se enfocó en ella. Se deslizó por su cara, debajo de su cuello y

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vagó sobre cada pulgada visible de su cuerpo, apretando su piel, haciendo
que su respiración se cortara.

Sus pezones se endurecieron y su vagina se inundó de crema. Una fuerte


toma de aliento le hizo saber que Malachi estaba consciente de la
situación. La sangre corrió por sus mejillas. Demonios.

Pero no podía apartar la mirada de Jonathan mientras caminaba hacia una


silla y dejó su largo y delgado cuerpo en ella. Sus ojos nunca dejaron los
de Lori hasta que se sentó en la silla. Una vez que declaró su lugar, dirigió
su mirada brevemente a Malachi antes de mirar a Kelsey.
— Mi señora. —Murmuró, inclinando su cabeza galantemente sonriendo
calurosamente. —Se ve encantadora como siempre. Odio que mi
lamentable cola la haya traído a otra visita.

— No lo hago. —Replicó Kelsey descaradamente. —Eres alguien tan fino,


que nunca lamento tener que venir. —Movió sus cejas juguetonamente
antes de dejar su percha sobre el asiento de la ventana y camino hacia él.
Arrodillándose frente a él, sus vaqueros estirándose sobre sus muslos,
Kelsey le sonrío abiertamente. —Jonathan, te juro que eres la cosa más
sexy que he visto en años. Solo que me siento asalta cunas.

Le dirigió una sonrisa burlona.

— Muñeca, nadie sabe que estás en tus cincuenta. Yo no lo sabría si tú no


me lo hubieras dicho. —Al estar coqueteando, ella entrelazó sus manos con
él, sus ojos se nublaron al leerlo, buscando dentro de él.

Tenía oscuridad dentro de él, pero era su propia oscuridad, sus propios
demonios, nada maligno. Nada traidor. No había ningún signo de nada
malvado echando raíces en él, como Lori había descrito.
Pero había estado. Al buscar Kelsey dentro de él, lo encontró, el hueco
vacío en su centro donde algo se forzó dentro de él, la noche que vigilaba.
Kelsey lo revivió, forzándolo a revivirlo con ella, la caza, la matanza, la
trampa, la pelea. Una mujer de negro lanzándose contra él, una mirada
severa, había un vacío en sus exóticos ojos color ámbar al acuchillarlo, no
para matarlo sino para cortar.
Un tatuaje en la orilla de su ojo izquierdo.
Una Guadaña.♥
Abriendo sus ojos, le sonrío a Jonathan y murmuró.
— Así que, cuando vas a hablarme de ello.


. Marca de Los Scythe.

46
— Bebé, he tenido mi mejor conversación en años. Y tú sigues
rechazándome. Solo que ya no puedo soportar ese tipo de rechazo. —
Ambos respiraban ligeramente fuerte, y sonriendo rasgadamente el uno al
otro.
Mirando a Lori, Kelsey dijo:

— Hiciste un buen trabajo, cariño. Ningún rastro, ningún signo de ellos en


ningún lugar. No serán capaces de llevárselo, marcarlo, llamarlo. Estoy
segura que eso va a enfurecerlos. Trataran algo más y pronto.
— Quiero saber quienes son.
Malachi preguntó quedamente:
— ¿No es por eso que Kelsey me trajo aquí?. Pensé que tenías algunas
preguntas para mí, joven bruja, si no, entonces me iré.

Lori miró a Malachi y preguntó

— ¿Quienes son Los Scythe?


La expresión en la cara de Malachi fue de fría a sin expresión.

— ¿Los Scythe?
— Ella me preguntó. Conozco las leyes. No le dije nada. Ella preguntó, a si
que pensé que sería sabio que tú se lo contaras.
— Los Scythe fueron destruidos un milenio atrás. Su conocimiento y como
fueron formados, su historia y todo lo que sabían fue erradicado con ellos.
Yo me encargue de eso. Ahora, ¿como siquiera te enteraste de ellos?

— Ellos marcaron a Jonathan. — Dijo Lori con voz callada. —Han estado
cazando sus pasos, y nuestro enclave por meses. Ellos fueron los que lo
marcaron. Y tengo el terrible presentimiento que están detrás de las
muertes de los Maestros Vampiros.

Malachi miró a Kelsey. Lentamente, se levantó de su asiento y se movió


hacia donde estaba todavía arrodillada frente a Jonathan. Puso una rodilla
en el suelo junto a ella, puso su palma en su cara y miro sus ojos, sus
propios ojos brillaban con una misteriosa y palpitante luz azul al mirar a
los suyos.

Kelsey le abrió su mente y compartió lo que había visto en la mente de


Jonathan.
Y por la mirada en los ojos de Malachi, sabía que no estaba feliz.

47
Capitulo Cuatro

Malachi se sentó sobre la azotea de la casa de Eli, mirando a la luna, en su


boca una mueca severa. El viento levantó su pelo, haciendo volar sus ropas
alrededor de su poderoso cuerpo al escuchar la noche. Podía ver a
Jonathan alejarse de su cabaña. Él podía sentirlo, algo que sorprendió a
Mal. Muy pocos eran capaces de sentir su presencia, además del Amo de la
tierra. Cuan sorprendente.
Tenía que haber algo extraordinario acerca de él, para que esos oscuros
bastardos lo quisieran.
Era un poderoso werewolf♥. Eli lo había rescatado de lo que podría haber
sido una muerte segura. Cuando los cambios llegaron a Jonathan habían
sido lo suficientemente poderosos para volverlo loco. Eli lo había salvado.
Había traído a un adolescente medio loco a su casa después de una noche


Raza de hombre lobo.

48
de matanza y lo encerró en una jaula en su casa llamando a Europa para
encontrar a cualquiera que pudiera ayudar a controlar a alguien con una
llamada tan poderosa del Lobo.
Malachi había venido, trayendo con él a Travis, el más poderoso werewolf
del Concilio.

Pero hasta Travis fue ensombrecido por el poder que vio acechando en los
ojos de Jonathan. Jonathan tenía un poder que rivalizaba con el poder de
un inherente. Podría cambiar a voluntad, una vez que tuviera control y
hasta podría aprender a ignorar el llamado de la luna.
La Llamada del Lobo fue tan fuerte en el principio que casi lo volvió loco. Y
la llamada del werewolf, el animal dentro de él, era la locura misma.

— Puedes ceder a la locura ahora y convertirte en un asesino, lo que


significaría que te perseguiríamos y te mataríamos, o puedes convertirte
en algo más, algo mejor. —Eli había estado observando desde las barras de
hierro a la forma cubierta de sangre de Jonathan, su delgado cuerpo
desnudo, inclinado en el suelo como el animal en el que estaba a punto de
convertirse.
Sus ojos oscuros estaban rabiando alrededor del cuarto, furiosos y medio
salvajes. Recordaba la noche anterior. Recordaba la sangre, la matanza.
Aunque ninguno de los que había matado eran inocentes. Su padre había
perdido demasiado dinero, pero quería seguir jugando. Así que ofreció a
Jonathan como pago.
El miedo de Jonathan fue lo produjo el cambio. Cuando dos hombres
riéndose lo habían sujetado al piso, había cambiado por primera vez. En
una casa en el lago en Virginia Occidental, aislada, alejada de todo y de
todos, se había alimentado de carne y sangre de humanos.
Cuando en vez de gritos aterrorizados de un niño, los hombres de arriba
escucharon los rugidos feroces de un animal y gritos espeluznantes, los
otros cinco hombres se apresuraron abajo. Ninguno de ellos vio la luz del
día otra vez.

— Los hombres que mataste merecían realmente la muerte. Pero si te dejo


aquí sin saber como calmar a la bestia que despertaste en ti, caerás sobre
un inocente y eso cicatrizará tu alma. — Murmuró Eli, arrodillándose y
viendo al niño con ojos tristes. —¿No te gustaría cazar a monstruos como
los que destruiste anoche, aquellos que destruyen al inocente? ¿O quieres
convertirte en un monstruo?
El corazón de Malachi, tan frío y cansado, se rompió un poco, cuando
Jonathan levantó la vista a través del asqueroso pelo enredado y siseó.

49
— Ya soy un monstruo.
— No, muchacho. —Dijo Mal suavemente. —Eres un regalo. Tienes un don.
Para derrotar aquellos que cazan al inocente. Si eso es lo que escoges.
Eli esperó hasta que el muchacho se dejó de mecer y lo miró antes de
decir suavemente:

— Esos hombres que mataste anoche nunca violarán a otro niño. ¿Puedes
decirme que te arrepientes de eso?.
— No. Quiero hacerlo otra vez. Y otra vez.

Malachi miró a Eli y dijo quedamente:


— Tienes otro Cazador en tu enclave. Y que joven, es.
Malachi tiró abruptamente su ensueño y miró como Jonathan desaparecía
en el bosque. Había pasado hacía más de diez años. No era mucho tiempo,
no, pero el muchacho ciertamente había cambiado. Había alcanzado su
potencial y algo más.
Su cuerpo tenía la esencia de la bruja por todos lados. Y la miraba con los
ojos de un lobo cuidando a su compañera.

La parte de Mal que le gustaba jalarle la cola al tigre, o en este caso al


lobo, le hizo querer encontrar a la bonita pequeña bruja y ver que fácil
era hacerla ronronear. Y se imaginó que ella ronronearía suavemente
cuando la acariciara. Un destello hizo que sus ojos brillaran en la noche
por algunos momentos mientras consideraba, observando el punto donde
había visto por última vez a Jonathan.
No te traes nada bueno, compañero.
Una sonrisa torció su boca.
— Hola, Eli. —Dijo a la oscuridad. —No sabía que supieras que estaba aquí.
Esta es mi tierra, mi hogar. Soy el Amo aquí. Por supuesto, que sabía. El
seco sarcasmo en la voz de su amigo le dieron ganas de reír pero Malachi
solo sonrío.
— Tienes problemas creciendo aquí, muchacho. Mejor que vengas a tu
hogar. Si sabes lo que es bueno para ti.

No puede ser tan malo, contestó Eli. Tuvo la impresión de un encogimiento


de hombros y negación. Nada se siente mal. Si las cosa estuvieran mal, yo
lo sabría.

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— Un viejo mal ha regresado, muchacho. No puedo decirte como, porque
no sé la respuesta a eso. —Dijo Malachi con un suspiro. —Pero está aquí,
todo lo mismo. Y quieren a Jonathan, con oscura pasión.
Hubo una pausa en Eli, el joven vampiro comprendió que tan serio estaba
Malachi.

Jonathan no es un blanco fácil. Puede cortar problemas, pero los causa


igual.
— Si, yo también creo eso. Pero no puede luchar contra un ejército
maligno. Bueno, no con todo el ejército. Hay una mujer que lo quiere. Si la
matamos, sus damas en espera morirán con ella. Tiene lazos de sangre con
ellas y su muerte significa la de ellas. Pero un ejército de la oscuridad sé
esta levantando, y han dado el primer golpe, muchacho. Los Amos que
hemos perdido no murieron de pura casualidad, ni de anormal accidente.
Fueron asesinados.

La ira de Eli comenzó a emerger y Malachi se quedo de pie.


— Necesitas regresar a casa. No iré a ningún lado pronto. Pero tú eres el
Amo aquí. Regresa a casa, Eli.
Ya voy en camino.

Lori levantó sus ojos al disturbarla una presencia.


No hubo ningún ruido, ningún cambio en el aire, ninguna esencia. Nada.
Pero no estaba sola en su cuarto.
Recorriendo su cuarto con la mirada, suspiró y dijo suavemente:

— Malachi estos cuartos tienen hechizos contra todos excepto Eli. No se


como lograste entrar, pero muéstrate.
Sus cejas se juntaron y la niebla se reunió en un lento espiral, formado
bajo sus pies, con su brazo en su regazo. Una larga trenza rojiza, unos
tonos más oscuro que su cabello, aun más oscuro que el de Sarel, esparcido
sobre su hombro mientras la miraba a la cara.

— Me atrapaste, ¿verdad? —Murmuró.


Su acento era imposible de ubicar. Antes había sonado como si fuera de
Escocia, pero ahora... vagamente Europeo, pero nada más.
— ¿Qué quieres?

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Una sonrisa burlona torció sus labios mientras sus ojos recorrían su cara,
deteniéndose en su boca. Lori se sintió ruborizar y se maldijo cuando sus
fosas nasales llamearon.
— Hmmm, bueno. ¿Qué tienes que ofrecer? —Preguntó tentativamente,
deslizando su mirada de medianoche a su cuello, deteniéndose en su pulso.
En respuesta éste llameó y latió más fuerte.

— Café, té o brandy. —Dijo de manera cortante quitando la mano de su


regazo y alejándose de él. Su esencia era fuerte, llenaba el cuarto y era
intoxicante, como algo de los bosques y campos de Irlanda, los lagos de
Escocia y los páramos Galeses. Lori había pasado un largo y maravilloso
verano ahí y esto la había llamado, cada hueso de su cuerpo, justo como su
cuerpo la llamaba ahora.
Profundamente en su vientre, el calor se reunió y sintió su llamada, puesta
y protegida, pero podía sentirla.
Recorriéndolo con mirada estrecha, ella puso escudos propios. No todas
las brujas eran capaces de hacerlo y tenían muy pocas posibilidades de
hacerlo, pero como ella era una Curandera la empatía corría fuerte en ella.
Bloquearlo era algo que podía hacer. Vio el conocimiento en sus ojos al
formarse sus escudos, firmes y sólidos como una pared de acero.
No detendría su llamado sexual si él lo decidía, pero al menos no tendría el
bajo tirón de él.

— Hmmm, bueno, que pequeña sabia bruja tenemos aquí. —Reflexiono


mirándola como una gran gato de montaña, con pacientes ojos divertidos.
—En todos mi años, solo pocos han descubierto ese pequeño truco.

Con una sonrisa respondió.


— Voy a mandar un memorándum.

— ¿Un memorándum?. —Repitió él estrechando sus ojos pensativamente.


—O, sí. Una nota. Vas a quitarle toda la diversión a mi vida.
Lori sonrío un poco triste.

— No tienes diversión en tu vida, Malachi. Eres una de las criaturas más


tristes que he visto. ¿Cuando fue la última vez que sentiste verdadera
alegría, tu propia alegría, no algo que experimentaras a través de otros?
Sus ojos destellaron. Sintió que la rabia estallaba a través de él, su
sangre corriendo fría al deslizarse por el piso. Acercándose más sus ojos
empezaron a brillar y brillar, mostrando sus colmillos.

52
— Cuida tus palabras, bruja. No te tendré analizándome. No olvides quien
soy yo.

Sus manos se cerraron alrededor de su cintura mientras la acorralaba


contra la silla. Inclinándose contra ella gruñó en su oído.
— Puedo oler miedo y mujer. Y bruja.... pequeña bruja caliente.

El pulso de Lori se atoró en su garganta mientras la amenaza crecía


aceleradamente y llenaba el cuarto. Mal error. No permitir al gran y viejo
vampiro saber que podía sentir su tormento. Nunca, nunca, nunca... Sus
ojos se abrieron asombrados cuando acercó su cara, sus manos empujando
sus caderas contra su pelvis, mientras frotaba su pene, duro e hinchado
contra su vientre.

Jonathan sintió la amenaza inundar su cerebro al patrullar el perímetro de


la ciudad. Había una transacción de drogas ocurriendo. Tenía que detener
eso.
Una lucha de pandillas....

Pero Lori....

Sus colmillos brotaron, rasgando sus encías, giró y corrió por las calles. La
ira, la rabia y la posesividad le dieron alas al correr al borde de la ciudad y
cambiar a medio correr, de hombre a hombre lobo, a lobo en tres largos
pasos, atravesando el bosque en movimientos tan rápidos que el ojo
humano no podría captar.

Había olido el tormento de Malachi desde que dejó la casa, solo a unas
pocas millas de la cuidad. Demasiado lejos. Saltando entre los árboles,
cambio a medio wolven♥ cuando trepó los árboles que conducían al risco.
No toques lo que es mío, Malachi.

La boca de Malachi se cerró sobre la suya, sus manos levantando los


bordes de su camisa mientras su cuerpo la apretaba contra la silla. Lori
ladeó su cabeza y gruñó.
— Demonios Malachi, suéltame.
El se rió.


Estado intermedio entre hombre y lobo

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— Pero estoy solo.... necesitado. Eres una Curandera. ¿No deseas acabar
con mi dolor? —Se burló ligeramente, su voz contradiciendo la mirada
medio loca en sus ojos.
Se había acercado demasiado cerca, pegado muy cerca de casa, y no le
gustaba que desnudaran su alma, no por alguien tan joven, se dio cuenta
Lori. En todos sus años, no había pasado. Nadie se había dado cuenta de su
tormento, y ahora estaba casi desnudo. Y eso no le gusto.
— La soledad es la maldición del vampiro Malachi. No hay vergüenza en
ello. —Dijo ella silenciosamente, levantando sus ojos.
— No. Ninguna vergüenza. Pero en más de dos mil años, no he encontrado
una compañera del corazón. No hay amor para mí en este mundo. Estoy
maldecido a andar solo. —Ronroneó toscamente, alejando su mirada,
besando el acelerado pulso en su cuello, mordiendo con sus dientes pero no
rompiendo la piel. —Tantas, tantas mujeres... aun así ninguna que sea la
única para mí. Mi vergüenza.... mi vergüenza es follar tantas y tan a
menudo como se pueda, para tomar un respiro de esta dolorosa soledad. Y
ahora, desearía agregarte a esa lista.
La incrédula respuesta de Lori terminó en un jadeo porque su boca se
cerró alrededor de la punta de un pecho, tomándolo profundamente. Tenía
sus brazos trás su espalda, sus muñecas sujetas fácilmente en una mano.
Forzando una caliente oleada de necesidad que se despejara de su mente,
de sus entrañas, dijo:

— Detente Malachi. Esto no esta bien. No para mí. Y no para ti.


— No me importa. —Murmuró levantando su cabeza y estudiando su
trabajo. Su pezón estaba rojo a través del blanco algodón de su camisola.
—Está bien para mí. Por ahora... es suficiente. Y estás esperando y
necesitada. No es suficiente para ti. Además si realmente no quieres que
te toque, por que no gritas pidiendo ayuda.
La cabeza de Lori cayó cuando un sonido entre risa y llanto salió de sus
labios. Su pene colocado entre sus muslos, grueso, duro, perfecto. Ahuecó
y acaricio sus pechos, trabajando el pezón entre sus dedos, forzó las
palabras de su boca.
— Si grito, la gente leal a Eli vendrá corriendo. Los werewolves♥ no
siempre piensan. Actúan. ¿Y como sé que no los matarás primero?. Ellos
son mis amigos. Y Rafe, Sheila, los otros vampiros en este enclave,
posiblemente no puedan ganarte.


Hombres lobo

54
Los labios de Malachi se torcieron.
— Eso es. — Claro que si ella solamente gritara..... él se detendría. Aunque
él no le dijera eso, era tannnn dulce.
— Amo a Jonathan. Él es el adecuado para mí. —Gruñó ella, tratando de
liberarse.

Malachi levantó su cabeza mirando sus ojos.

— Un noble pensamiento.

Jonathan miró el borde del risco, sus labios retrocediendo con un gruñido.
Olas calientes de lujuria, confusión y miedo fluían de Lori. Las podía
sentir. Y las manos de Malachi estaban sobre ella. Corrió más aprisa sobre
la tierra, cubriendo la media milla que estaba entre Lori y él, en un
momento. Corrió tan rápido que no se dio cuenta, pero le pareció eterno.
Podía oírlos ahora... suaves susurros de movimiento. La voz de Malachi,
luego Lori siseando “Amo a Jonathan” Jonathan saltó hacia el alféizar y se
impulsó hacia arriba cuando Malachi respondió.
— Un noble pensamiento. Aunque el lobo no se cree digno. No se cree
digno de servir al Concilio, ¿así qué por qué se vería digno de tu amor?

Jonathan agarró el alféizar y se impulsó, luego se lanzó por encima de la


ventana, aterrizando en sus ancas, gruñéndole a Malachi. Los ojos de
Malachi se deslizaron de Lori, aunque no se movió de su posición, inclinado
sobre su flexible y firme cuerpo donde la tenía sujeta sobre el respaldo
de la silla.
— Quítale las manos de encima, Malachi, Cazador del Concilio. —Gruñó
Jonathan. Sus manos dobladas, las brillantes garras ébano reflejando la
luz, controlándose para no atacar. —Ella no quiere o acepta tus caricias.
Ningún hombre con honor traspasa eso.
— Lobo, eres realmente valiente para involucrarte en donde no puedes
ganar. —Reflexionó Malachi elevándose despacio, con Lori todavía en sus
brazos. —Es algo tan dulce, tu compañera. No puedo sino ansiar una
probada.
— No tengo compañera, vampiro. Pero Lori no te quiere, lo siento. Y no
apostaría a que no puedo ganar. Todo hombre debe caer. Incluso los
ancianos.

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Los ojos de Malachi miraron la cara de Lori palideciendo de repente. Sus
labios se torcieron gentilmente.

— Es un joven idiota, amor. Dale tiempo. —Bajando los labios, le besó la


frente gentilmente. —Te pido perdón. Mi orgullo fue golpeado, siendo una
cosa tan joven y viendo tan claramente a través de mí. Esos ojos pueden
ver mucho.

Jonathan gruñó cuando la boca del vampiro tocó la piel de marfil, pero
Malachi giró sus ojos azul oscuro brillantes, mirándolo y dijo
oblicuamente:
— Jóvenes tontos, viejos tontos. Ambos somos tontos esta noche.
Y luego desapareció.
Lori encontró los ojos de Jonathan, sus suaves ojos verdes, preocupados y
lastimados. Su boca estaba hinchada por Malachi, sus pezones todavía
erectos, un punto húmedo en su camisa donde la habían chupado.
— Te tocó. —Raspó Jonathan, desapareciendo el lobo. Estaba arrodillado
desnudo en el piso, un jadeo desigual pasaba por sus dientes cuando el
cambio retrocedía.

Levantándose la acechó, sus fosas nasales moviéndose. Podía oler el aroma


de otro hombre en ella, y la rabia lo atravesó.

— Sus caricias, su esencia está en todo tu cuerpo.


Lori dijo silenciosamente:

— ¿Qué te importa?

Sus labios se abrieron mostrando sus dientes. Extendió su mano y la


sujeto contra él, un brazo en su cintura y el otra enterrado en su cabello.
— ¿Quieres que regrese y termine lo que empezó?.

— No. Pero obviamente tú no quieres que la esencia sobre mi sea la tuya,


así que ¿por qué te importa que esencia este en mí? —Preguntó Lori,
levantando sus manos y empujando sus hombros.
Jonathan la miró, su aliento entraba y salía de sus pulmones. Sus manos,
esas delgadas, tibias manos, tan exquisitamente suaves, empujando contra
sus hombros y sus ojos lo miraron furiosos y debajo de la ira había dolor.
Gimiendo, Jonathan se inclinó tomando su cara entre sus manos,
empujando su lengua dentro de su boca.
Cuando trató de girar su cabeza, la detuvo. Cuando lo mordió, la mordió,
enterrando sus dientes en su labio inferior y chupándolo hasta que suspiró

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y cedió. Sus manos se enroscaron en sus hombros, su cuerpo ablandándose
contra él en aceptación. Retrocediendo Jonathan raspó:

— Toma mi cabello, frótalo contra ti. —Antes de inclinarse besando su


cuello, acariciando su mejilla contra su hombro, buscó la orilla de la camisa
y se la quitó.

Eli no estaba feliz.

Después de instalarse en el avión, golpeaba sus dedos contra su muslo,


mientras Sarel le contaba lo que había aprendido mientras dormía. Sus
ojos, esos ojos verde dorado, estaban cansados, lastimados, pero
golpeando con la luz ardiente de la batalla.

Los Scythe.

— Son los que te atacaron siete años atrás. — Terminó Sarel, recorriendo
con las manos la piel donde las balas lo habían atravesado. —Casi te
arrebatan de mí. Secuestraron a mi hermana y trataron de matar a
Jonathan. Y han estado exterminando a los Amos, lavando el cerebro a las
manadas jóvenes. Hemos estado luchando con nuestra propia gente y
declarándoles la guerra, por esta gente. Lo sé.

— Si. —Murmuró Eli, tomando su mano y elevándola a sus labios. —


Tenemos una cuenta que saldar, ¿no es así, amor?

Levantando una pierna, miró a la distancia, enfocándose en su tierra.


Había una tensión ahí. Nuevas y viejas. Pero debilitando los lazos que lo
ataban.

— Ellos están cazando a Jonathan por una venganza ahora, Eli. —Dijo
Sarel quedamente. —Agnes dijo que algo como esto había pasado antes.
Un joven y poderoso werewolf con un pasado oscuro fue convertido. Él los
condujo a una carnicería. Ellos lo quieren: su alma, su cuerpo.
— No pueden esperar a tenerlo. —Dijo Eli suavemente. —El corazón de
Jonathan es el más puro que he visto, junto con el de tu hermana.
Sarel se rió.
— Estas bromeando. ¿Ese alborotador?. Es un guerrero, sí. Pero a veces
tiene tanta oscuridad dentro de él, que me asombra que no lo haya
abrumado. Me sorprendí cuando fue aceptado en el Concilio. —Su boca se
recuperó y sacudió la cabeza —No es como Lori. Tenemos que estar en
guardia con él. Puede ser fácilmente influido, si sucumbiera.

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— Jonathan morirá antes de sucumbir. —Dijo Eli llanamente, levantándose.
Se alejó de Sarel. —Lo conozco amor. Su alma tiene oscuridad, pero fue
torturado en su juventud, incluso más que tú. Él combate esa oscuridad a
diario. De todos en mi enclave, puedo verlos sucumbir a cualquiera de ellos
antes que a Jonathan. Él no cederá.

Los ojos de Sarel se estrecharon cuando Eli hablaba.

— ¿Incluso yo?
Eli suspiró, pasando una mano por su dorado cabello. Debajo de su camisa,
sus músculos se movieron.
— Amor, tú no conoces a Jonathan. El poder de la magia es más fácil de
corromper. El poder del lobo, una vez consolidado en el corazón de la
persona, no lo es. El camino de Jonathan está marcado.
— Entonces explica por qué tenemos que matar a manadas completas de
weres♥

— Porque eran simplemente weres. —Contestó Eli. —Jonathan no es un


simple were. Ha sido tocado y fuertemente por el poder del lobo. Si te
molestaras en hablar con él, o mirarlo, lo verías. El lobo solo pone su toque
donde cabe, pero una vez que pone su toque, está vinculado con esa
persona. El Lobo y Jonathan están vinculados. Jonathan puede ser tan
corrupto como tu hermana, o como cualquier verdadero empático.
Los ojos de Sarel se bajaron y puso sus brazos alrededor de su pecho. Eli
encontró su mirada.
— Lo siento mi amor. Toca al lobo, déjalo que te toque. O habla con tu
hermana, aunque todavía insistes en verla como una niña.

Eli sintió el frío instalarse en la cabina y suspiró, se acercó a su esposa,


mirándola con opacos ojos dorados. Pero su confianza en Jonathan era
firme.
Y el were merecía saber eso.

Leandra estudió a la linda pequeña, inclinó su cabeza sobre una hoja de


trabajo escolar y cambiaba de hoja, con los labios fruncidos.
Tenía la esencia del lobo en el cuarto.


Hombres lobo

58
Aunque vivía en la casa principal, era fuerte aquí. Una foto de él
abrazándola, fotos de los dos montando a caballo. Ahí era donde Leandra
había visto por primera vez a la niña. Era vigilada, escoltada de la casa a la
escuela privada a la que iba, que se encontraba a veinte millas, por un
limusina escoltada. Lamiendo sus labios, decidió que eso era.

La manera de sacarlo. La limusina escoltada sería la tarea. Los weres que


viajaban en ella no eran tontos, o débiles de ninguna manera. Por lo cual La
Guadaña se aseguraría de cambiar a los weres a su bando.

Pero esto era una tarea para un inherente.


Acelerando se alejó. Captó la esencia de sexo en el aire y sonrío. Con
placer. No podía evitarlo. Le agradaba el lobo, su arrogancia, su cara y
hermosa forma, su confidencia.

Algunas veces, Mistress no merecía tener todo servido en bandeja de


plata.
Esta noche, el lobo estaba follando. Y Leandra estaba feliz que no fuera
con Mistress.
Luego quitó esos pensamientos de su mente antes de que la metieran en
problemas.

Erika levantó la mirada frunciendo el ceño. Una fría sensación recorrió su


espina dorsal y se movió de su asiento. La mayoría habría ido a echar una
mirada por la ventana. Pero ella se alejó. Resistió el impulso de llamar a
Sheila.

Sabía que había monstruos en la oscuridad. En sus doce años de vida era
algo que conocía como un hecho. Monstruos que corrían en dos piernas
como también en cuatro, monstruos que podían sujetarte y pellizcarte y
susurrarte cosas terribles, y luego sonreír a tus maestros al día siguiente.
Monstruos que podían ser humanos o no, que podrían ser una criatura de
magia o de sangre humana.

Pero las criaturas más asquerosas a veces eran las que estaban de pie
frente a ella.
Como lo había sido su propio monstruo.
Jonathan la había salvado de eso, años atrás. El Tío Jon, su mejor amigo,
su compinche.

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Este era su hogar ahora y Jonathan era su padre adoptivo, aunque ellos
decidieron que era más bien un hermano o un tío. Él era simplemente su
ángel de la guarda, pensó Erika. Pero había dejado de gritar años atrás
cuando algo la asustaba.
Cuadrando sus hombros, se instaló de nuevo en el escritorio, de nuevo a su
tarea de calculo. Necesitaba terminar ésto. Quería terminar antes el año
otra vez. Jon y Eli le prometieron una sorpresa si lo hacía bien.

Lori jadeó, Jonathan deslizó sus manos y ahuecó sus nalgas, levantándola
contra él, meciendo su pene desnudo contra ella a través del delgado
algodón de su pijama. Estaba mojada y lo sintió deslizarse contra ella, una
y otra vez sobre su clítoris y el calor inundo su vientre, apretando y
apretando hasta que pensó que se volvería loca con él.
Su boca se apresuró sobre un pezón, donde Malachi había estado solo
momentos antes.
— Quiero este sabor fuera de ti, su esencia. Yo no comparto. —Raspó,
bombeando su cadera más fuertemente contra ella. —Si te hubiera
follado, le habría arrancado la cabeza.
Lori se estremeció, aun cuando su corazón se sintiera roto. No tengo
compañera… Lágrimas fluyeron en sus ojos contra su voluntad y giró su
cabeza cuando tibios caminos surcaron sus mejillas.
Levantó su cabeza, oliendo su angustia y Jonathan se levantó.
Recogiéndola en sus brazos, acurrucándola y llevándola al piso, la sostuvo
en su regazo. Cubriendo su hendidura con su mano, deslizó un dedo,
frotando el pequeño brote erguido de su clítoris, murmurando contra su
cara mientras le lamía las lágrimas.

— ¿Por qué lloras dulzura?


— Porque a ti no te importa. —Jadeó, incapaz de evitar el hambriento
movimientos de sus caderas, aunque no quisiera más que alejarse de él y
encerrarse en su cuarto. El lento y casi perezoso movimiento de su dedo
rodeando su clítoris la distraía y Lori sollozó, apoyando su cabeza contra
su hombro.
Su aliento se entrecortó, cuando arrasó con sus labios. Sus pijamas
cayeron en fragmentos alrededor de ella cuando los arrancó, poniéndola
de espalda y cubriéndola. Gruñendo en su cara exigió.

60
— ¿No me importa?. ¿De qué demonios hablas?
— No quieres que Malachi me toque. Quizá disfrutes follándome, pero eso
es todo lo que sientes por mí. —Sollozó. Entre sus muslos, su erección
palpitaba y ella sollozaba mientras se colocaba entre ellos, su pecho
aplastando sus pechos.

— ¿Eso es todo?. —Repitió él, su cara quedándose en blanco. Luego sus


ojos se estrecharon, cogió sus manos y las puso arriba de su cabeza, los
músculos de sus brazos hinchándose cuando se inclinó. —Dejé el patrullaje
porque sentí tu miedo, tu confusión y tu lujuria... sí tu lujuria. Lo
deseabas aunque no quisieras. Dejé el patrullaje y corrí aquí para alejarlo
de ti. Malachi. La mayoría de la gente pensaría que era suficiente para
certificarme simplemente por ponerme en contra de él. Pero pelearía a
muerte para impedir que se enterrara en tu dulce cuerpo y ¿tú crees que
no me importa?.
Con un salvaje empuje, se enterró en su vagina, gruñendo con placer
cuando ella lo envolvió con impaciencia, un grito hambriento salió de sus
labios, su cuerpo arqueándose mientras él se enterraba hasta las pelotas.
— Pequeña tonta. —Espetó él, capturando su cabeza y obligando a que sus
ojos lo miraran. —Abre tu boca, quiero probarte.
Fulminándolo con la mirada, Lori tercamente cerró su boca y levantó su
barbilla.

Él mostró sus dientes en una sonrisa y susurró.

— Al lobo le encantan los desafíos, nena. Deberías saber eso para ahora.
Lori tembló profundamente dentro de su vientre cuando empezó a
bombear dentro y fuera de su hendidura con movimientos lentos y
profundos. Su mano todavía sujetaba sus muñecas sobre su cabeza,
frotaba su pecho, su cabello, su cuerpo entero contra ella, reemplazando
la esencia de Malachi con la suya, bajó su boca mordiendo y lamiendo la
comisura de sus labios. Una mano bajó hasta su trasero, cubriéndolo un
momento antes de sostener su rodilla y levantarla abriéndola ampliamente
para sus impulsos.
Las largas madejas de seda de su pelo se deslizaron sobre su cuerpo,
atormentando sus pezones, su torso, todas las pulgadas desnudas de piel,
liberó sus muñecas y se recostó sobre sus talones, agarrando su cadera y
mirándola con ojos nublados. El juego de músculos debajo de su piel
cuando se movía profundamente dentro de ella hizo que sus ojos se
abrieran ampliamente. Atrayéndola, puso sus muslos sobre los suyos y con
un giro de cadera Jonathan la tenía estremeciéndose al enterrarse en ella,

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su pene acariciando el atontado nervio Punto G. Sus dientes mordieron la
línea de su cuello y canturreó:

— Pequeña bruja sexy. Adoro la sensación de estar enterrado en tu


húmeda y pequeña vagina. Eres tan apretada, tan caliente, como un guante
de seda todo húmedo y cubierto con miel. Voy a lamer esa miel en un
momento.... pero primero.... voy a hacerte gritar.

Un suspiro escapó de sus labios y la boca de Jonathan se cerró sobre la


suya, pillando las profundidades triunfalmente, desenfrenadamente,
empezó a follarla con movimientos fuertes y profundos. Su espina dorsal
se arqueó cuando sus dedos se introdujeron por la raya de su trasero,
separando exponiendo su rosetón fruncido. Crema de su vagina se
deslizaba más abajo, cubriéndola y Jonathan la deslizó alrededor hasta
poder sondear fácilmente aquel sensible agujero, una caricia que la tenía
temblando, mientras calor y frió atormentaban su cuerpo.
La amplia cabeza de su pene salió de su vaina, acariciando su clítoris
atormentándolo y Lori dejó caer su cabeza gritando. Jonathan empujó su
dedo en el pequeño y apretado rosetón de su ano y se hundió en su vagina,
mordiendo su labio inferior mientras ella se corría.

Gruñendo en triunfo salvaje, Jonathan la puso de nuevo de espaldas,


bombeando en ella, la montó duro, meneando su pelvis contra su clítoris
mientras se corría, y Lori vio pequeños destellos y su vista se oscureció.
Calientes torrentes de simiente la llenaron cuando Jonathan eyaculó y Lori
gimoteó, temblando en sus brazos. Sus pelotas pegadas a ella en una
áspera caricia cuando se alzó, poniendo sus manos a un lado de su cabeza y
empujando en una serie de empujes duros y profundos en su vaina, su
cabeza se inclinó hacia atrás abrió su boca y un aullido largo y misterioso
lleno el cuarto.
Para los oídos de Lori era la canción más hermosa que había escuchado.

Se derrumbó contra ella con su cabeza entre sus pechos, deslizando sus
brazos debajo de ella y sosteniéndola contra él.
— Nunca llores porque creas que no me importas. —Jadeó él. —Ódiame
porque no haré promesas, si tienes que hacerlo. Pero me importas. Más de
lo que quisiera.
Lori quiso saber porque no haría promesas. Realmente quería preguntarle
eso.
Pero lo dejo ir, acurrucándose contra él mientras la llevaba a la cama,
bajándola y abriendo sus muslos. Presionando su cara contra ella y
deslizando su lengua entre sus pliegues, la dejó sin habla cuando limpió su

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simiente de su vagina y sus muslos, antes de regresar a chupar
gentilmente su clítoris, trabajando dos gentiles dedos dentro de su
resbaladiza e hinchada vaina.
Los ojos de Lori revoletearon cerrados en dicha divina cuando la llevó a un
lento y encantador orgasmo que crecía dentro y derritiéndose por sus
venas como dulce. Se movió y se puso de espaldas, gruñendo contra su
cuello poniendo su cuerpo sobre él.
— Eres tan dulce, tan linda y tan suave. Pienso en ti, te anhelo todo el
tiempo.
Lágrimas quemaron sus ojos, cuando él sostuvo su pene y susurró
roncamente:

— Móntame, dulzura. Quiero verte.


Cogiendo su labio inferior entre sus dientes, se colocó sobre la gruesa e
hinchada longitud mirando esos profundos ojos oscuros, sus manos en su
pecho, las uñas enterrándose en la dorada y brillante piel. Meciendo su
cadera despacio, se estremeció cuando lo sintió palpitar dentro de ella, la
gruesa cabeza de su pene acariciando la nerviosa base por la abertura de
su matriz. Sus pestañas revolotearon y gimió débilmente.

— Oh..... —Lamiendo sus labios levantó su cadera antes de deslizarse hacia


abajo.
Esto envío una línea de caliente placer a través de ella, y se estremeció
antes de repetirlo, arqueando su espalda e inclinándose hacia adelante
para profundizar la caricia en el movimiento hacia arriba.
— Dulzura. —Ronroneó Jonathan bruscamente, sosteniendo sus pechos con
sus manos, apretando sus pezones, poniéndolos duros, mirando su cara.
Sus ojos empezaron a brillar, una espiral de colores brillantes dorados y
marrones mientras su hambre crecía. Sus manos se flexionaron contra sus
pechos, sus uñas marcando ligeramente cuando arqueó su espalda,
conduciendo su pene más profundo dentro de ella.

— Hmmm. —Tarareó Lori en su garganta, su cabeza inclinada hacia atrás.


—Me gusta eso. —El aire en el cuarto se hizo más denso y Lori miró esos
ojos, mirando como el brillo se intensificaba y sus ojos continuaban
brillando. —Jonathan. —Susurró temblorosa.

— Shhh.... —Murmuró, enterrando su mano en su cabello tirando de ella


para acercar su cara a la suya. —Está bien. Siento tu magia, tu corazón es
embriagador.

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La magia se liberaba, elevándose de su piel como el polvo de hadas y
evaporándose en el aire, alumbrando el cuarto con ocasionales soplos de
luz. La magia de ella, el poder de él, presionaron el aire en el cuarto y el
vínculo entre ellos se apretaba y apretaba cuando Jonathan empujaba
más profundamente, mientras Lori se mecía contra él. Sellando sus labios
con impaciencia, empujó su lengua dentro de su boca con avaricia por ese
único y salvaje sabor que era de él y nada más.
Su pene palpitaba y vibraba caliente y sus pezones atormentaban su
pecho.... demasiadas sensaciones... demasiados puntos de placer. Jonathan
acarició el pequeño rosetón fruncido de su trasero y Lori se arqueó y gritó
mientras lo presionaba, su vientre y entrañas se apretaron.

Los músculos de su vagina se apretaron alrededor de su pene, ordeñándolo


con gula mientras se corría, estremeciéndose en sus brazos y agitándose
cuando enterró sus dientes en una parte carnosa de su pecho y gruñó.
Agarrando su cadera con una mano y sosteniéndola, movió su pelvis contra
ella, arqueándose y eyaculando su caliente semilla dentro de su matriz.

Cuando se derrumbó contra su pecho cerró sus ojos llorosos. No. No podía
seguir haciendo esto.

Algo tan hermoso y él no le dejaría tenerlo por siempre. No la reclamaría


como suya. No lo odiaría por no hacer promesas.
Pero quizá podría comenzar a odiarse a sí misma por no exigírselo.

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Capitulo Cinco

Jonathan se sentó enfrente de Erika, que sonreía abiertamente mientras


charlaba a distancia. Su hija adoptiva era la única persona en su vida, a la
que él hizo promesas y que se permitió querer.
Sus ojos vagaron brevemente por el techo. La otra hembra que el amaba
estaba todavía arriba en silencio. Sus agudos oídos sabían que aún no había
dejado la cama.

Sí, la amaba. Pero nunca se lo diría. Sobre todo ahora. Y no podía tocarla
otra vez. El lobo quería reclamarla como su compañera, pero era uno y
solo.

Volviendo su atención a Erika, se encogió de hombros cuando ella le


preguntó sobre hacer un viaje para ir de compras.
— No veo por qué no podemos. Has estado haciendo un buen trabajo en la
escuela, también nos echas una mano y haces tus tareas. Shelby dice que
has estado maravillosa en los establos.— Él no podía entender esta
fascinación tan particular, pero Erika adoraba los caballos. —Iremos este
fin de semana.

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— Yo quiero ir con algunos amigos. — Erica se paró. — Solamente amigos.
— No puede ser. — Levantándose de la silla, él llevó su taza y su plato al
fregadero y los dejo dentro, antes de girarse para mirarla a través de la
brillante cocina. Doblando sus brazos sobre el pecho, se encontró con sus
ojos. — Hemos hablado antes de esto. Tienes doce años. Unos doce
espléndidos años, pero doce. Pasear por los alrededores sola no es
inteligente. Sería prepararnos para más problemas y eso no va a pasar.
— ¡Jonathan, no puedo ir de compras con mis amigos y mi hermano mayor
al lado! Esto no es justo. —Erika enfurruñada, hizo pucheros como si fuera
un bebé y se dirigió a una silla sentándose, de repente parecía
completamente desesperada.
— Entonces haremos que una de las mujeres vaya contigo. ¡Infiernos, es
invierno! Espera hasta las cinco y Sheila puede acompañarte.

Las cejas de Erika se levantaron y se animó un poco con eso. Ninguno de


sus amigos sabía nada sobre su vida, o cualquiera de sus diferencias. Solo
pensar que un vampiro iría con ella de compras era totalmente... de locos.

Jonathan negó con la cabeza mientras pensaba e hizo girar sus ojos.
Aquellos bonitos ojos estaban siempre abiertos, tan fáciles de leer.

— Piensa en ello. A Sheila le gustaría. O puedo preguntar a una de las


señoras. Sarel va a volver más pronto de lo esperado. Tal vez ella podría
acompañarte.

Infiernos, si las cosas se ponían tan mal como Malachi sugería, no le


sorprendería que Tori y Declan vinieran a darse una vuelta.
Sonrió pensando en Tori.

Bien, había alguna otra hembra a la que él le haría el amor de la misma


manera.
Pero ella estaba segura. No sólo pertenecía a alguien, sino que la Cazadora
era más que capaz de cuidar de si misma.

Tori dominaba la lucha, gruñó y dirigió los colmillos hacía él.

— Esto no es muy agradable. Tú estás muerto y lo sabes. — Le dijo cuando


él intentó fijar sus ojos antes de que ella lograra sujetar sus manos.
Sacando de repente los puños apretados, lo abofeteó y se sentó en su
pecho, acercándole una hoja de plata de aspecto larga y repugnante al
cuello.

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— Sabes, Cooper, he estado cazándote durante un mes. Tú nos has
conducido a Declan y a mí en divertida, divertida persecución. — Dijo ella
silenciosamente, negando con la cabeza. — Tantas muertes, tantas vidas
trastornadas, tantos cuerpos destruidos. Te gustan jóvenes y guapos, ¿no
Cooper?

Él le escupió.

Declan se acercó y se arrodilló junto al hombre, ofreciendo a Tori un


pañuelo, cuando él dijo:
— Ahora que todo está claro, no será agradable. No hagas algo tan
grosero otra vez. Tú conocías el riesgo que corrías y sabías las
consecuencias cuando dejaste el paquete y te marchaste sin vergüenza.
Pelea y lucha todo lo que quieres. Pero ya tenías la mejor vigilancia con mi
esposa.

— Con tu hembra, querrás decir. — Cooper Manning jadeó, sus rizos rubios
se desparramaron sobre su cara cuando se resistió y luchó inútilmente.
Una mujer de ciento treinta libras estaba sobre él, no la desplazaría. Y su
perfume.... maldición, su olor era embriagador. Asustado, estaba asustado,
furioso consigo mismo..... estaba maldito por el hambre que sentía por ella.
— ¿Ella es un buen pedazo de culo? Cuando consiga liberarme de estos
malditos puños, voy a destriparte y a quedármela para mi, hijo puta.
La cara de Declan se quedó pálida y se giró para alejar de un tirón a Tori,
pero ella le esquivó riéndose.
— Ahora, ahora, Declan. Él esta enojado sólo porque fue apresado por una
muchacha. — Inclinándose hacía abajo, ella le preguntó: — ¿Qué pasa?
¿Tienes complejo de superioridad?

Él se levantó para morderla y ella retrocedió rápidamente. Una señal en su


mejilla, no.... bajo su ojo, directamente en la esquina, se podía ver. Algo
encorvado, como una media luna.
— Un agradable tatuaje. — Reflexionó ella. — No pensé que podrían
hacerse tatuajes tan buenos.

Los ojos de Declan lo miraron también.


— No se hacen. A menos que les eche una mano la magia. Nos curamos
demasiado rápido y nuestros cuerpos rechazan la tinta. ¿Qué es esto,
Cooper?
Negando entre risas, echó hacia atrás su cabeza, y Cooper dijo:
— Ah, tendrás que esperar. Lo vas a ver muy pronto.

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— ¿Te gustan las estrellas y las lunas, cachorro de perro? — Se mofó
Tori, inclinándose sobre su cara, cuando la furia empezó a fluir de ella, una
furia espantosa que salía de su cuerpo en ondas.
Sus ojos se agrandaron y un sudor frío resbaló por su cuerpo cuando
aquellos ojos tan azules empezaron a parecer lo que realmente eran. Su
muerte.

— Esto no es una luna, amor. Una guadaña, eso es, para la cosecha. —
Ladeando su cabeza y contemplando al hombre que de repente estaba
asustado, Declan sonrió de un modo encantador. — Parece que has visto un
fantasma, compañero. Dime, ¿qué has estado cosechando tú? ¿O fuiste
cosechado?
Sus ojos giraron locamente en su cabeza cuando él movió su mirada fija de
la mujer al pecho del hombre que estaba de pie detrás de ella. Había
pensado que el inherente era al que debía temer, no la mujer. ¿Qué era
ella de todos modos? ¿Humana? ¿Inherente? Vampiro ...... no podía ser.
Ella lo había rastreado durante el día, demasiadas veces.
Tori sonrió, suavemente, dulcemente, inclinándose sobre su rostro cuando
ella vislumbró sus pensamientos. Sus dones habían crecido pasando los
años, ampliándose y desarrollándose a dimensiones que ella nunca había
soñado. Sus pensamientos mezclados, partidos, no era fácil seguir la pista,
pero ella lo hacía bastante bien. Sonrió tocándole la nariz con su nariz, le
susurró:

— Soy lo que soy, Cooper. Y tú deberías haberte parado cuando te di la


primera advertencia, querido. — Acariciando su cara, frotando su dedo
sobre la señal en su ojo, ronroneó. — Ahora dime, ¿qué es esto?

— Esto es tu perdición. El final del Concilio. — Declaró él. — Los Scythe se


han unido y se han reincorporado. Nos reforzamos antes de atacar a la
Cazadora. Unimos y formamos nuestro propio ejército, nos infiltraremos
en el Concilio y lo destruiremos entero. Lo aniquilaremos y nos
deleitaremos con la sangre de la Cazadora recién nacida antes de que ella
cace por primera vez.

— ¿Así? ¿de verás? — Tori se rió, sentándose encima. Su pelo cayó sobre
su espalda como una capa de seda negra cuando comenzó a reírse. —
¿Querido, no has descubierto aún quien soy?
— No. — Gritó él. — No puedes ser tú. Ella lo predijo.
Tori rió con cuidado. Los colmillos alzándose intermitentemente y
suavemente susurró:

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— Ella se equivocó.
Y luego ella mordió su garganta, mientras Declan se alejaba, rechazando
mirar.
Él lamentaba ver la excitación que le daba al verla alimentarse de otro
hombre además de él.

Incluso si debía ejecutar una pena de muerte dictada por el Concilio.

Tori escupió el primer bocado de sangre, levantándose despacio, su cara


pálida. No había en este asunto más prisa de la normal para presenciar una
muerte justa. Declan oyó sus movimientos y al hombre a lo lejos, mirándole
con ojos sobresaltados.
— ¿No tienes agallas para terminarlo? — Silbó él, su voz tergiversada
por la sangre que manaba del agujero desgarrado en su garganta.

Girando, Declan lo miró fijamente, frunciendo el ceño.

— Su sangre está corrompida. — Dijo ella rotundamente, alcanzando y


limpiando su boca con el dorso de su mano.
— Entonces voy a sanar .... y a vivir. No importa donde .... ahhhh.... me
pongan, ellos me encontrarán y .... me liberarán.....

Tori se rió severamente.

— Idiota. Tú no puedes curarte de mi mordedura. La mordedura que doy


es la muerte, nunca se cura. Tú ya estás muerto. Solamente eres
demasiado estúpido para comprenderlo. — Le dijo, pasando su lengua por
sus dientes y acumulando la saliva en su boca. Girando la cabeza, escupió,
estremeciéndose con el gusto corrosivo y asqueroso en su boca.

— Los cambiaformas pueden sanar ...... de cualquier cosa ....salvo la plata.


Declan se arrodilló junto a la cabeza del hombre y le dijo pensativo:

— Hum. — Echando un vistazo a Tori, le dijo: — Raro, entonces. Pensarías


que esta pequeña mordedura tan tonta de vampiro ya debería estar
cerrada. Que podrías levantarte por tu propio pie y en vez de eso cada vez
mana más sangre sobre la tierra, perdiendo tu vida. Ya pareces un poco
pálida muchacho. Un poco de agua, eso es lo que necesitas.

Una breve sonrisa asomó a sus labios. Alguna vez su amante se


despreocuparía. Lo miró lánguidamente, encogiéndose de hombros.
— Puedo esperar. Vamos a terminar esto primero.
Cooper comenzaba a comprender que su cuerpo no sanaba, no se hacía más
fuerte. Luchando débilmente, giro sus ojos hacía Declan.

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— ¿Qué..... qué me hizo ella?
Declan sonrió, sus delgadas mejillas se tensaron, el pelo cayendo sobre sus
oscuros ojos verdes.
— Ella es la Cazadora, la criatura de la leyenda, una mujer, como ninguna
que hayan visto alguna vez antes. Su mordedura es mortal para aquellos
como tú, Cooper. Nunca verás otra salida del sol, compañero.

— No. — Incluso moribundo, rechazaba creerlo.


— ¿Por qué rechazas la verdad? ¿No es suficiente conocer las leyendas?

— Los Scythe matarán ..... primero a la Cazadora. A su manera....... su


deseo..... prevalecerá.... — la sangre burbujeaba entre sus labios y empezó
a toser. Declan se echó atrás sobre sus talones, mirando como la muerte
se lo llevaba.

— Vete al diablo, bastardo. — Dijo él silenciosamente cuando la


respiración del hombre se paró.
— ¿Quiénes son Los Scythe? — Preguntó Tori, frunciendo el ceño cuando
miró a Declan quitar las manos del cuerpo. Agarrándoselas las deslizó
detrás de su cintura, quedándole los ojos en blanco cuando él la alejó del
cuerpo.

La incineración era mejor que arrancarle el corazón. Tori era todavía


demasiado humana.
Declan le echó un vistazo y levantó sus hombros fuertes, amplios mientras
andaba con paso majestuoso alrededor del cuerpo, asegurándose que nada
podría delatarles.
Por supuesto Tori McAdams y Declan Reilly habían muerto hacía unos años.
Con pesar se había ocupado de ello, una vez que comprendió que era
necesario por el Concilio.

Llevaba algún trabajo borrar los archivos de la computadora y un poco de


dinero, (bastante dinero) para borrar ciertos detalles del ordenador.
Nada era infalible, pase lo que pase por el pensamiento de la Brigada de
Investigación Criminal, o lo que pensasen otros. La huellas dactilares de
Declan O’Reilly habían sido sustituidas por otra, igual que en Tori. Ellos
tenían nuevas identidades, nuevos pasaportes, todo nuevo.
Y el uno al otro. Siempre el uno al otro.
— Nunca he oído algo de ellos, querida. Llamaré a Eli. Aunque no estoy
seguro si él esta en la casa de Escocia. Tal vez ha oído hablar de Los
Scythe, independientemente de qué o quiénes sean ellos.

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— Agnes, puede conocerlos. O Sarel.
— Si, puede ser. — Dijo Declan asintiendo. — ¿Puedes traerme gasolina?

— Gas, Declam. Esto es gas. No me gusta ayudarte.... pero. — Ella cedió


mirándolo fijamente con sus ojos verdes y decidida. Realmente tenía que
terminar esta parte del trabajo. No podían ir dejando cadáveres
paranormales intactos, imposible. Si ellos abandonaban demasiados
depredadores de los que cazaban, intactos, excepto por la mordedura,
tarde o temprano, la gente comenzaría a sospechar. Maldición, sin
embargo, a veces parecía que quería lavarse..... las manos. No podía ni
explicárselo, así misma.
No le gustaba cometer un delito para cubrir su caza. No veía la caza como
un delito. Esto era justicia. Sumarísima, si. Pero de todos modos, era
justicia. Y la policía habría sido impotente si ellos hubiesen entregado a
Cooper. Y Declan no quemaría el edificio entero, solo el cuerpo.
— ¿Bien, vaya, que tenemos aquí, muchachos?

Centrada en sus pensamientos, Tori no había prestado tanta atención a lo


pasaba fuera del depósito donde ellos habían arrinconada a Cooper. Oler
su sangre en su ropa y en la boca había engañado su nariz un poco, aunque
no tanto. Ella no había estado prestando atención simplemente y ahora
......se sonreía angelicalmente ante los ojos de tres hombres muy grandes,
muy fornidos, vestidos en vaqueros del estilo que los motoristas llevaban y
chaqueta de cuero.
Él que había hablado, la miraba con ojos calientes, hambrientos, no notaba
la mancha oscura en su boca, quizás pensando que eso era la barra de
labios. El pañuelo en su cabeza apartaba el pelo aceitoso de su cara y él
apestaba a cuerpo no lavado en varios días. Como era que no lo había olido,
Tori tendría que castigar su propio culo. Y Declan disfrutaría regañándola
a gritos sobre esto.
— Parece una pequeña dama, absolutamente sola. ¿Estás sola dulzura? —
Le preguntó el segundo, riéndose un poco cuando él pinchóa uno de sus
amigos en las costillas. Sus ojos se habían detenido en la observación de
sus pechos bajo su top, la extensión lisa de piel desnuda y cuando sus ojos
se encontraron, él lamió sus labios y le hizo un guiño, alcanzando a tocarse
su entrepierna.
— No. Para nada. ¿Por qué no se van y continúan con lo que hacían y yo
también terminaré mi negocio.?
— ¿Negocio, hum? — El alto, aceitoso y feo, preguntó sonriendo
cruelmente. — Estamos aquí por negocios también. Tenemos una reunión

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con un amigo, justo allí. Es necesario que vengas con nosotros. Podemos
tenerla....... todos juntos.

Oh, mierda.
Ellos deberían de encontrarse con Cooper.
El tercero todavía no hablaba. Mirando sus brillantes ojos marrones, Tori
sintió que un temblor recorría su espalda.

No era humano.... y cuando ella lo miró, parpadeó en un amistoso guiño y a


su boca asomó una sonrisa. Su cuerpo, alto y esbelto, poderoso, estaba
limpio bajo la ropa bastante desigual, asquerosa y cuando ella respiró
hondo, ella lo olió en él.

Mágico......y..... inherente....... sus ojos se entrecerraron, él articuló las


palabras, ¡Hola! Cazadora.
Bien, ellos tenían un nuevo amigo o al enemigo más formidable que habrían
estado esperando. Sonriendo desafiante, ella levantó su barbilla antes de
mirar hacia atrás, al alto, aceitoso y feo, antes de decir con una voz
falsamente tímida:

— Lo siento pero ya he conseguido una cita. Lo siento tendré que rehusar


esta oferta tan encantadora.
Apoyándose en sus talones, se balanceó atrás y adelante, con los oídos
atentos. Ella oyó dos juegos de pasos. El tercero, no. Por supuesto,
realmente no esperaba verlo.

A Declan no le gustó el brillo en los ojos de su esposa. Entonces no se


sorprendió de no ver ninguna lata de gasolina en sus manos.
Ella no se había alejado cinco pasos en el almacén cuando oyó a los demás.
Ah si, él los había oído afuera y había mantenido un oído atento sobre la
conversación, pero, infiernos, Tori podía manejarlo. Él estaba ocupado
quitando las pruebas de la lucha de Tori con Cooper. La piel bajo sus uñas,
pelo todo esto tenía que desaparecer.
Pero cuando dos hombres se precipitaban sobre su esposa...... bueno, era
solamente más de lo que un hombre podía tolerar. Incluso cuando ella giró,
golpeando a un compinche rápidamente en el plexo solar, antes de golpear
al segundo. Un tercero colgaba atrás en las sombras, en una posición
oblicua semiconsciente en el suelo.

— No estoy interesada, en el alto, aceitoso y feo. — Murmuró Tori con


aquel encanto tan suyo, levantando los puños y cuadrando los hombros
cuando el segundo redujo la distancia, observándola despacio.

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Su compañero se puso a ocho pies de distancia, Declan no lo culpaba. Por
supuesto, Tori también lo habría alcanzado con una patada. Ella podría
haberlo matado.
— ¿La pequeña hembra, es muy habladora, no es así, eh? — Preguntó él,
riendo mientras la miraba. En su top y pantalones que le marcaban la
figura. Declan sabía que era un cuerpo delicioso de mirar. Pero, el imbécil
acababa de llamar a su esposa una hembra.
Alejándose del cadáver de Cooper, Declan se encogió de hombros y
sugirió:
— Yo controlaría mi tono si estuviera en tu situación, compañero. Es a mi
esposa a quien te diriges.

Las pestañas de Tori revolotearon y presionó su mano en su torso medio


desnudo.

— Ah, como lo siente mi corazón. Él siempre consigue debilitarme cuando


se hace el protector.
A seis pies de distancia, moviéndose dentro de la luz, la cara del motorista
de aspecto peludo estaba seria, alejándose de la mujer solitaria. Ella no
parecía ser un objeto de diversión más, pero todavía había cuatro tipos
aquí, ¿verdad?
— No, tienes tres. Y uno de estos tres está más o menos inconsciente, con
fracturas. — Explicó Tori, riendo.

— Deja de darte coba. — Dijo Declan, moviendo la cabeza.

Ahora, la turbación empezaba a entrar en los ojos del hombre cuando él


miró a Tori y luego miró más allá de Declan y vio el cadáver de Cooper. Sus
ojos se entrecerraron.
— ¿Era este tu socio en el negocio de esta noche? — Preguntó Declan. —
Oí la conversación. Lamentablemente. Teníamos una reunión con él antes
de la tuya. Esto no terminó bien para él.
El alto, aceitoso y feo, parecía ahora bastante enojado, decidió Declan.
Deslizó sus ojos hacía el hombre todavía en las sombras. Las fosas nasales
se dilataron cuando él lo estudió. Había algo un poco...... familiar en aquel
olor, la inclinación de aquellos hombros, el hablar. ¿Amigo o enemigo?
— Vamos, Ben. — El alto, aceitoso y feo había gritado sobre sus hombros
cuando él alcanzó detrás de su espalda. Pero su mano nunca tocó su arma.
Por supuesto, Declan nunca estuvo bastante cerca para pararlo tampoco.

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Él estaba sujetando sus hombros, pero Tori estaba detrás de él, su brazo
fue empujado alto entre sus omóplatos, cuando ella ronroneó en su oído:

— No lo hagas. Sería una idea muy, muy mala. Perdí mi comida esta noche y
aunque eres bastante asqueroso, estoy suficientemente hambrienta para
no preocuparme por eso.

La amenaza salía de ella ahora y los ojos del hombre estaban abiertos por
el miedo y la confusión cuando giró la cabeza sobre su hombro, tratando
de ver su cara. Pero ella era tan pequeña. Que no podía. Girando, él se
enfrentó con Declan.
Amablemente, Declan sonrió abiertamente, dirigiéndole una demostración
de sus colmillos, mucho, mucho más largos de lo que habían sido sólo un
segundo antes.

— ¡Ben!

— Ah, ya no. — Dijo desde las sombras, con una voz profunda, casi
gruñendo. Alejándose de la puerta y dentro de la luz, el tercer hombre
dijo: — No tengo realmente ningún deseo de ayudarte a salir de este lío.
Sobre todo desde que la primera razón para venir era que yo debía
encontrarme con Cooper. Y él está muerto, verdaderamente muerto ahora.

Declan inclinó su cabeza, estudiando al hombre y recordando el pasado.


Michael Cross........pero.... su padre, el subteniente Connor Reilly, había sido
uno de los hombres que había sido asesinados protegiéndolo.
Entrecerrando sus ojos, él estudió el poderoso y ancho cuerpo, tratando
de recordar. Hubo un muchacho, sólo un niño, realmente, que Williams
había enviado lejos a otro lugar. Donde él estaría seguro, tanto el
muchacho como su madre, una hermosa bruja que solía contar historias a
Declan.
— Benjamín Cross. — Dijo Declan silenciosamente, sacudiendo su cabeza.
— Qué pequeño, pequeño es el mundo donde vivimos. Había oído que te
habías unido al Concilio.

Bajando su cabeza, el inherente saludó con la cabeza en reconocimiento a


Declan cuando él se movió alrededor de Tori, consciente de lo nervioso que
había estado en su espalda.
— Sí, unos años atrás, un vampiro, misterioso y grande me detectó.
Malachi. ¿Supongo que habrás oído hablar de él?— Preguntó él decaído.
— El bastardo. — Contestó Declan afablemente.
Ben se rió en silencio.

74
— Sí. Bien, le dije que era demasiado joven. Entonces ellos enviaron a esta
pequeña bruja, Kelsey......... pero, así..... fue más difícil seguir diciendo no.
Y el deber me llamaba. — Con un suspiró él frotó su mano sobre su barbilla
y estudió la situación, entonces Tori tiró al suelo al hombre, fulminándolo
con la mirada sin el bloqueo del alto, aceitoso y feo que se lo impedía.

— Él te mira un poco petrificado. — Decidió Ben.

Declan se rió:
— ¿Por qué no lo sacas de su miseria? Tú probablemente conoces sus
crímenes mejor que nosotros y mi Tori todavía tiene un estómago blando.
— No tengo un estómago blando. — Dijo Tori mirando a Ben y Declan con
ojos llameantes.
— Por supuesto que si. Es una de las cosas que más amó de ti. — Susurró
Declan contra su cuello. Entonces giró sus ojos hacía Benjamín y dijo:—
Tenemos que salir de aquí. Tenemos que hacer algunas llamadas, pero me
gustaría que vinieras. Esto ha sido un poco ........ desde entonces no he
hablado con la gente que conocía a tu padre.
Benjamín asintió con la cabeza mientras rayaba el suelo con sus zapatos.

— Yo esperaba..... — sonrió él tristemente. — No recuerdo a papá. Yo era


demasiado joven para recordar lo grande que era y como estaba lleno de
vida.

— Él era un hombre honorable, grande y divertido. Él me quería,


muchacho, y se ofreció como guardaespaldas. — Dijo Declan mientras sus
ojos se pusieron distantes. Tori puso una mano en su brazo, frotándolo
suavemente.

Ben cerró sus ojos y suspiró, estremeciéndose cuando él pasó sus manos
arriba y debajo de su rostro.

— Los bastardos que se llevaron a nuestros padres de nosotros, todos


ellos están muertos, lo sé. Pero eso no es bastante.
— Eso nunca puede ser bastante. Pero hacemos lo que podemos para
impedir a la gente envenenar otros lugares y privar a más niños de sus
padres, Ben. Esto es lo que hacemos.
Ben asintió despacio.
— El deber, esto es lo que me trajo aquí. — Él se encontró con los ojos de
Tori en la distancia y la estudió. — Los Scythe, pensaron que me unirían
antes de que tú vinieras.
Tori lo miró.

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— ¿Quién eres?
Él rió, más bien una risa severa inquietante.

— Algo que Los Scythe realmente no querían a su alrededor. Más ellos lo


tuvieron. — Levantando una mano, él miró fijamente a sus ojos, viendo
como una pelota de fuego resplandeciente, estaba girando rápidamente en
su mano. — Por la razón que sea, cuando una bruja se aparea con un
inherente, parece anular un don de uno o del otro. Pero no siempre es así.
Tori miró fijamente, hipnotizada, la bola reluciente, como el fuego parecía
aclararse y se hacía transparente, hasta que ella miraba fijamente en un
orbe de oro, lleno de caras de niños, de mujeres con los ojos perdidos,
muchachos jóvenes que vagaban por las calles, sin hogar y luego un lugar
que ella conocía. Excelsior.

Donde los jóvenes dotados iban para ser entrenados.

Entonces vio el Pasillo de los Cazadores y Malachi, y otro cazador,


vagamente familiar, Byron. Eli, tantas caras. Agnes. Kelsey.
Entonces ella y Miguel, el bastardo sangriento que la había engendrado,
cuando él acechaba las calles, atrapando a su presa y riéndose de su
terror. Ella tragó, apartando sus ojos del orbe reluciente que había
crecido y crecido hasta que era casi la mitad del tamaño de un bicho.
— Un brujo. ¿Cómo puedes ser tanto brujo como lobo?

Por el brillo de oro reluciente, ella podía distinguir apenas su contorno,


aunque su voz, aquella voz de gruñidos profunda, fuera poderosa, casi
palpable.

— ¿Cómo puede una mujer ser humana y vampiro? ¿Y tener el olfato del
lobo también? — Preguntó él cuando el orbe comenzó a derretirse. — Soy
como soy. Lo que el Concilio necesita que sea. Dios tiene la costumbre de
enviar a la tierra lo que es más necesario, cuando es necesario. — Dijo él,
encogiéndose de hombros cuando él estudió su cara, qué Tori estaba
segura era aún más pálida de lo normal.

— ¿Dios? — Repitió Tori. — Que pintoresco. — Se burló ella ligeramente


mientras intentaba estabilizarse. Infiernos, ella era una hembra.
— Sí. Dios. Tú creíste en él hace unos años. — Dijo Benjamín suavemente
acercándose un poco, mientras estudiaba su cara con ojos penetrantes. —
¿Unos años de caza han cambiado esto? — Deslizando sus ojos hacía su
marido, Benjamín dijo: — Pienso que desconcierto a tu esposa.

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— Pienso que tienes la costumbre de hacer esto en mucha gente. — Dijo
Declan, situándose detrás de Tori y acariciándola con sus manos arriba y
debajo de sus brazos.
Tori no te ..... preocupes por las conveniencias. Esta noche ha sido una
noche para ello, y tenemos más aún por hacer.

— Hummmm. Verdaderamente. — Benjamín rió despacio, casi tristemente.


— Perdí la inocencia hace mucho, mucho tiempo.

Capítulo Seis

Erika se acurrucó en la limusina durante el paseo, mordisqueando el bollo


de canela que Sheila había cocinado durante la noche. Aunque ella ya no
comiera, todavía le gustaba cocinar, y Erika era su mayor admiradora en lo
referente a su cocina.
Una migaja cayó en la novela romántica que había robado de la habitación
de Sarel, y Erika la sacudió, echando un vistazo para asegurarse de que
Mike no estuviera prestando atención. Sus ojos se abrieron sorprendidos
y su aliento se atoró en su garganta. Mike echó un vistazo hacia arriba,
siempre alerta.

— ¿Estás bien, mocosa?.


Justo antes de que una bala de plata destrozara su hombro. Si no hubiera
cambiado de posición, podría haber sido su cabeza. Cuando ellos redujeron
la marcha en la intersección, Erika había visto alguien en el coche de al
lado bajando la ventanilla y apuntando.... y ahora, estaban atacando la
limusina.
Mike gritó de rabia, saltando hacia ella y colocando su cuerpo
protectoramente bajo el suyo mientras le gritaba a Brad.

— ¡Acelera!.

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Pero la bala dirigida hacia él no había errado, y estaba desplomándose
sobre el volante mientras la sangre fluía de su corazón hacia la manó que
estaba en su pecho.
Sacando el arma que Eli había ordenado que todos llevaran en la bota,
Mike rodó, moviendose por detrás del asiento, esperando y llamando a Eli.
Pero parecía que no habría suficiente tiempo.

Y Erika no tenía ninguna obligación con cualquiera de ellos. Ninguna


obligación de sangre, ninguna obligación de alma. Ella era sólo dulzura, una
niña inocente.
Cuando una hermosa y exotica cara se colocó en su campo de visión, él
levantó el arma.

— Baja tu arma, lobo. Y te dejare vivir, así le podras decir a Jonathan cual
fue el final de la muchacha. Es a quien queremos.

— Jódete. — Dijo Mike cuando apreto el gatillo.

Leandra juró por lo bajo en la oscuridad cuando uno de los torpes idiotas
presionaban con demasiada fuerza sobre la herida de bala de su costado,
rasgandola y haciendo que fluyera más la sangre.

— Deberías de haberme dejado que le matara.


— No. Él es un guerrero, protegía su deber aunque estuviera enfrente de
la muerte. Ningún guerrero debería ser asesinado como un perro enfermo.
Él merece morir en la batalla. — Dijo Leandra, levantando su mirada hacia
Vincent y haciéndole apartar la mirada. —Y él le dirá todo a Jonathan. Él
es nuestra presa, no la muchacha.

— La muchacha es como un dolor en el culo, demasiados problemas.


¿Cuándo podremos deshacernos de ella?

Leandra entrecerró sus oscuros ojos.

— Ella regresará a su casa cuando Jonathan venga. Yo lucho en batallas


honorablemente.

—Te aferras demasiado al honor. Nosotros somos Los Scythe, no los


Cazadores.
— Soy una guerrera. — Dijo Leandra, despacio, con su delgado y musculoso
cuerpo deslizandose como un gato elegante mientras caminaba con paso
majestuoso hasta fulminar con la mirada a un pálido Vincent, con cara
enojada. — Lucho con honor. Sé a quien sirvo. Y no hace falta que me digas
como luchar mis batallas.

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Despacio sacando el largo cuchillo de la vaina en su espalda, ella la colocó
sobre su cabeza, estudiándola, sus ojos de color ámbar destellaban en la
vacilante luz.
— ¿Me entiendes ahora, Vincent? No quiero que haya malentendidos entre
nosotros sobre esto. — Dijo ella. —No quiero problemas.

— No me amenaces. Leandra. No me preocupa la mierda de Vudú que


sepas...
Una sonrisa lenta y fresca curvó su boca hacia arriba, mostrando su mano
libre, antes de que sus dedos se cerraran lentamente en un puño.
— No soy ninguna sacerdotisa de vudú, Vincent. Ser Jamaicana no me hace
una sacerdotisa del vudú. Soy una bruja, nacida con sangre de ella.—
Cuando ella habló, lo miró con ojos analizadores al ver que su cara se ponía
más pálida y más pálida cuando la entrada de aire fue cortada mientras
doblaba lentamente su mano.
Finalmente, cuando empezó a ponerse primeramente rojo, y luego de color
azul, abrió su mano y cayó, con un grito ahogado, al suelo.
— No te equivoques, Vincent. Soy una guerrera, una bruja. Y no hago
amenazas. No las necesito. Y no se tocará a la muchacha. Si se hace, o si
cualquiera de los hombres lo hace, lo mataré, agradable… y lentamente.—
ronroneó.
Taconeando, ella caminó con paso majestuoso alejandose, haciendo saltar a
dos de sus mujeres y saludando con la cabeza a la muchacha.
— Que pobre tintineo.— Murmuró ella, acariciando su frente mientras
ellos traían a la pequeña bruja aterrorizada. —Esto terminará pronto.
Jonathan vendrá y te enviaré a casa.

— Mentirosa. ¿Por qué lo harías?— Escupió Erika, luchando aunque era


inútil, tirando de sus brazos, pataleando en las rodillas de sus captores y
casi atrapando a uno de ellos.
Leandra miro a Constantine cuando la mujer se acercó a la muchacha que
había insultado a Leandra.

— No la culpo por que no me tenga confianza. Tampoco yo no confiaría.


Inclinando su cabeza regiamente, Leandra camino haciendo un círculo
alrededor de ellos lentamente, cuidando no dejarles ver cuan herida y
molesta se sentía.
— Pero no miento. Te irás a casa, pequeña Erika. Yo no mato a niños. Sirvo
a Mistress. Procuro sólo destruir el patético Concilio que muchas vidas ha

79
terminado, que se creen que están por encima de todo pecado, que son
intachables. Los que se creen que son mejores guardias que el resto de
nosotros, y aún asi sostienen nuestras muertes en sus manos.
Erika sacudió su cabeza enérgicamente.
—Los Cazadores son valientes, y fuertes, y orgullosos, tú eres una
estúpida… estúpida… hembra. — La palabra salió de sopetón,
sorprendiendo a la niña tanto como se habían sorprendido las mujeres que
la sujetaban, pero Leandra sólo se río. Pero ella no paró su discurso. —
Ellos nos protegen, y a las personas de los monstruos. Si Jonathan no me
hubiera salvado, mi papá me habría violado. Por esto es para lo qué estan
los Cazadores. ¿Y los llamas patético?
Y Leandra solo podía mirarla fijamente y conmocionada cuando la niña tuvo
el descaro de escupirla..

Las manos de Jonathan estaban flexionadas, las uñas oscurecidas hasta


volverse negras cuando las garras se deslizaron por debajo de su piel.

Mike está pálido sobre la cama, dolorido, sufriendo, pero no muerto.


La plata trabajaba despacio en su sistema, y él se recuperaría.
Brad estaba muerto.

Y Erika desaparecida.

Levantó su cabeza, encontrándose con la mirada fija de Malachi durante


un breve segundo antes de que se levantara, saliendo de la habitacion.
Lori respiró hondo antes de girar y encontrar los ojos de Kelsey.

— Voy con él. Si él hace esto solo, no volverá con vida. Erika vendrá, pero
él no. Mi estomago es bastante insistente sobre este tema. — Dijo ella
quedamente cuando la otra bruja mezclaba concienzudamente otra
cataplasma para presionar sobre la herida en el hombro de Mike con una
sanguijuela para absorver el veneno.

Les había costado demasiado tiempo conseguir sacar a Mike del hospital.
Habían tardado demasiado en convencerlos de que se recuperaría mejor
en casa. Incluso el médico inherente que se había encargado del caso
había tenido dificultades para convencer al médico de urgencias que había
ingresado a Mike que era un viejo amigo de familia. La red de personas
que tenían era extensa, pero a veces era... un infierno, las acrobacias
verbales que tuvieron que realizar para conseguir que uno de su gente

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saliera del lugar. Fue algo más que alucinante. Ahora, durante la noche, Eli
se escabulliría y miraría fijamente los ojos de las personas, simplemente
los dominaría con su mente, gracias a sus capacidades de vampiro.
Alguien moriría por esto.
Lori clavó sus uñas en las palmas de sus manos mientras caminaba con paso
decidido a su habitación, lejos del olor de la sangre, y del veneno de la
plata que lo había infectado. Cuando la plata entraba en el cuerpo,
cambiaba químicamente, derritiéndose despacio y filtrandose en la
corriente sanguínea. Ya que la bala no se había quedado en su cuerpo, era
probable que no le matara, pero había perdido mucha sangre a la espera de
que llegaran los médicos. La herida no se cerraría sola, y el veneno todavía
estaba allí. Más débil, ya que era muy joven, Mike tendría que curarse muy
despacio.

Y Erika.... ¿dónde estaba su niñita?


Un gruñido se formó en su cara a la vez que ella bajaba una mochila y la
llenaba de provisiones, algunas hierbas, y una pequeña botella de agua de
las que bastantes personas se reirían de ella. No. No era agua bendita.
Era agua pura de un manantial, recogida esta primavera en Irlanda, en un
lugar donde la tierra tenía más poder mágico del que hubiera visto alguna
vez.

Estaba llena de una magia potente. Algo para ligar junto a las hierbas
cuando llegara el momento, si ella lo necesitara.
Atándose con una correa un cuchillo de combate a su cadera, echo su
trenza hacia atrás sobre su hombro e introdujo algunas barras de energía
en su bolso mientras caminaba hacia la puerta. Analizando su plan.
Chocando con Jonathan, sonrío inocentemente, agitándole sus pestañas.
— ¿Dónde piensas que vas?

Echando un vistazo hacia abajo a su ropa—a la ropa oscura y gruesa que


ella llevaba puesta cuando de vez en cuando hacia una patrulla con un
compañero, algo que Eli había requirido para asegurarse de que ella
estuviera en forma y apta para luchar—ella levantó sus ojos e inclinó su
cabeza.
— Hmmm, ¿a una fiesta?
— No, Lori,— dijo Jonathan, cruzando y alejándose por delante de ella,

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sacudiendo su cabeza. Él había atado su largo pelo castaño con mechones
dorados apretadamente, dándole una excelente visión de su prieto trasero
y Lori contuvo el aliento mientras lo evaluaba.
— No, no, no… bien, Jonathan. No puedes decirme que no. Eli no permite
que haya misiones de rescate individuales. Sabes eso.

— Mi hija, Lori. Ellos tomaron a mi niñita.— La voz de Jonathan fue un


gruñido grave y áspero mientras saltaba por las escaleras y caminaba con
grandes zancadas fuera de la casa.
Lori trotó siguiéndole, enviándole al resto de la familia una mirada
expresiva. Lo atrapó cerca del camión y lo cogió por el brazo, dándole la
vuelta. Él se movió para dejarle espacio a su lado, presionándola contra él,
contra el camión. Sus ojos se deslizaron hacia la cerradura del camión
antes de girar y posar sus ojos en los suyos.

—Muévete, Lori. Tienen a Erika. La he criado durante siete años, la he


cuidado. Prometí que nada malo le ocurriría y la dejé. Tengo que
encontrarla.

— ¿Cómo?— preguntó ella simplemente. —¿Por el olor? Ellos la tomaron en


un coche, en la ciudad. Puedes encontrarla, pero solo con tu voluntad. Pero
yo puedo hacerlo y más rápido. Y si ellos le han hecho daño, me
necesitarás. Jonathan, soy tambien un Cazador, aunque no sea tan
poderosa como tú. Y soy una luchadora. Tú me entrenaste. Llévame
contigo. Me necesitas. Erika me necesita. Mi vientre me lo dice.
— Dime dónde esta ella.
Retrocediendo, sus ojos nunca dejaron los suyos.
— Iré hacia donde está. Incluso asi tenga que ir sola. Y si vas solo,
probablemente no regreses vivo. Y maldita sea, ciertamente Erika si lo
hará. La enviaré a casa de una pieza, aunque tenga que derribar el lugar
encima de mí en el proceso. Sabes que puedo hacerlo.— Su voz estaba
llena de poder y de pasión sus palabras, y su garganta se apretó cuando
ella miró fijamente sus ojos oscuros.
Si ella no iba, él moriría. Entonces ella tendría que llegar allí antes que él,
y maldito sea, quién se sacrificaría sería ella en vez de él.
— Maldicion,— gruño Jonathan, sacudiendo su cabeza, sus ojos brillaban
rojos de rabia. Sus colmillos se deslizaron hacia abajo y, cuando ella le
miró, su piel hizo una ondulación leve, como el agua cuando se movía por un
lago.
Transformandose, él caminó con pasos majestuosos alrededor del camión.

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—Entra. Mierda.

Ahora tenía dos mujeres que salvar, que proteger. Porque Lori podía
encontrar a Erika perfectamente. Todo lo que ella necesitaba era
concentrarse en la cara de Erika y podría encontrarla en cuarquier parte
sobre la tierra. Y la bruja no necesitaba un coche para llegar a allí.

Infiernos, ni siquiera Kelsey podía hacer algunos de los trucos que Lori
podía hacer.

La tele-transportación era un regalo insólito, por lo menos eso le habían


dicho a Jonathan. Una destreza rara entre las brujas, y este sólo se
revelaba como uno de los dones de brujas más raros, y solo cuando fuera
muy necesario.
Lori podría deslizarse hacia cualquier lugar donde estuviera alguien que
ella conociera, sólo concentrándose en la cara de aquella persona.
Quienquiera que hubiera tomado a Erika no había contando con Lori. Lo
malo era que Jonathan no podía contar con que Lori fuera capaz de estar
de pie en una pelea.
— Puedo perfectamente soportar una pelea a tu lado, imbécil—,
interrumpió Lori, con voz fría.
— Eres una Sanadora. Puedes ser un miembro del Concilio de los
Cazadores, pero esto no te hace un verdadero Cazador. — Jonathan se
sacudió, asustado cuando comprendió que ella era totalmente consciente
de sus pensamientos. —Joder, la marca tambien te ha afectado, ¿no es
asi?.
—Tonto. ¿A cuántas vampiresas tengo que poner delante de ti? ¿Cuántos
violadores, matones?— exigió ella,sin hacerle caso.

Jonathan se apresuró por la ciudad, después de distanciarse un poco de


Lori. Si él fuera por el camino incorrecto, ella se lo diría.
—Te ocurre justo cuando me tocas, ¿no? —preguntó él bruscamente,
pensar en la noche antes cuando él había pensado en ella otra vez, cuando
tenía dulces sueños, sueños calientes. Sueños que le habían hecho
merodear por la noche, caminar y luego cambiar y dirigirse corriendo hacia
arriba a los acantilados hasta que poder aullar sus frustraciones al cielo y
así ella no lo oiría.
— Vete a tomar por culo.— Su voz fue fría y entrecortada, áspera.
Cruzando sus brazos sobre su pecho, ella le fulminó con sus ojos, luego
miró hacia la ventana y no le hizo ni caso. Totalmente, completamente

83
enojada.
Suspirando, él rozó su cara.

—Lori, eres una mujer, una bruja poderosa, pero no eres una shifter.
Estás en increible forma, más que cualquier humano, pero no eres tan
fuerte como lo somos nosotros. No puedes correr tan rápido como
podemos nosotros y no te puedes esconder, no tienes el poderoso sentido
de olor, y...
— Fumaste aquí hace aproximadamente tres días,— dijo ella friamente. —
Y algún día de la semana pasada, Sheila conducía tu camión. Puedo oler su
champú. Y también, muy vagamente, percibo el olor de Rafe. Apuesto a que
ellos estuvieron jodiendo. Pero no durmieron juntos. Él probablemente no
la dejará entrar en su vida. Él no quiere cargas. — Lori sonrió tristemente.
— Pobre Sheila. Espero que ella se olvide de ese estupido vampiro.

Jonathan recordó aquella sesión con su boca abierta pero no le pareció


que fuera particularmente inteligente. Por lo que la cerró con un
chasquido, conteniendo el aliento. Él lo había olido al momento de abrir la
puerta del camión y manteniéndose a un lado, como siempre hacía.
Ningún mortal debería haber sido capaz de oler a cualquiera de ellos, ni el
cigarrillo sangriento que se había fumado con desesperación hace unos
días. Había sido un maldito cigarrillo y había abierto la ventana para gritar
en voz alta, y la había dejado abierta esa noche mientras dormía.

El olor de Sheila había desaparecido, y el olor de Rafe había sido tan


débil, apenas permanecía en la ropa.

De ninguna manera Lori debería de haberlo presentido.


— No sabes mucho sobre las brujas, ¿o si, Jonnie?— preguntó ella,
tristemente, apoyándose contra la puerta. —.Y casi nada en absoluto sobre
mí.
De repente, él sintió su pecho tensarse.
Lori se marcharía. Él lo sintió en sus tripas. Una vez que Erika estuviera en
casa, fuera seguro, y este peligro, independientemente de este nuevo
peligro hubiera sido eliminado, Lori dejaría la casa de Eli.
— Una bruja con una exquisita audición y un sentido del olfato. Mi vista
es la de una mujer normal, pero mi audición es casi igual a la de un vampiro,
aunque no tan buena como la tuya. Pero mi sentido del olfato, bueno, está
malditamente cercano. La mayor parte de las personas que conocen algo
sobre las brujas del Concilio lo saben, o eso pensé. Tienes que girar por
aquí. Han entrado en Virginia. Tenemos que encontrar la autopista de

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peaje—, dijo silenciosamente, presionando su frente contra el fresco
cristal de la ventana.

— Sé lo que tengo que saber sobre ti,— dijo Jonathan suavemente,


mirando ceñudamente la línea delgada de su espalda, su cabeza agachada.
— ¿Y qué es ? ¿Qué puedo curar tu cuerpo cuándo estás herido? ¿Cerrar
las heridas que consigues patrullando? ¿Qué puedo eliminar a Erika una
espinilla justo antes de que la fotografíen?— Ella se rió, un sonido seco y
frágil. —Sabes que te gustaría joderme, y sabes que a tu niña, la niña que
te llama Tío ama mi cocina, pero no sabes que tipo de películas me gustan,
o que tipo de libros leo. En mi cumpleaños, me diste un “cheque” para que
recogiera lo que quisiera en un centro comercial, así no tendrías que elegir
nada.
Porque no me permitiré estar cerca de ti ....
— No me conoces. No quieres conocerme,— dijo Lori suavemente. Un largo
suspiro estremeció y atormentó su cuerpo mientras subían más alto y más
alto en las montañas que los conducirían a la Virginia Occidental. —Y esto
es bueno. No voy a esperar para que me conozcas, Jonathan. Malachi me
ayudará a encontrar un nuevo Maestro. Haré que él lo haga en el Concilio
cuando este todo dicho y hecho.
Una cólera ciega empezó a crecer en su interior. Sus garras destrozaron
sus lechos en sus dedos y un gruñido resonó saliendo por su garganta.

Controlando al animal, él siguió conduciendo. Ahora no era el momento para


enfrentarse a esto.
Pero él vería muerto a ese antiguo bastardo antes de dejarle que se
llevara a Lori al Concilio.
No tendría la ocasión.

No tendría la ocasión, ya vería.

Ella era una Cazadora, maldita sea. ¿Si decidiera dedicar mi oficio de
sanadora por la de trabajar junto a ellos? Estoy dotada, estoy preparada
para eso. He tomado mi parte de asesinos de la calle. He eliminada a
bestias antes.
Maldición.
Ella había sentido un toque sutil sobre su mente. Durante la semana
pasada, había aprendido a sentirlo cuando él la alcanzaba por esa señal,

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cuando pensaba en ella. Y había aprendido a bloquearlo. Firmemente, ella
lo había bloqueado, rechazando dejar que tocara su mente, pensar en ella
y posiblemente intentaría intercalar sus pensamientos con los suyos ahora
mismo.
¿ Y si estaba actuando como una niña mimada?

Incluso los Sanadores tenían derecho a eso de vez en cuando.

Lori estaba cansada de ser una santa constantemente. Cansada de ser


dulce y apacible, de la que nadie esperaba que estuviera disgustada o
silenciosa, o perturbada. Bien, no estaba disgustada.
Estaba tan enojada. Que dolía.
Le dolía tanto, que todo su cuerpo dolía por eso.

Forzando una honda y lenta respiración en sus pulmones, forzándose a no


respirar de modo inestable, sin sollozar. Pero no pudo contener unas pocas
lágrimas que se le escaparon, filtrándose por sus pestañas en lentos y
calientes senderos.

Él no tenía ninguna fé en ella.


Ella podría haber vivido con esto solo. Infiernos, hasta Sarel dudaba de
que ella pudiera estar en pie en una verdadera lucha, aunque Eli insistía en
que ella podía. Sheila creyó que ella podría.
Lori sabía que ella podría.

Pero Jonathan no la amaría alguna vez.

Jonathan había cerrado su corazón a casi a todos. Menos a Tori y a Erika.


Erika… Centró su cara en su mente y se concentró.

— Ella duerme, su estomago está lleno y al menos alguien es amable .Te


esperan bajo tierra. La cueva está en un lago en las montañas,—murmuró
cuando su voz fue desapareciendo y presionó sus dedos a su frente — Un
lago grande, inmenso. Se extiende más lejos de lo que un ojo puede ver.
Levantando su cabeza, ella encontró sus ojos.
— Ellos piensan que la cueva te pondrá nervioso, intimidándote. A ningún
animal le gusta estar bajo tierra. Y ellos están seguros de que irás solo. La
carretera es la circunvalación en las Montañas Blue Ridge. Ahí es donde
tienes que ir. Ella está allí, en algún sitio.
Sacudiendo su cabeza, ella salió de aquel profundo ensueño y obligó a sus
ojos a abrirse, contemplando los coches y los árboles cuando pasaban para
subir las montañas. Desde lo alto, deseando que acabara pronto esto. Solo

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queriendo estar sola y lejos de todo.

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Capítulo Siete

— Para ya, — gruñó él.


Su voz se deslizó a lo largo de su espalda, calentando su cuerpo como una
caricia y ella se puso rígida, haciendo salir calientes sentimientos, que le
producían sensaciones inestables.

— Déjame en paz.— Su voz era suave, casi insonora en la tranquilidad del


camión, pero ella sabía que él la había escuchado.

— No lo hagas, Lori. Tu cólera, puedo tratarla. Aunque estés equivocada.


Tú no eres un guerrero como lo es tu hermana. Nunca has tenido que serlo.
No conoces a los guerreros mágicos. Incluso Sarel duda de ti....Lo siento.
Sé que esto duele al escucharlo. Pero eres una poderosa Sanadora, ahí es
donde esta tu talento, en la curación, como una bruja.

—Tu dolor es lo que me desgarra. Estás en problemas, lo siento, sé que lo


causé..... No puedo remediarlo.
— Para,— repitió él, con voz debil. Un calor,suave, como la seda comenzó a
llenar el camión y la respiración de Lori se atascó en su garganta.
Flexionando sus rodillas sobre su pecho, giró su hombro y miró fijamente
por la ventana, negándose a agradecerselo ni siquiera cuando le susurró sin
hacer ruido. Estaba medio aturdida, enfocada totalmente sobre sí misma,
intentando aliviar su dolor. Su estado meditativo era tan completo, que
Lori no se dio cuenta mientras avanzaban por el camino, lejos del tráfico,
por un camino en el que Jonathan empezó a bajar por la montaña. Tomando
una de esas vías casi exclusivas para camiones, siguió hasta el final, para
llegar a otra más pequeña que la dejó sin aliento.

Ella todavía tenía la mirada fija inexpresivamente – sin ver el verde de los
árboles, sin escuchar las llamadas de aves u oliendo el bosque- solamente
consciente del dolor que permanecía en su alma y que éste solo se hacía
más grande y más grande a cada paso que él daba.
Unas manos grandes, afectuosas se posaron sobre sus hombros.
— ¿Dónde está Erika en este momento?.
Sus parpados bajaron.
— Durmiendo. En un lugar seguro. Alguien está allí vigilandola.
Protegiéndola. Alguien con un verdadero sentido del honor, es la que la

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mantiene segura. Ella quiere ver que Erika regresará a su casa. —susurró
apenas Lori. Sus parpados se entrecerraron y ella miró hacia la nada.

Tenía que hacer esto completamente. Ver a Erika segura. Ver a Jonathan
seguro.
Entonces podría dejarle y encontrar algún sitio donde fuera necesitada,
donde no sintiera tanto dolor con sólo vivir allí.

— Lori.
Sus parpados bajaron otra vez y su cabeza cayó, su cuerpo se estremeció
cuando ella suspiró. Un grito ahogado salió de sus labios cuando él presionó
su boca abierta y caliente en su cuello, deslizando sus brazos alrededor
de su cintura, colocándola contra él, en su regazo. Con la caliente, fuerte
palma de su mano presionando fuertemente contra su vientre.
—Mírame,— exigio él. —No quiero ver esta laxitud en ti.

Ella le empujó, tirando de sus manos.

— Basta ya, Jonathan,— dijo ella suavemente. —Para ésto, ahora. No lo


haré otra vez, sueño contigo y luego me alejas hasta que sientes la
necesidad de tocarme otra vez. Si no puedo tenerte para siempre, no te
quiero en absoluto.

— Mentirosa,— dijo él fácilmente, deslizando su mano hacia abajo, al


centro de su pecho, pasando por su torso, hasta que la depositó en su
entrepierna. Y cuando lo hizo, frotó sus nudillos contra su clítoris hasta
que ella se arqueó ávidamente,levantándose débilmente contra su mano.

— El Sexo es fácil, maldita sea,— siseó Lori, gimiendo. —Yo podría haber
dormido con cualquiera. Infiernos, podía haberme acostado con Malachi y
luego tú no habrías sido nada más que un recuerdo cuando me alejara de ti
para siempre, conmigo como su esclava. Pero no soy...

Las palabras de Lori se murieron en su garganta cuando Jonathan apretó


su boca airadamente contra la suya, conduciendo su lengua dentro de su
boca, bajando por su garganta, moviendo su cabeza por todas partes y
gruñendo cuando trató de empujarlo.

Una mano capturó sus muñecas, mientras la otra se ahuecaba en su firme


pecho, pellizcando su pezón, haciéndolo rodar entre sus dedos,
ordeñándole hasta palpitar y doliendole mientras él se lo introducía en su
boca para comerlo con gula.
La cabeza de Lori le daba vueltas, su sexo se humedeció aun más. Un
estallido lento y doloroso pasó a través de ellos cuando se arqueó hasta

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posarse contra él, sus ojos se cerraron a la vez que un gemido emergió de
su garganta.

Finalmente, él separó su boca de ella.


—Te salvaste por ahora,— dijo él entrecortadamente, inclinándose hacia
abajo y susurrándole bruscamente en su oído. —Y esto es por Erika. Si ella
no estuviera sola y en problemas, te pondría sobre tus manos y rodillas, y
te montaría, te follaría, hasta que gritaras mi nombre y juraras que nunca
dejarías a otro hombre tocarte. El sexo es fácil, sí....— Su voz fue un
aspero ronroneo contra su carne mientras él acariciaba su palpitación,
haciendo que su cuerpo anhelara sus manos expertas. Bajando sus dedos
entre sus muslos, acarició su clítoris de un lado a otro hasta hacer salir
un lamento en su garganta. Su cara se ruborizó cuando su otra mano
apretaba su pezón bruscamente, ordeñando su dura carne, como
guijarros. — Que te comparta no es tan sencillo.

— Lo que es seguro es que mi corazón se rompe,— gritó ella, arrastrando


y colocando su cuerpo contra la puerta del camión, agachándose allí,
presionando su cara contra la ventana mientras su cuerpo temblaba. Su
voz áspera y trémula, dijo, —No me toques otra vez, Jonathan. Lo
ratifico, no lo hagas.
—Te tocaré, y acariciaré ese melodioso cuerpo tuyo a un ritmo febril y me
pedirás más—, dijo, alcanzando la palanca de cambios y lanzando el camión
en marcha atrás.
—¿Incluso cuando te digo no?.
—Tu cuerpo dice que sí.

—Mi corazón dice no.


— Haré que tu cuerpo entero, tu corazón y alma, griten pidiéndome más—,
juró Jonathan con vehemencia, deslizando una mano hacia ella.
— Entonces me violarías, porque mi mente nunca dirá sí. Mi mente sabe
que ésto no es bueno para mí, — dijo Lori, colocando sus brazos alrededor
de sus rodillas. —No importa qué preguntes, o lo que pida mi cuerpo, mi
mente es la que cuenta. Y hasta ahora, cuando todo esto viene de ti, mi
corazón ha ido por el mal camino, pero si hubiera escuchado a mi cabeza.
— una risa dura salió por sus labios. —Si hubiera escuchado a mi cabeza,
habría dejado a Eli y este lugar hace ya mucho tiempo. Y tú nunca me
habrías lastimado.
Jonathan pisó de golpe sobre los frenos y Lori voló hacia adelante, sólo la
sujeción de un brazo largo y acerado evitó que saliera disparada hacia

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adelante, parándola, fustigándola con la mirada. Sus ojos brillaban rojos
de furia y sus colmillos se habían alargado mientras él la miraba
fijamente.
— Nunca te lastimaría de ese modo. ¿Alguna vez he ido a ti en contra de
tu voluntad?.

— Tú sólo has amenazo con hacerlo—, dijo Lori sencillamente, levantando


sus pestañas y mirando fijamente sus ojos, esos ojos sin fondo y tersos
como seda de chocolate. — Y siempre me has tocado sin realmente
preocuparte por mí, sin amarme, sin quererme de la misma manera como yo
te quiero, has roto mi corazón. No quiero tener sexo vacío, Jonathan.
Su cara era como madera, impasible. Taladrándola con la mirada, él le echó
un vistazo con ojos fríos, sin expresión.

— Entonces que así sea. No te tocaré otra vez hasta que tú me lo ruegues.
Pero llegará el día en que vendrás a mi y que me rogarás. Pero no te daré
las promesas que tú quieres, Lori. No soy el hombre para dártelas—, dijo
monótonamente. —Te lo dije hace muchos años. Tú quieres a un príncipe
de un cuento de hadas. Yo soy el monstruo del cuento de hadas.
Lori sospechaba que Jonathan había creído eso durante tanto tiempo, que
estaba empezando a creérselo.

Sus palabras se repitieron en sus oídos.

— Pero llegará el día en que vendrás a mi y que me rogarás.....

Su preciosa Lori realmente se habia creído que él podría hacerle daño,


tomándola a la fuerza—no—contra su voluntad. Había una diferencia, leve,
pero todavía había una diferencia. Las manos de Jonathan se apretaron
mientras seguía el camino hacia abajo por la montaña a la carretera de
circulación de Virginia. Y su rabia sólo crecía.
Su resolución se había vuelto más firme.
Era lo mejor, ¿ no?

Un profundo gruñido se había creado en su pecho mientras sus manos se


apretaban y sus uñas se oscurecían, formándose y alargándose las garras
cuando su rabia llameaba en el interior de su alma de Lobo. Él escuchó a la
antigua criatura, sabiendo que ésta se despertaba, preguntándose qué
hacer.
Muy pocos eran los que se podrían comunicarse con el Lobo en este nivel,
y la criatura estaba entretenida con la frustración de Jonathan. Y

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simplemente el pensar que dijera una palabra, rompería la calma que casi
ya estaba abandonado a Jonathan.
Compañera…
Jonathan pensó firmemente, no. Aunque la palabra resonó en su alma, en
su corazón, en sus intestinos. Y el lobo era.... antiguo, sabio.

Compañera.... perderás a tu compañera, la perderás, hermano.


Jonathan envió imágenes a la criatura, a su oscuridad, a su alma
trastornada, echando un vistazo hacia Lori por el rabillo de su ojo. No
tengo ningún derecho de tomar a una compañero con toda esta oscuridad
que hay en mí. No puedo, podría corromperlo, ya que tengo demasiadas
sombras, demasiado malestar. Ella es demasiado pura, y también....
decente para mí para arriesgarla a que sufra con mis demonios
personales.
Sintió un resoplar en su cabeza, una risa de lobo. ¿Demonios personales?
Hermano, tú no tienes nada de eso dentro de tu cabeza. Tu corazón es
puro, o si no tú no sentirías mi toque tan intensamente.
El were puede estar corrompido. ¿Cuántos pueden sentir la llamada del
lobo y no seguir salvajes? Dijo Jonathan.
El toque del Lobo está siempre desde que se es bebé puro de nacimiento.
Mi toque es puro. Y hablo de mi toque, no del lobo,y tú has sido dotado de
ambos. Mi toque es el de mi sabiduría, mi control, mi amor. Yo fui uno con
el were antes, antes de que ellos dejaran de escuchar mi voz, y solo se
escucharan a ellos mismos, a su avaricia.
Lo que la persona hace con el alma es su propia eleccion. Sabe eso, nada
más.
Jonathan se puso rígido ante las palabras del lobo, que tan fácilmente
había entendido. Travis podría ordenar al lobo. Y algunos más... Declan, en
muy raras ocasiones había mencionado el toque del lobo. Pero él era un
inherente, sólo lo era en parte, por lo que el toque no era muy fuerte.

Que me dices a esto, joven hermano…¿Puedes verte sin la bruja en los


años que te quedan? ¿Puedes verla con otro?
La desolación llenó su alma ante la idea de una vida sin ella —años que se
alargarían hasta la eternidad—año tras año vacíos sin ver aquella
encantadora cara, su risa seductora, nunca poder hundirse en ella, en su
apretada y pequeña vaina mojada. Y la cólera enroscándose a través de él
ante la idea de que tuviera a otro hombre, anónimo, desconocido, salía en
su mente.

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Otro Cazador... ella iría al Concilio. Su sentido de lealtad corría
profundamente, y ella seguiría ayudando a los que la habían salvado.
Rabia—calor, profunda y pulsante—extallaron en su interior, bombeando
en sus venas cuando en su imaginación los vio juntos, riéndose,
trabajando… follando…

Y luego, después de unos años, su encantadora cara finalmente


comienzaría a mostrar leves signos de edad, y ella caminaría. Sola, y en
soledad, bajo el frío y hacia un lugar vacío en un día tempestuoso, su pelo
largo se azotaría alrededor de ella cuando mirara hacia atrás, y Jonathan
podría haber jurado que él en realidad la veía, y ella a él, a través del
espacio del y del tiempo.

Sus ojos se encontrarían: los suyos más viejos, más sabios, más tristes.
Ahora, una cicatriz estropeaba su delgada cara, desde su ojo hasta su
boca cuando ella le miró fijamente. Y su voz, cuando habló, fue escueta,
pero sólo dentro de su cabeza...
—Deseaba que hubieras sido tú, Jonathan. Realmente quise que hubieras
sido tú.
— ¿Qué?.
Ella se rió tristemente, abrigándose con sus brazos y mirando a su
alrededor cuando el frío invernal la rodeó.
—Esto.
Frunciendo el ceño, él sacudió su cabeza y dijo:

—No te entiendo.
Ella sonrió, un eco tristemente, de lo que solía ser cuando ella miró
fijamente a sus ojos.

— Lo se. — Ella miró fijamente a su alrededor, girándose en un círculo


lentamente, su mirada se movió sobre el paisaje, sobre las hojas que se
agolpaban alrededor de ellos, haciendo una pausa cuando sus ojos
descansaron brevemente sobre un trío de piedras marcadas. Su cara se
estremeció por el dolor y se dio la vuelta rápidamente para que Jonathan
viera los nombres. Él no pudo mantener su mirada demasiado tiempo en
aquella cara.... no podía.
Mirando hacia otro lado, ella sonrió mientras una lágrima caía hacia abajo
por su mejilla, antes de que se la limpiara, dijo:

—Eras mi vida.
La palabra —NO— se atoró en su comprimida garganta cuando el cuerpo

93
comenzó a desvanecerse. Jonathan se abalanzó hacia ella, pero ya se había
extinguido y cayó, sacudido por su congoja, sobre sus rodillas.

Con gravedad, él se levanto y caminó hasta las piedras que había señalado
y la encontró allí, descansando. Con sus dos bebés, gemelos. Cayendo sobre
sus rodillas, Jonathan gritó.

—No.

— Ella no escogió por su vida, o su muerte.


Girando su cabeza, miró como un lobo caminaba silenciosamente en el
sueño que estaba tejiendo.

—Esto la escogió después de que ella se alejó. Era la única cosa que pudo
hacer. Había otros caminos, la verdad. Otros caminos por los que ella
podrían haber andado. Y caminos por los que todavía ella puede andar.
Pero ninguno la podrían sostener en la verdadera alegría que ella
necesitaba. Excepto la de estar con su compañero de corazón.
El sonido de lobos aullando, bramando llenos de pena empezó a llegarle en
la distancia. La garganta de Jonathan se apretó y tembló con la necesidad
de dar a conocer su propio aullido, pero cerró sus rígidos dientes
negándose a dar voz a su dolor.

— El corazón de una mujer solo puede padecer unas pocas heridas,


hermano. — El Lobo habló sin hacer ruido otra vez, y aunque su boca no se
movía, las palabras fueron expresadas en voz alta.

— ¿Qué ocurrió?.
El lobo miró fijamente y tristemente las piedras.
— Se casó con un Cazador del enclave con el que se unió, un vidente algo
temible. Estuvieron juntos casi veinte años antes de que decidieran tener
descendencia. Él nunca sintió que tenía corazón..... no totalmente. Sabía
que no la tenía. Y cayó presa de una bruja que lo golpeó y engaño, haciendo
solamente que su corazón se llenara de cólera, y duda.
Jonathan sentía la cólera, y el horror crecer. Un Cazador con su esposa e
hijos…

—Ésto no es real. Ésto es solo un sueño, uno de los caminos que me has
enseñado para mantener el control.—Sacudió su cabeza, elevándola y
mirando a lo lejos, mientras un aullido se creaba en su garganta, buscando
liberación.
— Ésto puede llegar a ser verdad, a no ser que ella se quede. Éste es uno
de tus caminos. Pero independientemente de su camino, — El Lobo suspiró,

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mirando tristemente a su alrededor, con vacía desolación. —Ésto es lo que
está en su corazón para el futuro. No habra ningún cambio de ésto.
El aullido estalló de su garganta y Jonathan cayó sobre sus rodillas, con
sus dedos hundiendose en la tierra.

— Él los mató.
— Sí. Primero los bebés, una noche mientras ella iba a Cazar con un
compañero, entrenándose para mantenerse en forma. Él se había vuelto
loco, por la maldición que dañó su mente y su corazón. Fue fácil para la
bruja el romperlo, su corazón estaba tan lleno de duda de sí mismo. Él era
un hombre poderoso, grande y fuerte, más poderoso que cualquier humano
que los Cazadores alguna vez hubieran visto, y su rabia se infundió con la
fuerza que era tan irreal. Cuando ella regresó precipitadamente a casa, al
sentir su pérdida.... ella lo encontró. Ella era la única bruja allí con él, si
no, alguien más lo habría sentido,lo habría parado.
— Dirke había insistido en tener su propia casa a cierta distancia de la
casa principal, así que él rasgó su cuerpo a pedazos cuando ella intentó
devolver la vida a sus bebés, fue demasiado tarde para ayudarla.
Los aullidos de Jonathan se elevaron, introduciéndose en el misterioso y
desesperado sueño, el de un lobo buscando a su compañera que había
perdido.

— ¡Ella era una BRUJA! —Sus palabras atravesaron su gruesa garganta y


las lágrimas que casi lo habían cegado cuando éstas rechazaron caerse,
como si él se negase su liberación.

El Lobo olisqueó su brazo cuidadosamente.


—Es un sueño, hermano. No es real, aún no. Sí, ella era una bruja. Ésto no
es real, no por el momento. Sí, era una bruja. ¿Se defendió, eso es lo que
quieres saber? Ella se arrojó encima de él para pararlo. Pero... una vez que
ella vió que sus bebés no podían ser salvados, que ellos se habían ido para
siempre, a manos de su padre... los dejó caer. Y ella ya no luchó. Sabía que
él no dejaría el enclave con vida. Y quiso irse con las dos almas que le
habían dado alegría, sus hijos.
— Por eso sólo la mató, joder,—dijo un Jonathan lacerado. — ¿Y ella
solamente dejó que pasara?.
— Es lo que quería. Esperó y le dio la bienvenida y al final, gritó pidiendo
ayuda fuertemente, bloqueando el refugio con el propósito de que no
tuviera la posibilidad de correr, con la magia lo obligó incluso a través de
su muerte. El Maestro lo mató, pero era demasiado tarde para ella.

95
El cuerpo de Jonathan se estremeció, y el Lobo flexionó su gran cuerpo,
tres veces más grande que un lobo normal, alrededor de él, olisqueando su
cuello.
— Siempre hay una opción, mi hermano, la tuya. Pero tu corazón es puro. Y
no tienes ningún demonio personal más allá de aquellos que ves en ti. Ya
que yo no veo ninguno. Puse mi señal fuertemente sobre un muchacho, el
que yo sabía que se haría un hombre notable. Yo veo a su lado a una
compañero también notable. Pero primero, deberás reclamarla…
Y entonces la criatura antigua suspiró, y cuando el sueño empezó a
desteñirse, Jonathan se dio cuenta de que el Lobo le había servido de guía
haciéndose a un lado y esperando, y estaba medio aturdido, con sus ojos
entrecerrados, mientras sus manos se relajaban sobre sus muslos.
El olor de Lori llenó su cabeza, y él sacudio su cabeza cuando el hambre
apretó su cuerpo.
Una risa breve y prolongada del lobo resonó a través de su mente cuando
extendió la mano hacia Lori. Pero su fría voz llenó el camión.

— No me toques, basta, —siseó ella.

— Me parece que sería mejor que empezaras a reclamarla, este.. ejem…


cuando ella esté más dispuesta a escucharte.
Jonathan no estaba tan seguro si la breve charla con el lobo podía cambiar
lo que había sentido. Pero.... los persistentes recuerdos de lo que había
visto, su rabia, e incluso el dolor que había sentido antes de que hubiera
caminado hacia las piedras. ¡Qué desolados habían estado sus ojos cuando
le habían mirado en el sueño, diciéndole con palabras vacías, —Eras mi
vida.
Tuvieron que detenerse en la base de la montaña. Lori insistió.
Reabasteciendo el combustible del camión, la comida, y luego ella sólo dio
vueltas, mirando fijamente hacia arriba al aire, con ojos entrecerrados y
atentos.

— Estoy perpleja por esta mujer que la ha secuestrado. Es una de las que
se la llevaron, la que planeó todo. La defiende. Todavía, cuando toco su
mente a través de Erika... no siento nada más que honor. Incluso te podría
decir que no es un mal verdadero.
— Ella organizó el ataque a los Cazadores, ha matado a Cazadores, y ha
secuestrado a un niño. Eso es el arquetipo del mal, —gruñó Jonathan,
yendo de un lado para otro en el ajustado habitáculo, sus manos se
apretaban y se aflojaban. Podía olerla. Débilmente. Erika no había estado

96
en el exterior, pero si alguien que la había tocado, y recientemente. Y
Lori... caray, tenía que tocarla, palparla, asegúrarse que ella estaba bien. Y
segura... necesitaba que permaneciera así.
Una agonia era todo este infierno. ¿En nombre del cielo qué se suponía que
debía hacer?
— Un hombre entró en la caverna donde estaba sujeta mientras la mujer
estaba fuera. La tocó, la ha asustada gravemente. Podría ser peor, pero
otra mujer guerrera entró y discutieron. No porque sus órdenes fueron
desobedecidas, o porque la mercancía se ensuciaría.
Con una voz extraña que sonaba a la de otra persona, Lori dijo:

— La muchacha es un niño, una novicia. ¿Como te atreves a tocar una niña,


no sigas por ese camino. Y ya lo advertí a todos, ¿verdad? La muchacha no
será dañada.

La pasión de aquella voz era de alguien que había sido rechazado siendo un
niño después de que le dañaran.
— Erika está.... protegida bajo magia. Después de esto no sé qué es lo que
pasó, pero la mujer regresó y le susurró que el hombre malo se había ido
para siempre y no le haría daño, y que ya no sería capaz de tocarla otra
vez. Y ella siente remordimientos pero eran víctimas necesarias en una
guerra justa, así es como ella piensa de todo esto.
Sacudiendo su cabeza, Lori le echó un vistazo, con su ojos despejados por
primera vez.
— No creo que comprenda a los cazadores. —La diversión fue corta,
momentáneamente iluminó sus ojos por primera vez desde hacia horas
cuando le mostró algo de vacuidad. —Algo que las brujas guerreros del
mundo podrían tener en común.

Erika sintió la mano sobre su cabeza, impulsándola a comer y beber. Ella


aceptó la lechosa bebida, a saber que habría puesto la bruja en el líquido
para mantenerla sana, pero ella no quería comer.

— ¿Por qué eres tan amable? Los secuestradores no son amables.


— Necesitamos a Jonathan... Él es necesario para ganar nuestra guerra.

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— dijo Leandra.
Erika empujó la taza a lo lejos, enroscandose como una pelota.

— Yo lo necesito más. Él es mi padre, maldita sea.


— Las guerras son importantes, niña. —dijo Leandra, suspirando y
moviendo su cabeza, sus exóticos ojos mostraban demasiado dolor,
demasiada compasión. No quería que la gustara. — Mistress lo necesita.
Nos estamos preparando para la lucha, contra el Concilio antes de que
vengan los Cazadores.

Volviéndose, Leandra fue de un lado para otro, su ropa era larga y holgada
ondeaba alrededor de su flaco cuerpo. Erika se mordió el labio y escondió
su cara entre sus brazos, esperando que la mujer no fuera lo que Lori era.
— El Concilio quiere a todas las brujas, a todos los que se trasforman, a
todos los vampiros que no tengan juicio, los matan. Y no podemos permitir
que eso ocurra.
Erika se incorporó, indignada.

— ¡Eso no es verdad! —Gritó furiosamente. —Si no andaran comiéndose a


las personas, asesinándolas y bebiéndose su sangre hasta morir, entonces
¡Solo quedarían ellos!.
— Yo nunca he matado a un alma, —dijo Leandra, divertida, echando un
vistazo a Erika con la indulgencia que un adulto muestra a un niño
caprichoso. —Y el Amo vino, buscándome cuando yo tenía justo tu edad.
Una vieja bruja y un vampiro pelirrojo y grande, fueron a Jamaica. Y por
qué… ¿Si no fue para matarme? Ellos ya habían matado a mi padre. No por
que él no lo mereciera… pero yo vi como el vampiro pelirrojo le mataba,
solamente unos días antes de que me ocultara en la azotea de la casa de
enfrente, me alegre haber estado robando en ella. A mí padre le gustaba
traer a casa… amigos y a veces debía de formar parte, cuando estaban
con un humor raro. Pero él olió mi magia. Y él vino a Cazarme.
Erika empezó a reírse tontamente. Y se río tontamente hasta que las
lágrimas empezaron a aflorar por sus ojos.
— Que tonta eres. No te estaban cazando. Tú no eras peligrosa,
especialmente no para Malachi. Podría haberte comido para el desayuno.
Vaya, si hasta él probablemente sabía donde te ocultabas, pero llevó a la
vieja bruja allí para hacerte sentir mejor. —Limpiándose las lágrimas, ella
resopló y se rió tontamente otra vez, mirando fijamente a los oscuros ojos
que solamente la miraron furiosamente por la cólera. —Apuesto a que
aquella anciana era Agnes. Ellos no te cazaban. Ellos probablemente

98
intentaban llevarte al Excelsior.
— Un lugar de cría para asesinos . —graznó Leandra.
Erika inclinó su cabeza, y sonrío tristemente.

— Alguien realmente hizo un buen trabajo para confundir tu cabeza,


¿verdad? — Agitando su cabeza, añadió. —Tú eres una asesina. Llámate a
ti misma soldado todas las veces que quieras, pero eres una asesina a
pesar de todo. Porque tú no conoces a las personas a quienes estás
matando realmente. Solo sabes lo que esa gente te dijo.

— Ellos son asesinos. Ellos sólo persiguen a aquellos que no se les unen.
— Ellos persiguen a aquellos que no dejarán de matar o hacer daño a otros,
—dijo Erika quedamente. — Ellos son héroes. —Extendiendo la mano hacia
arriba, levantó su camisa, sacándola fuera de su cinturón, un espectáculo
qué nunca había mostrado a nadie. La marca que su padre había puesto
sobre ella poco después de nacer - brillante, suave, y plana. Sus iniciales.
M.B. —Mi padre me hizo eso. Y a mi madre. Él la mató unos años después
de que naciera. No lo sé seguro, yo no lo vi. Pero Eli buscó los registros y
él lo sabe. Jonathan me salvo. Mi padre me habría violado. Jonathan no me
dijo esto. Solamente lo sé. Lo recuerdo, todo. Y Jonathan me salvó. Eso es
lo que los Cazadores hacen. Ellos nos salvan. Nos protejen. De cualquier
cosa de la que necesitemos proteccion.
La boca de Leandra se comprimió al ver la cicatriz que había en el vientre
de Erika.

— ¿Tu padre te hizo eso? ¿Tu verdadero padre? —Acercándose, ella paso
sus dedos sobre ella, y cuando lo hizo, Erika pudo sentirla tocar su mente.
— Lo hizo. Y fue aun peor. Pero estoy bien ahora. Jonathan se aseguró de
eso. Eli se aseguró también de eso, —dijo, sonriendo. —Ni siquiera tengo
pesadillas. Lori y yo hablamos mucho. Ella se preocupa, pero estoy bien.

— Lori.... la Sanadora.
Erika asintió con la cabeza, manteniendo su mente y ojos en blanco aun
cuando la mano de Leandra hubiera desaparecido.

— Ellos son unos asesinos, muchacha.


— Sí, lo son. Erika suspiró, dejando caer su camisa. —Tal vez lo sean. Pero
solo para algunas personas. Acaso, ¿esos asesinos no merecían morir?.

A Leandra no le gustaba nada cuando la gente le hacía replantearse su


modo de vida.

En particular una jóven, una cándida niña con ojos grandes e inocentes.

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Una niña que hablaba como un adulto, con seguridad, con una manera de
mirarla clara, sin tapujos, con esa manera de decirlo, tengo razón. Y en
algún lugar dentro de ti, creo que lo sabes.
Llamó a sus mujeres, ella les asignó la guardia de la muchacha, y caminando
con paso majestuoso se acercó a los hombres, recordándoles severamente.
— Ya lo advertí, dije lo que pasaría a quien fuera lo bastante tonto para
hacer daño o asustar a esta dulce muchacha. Quien lo hiciera se metería
conmigo.
Una vez que ella estuvo a salvo dentro de su despacho, se apoyó en la
puerta artifical, cerrándola... y se alejó sonriendo y dejando salir
libremente unas carcajadas a su alrededor mientras desaparecía. Parecía
casi como volar sin alas. Durante los breves segundos que esto duró.
Nadia sabía que ella podía hacer esto. Ella se guardaba unos pocos
secretos... pero este era uno. Ella lo escondía, como un secreto feroz y
cercano. Nadie a quien conocía sabía si podía hacerlo. De nadie sabía que
pudiera ir y venir solo con un pensamiento, simplemente concentrándose
en la cara de una persona.

Leandra enfocó a Mistress y mientras su pelo azotaba alrededor de su


cara, con su cuerpo ingrávido, ella estuvo de repente allí, dentro de la
comuna donde ella había permanecido desde hacía más de quince años. Ella
se apretó contra una pared, asegurándose de que nadie hubiera visto su
insólita llegada.
Y luego ella se dio la vuelta y caminó con seguridad a lo largo del pasillo
hasta el salón de Mistress y sus habitaciones. Fue cuando ella escuchó la
voz de Marick lo que la hizo pararse. Deteniéndose, despacio y
cautelosamente se movió contra la pared.
Marick. Ella no confiaba en él... sobre todo cuando él había abandonado su
vigilancia anoche sin su permiso. Él, como se suponía, estaba vigilando la
parte trasera donde Leandra había establecido el campamento. Y no había
regresado todavía. Había enviado a otros buscándolo, pero ella no se lo
había notificado a Mistress.....
No había pensado que él estaría aquí.

Bastardo.
— Ella ha secuestrado a una niña, me sorprendió. Sabes como opina
Leandra sobre lo que considera perjudicar a personas inocentes, —La
profunda voz de Marick resonaba por la cámara.
— Sí.... los llamamos escrementos. Pero ella es una bruja muy capaz, y

100
guerrera. Además, ella ya venía con miedo a los Cazadores. — Mistress,
por el único nombre que Leandra la conocía, jadeó y la mujer que estaba en
el pasillo sacudió su cabeza con repugnancia cuando un largo y lento
gemido llenó la habitacion.
— Pero ella tiene la intención de liberar a la muchacha una vez que el
perro llegue. Y ella mató a Joseph cuando la tocó.

— Leandra está empezando a cruzar demasiadas líneas con su charla de


una guerra noble. He perdido a demasiados buenos soldados en sus manos.
Y la pequeña mocosa será un estupendo obsequio para un buen soldado.
Leandra escuchó el sonido de una mano al golpear la carne de Marick y
cuando éste jadeó.

—En cuanto al lobo.... no le llames perro. Él es un lobo puro, — dijo


Mistress, con voz neutra y seca. —No le insúltes así. Tenemos bastantes
chuchos por aquí y ya deberías ver la diferencia, —ronroneó ella.

Leandra se estremeció cuando escuchó los sonidos del cuero golpeando la


carne. A Mistress le gustaba mucho golpear. Su cuerpo le recordó esto.
—Tendremos que escoger entre sacrificar a Leandra por Los Scythe o
romperle los dientes, —Mistress reflexionó mientras el cuero caía
duramente sobre él otra vez.
Leandra se movió hasta la puerta, sus ojos oscuros y colericos. Eliminar.
Ellos representaban la corrupcion de esta matanza.

— Quizás, una vez que hayamos conseguido al lobo, él la quiera. —


reflexionó Mistress. —Después de que hayamos sacado el corazón de ese
desgraciado Cazador. Esa alma suya.

Leandra dio un paso hacia la entrada, sus ojos estrecerrados y vigilantes.


Como suponía, Marick estaba boca a bajo, desnudo y esperando. Unas
líneas estropeaban la dulce perfección dorada de su cuerpo, todavía
transpiraba el sudor, mientras perezosamente se mezclaba este fluido
con gotas de sangre. Y le gustaba cada azote doloroso tanto como a
Mistress.
Bastardo enfermo.
—Ahora bien. Fácilmente no podrás herirme,Ama. Ni mucho menos
matarme, —ronroneó Leandra . —Marick, ¿Me puedes decir por qué
abandonaste tu puesto? Vergüenza me daría, hombre.
Ambos alazaron sus cabezas para mirarla, con las miradas de incredulidad
en sus caras que no eran nada más que ridículas. Podría haber sido mucho

101
mas inteligente si Leandra hubiera escapado en silencio.
¿Pero cuándo había tomado alguna vez el camino mas fácil?

—Señora, ¿como osas desafiarme?, —siseó Mistress, sacudiendo la fusta


por debajo mientras Marick se elevaba, sus ojos brillaban rojos de rabia.
Su piel se ondulada como el agua y Leandra casi podría oír el gruñido que
retumbaba en la garganta del inherente.

— ¿Qué cómo te desafío yo? —se mofó Leandra . —¿Es un desafío el


desear hablar con Mistress después de haberla servido durante quince
años lealmente? ¿No se me permiten preguntas? ¿No se me permite
pensar? No, no puedo, ya veo. Debo se ser uno de esos tontos que deben
permanecer siempre por debajo de sus pies.

Sacudió sus largas trenzas para que cayeran sobre su hombro y levantó su
barbilla, sus ojos de color ámbar emitían puro fuego.

—Tú eres una idiota si piensas que me someteré facilmente, Mistress,—


siseó ella por lo bajo, hasta que su voz fue un susurro. Detrás de ella,
escuchó pasos que se arrastraban y le llego un olor familiar. Creando una
lenta mueca en sus labios, ella susurró, — Infiernos.

Un anillo de brillante fuego la rodeó, justamente antes de que dos manos


intentaran agarrarla, un fuego rabioso y abrasador que chamuscó la piel,
solidificandose a todo aquel que intentaba apresarla.
— Bromeas,— susurró Mistress. — ¿Acaso piensas que puedes alejarte de
nosotros?.
— Yo pienso mucho más... Sé que puedo hacerlo, — desafió Leandra.
Riendose, ella alzó su barbilla hacia ellos y dijo, —Además, tengo la mejor
baza del mundo. La muchacha. Puedo tener al lobo, todo para mí. Y tú no
puede pararme, tampoco.
Con eso, ella trazó un arco con su largo cuchillo y se lo lanzó a la gente
agrupada detrás suya, las llamas quemaron a la gente que intentó
agarrarla y sostenerla. Ella empujó el cuchillo en la barriga de alguien, y
girándolo, introduciéndolo en el vientre de un compañero de Marick.
Sonriendole brutalmente, él, ella pasó su cuchillo a través de su garganta
expuesta a la vez que más personas se introducían en el anillo en llamas,
los gritos y gruñidos llenaron la habitacion.
— Mierda, ella es una bruja hija de puta, —chilló Mistress.

Una de las mujeres siseó:


— Pero es Leandra, Mistress.

102
Y Leandra se zambulló por una estrecha apertura entre la barrera de
gente, meciéndose y rodando a través, corriendo por todo lo que valía la
pena, con su cuchillo agarrado en su mano. En el momento que ella golpeó
la puerta, se concentró... en la cara de la muchacha y fue hacia ella.
Gritos colericos y maldiciones furiosas todavía resonaban en sus oídos.

— Ostias, ¿hizo un túnel en el suelo?

— Las Brujas no pueden maniobrar tan rápido.


— ¿Crees que ella tiene una escoba voladora, compañero?.

Leandra se materializó en la habitación de Erika en un aliento. Echando el


ojo a la niña, movió su lengua alrededor de sus dientes.
Opciones... tenía varias. La cuestion era, ¿cuál sería la mejor?

Erika miró fijamente, asustada, los ojos de Leandra. Éstos estaban


encendidos, como cuando Eli estaba furioso. O cuando él miraba
fijamente a Sarel demasiado tiempo. Y a veces cuando Jonathan y otros
lobos entraban después de una noche de cacería, y ella se levantaba para
ofrecerles una bebida, sus ojos estaban calientes y brillaban rojos....
llenos de tensión, rabia, cólera...

Pero los de Leandra brillaban dorados, casi como un gato.


O una pantera.
Sangre salpicaba su cara, y un largo y delgado corte marcaba su barbilla.
Su pecho subía y bajaba irregularmente, estaba sin aliento mientras
estudiaba a Erika.

— Algo me dice que se nos avecinan problemas, muchacha, —dijo Leandra.


—En forma de Mistress en toda su gloria y de las mujeres y los hombres
que la sirven.
— ¿Eso no te incluye? —pregunto Erika, frunciendo el ceño.

Leandra se rió.
— No. Nunca más, ya no. ¿Ellos pensaban sacrificarme, quieren hacerlo
ahora? Nosotros nos veremos en combate. Nos veremos. ¿Piensan que les
mostraré mis dientes? Bien, hasta ahora no he dado ni un mordisco.
Erika sintió aquellos ojos, llenos de cólera, llenos de poder, aterrizar
sobre ella y un sentimiento extraño, misterioso se precipitó a lo largo de
su columna vertebral. No era miedo, no exactamente, más bien, era como
si la hubieran dejado dentro de una jaula con una pantera, pensando en

103
dejar en libertad la pantera. Pero la pantera había decidido que ella quería
adoptar a Erika.

Y Erika realmente no sabía como manejar a un pequeño gato.


Mucho menos a uno tan grande.
Leandra sacudió sus largas trenzas negras de su cara y rió; una pequeña, y
dirigiendo casi una apacible sonrisilla, a Erika.

— Me tienes miedo, Erika. Eres la única persona sobre este planeta a la


que no pienso hacer daño. De cualquier modo. Esto.... sobre lo que me has
contado de Agnes. Quiero verla. Ven. No tenemos tiempo que perder.
Erika saltó cuando Leandra caminó con grandes zancadas hacia adelante y
envolvió sus brazos alrededor de ella. Pero solamente gritó cuando la
habitación a su alrededor desapareció.

Agnes había tratado con muchos acontecimientos singulares en toda su


vida.
Pero aquella llamada telefónica, en medio de la noche desde América, bien,
estaba completamente segura de que ésto nunca sería superado.

— Erika, solamente no puede venir y conocerme sin decírselo a Eli y


Jonathan.
—Tiene que hacerlo. Si se lo dijera, ellos vendrían. Ella solamente tiene
que dirigirse a uno, y la matarian o lo intentarian. No pienso que ella sea
mala.
— ¿Quien, muchacha?.
— La mujer que me secuestró, —dijo Erika desde el otro lado de la línea.
Un secuestrador, no peligroso, pero ella había ayudado a matar a otros
Cazadores. Pero Erika no era idiota. Ella era en realidad muy perspicaz.
Por lo que Agnes volaba a través de Atlántico a las 2 a.m., con sus cansado
y viejos huesos que deseaban su cama. Ella normalmente no había volado a
los Estados Unidos, no desde hacía años. Su último vuelo a través del
océano había sido por Malachi, a Jamaica, por una joven bruja. Y un chasco
era lo que había sido. La muchacha, una salvaje, una poderosa jóven que se
había escapado.

Y después de lo ocurrido.
Ésto había atormentado frecuentemente a Agnes... qué podría haberle

104
pasado; que cosas terribles podrían haberle pasado a la chica, o qué cosas
horribles ella podría haber hecho.

Hubo tal flujo de magia residual en la casa de aquella muchacha. Que


Agnes no podía comprender en lo que la mujer podría haberse convertido.
Como una niña de doce años podía echarse a un lado, lanzarse y escaparse
de una bruja como Agnes. Y de Malachi. No uno, sino dos Cazadores y
miembros del Concilio.
Esto no debería haber ocurrido.
Pero ahora Agnes tenía un presentimiento.

Cambió de posicion, suspiró e intentó descansar.


Pero estaba demasiado nerviosa.

Nada de esto estaba bien.


Nada en absoluto.

105
Capítulo Ocho

— Pide ayuda. —Dijo Lori suavemente en la entrada de la cueva.

Había demasiada vida debajo de la superficie de la tierra


— Hay demasiadas personas aquí que esperan que podamos oponernos a
todos ellos. —Dijo ella girándose para afrontar a Jonathan. —Dos contra
lo que parecen ochenta . Es una locura.
— ¿ Está Erika allí?
— Jonathan

— ¿ Está Erika allí? —Le exigió él, agachándose hacia la tierra como si
fuera capaz de verla a través de la suciedad. Sus ojos se arremolinaban,
encendidos y con rojo alrededor de sus bordes; su piel ondulada con el
poder

— No. Ella no está. Tanto ella como la mujer que se la llevó se han ido. Hay
alguna clase de... ilusión que la mujer ha colocada que los hace pensar que
todavía están allí, escondiéndose en el cuarto. Ella es muy buena. Las
brujas menos poderosas del lugar no comprenderían que ésto es sólo una
ilusión. Creo que nadie que no sea un Maestro en el Arte podría darse
cuenta. —Lori mordió sus dientes y pasó sus manos por su pelo. —
¡Demonios todo! Esta mujer es sanguinaria, y es parte de una maldita
multitud de monstruos. Pero hay.... algo puro dentro de ella. Y Erika está
más segura con ella que con cualquier otro, excepto tú, Sarel o Eli.
Incluso yo no podría protegerla como lo está haciendo esta mujer.

— Lori, me estás haciendo enojar, cuando encuentre a esta mujer, voy a


matarla. —Jonathan gruñó mientras se ponía de pie apretando sus manos
en un puño. Se desprendía de él un fulgor áspero, de ira, que le dejaba
conocer que todo lo que quería hacer era caer sobre alguien y arrancarle
la garganta.. Alimentarse y bañarse en la sangre que había tomado a la
niña que él amaba.
Lori rió con cuidado.
— No. No irás. Erika está bien con ella. Ella es una guerrera. Lo verás, ella
entiende que eres mucho mejor de lo que piensas, te respeta más de lo
que crees. E incluso si ella no lo hizo, se preocupa y protege a Erika. Ya lo
verás.

Nunca orines sobre un hombre lobo enojado.

106
Una regla muy importante.
El desconcierto de Lori sobre esta mujer la llevaron a resbalar esa regla
muy detrás en su mente, tan concentrada que no pudo sentirlo ni verlo
venir. Nada podía explicar cómo terminó con su espalda contra un árbol y
Jonathan apretado contra ella.

Sus ojos eran más oro que castaños mientras él se esforzaba por
permanecer humano, un borde rojo rodeaba sus iris. Sus colmillos se
dejaron caer hacia abajo mientras su cuerpo temblaba con rabia
suprimida.
— Esta perra mató a Brad. Esta perra disparó a Mike. Esta perra tomó a
Erika. Le debo dolor. Le debo su muerte. Sea una alma descaminada o no,
no daré un maldito centavo por ella. —Jonathan gruñó contra su oreja.

— Como digas, Erika será bien tratada, y no se le hará daño.

— Que la perra se mantenga alejada, porque está muy cerca de


convertirse en piel con la que me gustaría tapizar esta maldita cueva. Y
nada me impide demostrar lo que puede pasar a un pequeño culo que orina
a un Alfa. Nadie toma lo que me pertenece. — Gruñó.
Lori retiró su cabeza lejos cuando él raspó sus dientes a lo largo de su
cuello y volvió su boca hacia un costado mientras él apretaba sus labios
cerca de los suyos.
— Mía. —gruñó él.

— No lo creo malditamente probable. —Ella se movió, apoyando sus manos


en su pecho, y usándolos para alejarlo hacia atrás. —La única vez en que
pretendes interesarte en mí es cuando me necesitas, o cuando estás
demasiado caliente como para ignorarme.

— Mía. —Gruñó él de nuevo, y el poder se extendió en el aire y onduló la


tierra con fuerza.

Lori estrechó sus ojos y los escondió.


— No hasta que consideres fríamente algunos hechos, Jonnie.

Ella empezó a susurrar bajo su respiración, enfocándose en su mente, en


ella, en su magia, mientras alzaba una mano. Jonathan estaba pasando su
mano por su torso, y así como ella ahuecó su mano delante de su boca, él
ahuecó la suya frotando con su dedo pulgar sobre el brote cubierto de su
clítoris. Tomando toda su fuerza, ella respiró por la nariz y soltó el aire en
su cara.

107
Jonathan salió volando hacia atrás, soltándola, como si no tuviera nada de
fuerza, trastabilló sobre su talones y aterrizó sobre su trasero, entonces
su cabeza cayó hacia atrás y golpeó la arenosa tierra debajo suyo, el
agua del lago empapó su pelo,
Lori echó su pelo atrás y alisó su camisa, mientras miraba como él se
sentaba despacio. Pasó una mano por sobre su pelo, ella le arqueó una ceja
y dijo:
— Todavía tienes la ilusión de que no puedo manejarme, muchacho lobo.
— No eres ningún guerrero.
— Solo puse fuera de combate a uno fácilmente. —Ronroneó ella
dulcemente. Ante el desafío, ella se dio vuelta y miró la entrada a la cueva.
Había un laberinto debajo de la tierra, una verdadera catacumba de
cuevas. Una cercana y perfecta fortaleza. Con sólo un camino, entonces
nadie podría saltar y atacarlos traicioneramente. Pero también una sola
salida. ¿qué pasaría si fuera colapsada, o destruida....? Puso su mano sobre
el árbol, para escuchar, mientras pensaba que él era un necio si creía que
podría moverse furtivamente sobre una bruja.
No. Ella no pudo oírlo cuando lo hizo. ¿Pero para que lo necesitaba? La
tierra le hablaba. La cueva, los lagos, el aire, los árboles....

Ella se agachó y rodó cuando él arremetió para ella. Ella se paró sonriendo
cuando él aterrizó en el vacío, frunciendo el ceño.

— Nunca te has preguntado por qué Sarel era tan buena discípula de Eli,
no es solo porque ella es una guerrera natural. —Dijo Lori,
desempolvándose las manos. —Las brujas tienen una conexión con la
tierra, con el amor. Podemos fácilmente movernos hacia delante en el
tiempo. Bien, solo las que no le han hecho mal a la tierra. Ella me susurra.
—Sus ojos se cerraron y ella extendió sus manos hacia fuera, como
absorbiendo. —Hay varios ciervos que se alimentan no demasiado lejos.
Ellos iban a correr cuando nos olfatearon. Pero yo los dije que no debían
tenerte miedo. Tú cazas otro tipo de presas. A los coyotes que se dirigen
hacia el sur del bosque no les gusta tu olor. Esta antigua... cueva, alguna
vez fue habitada por tribus indias de paso. Todavía puedo sentir la magia
de su shaman. Y tú... no lo intentes de nuevo.
Jonathan bajó la cabeza hacia atrás al agacharse, sus ojos se
entrecerraron mientras estudiaba su pacífica cara.
— Si es tan fácil, entonces ¿por qué no me dice dónde está Erika?
— Porque ella no está cerca de aquí.

108
Jonathan gruñó y enterró con un golpe su puño en la tierra. Lori sintió el
impacto reverberar a través de sus pies y su dolido corazón por él. ¿Cómo
podría convencerlo de que Erika estaba segura?
— Sigo el camino de la sangre, demonios. Ella es una maldita bruja, tiene
que serlo, para entrar en esa manada de asesinos. ¿Acaso no son unos
asesinos sanguinarios? —Le preguntó él, mientras pasaba sus ojos por la
cueva.
El cuerpo entero de Lori se estremeció y ella cabeceó.
— Sí, lo son. Pero a ella no le gustan.... Ella no ha derramado sangre de
otros con su magia. Y aunque la tierra ha estado sufriendo durante los
últimos años, se está recuperando, a través de ella.

— Tiene que haber algo, algún tipo de señales que puedas seguir. Ninguna
bruja como ella puede viajar así y no dejar rastros.

Lori sonrió sardónicamente.


— Ella no sigue ningún camino de sangre. La mujer nunca ha usado la
sangre de otro para completar su magia, o para empezarla. La pequeña
cantidad de sangre que ha utilizado ha provenido de sus propias venas. —
Dijo Lori, mirando hacia el este, estudiando la dirección que su corazón le
indicaba. —No hay sangre en su alma, ni en su corazón, excepto aquellos
que ha matado en lo que para ella fue una batalla virtuosa. Y esas almas la
atormentan.

La peor cosa sobre ser empática, es que ellos pueden ver con claridad el
alma de una persona. Jonathan supo que ella ya había cogido un vislumbre
del alma de esta mujer, y no le gustó saber que no era alguien torcido y
malvado. Él quería sangre en sus manos. Sin embargo la sangre de una
mujer era algo que revolvía su estómago. Para que él la mate, tendría que
ser malvada, una mujer vil.

Y Lori continuaba insistiendo en que no lo era.


Estaban de pie en los bosques, en silencio, él tenía que pensar sobre ello, y
sobre su orgullo herido también.

Ella lo había golpeado directo en el culo.


Rápida, fácilmente, y sin poner un dedo sobre él.
Un destello había encendido sus ojos, y por un breve momento, él había
visto más de su hermana en ella de lo que alguna vez había comprendido.
Pero Lori era una Sanadora, no era un guerrero.

109
Ella no sería capaz de estar de pie en una batalla. Claro, pero desde ahora
él debería escudar sus pensamientos cuidadosamente, de la manera en que
lo hacía cuando estaba cerca de Eli y quería mantener sus pensamientos
resguardados en privado.
Los ojos de Lori eran tranquilos y ausentes mientras estudiaba la cueva.
Sus pestañas bajaron, y su rostro se veía atento, callada, pensativa. A
Jonathan no le gustó la mirada en su cara. Era demasiado.... terrorífica.
— Puedo derrumbar la cueva. —Le dijo ella
— ¿Perdón..?
— Puedo derrumbarla completamente. Si consigo ponerme en su centro,
puedo derrumbarla. Una estructura la sostiene. Si quito ese apoyo, la
cueva se viene abajo.
— No. —Él estrechó sus ojos mientras estudiaba su cara, buscando
cualquier señal de que ella no hablaba en serio. —Demasiado peligroso. No
entrarás allí y no confió en que puedas salir tampoco. Si por cualquier
cosa, algo te pega en la cabeza, o quedas atrapada... No, no va a ocurrir.
No vas a ninguna parte sin mí.
Colocándose a su espalda, él estudió la boca de la cueva. Podía
derrumbarse, tenía posibilidades.
— Todavía no lo entiendes, ¿verdad?

Su voz era un fantasmal cuchicheo detrás suyo, pero una mujer caliente,
enfadada estaba susurrándole. Él podía sentirlo, podía sentir el calor, la
lava caliente de su enojo.

— No soy como Sarel o Eli que me sacaron del infierno antes de que
pudiera escapar de él. Pero me eduque en el Excélsior, y me he entrenado
con luchadores desde que era una niña. No soy la frágil florecilla que tú
crees. No tengo que ser protegida de todo el mal del mundo.

— Que encantador...
El bajo y riente ronroneo que se deslizó alrededor de ellos fue la única
advertencia que tuvieron antes de que él se lanzara desde el bosque sobre
ellos. Jonathan cambió y golpeó al hombre que pareció explotar como un
estallido de fuego en el bosque.
— Oh, pero si es el perro que la Señora quiere tan mal. —El recién
llegado gruñó, su pelo rubio soplaba alrededor de su cara como un viento
inadvertido. Con enfurruñamiento, levantó su mano hacia Jonathan.
Jonathan juró furiosamente, palabras que caían de su hocico en gruñidos

110
bajos cuando una serie de cuchilladas aparecieron sobre su vientre
quitándole la piel, mientras la sangre goteaba hacia abajo por su ingle y
por su sexo desnudo, antes de gotear abajo, hacia sus muslos.
Prestándole ninguna atención, él se dirigió a ese nuevo brujo, con su mano
congelada, a pulgadas escasas de su desnudo objetivo.

— ¿Nada como ser malo, verdad?

Lori pasó a la línea de fuego mientras Jonathan era todavía incapaz del
menor movimiento, su mente estaba helada con el miedo.. Sus labios
estaban encorvados con una pequeña sonrisa, contenta.
— Bien, bien. ¿Qué tenemos aquí? —Meditó ella.
— Vaya bonito pedazo eres. —Sonrió con satisfacción el brujo, mientras
pasaba una mano hacia abajo, hacia su barriga desnuda, hacia el aro que
brillaba en su ombligo.. Jonathan despedía una intensa luz .

— Estás en el medio compañero. —Gruñó Jonathan mientras el aire salía


silbando de su pulmones, y él se apoyaba con un golpe sobre un árbol. Como
en una película de terror muy mal escrita, las flexibles ramas como de
goma lo atraparon. La sangre rezumaba de su vientre y piernas, las heridas
en la piel, goteaban hacia la corteza del árbol, y se reunía sobre la hierba,
aunque él podía sentir que la carne ya comenzando a cicatrizar.
Tocando su ingle, el brujo le dirigió una sonrisa burlona, lobuna, a Lori y
dijo:

— Bueno, ahora, quizás esto se ponga divertido, ¿no?

— Oh, seré agradable. Dejaré tu piel atada, lo cual no es más que lo que
has hecho verdad? —Respondió ella, alzando una mano con las palmas hacia
fuera.
Él estrechó sus ojos, cabeceando mientras la estudiaba. Su cara era
larga, estrecha y oscura. Él lamió sus labios.
— Hummmm... una bruja, Que precioso lirio eres brujita, y que tranquila.
Pero tú pequeña no eres una guerrera. Los Scythe son demasiado fuertes
para ti. No puedes con su ejército.
Rizando sus dedos, ella lo llamó y le dijo:
— Demuéstralo.

Una descarga de fuego voló hacia ella y golpeó sólo a pulgadas delante de
su cara, hundiéndose en el agua, derritiéndose en ella y dejando un
mancha antes de decolorarla. Cuando se apagó, Lori tenía baja sus
pestañas y la sonrisa de un gato encorvaba su boca.

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— Fuegos artificiales. Encantadores. —Sonrió ella afectadamente.
Un gruñido encorvó los labios del hombre y la tierra se agitó, el viento
silbó a través de los árboles. Los ojos de Lori asumieron una mirada
desenfocada, y Jonathan juró mientras sus intestinos controlaban y sus
ojos empezaron a brillar, calientes, verdes y ardientes con el enojo

— Ya has hecho bastante daño aquí. —Dijo ella .

— Estúpido niña. —Dijo en un siseo de enojo bajo su respiración mientras


los vientos comenzaron a converger sobre ellos. —¿Piensas que puedes
detenerme? ¿A nosotros? Somos el ejército. Los Scythe.
— Qué necios son. —Declaró Lori arrodillándose.
Las manos de Lori eran firmes cuando ella metió la mano en la bolsa a su
cintura. Oh, ella no sentía náuseas por la sangre derramada por la magia.
Ella había vertido la propia bastantes veces. Y hoy, tenía intención de
derramar la suya. Esta tierra, estos árboles, ellos los ultrajaron, los
rechazaron, pero inexplicablemente estaban ligados.
Él había sacrificado a mujeres aquí, había matados hombres aquí.

Sus ojos se encontraron con los suyos cuando ella levantó su palma abierta
y la apretó hacia la tierra, mientras susurraba suavemente.

— La sangre del creyente puro lo limpia. Sangre del guerrero virtuoso lo


libra. Las dos ya se han vertido. Eres libre.
Y como una brisa en su rostro asomó una sonrisa helada, ella se puso de
pie, sus pies se aseguraron cuando la tierra empezó a temblar y agitar.
— El puro creyente. —Moviendo su cabeza, ella reunió sus manos delante
de su cara y permitió que la sangre fluyera allí, la magia respiraba en él
cuando ella miró fijamente sus ojos
— Yo soy el creyente puro. Yo soy el guerrero virtuoso. Yo repartiré el
castigo para los males contra la tierra y los males contra la humanidad. —
Una bola, caliente, brillante y dorada, subió formada desde la sangre de la
bruja a sus pies, mirándola fijamente, todavía sonriendo con afectación,
aunque sus ojos estaban empezando a cambiar en cuanto ella respiró la
sangre.
Fue cuando el temblor empezó bajo sus pies que él intentó retirarse
lejos. Lanzándole la pelota dorada, Lori lo miró golpearle en el cuadrado
del pecho, propulsándolo hacia el árbol más cercano. Extendiéndose,
formó un delgado escudo que lo ató inexorablemente al árbol dónde había
caído, mientras gritaba dentro de él. Entonces lo sostuvo silenciosamente

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dentro de ese escudo dorado.
— ¿Qué mierda fue eso...? —las palabras eran bajas, guturales, forzadas
de una garganta humano.
— La tierra siempre recupera lo que ha perdido. Siempre. —Lori no
necesitó volverse para saber que Jonathan regresaba sobre sus pies. —
Ven. Nosotros no podemos quedarnos aquí ahora. No sé si ellos saben que
nosotros estamos aquí, pero no podemos arriesgarnos ahora. Pronto
notarán su pérdida.
Con un toque rápido, ella barrió el área limpiando las señales de batalla,
mientras soltaba más estallidos de magia que Jonathan hubiera visto
alguna vez. Cuando ella se volvió, él estaba una vez más en su forma
humana. Largo, delgado, desnudo, su pelo de marta cibelina caía alrededor
de su cuerpo como una capa, él recogió las tiras de su ropa antes de
volverse y andar hacia ella, sus ojos serios. Las cuchilladas curadas en su
vientre todavía mostraban rastros de sangre, y su sexo colgaba espeso y
pesado entre sus muslos, engrosándose y alargándose cuando él la miró
fijamente.
Lorí giró, porque temía caer de rodillas y rogar.

— Ningún maldito hotel. —Gruñó Jonathan cuando Lori lo guiaba hacia uno.
Él cambió, arqueando su trasero para relevar alguna presión en su
estómago. Demonios. . Recibir una maldita cortada de una bruja nunca era
cosa buena. Pero ésta no curaba fácilmente
Mierda.
Había cicatrizado por dentro pero aún no totalmente.
Y eso significó sólo una cosa.
— Todavía huelo sangre. —Dijo Lori suavemente, como si ella pudiera leer
su mente. —No te has curado. Sanas rápidamente, más rápido que
cualquiera que yo haya visto alguna vez. Él no hizo nada más que un truco
elemental. Ningún veneno, ninguna maldición. —Su respiración resbaló por
entre sus dientes en un siseo enfadado. —Es su toque. Su magia infringe
las reglas. No puedo pensar en otra manera de explicarlo.
— Lo sé. —Arqueándole su frente, él dijo, —Puedo sentirlo dentro de mis
venas. Es fresco, oscuro, aceitoso.
Lori mordió su labio, en un puchero pensativo antes de que ella cerrara de
golpe sus ojos mientras seguía la senda, su mirada oscura y pensativa. No

113
era una mirada que él normalmente asociaría con Lori. ¿Lori era sencilla y
llena de risas? Ella no era así. Lori no era un guerrero, todavía, pero había
batallado como uno.
— Vas a necesitar una Curación. —Le dijo ella seria.
— ¿Qué pasa? —La tensión corrió por su espina como un gruñido
enfurruñado formado contra su voluntad. Ella no tenía que parecer tan
malditamente fría. Así qué si él no se hubiera estremecido hacia un
momento atrás, ¿ella no tendría que poner esas maravillosas y delgadas
manos sobre él? Estaría de acuerdo si él no se hubiera realmente
emocionado por tener que luchar contra la necesidad de tocarla, sobre
todo después de que ella le había dicho bien claro que no lo quería.
Y él había dicho que él no lo haría hasta que ella le rogara. Demonios,
¿por qué él había dicho eso? Rechinando sus dientes su pene comenzó a
latir e inflamarse, Jonathan se preguntó exactamente cuando él iba a
empezar a escuchar a alguna otra cosa que su miembro y su orgullo, y no a
su tonta excusa de cerebro
Un suave, gruñido lleno de risa se hizo eco dentro de él. El Lobo estaba
despierto. Algo lo había despertado, lo más probable es que fuera el dolor
prolongado en la herida que no había sanado
— Llegará el tiempo en que empezarás a pensar con el corazón, hermano.
Buen tiempo. Nunca pensaste que ese día llegaría.

Una presencia consoladora cálida se estableció a su alrededor, cuando el


enorme cuerpo del Lobo se envolvió alrededor de Jonathan, y él sintió el
dolor y el doloroso frío retroceder, su mente se aclaró cuando él se
enfocó en Lori.
— Ella es un guerrero, —susurró el Lobo. —Quizás no uno como tú.. Pero
definitivamente un guerrero. No sigas dudando de ella. La hieres
profundamente cada vez que lo haces, a su corazón, a su alma, Escucha a
tu corazón, ve con algo más que tus ojos, mira tu compañera, Tu corazón la
ha escogido, una mujer apta para un guerrero, Nos has escogido
pobremente.
La sangre empezó a golpear densamente en las venas de Jonathan. El
conocimiento había estado preparándose oscuramente dentro suyo
durante algún tiempo. Él no lo había aceptado, por razones que no podía
enfrentar, pero había estado allí.
— Mi alma es demasiado oscura para ella.

— No. —El Lobo lo agitó mentalmente. —Tus miedos son demasiado

114
oscuros. Pero son infundados. Hay nada del mal que te engendró dentro
tuyo. Lori y Sarel vinieron del mal, ¿ves la oscuridad en ellas?
Nada oscuro vivía dentro de Lori.

Y aunque Sarel batalló sus demonios, su alma no era oscura.

Y ninguno de estas mujeres podría amar a un hombre oscuro, no después


de lo que habían vivido debido a ellos.
Con ojos brillantes, Jonathan volvió su cabeza, estudiando a Lori.
— Déjanos, Lobo. Entiendo lo que estás diciendo ahora
El Lobo se rió, profundo y calurosamente, su presencia acaricio el cuerpo
de Jonathan como el roce etéreo de las alas de una hada cuado se alejó.

— Sí, ahora lo veo.


Lori se balanceaba en el sendero, sus ojos estaban vacíos y desenfocados.
Ella no parecía consciente ni siquiera de que él estaba allí, mientras
mirándola, sus ojos se movieron por sobre su cara, por debajo de la línea
de su cuello antes de seguir hacia al escote de su camisa. Sus pechos
redondeados estaban llenos y turgentes , los pezones suaves. Él podía
olerla, el olor de vainilla y jazmín, la piel delicadamente perfumada, el
dulce caramelo en el aire.
Y el olor de sudor, el olor de la tierra y la adrenalina que todavía pulsaba
bajo su piel. Los olores de la batalla. Ella había luchado, y lo había hecho
bien. Él no habría tenido ni una miserable y sangrienta oportunidad contra
las brujas, brujas que tenían mucho de criaturas paranormales, lo que
hacía difícil luchar contra ellas, Sarel no podría estar en tantos lugares a
la vez, sola.
Lori lo había hecho demostrando el mismo valor que un luchador.
Demonios, ella había estado intentando salir del Enclave durante meses, y
Jonathan se lo había negado. No dulce y preciosa Lori.
Las líneas firmes de su cara ahora mismo no parecían dulces ni suaves. Ella
parecía fuerte, seria, y capaz. Demonios, lo excitaba e intrigaba esta
dulce Lori.
—Aquí estaremos seguros.

Su voz irrumpió el intenso estudio de su cara. Buscando, él miró alrededor


del pequeño claro.
— ¿Dónde es aquí?
— El Parque Nacional Shenandoah. —Dijo ella brevemente. —Nada malo

115
hay aquí. Puedo sentirlo. Si uno de ellos viniera, rompería el flujo de cosas
y yo lo sentiría. Nos advertirá con bastante tiempo.

— ¿Qué quieres decir, con nada malo? —Le preguntó él, extendiendo la
mano y cogiendo su brazo antes de que ella pudiera bajar del camión.
— Ellos no han probado taladrar la tierra por aquí, o empeñarse en algún
mal que la manche. Si ellos se instalaran cerca de nosotros, la tierra
sentirá su maldad y yo lo sabré. Nosotros seremos advertidos. —Le dijo
ella, liberando su muñeca fácilmente. —Ven armemos alguna especie de
campamento.
Jonathan soltó despacio su muñeca, una sonrisa rizaba en sus labios
cuando él se encontró sus ojos. Él pronto tendría su cuerpo entero bajo
sus manos bastante pronto. Así ella rogara o no.

Lori se encontró sus ojos, y sus mejillas enrojecieron, su mirada cayó a su


boca. Él sintió que su corazón daba puntapiés, vio el endurecimiento de sus
pezones bajo la camisa que ella llevaba y olfateó el súbito enardecimiento
en su olor tan único. Encontrando su mirada, él vio que ella lo sabía.

Sonriendo, él bajó su mirada a sus labios, un toque tan ligero y apacible


como un beso. Él bajó del camión y se acercó hacia el asiento trasero para
armar el campamento. Cada Cazador que poseía un automóvil tenía uno
similar. Él lo hizo condenadamente rápido. Nunca se sabía cuando podría
utilizarlo. Allí había agua, comida básica y otros materiales. Él podría no
haber sido un muchacho explorador, pero seguro como el infierno que
algún manual había estudiado alguna vez.
Lori lo miró nerviosa cuando él no le pidió ayuda sobre como armarlo.
Jonathan podía olfatear su ansiedad, oír su corazón latir cuando ella
ingresó a la tienda para desenrollar los dos sacos de dormir separados.
Sus párpados bajaron y su boca empezó a murmurar, sus orejas
rastrearon sus movimientos.
— Ya estamos aquí. Entra para que pueda tratar tu estomago. —Dijo ella
brevemente.

Una sonrisa lenta, cálida rizó sus labios ante el sonido de su voz. Las
frases era accidentadas, cortas, cuando ella normalmente parecía tan
tranquila, tan segura. Agachando su cabeza bajo el ala flexible de la
tienda, él encontró sus ojos y se dejó caer de rodillas, arrastrándose
sobre ella, haciendo una larga pausa para mirar fijamente sus ojos.
Ella se encontró su mirada, sus labios se abrieron, sus narices casi se
tocaban, el beso ligero de su respiración tocaba su boca cuando se
miraron. Jonathan casi podía probarla toda, quería saborearla, quería

116
tomarla y rasgar la ropa de su cuerpo mientras él hundía su pene en lo
más profundo de su dulce sexo mojado

Pero debería esperar, el dolor frío en su costado estaba empeorando,


podía sentirlo extenderse hacia sus huesos.
— Una preciosa y pequeña bruja. —Murmuró él, bajando su cabeza y
acariciando con su lengua su labio inferior en una lenta lamida. —Tan
dulce.
Su aliento abandonó sus pulmones lentamente, estremeciéndose ante la
rapidez con que él cambió y se colocó detrás suyo. Haciéndola rodar sobre
su espalda. Mirándola hacia arriba por entre sus pestañas, él tomó la parte
inferior de su camisa y con suavidad la retiró mientras miraba su rostro.
Ella miraba fijamente sus manos, miraba como el movía su mano por su
vientre y su pecho, mientras en ella un atractivo rubor se extendía por
sobre su cuello y sus mejillas nublando sus ojos.
Jonathan podía oler como su excitación crecía. Apoyándose en el codo
ileso, vio como ella abrió hacia un lado su camisa, antes de recostarse
hacia atrás, todavía mirándola,
Con cuidado, ella sondeó la piel fría alrededor de su herida.

— Ésta debe ser su firma. Algunas brujas pueden marcharse dejando su


estela. Algunas veces es un hedor venenoso, casi gangrenoso. Otros, un
ácido que quema. El tuyo es frío, helado. Y se está extendiendo. —Ella
pasó su mano contra su vientre, respiró con genuina compasión, en un
sonido profundo y bajo en su garganta. —Muy frío. Ésto habría matado a
un mortal. Podría matar a lobos menores. Los hombres lobos son
naturalmente calientes, este frío es un peligro muy grande.

El calor comenzó a ahuyentar al frío cuando su mano se apretó más y más


fuerte contra su carne. Deslizando sus ojos para encontrar los suyos, ella
dijo:
— No uso el frío. Siempre he usado el calor.

Un calor poderoso pasó por sobre él y su aliento silbó entre sus dientes
cuando perforó su vientre. Las llamas calientes y ardientes de la magia
buscaron cada esquina helada y fría de su alma donde la magia maligna
corría en su huida. El dolor se hinchó, se intensificó, y Jonathan juró
maldiciendo, y bramando, sintiendo como si algo pútrido y maligno
escapaba de su alma con su Curación fluyendo sobre él.
La oscuridad se alejaba de él desde sus manos, y su suave susurro,
calmante lo dirigía hacia un relajante sueño.

117
Capítulo Nueve

Jonathan podía sentir sus ojos sobre él cuando ella terminó la tarea de
cerrar la herida mientras él iba a la deriva por el sueño curativo,
sintiéndose reanimado, renovado, hambriento. La importancia de la
curación había estado en retirar la helada magia que había colocado en su
cuerpo la otra bruja.
Cerrar la herida fue un juego de niños.

Abriendo sus ojos, encontró su mirada clavada en él y sintió formarse una


sonrisita hambrienta.
— Me gusta la manera en que tus ojos se sienten sobre mí, me gusta saber
que me miras, —murmuró. Tomando su mano, la presionó sobre su
estómago, sujetándola allí.
— Para. —Ella tragó fuertemente mientras movía sus ojos hacia arriba por
cada línea de su cuerpo, retirando de su mano de debajo de la suya,
arrastrando las puntas de sus dedos sobre su cuerpo antes de plegar su
mano en un puño y colocarlo en su regazo despacio. —Te he estado
mirando durante años. Y nunca te había importado antes. Y en la rara
ocasión que pasa, solo te disgustas.
— Porque te quería demasiado, —dijo él ferozmente, extendiendo la mano
y deslizandola por encima del muslo donde ella se había arrodillado para
estar a su lado. —Y esos ojos dulces e inocentes que me persiguieron por
todos lados.
Sus ojos eran cortantes cuando miraron los suyos, entrecerrados y
enfadados.
— Estoy cansada de que digas dulce e inocente. —El aire entre ellos
estaba vibrando casi por su cólera, Jonathan podía sentirlo. —Perdí mi
inocencia hace muchos años, una vez que comprendí lo que esperarían que
hiciera cuando me uní a un enclave. Y sólo soy dulce a tus ojos. Eli sabe que
puedo ser una verdadera fiera. Sarel piensa que soy una bruja a medias.
Para el resto, soy solamente yo. Solamente tú me calificas de dulce e
inocente y luego ni te molestas en llamarme por mi nombre. ¡Maldito
Infierno!, pasé varios años preguntandome si tú lo sabías. Todo lo que
alguna vez te oí fue que era demasiado dulce, demasiado suave y ya tengo
bastante para esta vida.
— Siempre supe tu nombre. Lo he estado susurrando en mis sueños desde

118
que te conocí. —murmuró Jonathan, arrodillándose y cogiendo su cara
entre sus manos, inclinando su barbilla. Sus labios se separaron y ella
intentó retirar su cabeza para mantener la distancia, pero él cubrió su
boca con la suya, sumergiendo su lengua en el interior, deslizando sus
manos hacia abajo por la redondez de sus gluteos y meciendo su erecto
sexo contra su vientre.

Con una maldición furiosa y amortiguada, arrancó su boca de la suya,


colocando sus manos entre ellos.

— Susurrándolo, y probablemente maldiciéndome, —se río ella


fuertemente, sus ojos eran afilados como el cristal cuando le miró
fijamente. —He perdido la cuenta de cuantas veces intentaste enviarme
fuera.
— Porque tú eras demasiado tentadora, y no quería rendirme. No quería
tener que luchar contra mí mismo cada vez que veía esa bonita cara y olía
tu fantástico cuerpo, — gruñó él, bajando su cara y enterrándola en la
curvadura de su cuello, rastrillando sus dientes a lo largo de la curva de su
pecho, podía sentir las punzadas calientes en sus pezones y escuchar el
latido frenético de su corazón, sentir su pulso contra su boca cuando
chupaba de aquella delicada zona de su piel.

— No te estoy rogando, no ahora, no antes, —gruño Lori, tratando de


arquear la espalda fuera de su agarre. Todo lo que consiguió hacer fue, sin
embargo, presionar su pelvis contra su sexo, haciéndolo gemir cuando se
contoneó y ondeó contra él.

Cambiando de lugar sus labios hasta su oreja, él murmuró.


— ¿En cuanto a lo que si estoy dispuesto a pedirte? ¿Qué pasa si te digo
que he sido un idiota, que era un ciego idiota sin palabras? —Deslizando su
mano hacia un lado, ahuecándole su pecho y masajeando suave y
maleablemente la carne, pellizcando su pezón, ordeñándolo mientras él le
decía, —Siempre te he querído, necesitado, amado. Aunque, nunca abrí mis
ojos para ver cuanto. Nunca abrí mis ojos para ver solamente que tú eres
mi otra mitad.

Su cuerpo se puso tenso, como doblandose sobre sí misma, como un conejo


que se mueve silencioso por que hay un depredador que acecha en los
bosques.
— No lo hagas. No me hagas esto, — dijo ella quedamente. Sacudiendo su
cabeza, ella despacio comenzó a separse de sus brazos y Jonathan la dejó.
—Te he estado esperando durante semanas, meses, durante muchísimos
años. Solamente hace unas horas tú mismo me dijiste que nunca ocurriría.

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Que esto no sería nada más que sexo. No me dejaré convencer para luego
tener mi corazón roto, —dijo ella, alejándose de él en los límites
apretados de la tienda. Se hundió en su jergón y colocó las rodillas sobre
el pecho, descansando su barbilla sobre ellas y mirando inexpresivamente
a sus pies.

— No pensé que fueras lo bastante fuerte. Fui un tonto. Mis ojos se han
abierto duramente, sin ninguna duda. Pero hasta antes de todo esto, sabía
que me equivocaba, — dijo Jonathan bruscamente, conteniendo el aliento
profundamente, tomando el olor de su cuerpo en sus pulmones y
estremeciendose cuando éste lo inundó. Avanzó lentamente a través de la
tienda hasta quedar arrodillado donde estaba ella, y murmuró, —Te
tendré, Lori. No cometas el error de no creerme. Eres mía, para siempre.

Una diminuta sonrisa satisfecha cruzó los labios de Lori.

— Esto es extraño…hasta en este momento, hasta hace como unos treinta


minutos no me querías en realidad.
Una sonrisa lobuna curvó la boca de Jonathan, y sus ojos brillaron.

— No me empújes, Lori. Te he querido durante años y he sido el único


demasiado ciego para verlo. Empújame, y te empujaré y no habrá vuelta
atras.

Él se apartó, moviéndose más rápido de lo que sus ojos podían seguir,


saliendo de la tienda antes de que él cediera ante lo que ambos hubieran
querido.

Lori sintio que su fuerza desaparecía de su cuerpo.

Maldita sea.
Aprisonándose hacia atrás con la manta, presionó un puño en su pecho,
sintiendo cada libra de corazón, cada vez que introducía el aire en sus
pulmones. ¿Realmente acababa de renunciar a la única posibilidad para
sentir el cuerpo caliente y desnudo de Jonathan contra el suyo?

Sí, y se podía ir al infierno.


Él era el único culpable.
Si últimamente él no hubiera sido tan difícil, ella no se habría sentido
hasta el borde y tan cautelosa, tan desesperada de mirar cada movimiento
que hacía. Si no, tal vez, solo tal vez, ella podría haberse rendido.

120
Malumoradamente, se dispuso a descansar.

Leandra miró hacia la rocosa costa


— ¿Por qué aquí? — pregunto ella, sacudiendo su cabeza. — Este lugar, es
frío, y oscuro, y triste. No me gusta.

— Solamente no te gusta porque tienes menos posibilidades para salir


corriendo. Apuesto a que Agnes embotará tus poderes. Ella lo hizo antes,
solamente estando alrededor tuyo. Ella hará esto y más, —dijo Erika,
sonriendo con satisfacción.
Adoraba esta playa. Aquí, sobre esta rocosa costa de Maine, podía sentir
el viento sobre su cara, probar la sal en el aire, y sentirse libre. No se
sentía muy anormal aquí. No se sentía tan humana como cuando estaba de
pie aquí. Algo en el océano le había llamado siempre. Jonathan la había
traído aquí por primera vez después de que la hubiera salvado.

Solían venir aquí constantemente. Últimamente, apenas la traía en


absoluto, pero Erika recordaba este lugar. Y Agnes también.

El viento empezó a calmarse.


Erika rió cuando los ojos de color topacio de Leandra se entrecerraron.
Los jamaicanos habían esperado que el viento estuviera alrededor de
Agnes. Pero la tierra amaba a Agnes. No entró en agitación en su llegada.
Se calmó. Menos el océano. Nada y nadie en esta tierra podrían
tranquilizar al océano. Cuando el agua se estrellaba en la playa rocosa, el
viento se extinguió alrededor de Agnes Milcher cuando ella bajo a la playa
hacia ellas, echando una mirada a Erika con sus descoloridos ojos azules,
sacudiendo su cabeza suavemente.

— Eres una muchachita traviesa, me has llamada a mí cuando tienes a toda


tu familia loca de preocupación por ti.
Aunque hubiera más de cien yardas de distancia, su voz pareció como si las
rodeara, como si ella estuviera encima de ellas, al lado de ellas y dentro de
ellas. Erika notó que Leandra brincaba, y luego la mujer negra frunció el
ceño, sus ojos brillaban. La muchacha sólo sonrió y se río, pasando por las
rocas y la arena con su pelo libre como una bandera dorada detrás de ella
mientras ella se arrojaba encima de la vieja bruja, sus brazos se colgaron
alrededor del cuello de la mujer.
De una altura igual, Agnes pasó sus brazos alrededor de Erika,

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manteniéndola apretada y firme, su cuerpo viejo todavía era fuerte y
poderoso después de más de un siglo de andar por la tierra.

— Ah, niña. Nos tenías tan preocupados. Nosotros sabíamos que Lori te
encontraría, pero cuando ella y Jonathan alcanzaron el lugar donde
estabas, tú y la otra mujer ya os habías ido, —murmuró Agnes, su mano se
deslizaba por el pelo de Erika. —Y luego, muchacha, me llamas con estas
escasas noticias.
Erika se giró y miró a los ojos de Leandra para encontrarlos desde esa
distancia.
— Ella no es mala. Sé lo que ella ha hecho, pero no es mala. Sé lo
suficiente sobre el mal para no ser capaz de reconocerlo, —dijo Erika con
inquietud, sosteniendo fuertemente el brazo de Agnes mientras las brujas
se estudiaban la una a la otra. Agnes entrecerró sus ojos, su cara pálida y
surcada por las arrugas adquirió un brillo extraño, sus ojos irradiaban
como pálidas perlas azules a la luz de la luna.
— Ningún... mal, es ella. Pero que es, aún tengo que decidirlo. Posee algo
desconocido, ya lo creo que si, —murmuró Agnes. —Tan poderosa, tan llena
de coraje, orgullo. Y muy protectora contigo. Ella da su corazón
rápidamente, y totalmente. —Deslizando sus ojos hasta Erika, ella rió. —
Ahh, pequeña. Nadie quien ama en realidad puede ser malo, ¿O si? ¿Así
que es lo qué quiere?.

— Conocer sobre los Cazadores. Ella no los entiende, —dijo Erika,


enrojeciendo cuando ella miró hacia atrás hasta Leandra y vio que la mujer
la estaba mirando estrechamente, protectoramente. Iba de un lado para
otro sobre una pequeña sección de la playa como una pantera enjaulada,
sus largas y negras trenzas se balanceaban por su espalda cada vez que se
movía.

— Hmmm. Somos fáciles de malinterpretar al ojo externo. Pero veo la


marca de nuestro enemigo sobre ella. Han trabajado enérgicamente
dentro de ella. Esto puede estar más allá de lo que las palabras puedan
decir, pequeña, —murmuro Agnes. Con un suspiro, atrapó las manos de
Erika y caminaron por la playa juntas hacia la otra mujer. —Siento tanta
cólera dentro de ella, tanto resentimiento.
— A esta distancia la escucho bastante bien, anciana. Y mi cólera es mi
maldito problema, —Leandra habló arrastrando las palabras, doblando los
brazos sobre su pecho y separaba sus piernas plantándolas firmemente.
Levantando su barbilla al aire, dijo, —Y también estoy resentida. Aunque
no lo pienso pagar con cualquiera. Aunque la cólera, se escucha, bueno, es
realmente lo que tengo. Y mucha. Desde que escuché a esa gente decir que

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estaba lista para volverme loca o matarme, desde que no satisfago sus
objetivos.

— Buenas orejas las que tú tienes, —reflexionó Agnes, frunciendo sus


labios mientras pensaba. Y no solamente estas que tienes en tu exotica
cabeza, pequeña. Incluso con el ruido del estrellarse las olas, la mujer no
debería haber sido capaz de enterarse. Incluso con un sentido tan
refinado en una bruja de esta edad probablemente no habría oído. Sarel
no lo tenía. Ahora, Lori lo podría tener. Aunque Lori no fuera un digno rival
para esta bruja, no con esta.

Sarel, tal vez. Pero no Lori, aunque no era la cosa inocente y dulce con la
que algunos la confundían.
Esta flaca, y peligrosa mujer era un guerrero, desde la parte superior de
su negra cabeza, hasta la parte inferior de sus negros pies, incluyendo el
largo cuchillo sobre su cadera. El aura que irradiaba era un parpadeado de
oro, azul, blanco y rojo, lo suficiente para hacer que Agnes deseara tener
un par de gafas de sol, por lo brillantes que eran las luces.
— Vieja, Te he visto antes. Con un vampiro muy poderoso, en Jamaica, —
dijo Leandra, con cara cerrada. —Conozco tu cara.

— Conozco a muchos vampiros, —Dijo Agnes con una sonrisa. —Muchos. Y


he estado en Jamaica en varias ocasiones, aunque no he estado en los
últimos años. Tendrás que ser más específica que esto, niña. —Aunque
Agnes estaba completamente segura de conocer a la que estaba enfrente
suya.. Asi que es aquí donde llegaste a parar, niña. Ah, Maldición. Nosotros
deberíamos de haber mirado más conciensudamente y durante más tiempo,
mucho más de lo que lo habían hecho.
— Yo creo que ya sabes quien soy, —dijo Leandra sonriendo con
satisfacción, arqueando una ceja. —Puedes ser un poco más vieja ahora,
pero tus ojos son tan rápidos y ágiles como siempre, Vieja.
Agnes se rió, una rica risa que se escuchaba a traves del aire matutino.

— Oh, vaya. Creo que me gustas. Tan ardiente, tan orgullosa. —Sus ojos
brillaban de alegría. —Hmm, tal vez ahora tenga una idea. Me había
preguntado… ¿que querría de mí, una mujer Scythe? No siento ningún
amor por ti. Nada en absoluto. Pero tengo atrás a Erika, a mi lado. Y ella
me mira, feliz e ilesa. Puedo soportar unas cuantas preguntas.
— Esta muchacha de aquí, —dijo Leandra arrastrando las palabras,
agitando su cabeza hacia Erika, —insiste en que me equivoqué sobre los
asesinos a los que pertenece. Quiero que me convenzas de que me
equivoco.

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— Asesinos, ¿eso es lo que somos? —reflexionó Agnes, tocando los labios
con un dedo. Hmm. Nos han llamado vigilantes en la mayoría. Pero por lo
general no algo tan fuerte como asesinos. ¿Cómo puede ser uno un asesino
por tomar la vida del que ha terminado con otras vidas de forma cruel,
fria y brutal?.

— No me preocupo por la escoria que dices haber dado muerte en un


combate. Esos se merecen lo que les hagan. Me preocupo por los que
rehusan a unirse. ¿ O acaso no lo hacen? Ustedes se los llevan y nunca les
he visto otra vez, —gruño Leandra, sacudiendose sus trenzas en la
espalda. —Chiquillos, hombres y mujeres jovenes, no les importa si uno de
ellos quiere o no unirse a ustedes. Los toman o les matan.

Agnes frunció el ceño y comprimio sus labios.


— Vaya, vaya, vaya. Definitivamente estas muy confundida, ¿verdad?.

— Fuiste a darme caza. Si no quería ser uno de ustedes, me habrían


matado, también. No me digas que me equivoco, puedo sentir las mentiras
tan bien como tú, —siseó Leandra, comenzando a dar un paso, su largo
cuerpo tenso y enfadado.
— Muy bien, —dijo Agnes amablemente. Uniendo una mano con Erika, con
la otra cogió la mano de Leandra y rió suavemente. —No te diré nada. No
creerías una palabra de lo que dijera. Por lo que te lo mostraré.

Agnes no podía evitar que saliera de sus labios una burbujeante carcajada
cuando Leandra maldijo, largamente y fuerte. Pero puso sus manos sobre
las orejas de Erika.

Eli deslizó sus ojos por la cara de Sarel. Ella estaba perdida en algun
profundo pensamiento, sus ojos desenfocados, lejanos, sus labios se
movían de vez en cuando como si estuviera hablando. Y él sospechaba que
lo hacía. Un olor débil se adhirió a su piel que no era realmente suya, y una
magia se movía por el aire que no era tampoco la suya. El olor a lavanda en
polvo... Agnes.
Malditas buenas noticias, por una vez, Espero. Él emitio un aspero suspiro
cuando se dio la vuelta, colocando su mano sobre la parte plana de su
estómago, acariciando la piel suave y tierna de allí, concentrándose en el
suave murmullo de las voces que escuchó en el fondo. Pero no podía
escuchar algo más que esas voces. No a no ser que ella lo quisiera.
Cuando su cuerpo se fue relajando, abrió sus ojos y levantó su cabeza,

124
mirando fijamente en sus ojos dorado - verdosos con la frente arqueada.
— ¿Qué quería Agnes?.

— Tiene a Erika. Esta segura, —dijo Sarel, un estremecimiento atormentó


todo su cuerpo.
— ¿Jon? ¿Lori?.
— Todavía están donde Los Scythe se habían instalado; ellos saben que
ella se ha ido. Sospecho que Lori quiere entrar y destruir todo. Ella ha
aprendido demasiado de Los Scythe. —Los ojos de Sarel comenzaron a
brillar. —Lori no es ningún guerrero. Ella no puede manejar una batalla
sola, ni con Jonathan. Pero no puedo alcanzarla. Me ha bloqueado.
— Lori no es una niña, o una bruja inexperta, cariño, —dijo Eli,
incorporándose, pasando sus brazos alrededor de sus piernas mientras
miraba fijamente a la noche. Sus ojos brillaban aburridos hacia la noche
mientras él consideraba el modo de decirle que su hermana no era la niña
que ella todavía pensaba que era. —Nunca he dudado de las capacidades de
Lori como Bruja, Sanadora o como uno de mis Cazadores.
— Ella no es un Cazador.

— Si lo es. Y siempre lo será. Solamente tú te niegas a verlo. ¡Maltido


Infierno!, Sarel, La entrené. Jonathan también la entrenó. Ella es una
bruja muy buena maldita sea....

— Ella es una Sanadora. —La boca de Sarel se comprimió en una dura línea
mientras ella le fulminaba con la mirada, cruzando sus brazos sobre sus
pechos desnudos.

— Para ser una Sanadora, ella primero debe ser una bruja, y es, maldita
sea, muy buena en esto, —dijo Eli con un suspiro frustrado, colocándose
sobre su espalda y arrojando un brazo sobre sus ojos. Ésta era una
antigua y cansada discusión. —Tu hermana es una mujer adulta, con
talento y poderosa. Puede cuidarse y pensar por si misma, Sarel.
— No. No tendré en cuenta esa posibilidad. Maldita sea, tendré que ir
después por ella, —murmuró Sarel. Se incorporó y balanceó sus largas y
delgadas piernas por fuera de la cama.
Aunque el sol se acercara al horizonte, todavía le faltaban varias horas
antes de llegar al ocaso. Eli miró su trasero desnudo cuando ella cruzó
hasta alcanzar el armario, su redondeado trasero se movía de un lado para
otro mientras recogía algo de ropa oscura y resistente. Ropa para la
cacería.

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— Planeas ir sola.
— Es mi hermana, Eli,—dijo suavemente.

— Tu hermana no esta sola. Jonathan está con ella. Y si sigues insistiendo


en esto, espera a que yo pueda ir contigo. Bien podrías permanecer aquí y
así saldríamos juntos, —dijo Eli, deslizándose fuera de la cama y llendo
detrás de ella, descansando sus manos sobre sus hombros.

— No puedo confiar a mi hermana a un hombre. Es solamente un werewolf,


Eli. Y él apenas la tolera, —con ese comentario roto Sarel encogió sus
hombros para así desprenderse de las manos de Eli.

Eli dejó salir una brusca carcajada. Su movimiento, aquel pequeño rechazo
de su toque, le había causado un caliente y lacerante dolor. Dándose la
vuelta para mantener las distancias, mirando por toda la habitación,
recogió un par de pantalones. Poniéndoselos, se giró y la miró airadamente,
sus ojos destellaron misteriosamente aún cuando había poca luz por que no
había ventanas.
— ¿Cómo una mujer tan inteligente puede ser tan obtusa? —se preguntó
asombrado. —Jonathan daría su vida por cualquier mujer, pero mataría
hasta el último dragón solo por acudir en la ayuda de Lori. Ha estado
enamorado de ella desde el mismo instante que posó sus ojos en ella. Pero
tú eres una de los que no se ha dado cuenta. Y yo no le llamaría solamente
un werewolf. Sería como llamarte a ti solamente una bruja. No
menosprecies su poder. Es más poderoso de lo que te piensas.
Sarel, sin embargo, no parecía estar escuchándole realmente, decidió Eli.
Parecía que se había quedado bloquedado cuando había mencionado que
Jonathan mataría dragones por Lori. Algo sobre que el muchacho estaba
enamorado de su hermana.
— ¿Realmente no lo sabías, cariño? Sé honesta. Él la ha estado observando
como un maldito halcón desde que ella puso un pie en mis tierras.
Infiernos, más que eso. Ella no podía estornudar sin que él lo supiera.

— Entonces él está obsesionado. Esto no significa que esté enamorado de


ella.
Eli sacudió su cabeza.
— No. Está enamorado de ella. Conozco a Jonathan Y pienso que tú lo
conoces un poco mejor de lo que quieres reconocer, —murmuró él,
moviéndose un poco más cerca, a la espera de que ella le mirara fijamente
a los ojos cuando se girara a afrontarlo. —Y por encima de todo, conoces
a Lori. Está enamorada de él. Juntos son muy poderosos.

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— Lori es jóven. Dulce, conoce muchas pociones y puede cerrar heridas.
No es una luchadora, —Sarel le miró desdeñosamente, rozándolo al pasar.
Sin embargo, sintió su escalofrío, cuando su brazo descubierto rozó el
suyo.
Eli agitó su cabeza.

Maldito Infierno.
Retirándose a una esquina, miró cuando su pequeña sabelotodo terminaba
de recoger sus pertenencias y luego, cuando se echó la mochila sobre su
hombro, se abalanzó sobre ella.
Controlando el tiempo, calculó que solamente tenía que pararla durante
una hora. Entonces él ya podría aventurarse fuera, sin peligro y seguir a
Sarel mientras buscaba a su hermana. No era que Lori no pudiera
manejarlo. Sospechaba que podría hacerlo muy bien.

Pero de lo que no estaba tan seguro era si Sarel estaba preparada para
ver que su hermanita había crecido. Y muy probablemente se enfadaría
con la actitud condescendiente de Sarel.

Jonathan estaba sobre su vientre, con su cabeza enterrada entre sus


brazos, deseando aullar. Podría olerla, oír su respiración, escuchar el
latido de su corazón, casi podía sentir el satén de su piel bajo sus manos
de nuevo. Debería de haberla obligado. Maldita sea, ¿Por qué infiernos
había sido tan gentil?

Porque tenía razón, condenación. No tenía ningun derecho de obligarla


después de darle la espalda durante meses.
Caray, la quería. Quería extender sus muslos abriéndoselos e introducir su
polla profundamente dentro de su húmedo sexo, y oirla gritar su nombre.
Quería escucharla gemir mientras la amaba, decirle que la quería,
amándola como nunca lo había hecho antes.

Un quejido suave alcanzó sus oídos.


Un lamento. Muy débil.

Su corazon saltó sobresaltado. Un pequeño suspiro amortiguado. Un


cambio de posición sobre la cama. Luego más movimiento.
Cuando el grito desgarró el aire, no estaba preparado. Saliendo del saco
de dormir, rodó sobre sus rodillas y fue al otro lado de la tienda antes de
que el grito hubiera muerto en sus labios. Introduciéndola dentro de sus

127
brazos, la colocó en su regazo, murmurando su nombre sin pensar en lo
peligroso que era despertar a una bruja cuando tiene una pesadilla.

— Shhhh, shhhh, está bien, cielito, está bien, —susurraba contra su


frente húmeda. —Vamos, sal de ahí, amor. Despierta. —Su pelo se
derramó alrededor de ellos cuando él ahuecó una mano sobre su mejilla,
levantando su cara hacia él cuando ella intento huir. —Mírame, cielo.
Mírame.
Su cuerpo siguió temblándo y estremeciéndose, sus labios que separan
sólo para dejar salir otro débil sollozo, antes de que ella colocara sus
manos sobre su boca como si temiera que saliera otro lamento. Las
lágrimas escaparon de sus cerrados párpados, y Jonathan pasó sus
pulgares por su mejilla, afianzando su cara. Introduciendo sus dedos por
su cabello, bajando su boca hacia la suya, apretandola amorosamente,
calmándola con un beso en sus labios.
— Despierta, cielo. Ven a mi, despierta, —susurró.
Un estremecimiento atormentando la atravesó y sus ojos se abrieron,
alzándolos hacia él, con su cara a sólo unas pulgadas de la suya, cuando él
colocó su boca cerca de la suya.

— Soy yo, Lori, solamente soy yo, —Canturreaba mientras frotaba su


pulgar con mucho cuidado por su labio. Barriendo con un dedo las lágrimas
que se deslizaban por su mejilla y secándolas, colocó su frente contra la
suya. — ¿Con qué estabas soñando?.

La mujer era tan fascinante como un hada, con una suave y melodica voz,
pero la maldad llenaba cada palabra, mientras que sus ojos estaban
iluminados con los fuegos de infierno. Lori estaba de pie mirando
fijamente de entre las sombras cuando Jonathan fue arrastrado y atado
en estado inconsciente, introducido en un hondo y oscuro hoyo de una de
las cavernas y que formaba una parte de la red de cuevas.

Ellos la llamaban Mistress.


Y tambien quería a Jonathan.
Él no se había sometido al modo que ella quería. Con el brillo de la locura y
maldad en sus ojos, les dijo que lo golpearan hasta la muerte, que la sangre
que fluyera sería como tener su alma dispuesta.
Tenía la intención crear a un Cazador Oscuro propio... uno que pudiera

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destruir a los Cazadores, uno que pudiera infiltrarse.
Un impostor.

Y lo lograría con su sangre mágica. Lori tuvo miedo de que esto pudiera ser
real. Casi había ocurrido. Casi habían tenido éxito en convertir a una bruja
solitaria, un alma perdida, quien tenía demasiada oscuridad en su vida, y en
su corazón.

Pero Jonathan no tenía oscuridad en su alma, o en su corazón. Y nunca


caminaría solo.

Ella cayó sobre sus rodillas, colocando una mano en su boca para
contenerse los gritos cuando pudo ver su cara, golpeada, sangrienta y
rota. Alguien lo agarró por el pelo y le obligó a alzar la vista hacia
Mistress. Ella le sostuvo la barbilla con uno de sus delicados pies,
girandole para un lado y luego para el otro, sintiéndose irritada se mordió
su labio carnoso y arrugó el ceño.
— Perro estúpido, —dijo ella arrastrando las palabras. —Antes tenías una
bonita cara y ahora la has arruinado. —Hacedle sangrar, —dijo ella
quedamente, inclinado su cabeza, retiro su pie. Su voz era tan tranquila
como si dijera, Hoy me vestiré de rosa. Cuando ella se alejó, docenas y
docenas de personas se lanzaron hacia el inerte y desvalido cuerpo de
Jonathan.

¡No! Lori se tiró a sus pies, cerrando de golpe su palma creando una
barrera que los bloqueaba, la luz estalló de ella cuando su mano la
estabilizó.

¡Esto no ocurrirá!
Mientras ella gritaba, se escuchó el aullido triunfante de un lobo.
Y luego la voz de Jonathan, Despierta, cielo, ven a mi …

Cuando sus ojos se abrieron y él se inclinaba, ojos que apenas brillaban en


la oscuridad de su angustia. Su olor llenó su cabeza y casi podía probarlo
en sus labios. Maldita sea , pensó Lori desesperadamente, aquella imagen
de él casi muerto, totalmente ensangrentado y magullado, estaba impreso
al rojo vivo en su cabeza. No puedo dejar que esto ocurra…

Extendiendo la mano arriba, enterró sus dedos en su pelo y posó sus labios
contra los suyos, lamiendo la comisura de sus labios hacia una lado y al
otro. Sintiéndolos cuando estos se separaron para tomar una profunda y

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sobresaltada respiración, empujó su lengua dentro de su boca cuando este
lo hizo. Moviéndose, ella se sentó a horcajadas sobre su regazo, pasando
sus brazos alrededor de su cuello, con ese largo y gloriosamente sedoso
pelo derramarse alrededor de ellos como una oscura capa. Jonathan ....
Un profundo gruñido de advertencia retumbó desde su pecho. Sus manos
sujetaron su cintura, sus dedos se hundieron en la suave carne cuando él la
arrastró hacia adelante y hacia atrás sobre su dureza, su gruesa
masculinidad, hasta que él separó su cabeza, intentando llevar aire a sus
pulmones.
— Aaahhh, Cielo. No lo hagas. No deseas esto, no realmente. Estás
alterada por la pesadilla, —gimió él. —Si haces esto ahora, te vas a
arrepentir mañana y entonces será un infierno.
Lori subió sus rodillas, plantando los pies sobre la tierra, mirándole
completamente, con los ojos hambrientos aunque todavía le picaban por las
lágrimas derramadas.
— No. Si no hago esto ahora, si que será un infierno para nosotros. Y
pienso que lo lamentaré para el resto de mi vida. Estoy malditamente
segura, —susurró ella aproximadamente. Retirándose un poco, se quitó la
camisola por la cabeza, liberando sus pechos al fresco aire de la noche.
Sintiéndose tan desesperada por poder ver su cara, así como sabía que él
podría ver la suya.

— Illunmari, —dijo, con voz entrecortada, la magia deslizandose por el


aire. Calor, llamas lamiéndoles alrededor y cerniéndose encima de ellos, el
calor se desvaneció hasta que este fue nada más que una pelota luminosa
de luz. Una suavidad dorada que resaltaba sus ojos y el mohín hambriento
que había en su sensual boca.
— Sé lo que quiero, no importa que infernales sueños hayan atravesado mi
cabeza, — murmuró, inclinándose hacia abajo, presionando sus labios
contra su boca. Contra sus pechos desnudos, podía sentir la dura
musculatura de su pecho. Se sentía tan caliente, ardiente, olió a bosques y
tierra cuando él se acercó para pasar un brazo alrededor de su cintura. La
otra mano se encontraba enterrada en su pelo, echando su cabeza hacia
atrás, arqueando su cuello para saquearlo con su hambrienta boca.
Cuando él se retiró brevemente, Lori sonreia serenamente por encima
suya. Deleitándose de la vista de sus caliente ojos, rojizos y brillantes
como los de un lobo en la noche, cuando él gruñó,
— Estas segura, cielo. Estas bien, bien segura.

Lori se río entre dientes. Deslizando sus manos por su mismo torso,

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ahuecandolas en sus pechos, haciendo rodar sus pezones mientras
arqueaba su trasero.

— Hmmm... Tan segura como nunca he deseado algo. Muy segura, completa,
completamente segura.
El aire voló por sus pulmones cuando Jonathan se movió como un
relámpago, haciéndola caer sobre su espalda, presionándola con su cuerpo
y arrancándole los pantis. Lori todavía intentaba coger aliento,
recorriendo con sus ojos cada parte de su bello y musculoso cuerpo,
cuando sus manos tiraron para liberar el botón de sus vaqueros. Con la
boca tan seca como el desierto, lamió sus labios, subiendo una mano y
arrastrando sus dedos sobre su plano vientre, rodeando el hoyuelo de su
ombligo antes de que sus manos atraparan las de ella. Colocándolas por
encima de su cabeza, él se afianzó entre sus muslos.

— No esperaré esta vez, —la advirtió él, gruñendo. —Tengo que tenerte.
Tengo que hacerlo. Te follaré más suave, más lentamente, más
dulcemente, pero eso después.
La nata inundó su coño ya dolorido, ante estas palabras.
— Maldita sea, no me importa cómo lo hagas, sólo quiero sentirte dentro
de mí, —se quejó ella, envolviéndolo con sus piernas alrededor de su
cintura y levantando las caderas.

Bajando su cabeza, él agarró un pezón hinchado en su boca, y Lori gimoteó


cuando la cueva ardiente y mojada de su boca envolvía el botón prieto e
hinchado que era su pezón. Sacudiendo su cabeza hacia adelante y hacia
atrás sobre la almohada que había debajo, Lori hundió sus uñas en los
firmes músculos de sus hombros cuando empujó la punta redondeada de su
pene contra la entrada de su dolorida y mojada hendidura. Dejando un
sendero de calientes besos, mordiendo el pezon de su boca, él ascendió
para introducir su lengua profundamente. Lori gimió, tragando su gusto,
cuando él enterró su grueso y caliente pene dentro de ella.

Oh, el calor... Ella arqueó la espalda para que la traspasara, enterrándola


hasta la empuñadura, sus pelotas golpeando contra su trasero mientras
bebía el grito que subía por la garganta. El calor de su cuerpo era tan
intenso que solamente con tocarlo, con degustarlo... Lori lloriqueó cuando
se retiró, hundiéndose de nuevo en la cremosa vaina de su sexo.
Cuando él finalmente liberó su boca, la cabeza de Lori cayó y pudo tomar
aire. Los gemidos reemplazaron su búsqueda desesperada por respirar
cuando cambió el agarre sobre sus manos. De sujetar una muñeca con cada
mano, a coger las dos con la misma, extendió la mano libre hacia abajo,

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rodeando con su pulgar el botón hinchado que era su clítoris.
— Eres tan apretada, tan dulce, —canturreó él contra su boca. —Puedo
olerte.. estás casi madura, ¿lo sabías? Dentro de unos días, estarás
ovulando y podría llenar este pequeño y plano vientre con mi bebé. —
Cuando habló, rodeando sus caderas con sus piernas para que le envolviera,
alzando su cuerpo sobre ella, y enterrando su pene contra la boca de su
matriz. Lori no pudo parar el gemido hambriento que escapó de sus labios
más que no podía parar de respirar. Sus manos se abrieron y cerraron
convulsivamente, estirándose inútilmente de su firme apretón pero
indoloro.
Sollozando cuando él se retiró despacio, Lori gritó al conducirse
profundamente en su interior con dureza, empujando fuertemente. Su
pene caliente y pesado forzaba cada tejido hinchado que empezaba a
convulsionarse alrededor su dura longitud.
— Grítalo otra vez, —susurró. —Hazlo. Grítalo otra vez, y dejame
escuchar mi nombre.
Su nombre salió de sus labios en largos gemidos desiguales, y Jonathan
sintió los estremecimientos que agarraron su cuerpo cuando empezó a
entrar duro, atormentándole con las convulsiones. Su sexo se apretó
alrededor de su pene, sabía que iba a estallar en un placer absoluto y
dolorosamente dulce. Hundir su pene en ella era como hundirlo en una
toma de corriente eléctrica tan suave como la seda. El olor de su dulce
nata se le subía a la cabeza, haciendo agua su boca y sus encías le dolieron
por ansiar su sabor.
Debería de haberla probado —lo haría más tarde.Pero no ahora.
Saliendo, retrocediendo de su interior y sintiendo el apretón hambriento
de sus manos sobre sus hombros y el de sus talones hincándose en su
trasero. Notando los puntos duros como diamantes que eran sus pezones
quemándole en su pecho, con un gruñido bajó su cabeza y atrapó uno en su
boca, atrayéndolo totalmente dentro y chupándolo profundamente. El
gusto suave y dulce de su piel inundó su boca, haciendo que su pene
sintiera aun más el abrazo de su sexo. Estremeciéndose, se puso de pie
entre sus rodillas, agarrando sus caderas, chocando contra ella, mirando
fijamente la larga y pálida longitud de su cuerpo. Sus ojos se arrastraron
hacia arriba por todo su torso - el rojo-baya de sus pezones, su boca rosa
mientras su lengua humedecía sus labios, sus brillantes, aturdidos y
vidriosos ojos.

— Tan precioso, tan condenadamente caliente, —farfulló él. —Te amo.

132
Lori jadeó, estremeciéndose y arqueando su espalda, sus manos bajaron y
y agarron sus muñecas mientras ella movía sus caderas contra él, sus ojos
se prendaron de los suyos.
— Jonathan —esa palabra se alzó en un grito entrecortado mientras su
vagina se apretaba sobre su pene en unas lentas y rítmicas convulsiones,
haciendo subir un intenso sonrojo de su pecho a su cara.

Jonathan gruñó. Las pelotas se contrajeron cuando se apretaban contra su


cuerpo, dobló sus manos cuando sus uñas comenzaron a alargarse,
rompiendo todo el control cuando alcanzó el punto culminante. La sangre
inundó su boca cuando sus dientes se alargaron y los colmillos se abrieron
paso por sus encias, la lujuria había llamado al animal que tenía dentro. La
vaina suave, sedosa y húmeda se agarró otra vez con gula conduciéndole
profundamente en su interior por última vez y explotando dentro de ella.
Derramándose, llenándola con su caliente y cremosa semilla. Doblándose
sobre su cuerpo, hundió sus dientes en la suave almohadilla que era la
carne de su hombro.
El fuerte dulzor picande de su sangre se extendió dentro de su garganta,
y sus uñas arañaron su espalda cuando ella gritó su nombre una vez más.

Envolviendo sus brazos alrededor de ella, rodó sobre su espalda,


abrazándola contra su pecho, al mismo tiempo que lamía la sangre
producida por la mordedura en su hombro.

— Maldición, te amo, —susurró él.


— Ya era hora de que lo admitieras, —refunfuñó Lori, frotando su mejilla
contra su pecho.

133
Capítulo Diez

Lori se deleitó por los deliciosos y constantes dolores de su cuerpo


mientras caminaba por las sombras del bosque. El viento agitaba su pelo y
su oscura ropa, cuando la luna emergió reflejándose sobre el lago. Agua
que lamía la rocosa playa mientras Jonathan subía detrás de ella.

— No estaremos por mucho tiempo más solos.


Lori sonrió despacio.

— Lo sé. Puedo sentirla, también. Ella no está... feliz. — Eso fue un


eufemismo. La cólera que sentía de ella fue un bombeo irreal. La cólera,
paranoia –miedo, en opinión de Lori. —Ella se equivoca. No me importa si
estás de acuerdo con ella o no.

— No lo hago. Si quiero colocarte sobre una torre es algo inútil. Tú no


estás indefensa. —dijo Jonathan, forzando las palabras un través de su
comprimida garganta. Acariciándola por la espalda, sus manos se posaron
sobre sus hombros mientras miraba fijamente el espacio entre ellos y la
boca oscura de la cueva. —No estás entrando en el peligro
precipitadamente, como tu hermana tampoco lo está haciendo. Tú eres
más lista que ella y nosotros nos amoldaremos. Eres más lista que todos
nosotros, apostaría. Y un Cazador, indiscutiblemente.

El vello de sus brazos en punta fue toda advertencia que ella necesitó ante
el peligro mientras Eli ronroneara.
— Es la verdad. Como podría permitirme tener a alguien que no pudiera
defenderse en mi casa. Esa es la diferencia con tu obstinada hermana,
nunca he tenido ninguna duda sobre ti, dulzura. Ni una.
El delgado y rubio vampiro, paseaba por los bosques, su pelo dorado
destellaba en la pálida luz de la luna, sus ojos luminosos resplandecían
como doblones. Una pequeña y divertida sonrisa curvaba sus labios
mientras él estudiaba el recorrido que hacían las manos de Jonathan hasta
descansar sobre los hombros de Lori.

— Ahora tu hermana, aunque, sea una señora muy obstinada. Muy


obstinada, y muy convencida de llevar la razón. — Sus ojos se giraron para
observar el cambio de movimiento en el viento cuando empezaron azotar

134
los árboles, y una sonrisa sardónica se formó en su boca. — Me parece que
ella intentará arrancarme la piel de mi carne por opinar sobre lo que ella
llama su Unidad.
— ¿ Unidad?.

Eli parpadeó.
— Como Cazador del Concilio, Maestro en mis tierras, y como hombre que
ama a una bruja obstinada con todo su corazón, la parte que tomó es la
mía, la Unidad que nos protegerá a todos hasta el final. Ella es solamente
demasiado arrogante para verlo. Y con ese carácter que tiene... — Él
reflexionó cuando la tierra comenzó un temblar.

Lori puso sus ojos en blanco.


— A Sarel le gusta hacerse notar.
—Sí —dijo Eli graciosamente. —Lo hace. Solamente tienes que saber
independientemente de lo que Sarel piense, que cada uno sigue su destino,
Lori. Y eres más de lo que ella piensa.

El suelo en realidad se estremeció bajo sus pies, aunque Lori no se


hubiera sorprendido si ésto ocurriera, cuando Sarel camino con largas
zancadas por el pequeño claro. Su pelo de un rojo encendido volaba hacia
atrás de su cara, y sus ojos emitían chispas cuando éstos se centraron en
su marido.
— ¿ Tienes prisa? —Preguntó ella dulcemente.

Él levantó un ancho hombro y sólo se expresó con una sonrisa de felino,


bajando sus oscuras pestañas sobre sus apuestos ojos para mirar hacia
atrás a Jon y Lori.
— ¿ No te gustaría saludar tu hermana favorita?.

— No. Quiero decirle que mueva su trasero a la casa. Éste asunto no es


nada que pueda manejar. —Girando sus brillantes ojos verdes hacia Lori,
Sarel sonrío bruscamente y chasqueo con los dedos. —Lori, mueve tu
pequeño y lindo trasero a la casa. No puedes encargarte de ésto.
Lori se río.
— Sarel, tú tienes esa habilidad con las personas. —Dándole la espalda se
dio la vuelta para centrar su atención en la cueva, cerró sus ojos y se
concentró descontenta en ella, en la energía frenética y hambrienta que

135
venía de las profundidades.
Cuando la mano se cerró sobre su brazo, Lori suspiró.

— Sarel, necesitas obtener el control. No yo voy a ir a ninguna parte. Si tú


piensas de otro modo.... bien, ve a comprobar tu arrogancia desde la
entrada.

— Maldita sea, Lori. No eres ningún guerrero. —gruño Sarel, lastimándola.

Lori se movió, encontrándose con los enfadados y francos ojos de su


hermana, en blanco.. Avanzando, cogió la muñeca de Sarel, sus dedos
buscaron los nervios y apretó.
— Lucho por que lo necesito. Me quedo.
Los labios de Sarel se volvieron blancos antes de soltar un profundo
jadeo, tirando de su mano.
— Maldita sea, Lori. No puedo perderte.

Lori sonrio.
— Soy necesaria aquí . Si me marcho, perderemos. He permanecido aquí
durante meses. —dijo ella escuetamente, dándose la vuelta y dirigiendo su
atención a la cueva. Ella se había dirigido aquí, a este punto, tal vez toda
su vida. —Y si me marcho, perderé lo que más necesito. No puedo correr
ese riesgo.

Entonces ella lo sintió, un movimiento leve, un claro en el aire. Suspirando,


ella miró a Jonathan.

— Es la hora.
— La hora para que... — Las palabras murieron en la boca de Sarel cuando
Jonathan cayó sobre sus rodillas, su cabeza se precipitó hacia adelante
mientras los músculos y huesos en su cuerpo comenzaron a cambiar
preparandose para la transformación. Su pelo se onduló y fluyó
libremente, echándose hacia atrás cuando su cuerpo se desprendió de
toda su ropa, cayendo hecha trizas. Un almizcle rico, salvaje y terrenal, se
desprendió de él cuando levantó sus ojos para encontrarse con los suyos.

— No.... me... mires ... —hizo un áspero ruido cuando apretó los dientes a la
vez que su cara comenzaba alargarse, formandose el hocico, el vello
cambiando a pelaje y fluyendo sobre su cuerpo con total libertad hacia
abajo. Los huesos bajo su piel se contorsionaron y se reformaron en una
nueva y más fuerte forma.
Los párpados de Eli cayeron, aunque el vampiro sabía que a Jonathan no le
importaba lo más mínimo él o Sarel. Captando la mirada de su esposa,

136
arqueó una ceja dorada, y ella gruñó, pero encarándole, con sus ojos llenos
de una furia cortante y rabiosa.

Lori cruzó el espacio que la separaba de su lobo, sus ojos oscuros y


atentos sobre su cara.
— Te he mirado cada día durante estos ultimos siete años de mi vida,
tanto como buenamente he podido. ¿Por qué no tendría que mirarte
ahora? —Extendiendo la mano arriba, introduciendo sus dedos a través de
su pelaje mientras el cambio se hacía más profundo, cuando sus ojos
fueron oscuros, de un pecaminoso marrón a ámbar, y los huesos de sus
piernas cujieron y cambiaron de humano a lobo. Cubierto de un pelaje
corto y sedoso, con su cuerpo larguirucho agazapado en el suelo, y su
fuerte cabeza al mismo nivel que la suya mientras la miraba fijamente con
ojos fastuosos e ilegibles.

—Te adoro, todo en ti. No pienses que debes ocultar el lobo de mí. —
murmuró ella, acariciando con sus manos su piel sedosa. —Eres tan suave,
como la seda. Siempre me lo había preguntado...
Un gruñido salió fuera del pecho de Jonathan y sus manos, extendidas,
terminadas en garras de color de ébano, se cerraron convulsivamente
sobre sus brazos.
— Lori ...

— Shhh —murmuró. —Vete. No tenemos mucho tiempo. Se preparan,


incluso ahora. —Sus pestañas bajaron, y sintió el dolor constante y
agridulce que llenaba su corazón. Y por si acaso... —Te adoro —repitió. —
Tú has sido mi corazón siempre.

Cuando Jonathan trotó por el bosque, Lori se levantó, manteniendo sus


ojos sobre su oscuro y brillante pelaje, ignorando el dolor de su corazón.
Dios mediante..... Cerrando sus ojos, ella susurró un breve rezo.
Estoy dispuesto….
— Ya que estamos aquí, y como obviamente tienes la intención de
mantener tu trasero aquí —dijo Sarel con frialdad. —¿Podrías prestarme
atención e informarme? ¿O voy a ir a luchar a oscuras?.
Eli se rió.
— Querida, lo ibas a hacer de todos modos. ¿Recuerdas? Solamente
intentaste despacharla.

137
Lori siguió a Jonathan a través del vínculo que se había formado entre
ellos cuando había reemplazado la marca de Los Scythe por su propia
marca. Cuando pasó por los túneles con pies silenciosos y rápidos,
siguiendo el olor a sangre y magia, a frenesí, cuerpos desconpuestos. Lori
le dijo a Sarel y a Eli lo que ella sabía, aunque era poco.

— Ellos piensan hacer una llamada Al Oscuro. —dijo ella suavemente. —


Ellos habían planeado corromper a Jonathan de algún modo. Pero no
pueden corromperlo. No sé como se habían imaginado que resultados
tendrían. Ahora derraman su propia sangre, y han pasado todo el día en
una orgía. Llamándole.
— Ellos no pueden crear al diablo, Lori. —dijo Sarel, sacudiendo su cabeza.
— No, pero pueden intentar invocar su poder y prepararlo. La gente lo
tenía antes. —Frotandose su palma contra su pecho, ella se giró y miró.
Esperando.
— ¿Qué propósito tiene Jonathan para entrar allí solo? —preguntó Eli,
entrecerrando sus ojos.

— Es una treta. —dijo Lori, francamente. Solamente que no explicó


exactamente como sería, o como pretendía que surtiera efecto. La misma
táctica había surtido efecto en Jonathan. Los hombres siempre estababan
dispuestos a proteger a sus hembras, a sus compañeras. Una sonrisa
agridulce curvó sus labios hacia arriba.

— Los conduciremos a todos a cierta cámara. —dijo ella. —Y yo la


derrumbaré. Pero tengo que asegurarme de que todos ellos están en el
interior de la cámara antes de que lo haga. Ellos quieren a Jonathan con
bastante desesperación y lo seguirían incluso hasta el final de la tierra. Él
es el cebo.
— No quiero que entres allí. —dijo Sarel al momento, caminando con largos
pasos para adelantarla.
— No puedes evitarlo. Tú no puedes llegar allí lo suficientemente rápida.
—dijo Lori, lanzándole un beso. Eli alcanzó la mano de Sarel hasta que
Lori hubo cerrado sus ojos. Sintieron el viento azotar por delante suya...
— Te quiero, hermana. —susurró ella. Ella quiso, desesperadamente, lanzar
sus brazos alrededor del cuello de Sarel. Pero si hacía esto, Sarel lo
sabría. La vería. Por lo que se conformó con ese susurro, y el saber que
era algo que debían hacer, y era destruir a Los Scythe.

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Leandra cayó sobre la tierra, por la conmoción, con un latido en su cabeza.
Su estómago comprimido, subía y bajaba haciendo que la bilis se agolpara
en su garganta. Tragándose el sabor caliente, de gusto ácido, mientras
presionaba su frente contra el fresco azulejo. No me pondre enferma. No
lo haré.
Ella le había hecho ésto antes, ¡maldita sea!. Se las arreglaría
perfectamente pero sin humillarse.
Todo alrededor de ella, donde quiera que fuera, se podía sentir las ondas
de hostilidad que aporreaban sus bien y afianzados escudos.
Introduciéndose un profundo aliento con sabor a vainilla y un perfumado
aire a jazmín en sus pulmones, ella se concentró. El enclave del vampiro, el
Cazador llamado Elijah Crawford, donde ella y su hermana.... no, donde ella
y otros asesinos habían conspirado para secuestrar a Jonathan Wallace.

— Oh, niñita, no eres una asesina. Estuviste cercana, en una ocasión o dos,
¿no? — murmuró Agnes, bajando su viejo cuerpo. —Algo te paró siempre.
Tú no apuntaste tan bien como pensaste. Era algo que no sentías correcto.
Las mujeres que viajaban contigo, eh, ellas no pueden decir lo mismo. Y
hay sangre en sus corazanes, eso es lo que cuenta.

— Para, anciana. Nada puede hacerme sentir mejor despues de ésto. Tú


me salvaste de matar corazones y almas de demasiados hombres y
mujeres, más de las que se puedan contar. Ahora de verdad lo sé. —dijo
Leandra crudamente, aganchando la cabeza.

Una hostilidad desconocida la golpeaba y la estaba poniendo nerviosa.


Estaba acostumbrada a la animosidad. A la competencia. A la aversión. Al
Miedo. Pero no a esta cólera justificada, a esta necesidad de venganza.
Supo el por qué - la había llevado al ataque que había matado a dos de sus
lobos, y como sus trampas habían sido puestas contra ellos, todo
organizado por ella.
Y Erika. Había tomado a Erika.

Erika
— Erika! ¿Dónde está la muchacha, anciana? ¿Qué hiciste con ella? —
exigió Leandra sentándose erguida, sus ojos dorados brillaban y una mano
hizo un aspaviento.
Las palabras no habían muerto en el aire, cuando fue hasta Erika volando
a la atestada habitación, y antes de que la mujer rubia que estaba a su
lado pudiera reaccionar.
— Leandra, no metas la pata. ¡Estoy bien! —dijo la muchacha , haciéndose

139
un ovillo a su lado, abrigándose con sus brazos alrededor de la cintura de
Leandra y acurrucándose contra ella. —Sé que Agnes desapareció para ti,
pero yo solamente me desintregre... y aquí estoy. De hecho estaba al lado
de Malachi, también.... y él chilló.

— No lo hice —Dijo una voz oscura, acentuada y rota.


—Lo hiciste también. —dijo Erika, sonriendo abiertamente. —Si no, no lo
contaría.

— Los jovenes de hoy en día no tienen ningún sentido del honor.


Esa voz envió temblores a lo largo de la espalda de Leandra: presagios,
miedo.. hambre... pero sobre todo temor. Despacio, cuando él dio la vuelta
por la habitacion y cayó en su línea de visión, levantó su cabeza y miró
fijamente sus ojos. Miró sus ojos, y esperó. Sobre su cabeza, él encontró
los ojos de Agnes y Leandra sintió la conversación no oída que estaba
ocurriendo.
— Yo no podía preocuparme menos de que ella cayera en el bando
equivocado. —dijo Malachi suavemente. Bajando sus ojos a su cara, él dijo,
—Pero quiero saber donde estan mis amigos ahora. Qué bueno que tu
trasero ahora es mio. ¿Tienes algun valor para nosotros?.
Pero antes de que pudiera responder, sus ojos se volvieron vagos y sin
expresión, y dándose media vuelta, dejó la habitación.

— Ella dice que ellos solamente levantan un nivel de energía. —murmuróEli,


mirando fijamente a la oscuridad.

La cólera y la furia que golpeaba el enlace creado entre Eli y Malachi


confirmaron los peores miedos de Eli.
— No. Ellos quieren un sacrificio de sangre. Ellos tienen en mente a
alguien. Ella piensa intercambiarse... a si misma como víctima. Entonces
muy probablemente, en el último momento, hara exactamente lo que ella
dijo.
— ¿Entonces por qué la mentira? ¿Por qué no solamente entrar y hacer
esto sin el engaño?
La incredulidad de Malachi se sintió claramente.
— ¿Piensas realmente que Jonathan no sabía lo que ella hacía? ¿No lo
habría sentido? ¿Y la habría parado?.

140
— Entonces ellos habían planeado sacrificar a Erika. — dijo Eli, sacudiendo
su cabeza.
— Y ahora Erika está a salvo, sano, y fuerte. Su secuestrador se hizo su
héroe. Ella ha llegado aquí, hace bien poco, de repente. Pero me imagino
que Lori ya sabe que ella no está allí, y claro también Jonathan. Ellos
tienen en mente a alguien más. Espero que quien sea, merezca el riesgo
que va a padecer esta joven bruja.
Eli se obligó a no hacer más preguntas. Erika estaba a salvo, que era lo
importante, el como no importaba.
— Ella ya está dentro. Rastrearla se hace imposible. Bien, mi amigo... Estoy
abierto a...
Eli sintió la explosión de magia cuando Lori reapareció. Pero fue diferente
de cualquier cosa que él había visto antes. Su magia siempre era
silenciosa. Sutil. Esta fue cualquier cosa menos eso.

Delante de ella, sostenido por su magia, había un lobo gigantesco. Solo uno:
tranquilo, quieto, como muerto; pero todavia respiraba.
Introduciendo sus dedos brevemente por su piel, ella susurró.

—Mi corazón, siempre. —Entonces dejó que su cuerpo se moviera


empujado por el viento hasta el suelo.
Cuando se arrodilló al lado de él, entrelazó sus ojos con Eli, luego con
Sarel. Puso sus palmas de las manos en el suelo.

— Asegúralos, captúralos, aprésalos. —susurró ella misteriosamente. —


Antes de que mi muerte o palabras los liberen…
— Lori, no .

Sarel se cayó de rodillas intentando contrarrestar con un simple conjuro,


pero era demasiado tarde. La tierra conocía la sangre de Lori, la Magia de
Lori, y esto Sarel no podía cambiarlo. Cuando Sarel inclinó su cabeza hacia
atrás y se abrió a su propia magia, observaron como una lágrima suya caía
en la mejilla de Lori.

Jonathan la sintió ir. La pequeña bruja lo había engañado.


El Lobo intentaba, desesperadamente, salir del sueño del hechizo que ella
le había lanzado cuando estaban en la cueva.
Pero no iba a ser fácil.

141
Y hasta entonces, hasta que se deshiciera el hechizo, el hechizo de la
tierra..... sólo dos cosas solucionarían eso.
Pequeña tonta... ¿por qué?

Malachi hizo explotar la puerta, sus ojos ardian con llamas azules.

— Nuestra pequeña bruja, nuesta dulce e inocente Sanadora tiene la idea


de que no te puedes defender, que estás jodidamente indefensa, ha ido y
se ha sacrificado ella pensando que puede matar a Los Scythe. Y los
tontos y fanfarrones sangrientos no son más listos que sus arrogantes
predecesores. Así que podrá hacerlo.... probablemente pero morirá
aunque gane.
Él tenía la pena escrita en sus ojos cuando se arrodilló delante de Agnes,
tomando su cara entre sus manos.

— La dulce muchacha morirá. Ellos planean matar, sacrificar. Si bastantes


de ellos con la sangre mágica claman a Lucifer, pueden ser capaces de
invocar al poder maligno y llenar un ejército oscuro de el. Ellos quisieron
eliminar a Jonathan para eso. Pero esto… es lo que ellos querían realmente.
Para tener el poder de infiltrarse en nosotros, encontrar a los Cazadores
más débiles y llenarlos con la oscuridad. Para levantar su propia clase de
cazadores. Para criar a sus propias cazadoras. Sólo unos milenarios
Scythe anteriores, alguna vez estuvieron tan cerca.
Agnes jadeó, con su cara pálida.

—Tenemos que pararla. —susurró ella severamente.

Malachi bajó sus labios a su frente y dejó caer su proteccion.


— No, amor. No podemos. —La amargura lo llenó. Por que pararla
significaria para ellos tener éxito. Él había estado preparado para morir
la última vez. Tendría este momento, también. Lori sólo se adelantó a él.
Deslizar su forma en la mente de Agnes no era fácil. Si ella no hubiera
estado tan cansada por su pena con la joven bruja, que ahora estaba
cautelosa ante ellos, Mal sabía que ésto nunca habría sido posible.
Mientras él la colocaba en el suelo, induciéndola en un sueño apacible, una
lágrima cayó.

Había pensado que ya había perdido toda su dignidad.


Que triste era comprender que se había equivocado.

142
Levantando su fija mirada, encontrandose con los ojos ámbar de la joven
bruja que Agnes les había presentado.

— Había pensado que un vampiro tan viejo como usted después de perder
a tantas personas uno más no le importaría. —dijo ella, con una sonrisa
amarga. —Que equivocada estaba.

Malachi abrió su boca para gruñirle.

Pero antes de que él lo hiciera, ella se habia ida.


Y él se quedo maldiciéndose por ser un tonto.

Debería haber sabido que la pequeña hembra era una poderosa viajera.

143
Capítulo Once

Cuando Leandra llegó a descansar sobre el suelo, sintió el contacto de otra


bruja en la tierra. Era un toque fuerte y sanador, benigno, sintiéndose a
gusto con ella, la magia se ajustaba con la suya, envolviéndola.

Posando una palma, escuchó el susurro del hechizo..... hasta mi muerte o


palabras los liberen.....
—Su magia está encima de mi hechizo, —reflexionó Leandra. —Ella debe
ser muy poderosa. —Doblando su mano, dejando que sus dedos cavaran en
la tierra, susurró, —No su muerte, pero si su necesidad....

La tierra tembló cuando la magia de las dos bruja combatían. Pero Leandra
había estado allí tanto tiempo, combatiendo el mal, con los rescoldos que
la magia maligna hacia sobre la tierra. Incluso si no hubiera comprendido
por qué la tierra tomaba la maldad, habría luchado.
Aunque, pensó que lo entendia un poco mejor ahora. Los Scythe♥, la gente
con la que había convivido, trabajado, vivido para equivocarse, viviendo
contra la naturaleza, y a la tierra ésto no le gustaba.

Con un pequeño suspiro, se puso de pie, sintiendo al viento azotar sus


trenzas alrededor de sus hombros mientras la magia estallaba a través de
ella. Antes de que su corazón latiera tres veces, estaba dentro de la gran
recámara. Escondiéndose dentro de uno de los nichos más apartados,
introduciéndose profundamente, sus ojos quedaron sujetos sobre el
centro de la tarima. Mistress esperaba con Marick, atado y luchando,
mirándola fijamente con ojos incrédulos.
Ella odiaba tanto el fracaso.
Pero tambien estaba Jennifer, una fascinante jóven que ellos habían
introducido hacia solamente un año, de doce años. Ella miraba fijamente a
su alrededor asombrada, con ojos asustados, la turbación escrita por
todas partes su cara, mientras luchaba contra los dos hombres que la
sujetaban. Leandra se retiró aún más lejos, susurrando silenciosamente
mientras esperaba a que la Sanadora pelirroja se mostrara.

Lori no hizo esperar mucho tiempo a su desconocida audiencia.


La visión de otra niña ahí abajo, la enfermaba.


Los Segadores

144
Oh, no... otra muchacha. Su corazón se desgarraba mientras estudiaba a la
chica. Sus ojos se movían aterrorizados alrededor, a la vez que luchaba
contra los hombres que la sostenían.
Maldita sea. ¡No tenía tiempo!
Ellos habían estado follando el diá anterior. Ésto y haciendose cortes en
su propia carne.

Los olores de muchos cuerpos copulando freneticamente, y la sangre


derramada. Primeramente, comenzaron a notarla uno, luego otro, entonces
fueron muchos más. Un hombre intentó agarrarla y arrastrarla al atestado
lugar. Ronroneando apenas, él deslizó sus manos facilmente ahuecandolas
en su culo.

— No malgastes el tiempo, niña, llevando tanta ropa. Veins ici ♥,déjame


saborearte.

— Prueba ésto, —dijo ella dulcemente. Cerrando de golpe su mano contra


su pecho, liberando un poco de la enfermedad que había sentido en la
tierra: el frío, la árida tierra impotente y estéril hundiéndose en él, en su
cuerpo sano y hambriento, cambiándole.
Los gritos de horror de sus compañeros fue una música alegre para sus
oídos mientras seguía caminado hasta la tarima.
Pero ya no era un paseo desapercibido.

Una mujer rubia, estaba sentada en el regazo de un italiano con una


morena melena, un inherente que conducía sus dedos en su coño, a la vez
que miraban como se acercaba Lori. Lori notó un sonrojo manchar sus
mejillas mientras la mujer se corría. Lamiéndose los labios como un gato
satisfecho cuando Lori saltó sobre la tarima.

— No te conozco, bruja. Aunque eres una estúpida, entrando en mi


territorio. Y sobre todo en unos de los días más malos. Tendrás suerte si
solo terminas follando en lo poco que te queda de vida.
Tenía una voz dulce e inocente, reflexionó Lori.

Y maldad en sus ojos.

Una sonrisa vacia afloró en los labios de Lori.


— La verdad no estoy muy preocupada por eso. —Parpadeó despacio,
mirando por encima a la multitud tranquilamente. Oh, todavía estaban
follando con ahínco, pero había menos gritos y gemidos. Había suspiros,


Ven aquí

145
pero solo se mantenían contra sus compañeros, pero con las miradas
vacuas, curiosos por Lori. Tratando de determinar su procedencia, y lo
que significaba para ellos.
—Apuesto que eres uno de los que tomaron una de mis presas. Debo tener
algo a cambio, —dijo la mujer, haciendo un puchero con su labio.

Arqueando una ceja, Lori dijo:

— Haz eso “pobre de mi, ella cogió mi juguete”, tienes vocación para la
actuación, tu trabajo realmente debe ser actuar.

Dos banderas rojas de rabia aparecieron en sus mejillas. Repartiendo,


enojada, golpes a diestro y siniestro con una mano, ella murmuraba en
latín hacia Lori mientras se recostaba contra el hombre, envolviendo su
dura y larga polla en su mano.
Lori sintió el golpear de su magia, y sólo sonrió cuando onduló sus escudos.
Riendo en silencio, dijo.
— Va a tomar más que eso.

Lori se preparó para el más.

Jonathan estalló dentro de su piel, de su piel humana, con un furioso


rugido. Agarrando los brazos de Sarel, apoyando nariz contra nariz, gruñó.

— ¡Rompe este maldito hechizo, Sarel!.


— No puedo, — susurró suavemente. Sus ojos, vidriosos por la angustia y
brillantes por las lágrimas, se encontraron con los suyos. —Lo he estado
intentando. Tengo el poder de un guerrero mágico. Pero el hechizo, la
magia de la tierra... Lori me tiene atrapada. Ella es, con mucho, una de las
brujas más poderosas de todos los tiempos. Y no tenía ni idea...
Jonathan sintió su cuerpo marchitarse en sus manos cuando Eli se acercó
por detrás de ella, envolviendo sus brazos alrededor de la cintura de su
esposa.
— Lori de algún modo sabía ésto, lo tenía planeado, Jonathan. Ella te
engañó, y a nosotros también. Lori está dentro, sola. Y estamos clavados
aquí.

Jonathan notó su garganta cerrarse.


— Ella va a derruir la cueva. Desde el interior.

—Es magnífico, tio, eso es lo que es.

146
Aquella voz..... la cabeza de Jonathan se alzó, buscando alrededor, aunque
no había nadie más allí con ellos. Aunque, aquella voz. Él la había oído. Y
ésta no era la primera vez. La primera vez que él la había oído había
ocurrido hacia sólo unas semanas, cuando a él le hicieron una herida en su
cara.

— Mistress es para mi, lobo. Es tu bonita piel lo que necesita la dama, no


tu muerte.
Los ojos de Eli se entrecerraron, mostrando solo una linea dorada. Tanto
él como Sarel lo habían oído también.
— Aunque, ¿Sólo cómo un valiente guerrero eres? ¿Dispuesto a entrar a
una trampa mortal, me pregunto?.
— ¿Qué quieres tú, bruja malvada? —gruñó Jonathan cuando sus colmillos
se abrieron paso por sus encias, su rabia llamando al lobo, perdiendo el
control.

— Tu fuerza, tu velocidad. Soy un medio. Necesito un canal. No puedo


salvar a la joven bruja solo. Ven conmigo, Jonathan del Concilio. Puedo
salvar a tu amada, pero estoy cansado. Necesito fuerza.
— Todo ésto es un maldito truco, —Elijah habló con aspereza, extendiendo
la mano cuando Jonathan comenzaba a dar la vuelta. —Como tu Maestro,
me niego a permitirte hacerlo. Ya tenemos bastante si perdemos a Lori....
—Yo no puedo perderla, —gruñó Jonathan, agarrando la camisa de seda de
Elijah, girando y lanzando de golpe al viejo vampiro contra un árbol. El
gran roble se estremeció por el impacto. —Ella es mi vida. Mi corazón y
alma. Si la pierdo, yo también moriría. Asi que si ésto es un truco, no me
importa.

Él se fue, cambiando de forma en un latido de corazón, corriendo


rapidamente, Eli apenas pudo seguirlo con sus ojos.

Y cuando él lo intentó seguir, el escudo de Lori lo paró. Sarel golpeó el


escudo con su puño.

— La bruja cambió el hechizo. Puedo sentirlo. Ella lo cambió de algún


modo, —Sarel sollozó, descansando sus manos contra la pared invisible,
mientras se deslizaba sobre sus rodillas.
Eli se colocó detrás de ella, envolviéndola con su dorado cuerpo alrededor
de su sollozante esposa.
— Ven corazón, amor. Quizás hay alguna esperanza. Jonathan es el
bastardo más afortunado que alguna vez he conocido en mi vida, —

147
murmuro él.
Un medio.... como no había igual....

Su otro secreto. La razón por la que Leandra nunca parecía fallar, era que
nunca parecía cansarse, era porque ella siempre tenía una reserva enorme
de energía. O eso parecía. Rara vez dependía de sus reservas de energía.
Ella siempre podría encontrar la energía de la tierra a su alrededor, o de
sus víctimas, esos sinvergüenzas que cazaba.

También había sacado un buen filon de energía de los Scythe, que eran
indignos y no aptos para la causa. Hombres como Marick... Aunque debería
de haberlos vaciado hasta dejarlos secos, incluyéndole.
— No hay tiempo para eso,chica, —susurró severamente.
Aunque ella no escuchara ningún sonido, sabía cuando estuvo el lobo
pisandole los talones. Ella se dio la vuelta rápidamente, con un cuchillo en
la mano, mientras él cambiaba, y trataba de alcanzarla con su gran mano.
Mirándola fijamente con furia y rabia desde los oscuros ojos sin fondo, él
olia a los bosques, y a hombre. Una luz que brillaba sobre él era tan
verdadera, como un cristal brillante, le hacia llorar a Leandra.

— Si me matas, no podrás conseguir sacarla con vida, —susurró ella


llanamente. —Incluso aunque yo merezca la muerte. —Entonces ella le
ofreció su cuchillo.

Él retrocedió lejos de ella y del cuchillo, con una mirada de repugnancia


deslizándose de sus ojos, a través de aquella bronceada cara. Los músculos
en su pecho y estómago tuvieron un espasmo cuando cambió de lugar una
mano hasta la frente, agitando su cabeza.

— Guarda el cuchillo, bruja. ¿Para qué me quieres?.


— Necesito tu mano.

Bajó sus pestañas.


— ¿Literalmente?.

Leandra se río entre dientes.

— No. Solo tu carne sobre la mía..... Solamente tu carne y la mia,


werewolf. Y luego tienes que estar listo para luchar. Ésto no pasara
desapercibido, —murmuró ella.
— Pero si estoy aquí solo, —refunfuñó.

148
Ella sonrió.
— No por mucho tiempo. Necesito tu fuerza, no tu muerte.

Sarel se cayó hacia adelante cuando la pared del hechizo se desintegró.


Desapareciendo de sus manos, ella jadeó cuando las rocas se clavaron en
ellas. Sus ojos se entrecerraron y se levanto. Elijah ya estaba en la boca
de la cueva.
— Si ella la derrumba mientras estamos allí... —murmuro Elijah, mirando
hacia atrás a ella. —Por favor ¿Te quedarías aquí fuera?
— Mi hermanita está allí dentro. Una vez pensé que la había perdido. Y
tengo más posibilidad de salir ilesa si hay un riesgo de derrumbe. Casi lo
apostaría, no tanto como tú, pero mejor que la media.

— Quieres matar una legión de brujas y weres♥ con esto, —murmuró él,
dándose la vuelta para acariciar con sus manos la espalda de ella. —Por
favor.

— No puedo. No me preguntes, —dijo ella, ahuecando con una mano su


cara. Presionando sus labios sobre los suyos, ella envió un breve rezo hacia
el cielo, y luego caminó con grandes zancadas introduciéndose en las
oscuras fauces. Eli cerró sus ojos brevemente.

Y luego él la siguió, con sus ojos sobre la brillante y oscura cabellera roja.

Jonathan sintió el calor de la mano de la bruja sobre la suya, y algo


hurgando en él. Era el lobo despertando, levantando su cabeza, estudiando
al intruso. Jonathan se preparó para pelearse con el lobo de su interior.
Pero solamente suspiró con su presencia, colocando su hocico sobre sus
patas mientras ella solventaba las enormes reservas que tenía.
— Una bruja sabia tendría más cuidado, niña, —dijo el lobo
perezosamente, con su lengua colgando.
Jonathan se puso rígido.

La mujer solamente dijo,


Hombre Lobo

149
— Silencio, no te engañes animal ¿ deseas que deje alguna marca a tu
portador?
— Si pensara que probablemente ibas a hacer ésto, ¿piensas que yo te
hubiera dejado tocarlo? —preguntó el lobo.
La bruja suspiró mientras extendía la mano hacia arriba y ahuecando la
cara de Jonathan con su mano libre, sin mirar fijamente en su cara, sino
en su pecho, como si pudiera ver en su corazón.
— Él apenas lo entiende. Después de todo este tiempo. Él no sabe que
piensas. ¿Y no le ayudas, tampoco, ahora?.

— ¿Y tú crees que me entiendes,niña?.


— No soy ningún indio, pero reconozco el tótem de un animal cuando lo veo,
—dijo ella, sonriendo con satisfacción. —Eso es un poco de lo que sé al
menos. Hasta puedo ver tu aura, por todas los lados en él.

Con un estremecimiento, suspiró, retirando sus manos y mostrándoselas.


Parpadeando, abrió sus ojos y miró fijamente a Jonathan.
— El lobo colocó su marca sobre ti. Esta fuerza de poder nunca la había
sentido. Y tú ni siquiera te sientes débil, creo.

Jonathan la miró fijamente a sus brillantes y dorados ojos; a la cara de la


mujer que les había producido tantas molestias.
— ¿ Eres uno de los que mataron a Brad?.

— No. Pero disparé a tu amigo, uno de los que volvió a casa con vida, para
decirte lo qué había hecho con Erika y, en realidad, organicé todo aquel
tiroteo. Si deseas castigarme, estás en tu derecho. Pero tu amante no
tiene tiempo que perder. Ella echará el lugar abajo. En solo unos segundos.
Y los otros, ya vienen. Sienten mi magia, y saben que estoy aquí. Como lo
hacen tus amigos que vienen hacia aquí.
Jonathan sintió como Eli y Sarel se acercaban. Mirando fijamente a sus
ojos, dijo bruscamente.
— Si no logras salvarla, conocerás la peor muerte que alguna vez te has
imaginado.

Ella sonrío sardónicamente.


— Ya me imagino bastantes. Pero tendrás que ponerte a la cola, —dijo ella
torciendo el gesto.

Jonathan todavía la miraba fijamente cuando ella le guiñó un ojo,


desapareciendo de su vista.

150
Lori no pensó tomar a la ligera el abuso o la muestra del falso alarde.
Mirando fijamente a los dulces ojos azules de la mujer que se hacía
llamar Mistress, ella comenzó a reunir energía apoyándola de bajo suya.
Todo se estaba debilitando. Alguien, muy despacio había estado
intentando curar a la tierra, y había estado haciendo un buen trabajo,
pero había muchos más que la estaban socavando.
Debía derrumbar la cueva, y quemarla. Esto conseguiría matarlos todos. La
energía que ella creaba en la plataforma haría un infierno como una gran
bola de fuego. E ncineraría su cuerpo completamente, liberando a
Jonathan, Eli y Sarel de inmediato. Serían capaces de escapar con el
tiempo suficiente para conseguir que Eli estuviera oculto antes de que le
alcanzara la luz del día.

— ¿Por qué no me dices quién eres, pelirroja? —dijo Mistress, echando


hacia atrás sus rizos rubios y acariciando con su mano la erecta polla del
Adonis, cambiando de posición sentándose a horcajadas sobre él, apoyando
su espalda contra su pecho.
Lori sonrío, una sonrisa diminuta y sin humor.

— Nadie importante.

La mujer se rió, una risa profunda, gutural mientras se deslizó hacia


abajo, arqueándo el trasero.

— Mientes. Brillas con poder. Es demasiado puro para mi gusto, pero me


gusta el desafío de corromperlo. A Elias le gusta la inocencia y es un
bastardo seductor. Tal vez le deje tenerte.
Cerrando sus ojos, Lori murmuró suavemente.

— No en esta vida.
— ¿Qué?.
— Mistress odia que le digan que no, —una suave y exotica voz le susurró
en su oído.

Lori no movió ni un músculo, aunque la voz fue tan real como la pareja que
estaba jodiendo directamente enfrente ella.

— ¿Tú sabes, chica, verdad, qué con este plan lo más segura es que te
mates?.
Lori inclinó un poco su cabeza y dijo fácilmente a la dama que estaba
enfrente.

151
— Dije, no gracias.
Friamente...

— No te lo estaba ofreciendo. Lo afirmaba. Has entrado en mi territorio y


haré lo que quiera. Si te digo que te acerques aquí y me lamas el coño,
entonces lo harás.

Lori comenzó a reírse.

Colocando sus manos delante de ella, juntó energía sobre éstas, creciendo
sobre sus manos, y luego dentro de ella mientras se reía.

— No. Ni lo sueñes. Verás, vine aquí para matarte. A todos. Hmm, y a mí


también, —dijo a la vez que se formaban lágrimas en sus ojos. Contestando
a quienquiera que había estado susurrando en sus oídos.

Un brillo plateado comenzó a formarse delante de ella.


— Me habría gustado hacerlo de otra manera. —Su garganta comenzó a
comprimirse. —Pero ninguno puede dejar este lugar. Nadie puede.
Abriendo su alma, ella tomó la energía que se había creado dentro de la
cueva, estremeciendose, cuando la bruja que estaba delante de ella
comenzó a entenderlo.

— ¡Para!
Su voz tembló cuando trató de invocar el poder de la tierra.
Pero la tierra ya no prestaba atención a quien había ido en su contra
durante tanto tiempo.

— Hmm... así que tú lo sabías.


— No siento ninguna maldad en ti. Si estás aquí para intentar salvarme,
entonces no te molestes. Aunque mi corazón se rompe por la niña que está
allí. Sálvala, si puedes. Pero hazlo ahora y escapa, por que la cueva se va a
venir abajo.

— La muchacha ya se va.
Lori apenas fue consciente de cuando la muchacha se desintegró fuera de
su vista, una vez más el poder hizo que la tierra se hundiera. Sus paredes
eran demasiado endebles para sostenerlo todo. Demasiado frágiles. A ella
le dolía todo, el fuego se extendía por su piel, picándole, doliéndole,
quemándo..... , las personas de alrededor comenzaron a gritar. Se movían
de un lado para otro, acercándose cuando alguien chilló.
— ¡Parenla, maldita sea!.

152
Jonathan se transformó, por la gran explosión, de hombre a su forma de
lobo, golpeando a dos hombres cuando dieron la vuelta a una esquina: un
lobo y una bruja. Tomó la garganta del lobo, empujando de golpe al hombre
contra la pared mientras él comenzaba a cambiar, rasgándole con sus
garras antes de que él pudiera completar el cambio. El olor a sangre en el
aire abasteció de combustible su cólera, su rabia, y se dio la vuelta para
afrontar a la bruja, sólo para verse enfrentado con Sarel.

Eli dio un paso hacia adelante, sus colmillos se deslizaron hacia abajo
encima de su labio inferior, sus ojos dorados refuljían por la cámara.
— Mi señora esposa estará enormemente enojada si interfieres, viejo, —
dijo fácilmente, aunque el calor de su cólera calentaba su voz.

La mano de Sarel subió por encima, sólo unos momentos antes de que un
bola de fuego de la otra bruja la llegara a golpear en la cara. Ella acogió la
bola con un escudo, que arrojó contra la otra, la envoltura la rodeó y
comió su carne. Riéndose con frialdad, cruzando la entrada por delante de
él, con el lobo y el vampiro a su lado.
El suelo estaba empezando a temblar debajo de sus pies cuando entraron
en el próximo corredor.

— Espero, mi amor, que tu hermana no esté metida en todo el embrollo, —


murmuró Eli.

Jonathan no dijo nada cuando siguió el olor de Lori. Podía experimentar su


miedo.
— Y yo espero que la nueva amiga de Jonathan sea lo que proclama ser.

Leandra dejó el cuerpo de Jennifer en el suelo, acariciándola al pasar una


mano bajo su cara y murmurando suavemente.

— No te despiertes por ahora, ¿me escuchas? —Susurrando unas


palabras mágicas a la niña durmiente, se levantó y alzó su cara al cielo.
Sintiendo que todo se precipitaba a su alrededor, salió volando por el
tiempo y el espacio, hasta el interior de la cueva, justo cuando Lori
forjaba la bola de energía hecha de fuego.
Ella hizo una pausa para susurrar en el oído del werewolf.
— Voy a buscar a tu mujer ahora, date la vuelta y sal de aquí. No va a
ser.... directamente después. La magia que ella ha tomado dentro es
descomunal. Ella luego necesitará de ti.

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Él tropezó cuando ella permitió con sólo un susurro que su cuerpo
formarse delante de él, cabeceando hacia la entrada.

— La bruja puede poner el hechizo para contener a alguien. Pero no me lo


impedira a mi, —dijo ella, sonriendo abiertamente. Señalando a Sarel,
agregó, —No se molesta con nada sutil. Grande, llamativo, peligroso. No
necesitaremos más alboroto en unos minutos. Y hazlo ahora, cuando está
todo el alboroto.

Ella los dejó, volando hasta colocarse detrás Lori. La luz alrededor de ella
se había unido en una plata tan brillante y deslumbrante que casi cegó a
Leandra, como ella colocó sus pies sobre el suelo.

— Sabes que este no es tu momento, Lori, —gritó Leandra sobre el


rugido de la sacudida y el estremecimiento de la tierra.

— Te dije que salieras de aquí. ¿Dónde está la muchacha?.

— Ella está a salvo, a diferencia de ti y de mi. —Malvadamente, Leandra se


apoyó y le susurró, — Y unos amigos tuyos. Pudieron pasar a través del
hechizo que colocaste, Lori, muchacha. Y ahora intentan transpasar a
través de mí hechizo para llegar a la cueva. El final es lo que importa. — Le
dijo Leandra.
Lori renegó, echando la cabeza para atras.
—Tu perra, que diablos.....

Pero el fuego dentro de ella había crecido más allá lo que Lori podría
controlar. Cuando explotó, Leandra lo sintió. Todo lo que la joven Cazadora
podría hacer para empujarlo fuera de su cuerpo, y eso la atormentó con el
dolor.
Envolviéndola con sus fuertes brazos alrededor de Lori, Leandra la sintió
flaquear.
— Ahora, no te hagas daño, —recitaba mientras las sacaba. —Piensa en
todos los que te necesitan. Déjame a mi. Tu gente está bien, silencio,
ahora......

Leandra se dejó caer en el borde del bosque, acariciando el pelo de Lori


hacia atrás, mirando fijamente y con desconcierto las ebras blancas que
tenía ahora en su cabeza.

— Te fuiste y tuviste a la madre de todos los rayos de luz que se podían


desatar, ¿A que si, chica? —murmuró ella, sacudiendo su cabeza.

A un lado, Jennifer estaba durmiendo, su pelo negro se derramaba


alrededor de su bonita y joven cara. Como ella siguió acariciando con su

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mano oscura el pelo encanecido de Lori, ella sintió como Jonathan, el
vampiro, y la hermana de la bruja salían de la cueva. Solo momentos más
tarde, el fuego comenzó a expandirse por encima de la cámara principal.
Esto iluminó en la oscuridad a los tres Cazadores que vinieron hasta
arrodillarse delante de ella, mirando fijamente a la mujer que estaba
acomodada en su regazo, casi con miedo de mirarla demasiado
atentamente.

El fuego a sus espaldas estaba muy cerca. Jonathan podía sentir el calor
cuando miró a las tres mujeres que estaban delante de él. No... dos
mujeres y una muchachita. No tenía ninguna idea de donde había salido la
muchacha.

La hermosa y exotica bruja enlazó la mirada con él mientras ella


acariciaba con sus dedos el pelo de Lori.Su pelo......

Éste estaba encanecido. Mechones veteados del más puro blanco.


Cerrando sus ojos, se arrodilló y extendió una mano, con miedo de tocarla.
— Está bien, tío. Está viva, hijo del lobo, —dijo la bruja quedamente, con
una sonrisa apacible sobre su cara. La debil luz de la luna brillaba
tenuemente con la señal de una hoz oscura sobre su cara. —El fuego ya
estaba quemando todo lo de dentro, demasiado poder, demasiado magia.
Tuve que mentirle, dejé que pensara que estabas dentro, persiguiéndola,
en vez de agotarte hasta encontrarla. Ella salió del fuego justo a tiempo,
pero éste ya dolía, dejándole la señal, y quemando su interior. —
Acariciando con sus dedos el pelo de Lori, ella susurró, —No se si su magia
volverá a ser la misma otra vez. Pero ella debería de estar sobre todo
bien.
Jonathan colocó una mano sobre su pecho, sintiendo el latido firme y lento
de su corazón. Vive....

— Oh, Dios, —susurró él entrecortadamente, sintiendo que le caían


lágrimas como caliente lava desde sus ojos. —Gracias, Dios. —Él con
mucho cuidado tomó el flácido cuerpo de Lori en sus brazos, apretándola
contra él, encontrando los singulares ojos de color ámbar de la bruja
enfrente suya. —Gracias.
Éstos reflejaron la luz de la luna de regreso a él, como un gato.
— Tal vez él este dispuesto a perdonar al menos, alguno de los golpes que
he hecho, —dijo ella secamente, colocando sus manos en su regazo.
Levantando sus ojos, ella miró por encima del hombro de Jonathan, hacia

155
Eli.
— ¿Quién eres? —preguntó Jonathan, forzando las palabras a través de
una garganta gruesa y comprimida.
— ¿Siempre preguntas el nombres de tus enemigos antes de arrancarle la
cabeza? — preguntó ella con calma, sacando su cuchillo de su cadera y
tirándolo a un lado.

La sangre de Jonathan corría heladamente por la manera tan calmada y


secilla, cuando habló de su propia muerte. Y lo esperaba realmente. Podía
verlo en sus ojos. Despacio, agitó su cabeza, mostrando sus colmillos
cuando él habló.
— Salvaste la vida de mi compañera. Todo el mal que me has hecho está
olvidado por ésto, y más. Mi vida es tuya. Y si alguien intenta tomar tu vida
tendrá que enfrentarse conmigo.

Sus párpados ocultaron aquellos exóticos y almendrados ojos.


— Preferiría morir antes de vivir en alguna prisión, lobo. Si sientes
gratitud por salvar la vida de tu compañera, entonces déjame que el
castigo sea la muerte.

Jonathan frotó su mejilla contra el pelo de Lori, blancos mechones de


seda mezclándose con mechones rojos haciando resaltar éstos últimos.
Con cuidado colocó su mano sobre su corazón, Jonathan lo sintió palpitar,
asegurándose de que ella estaba allí, de que ella estaba viva y bien.

—Tú no morirás. No serás encarcelada. No mientras yo respire.

Leandra siguió a los Cazadores a la casa de Elijah. Los miembros de su


Enclave la miraron fijamente, con sospecha, con ojos vigilantes.
Demasiados de ellos la reconocían, simplemente por su olor, por sentir su
magia. Ella tenía un aura maligna, cuando estuvo de pie al lado de Lori,
supo que su alma estaba sucia.
No tan siniestra, como la había tenido Mistress.

Pero estaba sucia.

Ellos lo sabían.
¿Qué haces aquí, chica? se preguntó, sacudiendo su cabeza. Las cuentas
de madera que pendían al final de sus trenzas hicieron un ruido seco, y
frotó sus manos juntas, mostrándolas. El calmante olor de jazmín llegó a
sus orificios nasales y lo aspiró. Despacio, levantó sus pestañas y
reconoció las miradas de los que la estaban escrutándo.

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— ¿Qué nos has traído? — preguntó un vampiro alto y flaco, sus oscuros
ojos se movieron desde la cabeza hasta el cuero de los zapatos de
Leandra .
Lori, todavía cansada, todavía débil, pero arrogante y tranquila, arqueando
una ceja, dijo:

— Nadie te trajo nada, Rafe. Aunque pienso que Sheila es más de lo que tú
puedes manejar, de todos modos.
Hubo carcajadas mal disimuladas en el ambiente y Kelsey dijo
sencillamente:
— Sheila declaró hace unos días que estaba más bien cansada de sus....
sandeces, fue asi como lo expresó. Con un poco más de.... términos muy
bien expresados y que dejó salir para todo el que quisiera enterarse. Safe
dice que ellos hablan más.

Leandra permanecía silenciosa, separando sus ojos del vampiro, sin


encontrarse con la mirada de la otra bruja que había entrado en la
conversación, sin mirar a ninguno de los vampiros o weres.
—Tú....

Inhalando lentamente, Leandra levantó sus ojos y se encontraron con la


mirada del hombre que ella había disparado sólo unos segundos antes de
que hubiera tomado a Erika. Nunca se había considerado una cobarde,
pero al mirar fijamente a aquellos pálidos y grises ojos, sintió un nudo en
el estómago y desazón, con las mejillas en llamas, queriendo darse la
vuelta y escapar.
La peor cosa posible cuando se estaba rodeada por predadores.

Y con brujas más fuertes que ella.


— Vaya, —dijo, bajando su cabeza, despacio.

— ¿Mike?.

Leandra no supo desde dónde vino éste susurro. No importaba.


Todos los ojos se volvieron hacia el were. Sus ojos resplandecían,
formando remolinos de poder y rabia, cuando sus colmillos se mostraron
listos, el olor de la sangre llenaba el aire. Él acechó atraves de la
habitación, con sus ojos sobre su cara. Y todos los demás ojos lo siguieron,
controlando sus movimientos.
Entonces la señaló a ella.
Como ellos compartían la mente, conectada con la suya. Ahora todos lo

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sabían.
— Elijah, ¿Por qué está ella aquí? —preguntó uno.

Con una voz suave, clara dijo:


— Ella está aquí para morir. Déjame hacerlo. La sangre de una bruja es un
premio muy dulce.
Leandra se negó a que su cuerpo temblara, e intentó que su miedo no se
mostrara.
Jonathan, intervino, colocándose cerca de ella.

— No.
Mike continuó acercándose, todavía más cerca, hasta que casi podía
extender la mano y tocarla, su palma de la mano subió, ahucándola en su
cara, todo bajo el ojo vigilante del vampiro y dos brujas a su espalda.
Jonathan se puso delante de ella, separándolos de los demás.

—A quien más lastimó de aquí fué a Mike. Ella no mató a Brad. Ésto solo
concierne a Mike y a ella. No a ella y a ti, — dijo Jonathan suavemente,
profundamente, con un gruñido amenazante retumbando por su pecho.

— Ella nos atacó....

Jonathan gruñó, sus ojos destellaron sobre el que había hablado,


amenazéndole. Todos los lobos se callaron.
— Un truco agradable para hacer callar a los lobos, perrito. Pero ésto no
surte efecto sobre mí, —dijo Rafe misteriosamente. —Ella es una
amenaza para nosotros. Para todos nosotros. ¿Qué vas a hacerme, mear en
mis pies?.

—Arrancaré tu garganta, hijo puta, —dijo Jonathan, flexionando una mano


para mostrar sus garras de ébano. —Y gustosamente, si tú tocas un pelo
de la cabeza de esta mujer. Ella salvó la vida de mi compañera. Destruiré a
cualquiera que piense en dañarla.
— ¿Una vida salvada iguala los muchos males que ha hecho? — preguntó
Rafe suavemente, mientras cruzaba la distancia que le separaba de
Jonathan. La sed de sangre, la necesidad de terminar la vida de uno que
había servido a sus torturadores satisfacía sus ojos, su cara. Con sus
largos colmillos mostrándose y sus oscuros ojos brillando con aspas rojas y
doradas, quedando nariz contra nariz con Jonathan.
— Rafe, te estás excediendo, —advirtió Eli, con voz suave, pero no menos
poderoso, cuando él se deslizo desde las sombras. —La muchacha arriesgó
su vida, no solamente una vez, varias veces. Y su libertad, también. Ella

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sabía lo que significaba el venir aqui, pero sin embargo, vino. Recuerda
ésto.

Rafe entrecerró sus ojos, arrancándolos de Jonathan. Recayendo en Eli, él


exigió.
— ¿Piensas que voy a sentarme tranquilamente aquí mientras ésta hembra
asesina anda libre entre nosotros?.

— La muchacha no es ninguna asesina.


Finalmente, ella fue capaz de arrancar sus ojos de la hipnotizante mirada
de Mike. Tragando, el chasquido seco en su garganta fue audible por cada
uno que estaba a su alrededor, arrastrando sus ojos al hombre que había
hablado.
Malachi posó su mirada en la gente que estaban alrededor en la escalera y
que fueron separándose, despejando el camino entre él y Leandra.

— Oh, si, su alma es la más limpia que alguna vez haya visto, no miento. Si,
ella tiene la oscuridad en su alma, pero ésta es por su propio tormento.
Ningun mal verdadero, —murmuró él, sonriendo ampliamente con su boca
sensual. Estudiando su cara, y Leandra sintió que sus ojos la escocían por
las lágrimas del conocimiento, de la compasión que vio allí. —Su corazón es
bueno. Engañado sangrientamente. Pero tan real como la salida del sol.

— ¡No puedes dejarles que la hagan daño, Jonathan!.


Leandra jadeó cuando un torbellino rubio se liberó, pero otra vez, la gente
agolpada allí, la intentaron frenar sosteniéndola por los brazos. Pero de la
forma en que ella luchaba, el único modo de sujetarla sería haciendole
daño. Y ninguno se arriesgaría a ésto. Por lo que Erika se liberó y se lanzó
hacia Leandra, colocando sus brazos alrededor de su cintura y
acurrucándose contra su costado.
— Me protegió, y me quiere, incluso si es una estúpida bruja, —dijo Erika
con la franqueza de la niñez. —No me importa si ella en realidad me
secuestró para entender lo que ella es o lo que se supone que es.

— ¿Y que es, Erika? —murmuró Leandra, bajando su cabeza para acariciar


el delicado pelo rubio, abrazando a Erika más cerca.
—Anda, uno de nosotros, por supuesto, —dijo Erika, mirando de reojo
como Agnes se acercaba.

Agnes estudió a Leandra solemne, con ojos serios antes de darse la vuelta
para estudiar a las caras todavía enfadadas y hostiles.
— Fuimos a Jamaica, Mal y yo, hace quince años. Para encontrar a una niña.

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Su padre estaba listo para venderla al mejor postor, asi que él podría
violarla mientras todavía era virgen.

Leandra cerró sus ojos, dejando caer sus hombros. Un jadeo áspero a su
lado, pareció tocar su piel cuando una maldición enfadada se repetía en
sus oídos. La sangre se precipitó en su cara. Maldita la vieja bruja.
Incitándoles con su compasión. Su compasión.
— Ella se escapó, sóla, y se ocultó de nosotros, nos eludió, durante
semanas y meses. No buscamos el tiempo suficiente, o con más intensidad.
No es culpa de esa niña si llegó a parar con gente muy, pero que muy
maligna. Si Mal y yo hubiéramos mirado mejor, o si hubiéramos llegado
antes, las cosas podrían no haberse desarrollado de este modo.
Al mismo tiempo que Agnes hablaba, se movía alrededor del gran salon
estudiando a los Cazadores allí reunidos, tanto a los más poderosos, como
a los con menos poder. Muchos estudiaban a Leandra con miradas
semejantes a la compasión, mientras que otros seguían fulminándola con
una mirada de rotunda hostilidad.
— Ha agraviado a algunas personas aquí más que a otras. Y con ésos será
con quien deba hablar, —dijo Agnes, deslizando a Erika una expresión
angosta. —Uno de ellos, ya ha dejado sus opiniones bien claras. Y Jonathan
fue concluyente. Creo que, rasgará la garganta de la persona que toque a
Leandra, creo que dijo. Así que, la única persona que tiene derecho hablar
es Mike. Más allá de éstos, nada les tiene que preocupar.
— A Brad no se le puede consultar, —gruñó Brielle, alzándose ya que
estaba en cuclillas.
— Ella no mató a Brad, —dijo Agnes.

— No soy inocente, vieja, —dijo Leandra, poniendo sus ojos en blanco y


dando un paso hacia adelante, retirándose un poco de las pegajosas manos
de Erika. —Hice lo que pensé que estaba bien, en ese momento. Si mi
manera de pensar era erronea, aceptaré el castigo. No me ocultaré detrás
de niños o ancianas. O de vampiros antiguos. —Lanzando a Malachi un
ligero vistazo, ella se enfrentó al jóven inherente que había hablado. —
Hice muchas cosas de las que no estoy orgullosa, lobo. Y pienso que
muchos de nosotros también las tienen. Aceptaré el castigo de quien sea
lo suficiente hombre para repartirlo. Solamente pido que la persona sea
digna de repartir ese castigo.

— Esto te dejaría fuera, Brielle.


Esta calmada y tranquila voz vino de Mike.

160
Leandra se giró despacio, levantando sus ojos y reuniendose con los suyos.
— Puedes seguir, bruja. No pediré tu vida, —dijo él suavemente. Y dando
un toque con su talon, se alejó.

—No tienes que marcharte, —dijo Lori quedamente, mirando como Leandra
terminaba de trenzarse su largo pelo de ébano.

— Sí, tengo que hacerlo. ¿Piensas que puedo quedarme aquí, viendo como
algunos me miran con malos ojos?—preguntó Leandra. Sacudiendo las
trenzas sobre su hombro, suspiró. —Tal vez eso encajaría como un castigo:
nunca tener tranquilidad para poder descarsar.
Lori tocó amablemente con sus dedos el hombro de Leandra, y dijo:

— Creo que ésto que estás haciendo, no es por ti. —Sus verdes ojos se
encontraron con los atormentados de Leandra, y Lori sintió un presión en
su corazón. Nadie excepto ella podría entender justamente como habían
torturado a esta mujer en realidad. Incluso desde el principio, el corazón
de Leandra se había sentido destrozado. Luchando por servir a aquellos
de los que pensaba que tenían razón. Pero después de seguir ese camino
su corazón había reconocido cual era el verdadero.

— Oigo los gritos de aquella gente y se que los Scythe los mataron, gente
que yo podría haber salvado. Les cerré mis oídos, —susurró Leandra,
mirando inexpresivamente hacia la noche con las lágrimas rodando
silenciosamente por sus mejillas. —No puedo menos que preguntármelo.
¿Fueron los otros dañados como Jennifer? Ella está bien, lo sé, en el
Excelsior. ¿Pero qué fue del daño ocasionado a los otros, los que no
pudieron retirarse del mal? ¿ Mistress los hizo matar?.

— ¿Dónde iras? —preguntó Lori, tratando de distraerla.


— Lejos, —dijo Leandra distraídamente. —En algún lugar donde tal vez
pueda intentar entenderme, como intentar perdonarme. Si tal cosa es
posible. Solo Dios lo sabe, si esto alguna vez ocurrira. Pero, bueno, tendré
que vivir con mi ingenio.

Lori todavía estaba alli de pie, con sus brazos alrededor, dándose algo de
calor, mirando el orgulloso partir de Leandra mientras la mujer negra se
alejaba, sóla, del enclave de Eli. Malachi la había parado brevemente, y ella
había mirado fríamente en la noche, sacudiendo su cabeza un par de veces.
Él había pasado una mano suavemente por su brazo, un toque casi
paternal, antes de que él se apartara.

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Lori no pudo verla más.
— Ella estará bien.

La voz de Jonathan fue un gruñido grave e hipnótico que envió escalofríos


a lo largo de su cuerpo. Levantando sus ojos, estudió a la luna mientras se
alzaba más alto en el cielo. Mañana sería luna llena. Antes lo había
percibido en sus ojos, y había visto el salvajismo que dentro de poco
empezaría a brillar en sus ojos de were cuando la luna llena se acercaba.
Y el hambre. Hambre completa y total.

— Ella nunca ha estado bien, —dijo Lori silenciosamente. —Ha visto como
era la realidad, como nunca antes lo había percibido. Y eso es lo más
espeluznante.
— La cosa más espeluznante fue enviar a la mujer que acababa de
secuestrar a mi niñita para que salvara la vida de la mujer que amo, —
susurró Jonathan desde la entrada. —¿Por qué estás aquí? ¿En vez de en
mi casa? .
— Por que es tu casa, —dijo ella escuetamente, levantando un hombro. —
Aquí están mis habitaciones. Volvimos a casa, así que estoy en casa.

— Te quiero en mi cama. Nuestra cama.

Él estaba más cerca ahora, a su espalda. Lori se estremeció cuando él bajó


su cabeza y besó su cuello, agarrando su cintura con sus grandes y fuertes
manos, presionando su espalda contra él, para que su culo estuviera contra
su sexo. Pasando sus brazos alrededor de su pecho, atrapando sus brazos
contra su cuerpo, él bajó su boca para presionarla contra su cuello,
marcándola con sus dientes.

—Mi compañera. Mía .


Ella se sintió envuelta por él, por aquel grande y recio cuerpo,
protegiéndola, manteniéndola segura con el suyo. Ardiendo de deseo por
ella. Podía sentir su hambre transpasándola en ondas de calor.
Apretando su mano contra su vientre, la fue deslizando hacia abajo hasta
ahuecar su montículo con su mano, acariciando con un dedo hacia adelante
y hacia atrás sobre su clítoris, trayendo un quejido a sus labios. Un grito
asustado sonó en la habitación cuando Jonathan agarró los pantalones
sarong de sus caderas, rasgándolos, y el florido material cayó en
pedazitos alrededor de sus pies. Haciéndola girar, él tomó su camisa y tiró
de ella por su cabeza, enredando su cabello por la presión, y bajó su cara
para enterrar su nariz en la riqueza rojiza y blanca de el.

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— Mi pequeña fiera pelirroja se ha convertido en un pequeño bastón de
caramelo, —bromeó él, alisando con sus manos cada largo mechon en su
espalda, ahuecando sus manos en su trasero y levantándola contra él. —
Vamos a ver si todavía sabes como un caramelo. —Inclinando sus labios
contra su boca, empujó su lengua dentro, devorando su sabor, tragando
ávidamente de ella mientras la sujetaba contra la pared. Meciendo su duro
pene contra su hendidura, el aspero material de sus vaqueros friccionando
contra la carne sensible de sus muslos.

— Gime para mí... gritamelo, —susurró Jonathan, cuando bajó su cabeza


para tomar el prieto pezón en la caliente cueva de su boca. Pasando su
lengua sobre la dura cresta, él alzo sus ojos hasta mirarla fijamente,
chocolate negro que mientras la miraba se volvía oro caliente, muy
caliente. Contra su vientre, ella podía sentir la dureza de los calientes
músculos de su pecho; y él se meció contra ella, restregando su grueso,
rígido y doloroso sexo sobre su hendidura una y otra vez.
Lori sintió que un grito se atrapaba en su pecho cuando se arqueó contra
él, sus puños atraparon su pelo. Subiendo sus piernas, ella cerró sus
talones justamente por encima de los firmes músculos de su culo. Notó la
pared fría en su espalda cuando él masajeó sus posaderas con las manos.
Lori tembló cuando traspasó el anillo de su ano, sondeándolo con la yema
de su dedo.

Ella sintió que la habitación daba vueltas a su alrededor y parpadeó,


aturdida, comprendiendo que él se había movido, colocándola sobre sus
rodillas cerca de la cama.
— Permanece asi, —ordenó bruscamente él, pasando sus manos sobre la
redondeadas curvas de su trasero. —Maldición, tienes un culito de lo más
dulce.
Una caliente inundación de necesidad pasó a traves de ella, bajando su
frente al fresco suelo, apenas capaz de apoyar su cuerpo. Pequeños
temblores se propagaron por todo su cuerpo, y un vacío doloroso la llenó.
Maldita sea, lo necesitaba dentro de ella. Su clítoris palpitaba, pulsando,
palpitando. Ohhh.......
Jonathan empujó su muslo entre los suyos, desnudo ahora.
Y algo resbaladizo, mojado y tibio empujó contra su ano. Lori gimió.

— ¡Jonnie!.
— Es mío, —susurró él a duras penas. —Tú eres mía. Tendré cada parte de
ti. Empuja hacia abajo. —mientras hablaba, empujaba su dedo dentro, y
Lori gimoteó, arqueándose hacia atrás contra la dolorosa invasión. Pero

163
cuando él entró en ella, extendió una mano, pellizcando y acariciando su
clítoris, hasta que se meciera contra su caricia entretanto él se dedicaba
a su ano. Luego empujó un segundo dedo en el apretado anillo de músculo,
mordiendo su cuello y gimiendo cuando llegó a un clímax en su mano, con un
grito disonante.

Lori todavía temblaba cuando él se separó y la montó. Conduciendo su polla


en su dolorido coño, con un largo y despiadado empuje, agarrándola por sus
caderas y manteniéndola inmovil, mientras ella gritaba de camino al
segundo orgasmo. Sus músculos se tensaron formando una funda codiciosa
sobre su polla mientras forzaba un camino en la cremosa vaina.
— Joder, no hay vuelta atras, —ronroneó él trabajosamente, haciendo
rodar sus caderas y meciendose contra ella, a la vez que se asentaba
completamente dentro de ella. —Eres más suave que la seda, dulce y
humeda... lo adoro.Te amo. Con todo mi corazón y alma.

Lori gimió cuando él se inclinó, susurrando estas últimas palabras en su


oído, abrazándola fuerte. Con su polla todavía profundamente dentro de
ella, repetio suavemente.
— Con todo mi corazón y alma, joder, Te amo. Siempre te he amado.

— Jonathan. —Lori hundió sus dientes en su labio, intentando introducir


oxígeno en sus pulmones, luchando por respirar por la emoción que se
había alojado dentro de ella. Extendiendo la mano detrás de ella, dejó un
brazo alrededor de su cuello, enterrando sus dedos en esos sedosos y
largos cabellos que caían alrededor de ella. Él pasó un musculoso
antebrazo alrededor de su cintura y tiró de su polla despacio, retirandose
e introduciéndose despacio. — Te amo…— sus palabras terminadas sobre
un gemido disonante cuando entró, su gruesa y muy caliente polla,
restregándose más en los tejidos frescos y cremosos de su coño. Con su
punta acariciando los nervios de la boca de su matriz, ahí mismo, y Lori se
arqueó contra él. Gritando por que la habitacion comenzó a temblar a su
alrededor, haciendo que la lava líquida formara un charco dentro de su
región lumbar, y el calor estallara por toda la superficie de su piel.
Echando su cabeza hacia atrás, ella gritó cuando salió y se condujo dentro
otra vez; más duro, y más duro; empujando sus caderas más abajo y
enterrándose con más fuerza, sus manos se colocaron en sus nalgas,
abriéndola. Como si su mirada tuviera un peso real, ella lo sintió mirándola
fijamente mientras posaba una mano en su cadera, entonces se corrió,
propagando la sedosa y caliente sustancia por todas partes de su apretado
agujero. Lori temblaba cuando Jonathan comenzó a sondar
insistentemente con su pulgar mientras la montaba, tadavía, más duro.

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— Puedes usar tu magia para divertirte con tu cuerpo, cielo, —murmuró,
con voz caliente y suave como el whisky cuando empujó la punta de su
pulgar más allá del ajustado anillo de músculo. —Házlo.... déjame sentirlo.
Lori se sonrojó, después de entenderlo, hasta que sintió alguna parte
distante de él alcanzándola, no con su cuerpo, si no, con su alma. Gimiendo,
liberó el débil asidero con el que controlaba su magia y la dejó fluir por
ella, deslizándose sobre su piel, bailando bajo cada caricia y jugando con
su clítoris al mismo tiempo que Jonathan salía, dejándola.

— Juega contigo, —murmuró él, guiando una mano entre sus muslos incluso,
cuando un millar de diminutas lucecitas, del mismo color que el arco iris
bailaban sobre su piel. Las luces acariciaron su piel, besándolo,
reflejándose en él mientras giraron sobre y alrededor de ella.
Jonathan se apoyó sobre sus talones, su polla rubicunda, mojada y
brillando de su nata. Acariciándola distraídamente mientras la estudiaba,
un gruñido escapó de su pecho, cuando Lori tembló y gimió. Su punta
comenzó a virar como la salvaje magia dentro de ella, corriendo
libremente sobre su cuerpo excitado. La línea expuesta de su ano, los
pliegues abiertos de su dulce hendidura, el olor de ella... Jonathan lamió
sus labios cuando recogió el lubricante, queriendo comérsela
completamente.

Él se estremeció como vio la sustancia sedosa sobre su sexo y miró


fijamente al diminuto, y rosado agujero de su ano. Calentando aun más sus
manos, frotó el pequeño rosetón provocativamente. La calmó cuando saltó,
y vio como florecía mientras lo abría, gimiendo cuando los límites
satinados apretaban sus fuertes dedos.

Moviéndose para que ella quedara entre sus rodillas, jodiéndola con un
dedo en su ano y con la otra mano su coño, hasta que ella empezó a
mecerse hacia adelante y hacia atrás, con su boca desesperadamente
buscando la suya. Y cuando ella pedía, él se movía hacia atrás. Arrancando
sus dedos de la seda pegajosa de su parte inferior, extendiéndola más.
Empujando contra la carne blanda, suave, él observó como éste cedía un
paso hacia su posesión. Apretado....
—Maldita sea, eres tan dulce, —gimió él, empujando despiadadamente
más profundo cuando ella se quedó paralizada debajo de él.
Saliendo sólo un poco, se levantó por atrás, estremeciéndose cuando ella
involuntariamente apretó los músculos de sus nalgas alrededor de él. Su
cabeza cayó hacia abajo y Jonathan alcanzó y rodeó con sus dedos su
clítoris. Sacándolos y meciendose contra ella con lentos y estables
movimientos hasta que ella jadeó otra vez. Entonces comenzó a empujar

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más profundo.
Lori se arqueó hacia atrás, mordiendo su labio por la presión ardiente y
creciente de sus partes bajas. Sus ojos lagrimearon y gimió de manera
involuntaria cuando Jonathan continuó empujando, incluso cuando sus
dedos acariciaron y rodearon a su clítoris.

—Respira, cielo y empuja hacia abajo, —murmuró él, saliendo, sólo


ligeramente, meciéndose contra ella. Ah, es tan agradable, pensó Lori.
Luchando por conocerlo, encontrarlo, apenas lo escuchó cuando él repitió.
—Empuja hacia abajo, —y trató de concentrarse en las exquisitas
sensaciones que él causó cuando acarició sólo un poco y afuera de ....
mmmm...
Entonces él lo sacó, apenas penetrandola, sus manos se ciñeron sobre sus
caderas.

—Empuja. Hacia abajo. —Su voz era baja, ruda, un gruñido profundo,
primitivo destinado a llamar a la hembra que había en su interior. Lori se
estremeció e inclinó su cabeza, empujando cuando ella bajó su torso y se
preparaba.

Un grito ronco llenó el aire cuando él la llenó, asentado hasta la


empuñadura en su ano. Jonathan la había llenado completamente con un
empuje brutal, gritando con el glorioso y dulcemente doloroso placer
incluso cuando se estremeció y trató de arrancar sus manos para
refrenarlo. Gimoteando, ella tuvo que luchar para no apartarse cuando él
salió, entonces se condujo de atrás a dentro, una y otra vez. La presión se
estaba desarrollando en un crescendo que sería más de lo que podría
manejar.

Se rompió, estallando sobre Lori con glorioso, dulce placer y ella empujó
hacia atrás, sollozando.

— Otra vez, maldita sea, Jonathan, no pares, por favor.... —Sus pezones
se dibujaban apretados, su respiración cada vez más entrecortada cuando
ella se movía ávidamente contra él, hacia abajo. Tomando suyos los
empujes, y sintiéndose hambrienta, la marmórea polla en su ano, moviendo
su cuerpo contra el suyo, ella buscó su climax, justo cuando él buscaba el
suyo. Cayeron juntos, empujando uno contra el otro y tensándose, un largo
y extraño aullido salió de la boca Jonathan. Lori sollozó su nombre
mientras se derrumbaba, sintiendo la caliente lava de su semilla inundarla.

Mucho tiempo después, todavía tratando de disminuir la velocidad de sus


sollozantes respiraciones que competían dentro y fuera de sus pulmones,
mientras la acunaba contra él y la levantaba suavemente hasta la cama.

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Sintiendo alivio al pegarla contra él, acariciando con la nariz su cuello a la
vez que levantaba las mantas sobre ellos, él murmuró.

— La próxima vez te tomaré en nuestra casa, en nuestra cama. Dimelo, di


sí.
Lori se estremeció, abriendo sus labios para estar de acuerdo en cualquier
cosa que quisiera, pero las palabras no salieron tan fácilmente.

— No te he oído pedirmelo aún, —dijo ella agotada, su cabeza cayó hacia


adelante, sus rizos veteados con una mezcla de rojo, oro y blanco, con su
profundo moreno sobre la almohada.
— Hmmm, todavía no cedes ni una pulgada, ¿ verdad, cielo? Primero, te
digo que te marches y no te vas. Ahora te digo que te acerques, y no
vienes. Quieres que te lo ruege, —dijo él, soltado una risilla ahogada por la
frustración. Su voz se hizo más profunda y la abrigó pasando sus brazos
alrededor de ella, abrazándola contra él. —Adoro todo de ti, mi adorable,
obstinada y valiente bruja. Dime que te casarás conmigo, acaba de una vez.

— Haré algo mejor que eso, —susurró ella, con una sonrisa curvando su
boca. —Me casaré contigo.... asi que podemos comenzar. Con nuestra vida.

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Epílogo

Era el sonido de una magia salvaje, con gemidos rotos, y de un sexo


caliente que llenaba la habitacion de Lori. Contra su voluntad, pero maldita
sea, si ella no lo hiciera rápido, los otros iban a llegar pronto allí. O la casa
se haría añicos a su alrededor. Sarel sintió como le subía el calor por el
cuello cuando empezó a pasar del salón hasta las habitaciones de Lori.
Había un lamento alto en la voz de Lori, mientras ella gritaba el nombre de
Jonathan, fue ruidoso y claro desde la puerta, y Sarel se paró. Girandose
alrededor se dirigió hacia atrás, pero entonces ella solto un suspiro y
gruño.

— ¡Qué coño!.

Su divertida audiencia dejó que una sonrisa se cruzara en su cara cuando


él se deslizó desde dentro de las sombras. Él había estado a punto de
desaparecer por ella… pero era tan adorable, mirar como se avergonzaba.
Sarel volvió, se acercó hasta la puerta de Lori, alzaba los hombros
rigidamente casi como una monja, posó su mano contra la madera y cerró
sus ojos, no dejando que el fuego y la luz que rezumaran salieran a la
superficie y la distrajeran. Y el minúsculo terremoto que siguió no paró
mientras ella colocaba un hechizo para bloquear los sonidos que venían del
cuarto.

— Vaya, ella lo hace bastante bien para que su hermana mayor se


averguence, —reflexionó Ben cuando él se deslizó de las sombras y se
detuvo de pie en medio del pasillo.
Cuando ella se dio media vuelta, sus mejillas todavía ardían y ella juraba
por lo bajo. Él alzo una oscura ceja hacia ella y dijo:

— Siendo la esposa de Elijah Crawford, no puedo creer que nunca hayas


oído a la gente cuando éstas tienen sexo. Hasta me imagino que lo habrás
hecho un par de veces tú misma.
Sus ojos se entrecerraron.
— Vete al infierno, Cross.
— ¿No estarás enfadada? —reflexionó él, mientras creaba una pequeña
pelota de fuego y comenzaba a moverla hacia adelante y hacia atrás en sus
manos. —Yo tendría cuidado de eso si fuera tú. ¿Cómo iba yo saber que
insistirías en comprobar el estado de tu hermanita tan condenadamente

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pronto?.
— Que te jodan,— le sugerió Sarel escuetamente.

Simplemente le sonrío, alcanzando el fuego en una mano, y presionándolo


entre las palmas hasta que fue absorbido. Luego la miró fijamente con sus
ojos tormentosos.

— Vosotras las brujas sois de lo más raro.

— Tú también eres un brujo, Cross. ¿Recuerdas?.


Una risa triste paso a través de su cara.

— No sé que soy, Sarel. —Entonces él se dio la vuelta, alejándose de los


gemidos de sexo, y la mujer. Al final comprendió, allí, mientras estaba de
pie delante de él.
Ben tenía a otra bruja que tratar.

La más extraña de entre todos ellos.

Pero primero, él tenía que encontrarla.

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