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Escritura y
confinamiento
2 Rocinante
Dolor de vivir
Frecuentemente hallé el dolor: vivir
era el riochuelo estertoroso, agónico;
la llama retorciéndose en la pira;
el cabello en la ruta, inútil, roto.
Placer no conocí. Sólo el milagro
que obra la divina indiferencia:
la estatua erguida entre la somnolencia
tórrida, con la nube y el milano.
Rocinante 3
6
• Libros y confinamiento
22
• Vladimiro Rivas y una
novela de formación
Rocinante No. 143
septiembre 2020
30
• Benedetti, centenario
Contenido
39
• Patrick Modiano,
recomendado
46 Portada:
Protesta (1983),
• Perderle el miedo al de Rufino Tamayo
lenguaje inclusivo
60
• El panorama de las
librerías locales
•ROCINANTE es una publicación de la Campaña Nacional Eugenio Espejo por el Libro y la Lectura, que es una iniciativa ciudadana que
busca mejorar el comportamiento lector de los ecuatorianos. No recibe fondos públicos y se maneja mediante la autogestión y a través de
la asociación con diversas entidades. Sus líneas básicas de acción son la edición y distribución masiva de libros, la capacitación a media-
dores de lectura, la difusión de la literatura nacional en el extranjero y la reflexión teórica sobre el tema de la lectura. • FOTOS: PXhere.com
Buscadores, etc •DIRECCIÓN GENERAL: Iván Égüez. •EDICIÓN: Andrés Cadena. •DISEÑO ORIGINAL: Agustín Montúfar Égüez. DISEÑO
Y DIAGRAMACIÓN: Juan Fernando Villacís © CORPORACIÓN EUGENIO ESPEJO POR EL LIBRO Y LA CULTURA. El Heraldo 244 y Juan de
Alcántara. Teléfono: 243 2980. •DERECHOS RESERVADOS.
Al mal tiempo
buena cara
El tema principal de este número trae al-
gunos ejemplos de esa azarosa relación
entre escritura y confinamiento, ya sea
éste como tema o como causa.
También recordamos a dos escrito-
res que obtuvieron el Premio Nobel,
el italiano Eugenio Montale y el
francés Patrick Modiano, actuales
huéspedes de los anaqueles de la
Iván Égüez
director@revistarocinante.com librería Rocinante.
Andrés Cadena Celebramos el centenario
andresecu29@hotmail.com del nacimiento de Mario Bene-
detti y ofrecemos a nuestros
lectores un cuento de tema
irremediable en nuestra coti-
dianidad: el fútbol. De igual
manera nos sumamos al jubileo
de John Dos Passos, un clásico
estadounidense.
Para los suscriptores de la
revistarocinante.com Campaña de Lectura entregamos
las novelas primigenias de dos
info@revistarocinante.com
autores ecuatorianos, Vladimiro
Rivas y Raúl Vallejo.
Textos de:
Una entrevista a Borges,
Cristina Burneo, Carlos Ferrer, Bruno
Sáenz A., Jorge Dávila Vázquez, Alfonso con motivo de cumplirse en setiem-
Gumucio, Andrés Cadena bre el Día de la traducción; varios
artículos, uno de Cristina Burneo,
sobre las inclusiones, evasiones, alu-
siones y discriminaciones del lenguaje
con relación al género; así como noticias
bibliográficas y opiniones de los libreros
en tiempo de pandemia.
Septiembre, un mes especial, el de «la noche
septembrina» de Manuela Sáenz. De eso se habla
en Manuela, la novela de Luis Zúñiga, publicada
por la Campaña de Lectura Eugenio Espejo.
(ié)
Rocinante 5
ESPECIAL
6 Rocinante
escritos en secreto, cartas desde la cárcel, personajes
refugiados, familias enteras encerradas o funciona-
rios desterrados al fin del mundo… A continuación,
algunas obras literarias (varias, muy conoci-
das) que nos hablan desde y sobre la reclusión,
el retraimiento forzado o la soledad como condi-
ción vital.
Alguien decía que la lectura es la comunica-
ción entre dos soledades, y en estos días quizás
se convierta en la manera de permear el escudo
de la cuarentena.
Rocinante 7
ESPECIAL
8 Rocinante
Robinson Crusoe, de
Daniel Defoe
El aislamiento ejemplar
Robinson Crusoe, escrita por el
inglés Daniel Defoe, es una de las
obras más famosas de la literatura
del siglo XVIII. Es la autobiogra-
fía ficticia de un náufrago inglés,
y para muchos se trata de la nove-
la de aventuras por antonomasia.
Robinson Crusoe es un jovén in-
glés del siglo XVII, que forma parte
de una familia acomodada económicamente. Sin embargo, su ca-
rácter le lleva a evitar la formalidad y a desear surcar los mares
en busca de aventuras.
Finalmente termina cumpliendo su deseo, pero la mala
suerte le acompaña y el navío termina naufragando por cul-
pa de una gran tormenta. Cuando por fin consigue regresar,
persiste en su intención de ser marinero, y consigue realizar
viajes exitosos. Tras muchas nuevas peripecias, su mala suerte
le vuelve a acompañar, ya que termina naufragando de nuevo,
esta vez como único superviviente del accidente. Ahí comien-
za el mayor calvario de su vida. En la isla necesita sobrevivir,
buscar refugio, alimento, agua… pero se trata de un lugar tre-
mendamente hostil. Con mucho esfuerzo y tanto ingenio como
dificultades, consigue construir una casa, criar ganado, cultivar
plantaciones, domestica a un loro como su mascota…
Para que la locura no se apodere de él, decide realizar ciertas
actividades como ir haciendo marcas en un árbol para con-
tar los días, y lo pasa tan mal que hasta tiene que recuperarse
de una grave enfermedad que lo asola en medio de la isla. Ter-
mina finalmente por encomendarse a la Biblia, la que comienza
a leer y a entender como su salvación, en cierto sentido.
Seis años después, todavía en la isla, descubre la presencia
de caníbales, lo que despierta sus mayores temores hasta el mo-
mento. Llega a rescatar a una víctima de estos caníbales, a la
que bautiza como Viernes y lo convierte en esclavo, enseñándole
Rocinante 9
ESPECIAL
En la colonia penitenciaria,
de Franz Kafka
La condena como condición
En su muy conocido relato La me-
tamorfosis, Kafka cuenta sobre
Gregor Samsa, quien una maña-
na se despierta convertido en un
enorme insecto. Enfrentado a las in-
éditas dificultades de su condición,
y al desagrado que despierta en su
familia y quienes lo rodean, Gre-
gor no abandonará nunca más su
cuarto, y su existencia tendrá la forma de una lenta y pavorosa
deshumanización.
En la amplia obra del escritor alemán de origen checo, varias
son las preocupaciones centrales que, como obsesiones, marca-
rán trágicamente el destino de sus personajes. Una de ellas es el
peso de la culpa, y el castigo por parte de una ley inapelable
pero, sobre todo, incomprensible para los seres humanos.
En otra de sus obras muy conocidas, En la colonia pe-
nitenciaria, un extranjero visita un reclusorio en donde
los funcionarios implementan una máquina que opera agu-
jas sobre el cuerpo de los sentenciados, sin necesidad de juicios
ni leyes. Solo cuando el terrible mecanismo termina de escribir
10 Rocinante
sobre los desdichados cuerpos, podrán estos entender la dimen-
sión de su condena.
La obra de Kafka es un hito en el siglo XX que removió las
concepciones sobre la literatura, la sociedad y soledad humanas.
Rocinante 11
ESPECIAL
12 Rocinante
amistad, cómo se aprovechó de él. En fin, chascarrillos de un
hombre despechado que se desnuda para ofrecernos su ver-
sión más natural, la del hombre que tenía en mayor estima
el arte como modo de vida. Es más, en esta obra, Wilde se con-
vierte en el representante de su propio drama. La elegancia
lingüística, la mordaz crítica de la sociedad inglesa y su modo
de observar y entender la belleza discurren por un libro de lec-
tura intensa. Intensa en el sentido de las emociones que en
uno provocan. Tristeza, desolación, empatía hacia un hombre
doliente. Amistad, cariño y afecto hacia su arte, que no es sino
él mismo. (Jonathan Mayorga)
El lobo estepario, de
Hermann Hesse
Aprender a ser ermitaño
Rocinante 13
ESPECIAL
El beso de la mujer
araña, de Manuel Puig
Las diferentes caras de la persecución
Una cárcel, dos convivientes:
un homosexual y un militante re-
volucionario; y un Estado que se
organiza en torno al disciplina-
miento ideológico de los cuerpos.
Un Estado capitalista que practica
el castigo disciplinario para aplacar
la disidencia y fortalecer un discur-
so y una política de clase. Quienes
14 Rocinante
Fotograma de la película El beso de la mujer araña, de Héctor Babenco
Rocinante 15
ESPECIAL
16 Rocinante
Fotograma de la película Zama, de Lucrecia Martel
Rocinante 17
ESPECIAL
18 Rocinante
meta pala y pala, y se predisponen a sobrevivir escondidos
en medio de los temblores de la tierra por los bombazos. El ba-
rro y la nieve se pegan al cuerpo, el miedo rodea.
Por momentos, la novela toma el extraño tono de una «pica-
resca de guerra». Un soldado santiagueño habla del «pichi»,
una mulita que cava fosas en la tierra para esconderse y que
se puede cazar. Ahí, surge el nombre con el que se identificará
el grupo.
No hay debates ideológicos, ni discursos grandilocuentes.
Sí, en el grupo de hombres se extraña a «la vieja», hay ganas
de «culear», se relatan anécdotas, largas conversaciones para
pasar el tiempo y hasta apreciaciones sobre el olor de una oveja
que acaba de volar al pisar una mina.
Una cadena de mandos se organiza naturalmente, un orden
para la superviviencia. Algunos salen por la noche a conse-
guir suministros dejados en el campo de batalla; otros, «los
dormidos», quedan en la retaguardia de la organización espon-
tánea. Ninguno espera ganar la guerra ni se pregunta ya por
qué está ahí. Apenas quieren subsistir, zafar de las enfermeda-
des o de ser descubiertos, resguardarse como se puede del clima
helado. Cada tanto, hay negociaciones con soldados británi-
cos para canjear información por alimentos. También escasean
los cigarrillos. El hambre, el odio hacia los generales que viven
otra realidad, la necesidad de que todo termine. Ya. (Clarín)
Rocinante 19
ESPECIAL
20 Rocinante
Hombres sin tiempo, de
Alfredo Pareja Diezcanseco
El mundo del panóptico
Alfredo Pareja
Rocinante 21
LECTURAS
LECTURASDEL
DELMES
MES
E l legado
del tigre
Era pelirrojo, flaco, pálido,
de ojos verdes, profundos
y resentidos como jaula de tigre, ceji-
junto y de tez manchada. Nos detenía-
ENTE
AR
CU
NA
22 Rocinante
una visión de colectividad en- diferentes versiones de la or-
tre los personajes, no solo fandad. El padre de Samuel,
relacionados en un mismo chofer de los Guarderas, des-
medio, sino cada uno, a su aparece en una ascensión al
manera, en un mismo uni- Chimborazo; el Cuña vive a la
verso de preocupaciones: sombra del autoritario Coro-
la juventud. nel; Angélica no es escuchada
Los personajes confor- por su padre, quien no recono-
man una metáfora de ese ce ni acepta los deseos de ella
país como cúmulo de dispu- con relación a Román; Guar-
tas y divergencias; en donde, deras busca en la filosofía
pese a todo, y siempre atra- una especie de teleología que
vesado por el dolor, quizás recaba en la nada; el Mono
sea posible encontrar un cier- encuentra un sentido de vida
to lugar propio. Un lugar tras participar en una celebra-
lleno de contradicciones, como ción indígena en Cotacachi, y
la presencia del Tigre en el decide quedarse ahí…
colegio aristocrático gracias Así, la novela de for-
a una beca que ha gestiona- mación de Rivas Iturralde
do su padre; de modo que su se centra en especial en ese
participación en el grupo esta- conflicto con la paternidad,
rá marcada por la curiosidad, con la idea de legado y con
pero también por cierto res- los traumas fundantes de los
quemor, desprecio o desafío. personajes. Aquello alcan-
Otra de las tensiones socioe- za dimensiones colectivas
conómicas se siente cuando cuando los amigos se aden-
el Cuña, de pequeño, se hace tran en la ciudad nocturna
amigo cercano de Eduar- en busca de un prostíbulo y en
do, y el Coronel ve con malos cierto momento su aventura
ojos que su hijo contravenga parece que terminará en zozo-
las estructuras sociales al inti- bra: esa construcción de una
mar como iguales con alguien sexualidad a ciegas, aparen-
a quien él considera infe- temente impuesta, los vuelve
rior; por ello intentará cortar a todos más solitarios, aun-
de raíz esa relación entre que se encuentren en grupo.
los niños, abriendo una heri- En otro momento, una mani-
da que luego su hijo resentirá festación universitaria en la
a lo largo de su juventud. que participan los persona-
Los personajes de El legado jes se sale de las manos y les
del Tigre están signados por cambiará la vida. El conflicto
Rocinante 23
LECTURAS DEL MES
24 Rocinante
legado del Tigre en diálo- acción, plástica en sus des-
go con la otra novela breve cripciones y de remarcables
del autor, La caída y la no- momentos poéticos, para con-
che, que aborda el tema de la ducirnos a una resignificación
paternidad como un proceso de esos lazos que nos fundan
igualmente desestabilizador, y que constituyen nuestras ca-
oscuro e incierto. En ambos rencias, deseos y búsquedas
casos, Vladimiro Rivas se sir- vitales.
ve de una prosa ajustada a la
Rocinante 25
LECTURAS DEL MES
A
CAMPAÑA DE LECTURA
coso
El Heraldo 224 y Juan de Alcántara
Teléfono: 243 2980
www.campañadelectura.com
textual
Raúl Vallejo
info@revistarocinante.com
CASA ÉGÜEZ
Juan Larrea y Río de Janeiro
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www.casaeguez.com ¿Me atreveré en algún
centrocultural@casaeguez.com
momento a anunciar mis muertes, po-
ner a prueba el valor de la palabra y re-
Revista colectar mi ser ambiguo, desperdigado
en piezas? O, ¿seguiré, rompecabezas
©Rocinante, Ismael Olabarrieta
www.revistarocinante.com
recién desempacado, complaciendo los
distintos y desesperados anhelos de los
diversos seres al otro lado de la pantalla?
Revista
www.revistababieca.com
Raúl Vallejo
www.libreriarocinante.com
Acoso textual
Acoso textual
Una novela de Raúl Vallejo sobre la identidad
y la soledad en un mundo tecnificado
R
Raúl Vallejo publicaba de personas, de distintas nacio-
en 1999 su primera novela, nalidades, edades e intereses.
Acoso textual, cuando el uni- Tras cinco libros de cuen-
verso del internet y las co- to, Vallejo incursionaba
municaciones electrónicas en la narrativa de mayor
ya prometían un auge que es- aliento con esta nouvelle,
taba empezando a despegar. pero mantenía el recurso
En medio de esas expectativas de la fragmentación eficaz
e incertidumbres, Vallejo pro- y contundente: Acoso textual
ponía la historia de un perso- es básicamente una nove-
naje dividido (o multiplicado) la epistolar descentrada, pues
en seis versiones diferentes, mientras más avanzamos en el
a las que tenemos acceso me- texto y en las cartas virtuales
diante su correspondencia que el personaje protagónico
de e-mails con igual número intercambia con sus distintos
26 Rocinante
interlocutores, lo conoce- gastronomía que comparte su
mos menos. O, visto de otro pasión con <pozole>, un sibari-
modo, nos adentramos cada ta mexicano.
vez más en la hondura de esa La obra avanza sin que
incerteza que es el signo varios sucesos se vayan en-
de su existencia. tramando para formar una
En el ámbito de los nickna- historia, sino simplemente los
mes con que se escudan los distintos personajes se dejan
internautas, <banano> es el conocer por sus propias pa-
apelativo que cobija a seis per- labras, y lo que muestran de
sonalidades distintas y que cada uno/a es en sí mismo un
funciona de irónico hilo con- relato visto de refilón. Vale
ductor de la novela, ya que no mencionar la dificultad que im-
se nos presenta como una in- plica construir a los personajes
dividualidad que podamos por el sutil medio de su lengua-
conocer. Al contrario, en esa je, sus ideas, sus expresiones;
multiplicidad que anhela rela- algo imposible de lograr sin
cionarse con otros (de ahí su una atención minuciosa a los
devoción por los intercambios detalles y una afinada utiliza-
de correo), <banano> puede ción de la elipsis: en las cartas,
ser un estudiante periodismo queda mucha información por
que conversa con <enquirer>, fuera, que el lector deberá ir
ama de casa latina radicada infiriendo. El giro propues-
en Texas; o puede ser un jo- to por Vallejo es que conforme
ven seductor que enamora a más leamos las misivas de
<azucena>, una barcelonesa en <banano>, más de esa figura
el clímax de su búsqueda de protagónica sea la elidida, la
aventuras; o se presenta como dejada por fuera.
una estudiante de ciencias po- Varios de los personajes
líticas que se relaciona con el en relación en esta novela
empresario argentino <nos- breve orbitan los ámbitos in-
talgico>; o es una activista del telectuales, de reflexión sobre
feminismo y en contra de la la realidad social, de profundos
censura que debate con su co- conocimientos culturales (in-
lega <sabrina>; o se convierte cluyendo la cultura más pop),
en una intelectual que depar- de modo que gran parte de los
te sobre varios temas sociales intercambios también exponen
con <bicho>, un profesor de ideas, ideologías y reflexiones
Stanford; o es un amante de la de un momento de la historia
Rocinante 27
LECTURAS DEL MES
Raúl Vallejo
28 Rocinante
«En las obras narrativas, perdiendo sus conexiones
la amplitud del mundo tiene de carnal y directa huma-
espacio de significación, y el nidad, y se encierra cada
más agudo problema indivi- vez más en sus confortables
dual encuentra sus lazos con el pero plásticas burbujas de exis-
marco social en el que se en- tencia. Esta clase de persona
cierran sus angustias. Por eso, está en el centro de Acoso tex-
el ser humano de hoy, partícu- tual, probados los sucedáneos
la en una sociedad tecnificada, de relaciones humanas que ha
que ha acrecentado los medios tenido, opta por cortar esos
de comunicarse por comple- seudo vínculos para buscarse
jas vías electrónicas, ha ido a sí misma».
Amor y soledad
La crítica Alicia Ortega ha reflexionado sobre
la novela:
Definitivamente, un eje central de la novela, en tér-
minos de sentido, es el motivo de la soledad, la soledad
como condición natural del ser humano. Casi podríamos
afirmar que el tema de la soledad articula el univer-
so narrativo de Raúl Vallejo. «Enfrentados a la muerte,
toda ilusión de complementariedad se convierte en breve
interludio ya pasado y la orfandad aparece erguida y dis-
puesta a enrostrarnos nuestra propia finitud inédita».
La ficción de la palabra devela por un momento la ilu-
sión de plenitud, de vida compartida, de esperanza
gozosa, «esa necesidad de creer que la palabra des-
parramada tendrá algún valor cuando sea recogida».
Acoso textual en cierto sentido es también una nove-
la de amor; amor virtual, amor imaginario. En suma,
el amor que enfrenta a los seres finalmente consigo mis-
mos, con sus propios relatos inventados para seducir
al otro, con sus propias palabras que le devuelven la rea-
lidad vacía. «El ser humano es un manojo sorprendente
de soledades y pérdidas amorosas», concluye <banano>
en alguna reflexión.
Rocinante 29
CENTENARIO
Mario Benedetti,
montevideano(s)
El autor uruguayo nació el 14 de septiembre de 1920 y escri-
bió una extensa obra que abarca la crítica literaria, la poesía,
el ensayo y la narrativa. Esta variedad de registros, a la que hay
que añadir la creación de letras para canciones, presenta,
sin embargo, una gran unidad y una coherencia vertebradas
por la vocación «comunicante» de sus escritos, término con el
que algunos críticos han definido el interés del escritor por esta-
blecer un diálogo y, al mismo tiempo, cierta complicidad con el
lector a través de sus obras, confiriéndole un estilo inconfundi-
ble. Aquí consignamos algunos de sus libros más conocidos.
30 Rocinante
Montevideanos (1959)
Fue la primera obra narrativa de Mario
Benedetti que obtuvo un amplio reconoci-
miento por parte del público y la crítica.
Estos cuentos son la expresión de la vida
gris y el tiempo vacío de los habitantes
de clase media de la capital uruguaya.
El país ha dejado de ser «la Suiza de Amé-
rica» o la «Tacita de Plata», mitos de la
bonanza económica de otras épocas. Bene-
detti instala su mirada crítica y humorística: sin los monólogos
interiores de Joyce, pero con extraordinarios «monólogos ex-
teriores» donde charlatanes, pícaros, borrachines, hipócritas
e inolvidables personajes provocan una sonrisa de ternu-
ra cómplice.
Rocinante 31
CENTENARIO
La tregua (1960)
Novela emblemática de los 60, que sigue
siendo un testimonio psicológico y social
conmovedor, es la obra de Mario Benedetti
que ha alcanzado mayor éxito de público. Está
escrita en forma de entradas en el diario per-
sonal del protagonista, Martín Santomé. En él
relata un período de su vida como un emplea-
do viudo, cercano a jubilarse, y la aparición
de una relación amorosa. La acción se desa-
rrolla en la ciudad uruguaya de Montevideo, del 11 de febrero
de 1958 a el 28 de febrero de 1959. Santomé es un viudo a pun-
to de jubilarse. La relación con sus tres hijos ya mayores no es
muy buena, a causa de su obsesión por el trabajo. Martín co-
mienza un romance con Laura Avellaneda, una joven de 24
años que entra a trabajar en la misma empresa. La cotidiani-
dad gris y rutinaria, marcada por la frustración y la ausencia
de perspectivas de la clase media urbana, impregna las pági-
nas de esta novela en forma de un diario personal, un registro
que para el protagonista significa una tregua en medio
de su desencanto.
(De www.hispanoteca.eu)
32 Rocinante
CUENTO
Puntero izquierdo
■ Mario Benedetti
Rocinante 33
CUENTO
34 Rocinante
el asunto es grave y el coso supo con quién trataba. Me miró
que parecía una lupa y yo le aguanté a pie firme y le repetí
que el asunto es grave. Ahí no tuvo más remedio que reírse y me
hizo una bruta guiñada y que era una barbaridad que una
inteligencia como yo trabajase a lo bestia en esa fábrica. Yo
pensé te clavaste la foja y le hice una entradita sobre Urrutia
y el Ente Autónomo. Después, para ponerlo nervioso, le dije
que uno también tiene su condición social. Pero el hombre se dio
cuenta que yo estaba blando y desembuchó las cifras. Graso
error. Allí nomás le saqué sesenta. El reglamento era éste: todos
sabían que yo era el hombre-gol, así que los pases vendrían a mí
como un solo hombre. Yo tenía que eludir a dos o tres y tirar
apenas desviado o pegar en la tierra y mandarme la parte de la
bronca. El coso decía que nadie se iba a dar cuenta que yo corría
pa los italianos. Dijo que también iban a tocar a Murias, porque
era un tipo macanudo y no lo tomaba a mal. Le pregunté
solapadamente si también Murias iba a entrar en Talleres y me
contestó que no, que ese puesto era diametralmente mío. Pero
después, en la cancha, lo de Murias fue una vergüenza. El pardo
no disimuló ni medio; se tiraba como una mula y siempre lo
dejaban en el suelo. A los veintiocho minutos ya lo habían
expulsado porque en un escrimaye le dio al entreala de ellos
un codazo en el hígado. Yo veía de lejos tirándose de palo a palo
al meyado Valverde, que es de esos idiotas que rechazan muy
pitucos cualquier oferta como la gente, y te juro por la vieja
que es un amater de órdago, porque hasta la mujer, que es
una milonguita, le mete cuernos en todo sector. Pero la cosa
es que el meyado se rompía y se le tiraba a los pies nada menos
que a Bademian, ese armenio con patada de burro que hace tres
años casi mata de un tiro libre al golero del Cardona. Y pasa
que te contagiás y sentís algo adentro y empezás a eludir y
seguís haciendo dribles en la línea del córner como cualquier
mandrake y no puede ser que con dos hombres de menos
(porque al Tito también lo echaron, pero por bruto) nos
perdiéramos el ascenso. Dos o tres veces me la dejé quitar pero
¿sabés? me daba un calor bárbaro porque el jalva que me
marcaba era más malo que tomar agua sudando y los otros iban
a pensar que yo había disminuido mi estándar de juego. Allí
Rocinante 35
CUENTO
36 Rocinante
cero y los muchachos me llevaron en andas porque había hecho
el gol de la victoria y además iba a la cabeza en la tabla de los
escores. Los periodistas escribieron que mi gol, ese magnífico
puntillazo, había dado el más rotundo mentís a los infames
rumores circulantes. Yo ni siquiera me di la ducha porque
quería contarle a la vieja que ascendíamos a Intermedia. Así que
salí todo sudado, con la camiseta que era un mar de lágrimas,
en dirección al primer teléfono. Pero allí nomás me agarraron
del brazo y por el movado de oro le di la cana a la bruta manaza
de don Amílcar. Te juro que creía que me iba a felicitar por el
triunfo, pero está clavado que esos tipos no saben perderla. Todo
el partido me la paso chingándola y tirando desviado o sea
hipotecando mis prestigios, y eso no vale nada. Después me
viene el sarampión y hago un gol de apuro y eso está mal. Pero
¿y lo otro? Para mí había cumplido con los sesenta que le había
Rocinante 37
CUENTO
38 Rocinante
RECOMENDADO
Rocinante 39
RECOMENDADO
40 Rocinante
su equivalente en la música. las mismas frases me han lle-
Siempre he pensado que la vado a regresar una y otra
escritura está cerca de la mú- vez, hacia el terreno de un
sica, pero en un estado mucho tapiz que se ha tejido en me-
menos puro. Yo siempre he en- dio del sopor. he escrito medio
vidiado a los músicos, pues dormido, o soñando despier-
parecen practicar un arte su- to. Un novelista es a menudo
perior a la novela —y a los un sonámbulo, de lo com-
poetas, que están más cerca penetrado que está con lo
de los músicos que los novelis- que tiene que escribir. Se teme
tas—. Empecé a escribir poesía que lo atropellen cuando cruza
en mi niñez y después com- una calle. Pero la gente sue-
prendí mejor un pensamiento le olvidar que los sonámbulos
que había leído por ahí: «Es muestran precisión extrema
con malos poetas que hacemos al caminar sobre los techos,
prosistas». Y en cuanto a la sin caer. (…)
música, a menudo un novelis- A veces un escritor pue-
ta dirige las personas, paisajes de ser un completo prisionero
y calles como si se tratase de su tiempo. La lectura de los
de una partitura musical, pero grandes novelistas del si-
una partitura musical que con- glo XIX —Balzac, Dickens,
sidero imperfecta. Como Tolstói, Dostoievski— inspi-
novelista, lamento no haber ra cierta nostalgia. En esa
sido un músico puro y no ha- época, el tiempo transcurría
ber logrado algo equivalente de forma más lenta, y esta
a los Nocturnos de Chopin. lentitud concedía al nove-
La falta de lucidez y la lista el poder enfocar mejor
distancia del novelista con res- su energía y su atención. Des-
pecto a sus libros también de entonces, el tiempo se ha
se deben a un fenómeno acelerado y avanza dando
del que me he dado cuenta tumbos y sufriendo jalones,
(en mi caso y en el de mu- lo que explica la diferencia en-
chos otros): cada nuevo libro tre la gran masa del pasado
que se escribe, elimina el pun- romántico, con sus catedra-
to anterior, al que el escritor les y sus arquitecturas, y los
siente que ha olvidado. Se me trabajos discontinuos y frag-
ha ocurrido a veces que he es- mentados de la actualidad.
crito de forma discontinua, En esta perspectiva, yo per-
con omisiones. A menudo tenezco a una generación
las mismas caras, los mismos intermedia. Siento curiosidad
nombres, los mismos lugares, por saber cómo la próxima
Rocinante 41
RECOMENDADO
42 Rocinante
Siempre he creído que el en el misterio y emite una es-
poeta y el novelista perso- pecie de fosforescencia que no
nificaron seres misteriosos parecía tener a primera vis-
casi abrumados por la vida ta, pero que estaba escondida
diaria, por las cosas aparen- en la profundidad. Es el pa-
temente triviales —y esto pel del poeta y novelista, y del
a fuerza de observar con gran pintor también, dar a conocer
atención y de manera casi este misterio y la fosforescen-
hipnótica—. Bajo su mira- cia que se encuentran en la
da, la vida termina envuelta parte oculta de cada persona.
Rocinante 43
RECOMENDADO
Libro de familia
Esta novela autobiográfica nos sumerge en el
evanescente y melancólico universo Modiano.
Y así, van apareciendo el acta del matrimonio
de sus progenitores, en la que su padre, judío,
figura con un nombre falso porque Francia es-
taba en plena Ocupación nazi; los inicios de la
carrera cinematográfica de su madre a los die-
ciocho años en Amberes; el recuerdo de un
viaje en tren con su padre, que vivía escondi-
do para evitar las redadas; el instante en que saliendo de una
librería en los años setenta el protagonista percibe de golpe
que su juventud ha terminado; la búsqueda de su partida bautis-
mal en Biarritz… Y también asoman por estas páginas edificios,
calles, cines y cafés de París, la ciudad de Alejandría y una por-
tentosa galería de personajes singulares, misteriosos, incluso
44 Rocinante
fantasmagóricos, como aquella vieja estrella japonesa de Ho-
llywood que vivía en el París ocupado…
Accidente nocturno
Esta novela se estructura como una indagación
detectivesca en la que no se investiga un crimen
sino las incertidumbres de la juventud y la me-
moria que forja el relato de nuestras vidas, y en
la que no se persigue a un criminal sino a una
figura femenina que proyecta rasgos de otras
mujeres… La obra es una muestra del poder
evocador de la prosa de Patrick Modiano y de
su portentoso manejo de la ambigüedad y la incer-
teza como ejes vertebradores de una obra literaria insobornable
y esencial.
Domingos de agosto
Una historia de amor que es al mismo tiem-
po una historia policíaca en la que se adivinan
ecos del fatalismo crepuscular de Simenon. La no-
vela es una muestra superlativa de la capacidad
evocadora de Modiano, de su magistral manejo
de la ambigüedad, la elipsis y los misterios in-
tuidos o apenas desvelados, mecanismos con los
que construye un universo narrativo propio
e inimitable.
Viaje de novios
Una vez más, rebuscando en las brumas de la
memoria, reconstruyendo mediante retazos las vi-
das de unos personajes escurridizos, Patrick
Modiano nos sumerge en una indagación detec-
tivesca que resuelve algunos misterios y plantea
muchas preguntas. Y, gracias a la capacidad evo-
cadora de este escritor deslumbrante galardonado
con el Premio Nobel, el pasado evanescente cobra
vida y desvela sus enigmas.
Rocinante 45
REFLEXIÓN
El lenguaje inclusivo es un
peligro y una posibilidad
«Los cambios en el lenguaje no constituyen peligros. Puede
ser que no lleguen a ser transformaciones, que apenas
nos conduzcan a la duda o que no lo resuelvan todo,
pero no podemos comprenderlos como amenazas»
S
■ Cristina Burneo
46 Rocinante
suficiente. Le corresponde solo están haciendo una cons-
al feminismo, dice la filósofa tatación. Para que dicha
Nelly Richard, dotar al género constatación se vuelva pro-
de contenido crítico para evi- ductiva necesitamos ampliar
tar posturas reduccionistas. el perímetro de la discusión.
De allí viene esta reflexión. Quizás el lenguaje inclu-
El uso políticamente correc- sivo se pueda ver como
to del lenguaje no contribuye un conjunto de estrategias
a erradicar la desigualdad temporales y experimen-
si viene solo. Es aquí don- tales dentro de la lengua
de tenemos que establecer para provocar transforma-
una distancia: el uso correc- ciones en sus categorías,
to del «género» no es igual organización gramatical,
al lenguaje inclusivo, sufijos. Es decir, el lenguaje
aunque converjan en los ám- de la diferencia sexual como
bitos en donde han situado un vehículo de transfor-
sus demandas. El primero mación de un sistema y no
ha domesticado la diferen- como un conjunto inorgáni-
cia sexual para legitimar a las co de recomendaciones.
instituciones que no han po- A inicios de siglo expe-
dido eludirla; el segundo está rimentamos con la arroba,
en construcción permanente, abreviatura del latín presen-
no busca institucionalizarse te en documentos del siglo
ni fijarse en fórmulas. Es jus- XV en adelante. Es verdad,
tamente en esa dificultad no podemos pronunciar «@»,
donde se sostiene su fuerza ni la equis, que le siguió en la
creativa, uno de cuyos ele- búsqueda para desestabili-
mentos fundamentales es su zar el masculino universal.
inestabilidad: @, x, e. Al usarla, estamos producien-
Mientras la corrección po- do una incomodidad, es cierto,
lítica tiende a reducirse a lo y es intencional: que allí
retórico, el lenguaje inclusi- donde está la equis seamos
vo se construye con la puesta capaces de imaginar nuevas
en valor de la diferencia y la formas de nombrar. La equis
interpelación a la lengua. como una interrogante, como
Se trata de un trabajo de crea- el signo de una presencia para
tividad, por tanto, la norma cuyo reconocimiento no basta
no es su horizonte último. lo que sabemos.
Cuando los académicos di- Mieke Bal ha escrito que las
cen que el uso del lenguaje narrativas dominantes pro-
inclusivo va contra la norma, ducen imágenes que suelen
Rocinante 47
REFLEXIÓN
48 Rocinante
aceptado cuando hay mayoría que ya existen y creando
femenina en un grupo. otros, porque la lengua
En cambio, el francés está viva.
y «los Inmortales», como Con el lenguaje inclusivo
son conocidos los académi- vienen otros en colaboración.
cos de la lengua, van por Las lenguas de señas, el Brai-
otro camino: ven en las pro- lle, son derechos lingüísticos
puestas de lenguaje inclusivo adquiridos, igual que el léxico
una «aberración». El primer de nuestras lenguas indíge-
ministro lo prohibió en 2017. nas incorporado al español,
Hace más de tres siglos, que por fin deja de ser un saco
los académicos convinieron de «barbarismos». El gran
que «el masculino es el género gesto imperial de 1492 fue el
más noble», y lo universali- viaje, y en esos barcos vino
zaron; les tomó esos mismos una gramática. Al habernos
siglos cambiar «derechos apropiado de ella, no dejare-
del hombre» por «derechos mos de provocar sacudidas
humanos». Hoy, esos académi- en su interior para descolo-
cos han declarado al francés nizarnos adentro y afuera
en «peligro mortal» por el de sus territorios.
uso del lenguaje inclusivo. Allí en donde se usan como
Al igual que el español y el sinónimos «peligro» y «cam-
alemán, y fuera de sus acade- bio» —los señores académicos
mias, el francés experimenta deberían conocer esas dife-
hoy con signos que incorporen rencias— hay una posición
los dos plurales a las pala- reaccionaria y una preten-
bras: «ami•e•s», por ejemplo. sión autoritaria de control.
El español lo ha hecho con el Los cambios, sobra decirlo,
slash: «amigos/as». En estas no constituyen peligros. Pue-
lenguas también están la do- de ser que no lleguen a ser
ble flexión, «los actores y las transformaciones, que apenas
actrices», y los sustantivos nos conduzcan a la duda o que
epicenos, siempre un buen no lo resuelvan todo, pero
recurso: la ciudadanía, no podemos comprenderlos
el claustro docente, la pobla- como amenaza. Y si el se-
ción migrante, las personas ñor Pérez Reverte se va de la
sordas, la niñez. Cuando RAE por esto, como ha pro-
sea posible, podemos ir desna- metido, todes, todas y todxs
turalizando el uso masculino le deseamos éxitos en sus pro-
universal con los recursos yectos futuros.
Vinicius de Moraes, en la
intimidad familiar
Este año se cumplieron 40 de la muerte
del gran letrista y poeta brasileño; su
nieta actriz y cantante, Mariana de
Moraes, rescata la historia de sus versos
50 Rocinante
■ Joana Oliveira
Rocinante 51
RELECTURAS
52 Rocinante
artista. Fue su fase de estrella La artista cree que,
del pop», recuerda, refiriéndo- si estuviera vivo, su abuelo
se a los conciertos que Vinicius se posicionaría «con su prag-
comenzó a hacer en el extran- matismo amoroso» en contra
jero. «Siempre me llevaba a los de esta realidad. «Fue im-
conciertos que hacía en París portante para la carrera
y, al menos tres veces al año, de prácticamente todos los que
era la única persona de la hoy hacen música popular bra-
familia que veía. El recuer- sileña. Estoy segura de que,
do que tengo es de un abuelo si estuviera aquí, utilizaría
muy amoroso». su privilegio para poner-
Mariana, que fue afina- se políticamente en contra
da desde pequeña, era la niña del actual panorama sociopo-
de los ojos del poeta. «Estaba lítico del país, del fascismo,
muy orgulloso de mí por- del racismo, de la ignoran-
cia», dice, y luego añade,
que cantaba y era una niña
con nostalgia: «¡Cómo me gus-
afinada que se sabía todas
taría haberme emborrachado
las canciones de João Gil-
con mi abuelo!».
berto», se ríe, recordando
Pero, incluso en una reali-
con cariño cuando Vinicius
dad menos romántica que las
le regaló una grabadora para
canciones del Poetinha, Ma-
que pudiera practicar. Mariana
riana también encuentra
señala que la figura de Vi-
paralelos y vislumbres de espe-
nicius de Moraes, así como
ranza al recordar a su abuelo.
su obra, es intemporal, a pesar
«El otro día encontré un texto
de que, según ella, actualmen- suyo sobre la Segunda Gue-
te no está «de moda» en Brasil. rra Mundial, en el que habla
«Los artistas de este país es- sobre el dolor de ese momen-
tán abandonados. La música to e incluso utiliza la palabra
popular brasileña está aban- cuarentena para referirse
donada. Es muy triste, porque a la situación de los familia-
la música popular le dio a Bra- res de los soldados que fueron
sil una identidad, igual que el a la guerra. Fue un momento
fútbol en el deporte. Desde difícil, pero ya pasó». Como es-
Cartola a [Heitor] Villa-Lo- cribió en Chega de saudade,
bos», lamenta, y critica la falta Vinicius de Moraes nos recuer-
de política cultural del Gobier- da que el amor prevalece y que
no de Jair Bolsonaro. «la distancia no existe».
54 Rocinante
N
■ Joe Iljimae
Rocinante 55
CLÁSICO
56 Rocinante
John dos Passos
Rocinante 57
CLÁSICO
58 Rocinante
el capítulo «Eolo», donde y enfureció al mismo tiempo.
Bloom ingresa a la redacción «Este no es un libro para po-
del Freeman’s Journal y el ner en manos de cristianos»,
Evening Telegraph a dejar dijo irónicamente al terminar
uno de sus anuncios publici- su lectura. Al revisar con aten-
tarios. Durante cada inicio ción Manhattan Transfer
de los párrafos, Joyce nos pre- podemos vislumbrar un tono
senta un titular en formato bíblico, casi cristiano, que se
periodístico. Este titular tie- mueve a lo largo del relato
ne una tipografía distinta a manera de una fuerte ale-
al grueso de texto en la nove- goría. Sí, todas las tragedias
la y se destaca por su tamaño, o bienaventuranzas de los per-
por sus curvaturas y por estar sonajes son presididas siempre
marcado en formato negrilla. por una deidad omnipoten-
Lo mismo podemos encon- te y ubicua que contamina
trar en Manhattan Transfer, la vida de las muchedumbres
todo un puñado de artificios de esta gran ficción. Aquel
tipográficos nutriendo y ten- dios invisible y todopodero-
sionando la novela hasta so se transforma finalmente
agotarla. en la ciudad, se convierte
No está de más decir que la en Nueva York. Y todo esto,
estructura narrativa en las fic- gracias al culto o la blasfe-
ciones parte también de su mia de sus personajes o, mejor
moral estética o alegórica. dicho, de su maldito pueblo es-
En este contexto, cabe señalar cogido, el cual ha sido creado
que John Dos Passos fue un solo para eternizarlo a través
lector voraz de la Biblia he- de la palabra.
brea, actividad que lo cautivó
Rocinante 59
ACTUALIDAD
Las librerías se
adaptan y resisten
En el contexto actual, el comercio de libros se ha
volcado a los canales digitales, y los lectores han
respondido bien a las distintas iniciativas de las
librerías independientes. El panorama futuro se
debate entre la incertidumbre y el optimismo
E
El mes pasado, como inicia- de Quito, se realizó una charla
tiva del Centro Cultural Ben- on-line entre algunos libreros
jamín Carrión, del Municipio independientes de la ciudad,
60 Rocinante
para hablar sobre el contex- una posibilidad para invertir
to actual en su quehacer, y to- más en libros. Y ahí aparece
marle la temperatura al medio una cierta ventaja comparati-
de la lectura. La conversación va: «Para las librerías grandes
estuvo moderada por el biblio- es más difícil la interacción
tecario y escritor César Chá- directa, mientras que las
vez, y participaron represen- pequeñas son personaliza-
tantes de las librerías Tolstói das; el público tiene alguien
(Karina Sánchez), Cosmonau- con quién identificarse».
ta (Diego Chamorro y Sebas- Por ello resolvió mantener
tián Herraz) y El Oso Lector su club de lectura (en el que
(Carolina Bastidas). han trabajado textos como
Todos los participantes el Ulises, de Joyce, y obras
coinciden en que la situación también retadoras de David
de la pandemia y la cuaren- Foster Wallace) e interactuar
tena los tomó por sorpresa con los lectores en redes so-
y la primera reacción fue la ciales (por ejemplo, mediante
incertidumbre. Obligados a ce- un concurso de recreación
rrar por completo mientras de portadas de libros).
duró el semáforo rojo para Carolina Basti-
la ciudad, fueron retomando das, de El Oso Lector,
sus actividades paulatinamen- enfocada en lecturas para
te, ante el miedo de la gente niños y jóvenes, también
y la restricción de la movi- le debió apostar a «crear co-
lidad, por canales virtuales. munidades virtuales». En su
«Las redes sociales se han caso, no continuó en digital
convertido en un espacio las sesiones de «Cuenta-cuen-
para desconstruir la metafí- tos» que suele llevar adelante
sica de la presencia», afirmó en la librería, pero implemen-
Chamorro, quien también tó un «consultorio literario»,
coordina la Escuela de Pen- para atender por Whatsa-
samiento Crítico «Las Babas pp las inquietudes de padres
del Diablo», dedicada al estu- y madres sobre recomenda-
dio de textos filosóficos. ciones de títulos y autores;
Karina Sánchez, de Tols- y concretar por esa vía las
tói, destacó que tras un primer transacciones de títulos.
momento de pesimismo, notó Consultada para esta nota,
que la gente ha debido re- pues no participó en la men-
cortar gastos (en salidas, cionada charla virtual, Mónica
movilización, planes sociales), Varea, de Librería Rayue-
y ha encontrado de a poco la, opina que su contacto
Rocinante 61
ACTUALIDAD
62 Rocinante
Muchas librerías han optado por reforzar sus canales digitales
Rocinante 63
ACTUALIDAD
64 Rocinante
España: ayuda financiera, sin rumbo
En España, la situación de las librerías independientes tam-
bién es crítica. Por ello, el Ministerio de Cultura de ese país
lanzó una convocatoria para «financiar proyectos de adaptación
estructural y de mantenimiento del negocio para paliar aquellas
situaciones que se deriven de la emergencia provocada por el
covid-19». El límite de ayuda por librería que estima la Dirección
General del Libro será de 25.000 euros, pero hay un proble-
ma: los libreros no saben cómo justificar la «histórica inversión»
que alcanzaría los 4 millones de euros.
La Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Li-
breros (CEGAL) asegura que el Ministerio de Cultura no ha
trabajado con ellos para desarrollar las ayudas. «Ha sido
una sorpresa para todos, no nos han consultado en ningún mo-
mento. Podríamos haberle contado al Ministerio cuáles son las
necesidades, porque las librerías ya están adaptadas al corona-
virus, por eso han abierto. Es una ayuda desconcertante y era
importante enfocarla bien», señala el portavoz de CEGAL, Ál-
varo Manso. Se pregunta cómo justificarán los libreros en la
petición de la ayuda que necesitan ser espacios «más amables»,
«más acogedores», abiertos a más actividades, «porque ninguna
de estas necesidades son en respuesta a la pandemia».
María José Gálvez, directora General del Libro, asegura
que trató con FEDECALI y con el presidente de CEGAL, Alberto
Sánchez, aunque la redacción se hizo en el Ministerio de Cul-
tura. «Son ayudas para el mantenimiento de las estructuras
de las librerías y para que todos los costes sean sufragados. Esto
es algo extraordinario, no para cuestiones ordinarias. Es por
la covid. Hay muchísimas librerías que necesitan ese dinero
para sobrevivir y para adaptarse a una nueva forma de comer-
cio», añadió.
(De El País, de España)
Rocinante 65
TRADUCCIÓN
L
¿La traducción según los Por más que siempre se pier-
géneros? Tomemos la poesía, dan muchas cosas, traducir
por ejemplo. Mi traducción verso libre es mucho más fácil
de Whitman no es un modelo que traducir verso rimado.
afortunado porque Whitman La traducción de poesía, en el
es un caso excepcional: es uno caso de Fitzgerald o en el de
de los padres del verso libre. Omar Khayyam, por ejemplo,
66 Rocinante
es posible porque se puede re-
crear la obra, tomar el texto
como pretexto. Otra forma de
traducción creo que es imposi-
ble, sobre todo si se piensa que
dentro de un mismo idioma la
traducción es imposible. Sha-
kespeare es intraducible a otro
inglés que no sea el suyo. Ima-
ginemos una traducción lite-
ral de un verso de Darío: «La que no tiene el español: la de
princesa está pálida en su silla las palabras compuestas. En
de oro» es literalmente igual a Shakespeare, por ejemplo,
«En su silla de oro está pálida From this world-weary flesh,
la princesa». En el primer caso sería un español: «De esta
el verso es muy lindo, ¿no?, carne cansada del mundo».
por lo menos para los fines «Cansada del mundo» es una
musicales que él busca. Su tra- frase pesada en español, mien-
ducción literal, en cambio, no tras que la palabra compuesta
es nada, no existe. world-weary no lo es en in-
La prueba de que la prosa glés. Estos defectos tienen que
sí puede traducirse está en el perderse en una traducción.
hecho de que todo el mun- Imaginemos una expresión
do está de acuerdo en que muy común en español: «es-
el Quijote es una gran nove- taba sentadita». Eso no puede
la y, sin embargo, como lo hizo decirse en otros idiomas. Ahí,
notar Groussac, los mayo- «sentadita», da la idea de una
res elogios han sido hechos chica sentada y al mismo tiem-
por personas que leyeron po abandonada, ¿no?, bueno,
esa obra traducida. También «solita». Tanto en inglés como
todos estamos de acuerdo en francés hay que buscar
en que Tolstói o Dickens fue- una variante. En inglés puede
ron grandes novelistas y no decirse all alone, que literal-
todos sabemos inglés y casi mente es «toda sola».
nadie sabe ruso. ¿Qué recomendaciones
¿Existen lenguas más o se le pueden hacer a los tra-
menos adecuadas para la ductores de prosa? Desde
traducción? Las lenguas ger- luego que no deben ser li-
mánicas, el alemán, el inglés, terales. Hubo una polémica
las lenguas escandinavas o el famosa en Inglaterra entre
holandés tienen una facilidad Arnold y Newman sobre
Rocinante 67
TRADUCCIÓN
68 Rocinante
de prosa, recuerdo un caso in-
teresante. Mi madre tradujo
un libro de D. H. Lawren-
ce que se titula The Woman
Who Rode Away como «La
mujer que se fue a caballo»,
que es más largo que en in-
glés pero creo que correcto.
En francés, en cambio, lo tra-
dujeron como «La amazona
fugitiva», parece una broma,
casi o la traducción del tí-
tulo de un film. Este último
tipo de traducciones también sonetos no puede ser literales
depara ejemplos sorpren- y conservar el sentido.
dentes. Recuerdo un film: Con mis poemas, en cam-
The Imperfect Lady («La bio, generalmente encuentro
dama imperfecta»). Cuando que los han mejorado muchísi-
se dio aquí le pusieron «La ra- mo. Salvo en Alemania, como
mera». Claro que el sentido dije. Un traductor alemán
es ése, pero pierde toda la gra- tradujo un cuento mío que
cia, ¿no? «Una imperfecta en algún lugar decía «llegaba
dama» es lo contrario de «una un oscuro». Él, sin darse cuen-
perfecta dama» y es muy gra- ta de que se trataba del pelaje
cioso; si se pone, en cambio, de un caballo, tradujo «llegaba
«la ramera» o «la cortesana» el crepúsculo». Claro, tradu-
se supone que es más fuerte, cía por el diccionario. Pero
pero, al contrario, debilita. es el diccionario mismo el que
¿Qué me parecen mis textos induce a error. De acuerdo
traducidos a otros idiomas? a los diccionarios, los idiomas
Los han traducido muy bien. son repertorios de sinónimos,
Salvo al alemán. Las traduc- pero no lo son. Los dicciona-
ciones al francés que han rios bilingües, por otra parte,
hecho Ibarra y Roger Cai- hacen creer que cada palabra
llois son muy buenas. Las de de un idioma puede ser re-
Di Giovanni al inglés también emplazada por otra de otro
son buenas. Las traducciones idioma. El error consiste
de sonetos que hicieron él y en que no se tiene en cuenta
otros poetas americanos son que cada idioma es un modo
muy buenas porque los han de sentir el universo o de per-
recreado. Las traducciones de cibir el universo.
Rocinante 69
TRADUCCIÓN
Páginas de Whitman
En el inglés original y en la versión de Alexander
70 Rocinante
El ecuatoriano Francisco Alexander (Quito, 1910-
1988) es el reconocido traductor al español de Hojas
de hierba, de Walt Whitman (edición de Visor,
1200 páginas), de donde hemos tomado este poema.
Hay edición ecuatoriana agotada
EL DEPÓSITO DE CADÁVERES
A la puerta del depósito de cadáveres de la ciudad,
Cuando me alejaba de la algazara de la multitud,
Me he detenido con curiosidad, pues traen el cadáver proscipto
de una pobre prostituta,
Lo depositan, nadie lo reclama, allí yace sobre el piso de húme-
dos ladrillos,
Mujer divina, su cuerpo, yo no contemplo sino su cuerpo,
Contemplo esa casa que albergó a la pasión y a la belleza;
del resto, nada me importa,
Ni el silencio, ni el frío, ni el agua que corre de las espitas, ni las
emanaciones morbíficas;
¡Solo esa casa –esa casa prodigiosa– esa casa frágil y perfecta –
esa ruina!
¡Esta casa inmortal vale más que todas las moradas del mundo!
Más que el Capitolio de blanca cúpula con su estatua majestuo-
sa, más que las viejas catedrales de altas torres,
Esta pequeña casa vale más que todas ellas –¡pobre casa
deshabitada!
Ruinas hermosas y terribles –morada de un alma– alma
ellas mismas,
Casa vitanda, nadie te reclama –acepta el aliento de mis la-
bios trémulos,
Acepta la lágrima que brota de mis ojos mientras me alejo pen-
sando en ti,
Casa muerta del amor –casa de locura y pecado, desmorona-
da, destruida,
Casa de la vida, no ha mucho parlera y reidora –pero, ¡ay! pobre
casa, muerta ya aun entonces,
Casa ataviada y bulliciosa durante meses, durante años – pero
muerta, muerta, muerta.
Rocinante 71
TRADUCCIÓN
72 Rocinante
¿Te acercaste primero a la poesía o a la traducción?
Me acerqué primero a la traducción. Mi caso es un poco raro
porque yo traduzco de una lengua materna a no materna. Tra-
duzco del italiano al español, que no es mi lengua materna pero
quiero creer que se ha vuelto mi lengua materna. Y creo que ha
sido así en parte por la traducción; fue mi primera manera
de agarrar confianza con la lengua española. Hubo un perio-
do de mi vida en el que yo no sabía muy bien qué hacer; estaba
estudiando sociología, que no me interesaba mucho. Abandoné
la carrera y de pronto se me ocurrió traducir poetas italianos:
Ungaretti, Pavese, Saba, muy poco Montale (que se me hacía
muy difícil). Traducirlos al español fue mi manera de aga-
rrar confianza. El italiano todavía era mi lengua más fuerte;
ahora ya no.
Rocinante 73
TRADUCCIÓN
74 Rocinante
y almacena cosas todo el tiempo, y de repente, a la hora de es-
cribir, sale todo eso que estaba guardado.
Rocinante 75
TRADUCCIÓN
76 Rocinante
que dedicar demasiado tiempo. Sería maravilloso poder traducir
a Dante. Acaba de salir una traducción en Argentina de Jorge
Aulicino donde, curiosamente, no suele respetarse el endecasíla-
bo. Sí me ha impactado un poco el hecho de que el ritmo mismo
esté roto. Puede ser una apuesta interesante, alejarse incluso
del endecasílabo para obtener alguna ganancia en otro campo.
L
■ Carlos Ferrer
78 Rocinante
Marchamalo cifra en 40.000 vo-
lúmenes los que poseía Dámaso
Alonso, en 7.000 los que tenía José
Ángel Valente, en 12.000 los que
conservaba Azorín y en 10.000
los que atesoraba el italiano Leo-
nardo Sciascia; define a Gastón
Baquero como el «hombre libro,
el hombre biblioteca» por su ca-
pacidad para recordar detalles
de cualquiera de los libros leí-
dos (otra cuestión era localizarlos
en su desbordada biblioteca); pa-
rafrasea al «raro» de Houellebecq
cuando señala que «la maldi-
ción de los que no leen es que
deben conformarse con la vida»; menciona la pasión por los
escritores rusos de Sergio Pitol; califica de «anárquica y algo
destartalada» la biblioteca del poeta Francisco Brines, despa-
rramada por las habitaciones como la del filósofo Julián Marías
y la de José Emilio Pacheco; nos proporciona un consejo para
los libros de la fila de atrás de los estantes; apunta el capricho
de Vicente Aleixandre y Onetti por conservar novelas policiacas
y la debilidad de Pedro Salinas por los tratados de urbanidad;
señala el gusto por el olor a tinta de Luis Cernuda y Antonio
Lobo Antunes; defiende que las bibliotecas definan a sus dueños
puesto que «los libros hablan de nosotros»; reconoce su imposibi-
lidad para elegir un único libro que llevarse a una isla desierta;
indica que Mallarmé y Patrick Süskind eran lectores amnési-
cos que releían libros sin saber que ya los habían leído; explica
cómo se desprenden de los libros no deseados escritores como
Pérez-Reverte, Luis Landero y Javier Marías; y se entretiene
en el modo de ordenación de las bibliotecas de Félix de Azúa
(cronológica) y Lezama Lima (por editoriales) y en el funcio-
namiento de los silos robotizados del almacén de la Biblioteca
Nacional de España.
Como dijo Valéry Larbaud, la lectura es «el vicio sin casti-
go» y así es la lectura de este volumen, un «vicio» gozoso para
los amantes de los libros y los fetichistas.
Rocinante 79
COMENTARIO
COMENTARIO
Misterios de lo circular
La Universidad del Azuay publica un libro de
fotografía y poesía, obra de Juan Carlos Astudillo
T
■ Jorge Dávila Vázquez
80 Rocinante
Por eso, el tiempo es semejante a sí mismo, a la mente y la
sensibilidad del hombre, del poeta, y particularmente de Astu-
dillo, en esa sutil relación en que entran el poeta, naturalmente,
y el todo: las vivencias, las percepciones del mundo y del yo,
la mujer, las hijas, los seres más próximos, los más amados,
aquellos en los que la enigmática tempestad de lo temporal,
tan pronto pasa como se detiene eternamente.
Una y otra vez, Astudillo reflexiona sobre ese fluir de los
tiempos, que tan pronto parecen ser históricos, míticos, ob-
jetivos —el día, la noche, el amanecer—, como subjetivos,
detenidos en la palabra, a la que le dan una especie de pátina
de eternidad.
La imagen visual y la palabra se hermanan a lo largo
del volumen, nos ponen reiteradamente ante un fenóme-
no de circularidad que nos abisma, enajena y libera, todo
simultáneamente.
La lectura más apropiada de este volumen de gran in-
tensidad lírica, es la simultánea, en que aproximamos —o
intentamos, al menos— llegar a la hondura de las reflexiones
poético-doctrinarias que salen del hondón del alma del poeta,
y nos remansamos en las emociones paisajísticas, tan profun-
das, tan llenas de indescifrables contenidos, tan sugerentes,
tan fuera de la noción común de las percepciones de lo real,
que parecen la materialización de aquello que alguien llamaba
los paisajes del alma.
Frente a este libro de enigmática belleza, nos sentimos arras-
trados por el torbellino de lo temporal y de lo eterno, porque
nada es lo que parece; vamos dando la razón al poeta, percibien-
do su semejanza perenne con el cosmos, con los otros, con el
todo, en la que nos envuelve como en una gran túnica de silen-
cios y voces internas, entrecortadas, mistéricas, hasta descubrir
el remolino de la imagen fotográfica final, en el que nos su-
mimos ya, definitivamente, abandonados a nuestro yo más
íntimo, ovillados en la transparencia de las visiones poéticas
y plásticas continuas, que en su incesante manifestación, cons-
tituyen una especie de gran alegoría de la historia, de la vida,
de las emociones y las circunstancias de todo aquello que forma
el gran mare magnum del ser y el estar de los humanos en el
mundo, en la palabra frágil y perpetua, en sí mismos, en su cie-
lo y su abismo permanentes.
Rocinante 81
COMENTARIO
E
■ Bruno Sáenz A
82 Rocinante
y de aprendizaje en la tradición del siglo XVIII, pero la importan-
te faz didáctica del texto se impone largamente y parece, al final,
dedicada más al lector que a los protagonistas, apenas capaces
de adaptarse a un escenario irreconocible, ya ajeno a las luchas
ideológicas y sociales y a los desastres naturales propiciados
por la irresponsabilidad de las naciones. Percibo una paradoja:
esa enseñanza, que abarca hechos y perspectivas, juicios y discu-
siones, y quiere dirigirse a un público numeroso, puede dificultar
el acceso a la lectura del libro voluntariamente distanciado de la
literatura de entretenimiento y anticipación.
Una característica que hace singular a la novela de Fabián
Núñez es la ausencia de antecedentes en las letras del país.
La condena sin atenuantes del capitalismo (que el autor extien-
de a toda la llamada civilización occidental. Halemos un poquito,
para incluirla, de la Rusia soviética), desemboca, lo he ano-
tado ya, en la utopía, una utopía marxista acaso heterodoxa,
la de una sociedad colectivista que funciona por la equiparación
intercambiable de las unidades humanas y por la gran deci-
sión de una mente colectiva. Veo una segunda paradoja: Fabián
se enorgullece de su estilo personal, de su capacidad de disen-
tir… ¿Le satisfaría realmente una humanidad ya no igualada
por sus derechos y sus responsabilidades, sino por una exaltada
uniformidad? ¿Proviene este aspecto de una exigencia de la fic-
ción? El texto no siempre resalta la pregonada identidad. Surgen
las disensiones, muy humanas, entre los habitantes del planeta
y el tiempo renovados, ciudadanos del universo por encima de un
encarcelamiento planetario, acerca del tratamiento que merecen
o al menos requieren los recuperados y primitivos astronautas.
Prefiero insistir, dejando de lado las eventuales controversias
acerca de la eficacia de esta combinación de ficción y didáctica,
en la singularidad de una utopía socialista que no se había dado,
en mi conocimiento, entre nosotros. No se trata de una protesta,
de una denuncia —existe, pero considerada en retrospectiva—.
Se aproxima a un logro que, de pronto, deja de ser lejano. Sos-
pecho que el autor, por un momento, suspende la realidad para
dar espacio a sus deseos, para decir lo que antes no había dicho
sino parcialmente. Escribe «su» libro, objetiva su intimidad, escul-
pe sus deseos. Para el hombre de pluma, es también una manera
de llevar a la práctica un proyecto vital.
Rocinante 83
HOMENAJE
Gabo y Gaba
■ Alfonso Gumucio
E
El pasado 15 de agosto falleció en México la Gaba, Mercedes
Barcha, la compañera de uno de los escritores más queridos
de América Latina. Digo bien «querido» porque, más allá de su
obra enorme, Gabo era, como Julio Cortázar, uno de esos seres
humanos de los que uno se enamora instantáneamente.
Cada quien tiene su Gabo, hay uno para todos, nos permite
apropiarnos de él, tanto de su obra como del personaje. Y quiero
hablar también de la Gaba, que fue según el propio Gabo lo más
importante que le pasó en la vida: Mercedes Barcha, la mujer
sin la cual García Márquez no sería lo que fue ni como persona
ni en la literatura.
En una carta de 1950 que Gabo escribió a su amigo Francisco
Padilla antes de casarse con Mercedes Barcha, estaba este her-
moso párrafo: «La tengo aquí, atravesada como un venablo en la
bomba circulatoria, en una terrible cosa entre tiempo y espacio,
viento y marea, que no sé si sea amor o muerte. De todos modos,
es algo tan tenebroso que no habrá más remedio que disolverlo
en una buena pócima matrimonial, con cucharaditas suminis-
tradas tres veces al día, hasta la hora de la muerte, amén».
Me remonto a la década de 1960, cuando éramos jóve-
nes con pretensiones de escribir, ávidos lectores en cualquier
caso, todavía no deformados por la televisión que iba a apare-
cer recién en Bolivia a fines de esa década. Esperábamos como
una revelación mística cada obra de los escritores del «boom»
de la literatura latinoamericana. Cada libro nuevo de Gar-
cía Márquez, de Cortázar, de Carlos Fuentes y de Vargas Llosa
lo adquiríamos y lo compartíamos con algarabía, pero tam-
bién las novelas y los cuentos de Guimarães Rosa, de Alejo
Carpentier, y otros que aprendimos a querer como si fueran her-
manos mayores.
84 Rocinante
Cuando en 1967 se produjo la explosión deslumbrante de Cien
años de soledad, sus chipas nos llovieron como un regalo
de los dioses. Sentimos tanta alegría estética y entusiasmo lite-
rario como el que habíamos sentido cuando cuatro año antes,
en 1963, nos llegó Rayuela, de Julio Cortázar, una obra que no
tenía comparación con ninguna otra en la literatura latinoame-
ricana. Teníamos la primera edición (las mías desaparecieron
entre exilios y asaltos) de esas grandes obras que nos deleitaban
y nos desafiaban.
A Gabo lo vi varias veces en Cuba, casi siempre en diciembre
cuando aparecía con o sin Fidel en las actividades desarro-
lladas alrededor del Festival Internacional del Nuevo Cine
Latinoamericano de La Habana. Muy pocas de esas muchas
veces tuve oportunidad de saludarlo, aunque cuando lo hice
siempre se mostró amable y cordial. Una de sus últimas apari-
ciones públicas fue la noche que se inauguró el Museo Soumaya,
un evento al que solamente se podía entrar con invitación. Allí
estuvo Gabo con Mercedes, junto Larry King y cerca del anfi-
trión y dueño del museo, Carlos Slim.
La última vez que vi a Gabo fue con Gaba, y eso me pare-
ce importante decirlo. Gaba me invitó a su casa en el No. 144 de
la calle Fuego en el Pedregal de San Ángel, una calle estrecha,
larga y tranquila a pesar de encontrarse a espaldas muy cer-
ca del Estadio Olímpico de la Ciudad Universitaria de la UNAM.
Era una mañana soleada a fines de enero de 2013, que compar-
timos con Jaime Muñoz Baena, amigo de Gabo y Gaba. No era
la primera vez que visitaba a Mercedes, pero en las anterio-
res Gabo no se había dejado ver. Luego de conversar con Jaime
y Mercedes, apareció Gabo, que acababa de desayunar, y se
sentó junto a nosotros luego de preguntarme de dónde era yo.
No olvidaré lo que me dijo cuando le comenté que era boliviano:
«Aahh, menos mal». Nunca supe qué quiso decir con eso.
Rocinante 85
HOMENAJE
25 de septiembre de 1828
Manuela Sáenz salva la vida
de Simón Bolívar
S Serían acaso las doce cuando me despertó el ladrido de los
perros del Libertador. Luego escuché un ruido extraño que pro-
cedía de la entrada del palacio. Me refregué la cara que aún
me dolía, y me levanté a ver lo que ocurría. Desperté a Bolívar,
quien inmediatamente saltó fuera de la cama para alcanzar
su espada y una de sus pistolas, y se acercó a la puerta con in-
tención de abrirla. Me interpuse en el camino, diciéndole que no
cometiera tamaña insensatez.
—Vístase rápido, no puede salir así —le dije murmuran-
do. Así lo verificó con suma rapidez y serenidad. No teniendo
sus botas a mano, debido a que las habían mandado limpiar,
le hice poner mis zapatos, pues yo los había llevado dobles
a causa de la lluvia.
86 Rocinante
—Bravo, vaya, pues ya estoy vestido; ¿y ahora qué hacemos?
¿Hacernos fuertes? —dijo el Libertador avanzando nuevamente
hacia la puerta para salir.
—Espere un momento —lo detuve—. ¿No recuerda que alguna
vez dijo a Pepe París que esa ventana era buena para un es-
cape? Pues allí está —continué, mientras en esos momentos
se escucharon dos disparos en el patio, seguidos por los gritos
de «¡Muera el tirano!».
—Tienes toda la razón —dijo tomando una de sus espadas y su
pistola, acercándose luego a la ventana para abrirla. Me ade-
lanté a él para ver que nadie pasara. Por allí apareció José
Palacios, que nos miró desde la calle.
—Ahora es cuando —le dije el instante en que se encaramó
a la ventana. Me miró con incertidumbre y, dándose media vuel-
ta, se arrojó.
(…) Más tarde, al encontrarnos a solas, Bolívar ya un poco
más calmado, me estrechó entre sus brazos.
—Manuela, ¿te das cuenta? Has salvado mi vida. ¡Eres
la libertadora del Libertador! Si no hubiera sido por ti, en este
momento yo ya no existiría. ¡Eres la libertadora del Libertador!
—dijo de manera pausada, como queriendo que yo comprendiera
perfectamente cada palabra que pronunciaba.
Rocinante 87
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