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Nº 143 / Septiembre 2020 ISSN 1390-4515

Escritura y
confinamiento

Autores del mes:


Vladimiro Rivas Iturralde
y Raúl Vallejo
SEPTIEMBRE

3 poemas de Eugenio Montale


Este mes se rememora el fallecimiento
del premio Nobel italiano
Casi una fantasía
Amanece de nuevo, lo presiento
por el albor de vieja
plata en las paredes:
las ventanas cerradas se vetean de un tenue resplandor.
Vuelve el advenimiento del sol
pero sin las difusas voces,
los acostumbrados estrépitos.
¿Por qué? Pienso en un día encantado
y de las justas de horas demasiado iguales
me resarzo.
Desbordará la fuerza que me inflamaba,
inconsciente mago, desde largo tiempo.
Ahora me asomaré, destruiré altas casas,
despojos viales.
Tendré ante mí un lugar de limpia nieve
mas tan ligero como el paisaje de un tapiz.
Resbalará un destello lento
entre el algodón del cielo.
Selvas y colinas llenas de invisible luz
me harán el elogio de los festivos retornos.
Alegre leeré sobre el blanco
los negros signos de las ramas
como un esencial alfabeto.
Todo el pasado de repente aparecerá delante.
No turbará sonido alguno esta alegría solitaria.
Cruzará el aire posándose sobre una estaca
algún gallito de Marzo.

(Traducción de F. Ferrer Lerin)

2 Rocinante
Dolor de vivir
Frecuentemente hallé el dolor: vivir
era el riochuelo estertoroso, agónico;
la llama retorciéndose en la pira;
el cabello en la ruta, inútil, roto.
Placer no conocí. Sólo el milagro
que obra la divina indiferencia:
la estatua erguida entre la somnolencia
tórrida, con la nube y el milano.

(Traducción de Carlos López Narváez)

La forma del mundo


Si tiene el mundo la forma del lenguaje
y el lenguaje la forma de la mente,
la mente son sus plenos y vacíos
no es nada o casi y no puede salvarnos.
Así habló Papirio. Ya era noche
y llovía. Pongámonos a salvo,
dijo, y avivó el paso no advirtiendo
que era suyo el lenguaje del delirio.

(Traducción de José Ángel Valente)

Rocinante 3
6
• Libros y confinamiento

22
• Vladimiro Rivas y una
novela de formación
Rocinante No. 143
septiembre 2020

30
• Benedetti, centenario

Contenido
39
• Patrick Modiano,
recomendado

46 Portada:
Protesta (1983),
• Perderle el miedo al de Rufino Tamayo
lenguaje inclusivo

60
• El panorama de las
librerías locales

•ROCINANTE es una publicación de la Campaña Nacional Eugenio Espejo por el Libro y la Lectura, que es una iniciativa ciudadana que
busca mejorar el comportamiento lector de los ecuatorianos. No recibe fondos públicos y se maneja mediante la autogestión y a través de
la asociación con diversas entidades. Sus líneas básicas de acción son la edición y distribución masiva de libros, la capacitación a media-
dores de lectura, la difusión de la literatura nacional en el extranjero y la reflexión teórica sobre el tema de la lectura. • FOTOS: PXhere.com
Buscadores, etc •DIRECCIÓN GENERAL: Iván Égüez. •EDICIÓN: Andrés Cadena. •DISEÑO ORIGINAL: Agustín Montúfar Égüez. DISEÑO
Y DIAGRAMACIÓN: Juan Fernando Villacís © CORPORACIÓN EUGENIO ESPEJO POR EL LIBRO Y LA CULTURA. El Heraldo 244 y Juan de
Alcántara. Teléfono: 243 2980. •DERECHOS RESERVADOS.
Al mal tiempo
buena cara
El tema principal de este número trae al-
gunos ejemplos de esa azarosa relación
entre escritura y confinamiento, ya sea
éste como tema o como causa.
También recordamos a dos escrito-
res que obtuvieron el Premio Nobel,
el italiano Eugenio Montale y el
francés Patrick Modiano, actuales
huéspedes de los anaqueles de la
Iván Égüez
director@revistarocinante.com librería Rocinante.
Andrés Cadena Celebramos el centenario
andresecu29@hotmail.com del nacimiento de Mario Bene-
detti y ofrecemos a nuestros
lectores un cuento de tema
irremediable en nuestra coti-
dianidad: el fútbol. De igual
manera nos sumamos al jubileo
de John Dos Passos, un clásico
estadounidense.
Para los suscriptores de la
revistarocinante.com Campaña de Lectura entregamos
las novelas primigenias de dos
info@revistarocinante.com
autores ecuatorianos, Vladimiro
Rivas y Raúl Vallejo.
Textos de:
Una entrevista a Borges,
Cristina Burneo, Carlos Ferrer, Bruno
Sáenz A., Jorge Dávila Vázquez, Alfonso con motivo de cumplirse en setiem-
Gumucio, Andrés Cadena bre el Día de la traducción; varios
artículos, uno de Cristina Burneo,
sobre las inclusiones, evasiones, alu-
siones y discriminaciones del lenguaje
con relación al género; así como noticias
bibliográficas y opiniones de los libreros
en tiempo de pandemia.
Septiembre, un mes especial, el de «la noche
septembrina» de Manuela Sáenz. De eso se habla
en Manuela, la novela de Luis Zúñiga, publicada
por la Campaña de Lectura Eugenio Espejo.
(ié)

Rocinante 5
ESPECIAL

Libros desde el confinamiento


Decimos la pandemia o la cuarentena así,
como si fueran realidades en singular, algo
generalizable o único. Pero a la vez tenemos
la sensación de que el distanciamiento social,
el quedarnos en casa lo más posible, es una
vivencia muy distinta en cada caso. El confi-
namiento multiplica los linderos que intentamos
no transgredir, las fronteras que marcamos con la
tiza del recaudo; y su resultado también es una mul-
tiplicación de realidades, de formas de cotidianidad
que no resultan del todo comparables una con otra.
El aislamiento no es una consecuencia, sino la con-
dición a partir de la cual cada quien responde de su
individual manera.
Asimismo, en la literatura, el tópico del encierro
ha sido abordado o recreado en una variedad
de versiones; e incluso la reclusión se ha
vuelto un contexto propicio para la es-
critura de numerosas obras, en las
que se refleja esa peculiar des-
conexión de la sociedad que en
unos momentos padecemos y en
otros anhelamos.
Protagonistas ensimis-
mados, diarios personales

6 Rocinante
escritos en secreto, cartas desde la cárcel, personajes
refugiados, familias enteras encerradas o funciona-
rios desterrados al fin del mundo… A continuación,
algunas obras literarias (varias, muy conoci-
das) que nos hablan desde y sobre la reclusión,
el retraimiento forzado o la soledad como condi-
ción vital.
Alguien decía que la lectura es la comunica-
ción entre dos soledades, y en estos días quizás
se convierta en la manera de permear el escudo
de la cuarentena.

Rocinante 7
ESPECIAL

El Diario de Ana Frank


Esconderse para sobrevivir
Hace 75 años, Ana Frank
perdía la vida en un campo
de concentración alemán, después
de dos años de clandestinidad
para esconderse de los nazis, de-
jando escritos en su célebre diario
sus temores, esperanzas y sueños.
Nacida en Fráncfort, Alema-
nia, Ana Frank abandona el país
con su familia a los tres años, en 1933, para escapar del violento
antisemitismo que se expandía en el país con el nazismo. Insta-
lados en Ámsterdam, en 1942 se esconden en un apartamento
construido detrás de una falsa biblioteca para escapar de la Ges-
tapo, antes de ser descubiertos en 1944 y deportados.
El diario íntimo de la adolescente judía, publicado por su
padre Otto después de la guerra, recuerda los horrores del Ho-
locausto y sigue siendo más actual que nunca. «La parte
más importante del diario es que ofrece una visión de lo que sig-
nifica ser humano», ha declarado Ronald Leopold, director
ejecutivo del Museo Casa de Ana Frank, en Ámsterdam.
En su diario, Ana Frank describe el aislamiento forzado
con su padre, su madre y su hermana, así como con otros cuatro
judíos refugiados en el anexo secreto ubicado en Prinsengracht,
frente a uno de los canales más icónicos de la capital holandesa.
Es brutal la honestidad con que cuenta sus impresiones sobre
los otros ocupantes, y habla de la difícil relación con su madre.
También se refiere a su ambición de escribir su propio libro so-
bre sus experiencias vividas durante la guerra.
Otto Frank, único superviviente de la familia, recupera tras
la guerra el diario íntimo de su hija, descubierto por una holan-
desa que los había ayudado a ocultarse. 

8 Rocinante
Robinson Crusoe, de
Daniel Defoe
El aislamiento ejemplar
Robinson Crusoe, escrita por el
inglés Daniel Defoe, es una de las
obras más famosas de la literatura
del siglo XVIII. Es la autobiogra-
fía ficticia de un náufrago inglés,
y para muchos se trata de la nove-
la de aventuras por antonomasia.
Robinson Crusoe es un jovén in-
glés del siglo XVII, que forma parte
de una familia acomodada económicamente. Sin embargo, su ca-
rácter le lleva a evitar la formalidad y a desear surcar los mares
en busca de aventuras. 
Finalmente termina cumpliendo su deseo, pero la mala
suerte le acompaña y el navío termina naufragando por cul-
pa de una gran tormenta. Cuando por fin consigue regresar,
persiste en su intención de ser marinero, y consigue realizar
viajes exitosos. Tras muchas nuevas peripecias, su mala suerte
le vuelve a acompañar, ya que termina naufragando de nuevo,
esta vez como único superviviente del accidente. Ahí comien-
za el mayor calvario de su vida. En la isla necesita sobrevivir,
buscar refugio, alimento, agua… pero se trata de un lugar tre-
mendamente hostil. Con mucho esfuerzo y tanto ingenio como
dificultades, consigue construir una casa, criar ganado, cultivar
plantaciones, domestica a un loro como su mascota… 
Para que la locura no se apodere de él, decide realizar ciertas
actividades como ir haciendo marcas en un árbol para con-
tar los días, y lo pasa tan mal que hasta tiene que recuperarse
de una grave enfermedad que lo asola en medio de la isla. Ter-
mina finalmente por encomendarse a la Biblia, la que comienza
a leer y a entender como su salvación, en cierto sentido. 
Seis años después, todavía en la isla, descubre la presencia
de caníbales, lo que despierta sus mayores temores hasta el mo-
mento. Llega a rescatar a una víctima de estos caníbales, a la
que bautiza como Viernes y lo convierte en esclavo, enseñándole

Rocinante 9
ESPECIAL

nociones básicas como el idioma inglés, comer con cubiertos,


despreciar la carne humana… 
Robinson Crusoe pasa casi treinta años en la isla, y aunque
terminará retornando a Inglaterra y convirtiéndose en un co-
merciante de éxito, su confinamiento, más allá de una aventura,
ha sido leído como una metáfora de la civilización occidental,
una celebración a la capacidad del hombre y un tributo a la so-
ledad intrínseca de nuestra condición vital. (Momoko)

En la colonia penitenciaria,
de Franz Kafka
La condena como condición
En su muy conocido relato La me-
tamorfosis, Kafka cuenta sobre
Gregor Samsa, quien una maña-
na se despierta convertido en un
enorme insecto. Enfrentado a las in-
éditas dificultades de su condición,
y al desagrado que despierta en su
familia y quienes lo rodean, Gre-
gor no abandonará nunca más su
cuarto, y su existencia tendrá la forma de una lenta y pavorosa
deshumanización.
En la amplia obra del escritor alemán de origen checo, varias
son las preocupaciones centrales que, como obsesiones, marca-
rán trágicamente el destino de sus personajes. Una de ellas es el
peso de la culpa, y el castigo por parte de una ley inapelable
pero, sobre todo, incomprensible para los seres humanos.
En otra de sus obras muy conocidas, En la colonia pe-
nitenciaria, un extranjero visita un reclusorio en donde
los funcionarios implementan una máquina que opera agu-
jas sobre el cuerpo de los sentenciados, sin necesidad de juicios
ni leyes. Solo cuando el terrible mecanismo termina de escribir

10 Rocinante
sobre los desdichados cuerpos, podrán estos entender la dimen-
sión de su condena.
La obra de Kafka es un hito en el siglo XX que removió las
concepciones sobre la literatura, la sociedad y soledad humanas.

Nuestra Señora de las


Flores, de Jean Genet
La imaginación desde la cárcel
«Un recluso en una celda. En la
pared el reglamento de la cárcel.
En el dorso del reglamento, pegadas
con migas de pan, unas veinte fotos
de asesinos recortadas de la prensa;
para los más puramente criminales,
un marco hecho con cuentas en for-
ma de estrella. Y en honor de los
crímenes de todos ellos, escribo
este libro.»
Jean Genet escribió Nuestra Señora de las Flores, su primera
novela, en 1942, en la prisión de Fresnes, y secretamente, para
comprobar cuál puede ser el método mejor para no sucumbir
también al horror, llegado el momento. En este espacio donde
el preso espera con terror su juicio y su condena, se conjuran,
pues, solo golfos de la peor calaña, héroes sin heroísmo alguno
que les pueda conferir alguna nobleza, santos siempre obliga-
dos a amar lo que aborrecen. Genet entró en la mitología y en
la poesía del siglo XX con esta novela.
En ella, Genet —que pasó distintos correcionales y cárceles—,
recrea en la cabeza del narrador la vida de varios personajes
marginales que vivirían fuera de la prisión: una travesti pros-
tituta, algunos chaperos y proxenetas e incluso un hermoso
asesino con el apodo de santa que da título a la novela. Son pro-
yecciones del propio narrador que está en prisión, y en ellas
se retratan, con una prosa que mezcla lo poético y lo místico, fa-
cetas y recuerdos de su realidad y su desbocada imaginación.

Rocinante 11
ESPECIAL

De profundis, Oscar Wilde


Presa de la discriminación

Hacia 1891, Oscar Wilde co-


noció a Alfred Douglas, «Bosie»,
quien de súbito se convirtió en su
más íntimo amigo. Lejos estaba
de suponer que su relación le con-
duciría a la destrucción de todo
cuanto fue. Era Bosie un niño ca-
prichoso, interesado solo en el
dinero, fama y éxito que cosechaba el arte de Wilde, pero que,
paradójicamente, jamás supo apreciar. Le llevó al dandi a crear,
nueva paradoja, su última obra maestra, de profusa belleza esté-
tica y lingüística: este texto en forma de carta que Oscar Wilde
escribió desde la cárcel de Reading, donde fue confinado tras
el escándalo que supuso para la sociedad de la época la relación
que ambos mantenían.
Retrotrayéndonos al tiempo que se relata en el texto, es in-
evitable sentir gran lástima por lo que tuvo que padecer Oscar
Wilde. Poco tiempo antes de ser encarcelado en Reading, go-
zaba del éxito de su obra La importancia de llamarse Ernesto
que triunfaba en los teatros ingleses. Era respetadísimo en los
círculos culturales más selectos. Su afilada crítica del arte,
la belleza y la estética marcó un modo de contemplación nuevo
sobre el arte. El escándalo que despertaron las injurias de Bosie
y del padre de este hacia él por el tipo de relación que mante-
nían cambió todo aquello. Se quitaron de cartel todas sus obras
teatrales y se prohibió representarlas, se quemaron sus libros
y el nombre de Oscar Wilde fue estigmatizado hasta tal punto
que quienes una vez lo amaron, después lo despreciaron e igno-
raron. Oscar Wilde se quedó solo. Solo y enfermo en la cárcel.
Desde ahí escribió De profundis, la carta que envió a Bo-
sie y donde le recriminaba cuánto mal le hiciera. Cómo fue su

12 Rocinante
amistad, cómo se aprovechó de él. En fin, chascarrillos de un
hombre despechado que se desnuda para ofrecernos su ver-
sión más natural, la del hombre que tenía en mayor estima
el arte como modo de vida. Es más, en esta obra, Wilde se con-
vierte en el representante de su propio drama. La elegancia
lingüística, la mordaz crítica de la sociedad inglesa y su modo
de observar y entender la belleza discurren por un libro de lec-
tura intensa. Intensa en el sentido de las emociones que en
uno provocan. Tristeza, desolación, empatía hacia un hombre
doliente. Amistad, cariño y afecto hacia su arte, que no es sino
él mismo. (Jonathan Mayorga)

El lobo estepario, de
Hermann Hesse
Aprender a ser ermitaño

Hermann Hesse es uno de los


más reconocidos escritores del si-
glo XX. El lobo estepario es una
de sus obras más reconocidas,
y una de las más leídas entre
los jóvenes. Es una novela breve,
pero profunda, cuya trama se presenta a través de un recurso
literario conocido como manuscrito encontrado, es decir, el au-
tor se desvincula de su obra y aparece un nuevo autor, el autor
del manuscrito.
La obra se corresponde con unas notas redactadas por Harry
Haller, el protagonista, durante su estancia en una habitación
alquilada. El sobrino de la arrendadora encuentra estas notas
y realiza una breve introducción.
La novela nos sumerge en el mundo de Harry, sus pensa-
mientos y sentimientos. Es un ser solitario que no logra encajar
en el mundo, invita a la reflexión, a encontrar el sentido de la
vida en una sociedad moderna, una sociedad para las masas

Rocinante 13
ESPECIAL

en la que parece que no hay lugar para los intelectuales o para


los diferentes.
Vemos en esta obra diferentes formas de vida partiendo
del aislamiento por parte del protagonista. También se descu-
bre el mundo nocturno, donde los placeres se llevan al extremo.
Todo es posible, no existen normas y los personajes se ven en-
vueltos en una nube de droga, música, diversión y sexo.
Esta descripción del protagonista se corresponde con la cons-
trucción del arquetipo del superfluous man, muy presente en la
literatura y que dibuja a un hombre culto, inteligente y melan-
cólico marcado por el nihilismo. Harry Haller vive en un mundo
que siente que no le pertenece, es un hombre «superior», un in-
telectual que se aísla y vive en un «ser o no ser» constante,
tratando de comprenderse a sí mismo.
Al final de la obra, Harry caerá por esa madriguera que es
el teatro y comenzará su viaje hacia este nuevo mundo por des-
cubrir: la verdadera naturaleza de su ser y la complejidad de la
misma. A través de juegos, personajes históricos y situacio-
nes excéntricas, descubriremos la verdadera naturaleza de este
hombre-lobo, que deberá aprender a reírse de sí mismo.
(Leah Padalino)

El beso de la mujer
araña, de Manuel Puig
Las diferentes caras de la persecución
Una cárcel, dos convivientes:
un homosexual y un militante re-
volucionario; y un Estado que se
organiza en torno al disciplina-
miento ideológico de los cuerpos.
Un Estado capitalista que practica
el castigo disciplinario para aplacar
la disidencia y fortalecer un discur-
so y una política de clase. Quienes

14 Rocinante
Fotograma de la película El beso de la mujer araña, de Héctor Babenco

ostentan el poder, deciden sobre la vida de los prisioneros; y la


duración de la estancia depende de la opinión de los profesiona-
les que implementan los mandatos culturales, morales y sociales
del sistema capitalista y heteropatriarcal, para perpetuarlos
y, a su vez, aislar y hacer punible cualquier rasgo emergen-
te que cause un desequilibrio en los pilares del sistema social
y económico.
Valentín y Molina, los protagonistas de la novela, transcu-
rren prisioneros y comienzan, al mejor estilo de un diálogo
socrático, a interpelarse desde sus subjetividades. Puig elige
crear una situación ideal en la que un militante revoluciona-
rio y un homosexual puedan iniciar un intercambio personal,
como si lo hicieran bajo la consigna de las feministas de los 70:
«lo personal es político». En este sentido, Molina se narra a par-
tir de diferentes películas de clase B, posicionándose desde
un lugar más personal, más experimental y subjetivo. Su con-
trapartida es Valentín, quien desautomatiza el procedimiento
subjetivo del lenguaje de Molina intentando darle una expli-
cación racional destructora de mitos sociales. Un homosexual

Rocinante 15
ESPECIAL

que representa la sentimentalidad, la delicadeza, el deseo y el


cuidado materno y, por otro lado, un militante marxista que re-
presenta la objetividad, la racionalidad y la disciplina. Si bien
uno podría pensar que la figura del homosexual representa-
ría la feminidad y la de Valentín la masculinidad, en el devenir
de la novela las representaciones van mutando y se complemen-
tan entre sí.
La obra de Puig además tiene una cierta intención «peda-
gógica»: acercar al lector a los debates del momento sobre
la homosexualidad. Las notas al pie de página cumplen esta
función y, además, la de discutir la patologización y la proble-
mática de las identidades disidentes a la heteronorma. Esta
decisión ideológica de Puig remarca no solo la intención ar-
tística de su obra sino también su intención política. Puig
no solamente supuso una ruptura desde la forma de hacer li-
teratura (al incluir lo que la crítica literaria del momento solía
llamar «géneros menores» en sus novelas) sino que, además,
los debates políticos irrumpían en sus obras cargados de sub-
versión, problematización y denuncia sobre los géneros y las
identidades sexuales. La forma y el contenido amalgamados es-
tallaron de marxismo, literatura y sexualidad. (Juan Moralejo)

Zama, de Antonio Di Benedetto


En el último confín del mundo
Di Benedetto escapa de su traba-
jo habitual en el diario mendocino
Los Andes, del que era jefe de re-
dacción, para encerrarse en una
casa vacía y escribir Zama. Frente
al principio de realidad que implica
el periodismo, es necesario fugarse
a un sitio-otro desprovisto del tiempo
rutinario para escribir una fic-
ción que retoma el pasado como

16 Rocinante
Fotograma de la película Zama, de Lucrecia Martel

centro neurálgico de la narración. Hoy renace Zama. Anacróni-


ca: con prosa, colores y personajes que reinventan el acontecer
del siglo XVIII y que ya eran atemporales para la fecha de su
publicación. Actual: nos propone una lectura dedicada, lenta,
a veces imposible frente a la volatilidad del tiempo posmoderno.
Audaz: instala un pasado en tiempos de amnesia obligatoria.
Es cierto que, en el año 2016, el texto revive en gran par-
te por Lucrecia Martel, cineasta argentina, quien ha decidido
rodar esta historia intrincada; también, porque se cumplie-
ron sesenta años de la fecha de su publicación y treinta de la
muerte del escritor; además, de la reciente traducción al inglés
de Esther Allen para New York Review of Books. En ese senti-
do, el texto conversa con distintos momentos históricos: por un
lado, la publicación a mediados del siglo XX dialoga con un pa-
sado narrativo del siglo XVIII y por el otro, todo ello conversa
con el lenguaje cinematográfico que se presenta en el siglo XXI.
Los tiempos en Zama tienen un alcance inquisidor, interrogan-
te sobre la construcción del ser americano y de una nación pero
también, instalan un existencialismo de alcance universal. Die-
go Zama, narrador protagonista, interpela, de esta forma, todos
los tiempos y todos los seres humanos.
Es cierto que el inicio de la novela nos propone una lectura
concreta. El intertexto que versa: «A las víctimas de la espera»,
se vuelve un absoluto que es imposible de eludir. Diego Zama,

Rocinante 17
ESPECIAL

funcionario de la colonia española, está esperando un traslado


que nunca llega.
En cada sección de Zama, se pueden encontrar distintos nú-
cleos narrativos: «1790» y el deseo, la experimentación sexual
y el erotismo; «1794» y las apariciones, lo fantástico, la alucina-
ción; y «1799» y la captura de Vicuña Porto, hombre «desleal»
que contribuyó al alzamiento de los indios. No obstante, las res-
pectivas secciones se ven interceptadas por la espera absurda,
por los propósitos que se pone Diego Zama, o que le impo-
ne el contexto, para sobrevivir frente a un deseo imposible:
su traslado a Buenos Aires. En el transcurso de la novela,
el protagonista comparte la pasividad, la aceptación frente a su
destino truncado e incluso la versatilidad que suponen buscar
otras metas para poder vivir en una espera insoportable que ha-
cen del personaje principal una biografía de su decadencia.
Para Di Benedetto, el encierro para escribir fue una fuga
a otro siglo.
(María Ayelén Spinelli)

Los Pichiciegos, de Fogwill


Una trinchera de subsistencia
Rodolfo Fogwill contaba que su pri-
mera novela se escribió en seis días,
escondido para que no lo reclutaran,
entre el 11 y el 17 de junio de 1982 (la
Guerra de Malvinas había terminado
el 14). Con los años, Los Pichicie-
gos se transformó en un texto clásico
de la literatura argentina: una con-
tracara del conflicto bélico que marcó
al país y que en su época se relataba
con un discurso solemne. 
El narrador es Quiquito, un soldado que deserta junto
con una veintena de hombres llegados a las islas desde distin-
tas provincias. El Ejército los da por muertos. Arman una cueva,

18 Rocinante
meta pala y pala, y se predisponen a sobrevivir escondidos
en medio de los temblores de la tierra por los bombazos. El ba-
rro y la nieve se pegan al cuerpo, el miedo rodea. 
Por momentos, la novela toma el extraño tono de una «pica-
resca de guerra». Un soldado santiagueño habla del «pichi»,
una mulita que cava fosas en la tierra para esconderse y que
se puede cazar. Ahí, surge el nombre con el que se identificará
el grupo. 
No hay debates ideológicos, ni discursos grandilocuentes.
Sí, en el grupo de hombres se extraña a «la vieja», hay ganas
de «culear», se relatan anécdotas, largas conversaciones para
pasar el tiempo y hasta apreciaciones sobre el olor de una oveja
que acaba de volar al pisar una mina.
Una cadena de mandos se organiza naturalmente, un orden
para la superviviencia. Algunos salen por la noche a conse-
guir suministros dejados en el campo de batalla; otros, «los
dormidos», quedan en la retaguardia de la organización espon-
tánea. Ninguno espera ganar la guerra ni se pregunta ya por
qué está ahí. Apenas quieren subsistir, zafar de las enfermeda-
des o de ser descubiertos, resguardarse como se puede del clima
helado. Cada tanto, hay negociaciones con soldados británi-
cos para canjear información por alimentos. También escasean
los cigarrillos. El hambre, el odio hacia los generales que viven
otra realidad, la necesidad de que todo termine. Ya. (Clarín)

La casa de Bernarda Alba,


de Federico García Lorca
Presas de la decadencia

Tras la muerte de su segundo ma-


rido, Bernarda Alba impone a sus
cinco hijas, como luto, una larga
y rigurosa reclusión. Se trata de la
exageración de una costumbre real,
de una tradición llevada a extremos

Rocinante 19
ESPECIAL

increíbles. Pero esa misma exageración, ese exceso sitúa la obra


en el plano de lo legendario, de lo simbólico, del mito.
En esa situación extrema, los conflictos, las fuerzas, las pa-
siones se agrandarán, se desarrollarán hasta la exasperación
en esta obra de teatro considerada ya un clásico de la literatu-
ra en español. Catalizador de las fuerzas encerradas en la casa
será la figura de Pepe el Romano, pretendiente o novio de An-
gustias, hija mayor y heredera, pero atraído por la juventud
y belleza de Adela, la menor, y amado, a su vez, por Martirio.
Tal es la situación de la que arranca García Lorca para
dar cuerpo dramático a su temática más personal y profunda.
Se ha dicho que el tema central de la obra es el enfrentamien-
to entre autoridad y libertad, o el conflicto entre la realidad y el
deseo. Podría hablarse de rebeldía contra represión, de natura-
leza contra tradición...
Frente al autoritarismo y la represión representada por Ber-
narda Alba, las hijas encarnarán una gama de actitudes
que van de la más pasiva sumisión, frustrante, a la rebeldía
más abierta, imposible. Las raíces de la frustración se pue-
den situar en un plano social con un fuerte componente moral,
lo cual conduciría a señalar una serie de temas conexos con la
temática central: la moral tradicional y la presión social sobre
los individuos; las diferencias sociales, el llamado orgullo de cas-
ta; y, en fin, la condición de la mujer en la sociedad española
de la época.
La acción se desarrolla en la casa de Bernarda Alba, un espa-
cio cerrado y opresivo. Es el mundo del luto, del silencio, de la
ocultación, en fin, un espacio propicio para situaciones límite.
Este lugar, comparado a lo largo de la obra con un «convento»,
un «presidio», un «infierno» transmite una atmósfera sofocante.
Parece faltar el aire, el agua en este mundo que pone barre-
ras a las fuerzas de la vida, «en el que se respira la muerte».
La casa de Bernarda Alba fue escrita en la primavera de 1936,
al parecer en pocos días. Fue la última obra de García Lorca,
ya que poco después vino su muerte. (Rincón Castellano)

20 Rocinante
Hombres sin tiempo, de
Alfredo Pareja Diezcanseco
El mundo del panóptico

Hombres sin tiempo, como con-


centración narrativa y no como
amplificación novelesca, es quizá
la mejor pieza de Alfredo Pare-
ja Diezcanseco, novelista de cepa
a quien le faltaban dedos en las ma-
nos para contar sus novelas, entre breves y extensas. 
Hay un múltiple confinamiento en esta historia, el del au-
tor que la escribió en la cárcel, la del personaje protagónico
igualmente recluido, y el drama interior del protagonista con-
finado en sí mismo, amén de la reconstrucción ambiental de lo
que es un pan-óptico como símbolo de la mirada insondable.
En este sentido la descripción de la «Bomba» como pieza central
es magistral.
 El crítico chileno Fernando Alegría dijo de Pareja que es
el escritor que más ha llegado, en el Ecuador, a un ideal de no-
vela en que los fundamentos sociales no dañan la expresión
literaria ni los limitan en marcos exageradamente locales. 
Pareja posee un amplio dominio del lenguaje, su prosa es grá-
fica, versátil, de tal suerte que por sí misma transmite el drama
de sus personajes.

Alfredo Pareja

Rocinante 21
LECTURAS
LECTURASDEL
DELMES
MES

E l legado
del tigre
Era pelirrojo, flaco, pálido,
de ojos verdes, profundos
y resentidos como jaula de tigre, ceji-
junto y de tez manchada. Nos detenía-

Vladimiro Rivas Iturralde


mos, antes de cruzarnos con su mirada

ENTE
AR
CU

NA

El legado del Tigre


Una nouvelle sobre la orfandad, la búsqueda
de la identidad, la amistad y la rebeldía…

L Leer esta novela breve


de Vladimiro Rivas Iturralde
es ingresar a un grupo en-
trañable de personajes, ver-
los soñar y luchar, y acompa-
ñarlos hasta la cornisa de sus
social de la segunda mitad
del siglo pasado.
Ambientada en una Qui-
to de los sesenta, el grupo
de amigos es el retrato de una
diversa colectividad: Samuel
existencias. Como en las clá- Román, el Tigre, hijo del cho-
sicas novelas de formación la- fer de una familia adinerada;
tinoamericanas —recordemos el Cuña, hijo del autoritario
Los cachorros o Un mundo y violento Coronel; Angéli-
para Julius—, en esta obra ca, hermana del Cuña (por
el lector pasará de la ternu- ello su apodo viene de «cu-
ra al dolor, atravesando todo ñado»); Eduardo, hijo de la
el campo de matices que impli- lavandera del Coronel; y otros
ca la pérdida de la inocencia, compinches como Guarderas,
en medio de la conflictividad el Mono, César, que completan

22 Rocinante
una visión de colectividad en- diferentes versiones de la or-
tre los personajes, no solo fandad. El padre de Samuel,
relacionados en un mismo chofer de los Guarderas, des-
medio, sino cada uno, a su aparece en una ascensión al
manera, en un mismo uni- Chimborazo; el Cuña vive a la
verso de preocupaciones: sombra del autoritario Coro-
la juventud. nel; Angélica no es escuchada
Los personajes confor- por su padre, quien no recono-
man una metáfora de ese ce ni acepta los deseos de ella
país como cúmulo de dispu- con relación a Román; Guar-
tas y divergencias; en donde, deras busca en la filosofía
pese a todo, y siempre atra- una especie de teleología que
vesado por el dolor, quizás recaba en la nada; el Mono
sea posible encontrar un cier- encuentra un sentido de vida
to lugar propio. Un lugar tras participar en una celebra-
lleno de contradicciones, como ción indígena en Cotacachi, y
la presencia del Tigre en el decide quedarse ahí…
colegio aristocrático gracias Así, la novela de for-
a una beca que ha gestiona- mación de Rivas Iturralde
do su padre; de modo que su se centra en especial en ese
participación en el grupo esta- conflicto con la paternidad,
rá marcada por la curiosidad, con la idea de legado y con
pero también por cierto res- los traumas fundantes de los
quemor, desprecio o desafío. personajes. Aquello alcan-
Otra de las tensiones socioe- za dimensiones colectivas
conómicas se siente cuando cuando los amigos se aden-
el Cuña, de pequeño, se hace tran en la ciudad nocturna
amigo cercano de Eduar- en busca de un prostíbulo y en
do, y el Coronel ve con malos cierto momento su aventura
ojos que su hijo contravenga parece que terminará en zozo-
las estructuras sociales al inti- bra: esa construcción de una
mar como iguales con alguien sexualidad a ciegas, aparen-
a quien él considera infe- temente impuesta, los vuelve
rior; por ello intentará cortar a todos más solitarios, aun-
de raíz esa relación entre que se encuentren en grupo.
los niños, abriendo una heri- En otro momento, una mani-
da que luego su hijo resentirá festación universitaria en la
a lo largo de su juventud. que participan los persona-
Los personajes de El legado jes se sale de las manos y les
del Tigre están signados por cambiará la vida. El conflicto

Rocinante 23
LECTURAS DEL MES

político y la represión militar individuales y colectivas, y de


correspondiente no son solo metaforizar ese doloroso in-
una representación del clima sertarse en el orden paterno
social de la época sino que ha- de la Ley. En apariencia, «el
blan de un proyecto de país legado» del Tigre son los poe-
en construcción que llega a un mas que Samuel ha escrito,
momento inestable, convulso, que ha dejado al Cuña, y en
lleno de violencia; la identi- donde se remarca esa au-
dad nacional sería tan frágil sencia del padre y la falta
—tan huérfana— como esas que le hace un origen; pero
entidades individuales de los todo el cúmulo de pérdidas,
protagonistas. de experiencias, de chispa-
En los diferentes capítulos zos de camaradería o alegría,
de la novela, varios perso- de dolorosos descubrimientos,
najes toman el lugar de la cobran una cualidad de le-
voz narradora, pero quien gado, de aprendizaje duro
mantiene el relato durante y hondo para cada uno de
la mayor parte de la obra (y los personajes.
quien dará lugar al desenlace) Si esta novela gira en tor-
es el Cuña, quien se encar- no al problema de la orfandad
ga de relacionar sutilmente en sus diversas manifesta-
toda esta red de tensiones ciones, podría leerse a El

Vladimiro Rivas Iturralde

24 Rocinante
legado del Tigre en diálo- acción, plástica en sus des-
go con la otra novela breve cripciones y de remarcables
del autor, La caída y la no- momentos poéticos, para con-
che, que aborda el tema de la ducirnos a una resignificación
paternidad como un proceso de esos lazos que nos fundan
igualmente desestabilizador, y que constituyen nuestras ca-
oscuro e incierto. En ambos rencias, deseos y búsquedas
casos, Vladimiro Rivas se sir- vitales.
ve de una prosa ajustada a la

Opiniones sobre El legado…


Diego Araujo Sánchez: El legado del Tigre es testimonio
de una derrota, expresión del desencanto de una generación,
pero su visión no se cierra en el escepticismo esencial. Por el
contrario, quedan las evidencias de los valores auténticos —la
amistad, la solidaridad, la rebeldía, el erotismo, la lucha por la
justicia, la intuición mágica, la creación poética— y se señalan
las formas de la degradación de aquellos valores.

Javier Ponce: ¿El Tigre? ¿Un trágico testigo de su genera-


ción? ¿Un poeta para quien la metáfora no se diferencia de la
realidad? Allí está el personaje central de esta novela donde
la intensidad de la adolescencia actúa como una argamasa para
juntar profundamente varios destinos. Luego de cuatro libros
de relatos y de innumerables ensayos y traducciones, Vladi-
miro Rivas nos entrega su primera novela. Ha pasado más de
dos décadas en México, y la memoria no ha hecho sino madurar
el mito de un país andino habitado por cóndores y shamanes.
Pero aquí, el paisaje, la magia, el erotismo amargo, actúan como
referentes de un puñado de jóvenes probados en el amor y en
el insomnio. (Contraportada a la edición de 1997)

Rocinante 25
LECTURAS DEL MES

A
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distintos y desesperados anhelos de los
diversos seres al otro lado de la pantalla?
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Raúl Vallejo

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Acoso textual

Acoso textual
Una novela de Raúl Vallejo sobre la identidad
y la soledad en un mundo tecnificado

R
Raúl Vallejo publicaba de personas, de distintas nacio-
en 1999 su primera novela, nalidades, edades e intereses.
Acoso textual, cuando el uni- Tras cinco libros de cuen-
verso del internet y las co- to, Vallejo incursionaba
municaciones electrónicas en la narrativa de mayor
ya prometían un auge que es- aliento con esta nouvelle,
taba empezando a despegar. pero mantenía el recurso
En medio de esas expectativas de la fragmentación eficaz
e incertidumbres, Vallejo pro- y contundente: Acoso textual
ponía la historia de un perso- es básicamente una nove-
naje dividido (o multiplicado) la epistolar descentrada, pues
en seis versiones diferentes, mientras más avanzamos en el
a las que tenemos acceso me- texto y en las cartas virtuales
diante su correspondencia que el personaje protagónico
de e-mails con igual número intercambia con sus distintos

26 Rocinante
interlocutores, lo conoce- gastronomía que comparte su
mos menos. O, visto de otro pasión con <pozole>, un sibari-
modo, nos adentramos cada ta mexicano.
vez más en la hondura de esa La obra avanza sin que
incerteza que es el signo varios sucesos se vayan en-
de su existencia. tramando para formar una
En el ámbito de los nickna- historia, sino simplemente los
mes con que se escudan los distintos personajes se dejan
internautas, <banano> es el conocer por sus propias pa-
apelativo que cobija a seis per- labras, y lo que muestran de
sonalidades distintas y que cada uno/a es en sí mismo un
funciona de irónico hilo con- relato visto de refilón. Vale
ductor de la novela, ya que no mencionar la dificultad que im-
se nos presenta como una in- plica construir a los personajes
dividualidad que podamos por el sutil medio de su lengua-
conocer. Al contrario, en esa je, sus ideas, sus expresiones;
multiplicidad que anhela rela- algo imposible de lograr sin
cionarse con otros (de ahí su una atención minuciosa a los
devoción por los intercambios detalles y una afinada utiliza-
de correo), <banano> puede ción de la elipsis: en las cartas,
ser un estudiante periodismo queda mucha información por
que conversa con <enquirer>, fuera, que el lector deberá ir
ama de casa latina radicada infiriendo. El giro propues-
en Texas; o puede ser un jo- to por Vallejo es que conforme
ven seductor que enamora a más leamos las misivas de
<azucena>, una barcelonesa en <banano>, más de esa figura
el clímax de su búsqueda de protagónica sea la elidida, la
aventuras; o se presenta como dejada por fuera.
una estudiante de ciencias po- Varios de los personajes
líticas que se relaciona con el en relación en esta novela
empresario argentino <nos- breve orbitan los ámbitos in-
talgico>; o es una activista del telectuales, de reflexión sobre
feminismo y en contra de la la realidad social, de profundos
censura que debate con su co- conocimientos culturales (in-
lega <sabrina>; o se convierte cluyendo la cultura más pop),
en una intelectual que depar- de modo que gran parte de los
te sobre varios temas sociales intercambios también exponen
con <bicho>, un profesor de ideas, ideologías y reflexiones
Stanford; o es un amante de la de un momento de la historia

Rocinante 27
LECTURAS DEL MES

occidental tan lleno de expec- Y allí la obra nos arroja


tativas, y a la vez tan difícil a los orígenes míticos de nues-
de comprender, como el cam- tras sociedades, al hecho
bio de siglo. Leer ahora Acoso de que «persona» se relaciona
textual, más allá del interés con el concepto de «másca-
por este personaje múltiple ra», y que de cierto modo esta
o fragmentado, y las bitá- posibilidad de no definir-
coras de sus interlocutores, nos, de ocultarnos frente a los
implica revisar los inicios otros, ha existido más allá
de esta cotidianidad actual, de la coyuntura de los mails
operada por los mecanismos o la web. En la misma pro-
de la virtualidad, de la inme- ducción narrativa de Vallejo,
diatez y la tecnología. En el podemos encontrar que las
fondo, la pregunta que ha- obsesiones de la identidad
brá gatillado al autor hacia en tránsito, el enmascaramien-
el final de la década de los to y la soledad constituyen
noventa es la misma que se los núcleos de varios de sus
halla en el germen de todas libros: Máscaras para un con-
las obras de ciencia ficción cierto, Fiesta de solitarios,
que perduran: dado un deter- Solo de palabras, Gabriel(a)…
minado avance tecnológico, Poco después de la aparición
¿de qué manera se ve afecta- de Acoso textual (que ahora
do lo que entendemos por «ser ya cuenta con varias reedicio-
humano»? ¿Cómo se configura nes), la crítica Cecilia Ansaldo
la persona en este contexto? mencionaba en una reseña:

Raúl Vallejo

28 Rocinante
«En las obras narrativas, perdiendo sus conexiones
la amplitud del mundo tiene de carnal y directa huma-
espacio de significación, y el nidad, y se encierra cada
más agudo problema indivi- vez más en sus confortables
dual encuentra sus lazos con el pero plásticas burbujas de exis-
marco social en el que se en- tencia. Esta clase de persona
cierran sus angustias. Por eso, está en el centro de Acoso tex-
el ser humano de hoy, partícu- tual, probados los sucedáneos
la en una sociedad tecnificada, de relaciones humanas que ha
que ha acrecentado los medios tenido, opta por cortar esos
de comunicarse por comple- seudo vínculos para buscarse
jas vías electrónicas, ha ido a sí misma».

Amor y soledad
La crítica Alicia Ortega ha reflexionado sobre
la novela:
Definitivamente, un eje central de la novela, en tér-
minos de sentido, es el motivo de la soledad, la soledad
como condición natural del ser humano. Casi podríamos
afirmar que el tema de la soledad articula el univer-
so narrativo de Raúl Vallejo. «Enfrentados a la muerte,
toda ilusión de complementariedad se convierte en breve
interludio ya pasado y la orfandad aparece erguida y dis-
puesta a enrostrarnos nuestra propia finitud inédita».
La ficción de la palabra devela por un momento la ilu-
sión de plenitud, de vida compartida, de esperanza
gozosa, «esa necesidad de creer que la palabra des-
parramada tendrá algún valor cuando sea recogida».
Acoso textual en cierto sentido es también una nove-
la de amor; amor virtual, amor imaginario. En suma,
el amor que enfrenta a los seres finalmente consigo mis-
mos, con sus propios relatos inventados para seducir
al otro, con sus propias palabras que le devuelven la rea-
lidad vacía. «El ser humano es un manojo sorprendente
de soledades y pérdidas amorosas», concluye <banano>
en alguna reflexión.

Rocinante 29
CENTENARIO

Mario Benedetti,
montevideano(s)
El autor uruguayo nació el 14 de septiembre de 1920 y escri-
bió una extensa obra que abarca la crítica literaria, la poesía,
el ensayo y la narrativa. Esta variedad de registros, a la que hay
que añadir la creación de letras para canciones, presenta,
sin embargo, una gran unidad y una coherencia vertebradas
por la vocación «comunicante» de sus escritos, término con el
que algunos críticos han definido el interés del escritor por esta-
blecer un diálogo y, al mismo tiempo, cierta complicidad con el
lector a través de sus obras, confiriéndole un estilo inconfundi-
ble. Aquí consignamos algunos de sus libros más conocidos.

30 Rocinante
Montevideanos (1959)
Fue la primera obra narrativa de Mario
Benedetti que obtuvo un amplio reconoci-
miento por parte del público y la crítica.
Estos cuentos son la expresión de la vida
gris y el tiempo vacío de los habitantes
de clase media de la capital uruguaya.
El país ha dejado de ser «la Suiza de Amé-
rica» o la «Tacita de Plata», mitos de la
bonanza económica de otras épocas. Bene-
detti instala su mirada crítica y humorística: sin los monólogos
interiores de Joyce, pero con extraordinarios «monólogos ex-
teriores» donde charlatanes, pícaros, borrachines, hipócritas
e inolvidables personajes provocan una sonrisa de ternu-
ra cómplice.

Pedro y el Capitán (1979)


Obra teatral en cuatro actos, se basa
en el diálogo entre los personajes Pedro
el torturado, y el capitán el torturador,
posiblemente situada en la época de la dic-
tadura militar argentina, aunque en la
obra nunca se dice certeramente dónde
transcurre. Pedro es de extrema izquierda,
mientras que la ideología del capitán es de
extrema derecha. El tenso diálogo entre
víctima y verdugo se desarrolla en una sala de interrogatorios,
un testimonio de la crueldad como una indagación dramáti-
ca en la psicología de un torturador; un intento de explicación
de una de las más brutales manifestaciones de la violencia en-
gendrada por los regímenes políticos represivos.

Rocinante 31
CENTENARIO

La tregua (1960)
Novela emblemática de los 60, que sigue
siendo un testimonio psicológico y social
conmovedor, es la obra de Mario Benedetti
que ha alcanzado mayor éxito de público. Está
escrita en forma de entradas en el diario per-
sonal del protagonista, Martín Santomé. En él
relata un período de su vida como un emplea-
do viudo, cercano a jubilarse, y la aparición
de una relación amorosa. La acción se desa-
rrolla en la ciudad uruguaya de Montevideo, del 11 de febrero
de 1958 a el 28 de febrero de 1959. Santomé es un viudo a pun-
to de jubilarse. La relación con sus tres hijos ya mayores no es
muy buena, a causa de su obsesión por el trabajo. Martín co-
mienza un romance con Laura Avellaneda, una joven de 24
años que entra a trabajar en la misma empresa. La cotidiani-
dad gris y rutinaria, marcada por la frustración y la ausencia
de perspectivas de la clase media urbana, impregna las pági-
nas de esta novela en forma de un diario personal, un registro
que para el protagonista significa una tregua en medio
de su desencanto.

Gracias por el fuego (1965)


Amplía el realismo a la observación de vi-
cios sociales de la clase media y la sociedad
de consumo. Narra el conflicto de una juven-
tud que quiere acabar con la corrupción y el
privilegio. Historia de ignominia y de muerte,
la novela constituye una crónica de la impo-
tencia colectiva y un verdadero inventario
de una profunda crisis moral. Con un estilo
inconfundible, Benedetti ofrece la posibili-
dad de participar con pasión en la Historia: los lectores lo saben
y hacen de la complicidad su mejor gesto de agradecimiento.

(De www.hispanoteca.eu)
32 Rocinante
CUENTO

Puntero izquierdo
■ Mario Benedetti

A Carlos Real de Azúa


      
Vos sabés las que se arman en cualquier cancha más allá
de Propios. Y si no acordate del campito del Astral, donde
mataron a la vieja Ulpiana. Los años que estuvo hinchándola
desde el alambrado y, la fatalidad, justo esa tarde no pudo
disparar por la uña encarnada. Y si no acordate de aquella
canchita de mala muerte, creo que la del Torricelli, donde le
movieron el esqueleto al pobre Cabeza, un negro de mano
armada, puro pamento, que ese día le dio la loca de escupir
cuando ellos pasaban con la bandera. Y si no acordate de los
menores de Cuchilla Grande, que mandaron al nosocomio
al back derecho del Catamarca, y todo porque le había hecho
al capitán de ellos la mejor jugada recia de la tarde. No es
que me arrepienta ¿sabés? de estar aquí en el hospital, se lo
podés decir con todas las letras a la barra del Wilson. Pero para
jugar más allá de Propios hay que tenerlas bien puestas. ¿O
qué te parece haber ganado aquella final contra el Corrales,
jugando nada menos que nueve contra once? Hace ya dos años
y me parece ver al Pampa, que todavía no había cometido el
afane pero lo estaba germinando, correrse por la punta y
escupir el centro, justo a los cuarenta y cuatro de la segunda
etapa, y yo que la veo venir y la coloca tan al ángulo que el
golerito no la pudo ni pellizcar y ahí quedó despatarrado,
mandándose la parte porque los de Progreso le habían echado
el ojo. ¿O qué te parece haber aguantado hasta el final en la
cancha del Deportivo Yi, donde ellos tenían el juez, los línema,
y una hinchada piojosa que te escupían hasta en los minutos
adicionales por suspensiones de juego, y eso cuando no
entraban al fiel y te gritaban: «¡Yi! ¡Yi! ¡Yi!» como si estuvieran
llorando, pero refregándote de paso el puño por la trompa?

Rocinante 33
CUENTO

Y uno haciéndose el etcétera porque si no te tapaban. Lo que


yo digo es que así no podemos seguir. O somos amater o somos
profesional. Y si somos profesional que vengan los fasules. Aquí
no es el Estadio, con protección policial y con esos mamitas
que se revuelcan en el área sin que nadie los toque. Aquí si te
hacen un penal no te despertás hasta el jueves a más tardar.
Lo que está bien. Pero no podés pretender que te maten y
después ni se acuerden de vos. Yo sé que para todos estuve
horrible y no precisa que me pongas esa cara de Rosigna y
Moretti. Pero ni vos ni don Amílcar entienden ni entenderán
nunca lo que pasa. Claro, para ustedes es fácil ver la cosa desde
el alambrado. Pero hay que estar sobre el pastito, allí te olvidás
de todo, de las instrucciones del entrenador y de lo que te paga
algún mafioso. Te viene una cosa de adentro y tenés que llevar
la redonda. Lo ves venir al jalva con su carita de rompehueso
y sin embargo no podés dejársela. Tenés que pasarlo, tenés
que pasarlo siempre, como si te estuvieran dirigiendo por
control remoto. Si te digo que yo sabía que esto no iba a resultar,
pero don Amílcar que empieza a inflar y todos los días a
buscarme a la fábrica. Que yo era un puntero de condiciones,
que era una lástima que ganara tan poco, y que aunque
perdiéramos la final él me iba a arreglar el pase para el
Everton. Ahora vos calculá lo que representa un pase para
el Everton, donde además de don Amílcar, que después de todo
no es más que un cafisho de putas pobres, está nada menos
que el doctor Urrutia, que ése sí es Director de Ente Autónomo
y ya colocó en Talleres al entreala de ellos. Especialmente por la
vieja, sabés, otra seguridad, porque en la fábrica ya estoy
viendo que en la próxima huelga me dejan con dos manos atrás
y una adelante. Y era pensando en esto que fui al café Industria
a hablar con don Amílcar. Te aseguro que me habló como un
padre, pensando, claro, que yo no iba a aceptar. A mí me daba
risa tanta delicadeza. Que si ganábamos nosotros iba a ascender
un club demasiado díscolo, te juro que dijo díscolo, y eso no
convenía a los sagrados intereses del deporte nacional. Que en
cambio el Everton hacía dos años que ganaba el premio a la
corrección deportiva y era justo que ascendiera otro escalón.
En la duda, atenti, pensé para mi entretela. Entonces le dije

34 Rocinante
el asunto es grave y el coso supo con quién trataba. Me miró
que parecía una lupa y yo le aguanté a pie firme y le repetí
que el asunto es grave. Ahí no tuvo más remedio que reírse y me
hizo una bruta guiñada y que era una barbaridad que una
inteligencia como yo trabajase a lo bestia en esa fábrica. Yo
pensé te clavaste la foja y le hice una entradita sobre Urrutia
y el Ente Autónomo. Después, para ponerlo nervioso, le dije
que uno también tiene su condición social. Pero el hombre se dio
cuenta que yo estaba blando y desembuchó las cifras. Graso
error. Allí nomás le saqué sesenta. El reglamento era éste: todos
sabían que yo era el hombre-gol, así que los pases vendrían a mí
como un solo hombre. Yo tenía que eludir a dos o tres y tirar
apenas desviado o pegar en la tierra y mandarme la parte de la
bronca. El coso decía que nadie se iba a dar cuenta que yo corría
pa los italianos. Dijo que también iban a tocar a Murias, porque
era un tipo macanudo y no lo tomaba a mal. Le pregunté
solapadamente si también Murias iba a entrar en Talleres y me
contestó que no, que ese puesto era diametralmente mío. Pero
después, en la cancha, lo de Murias fue una vergüenza. El pardo
no disimuló ni medio; se tiraba como una mula y siempre lo
dejaban en el suelo. A los veintiocho minutos ya lo habían
expulsado porque en un escrimaye le dio al entreala de ellos
un codazo en el hígado. Yo veía de lejos tirándose de palo a palo
al meyado Valverde, que es de esos idiotas que rechazan muy
pitucos cualquier oferta como la gente, y te juro por la vieja
que es un amater de órdago, porque hasta la mujer, que es
una milonguita, le mete cuernos en todo sector. Pero la cosa
es que el meyado se rompía y se le tiraba a los pies nada menos
que a Bademian, ese armenio con patada de burro que hace tres
años casi mata de un tiro libre al golero del Cardona. Y pasa
que te contagiás y sentís algo adentro y empezás a eludir y
seguís haciendo dribles en la línea del córner como cualquier
mandrake y no puede ser que con dos hombres de menos
(porque al Tito también lo echaron, pero por bruto) nos
perdiéramos el ascenso. Dos o tres veces me la dejé quitar pero
¿sabés? me daba un calor bárbaro porque el jalva que me
marcaba era más malo que tomar agua sudando y los otros iban
a pensar que yo había disminuido mi estándar de juego. Allí

Rocinante 35
CUENTO

el entrenador me ordenó que jugara atrasado para ayudar a la


defensa y yo pensé que eso me venía al trome porque jugando
atrás ya no era el hombre-gol y no se notaría tanto si tiraba
como la mona. Así y todo me mandé dos boleos que pasaron
arañando el palo y estaba quedando bien con todos. Pero
cuando me corrí y se la pasé al Ñato Silveira para que entrara
él y ese tarado me la pasó de nuevo, a mí que estaba solo,
no tuve más remedio que pegar en la tierra porque si no iba a
ser muy bravo no meter el gol. Entonces, mientras yo hacía
que me arreglaba los zapatos, el entrenador me gritó a lo
Tittaruffo: «¿Qué tenés en la cabeza? ¿Moco?». Eso, te juro,
me tocó aquí dentro, porque yo no tengo moco y si no
preguntale a don Amílcar, él siempre dijo que soy un puntero
inteligente porque juego con la cabeza levantada. Entonces
ya no vi más, se me subió la calabresa y le quise demostrar
al coso ése que cuando quiero sé mover la guinda y me saqué
de encima a cuatro o cinco y cuando estuve solo frente al golero
le mandé un zapatillazo que te lo boliodire y el tipo quedó
haciendo sapitos pero exclusivamente a cuatro patas. Miré hacia
el entrenador y lo encontré sonriente como aviso de Rider y
recién entonces me di cuenta que me había enterrado hasta
el ovario Los otros me abrazaban y gritaban: «¡Pa los contras!»,
y yo no quería dirigir la visual hacia donde estaba don Amílcar
con el doctor Urrutia o sea justo en la banderita de mi córner,
pero en seguida empezó a llegarme un kilo de putiadas, en la
que reconocí el tono mezzosoprano del delegado y la ronquera
con bitter de mi fuente de recursos. Allí el partido se volvió
de trámite intenso porque entró la hinchada de ellos y le
llenaron la cara de dedos a más de cuatro. A mí no me tocaron
porque me reservaban de postre. Después quise recuperar
puntos y pasé a colaborar con la defensa, pero no marcaba a
nadie y me pasaban la globa entre las piernas como a cualquier
gilberto. Pero el meyado estaba en su día y sacaba al córner
tiros imposibles. Una vuelta se la chingué con efecto y todo,
y ese bestia la bajó con una sola mano. Miré a don Amílcar y al
delegado, a ver si se daban cuenta que contra el destino no se
puede, pero don Amílcar ya no estaba y el doctor Urrutia seguía
moviendo los labios como un bagre. Allí nomás terminó uno a

36 Rocinante
cero y los muchachos me llevaron en andas porque había hecho
el gol de la victoria y además iba a la cabeza en la tabla de los
escores. Los periodistas escribieron que mi gol, ese magnífico
puntillazo, había dado el más rotundo mentís a los infames
rumores circulantes. Yo ni siquiera me di la ducha porque
quería contarle a la vieja que ascendíamos a Intermedia. Así que
salí todo sudado, con la camiseta que era un mar de lágrimas,
en dirección al primer teléfono. Pero allí nomás me agarraron
del brazo y por el movado de oro le di la cana a la bruta manaza
de don Amílcar. Te juro que creía que me iba a felicitar por el
triunfo, pero está clavado que esos tipos no saben perderla. Todo
el partido me la paso chingándola y tirando desviado o sea
hipotecando mis prestigios, y eso no vale nada. Después me
viene el sarampión y hago un gol de apuro y eso está mal. Pero
¿y lo otro? Para mí había cumplido con los sesenta que le había

Rocinante 37
CUENTO

sacado de anticipo, así que me hice el gallito y le pregunté


con gran serenidad y altura si le había hablado al delegado
sobre mi puesto en Talleres. El coso ni mosquió y casi sin mover
los labios, porque estábamos entre la gente, me fue diciendo
podrido, mamarracho, tramposo, andá a joder a Gardel, y otros
apelativos que te omito por respeto a la enfermera que me cuida
como una madre. Dimos vuelta una esquina y allí estaba el
delegado. Yo como un caballero le pregunté por la señora, y el
tipo, como si nada, me dijo en otro orden la misma sarta de
piropos, adicionando los de pata sucia, maricón y carajito.
Yo pensé la boca se te haga un lago, pero la primera torta me la
dio el Piraña, aparecido de golpe y porrazo, como el ave fénix,
y atrás de él reconocí al Gallego y al Chiche, todos manyaorejas
de Urrutia, el cual en ningún momento se ensució las manos
y sólo mordía una boquilla muy pituca, de ésas de contrabando.
La segunda piña me la obsequió el Canilla, pero a partir de la
tercera perdí el orden cronológico y me siguieron dando hasta
las calandrias griegas. Cuando quise hacerme una composición
de lugar, ya estaba medio muerto. Ahí me dejaron hecho
una pulpa y con un solo ojo los vi alejarse por la sombra. Dios
nos libre y se los guarde, pensé con cierta amargura y flor
de gusto a sangre. Miré a diestro y siniestro en busca de S.O.S.
pero aquello era el desierto de Zárate. Tuve que arrastrarme
más o menos hasta el bar de Seoane, donde el rengo me
acomodó en el camión y me trajo como un solo hombre al
hospital. Y aquí me tenés. Te miro con este ojo, pero voy a ver si
puedo abrir el otro. Difícil, dijo Cañete. La enfermera, que me
trata como al rey Farú y que tiene, como ya lo habrás jalviado,
su bruta plataforma electoral, dice que tengo para un semestre.
Por ahora no está mal, porque ella me sube a upa para lavarme
ciertas ocasiones y yo voy disfrutando con vistas al futuro. Pero
la cosa va a ser después: el período de pases ya se acaba.
Sintetizando, que estoy colgado. En la fábrica ya le dijeron a la
vieja que ni sueñe que me vayan a esperar. Así que no tendré
más remedio que bajar el cogote y apersonarme con ese chitrulo
de Urrutia, a ver si me da el puesto en Talleres como me habían
prometido.

38 Rocinante
RECOMENDADO

Modiano: «El lector sabe más de


un libro que el propio autor»
Fragmentos del discurso del novelista
francés al recibir el Premio Nobel en 2014
Actividad solitaria y curio- anda mal. Y a continuación,
sa la del escritor. Pasa por mo- es grande la tentación de vol-
mentos de desaliento al es- ver atrás y empezar de otra
cribir las primeras páginas manera. El escritor no debe
de una novela. Tiene todo sucumbir a esta tentación,
el día el pálpito de que algo sino seguir la misma ruta.

Rocinante 39
RECOMENDADO

Es como estar al volante por la algo inacabado lo empujará a


noche en invierno y seguir escribir el próximo libro para
manejando en medio de la restablecer el equilibrio —que
bruma y la nieve, sin visibi- nunca se alcanza—. A medida
lidad. Usted no tiene otra op- que pasan los años, los libros
ción, no se puede dar marcha siguen y lectores hablan de
atrás. Debe seguir avanzan- un «trabajo». Pero se tiene la
do por el camino diciéndose sensación de que era solo un
que con el tiempo será más se- largo vuelo hacia adelante.
guro y la niebla se disipará. Sí, el lector sabe más de
Cuando ya está a punto de un libro que el propio au-
terminar un libro, parece que tor. Sucede entre una novela
la obra comienza a separar- y su lector, un fenómeno simi-
se de usted y usted, el escritor, lar a la del revelado de fotos,
ya respira el aire de la liber- tal como se practicaba an-
tad, y empieza a parecerse a tes de la fotografía digital.
los niños en el salón de clases En el momento de la impre-
la víspera de los días festi- sión en el cuarto oscuro,
vos. Esos niños son ruidosos la imagen se hace visible
y distraídos y no escuchan a gradualmente. A medida
su maestro. Yo diría que al es- que avanzamos en la lectu-
cribir los últimos párrafos, el ra de una novela, tiene lugar
libro hasta empieza a demos- el mismo proceso químico.
trar cierta hostilidad en su El novelista nunca obliga a su
prisa por deshacerse de us- lector —en el sentido de un
ted. Y luego uno ha llegado a cantante que se dice que fuer-
la última palabra. Se acabó, za su voz— pero lo conduce
el libro ya no lo necesita a us- imperceptiblemente, dejan-
ted, él ya lo ha olvidado. En do suficiente espacio para
estos momentos un escritor se que se sumerja en el libro gra-
prueba a sí mismo. Tiene en dualmente. Es un arte que se
ese momento un gran vacío asemeja a la acupuntura:
y la sensación de ser abando- al insertar la aguja en un lu-
nado. Y también una especie gar muy específico, el efecto
de insatisfacción debido a este se propaga a través del siste-
vínculo entre el libro y él. Le ma nervioso.
puede parecer que todo ha ido Esta relación íntima y com-
demasiado rápido. Esta insa- plementaria entre el escritor
tisfacción y esa sensación de y el lector, creo que tiene

40 Rocinante
su equivalente en la música. las mismas frases me han lle-
Siempre he pensado que la vado a regresar una y otra
escritura está cerca de la mú- vez, hacia el terreno de un
sica, pero en un estado mucho tapiz que se ha tejido en me-
menos puro. Yo siempre he en- dio del sopor. he escrito medio
vidiado a los músicos, pues dormido, o soñando despier-
parecen practicar un arte su- to. Un novelista es a menudo
perior a la novela —y a los un sonámbulo, de lo com-
poetas, que están más cerca penetrado que está con lo
de los músicos que los novelis- que tiene que escribir. Se teme
tas—. Empecé a escribir poesía que lo atropellen cuando cruza
en mi niñez y después com- una calle. Pero la gente sue-
prendí mejor un pensamiento le olvidar que los sonámbulos
que había leído por ahí: «Es muestran precisión extrema
con malos poetas que hacemos al caminar sobre los techos,
prosistas». Y en cuanto a la sin caer. (…)
música, a menudo un novelis- A veces un escritor pue-
ta dirige las personas, paisajes de ser un completo prisionero
y calles como si se tratase de su tiempo. La lectura de los
de una partitura musical, pero grandes novelistas del si-
una partitura musical que con- glo XIX —Balzac, Dickens,
sidero imperfecta. Como Tolstói, Dostoievski— inspi-
novelista, lamento no haber ra cierta nostalgia. En esa
sido un músico puro y no ha- época, el tiempo transcurría
ber logrado algo equivalente de forma más lenta, y esta
a los Nocturnos de Chopin. lentitud concedía al nove-
La falta de lucidez y la lista el poder enfocar mejor
distancia del novelista con res- su energía y su atención. Des-
pecto a sus libros también de entonces, el tiempo se ha
se deben a un fenómeno acelerado y avanza dando
del que me he dado cuenta tumbos y sufriendo jalones,
(en mi caso y en el de mu- lo que explica la diferencia en-
chos otros): cada nuevo libro tre la gran masa del pasado
que se escribe, elimina el pun- romántico, con sus catedra-
to anterior, al que el escritor les y sus arquitecturas, y los
siente que ha olvidado. Se me trabajos discontinuos y frag-
ha ocurrido a veces que he es- mentados de la actualidad.
crito de forma discontinua, En esta perspectiva, yo per-
con omisiones. A menudo tenezco a una generación
las mismas caras, los mismos intermedia. Siento curiosidad
nombres, los mismos lugares, por saber cómo la próxima

Rocinante 41
RECOMENDADO

generación, que nació con in- Y algunos escritores como


ternet, teléfonos celulares, Edgar Allan Poe, Melville
correos electrónicos y tweets, y Stendhal, se entienden me-
expresará la literatura… esta jor doscientos años después
generación en la que todo de su muerte.
el mundo está «conectado» En últimas, ¿a qué dis-
permanentemente y donde tancia exacta se encuentra
las «redes sociales» comien- un novelista? Al margen de la
zan por la privacidad y el vida para poder describirla,
secreto —que antaño se con- porque si estuviera total-
servaba como algo preciado, mente inmerso en ella —en
daba profundidad a la gen- la acción— tendría una ima-
te y podía ser un gran tema gen confusa. Pero esta corta
romántico—. Pero quiero distancia no impide la cerca-
ser optimista sobre el futuro nía con sus personajes y lo
de la literatura y estoy con- que le inspiró en la vida real.
vencido de que los escritores Flaubert dijo: «Madame Bo-
del futuro se harán cargo, vary, c’est moi». Y Tolstói
al igual que todas las genera- se identificó de inmediato
ciones desde Homero … con la que tuvo que arrojar-
De otro lado, un escritor se bajo un tren una noche
(al igual que cualquier otro en una estación rusa. Y di-
artista) podría estar tan es- cha donación-identificación
trechamente vinculado a su fue tan lejos que Tolstói esta-
tiempo que lo que terminará ba confundido con el cielo y el
expresando fuera algo intem- paisaje que describió y absor-
poral. En la puesta en escena bió a ritmo aún más ligero
de obras de teatro de Racine que el pestañeo de Anna Kare-
o Shakespeare, no impor- nina. Esta segunda condición
ta que los personajes están es la opuesta al narcisis-
vestidos a la antigua o si mo, ya que requiere tanto
el director los quiere vestidos un olvido de sí mismo como
de jeans y chaqueta de cuero. una concentración muy alta,
Esos son detalles sin impor- que nos permita captar los de-
tancia. Olvidamos, leyendo talles. Eso también implica
Tolstói, que Anna Karenina una cierta soledad. No es
usa vestidos de 1870, ya que un repliegue sobre sí mis-
está muy cerca de nosotros mo, pero sí cierta perspectiva
después de siglo y medio. de atención y lucidez.

42 Rocinante
Siempre he creído que el en el misterio y emite una es-
poeta y el novelista perso- pecie de fosforescencia que no
nificaron seres misteriosos parecía tener a primera vis-
casi abrumados por la vida ta, pero que estaba escondida
diaria, por las cosas aparen- en la profundidad. Es el pa-
temente triviales —y esto pel del poeta y novelista, y del
a fuerza de observar con gran pintor también, dar a conocer
atención y de manera casi este misterio y la fosforescen-
hipnótica—. Bajo su mira- cia que se encuentran en la
da, la vida termina envuelta parte oculta de cada persona.

Obras de Patrick Modiano en librería Rocinante


Un pedigrí
París, octubre de 1942. Un hombre y una mu-
jer se conocen durante la ocupación de la ciudad.
Él es un judío de origen toscano, ella una belga
que ha llegado a la ciudad persiguiendo su sueño
imposible de convertirse en bailarina. Se casan
y tienen dos hijos, uno de los cuales es Patrick
Modiano. Durante veinte años viven juntos en un
piso del número 15 del muelle de Conti, pero lle-
van vidas paralelas que solo se intrincan de vez
en cuando durante efímeros instantes. A su alrededor, un mun-
do extravagante, lleno de personajes extraños que aparecen
y desaparecen y que ocupan las habitaciones del apartamen-
to: hombres de negocios cuyas tareas son siempre indefinidas
y misteriosas, cínicos aprovechados y estetas de pacotilla, acto-
res mediocres y actrices de tres al cuarto dispuestas a cualquier
cosa, directores ya consagrados y amantes de personajes famo-
sos, alcahuetes y aristócratas decadentes de dudosa sexualidad.
Son hombres y mujeres que, primero, intentan huir de la guerra
y las deportaciones y que, luego, tratan de arreglárselas como
pueden en la difícil existencia de la posguerra.

Rocinante 43
RECOMENDADO

La hierba de las noches


En La hierba de las noches, Modiano nos in-
vita, como en otras de sus novelas, a un intenso
viaje por un París espectral. La ciudad se confi-
gura como una geografía interior, hecha de capas
de tiempo que se confunden y entremezclan en esa
evocación y búsqueda del tiempo perdido que hace
Jean, el protagonista de la novela, escritor y tal
vez álter ego del propio Modiano. Jean reconstru-
ye en su escritura los fragmentos de su juventud,
en los años sesenta, capturados en una libreta negra; abre
una brecha en el tiempo y describe su deriva por la ciudad recor-
dada, sigue el rastro de los ausentes e intenta resolver el misterio
de un pasado lleno de interrogantes. Y traza una ruta, que osci-
la entre el hoy y el ayer, siguiendo la pista de una turbia historia
de tintes policiales –en la que aparece un leitmotiv del universo
modianesco, la exploración del pútrido territorio de la Ocupa-
ción– pero también el recuerdo de Dannie, un viejo amor.

Libro de familia
Esta novela autobiográfica nos sumerge en el
evanescente y melancólico universo Modiano.
Y así, van apareciendo el acta del matrimonio
de sus progenitores, en la que su padre, judío,
figura con un nombre falso porque Francia es-
taba en plena Ocupación nazi; los inicios de la
carrera cinematográfica de su madre a los die-
ciocho años en Amberes; el recuerdo de un
viaje en tren con su padre, que vivía escondi-
do para evitar las redadas; el instante en que saliendo de una
librería en los años setenta el protagonista percibe de golpe
que su juventud ha terminado; la búsqueda de su partida bautis-
mal en Biarritz… Y también asoman por estas páginas edificios,
calles, cines y cafés de París, la ciudad de Alejandría y una por-
tentosa galería de personajes singulares, misteriosos, incluso

44 Rocinante
fantasmagóricos, como aquella vieja estrella japonesa de Ho-
llywood que vivía en el París ocupado…

Accidente nocturno
Esta novela se estructura como una indagación
detectivesca en la que no se investiga un crimen
sino las incertidumbres de la juventud y la me-
moria que forja el relato de nuestras vidas, y en
la que no se persigue a un criminal sino a una
figura femenina que proyecta rasgos de otras
mujeres… La obra es una muestra del poder
evocador de la prosa de Patrick Modiano y de
su portentoso manejo de la ambigüedad y la incer-
teza como ejes vertebradores de una obra literaria insobornable
y esencial.

Domingos de agosto
Una historia de amor que es al mismo tiem-
po una historia policíaca en la que se adivinan
ecos del fatalismo crepuscular de Simenon. La no-
vela es una muestra superlativa de la capacidad
evocadora de Modiano, de su magistral manejo
de la ambigüedad, la elipsis y los misterios in-
tuidos o apenas desvelados, mecanismos con los
que construye un universo narrativo propio
e inimitable.

Viaje de novios
Una vez más, rebuscando en las brumas de la
memoria, reconstruyendo mediante retazos las vi-
das de unos personajes escurridizos, Patrick
Modiano nos sumerge en una indagación detec-
tivesca que resuelve algunos misterios y plantea
muchas preguntas. Y, gracias a la capacidad evo-
cadora de este escritor deslumbrante galardonado
con el Premio Nobel, el pasado evanescente cobra
vida y desvela sus enigmas.

Rocinante 45
REFLEXIÓN

El lenguaje inclusivo es un
peligro y una posibilidad
«Los cambios en el lenguaje no constituyen peligros. Puede
ser que no lleguen a ser transformaciones, que apenas
nos conduzcan a la duda o que no lo resuelvan todo,
pero no podemos comprenderlos como amenazas»

S
■ Cristina Burneo

Señoras y señores: dirigir- y los estudiantes». El uso po-


se así a las audiencias nunca líticamente correcto del len-
puso en peligro el español, guaje viene con su obligatoria
quizá porque esos vocativos institucionalización por parte
señalaban un orden bien ins- de los gobiernos para ocultar
tituido: los señores y sus espo- la desigualdad. No se puede
sas. Entonces, la RAE no habló negar que esa institucionali-
de economía del lenguaje. zación es necesaria e integral
Es verdad, hoy se usa «com- a los procesos históricos de las
pañeros y compañeras», «las luchas feministas, pero no es

46 Rocinante
suficiente. Le corresponde solo están haciendo una cons-
al feminismo, dice la filósofa tatación. Para que dicha
Nelly Richard, dotar al género constatación se vuelva pro-
de contenido crítico para evi- ductiva necesitamos ampliar
tar posturas reduccionistas. el perímetro de la discusión.
De allí viene esta reflexión.  Quizás el lenguaje inclu-
El uso políticamente correc- sivo se pueda ver como
to del lenguaje no contribuye un conjunto de estrategias
a erradicar la desigualdad temporales y experimen-
si viene solo. Es aquí don- tales dentro de la lengua
de tenemos que establecer para provocar transforma-
una distancia: el uso correc- ciones en sus categorías,
to del «género» no es igual organización gramatical,
al lenguaje inclusivo, sufijos. Es decir, el lenguaje
aunque converjan en los ám- de la diferencia sexual como
bitos en donde han situado un vehículo de transfor-
sus demandas. El primero mación de un sistema y no
ha domesticado la diferen- como un conjunto inorgáni-
cia sexual para legitimar a las co de recomendaciones.
instituciones que no han po- A inicios de siglo expe-
dido eludirla; el segundo está rimentamos con la arroba,
en construcción permanente, abreviatura del latín presen-
no busca institucionalizarse te en documentos del siglo
ni fijarse en fórmulas. Es jus- XV en adelante. Es verdad,
tamente en esa dificultad no podemos pronunciar «@»,
donde se sostiene su fuerza ni la equis, que le siguió en la
creativa, uno de cuyos ele- búsqueda para desestabili-
mentos fundamentales es su zar el masculino universal.
inestabilidad: @, x, e.  Al usarla, estamos producien-
Mientras la corrección po- do una incomodidad, es cierto,
lítica tiende a reducirse a lo y es intencional: que allí
retórico, el lenguaje inclusi- donde está la equis seamos
vo se construye con la puesta capaces de imaginar nuevas
en valor de la diferencia y la formas de nombrar. La equis
interpelación a la lengua. como una interrogante, como
Se trata de un trabajo de crea- el signo de una presencia para
tividad, por tanto, la norma cuyo reconocimiento no basta
no es su horizonte último. lo que sabemos. 
Cuando los académicos di- Mieke Bal ha escrito que las
cen que el uso del lenguaje narrativas dominantes pro-
inclusivo va contra la norma, ducen imágenes que suelen

Rocinante 47
REFLEXIÓN

presentarse como naturales el término al uso exclusivo


y universales, y se nombran de la gramática: eso es desco-
como tal: «Todos los hombres nocer por lo menos 70 años
son iguales». Las mujeres, los de teoría feminista y estudios
cuerpos intersex, las personas de género. Por otro lado, re-
transgénero, las lesbianas, ducir esta discusión a «una
existimos, pero eso no se tontería» como ha dicho Com-
refleja en el lenguaje. La in- pany, cancela dicha discusión
tervención en él es política en y la voluntad crítica que debe
tanto interpela y sitúa en su lí- sostenerla. 
mite los recursos que tenemos Aquello que el masculino
a favor de otra posibilidad de ha jerarquizado no se redu-
lo visible.  ce, por supuesto, al español,
Ya en 1981, Gior- y halla caminos de inter-
gio Perissinoto demostró vención en otras lenguas.
en un experimento sostenido
En 2015, el pronombre «they»
que leer repetidamente frases
usado como singular fue de-
como «Los escritores quie-
clarado la palabra del año
ren premios» o «Los médicos
por la American Dialect So-
viajan» borra de nuestro ima-
ciety. Es una alternativa a los
ginario todo aquello que no
binarios «él» y «ella» cuan-
sean los hombres que allí
do no caben. Por su parte,
aparecen: no vemos ni es-
el Merriam Webster Dictio-
critoras ni médicas. Susan
nary ha incorporado el título
Ervin lo llamó «la connota-
«Mx.» al uso para evitar Mr./
ción del género», y Leticia
Villaseñor Roca apela a la Mrs. El femenino de la misma
«función metafórica de los gé- fórmula honorífica de «Mrs.»
neros». Es similar lo que dice en español, «Señora», convi-
Concepción Company en una ve con «Señorita»: distinción
entrevista de 2018 en La de si una mujer es virgen
voz de Galicia: la gramática o no, algo que solo le concier-
no es sexista, pero el discurso ne a ella. Por eso, el alemán
puede serlo. Es desafortunado, lo ha ido erradicando del uso
sin embargo, que en la misma y hoy se usa «Frau» para
entrevista Company desconoz- las mujeres, ya no «Fräulein»,
ca todo un campo de estudios señorita. Asimismo, el alemán
que se agrupa bajo el análi- opta con frecuencia por el fe-
sis de género y quiera limitar menino inclusivo plural, y está

48 Rocinante
aceptado cuando hay mayoría que ya existen y creando
femenina en un grupo.  otros, porque la lengua
En cambio, el francés está viva.  
y «los Inmortales», como Con el lenguaje inclusivo
son conocidos los académi- vienen otros en colaboración.
cos de la lengua, van por Las lenguas de señas, el Brai-
otro camino: ven en las pro- lle, son derechos lingüísticos
puestas de lenguaje inclusivo adquiridos, igual que el léxico
una «aberración». El primer de nuestras lenguas indíge-
ministro lo prohibió en 2017. nas incorporado al español,
Hace más de tres siglos, que por fin deja de ser un saco
los académicos convinieron de «barbarismos». El gran
que «el masculino es el género gesto imperial de 1492 fue el
más noble», y lo universali- viaje, y en esos barcos vino
zaron; les tomó esos mismos una gramática. Al habernos
siglos cambiar «derechos apropiado de ella, no dejare-
del hombre» por «derechos mos de provocar sacudidas
humanos». Hoy, esos académi- en su interior para descolo-
cos han declarado al francés nizarnos adentro y afuera
en «peligro mortal» por el de sus territorios. 
uso del lenguaje inclusivo. Allí en donde se usan como
Al igual que el español y el sinónimos «peligro» y «cam-
alemán, y fuera de sus acade- bio» —los señores académicos
mias, el francés experimenta deberían conocer esas dife-
hoy con signos que incorporen rencias— hay una posición
los dos plurales a las pala- reaccionaria y una preten-
bras: «ami•e•s», por ejemplo. sión autoritaria de control.
El español lo ha hecho con el Los cambios, sobra decirlo,
slash: «amigos/as». En estas no constituyen peligros. Pue-
lenguas también están la do- de ser que no lleguen a ser
ble flexión, «los actores y las transformaciones, que apenas
actrices», y los sustantivos nos conduzcan a la duda o que
epicenos, siempre un buen no lo resuelvan todo, pero
recurso: la ciudadanía, no podemos comprenderlos
el claustro docente, la pobla- como amenaza. Y si el se-
ción migrante, las personas ñor Pérez Reverte se va de la
sordas, la niñez. Cuando RAE por esto, como ha pro-
sea posible, podemos ir desna- metido, todes, todas y todxs
turalizando el uso masculino le deseamos éxitos en sus pro-
universal con los recursos yectos futuros. 

(De Letras Libres)


Rocinante 49
RELECTURAS

Vinicius de Moraes, en la
intimidad familiar
Este año se cumplieron 40 de la muerte
del gran letrista y poeta brasileño; su
nieta actriz y cantante, Mariana de
Moraes, rescata la historia de sus versos

50 Rocinante
■ Joana Oliveira

Vinicius de Moraes (Río del fotógrafo Pedro


de Janeiro 1913-1980) siem- de Moraes y de la actriz Vera
pre escribió canciones, desde Barreto Leite, ha participa-
muy joven, pero lo hacía a es- do en varios proyectos sobre
condidas. No quedaba bien Vinicius en todo el mundo
que un joven poeta adorado y, aunque no había grabado
por los académicos fuera com- las canciones de su abue-
positor. «Era como si tuvie- lo, siempre admiró su obra.
ra dos personalidades que se «No porque sea su nieta,
ocultaban mutuamente, una no sino porque soy una fiel se-
le contaba a la otra que exis- guidora de João Gilberto,
tía», comenta la actriz y can- que fue el primer y mejor in-
tante Mariana de Moraes, térprete de Vinicius», dice.
de 50 años, nieta del Poetinha Mariana siempre mezcla poe-
que cantó sobre amor y año- sía, historias y música en sus
ranza como nadie. La prime- espectáculos. La oportunidad
ra composición la hizo a los de preparar un curso sobre
15 años, en 1928, pero Loura su abuelo le dio la idea de lle-
ou morena solo se musicó var sus historias al escenario
en 1932, gracias al compositor cuando termine la cuarentena.
Haroldo Tapajós. «Quiero contar sus historias,
Ahora, para conmemorar la historia de sus canciones
el aniversario 40 de su muerte, y los valores éticos que trans-
Mariana rescata las historias mitió a su familia, sobre cómo
que hay detrás de esta y otras vivir la vida».
letras y poemas de su abuelo Una de estas historias trata
en un curso en línea de cuatro sobre cómo el joven poeta con-
clases. El 25 de enero, ani- sagrado, que recibió una beca
versario de la ciudad de São de la Universidad de Oxford,
Paulo, arrancaron los home- conoció a quien quizás fue su
najes con un concierto en el mayor compañero: Tom Jobim.
que Mariana cantó el reperto- Vinicius había escrito la obra
rio de Vinicius, que pretendía Orfeo de la Concepción y es-
transformar en un álbum taba removiendo cielo y tierra
este año. Pero la pandemia —pidiendo préstamos a amigos
de coronavirus ha retrasado y endeudándose— para cum-
sus planes. plir el sueño de escenificar
A lo largo de casi 30 años la obra en el Teatro Municipal
de carrera, Mariana, hija de Río de Janeiro. Mientras

Rocinante 51
RELECTURAS

buscaba un compositor para en el artista popular e hizo


el musical, conoció a Tom Jo- que la música en Brasil adqui-
bim. Y el sueño se cumplió. riera una dimensión que no
La obra estuvo tres noches había tenido nunca antes»,
en cartel y pasó a la histo- dice Mariana.
ria como la primera vez que De esta fusión surgió
36 negros actuaron en el pan- la bossa nova y su santísi-
teón de las artes escénicas ma trinidad: Vinicius, Tom y
brasileñas. Orfeo de la Con- João Gilberto. «Estas y otras
cepción se convertiría en la amistades son un capítulo
película Orfeo Negro (1959), di- muy importante en su vida.
rigida por el francés Marcel Todos hablan de las nueve
Camus, que ganaría el Óscar mujeres que tuvo, pero, de he-
a la mejor película extranjera cho, lo que más cultivó fueron
y la Palma de Oro en Cannes. amigos, de todas las áreas»,
«En algunos de sus textos, afirma su nieta. Desde Pa-
Vinicius revela cómo desa- blo Neruda hasta el pintor
rrolló esta idea de trasladar Carybé, pasando por el poeta
el mito griego de Orfeo a la Manuel Bandeira, el escri-
favela de Río y de que no fue- tor Rubem Braga, el maestro
ra un héroe helénico que toca Pixinguinha, hasta Carmen
la lira, sino un hombre ne- Miranda y el cineasta Orson
gro que toca la guitarra», Welles, a quien conoció en Los
dice Mariana, que desta- Ángeles, el primer destino
ca la admiración de Vinicius de Vinicius de Moraes como
por toda la cultura africana agregado cultural del Ministe-
y afrobrasileña. rio de Relaciones Exteriores.
No es extraño, entonces, Mariana convivió más con
que dedique una de las clases su abuelo cuando dejó su ca-
de su curso a las afro-sam- rrera diplomática, que ejerció
bas que Vinicius compuso entre 1943 y 1968. Vinicius
con su amigo Baden Powell. murió cuando ella tenía
«Una de las grandes bande- 11 años, el 9 de julio de 1980.
ras de su vida fue demostrar «Cuatro años antes, me fui
que el arte popular no es a vivir al exilio, a Francia,
menor que el arte erudito con mis padres. Justo en esa
o académico y atreverse a unir época, la dictadura militar
ambos. Su trayectoria muestra lo había expulsado del Minis-
cómo esa poesía erudita caló terio y era libre para ser un

52 Rocinante
artista. Fue su fase de estrella La artista cree que,
del pop», recuerda, refiriéndo- si estuviera vivo, su abuelo
se a los conciertos que Vinicius se posicionaría «con su prag-
comenzó a hacer en el extran- matismo amoroso» en contra
jero. «Siempre me llevaba a los de esta realidad. «Fue im-
conciertos que hacía en París portante para la carrera
y, al menos tres veces al año, de prácticamente todos los que
era la única persona de la hoy hacen música popular bra-
familia que veía. El recuer- sileña. Estoy segura de que,
do que tengo es de un abuelo si estuviera aquí, utilizaría
muy amoroso». su privilegio para poner-
Mariana, que fue afina- se políticamente en contra
da desde pequeña, era la niña del actual panorama sociopo-
de los ojos del poeta. «Estaba lítico del país, del fascismo,
muy orgulloso de mí por- del racismo, de la ignoran-
cia», dice, y luego añade,
que cantaba y era una niña
con nostalgia: «¡Cómo me gus-
afinada que se sabía todas
taría haberme emborrachado
las canciones de João Gil-
con mi abuelo!».
berto», se ríe, recordando
Pero, incluso en una reali-
con cariño cuando Vinicius
dad menos romántica que las
le regaló una grabadora para
canciones del Poetinha, Ma-
que pudiera practicar. Mariana
riana también encuentra
señala que la figura de Vi-
paralelos y vislumbres de espe-
nicius de Moraes, así como
ranza al recordar a su abuelo.
su obra, es intemporal, a pesar
«El otro día encontré un texto
de que, según ella, actualmen- suyo sobre la Segunda Gue-
te no está «de moda» en Brasil. rra Mundial, en el que habla
«Los artistas de este país es- sobre el dolor de ese momen-
tán abandonados. La música to e incluso utiliza la palabra
popular brasileña está aban- cuarentena para referirse
donada. Es muy triste, porque a la situación de los familia-
la música popular le dio a Bra- res de los soldados que fueron
sil una identidad, igual que el a la guerra. Fue un momento
fútbol en el deporte. Desde difícil, pero ya pasó». Como es-
Cartola a [Heitor] Villa-Lo- cribió en Chega de saudade,
bos», lamenta, y critica la falta Vinicius de Moraes nos recuer-
de política cultural del Gobier- da que el amor prevalece y que
no de Jair Bolsonaro. «la distancia no existe».

(De El País, de España)


Rocinante 53
CLÁSICO

Las mil caras de


Nueva York en
Manhattan
Transfer
Este mes, se cumplen 50 años de
la muerte de John Dos Passos, el
célebre autor estadounidense

54 Rocinante
N
■ Joe Iljimae

Nueva York como un mons- más bien, se trata de un mural


truo. Nueva York como la caja holístico en donde no im-
de Pandora (de la cual es- porta demasiado el drama
capan todos los males de los personajes a diferen-
del mundo). Nueva York como cia del de la ciudad. A pesar
un universo exasperado. de que en su lectura asistimos
Nueva York como un inmen- al ir y venir de más de cin-
so álbum de recortes. Nueva cuenta personajes a través
York como una película infini- de viñetas que se van juntan-
ta. Nueva York como un borra- do de manera dispar, al final
cho meando en una esquina. nada de ellos queda cla-
Nueva York como un hombre ro en la mente el lector, todo
saltando de un edificio. Nueva se pierde y se confunde con la
York como la pequeña Ellen presencia descollante de una
Thatcher bailando al ritmo metrópoli en continuo y ar-
de la pianola. Nueva York bitrario movimiento. De esta
como una pelea de contraban- manera, la historia de cada
distas de alcohol. Nueva York personaje queda fragmenta-
como un panal de hombres. da en la corriente de escenas
Nueva York como un escupita- o estampas, y se entremezcla
jo flotando en la acera. Nueva con otras historias, corrom-
York como un perro mordien- piéndose a sí misma hasta
do a otro perro. Nueva York quedar inconclusa u olvidada.
como el infierno tan temi- Este modelo narrativo alcan-
do. Así se puede ver y sentir za muchas veces el vértigo
a la vieja capital estadouni- e incluso las microtrage-
dense en las más de quinien- dias de los personajes mejor
tas páginas de Manhattan dibujados y con mayor par-
Transfer, novela publicada ticipación en el texto —como
por primera vez en 1925 por la el caso de Ellen Thatcher
mítica editorial Houghton Mi- y Jimmy Herf— no llegan
fflin Harcourt. a salvarse. En consecuencia,
Esta ficción norteameri- toda esa muchedumbre de se-
cana se distingue, en primer res que pululan en la novela
término, por ser un libro es siempre tragada y aboli-
de estructura abierta que no da por el personaje principal
posee argumento ni desenlace de Manhattan Transfer:
alguno. Podríamos decir que, la ciudad. 

Rocinante 55
CLÁSICO

Además de hacer de la ciu- Cuando John Dos Passos


dad de Nueva York el eje empezó a escribir Manhattan
protagónico de su relato, Transfer, jamás pensó en rea-
Dos Passos quería mostrar lizar una metáfora de Nueva
retazos de pequeñas vidas York como una gran colmena
insignificantes en medio donde habitan seres de vi-
de aquel rascacielismo la- das y psicologías amargas.
beríntico que caracteriza Su intención en un principio
a la novela. Para lograr fue más bien de corte político
este objetivo, el autor utilizó que estético. A estas alturas,
una estructura caleidoscópica no es nada nuevo decir que el
y un desdoblamiento espa- autor de la Trilogía U.S.A. es-
cial en la narración que, poco tuvo muy interesado por ideas
a poco, se va proyectando cercanas al socialismo y que
en una sucesión desordena- era, además, un intelectual
da de hechos que se prenden comprometido con los sectores
y apagan hasta finalmente ex- vulnerables de Europa. Algu-
tinguirse. Según el novelista nas biografías y sus propias
mexicano Carlos Fuentes, este memorias muestran esa páti-
aparente desorden en el estilo na política que envolvió gran
estructural representa la sen- parte de su vida como es-
sación de «caos organizado critor. Según Mario Vargas
que era la vida en la ciudad Llosa, la primera intención
de Nueva York en albores de Dos Passos al escribir esta
del siglo XX».  ficción fue «criticar, en una
En este sentido, podemos novela de realismo descarna-
decir que los personajes o las do, el sistema capitalista y su
historias que se suceden en el hija putativa —la civilización
relato solo existen en función industrial urbana— en la ciu-
de Manhattan. Sí, todo orbita dad que era símbolo de ambas
alrededor de la megalópolis, cosas». Sin embargo, a expen-
todo muere o vive por gra- sas del propio deseo del autor,
cia suya. De ahí que la ciudad la novela fue tomando otros
sea por momentos un organis- ribetes y se convirtió en una
mo desenfrenado corriendo ficción «puntillista y algo mí-
en distintas direcciones como tica», en la que el ímpetu
los personajes que habitan lingüístico, la estructura ex-
dentro de ella. perimental y los contextos

56 Rocinante
John dos Passos

arquitectónicos de la época que proviene de la escuela


se impusieron por sobre todo de Flaubert, maestro de Dos
lo demás.   Passos y del resto de autores
El arte de Dos Passos, pertenecientes a la llamada
sin ninguna duda, se sostiene «Generación perdida».
en la técnica literaria. Aunque Al respecto, pensemos rápi-
hoy en día resulte bastante fa- damente en algunas de estas
miliar, todavía sigue siendo técnicas narrativas aplica-
un artefacto bastante audaz das en Manhattan Transfer.
e imaginativo por su comple- En primer lugar, la disposición
jidad estructural y su poco de las viñetas o el collage (a
convencionalismo narrativo. las que también se podría lla-
En esta ficción se puede ha- mar «contrapunto») consiste
llar desde el uso de viñetas en presentar varias estampas
y elisiones lingüísticas, has- que se combinan y esfuman
ta el empleo del monólogo sin llegar jamás a un desen-
interior y la fractura tempo- lace clásico o «redondo». Este
ral. Además, el relato está contrapunto crea en el lector
bombardeado de insercio- la sensación de estar viendo
nes como títulos o fragmentos a través de un caleidoscopio
de periódicos, avisos publici- diversas proyecciones gene-
tarios, estrofas de canciones radas a partir del capricho
e inscripciones callejeras. y movimiento de Manhattan.
Todo esto, acompañado La sucesión de estas proyec-
por una objetividad narrativa ciones es tan veloz que por

Rocinante 57
CLÁSICO

momentos los personajes En cuanto al empleo


parecen meras ilusiones ópti- del monólogo interior, ve-
cas sin mayor funcionalidad mos la irrupción del torrente
que la de ornamentar aquella mental en varias de las vi-
Babilonia moderna que se re- ñetas engarzadas en el
tuerce como la diosa Gea en andamiaje de la novela. A dife-
las páginas del libro.      rencia del monólogo joyceano,
Por otro lado, el aparen- en esta ficción el discurrir
te desorden cronológico o la de la mente es ordenado, me-
ruptura temporal en el relato tódico y legible. No existen
son siempre acciones vio- palabras cortadas o incohe-
lentas. Sus elipsis dan saltos rencias lingüísticas como
de meses y, a veces, de años, en Ulysses, ni siquiera lle-
sin notificar o instruir previa- gan a someter el relato a una
mente al lector. Por lo general, extensión enloquecida hasta
este queda completamente el término de un bloque. Así,
desorientado y sorprendido en las viñetas de Dos Passos
al encontrar que el perso- el monólogo interior existe
naje que era un niño en la en función de la estampa o el
página ciento diecinueve es, pequeño drama, y no al revés.
contra toda sutilidad na- Quizá por esa razón, la nove-
rrativa, un hombre adulto la mantiene fluidez y permite
en la página ciento veintitrés. que su lectura sea más bien
Estas alteraciones tempo- rápida, sin caer jamás en el
rales llegan, incluso, a la hermetismo narrativo.       
fusión del pasado con el pre- No podemos olvidarnos
sente en un tiempo único de otra influencia joycea-
pero tramposo y divergen- na en el texto de Dos Passos:
te a la vez. Todas estas cosas la tipografía. En Manhattan
nos exponen, desde un inicio, Transfer hay también cabi-
el carácter cinematográfi- da para textos periodísticos,
co del texto. De hecho, John anuncios, informes, esquelas
Dos Passos tuvo cierta influen- y otros elementos que con-
cia de los recursos y técnicas tienen sus propios valores
del cine. De ahí que la estruc- expresivos en la tipogra-
tura de Manhattan Transfer fía. James Joyce ya había
no haya sido considerada utilizado este recurso en va-
en vano como un montaje rios apartados de Ulysses.
muy semejante al de un film. Recordemos, por ejemplo,

58 Rocinante
el capítulo «Eolo», donde y enfureció al mismo tiempo.
Bloom ingresa a la redacción «Este no es un libro para po-
del Freeman’s Journal y el ner en manos de cristianos»,
Evening Telegraph a dejar dijo irónicamente al terminar
uno de sus anuncios publici- su lectura. Al revisar con aten-
tarios. Durante cada inicio ción Manhattan Transfer
de los párrafos, Joyce nos pre- podemos vislumbrar un tono
senta un titular en formato bíblico, casi cristiano, que se
periodístico. Este titular tie- mueve a lo largo del relato
ne una tipografía distinta a manera de una fuerte ale-
al grueso de texto en la nove- goría. Sí, todas las tragedias
la y se destaca por su tamaño, o bienaventuranzas de los per-
por sus curvaturas y por estar sonajes son presididas siempre
marcado en formato negrilla. por una deidad omnipoten-
Lo mismo podemos encon- te y ubicua que contamina
trar en Manhattan Transfer, la vida de las muchedumbres
todo un puñado de artificios de esta gran ficción. Aquel
tipográficos nutriendo y ten- dios invisible y todopodero-
sionando la novela hasta so se transforma finalmente
agotarla.    en la ciudad, se convierte
No está de más decir que la en Nueva York. Y todo esto,
estructura narrativa en las fic- gracias al culto o la blasfe-
ciones parte también de su mia de sus personajes o, mejor
moral estética o alegórica. dicho, de su maldito pueblo es-
En este contexto, cabe señalar cogido, el cual ha sido creado
que John Dos Passos fue un solo para eternizarlo a través
lector voraz de la Biblia he- de la palabra.
brea, actividad que lo cautivó

Rocinante 59
ACTUALIDAD

Las librerías se
adaptan y resisten
En el contexto actual, el comercio de libros se ha
volcado a los canales digitales, y los lectores han
respondido bien a las distintas iniciativas de las
librerías independientes. El panorama futuro se
debate entre la incertidumbre y el optimismo

E
El mes pasado, como inicia- de Quito, se realizó una charla
tiva del Centro Cultural Ben- on-line entre algunos libreros
jamín Carrión, del Municipio independientes de la ciudad,

60 Rocinante
para hablar sobre el contex- una posibilidad para invertir
to actual en su quehacer, y to- más en libros. Y ahí aparece
marle la temperatura al medio una cierta ventaja comparati-
de la lectura. La conversación va: «Para las librerías grandes
estuvo moderada por el biblio- es más difícil la interacción
tecario y escritor César Chá- directa, mientras que las
vez, y participaron represen- pequeñas son personaliza-
tantes de las librerías Tolstói das; el público tiene alguien
(Karina Sánchez), Cosmonau- con quién identificarse».
ta (Diego Chamorro y Sebas- Por ello resolvió mantener
tián Herraz) y El Oso Lector su club de lectura (en el que
(Carolina Bastidas). han trabajado textos como
Todos los participantes el Ulises, de Joyce, y obras
coinciden en que la situación también retadoras de David
de la pandemia y la cuaren- Foster Wallace) e interactuar
tena los tomó por sorpresa con los lectores en redes so-
y la primera reacción fue la ciales (por ejemplo, mediante
incertidumbre. Obligados a ce- un concurso de recreación
rrar por completo mientras de portadas de libros).
duró el semáforo rojo para Carolina Basti-
la ciudad, fueron retomando das, de El Oso Lector,
sus actividades paulatinamen- enfocada en lecturas para
te, ante el miedo de la gente niños y jóvenes, también
y la restricción de la movi- le debió apostar a «crear co-
lidad, por canales virtuales. munidades virtuales». En su
«Las redes sociales se han caso, no continuó en digital
convertido en un espacio las sesiones de «Cuenta-cuen-
para desconstruir la metafí- tos» que suele llevar adelante
sica de la presencia», afirmó en la librería, pero implemen-
Chamorro, quien también tó un «consultorio literario»,
coordina la Escuela de Pen- para atender por Whatsa-
samiento Crítico «Las Babas pp las inquietudes de padres
del Diablo», dedicada al estu- y madres sobre recomenda-
dio de textos filosóficos. ciones de títulos y autores;
Karina Sánchez, de Tols- y concretar por esa vía las
tói, destacó que tras un primer transacciones de títulos.
momento de pesimismo, notó Consultada para esta nota,
que la gente ha debido re- pues no participó en la men-
cortar gastos (en salidas, cionada charla virtual, Mónica
movilización, planes sociales), Varea, de Librería Rayue-
y ha encontrado de a poco la, opina que su contacto

Rocinante 61
ACTUALIDAD

con los lectores ha sido aho- establecer lazos digitales


ra más profundo: «Si nuestra más fuertes con nuestros ami-
atención siempre fue perso- gos lectores». 
nalizada, ahora lo es más. Sebastián Herraz, de Cos-
Cuando visitaban la librería monauta, resaltó que si los
los lectores se paseaban, bus- libreros han debido flexi-
caban, hurgaban a sus anchas bilizarse, adaptarse a las
hasta dar con el libro que que- circunstancias, del otro lado
rían, ahora sí o sí tenemos mantiene la confianza en los
que conversar, saber qué pien- amantes de libros: «los busca-
sa, qué quiere, qué ha leído». dores de rarezas continúan
Incluso otras iniciativas acudiendo a la librería», seña-
que ya apostaban por los ca- ló como ejemplo. Es lo que su
nales digitales, como Conde colega Diego Chamorro define
Mosca, debieron también va- como una «condición de resis-
riar sus estrategias. «Volcamos
tencia a través del libro»: «El
nuestro enfoque al negocio di-
libro [puede ser visto] como
gital y muchos de nuestros
una apertura frente al confi-
libros fueron promocionados
namiento; (…) es un habitar
por Facebook, Twitter, Ins-
resistente, de ahí su potencia».
tagram. La gente reaccionó
Ampliando la reflexión
muy bien a nuestra propues-
más allá del aspecto comer-
ta», dijo Marcelo Recalde,
cial del libro, Karina Sánchez
en una comunicación direc-
expresó su inquietud por el
ta con Rocinante. «Nuestros
futuro de la lectura tras este
clientes ya no son solo de la
ciudad sino de todo el país. contexto, algo que señala-
En estos meses de pandemia rá el camino por venir de las
lo que más se incrementó fue- librerías. En su caso, mien-
ron las entregas a provincias. tras prepara una página web,
Realizamos también un ca- ve como un reto el crecer
tálogo de más de mil títulos en transacciones y mantener,
que compartimos con nuestros  al mismo tiempo, la mística
lectores. Las reseñas  y reco- de Tolstói. Mencionó la idea
mendaciones siempre son muy de que el mantener un lugar
bien acogidas por nues- pequeño es el modo ideal para
tra audiencia. Estos meses amarlo; y asegura que quie-
de pandemia nos permitieron re seguir conociendo «el

62 Rocinante
Muchas librerías han optado por reforzar sus canales digitales

algoritmo de lecturas» de sus a domicilio que hemos logrado


visitantes asiduos. dar en todo el Ecuador. Planes
De su lado, Carolina Basti- solo a cortísimo plazo: tener
das sostiene que el acoplarse buenos libros, promocionarnos
a lo virtual es un desafío cons- a través de las redes socia-
tante, y destaca que en les y resistir. Temores, todos
el mundo de los libros siem- y uno más. Una incertidumbre
pre aparece la necesidad brutal. Yo he decidido vivir
del contacto, sea por el medio un día a la vez».
que sea. Le apuesta por una La respuesta de Conde
opción «50-50»: lo virtual, pero Mosca también es contrací-
sin perder lo humano; y confía clica: «Hemos realizado una
en que el aporte de una libre- nueva importación de 2000 tí-
ra seguirá fundándose en su tulos. En pocos días entrarán
poder de recomendación, en nuestro catálogo y serán
de conocimiento de los libros compartidos con nuestros
y de consejo para el público clientes», comenta Recalde.
lector de todas las edades. Además, están alistando una
Consultada por los planes, página web que esperan te-
expectativas o temores para ner funcionando dentro de un
el futuro inmediato de Libre- mes. «Hemos visto estas cir-
ría Rayuela, Mónica Varea cunstancias singulares como
manifestó: «Por el momento, una posibilidad de mejorar
lo único claro es seguir tra- nuestra estrategia de ventas
bajando con el buen servicio por medios digitales. Mucha

Rocinante 63
ACTUALIDAD

gente durante la cuarentena Mencionó la iniciativa «En-


aprovechó para reencontrarse jambre», que agrupa a ciertas
con la lectura». editoriales y librerías, y en
Los libreros independien- la que han hecho combos
tes no esperan gran cosa y promociones, como iniciati-
del Estado. Chamorro, de Cos- vas puntuales.
monauta, señala que entre Carolina Bastidas, propie-
todos se conocen en el me- taria de El Oso Lector, destacó
dio y, cuando no disponen la necesidad de tener clara
de un título requerido por un una ley del libro con políticas
lector, se remiten de una li- claras, para pensar en al-
brería a otra sin problema gún incentivo para librerías
—lo que su compañero Herraz independientes, como ocu-
califica como «una manera rre en medios cercanos, como
horizontal de colaborar, para Colombia. Sin un Plan nacio-
seguir siendo independien- nal de lectura bien definido,
tes»—. En su opinión, sería hay aún mucho que espe-
raro que desde el gobierno rar, opinó.
central aparezca un interés En una de sus interven-
en el medio cultural o del li- ciones, César Chávez evocó
bro: «El trabajo que se hace a las librerías como casas
es de hormiga, para toda de diálogo, de conversación,
la gente que hace cultura; generosidad y afecto; y con-
es un trabajo escaso, pobre, sideró que ahora los libreros
pero honrado», bromeó. han debido convertirse —como
Karina Sánchez tam- muchos otros profesionales
bién concordó en la falta en diferentes ámbitos— en una
de voluntad de los gobiernos suerte de «obreros de una vir-
en el medio de las librerías, tualidad en construcción».
y el consecuente pesimismo Y expresó que en esta «nue-
en cuanto al papel estatal. va cotidianidad» a la que nos
Esperaría que hubiera, al me- enfrentamos, el volver a co-
nos, alguna intervención nectarse con el libro físico,
para abaratar los costos más que un reto, sería una es-
de importación o lograr me- peranza para mantener entre
jores tratos con los couriers. todos. (AC)

64 Rocinante
España: ayuda financiera, sin rumbo
En España, la situación de las librerías independientes tam-
bién es crítica. Por ello, el Ministerio de Cultura de ese país
lanzó una convocatoria para «financiar proyectos de adaptación
estructural y de mantenimiento del negocio para paliar aquellas
situaciones que se deriven de la emergencia provocada por el
covid-19». El límite de ayuda por librería que estima la Dirección
General del Libro será de 25.000 euros, pero hay un proble-
ma: los libreros no saben cómo justificar la «histórica inversión»
que alcanzaría los 4 millones de euros.
La Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Li-
breros (CEGAL) asegura que el Ministerio de Cultura no ha
trabajado con ellos para desarrollar las ayudas. «Ha sido
una sorpresa para todos, no nos han consultado en ningún mo-
mento. Podríamos haberle contado al Ministerio cuáles son las
necesidades, porque las librerías ya están adaptadas al corona-
virus, por eso han abierto. Es una ayuda desconcertante y era
importante enfocarla bien», señala el portavoz de CEGAL, Ál-
varo Manso. Se pregunta cómo justificarán los libreros en la
petición de la ayuda que necesitan ser espacios «más amables»,
«más acogedores», abiertos a más actividades, «porque ninguna
de estas necesidades son en respuesta a la pandemia».
María José Gálvez, directora General del Libro, asegura
que trató con FEDECALI y con el presidente de CEGAL, Alberto
Sánchez, aunque la redacción se hizo en el Ministerio de Cul-
tura. «Son ayudas para el mantenimiento de las estructuras
de las librerías y para que todos los costes sean sufragados. Esto
es algo extraordinario, no para cuestiones ordinarias. Es por
la covid. Hay muchísimas librerías que necesitan ese dinero
para sobrevivir y para adaptarse a una nueva forma de comer-
cio», añadió.
(De El País, de España)

Rocinante 65
TRADUCCIÓN

«Cada idioma es un modo


de sentir el universo»
El 30 de septiembre se celebra el Día Internacional
de la Traducción. A propósito, reproducimos aquí
las respuestas de Jorge Luis Borges a una encuesta
de La Opinión Cultural, en septiembre de 1975

L
¿La traducción según los Por más que siempre se pier-
géneros? Tomemos la poesía, dan muchas cosas, traducir
por ejemplo. Mi traducción verso libre es mucho más fácil
de Whitman no es un modelo que traducir verso rimado.
afortunado porque Whitman La traducción de poesía, en el
es un caso excepcional: es uno caso de Fitzgerald o en el de
de los padres del verso libre. Omar Khayyam, por ejemplo,

66 Rocinante
es posible porque se puede re-
crear la obra, tomar el texto
como pretexto. Otra forma de
traducción creo que es imposi-
ble, sobre todo si se piensa que
dentro de un mismo idioma la
traducción es imposible. Sha-
kespeare es intraducible a otro
inglés que no sea el suyo. Ima-
ginemos una traducción lite-
ral de un verso de Darío: «La que no tiene el español: la de
princesa está pálida en su silla las palabras compuestas. En
de oro» es literalmente igual a Shakespeare, por ejemplo,
«En su silla de oro está pálida From this world-weary flesh,
la princesa». En el primer caso sería un español: «De esta
el verso es muy lindo, ¿no?, carne cansada del mundo».
por lo menos para los fines «Cansada del mundo» es una
musicales que él busca. Su tra- frase pesada en español, mien-
ducción literal, en cambio, no tras que la palabra compuesta
es nada, no existe. world-weary no lo es en in-
La prueba de que la prosa glés. Estos defectos tienen que
sí puede traducirse está en el perderse en una traducción.
hecho de que todo el mun- Imaginemos una expresión
do está de acuerdo en que muy común en español: «es-
el Quijote es una gran nove- taba sentadita». Eso no puede
la y, sin embargo, como lo hizo decirse en otros idiomas. Ahí,
notar Groussac, los mayo- «sentadita», da la idea de una
res elogios han sido hechos chica sentada y al mismo tiem-
por personas que leyeron po abandonada, ¿no?, bueno,
esa obra traducida. También «solita». Tanto en inglés como
todos estamos de acuerdo en francés hay que buscar
en que Tolstói o Dickens fue- una variante. En inglés puede
ron grandes novelistas y no decirse all alone, que literal-
todos sabemos inglés y casi mente es «toda sola».
nadie sabe ruso. ¿Qué recomendaciones
¿Existen lenguas más o se le pueden hacer a los tra-
menos adecuadas para la ductores de prosa? Desde
traducción? Las lenguas ger- luego que no deben ser li-
mánicas, el alemán, el inglés, terales. Hubo una polémica
las lenguas escandinavas o el famosa en Inglaterra entre
holandés tienen una facilidad Arnold y Newman sobre

Rocinante 67
TRADUCCIÓN

la traducción literal. Arnold al español hecha en la Argen-


decía que la traducción literal tina tiene la ventaja de que
no es fiel al original porque está hecha en un español
cambia los énfasis. En espa- que es el nuestro y no un es-
ñol, por ejemplo, no se dice pañol de España. Pero creo
«buena noche», sino «buenas que se comete un error cuan-
noches», en plural. Si se tradu- do se insiste en las palabras
jera al francés como bonnes vernáculas. Yo mismo lo he
nuits o al inglés como good cometido. Creo que un idio-
nights, se estaría cometien- ma de una extensión tan vasta
do un error, porque se estaría como el español, es una ven-
creando una énfasis que no taja y hay que insistir en lo
existe en el original. Si al que es universal y no local.
traducir una novela se le hi- Hay una tendencia en todas
ciese decir a un personaje partes, sin embargo, a acen-
que dice good morning o gu- tuar las diferencias cuando
tten morgen su traducción lo que habría que acentuar
literal que es «buena maña- son las afinidades. Cla-
na», se lo estaría haciendo ro que como el Diccionario
hablar de un modo anóma- de la Academia lo que quiere
lo. Decir en inglés good days es publicar cada año un vo-
por «buenos días» también lumen más abultado, acepta
sería infiel. Hay otros casos una cantidad enorme de pala-
de error: Lutero tradujo al ale- bras vernáculas. La Academia
mán El cantar de los cantares Argentina de Letras man-
como Das Hoche Lied («el da entonces largas listas
más alto cantar»). Lo que pasa de, por ejemplo, nombres
es que en hebreo no existen de yuyos de Catamarca para
los superlativos y «el cantar que sean aceptadas y abulten
de los cantares» quiere de- el Diccionario.
cir «el mejor cantar» o «el ¿Si me gustó más traducir
más alto cantar». En espa- poesía que a Kafka o a Faulk-
ñol «el cantar de los cantares» ner? Sí, mucho más. Traduje
y en inglés the song of songs, a Kafka y a Faulkner porque
se conservó el hebreísmo. me había comprometido a ha-
¿Cuál es la calidad de la cerlo, no por placer. Traducir
traducción al español que se un cuento de un idioma a otro
hace en la Argentina? Para no produce gran satisfacción.
nosotros la traducción A propósito de traducciones

68 Rocinante
de prosa, recuerdo un caso in-
teresante. Mi madre tradujo
un libro de D. H. Lawren-
ce que se titula The Woman
Who Rode Away como «La
mujer que se fue a caballo»,
que es más largo que en in-
glés pero creo que correcto.
En francés, en cambio, lo tra-
dujeron como «La amazona
fugitiva», parece una broma,
casi o la traducción del tí-
tulo de un film. Este último
tipo de traducciones también sonetos no puede ser literales
depara ejemplos sorpren- y conservar el sentido.
dentes. Recuerdo un film: Con mis poemas, en cam-
The Imperfect Lady («La bio, generalmente encuentro
dama imperfecta»). Cuando que los han mejorado muchísi-
se dio aquí le pusieron «La ra- mo. Salvo en Alemania, como
mera». Claro que el sentido dije. Un traductor alemán
es ése, pero pierde toda la gra- tradujo un cuento mío que
cia, ¿no? «Una imperfecta en algún lugar decía «llegaba
dama» es lo contrario de «una un oscuro». Él, sin darse cuen-
perfecta dama» y es muy gra- ta de que se trataba del pelaje
cioso; si se pone, en cambio, de un caballo, tradujo «llegaba
«la ramera» o «la cortesana» el crepúsculo». Claro, tradu-
se supone que es más fuerte, cía por el diccionario. Pero
pero, al contrario, debilita. es el diccionario mismo el que
¿Qué me parecen mis textos induce a error. De acuerdo
traducidos a otros idiomas? a los diccionarios, los idiomas
Los han traducido muy bien. son repertorios de sinónimos,
Salvo al alemán. Las traduc- pero no lo son. Los dicciona-
ciones al francés que han rios bilingües, por otra parte,
hecho Ibarra y Roger Cai- hacen creer que cada palabra
llois son muy buenas. Las de de un idioma puede ser re-
Di Giovanni al inglés también emplazada por otra de otro
son buenas. Las traducciones idioma. El error consiste
de sonetos que hicieron él y en que no se tiene en cuenta
otros poetas americanos son que cada idioma es un modo
muy buenas porque los han de sentir el universo o de per-
recreado. Las traducciones de cibir el universo.

Rocinante 69
TRADUCCIÓN

Páginas de Whitman
En el inglés original y en la versión de Alexander

THE CITY DEAD-HOUSE


By the city dead-house by the gate,
as idly sauntering wending my way from the canglor,
I curious pause, for lo, an outcast form, a por dead prostitu-
te brought,
Her corpse they deposit unclaim´d, it lie son the damp
brick pavement,
The divine woman, her body, Y see the body, I look on it alone,
That house once full of passion and beauty, all else I notice not,
Nor stillness so cold, nor running wáter from faucer, not odors
morbific impress me,
But the house along –that wondrous house– that delicate fair
house –that ruin!
That inmortal house more tan all the rows of dwellings
ever built!
Or white-domed capitol with majestic figure sourmounted, or all
the old high-spired cathedrals,
That little house alone more than them all –poor despe-
rate house!
Fair, fearful wrwck –tenement of a soul– itself a soul,
Unclaim´d, avoided house –ake on breath from my tremu-
lous lips,
Take one tear dropt aside as I go for thought of you,
Dead house of love –house of madness and sin, crum-
bled, crush´d,
House of life, erewhile talking and laughing –but ah, poore hou-
se, dead even then,
Months, years, and echoing, garnish´d house –but dead,
dead, dead.

70 Rocinante
El ecuatoriano Francisco Alexander (Quito, 1910-
1988) es el reconocido traductor al español de Hojas
de hierba, de Walt Whitman (edición de Visor,
1200 páginas), de donde hemos tomado este poema.
Hay edición ecuatoriana agotada

EL DEPÓSITO DE CADÁVERES
A la puerta del depósito de cadáveres de la ciudad,
Cuando me alejaba de la algazara de la multitud,
Me he detenido con curiosidad, pues traen el cadáver proscipto
de una pobre prostituta,
Lo depositan, nadie lo reclama, allí yace sobre el piso de húme-
dos ladrillos,
Mujer divina, su cuerpo, yo no contemplo sino su cuerpo,
Contemplo esa casa que albergó a la pasión y a la belleza;
del resto, nada me importa,
Ni el silencio, ni el frío, ni el agua que corre de las espitas, ni las
emanaciones morbíficas;
¡Solo esa casa –esa casa prodigiosa– esa casa frágil y perfecta –
esa ruina!
¡Esta casa inmortal vale más que todas las moradas del mundo!
Más que el Capitolio de blanca cúpula con su estatua majestuo-
sa, más que las viejas catedrales de altas torres,
Esta pequeña casa vale más que todas ellas –¡pobre casa
deshabitada!
Ruinas hermosas y terribles –morada de un alma– alma
ellas mismas,
Casa vitanda, nadie te reclama –acepta el aliento de mis la-
bios trémulos,
Acepta la lágrima que brota de mis ojos mientras me alejo pen-
sando en ti,
Casa muerta del amor –casa de locura y pecado, desmorona-
da, destruida,
Casa de la vida, no ha mucho parlera y reidora –pero, ¡ay! pobre
casa, muerta ya aun entonces,
Casa ataviada y bulliciosa durante meses, durante años – pero
muerta, muerta, muerta.

Rocinante 71
TRADUCCIÓN

«Un músculo que hay


que ejercitar»
Fragmentos de una entrevista con el
escritor y traductor Fabio Morábito

72 Rocinante
¿Te acercaste primero a la poesía o a la traducción?
Me acerqué primero a la traducción. Mi caso es un poco raro
porque yo traduzco de una lengua materna a no materna. Tra-
duzco del italiano al español, que no es mi lengua materna pero
quiero creer que se ha vuelto mi lengua materna. Y creo que ha
sido así en parte por la traducción; fue mi primera manera
de agarrar confianza con la lengua española. Hubo un perio-
do de mi vida en el que yo no sabía muy bien qué hacer; estaba
estudiando sociología, que no me interesaba mucho. Abandoné
la carrera y de pronto se me ocurrió traducir poetas italianos:
Ungaretti, Pavese, Saba, muy poco Montale (que se me hacía
muy difícil). Traducirlos al español fue mi manera de aga-
rrar confianza. El italiano todavía era mi lengua más fuerte;
ahora ya no.

Aunque te acercaste a la traducción de forma


autodidacta, sí tienes formación como traductor…
Fue posterior. Estudié en el Colegio de México. Debo decir
que ahí aprendí cosas mucho más interesantes, pero lo que me-
nos aprendí fue a traducir. Sí fue una formación autodidacta;
no dolorosa, pero sí problemática, porque cuando uno empieza
a traducir se enfrenta a un problema, para mí irresoluble, y es
que, en un sentido, la traducción es imposible. Ni siquiera la tra-
ducción de poesía sino la llana, como decir «Me gusta un perro».
Una frase tan simple pareciera que no daría problemas, pero
sí los hay porque se traduce culturalmente. No traducimos sólo
un idioma sino una cultura. Al principio te enfrentas con el he-
cho de que las palabras coinciden más o menos, pero uno siente
que el sentido no es el mismo y eso paraliza. Yo he notado
que algunos alumnos míos, en el curso que doy de traducción
en la Licenciatura de Lenguas y Literaturas Modernas (Letras
Italianas) de la UNAM, tienen todas las premisas técnicas para
ser buenos traductores; conocen bien el idioma de llegada y de
partida, pero hay algo, un problema metafísico, que los inquieta
tremendamente. Hay muchas personas que no pueden traducir
por eso: la conciencia de que la traducción es una traición los in-
hibe. Para traducir hay que aceptar que se traiciona.

Rocinante 73
TRADUCCIÓN

¿Qué te inspira a escribir un poema y qué


te empuja a traducir un poema?
Si no hay un encargo editorial de por medio, como en el caso
de Montale, traducir un poema es casi siempre porque te gus-
ta mucho ese poema y lo quieres masticar, apropiarte de él casi
orgánicamente. La mejor forma es traduciéndolo; es decir, rees-
cribiendo lo que ya fue escrito. Es una forma de entender algo
que no termina de entenderse en una simple lectura, para tratar
de captar aquello que uno siente que se le escapa.
No sé por qué uno escribe un poema. Los estímulos son mu-
chos: puede ser algo oído en la calle, una frase, algo leído,
o destellos, así de repente. Montale decía que él escribía los poe-
mas de golpe, cosa que a mí siempre me ha sorprendido porque
son poemas tan complejos, tan trabajados, que uno los pensa-
ría escritos después de muchas versiones. Él decía: «Lo que pasa
es que tengo los poemas incubados, sin saberlo yo mismo, mu-
cho tiempo, y de repente cuando escribo ya estaban casi hechos
en mi cabeza de un modo inconsciente». Ésa es una manera
de escribir poesía: uno está escribiendo todo el tiempo, se fija

74 Rocinante
y almacena cosas todo el tiempo, y de repente, a la hora de es-
cribir, sale todo eso que estaba guardado.

¿Qué sientes cuando lees un poema tuyo traducido a otro


idioma? ¿Es todavía tuyo o alguien se apropió de tu poema?
Es una sensación a la que uno tiene que acostumbrarse. Aho-
ra me están traduciendo al francés y he llegado a un acuerdo
con la traductora, que vive en México, de trabajar juntos des-
pués de una primera versión, porque a mí me interesa mucho
la musicalidad de la poesía. Lo primero que se pierde en la
traducción es justamente el elemento sonoro. Los traducto-
res tendemos a respetar el significado, temiendo no perderlo,
y muchas veces sacrificamos ritmo y musicalidad. Por ejem-
plo, Stefano Strazzabosco, que tradujo una antología mía al
italiano, hizo un muy buen trabajo con mis poemas. Apro-
vechando mi conocimiento, yo le hacía muchas sugerencias
de cambios, que eran invitaciones a que traicionara más el ori-
ginal, cosa que él no se hubiera permitido si yo no le hubiera
dado ese permiso a fin de que tuviera más libertad de trabajo
con la sonoridad.

Rocinante 75
TRADUCCIÓN

¿Eres de los que piensan que solo los


poetas pueden traducir poesía?
Hay una antología muy interesante de poesía italiana en la
que, por primera vez, he visto que se antologa a traductores
de poesía que no son poetas. Me parece un gesto muy interesan-
te. Son traductores a los que, por alguna razón, no les interesa
escribir su propia poesía pero son poetas al momento de tradu-
cir. No hay que pedirle a un traductor de poesía que te muestre
sus credenciales de poeta o sus libros de poesía.

¿A qué poeta te hubiera gustado traducir y aún no lo has hecho?


Tuve mis ínfulas dantescas. Empecé a traducir el primer
terceto de la Comedia y me fue imposible. Porque hay que to-
mar muchas decisiones al traducir a Dante. Yo no lo traduciría
con rima consonante: eso es limitar enormemente y no me sen-
tiría capaz, con esa prisión, de traducirlo bien. Haría una rima
libre, lo más sonora que se pudiese. Pero me gana mi ignoran-
cia filológica. Para traducir a Dante hay que documentarse,
consultar ediciones críticas; es un trabajo titánico al que habría

76 Rocinante
que dedicar demasiado tiempo. Sería maravilloso poder traducir
a Dante. Acaba de salir una traducción en Argentina de Jorge
Aulicino donde, curiosamente, no suele respetarse el endecasíla-
bo. Sí me ha impactado un poco el hecho de que el ritmo mismo
esté roto. Puede ser una apuesta interesante, alejarse incluso
del endecasílabo para obtener alguna ganancia en otro campo.

¿Qué consejos le puedes dar a un joven traductor?


La traducción es un músculo que hay que ejercitar. Después
de dos clases con mis alumnos ya sé la calificación que va a te-
ner cada uno de ellos. Con dos clases me doy cuenta quién
es muy bueno, quién no es tan bueno, quién es malo. Eso no va a
cambiar en un semestre, pero quizá sí en un año. Es una cosa
muy lenta, como escribir. Nadie puede escribir mejor en dos me-
ses. Es un trabajo muy lento y paciente. Mi curso es práctico:
no vemos nada de teoría de la traducción. La teoría de la traduc-
ción no sirve para nada a la hora de traducir. Mi único consejo
es seguir traduciendo y leer.

(De Periódico de poesía, de la UNAM)


Rocinante 77
COMENTARIO
COMENTARIO

Tocar los libros


El periodista madrileño Jesús Marchamalo
publica una nueva edición de su creación
más personal, un volumen que es un
elogio de la lectura y las bibliotecas,
un canto de admiración repleto de
anécdotas y de fotografías

L
■ Carlos Ferrer

La editorial española Cátedra ha publicado una nueva edi-


ción, corregida y aumentada, del volumen del escritor y perio-
dista Jesús Marchamalo (Madrid, 1960) Tocar los libros, un re-
corrido por diferentes bibliotecas, algunas perdidas y otras
quemadas, dedicatorias, volúmenes subrayados o anotados
por escritores conocidos, por ese único libro que nos llevaría-
mos a una isla desierta, a un largo viaje o que nos va a recon-
fortar una convalecencia. Lo que fue una conferencia se ha con-
vertido en un libro que va por la séptima edición desde 2004
(además de una edición chilena), con numerosas fotografías
en blanco y negro de bibliotecas de autores conocidos y de li-
bros dedicados.
Estructurado en cinco capítulos, con un prólogo del académi-
co y novelista Luis Mateo Díez, es una deliciosa reflexión entre
anécdotas, pinceladas de humor y frases como «los libros per-
miten ir desenterrando los restos de todos los naufragios» o «los
libros conforman un territorio común, son las fronteras declara-
das del país imaginario en el que nos movemos», que conforma
un todo de tono distendido y ameno, idóneo para los bibliópatas.

78 Rocinante
Marchamalo cifra en 40.000 vo-
lúmenes los que poseía Dámaso
Alonso, en 7.000 los que tenía José
Ángel Valente, en 12.000 los que
conservaba Azorín y en 10.000
los que atesoraba el italiano Leo-
nardo Sciascia; define a Gastón
Baquero como el «hombre libro,
el hombre biblioteca» por su ca-
pacidad para recordar detalles
de cualquiera de los libros leí-
dos (otra cuestión era localizarlos
en su desbordada biblioteca); pa-
rafrasea al «raro» de Houellebecq
cuando señala que «la maldi-
ción de los que no leen es que
deben conformarse con la vida»; menciona la pasión por los
escritores rusos de Sergio Pitol; califica de «anárquica y algo
destartalada» la biblioteca del poeta Francisco Brines, despa-
rramada por las habitaciones como la del filósofo Julián Marías
y la de José Emilio Pacheco; nos proporciona un consejo para
los libros de la fila de atrás de los estantes; apunta el capricho
de Vicente Aleixandre y Onetti por conservar novelas policiacas
y la debilidad de Pedro Salinas por los tratados de urbanidad;
señala el gusto por el olor a tinta de Luis Cernuda y Antonio
Lobo Antunes; defiende que las bibliotecas definan a sus dueños
puesto que «los libros hablan de nosotros»; reconoce su imposibi-
lidad para elegir un único libro que llevarse a una isla desierta;
indica que Mallarmé y Patrick Süskind eran lectores amnési-
cos que releían libros sin saber que ya los habían leído; explica
cómo se desprenden de los libros no deseados escritores como
Pérez-Reverte, Luis Landero y Javier Marías; y se entretiene
en el modo de ordenación de las bibliotecas de Félix de Azúa
(cronológica) y Lezama Lima (por editoriales) y en el funcio-
namiento de los silos robotizados del almacén de la Biblioteca
Nacional de España.
Como dijo Valéry Larbaud, la lectura es «el vicio sin casti-
go» y así es la lectura de este volumen, un «vicio» gozoso para
los amantes de los libros y los fetichistas.

Rocinante 79
COMENTARIO
COMENTARIO

Misterios de lo circular
La Universidad del Azuay publica un libro de
fotografía y poesía, obra de Juan Carlos Astudillo

T
■ Jorge Dávila Vázquez

Todo en El tiempo semejante, el poemario de Juan Carlos As-


tudillo Sarmiento, es un retornar hacia la hondura del paisaje,
del ser que forma un todo con la naturaleza, de la meditación in-
agotable, del pensamiento que parece un mar —de nubes, de si-
lencios, de corrientes cristalinas—, en incesante vaivén trascen-
dental, perenne.
Nuestro querido «Tuga» se siente unimismado con el paisaje,
que le ofrece los motivos para una hermosa colección de fotos,
en la que —con su delicado arte de fijación de imágenes— opta
audazmente por el blanco y negro. Esto nos lleva a pensar que
nunca habla directamente del entorno, por bello que pueda
ser, sino de la resonancia que este tiene en el interior del alma
humana; esos ecos milenarios que resuenan secretamente en
nuestro interior, aunque no todos estemos en capacidad de
percibirlos.

80 Rocinante
Por eso, el tiempo es semejante a sí mismo, a la mente y la
sensibilidad del hombre, del poeta, y particularmente de Astu-
dillo, en esa sutil relación en que entran el poeta, naturalmente,
y el todo: las vivencias, las percepciones del mundo y del yo,
la mujer, las hijas, los seres más próximos, los más amados,
aquellos en los que la enigmática tempestad de lo temporal,
tan pronto pasa como se detiene eternamente.
Una y otra vez, Astudillo reflexiona sobre ese fluir de los
tiempos, que tan pronto parecen ser históricos, míticos, ob-
jetivos —el día, la noche, el amanecer—, como subjetivos,
detenidos en la palabra, a la que le dan una especie de pátina
de eternidad.
La imagen visual y la palabra se hermanan a lo largo
del volumen, nos ponen reiteradamente ante un fenóme-
no de circularidad que nos abisma, enajena y libera, todo
simultáneamente.
La lectura más apropiada de este volumen de gran in-
tensidad lírica, es la simultánea, en que aproximamos —o
intentamos, al menos— llegar a la hondura de las reflexiones
poético-doctrinarias que salen del hondón del alma del poeta,
y nos remansamos en las emociones paisajísticas, tan profun-
das, tan llenas de indescifrables contenidos, tan sugerentes,
tan fuera de la noción común de las percepciones de lo real,
que parecen la materialización de aquello que alguien llamaba
los paisajes del alma.
Frente a este libro de enigmática belleza, nos sentimos arras-
trados por el torbellino de lo temporal y de lo eterno, porque
nada es lo que parece; vamos dando la razón al poeta, percibien-
do su semejanza perenne con el cosmos, con los otros, con el
todo, en la que nos envuelve como en una gran túnica de silen-
cios y voces internas, entrecortadas, mistéricas, hasta descubrir
el remolino de la imagen fotográfica final, en el que nos su-
mimos ya, definitivamente, abandonados a nuestro yo más
íntimo, ovillados en la transparencia de las visiones poéticas
y plásticas continuas, que en su incesante manifestación, cons-
tituyen una especie de gran alegoría de la historia, de la vida,
de las emociones y las circunstancias de todo aquello que forma
el gran mare magnum del ser y el estar de los humanos en el
mundo, en la palabra frágil y perpetua, en sí mismos, en su cie-
lo y su abismo permanentes.

Rocinante 81
COMENTARIO

Regreso de los astronautas


Una novela de Fabián Núñez

E
■ Bruno Sáenz A

Entre las características de la revista


Rocinante, hay una que llama a mi sim-
patía y me mueve a considerarme uno de
sus constantes colaboradores: no concede
exclusividad al nombre de moda ni a la obra maestra que encon-
tramos con demasiada facilidad entre nuestras afinidades elec-
tivas, sino que acoge las primicias y la lenta consolidación de los
jóvenes, y la singularidad de ciertas producciones que resbalan
de las laderas del «establecimiento» literario. Quiero, a tal propó-
sito, dedicar unas líneas a una novela poco común, que no será
recibida con necesaria y unánime complacencia, la utopía socia-
lista y didáctica de Fabián Núñez, El regreso de los astronautas.
La primera y más exterior de las características del libro
de Núñez es la selección del internet (vía Amazon) para su salida
a la luz, en versiones virtual y física. En el medio ecuatoria-
no, la opción virtual comienza a popularizarse, tanto por sus
ventajas de difusión como por su condición de alternativa a la im-
presión tradicional, entiendo que de mayor costo y de discutible
ventaja promocional. Al alcance a veces de plumas improvisa-
das, ofrece también un espacio al trabajo profesional. El regreso
de los astronautas incorpora un amplio bagaje informativo
(polémico, por cierto), la habilidad para esbozar un personaje dis-
cretamente, con pocos rasgos, eludiendo la tenacidad del lugar
común, y una labor ágil y aguda de trato del lenguaje, particu-
larmente en los pasajes fundamentalmente narrativos.
La trama es sencilla: tres astronautas, un ingeniero, una pe-
riodista y un sociólogo, profesiones representativas de su tiempo,
los tres de diferentes modos de pensar, regresan a una tierra
que es y no es la tierra, transformada por el tiempo y por una re-
volución-evolución igualitaria. Pudo seguir una novela de viaje

82 Rocinante
y de aprendizaje en la tradición del siglo XVIII, pero la importan-
te faz didáctica del texto se impone largamente y parece, al final,
dedicada más al lector que a los protagonistas, apenas capaces
de adaptarse a un escenario irreconocible, ya ajeno a las luchas
ideológicas y sociales y a los desastres naturales propiciados
por la irresponsabilidad de las naciones. Percibo una paradoja:
esa enseñanza, que abarca hechos y perspectivas, juicios y discu-
siones, y quiere dirigirse a un público numeroso, puede dificultar
el acceso a la lectura del libro voluntariamente distanciado de la
literatura de entretenimiento y anticipación.
Una característica que hace singular a la novela de Fabián
Núñez es la ausencia de antecedentes en las letras del país.
La condena sin atenuantes del capitalismo (que el autor extien-
de a toda la llamada civilización occidental. Halemos un poquito,
para incluirla, de la Rusia soviética), desemboca, lo he ano-
tado ya, en la utopía, una utopía marxista acaso heterodoxa,
la de una sociedad colectivista que funciona por la equiparación
intercambiable de las unidades humanas y por la gran deci-
sión de una mente colectiva. Veo una segunda paradoja: Fabián
se enorgullece de su estilo personal, de su capacidad de disen-
tir… ¿Le satisfaría realmente una humanidad ya no igualada
por sus derechos y sus responsabilidades, sino por una exaltada
uniformidad? ¿Proviene este aspecto de una exigencia de la fic-
ción? El texto no siempre resalta la pregonada identidad. Surgen
las disensiones, muy humanas, entre los habitantes del planeta
y el tiempo renovados, ciudadanos del universo por encima de un
encarcelamiento planetario, acerca del tratamiento que merecen
o al menos requieren los recuperados y primitivos astronautas.
Prefiero insistir, dejando de lado las eventuales controversias
acerca de la eficacia de esta combinación de ficción y didáctica,
en la singularidad de una utopía socialista que no se había dado,
en mi conocimiento, entre nosotros. No se trata de una protesta,
de una denuncia —existe, pero considerada en retrospectiva—.
Se aproxima a un logro que, de pronto, deja de ser lejano. Sos-
pecho que el autor, por un momento, suspende la realidad para
dar espacio a sus deseos, para decir lo que antes no había dicho
sino parcialmente. Escribe «su» libro, objetiva su intimidad, escul-
pe sus deseos. Para el hombre de pluma, es también una manera
de llevar a la práctica un proyecto vital.

Rocinante 83
HOMENAJE

Gabo y Gaba
■ Alfonso Gumucio

E
El pasado 15 de agosto falleció en México la Gaba, Mercedes
Barcha, la compañera de uno de los escritores más queridos
de América Latina. Digo bien «querido» porque, más allá de su
obra enorme, Gabo era, como Julio Cortázar, uno de esos seres
humanos de los que uno se enamora instantáneamente.
Cada quien tiene su Gabo, hay uno para todos, nos permite
apropiarnos de él, tanto de su obra como del personaje. Y quiero
hablar también de la Gaba, que fue según el propio Gabo lo más
importante que le pasó en la vida: Mercedes Barcha, la mujer
sin la cual García Márquez no sería lo que fue ni como persona
ni en la literatura.
En una carta de 1950 que Gabo escribió a su amigo Francisco
Padilla antes de casarse con Mercedes Barcha, estaba este her-
moso párrafo: «La tengo aquí, atravesada como un venablo en la
bomba circulatoria, en una terrible cosa entre tiempo y espacio,
viento y marea, que no sé si sea amor o muerte. De todos modos,
es algo tan tenebroso que no habrá más remedio que disolverlo
en una buena pócima matrimonial, con cucharaditas suminis-
tradas tres veces al día, hasta la hora de la muerte, amén».
Me remonto a la década de 1960, cuando éramos jóve-
nes con pretensiones de escribir, ávidos lectores en cualquier
caso, todavía no deformados por la televisión que iba a apare-
cer recién en Bolivia a fines de esa década. Esperábamos como
una revelación mística cada obra de los escritores del «boom»
de la literatura latinoamericana. Cada libro nuevo de Gar-
cía Márquez, de Cortázar, de Carlos Fuentes y de Vargas Llosa
lo adquiríamos y lo compartíamos con algarabía, pero tam-
bién las novelas y los cuentos de Guimarães Rosa, de Alejo
Carpentier, y otros que aprendimos a querer como si fueran her-
manos mayores.

84 Rocinante
Cuando en 1967 se produjo la explosión deslumbrante de Cien
años de soledad, sus chipas nos llovieron como un regalo
de los dioses. Sentimos tanta alegría estética y entusiasmo lite-
rario como el que habíamos sentido cuando cuatro año antes,
en 1963, nos llegó Rayuela, de Julio Cortázar, una obra que no
tenía comparación con ninguna otra en la literatura latinoame-
ricana. Teníamos la primera edición (las mías desaparecieron
entre exilios y asaltos) de esas grandes obras que nos deleitaban
y nos desafiaban.
A Gabo lo vi varias veces en Cuba, casi siempre en diciembre
cuando aparecía con o sin Fidel en las actividades desarro-
lladas alrededor del Festival Internacional del Nuevo Cine
Latinoamericano de La Habana. Muy pocas de esas muchas
veces tuve oportunidad de saludarlo, aunque cuando lo hice
siempre se mostró amable y cordial. Una de sus últimas apari-
ciones públicas fue la noche que se inauguró el Museo Soumaya,
un evento al que solamente se podía entrar con invitación. Allí
estuvo Gabo con Mercedes, junto Larry King y cerca del anfi-
trión y dueño del museo, Carlos Slim. 
La última vez que vi a Gabo fue con Gaba, y eso me pare-
ce importante decirlo. Gaba me invitó a su casa en el No. 144 de
la calle Fuego en el Pedregal de San Ángel, una calle estrecha,
larga y tranquila a pesar de encontrarse a espaldas muy cer-
ca del Estadio Olímpico de la Ciudad Universitaria de la UNAM.
Era una mañana soleada a fines de enero de 2013, que compar-
timos con Jaime Muñoz Baena, amigo de Gabo y Gaba. No era
la primera vez que visitaba a Mercedes, pero en las anterio-
res Gabo no se había dejado ver. Luego de conversar con Jaime
y Mercedes, apareció Gabo, que acababa de desayunar, y se
sentó junto a nosotros luego de preguntarme de dónde era yo.
No olvidaré lo que me dijo cuando le comenté que era boliviano:
«Aahh, menos mal». Nunca supe qué quiso decir con eso.

Rocinante 85
HOMENAJE

25 de septiembre de 1828
Manuela Sáenz salva la vida
de Simón Bolívar
S Serían acaso las doce cuando me despertó el ladrido de los
perros del Libertador. Luego escuché un ruido extraño que pro-
cedía de la entrada del palacio. Me refregué la cara que aún
me dolía, y me levanté a ver lo que ocurría. Desperté a Bolívar,
quien inmediatamente saltó fuera de la cama para alcanzar
su espada y una de sus pistolas, y se acercó a la puerta con in-
tención de abrirla. Me interpuse en el camino, diciéndole que no
cometiera tamaña insensatez.
—Vístase rápido, no puede salir así —le dije murmuran-
do. Así lo verificó con suma rapidez y serenidad. No teniendo
sus botas a mano, debido a que las habían mandado limpiar,
le hice poner mis zapatos, pues yo los había llevado dobles
a causa de la lluvia.

86 Rocinante
—Bravo, vaya, pues ya estoy vestido; ¿y ahora qué hacemos?
¿Hacernos fuertes? —dijo el Libertador avanzando nuevamente
hacia la puerta para salir.
—Espere un momento —lo detuve—. ¿No recuerda que alguna
vez dijo a Pepe París que esa ventana era buena para un es-
cape? Pues allí está —continué, mientras en esos momentos
se escucharon dos disparos en el patio, seguidos por los gritos
de «¡Muera el tirano!».
—Tienes toda la razón —dijo tomando una de sus espadas y su
pistola, acercándose luego a la ventana para abrirla. Me ade-
lanté a él para ver que nadie pasara. Por allí apareció José
Palacios, que nos miró desde la calle.
—Ahora es cuando —le dije el instante en que se encaramó
a la ventana. Me miró con incertidumbre y, dándose media vuel-
ta, se arrojó.
(…) Más tarde, al encontrarnos a solas, Bolívar ya un poco
más calmado, me estrechó entre sus brazos.
—Manuela, ¿te das cuenta? Has salvado mi vida. ¡Eres
la libertadora del Libertador! Si no hubiera sido por ti, en este
momento yo ya no existiría. ¡Eres la libertadora del Libertador!
—dijo de manera pausada, como queriendo que yo comprendiera
perfectamente cada palabra que pronunciaba.

(Fragmento del episodio del 25 de septiembre.


Novela Manuela, de Luis Zúñiga).

El Centro Ecuatoriano para la Promoción y Acción de la


Mujer (CEPAM) presentó una propuesta formal al Concejo Mu-
nicipal del Distrito Metropolitano de Quito para que, mediante
una resolución municipal, la fecha del 25 de septiembre sea de-
clarada como el «día de Manuela Sáenz», en reconocimiento
del valor histórico de la mujer ecuatoriana y el símbolo de liber-
tad que representa la patriota quiteña.

Rocinante 87
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