Siendo la Ley económica fundamental del imperialismo, el máximo
beneficio capitalista, mediante la explotación, la ruina y la depauperización de la mayoría de los habitantes del país dado, mediante el avasallamiento y el saqueo sistemático de los pueblos de otros países, principalmente los más atrasados, y, por último, mediante las guerras y la militarización de la economía1, en la actual coyuntura, asistimos al recrudecimiento de sus contradicciones principales como lo son: la contradicción capital-trabajo; la contradicción interimperialista y la contradicción entre los centros de poder imperialistas y las colonias y naciones de su área de influencia, con sus terribles consecuencias sobre las condiciones de vida y trabajo de la inmensa mayoría de población del planeta y sus desbastadores efectos sobre la economía mundial y en la naturaleza como fuente esencial de materias primas. Las consecuencias de la cada vez más aguda contradicción capital – trabajo, descansa sobre las espaldas de la clase obrera y del proletariado en su conjunto. La sobreproducción de bienes de uso y consumo, frente a la cada vez deteriorada capacidad de consumo de las inmensas mayorías de la población, acentúan aún más la crisis que golpea al proletariado, pauperizando las condiciones de vida de los asalariados, proletarizando las condiciones materiales de vida de las capas medias de profesionales y técnicos y empujando a niveles de sobre explotación humana a la clase obrera, cuando el valor monetario de la venta de la fuerza de trabajo, no permite siquiera su propia reproducción en las condiciones elementales de alimentación y salud, desapareciendo el concepto de salario mínimo definido por las propias leyes burguesas, siendo esta una característica de la crisis general del capitalismo en su fase imperialista. Las contradicciones interimperialista, signadas por la confrontación entre los bloques imperialistas EEUU-Europa y China-Rusia, se desarrollan igualmente de manera acelerada, marcadas por la guerra comercial-financiera por la supremacía de los principales mercados, la lucha por el reparto del mundo en lo concerniente a las principales fuentes de materia prima y energética y el posicionamiento de territorios geopolíticos estratégicos como bases para el expansionismo a través de las intervenciones armadas. Estos elementos definen la actual coyuntura política y económica, creando las condiciones generales objetivas para lucha de resistencia y avance de las organizaciones del proletariado a nivel mundial y en las naciones que están bajo el área de influencia de los bloques imperialistas. Las contradicciones entre los centros de poder imperialistas y las naciones de sus áreas de influencia, en la actualidad tienen su máxima expresión, en la ofensiva impulsada por el Imperialismo Yanqui, en contra de 1 Manual de economía política. Academia de ciencias de la URSS. Instituto de Economía. 1954 las naciones del medio oriente, del centro-este de Europa y de América Latina, en una combinación estratégica de medidas y acciones que van desde la asfixia financiera y económica orquestados desde los organismos financieros internacionales del imperialismo (Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional, Organización Mundial de Comercio) , el aislamiento internacional impulsado y avalado por las organizaciones internacionales al servicio del imperialismo (Organización de las Naciones Unidas, Organización de Estados Americanos) y la confrontación e intervención armada a través de mecanismos como la Organización para el Tratado del Atlántico Norte y el Tratado de Interacción Armada Reciproca. En América Latina, la principal agenda intervencionista del imperialismo yanqui está siendo desarrollada contra Venezuela. No cabe duda, ante la realidad que hoy agobia a la población venezolana, caracterizada por las deterioradas condiciones de vida y trabajo, que el gobierno de los EEUU ha desatado una agenda abierta de intervención directa y sin tapujos con sanciones económicas, aislamiento internacional, robo de bienes y recursos de la nación en el extranjero, financiamiento y preparación de grupos armados y paramilitares que intervienen en diferentes modalidades para crear las condiciones para un golpe de estado fascista o una guerra civil, así como la preparación de grupos armados con la complicidad de gobiernos títeres del imperialismo como los de Colombia, Brasil y Guyana, para una intervención militar en el territorio nacional. En este complejo escenario de la lucha de clases, el proletariado venezolano resiste las embestidas del imperialismo, en condiciones muy desventajosas, frente a un poderoso enemigo que se ha propuesto la eliminación, no solo del gobierno, sino de todo lo que pueda significar una resistencia orgánica y consiente del pueblo venezolano desde el movimiento popular y revolucionario. De lograr el gobierno de los EE UU sus objetivos, avanzaría en el desarrollo de su agenda imperialista en América Latina, arrodillando al pueblo venezolano a los designios del Fondo Monetario Internacional, asegurando para su economía guerrerista la provisión de petróleo y les garantizaría el control geoestratégico del subcontinente suramericano. Desde la victoria política electoral del comandante Chávez con amplio apoyo de las masas populares, quien desarrolló políticas nacionalistas al principio, luego dio un importante viraje a las ideas socialistas, hicieron que el imperialismo yanqui desatara toda una agenda de intervención en los asuntos internos de Venezuela. La alianza internacional del gobierno bolivariano con el bloque imperialista Rusia-China, y con gobiernos antiyankis como Irán, Libia, Siria, Cuba, Nicaragua, Bielorrusia, acelero aún más las políticas de intervencionismo y ha sido precisamente esta correlación de fuerzas internacionales, la que ha permitido al gobierno maniobrar ante la ofensiva imperialista y sortear hasta el momento la difícil situación en el terreno político. Sin embargo, en el terreno económico las cosas no han marchado igual. La dependencia tecnológica y la estructura económica productiva de un país capitalista dependiente, surtidor de materias primas y caracterizado por relaciones sociales de producción capitalista y la propiedad privada de los grandes medios de producción de bienes de uso y consumo esenciales, son, junto a la agenda de agresión imperialista, los determinantes de la caótica situación de vida que hoy padecen la inmensa mayoría de la población venezolana. Los elementos social demócratas, pequeño burgueses y reformistas que tienen incidencia y control en las políticas económicas del gobierno, han desarrollado los planes de manos de la burguesía tanto de la tradicional, como la llamada burguesía emergente, a través del financiamiento directo, de facilidades tributarias, pago de nóminas y facilidades de exportación, favoreciendo la acumulación de riquezas de estos grupos económicos a costa de la nula capacidad adquisitiva de los trabajadores y trabajadoras. La disminución de los precios del petróleo y la estrepitosa caída de la capacidad productiva de PDVSA, aunado a los elementos antes descritos (Agresión imperialista y capitalismo dependiente), han contribuido a la baja disponibilidad de recursos financieros del estado, comprometiendo el cumplimiento de políticas sociales, el funcionamiento de las instituciones del estado y golpeando severamente a los más de cuatro millones de trabajadores y trabajadores de la administración publica en todos los niveles, con ingresos salariales muy por debajo del costo de las necesidades mínimas vitales. A esto debemos añadir, las políticas anti obreras que inclusive, han emanado de los propios organismos del estado y que en la práctica han conculcado derechos históricos de la clase trabajadora, establecidos en la Ley Orgánica del Trabajado, los Trabajadores y Trabajadoras y la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. En la práctica, existe una desregulación de los derechos laborales, que facilita el camino de la llamada “Flexibilización Laboral”, que no es más que la eliminación de los derechos a la contratación colectiva, a la organización sindical, a la estabilidad laboral, a la protección de los organismos del estado frente a las violaciones de la normativa laboral y frente a las condiciones inseguras y saludables en los centros de trabajo. Así mismo, se ha desarrollado peligrosamente una política de criminalización contra los justos reclamos de la clase obrera. Las políticas asistenciales (Bonos de la patria, bolsas de alimentos del CLAP, entre otras), no tienen respaldo en un aparato productivo y económico que permita su mantenimiento, expansión y mejoramiento, apreciándose una disminución del número de beneficiados con estas medidas. Igualmente, la falta de recursos por todas las causas expuestas, afecta la prestación de los servicios públicos a la gran mayoría de la población, contribuyendo a la precariedad del nivel de vida de los venezolanos y venezolanas. La cuestión nacional y la agresión imperialista convocan a las organizaciones revolucionarias del proletariado a encontrarse en la unidad de acción, para enfrentar al enemigo principal del pueblo venezolano como es el Imperialismo yanqui, pero esta lucha debe combinarse necesariamente con la transformación profunda y radical de la sociedad venezolana, de las relaciones sociales de explotación capitalista y la destrucción del estado burgués como instrumento de dominación de la burguesía y del imperialismo. No se podrá avanzar en la lucha contra el imperialismo, sino avanzamos en la transformación revolucionaria de la sociedad. Recorrer este camino, implica fundamentalmente plantear el control del poder político por el proletariado organizado, con la clase obrera a la vanguardia. Para ello es válido combinar todas las formas de lucha política revolucionaria en todos los escenarios en que se expresa la lucha de clases. Para la clase obrera, la acumulación de fuerzas debe dejar de ser una consigna para convertirse en una línea de acción que se exprese en la organización de los trabajadores y trabajadoras en la dura batalla reivindicativa y económica por mejores condiciones de vida, en la lucha por el control obrero de los medios de producción, en la lucha contra el imperialismo en todos los terrenos y en la unidad con los campesinos, comuneros y el proletariado en su conjunto. En lo económico-reivindicativo, acompañamos la lucha por una política social salarial, que contenga entre otros elementos: Aumento del salario mínimo nacional al valor del costo real de la reproducción básica de la fuerza de trabajo iniciando en el valor de un petro fluctuante. Retomar las discusiones de los contratos colectivos de trabajo bajo las circunstancias políticas y económicas actuales. Implementación regular y permanente del CLAP Obrero propuesto por el presidente Nicolás Maduro, incluyendo además de los víveres, los componentes proteicos y artículos de higiene personal y del hogar, así como medicamentos para trabajadores con enfermedades crónicas. En cuanto a la producción, proponemos que las empresas bajo control del estado y que se encuentran diseminadas en los distintos ministerios, sean centralizadas con todos sus recursos, potencialidades materiales y humanas para constituir un sistema de empresas bajo el control y dirección de la clase obrera, que garantice las metas de producción, eliminando las relaciones sociales de explotación y generando los ingresos netos necesarios para el sostenimiento de las políticas sociales del proletariado.
Agudicemos las contradicciones capital - trabajo con la lucha
revolucionaria de la clase obrera. Agudicemos las contradicciones contra el Imperialismo Yanqui expropiando los bienes, empresas y recursos de la burguesía, eliminando el estado burgués e impulsando el estado obrero, campesino y comunal y elevando la producción bajo el control de la clase obrera. CONTRA EL IMPERIALISMO YANQUI AVANCEMOS EN LA ORGANIZACIÓN DE LA CLASE OBRERA PARA LA CONSTRUCCIÓN DEL SOCIALISMO Jhonny Picone Corriente Sindical Marxista Leninista Septiembre 2020