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FANTASMA
FANTASMA
Consideraciones terminológicas
La palabra fantasma es usada para indicar la aparición con forma de ser real de algo imaginado o
de un ser inmaterial, por ejemplo, el alma de un difunto. También a la persona disfrazada o al
espantajo usados para simular la aparición de un espectro.
Este concepto de Lacan figura, sin embargo, traducido en los Escritos en ocasiones como fantasía
y otras veces como fantasma.
En el apartado del libro de los sueños referido a la elaboración onírica secundaria (Capítulo VI),
Freud menciona el papel de las fantasías o sueños diurnos como escalón preliminar de los
síntomas histéricos agregando que "[...] además de tales fantasías conscientes existen otras
-numerosísimas- que por su contenido y procedencia de material reprimido tienen que
permanecer inconscientes".
Freud resalta el término "sueños diurnos" aplicado a las fantasías diurnas conscientes, ya que
tienen en común con los sueños el ser realizaciones de deseos: "[...] tienen en gran parte como
base las impresiones provocadas por sucesos infantiles y sus creaciones gozan de cierta
benevolencia de la censura" (1). La elaboración secundaria del sueño intenta constituir con el
material onírico algo como una fantasía diurna. Cuando dicha fantasía se encuentra constituida
de antemano y guarda relación con las ideas latentes del sueño, pasa con facilidad al contenido
manifiesto del mismo. "Existen pues sueños que no consisten sino en la repetición de una fantasía
diurna que ha permanecido, quizás inconsciente" (1).
Estos sueños diurnos pueden ser conscientes o inconscientes, y son susceptibles de originar tanto
sueños nocturnos como síntomas neuróticos. También intervienen en la producción artística: "[...]
el poeta hace lo mismo que el niño que juega: crea un mundo fantástico y lo toma muy en serio;
esto es, se siente íntimamente ligado a él, aunque sin dejar de diferenciarlo resueltamente de la
realidad [...] mucho de lo que, siendo real, no podría procurar placer ninguno puede procurarlo
como juego de la fantasía [...]" (3), tanto para el poeta como para su auditorio.
Las mociones pulsionales insatisfechas son las fuerzas impulsoras de las fantasías, y "cada fantasía
es una satisfacción de deseos, una rectificación de la realidad insatisfactoria". "[...] la poesía,
como el sueño diurno, es la continuación y el sustitutivo de los juegos infantiles" (3). Son estados
psíquicos preliminares de los síntomas neuróticos.
Resumiendo, desde Freud, la fantasía es una actividad psíquica presente en la vida corriente
(juego de los niños, ensueños diurnos, elaboración secundaria del sueño, creatividad en el
artista, disfrute de las producciones del arte) que puede en determinadas condiciones generar
síntomas neuróticos, constituyendo un estadio preliminar de los mismos.
Tales condiciones a veces son cuantitativas (su exacerbación) y otras veces están relacionadas
con la relación de la fantasía correspondiente con los sistemas inconsciente y preconsciente: "Las
fantasías inconscientes, o lo han sido siempre, habiendo tenido su origen en lo inconsciente, o, lo
que es más frecuente, fueron un día fantasías conscientes, sueños diurnos, y han sido luego
intencionadamente olvidadas, relegadas a lo inconsciente por la 'represión' [...] la fantasía
inconsciente integra una importantísima relación con la vida sexual del individuo, pues es
idéntica a la que él mismo empleó como base de la satisfacción sexual, en un período de
masturbación" (7). El contenido de las fantasías inconscientes en los neuróticos es similar a las
situaciones creadas por los perversos para su satisfacción sexual en la realidad.
Como vemos, la fantasía desempeña un papel importante en la masturbación del niño y del
adulto. En su artículo "Pegan a un niño" (1919), Freud desarrolla ampliamente estas cuestiones.
Allí se despliega esta frase -que describe una escena imaginada como soporte de la satisfacción
masturbatoria- y se examinan sus relaciones con el sadismo y el masoquismo, el complejo de
Edipo y las cuestiones de la ubicación del sujeto en esa escena. Freud analiza esta fantasía -que
en última instancia esta referida al deseo de recibir una satisfacción sexual y amorosa por parte
del padre- a través de una serie de sustituciones de los personajes (del soñante y del padre) y
una serie de inversiones gramaticales que recuerdan las propuestas en "Pulsiones y destinos de
pulsión" (1915), revelando que la frase que describe la escena que acompaña al onanismo: "pegan
a un niño", tan enigmática al principio, está vinculada con dos pasos previos: uno, susceptible de
ser recordado, "el padre pega a un niño"; el otro, inconsciente y reprimido, tiene un carácter
masoquista, "yo soy pegado por el padre". Ese "ser pegado" contiene a la vez culpa y erotismo: "no
es sólo el castigo de la relación genital prohibida, sino también su sustitución regresiva" (8). Esta
fase intermedia reprimida e inconsciente sólo puede ser reconstruida en el análisis.
Lacan usa "fantasme" (que podría traducirse por fantasía pero se tradujo más habitualmente
como fantasma) tanto para referirse al concepto freudiano (cuya amplitud hemos recorrido) como
para designar lo que él introduce como concepto nuevo.
El <> (rombo o losange) indica una relación de doble implicación (implicación recíproca) entre los
términos que une, es decir:
y recíprocamente:
7. Código (lenguaje)
m. Yo (moi)
Es la relación del yo al otro [líneas de retorno en el dibujo 1, m- i(a)] la que pone remedio a esa
indefensión situando algo como un señuelo a nivel del piso superior ($ <> a)- d. Esta relación
entre los dos pisos del grafo del deseo (dibujo 1) se hace posible porque la imagen del otro i
(a) permite advertir la castración a nivel imaginario: -φ. Lo que le falta a la imagen deseada (lo
es debido a la investidura narcisista que recibe) será el antecedente del objeto causa del deseo:
el a.
A la pregunta ¿Qué me quieres?, se pide al Otro que responda en términos de pulsión (referencia
5 en el dibujo 1). El yo (moi) toma función de objeto en el fantasma. Objeto ofrecido al deseo
del Otro que acota su infinito deslizamiento metonímico, congelándolo en una respuesta
tranquilizadora: “no quiere más que eso”, que sea su bomboncito, su basurita, su muñequita, su
tesoro, su cruz [...] (objeto a oral, anal, mirada, voz...) [...] algo toma valor de objeto
privilegiado y detiene este deslizamiento infinito… (del significante).[...] un objeto a toma en
relación al sujeto este valor esencial que constituye el fantasma fundamental donde el sujeto se
reconoce él mismo como detenido (fijado) en relación al objeto [...]” (19).
El “ser” del niño se aliena en una falsa respuesta, forzado por la necesidad de ocupar algún lugar
en el deseo de ese Otro que viene respondiendo a sus primeras demandas y que se ha vuelto
indispensable para él, más allá del plano de la necesidad.
Como vemos, el fantasma adquiere características paradójicas, es un recurso frente al deseo del
Otro y, por consiguiente, un remedio contra la angustia, y en última instancia contra un goce
inconmensurable; por medio del significante fálico , ese goce se rodea, se “parlotea”
alrededor de las formas del objeto a. Por otro lado, su fijeza –propia de lo imaginario- detiene el
devenir, el “ir siendo”, y captura en un goce, que Lacan llamará con propiedad, goce fálico, goce
del bla, bla, bla...
DIBUJO 3: Operación de separación
El objeto a así constituido, es el objeto de la pulsión transformado en objeto causa del deseo, ése
es el objeto del fantasma, lo que sostiene el deseo del sujeto, lo que lo divide, lo castra, y por
ello causa al sujeto en su deseo.
Hay una relación de doble implicación:
Por lo tanto:
$ a
El objeto a tiene su soporte corporal, se trata de los aparejos del cuerpo que están “listos para
suministrar” lo que el fantasma “va a llevar” (Seminario 14), que difiere de aquello con que los
cuerpos pueden aparearse.
Se trata del “seno, el escíbalo, la mirada, la voz, estas piezas separables, sin embargo
profundamente religadas al cuerpo” (25). Es una operación de estructura lógica, efectuada sobre
el “hablante” y no sobre lo “viviente”. El modelo de estas formas del objeto a es la placenta
(Seminario 10). Está en el cuerpo de la madre pero no le pertenece. Tampoco al cuerpo del
niño. Es un órgano intermediario entre ambos que cae como desecho después del parto. Metáfora
de la división subjetiva, división del sujeto, división del Otro, lo que resta, es el objeto a.
Recapitulando:
1. El fantasma es la respuesta que el sujeto construye al enigma del deseo del Otro.
2. El fantasma es el sostén o soporte del deseo.
3. El fantasma es una defensa frente al goce del Otro.
4. El fantasma es aquello a través de lo cual “somos gozados” por el Otro.
Esta última posibilidad (Seminario 18) es la que determina que en la cura analítica de las neurosis
el fantasma sea el eje alrededor del cual se opera la transformación del goce en deseo, angustia
mediante (del goce al deseo hay un paso lógico necesario que es la angustia).
Se trata de poner en evidencia que no sólo el goce está prohibido, sino que es imposible. Hay un
viraje en la posición del sujeto: pasa de estar ofrecido a través de su yo (moi) como objeto al
goce del Otro, a estar causado en su deseo por el objeto a que lo divide: “En ese punto de falta
tiene que reconocerse el sujeto” (24). A esto se denomina travesía o atravesamiento del
fantasma fundamental, uno de los pilares en los que Lacan se apoya para decir que el análisis es
terminable.