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LA HERMOSA ANIMALIDAD DE UN JARDÍN QUE VIENE SOBRE EL

MUNDO. LA ISLA SECRETA

Reseña publicada en Boletín Entretelones, del Consejo Nacional de las


Artes Escénicas [Cuba]
Por Miguel Angel Amado González

Lola Amores y Eduardo Martínez, actores y directores La Isla Secreta -ese colectivo
teatral que ya es imprescindible para la escena cubana- decidieron crear el espacio
preciso para cultivar y generar un jardín diferente, uno que estallara en juegos
simbólicos y expresivos para representar experiencias personales, profesionales y otras
vivencias sitiadas. Como todo jardín que se respete, la mala hierba también encuentra
dónde crecer y expandir sus raíces para afirmarse casi inadvertida entre la hojarasca y
las piedras más frías. ¿Por qué no hablar de plantas indeseables cuando son ellas las
que, desde JARDÍN ADENTRO, nos obsequia el tiempo de pensar por dónde comenzar
a limpiar lo que afecta a las mayorías en este mundo enmarañado y medio ortoédrico?

A fe de máscaras y seres, La Isla Secreta comparte su visión del dominio de Maleza


sobre otros actantes como la criada Margot, el Cocinero, el Príncipe, la Princesa y el
Bufón. Cada uno de estos antagonistas de sí mismos se mueve en una especie de
laberinto univiario y sicológico y, al no avizorar lo que buscan en las corrompidas y
viciosas vidas que les ha tocado o han decidido tener, no hallarán jamás la salida. El
espacio siempre oportuno, condicionante e íntimo para el espectador, procura un diálogo
inteligible con cierta poética, reafirmada y explorada por los artífices de esta puesta en
escena.

Como si se tratara de un punto de giro, veamos la escena cubana como ese gran jardín
en el que, por pabellones o clasificaciones estéticas, se alza una amplia gama de
poéticas; algunas están más enraizadas más que otras. Unas necesitan más sol o aire
caliente, un poco de fogueo o ser removidas. Algunas sobreviven y florecen de manera
sorprendente en terrenos áridos. Otras se menean, apacibles, bajo la sombra de plantas
más altas. Existen las especies exóticas, listas para que sus frutos sean exportados.
Mientras, en un rincón imperceptible, una variedad disfruta deshidratarse y aparentan
estar muertas; en fin, nuestro teatro es como un jardín. La Isla Secreta es del tipo de
plantas que se gozan trasplantadas, suelen agarrarse fuerte y se adaptan al medio.

Los habitantes del reino que propone la obra somos nosotros mismos y Maleza vive
dentro, es parte de la identidad que nos convierte en seres sociales vigorosos y
endebles al mismo tiempo, conflictivos y dialécticos. La simbiosis que establece no es
lejana y simplifica los errores y otras contradicciones existenciales mediante la realidad
poética del texto. Crea cercanías y materializa lo que tantas veces corroe y hace
movernos hacia el abismo con los ojos vendados. Maleza no ataca con sus propias
manos, solo encamina a lo más animal del ser humano hacia la superficie y los convierte
en las flores infectas de un distópico jardín.

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