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Reina López I
Reina López I
TEOLOGÍA ESPIRITUAL
I SEMESTRE
MARACAIBO
2020
RESUMEN DE LOS CAPÍTULOS I Y II
TEOLOGÍA ESPIRITUAL DE SATURNINO GAMARRA
Han sido muchos los autores que han marcado la diferencia y que han
defendido la teología espiritual, entre ellos: Karl Ranher, H. U. von Balthasar y
Kasper, quien afirma que “no hay teología sin apropiación personal de la fe, lo
cual quiere decir que, no hay teología sin espiritualidad”. Ante esta necesidad
de atender la espiritualidad y la vida de fe de las personas, la espiritualidad se
convirtió en un objeto de estudio necesario para la teología, no se puede
prescindir de ella, pues ella misma (la teología) es espiritual por naturaleza.
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Podríamos preguntarnos ¿cuál es el objeto de la teología espiritual?, sin
duda, como lo señala el autor, es la vida cristiana, no tanto en lo que ella es en
sí, sino en cuanto que es asumida, apropiada y vivida por cada uno.
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Cuando hablamos de la primera definición, vemos cómo Guibert, pone
de relieve la vida espiritual y cómo podemos apuntar a ella para conseguirla,
mostrando así, que no está separada de la vida misma. Cuando leemos a
Secondin y Goffi, vemos que nos introducen un tema que, hasta ahora, no
había salido a flote: “la Santidad” y que más adelante profundizaremos.
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El autor, por otro lado, nos lleva por el camino de la antropología de la
espiritualidad y vemos cómo el término «spiritualis» es un vocablo típicamente
cristiano; y la palabra «spiritualitas», a la que se la consideraba hija de la
modernidad en el siglo XVII y, más en concreto, de la escuela espiritual
francesa, aparece ya en el siglo V. Señalará también, que las dimensiones que
se consideran esenciales de toda espiritualidad son: el camino hacia el interior,
el camino a lo trascendente y el camino hacia los otros.
El camino hacia el interior, que vendría a ser la primera dimensión, es
fruto de la tendencia elemental de orientar todo hacia ese punto absoluto del
espíritu en la persona. El hombre se entiende a sí mismo como espíritu y se
define como espíritu. El espíritu es el que hace patente la totalidad del ser. La
segunda dimensión que es la relación con lo trascendente, vemos como aquí
se introduce la relación con el Misterio, con la Divinidad y que solo desde la fe,
se puede entrar allí. Por último, pero no menos importante, el camino hacia los
otros, sin las otras dos, esta dimensión difícilmente se desarrollará de manera
sana, ya que el cristianismo apoya totalmente la tesis a favor del camino hacia
los otros desde el mandato recibido de amar al prójimo (Mt 22,34-40). La
espiritualidad cristiana es espiritualidad del amor gratuito.
No obstante, la espiritualidad se entiende en referencia a la estructura de
toda la persona, ésta se presenta como resultado de dicha integración, en
pocas palabras, la espiritualidad es vida, se vive, no de cualquier manera sino
con compromiso ya que quien no ha vivido la espiritualidad no ha asumido
plenamente su ser de persona. En efecto, la espiritualidad, que hunde sus
raíces en la antropología, no puede darle la espalda y no contar con ella,
estaría incompleta.
El autor, para concluir este capítulo, nos deja 12 características como un
nuevo planteamiento de la espiritualidad:
1. Una espiritualidad integradora de la persona.
2. Una espiritualidad que sea experiencia personal de la fe: el hombre de
hoy está cada vez más sometido a la estimulación de los sentidos, y
acepta solo lo que experimenta, por lo tanto, no se debe olvidar el
carácter experiencial en los encuentros místicos o de oración.
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3. Una espiritualidad vivida en el espíritu,
4. Una espiritualidad que se desarrolla contando con la vida y con el
mundo.
5. Una espiritualidad gratificante y gozosa.
6. Una espiritualidad de diálogo y, al mismo tiempo, una espiritualidad
definida: no es posible una espiritualidad en ambigüedad, porque se
debe responder a la estructura de la persona, lo radical de la
espiritualidad no lo da la vida actual, sino la vida teologal y porque no se
puede vivir esperando la aceptación de los demás para vivir la
espiritualidad.
7. Una espiritualidad profundamente realista: la espiritualidad que hemos
venido desarrollando, es integral, abarca a toda la persona, en su actuar
y en sus comportamientos.
8. Una espiritualidad fraterna y apostólica.
9. Una espiritualidad eclesial.
10. Una espiritualidad profundamente afectiva.
11. Una espiritualidad que entraña la relación con Dios Trino: No basta el
mero reconocimiento de Dios; se necesita cultivar y vivir la relación
interpersonal con Dios. La espiritualidad, si es verdadera, supone una
actitud contemplativa que debe ser atendida. Se trata de contemplar al
verdadero Dios de Jesucristo, Dios uno y trino.
12. Una espiritualidad pascual, que afronte la cruz, que no huya de ella.
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hacer teología por hacer, sino que asumiendo la espiritualidad (raíz neta de la
teología) apostemos por llevar el mensaje de Jesús.