Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
2. Formación
El suelo procede de la roca madre, la cual se altera por la acción de los factores ambientales y en su
formación se desarrollan una serie de procesos que transforman el material original hasta darle una
morfología y propiedades propias. La intensidad de los cambios que se desarrollan en el paso de roca
a suelo podemos intuirlos si comparamos la morfología de una roca granítica y del suelo que a partir
de ella se forma.
Los cambios se producen tanto a nivel de alteración de los granos de los minerales como en lo
referente a su organización (estructura).
La alteración del material original comienza por un cambio en la coloración, aparecen coloraciones
amarillas y pardas, muy tenues al principio y luego se van acentuando.
Además comienzan a desarrollarse pequeñas grietas muy estrechas y de paredes ajustables, que
progresivamente se van ensanchando y haciéndose menos regulares y de morfología más compleja.
Después aparece el plasma (o masa basal) rellenando parcialmente los huecos, pero al principio sin
que se produzcan reorganizaciones, las movilizaciones o carecen de importancia o son inexistentes en
esta etapa.
A nivel de alteración mineral la transformación comienza afectando a los minerales mas inestables
(piroxenos, anfiboles y plagioclasas).
Lección 1. EL SUELO: CONCEPTO Y FORMACION
2. Formación (continuación)
Como resultado de la intensa alteración el plasma se vuelve muy abundante y llega a constituir una
especie de masa basal que engloba a los demás constituyentes. Por otra parte, la porosidad aumenta
espectacularmente, lo que conlleva un aumento de volumen considerable.
A nivel de alteración se observa una transformación profunda de los minerales de la roca madre. Se
alteran ya los más resistentes, como los feldespatos potásicos (ortosa)y permanece sólo el cuarzo que
es muy inalterable (sólo se fragmenta). Se produce en esta etapa final una importante formación de
nuevos minerales edáficos (que no existían en la roca madre) que se acumulan en la fracción arcilla .
En esta etapa los organismos se implantan en este medio, lo transforman e incorporan sus residuos y
sus propios cuerpos al morir. Estos restos orgánicos sufren unos profundos cambios hacia otros
compuestos más estables.
Los cambios que hemos mostrado en todas estas fotografías son muy espectaculares, al tratarse de la
edafización (formación del suelo) de una roca ígnea, como en el caso del granito, y por tanto, con
mineralogía, textura y microestructura muy diferentes de las que presentan los suelos; sin embargo, si
el material original es una roca sedimentaria, estos cambios desarrollados durante los procesos
edáficos serán menos espectaculares.
3. Factores de formación
Bien, cabe ahora preguntarse qué factores serán los que condicionen los cambios en los materiales
originales hasta formar el suelo. Esta claro que la roca, con su aporte masivo de minerales, será un
factor importante en la formación del suelo. ¿Pero qué otros factores influirán? Bueno, pues, como se
ha mostrado en el punto 2, el suelo se forma además de a partir de una roca también a partir de unos
restos vegetales y animales, por tanto, los organismos también constituyen un factor importante Si se
comparan los suelos de la regiones húmedas y los de las regiones áridas salta a la vista el importante
papel que juega el clima en la formación del suelo. Por otra parte, si analizamos la distribución de los
suelos en una zona montañosa, observaremos como los suelos se encuentran escalonados en el
paisaje (figura 2). Por último, es evidente que los cambios que se producen en el material para pasar
de roca a suelo necesitan para desarrollarse que transcurra un determinado tiempo y este tiempo
representa el quinto y último factor en la formación del suelo.
El suelo puede ser considerado como una determinada combinación de sus factores formadores. Esta
concepción del suelo fue expresada por primera vez por Jenny en 1940 según la siguiente ecuación:
S = f (cl, o, r, p, t).
representando "S" al suelo, "f" es una función , "cl" al clima, "o" a los organismos, "r" al relieve, "p" a la
roca madre y "t" al tiempo.
Esta ecuación es muy importante pues representa que para una determinada combinación de los
factores formadores sólo puede existir un tipo de suelo (la misma combinación de factores originará
siempre el mismo tipo de suelo independientemente del lugar geográfico en que se encuentre).
Igualmente importante es que la magnitud de cualquiera de las propiedades del suelo, tales como pH,
contenido en arcillas, porosidad, etc, está determinada por la combinación de estos factores
formadores.
Para evaluar la influencia de cada factor formador en las propiedades del suelo, basta en teoría con
mantener constantes todos los demás, (hecho que frecuentemente es difícil de encontrar en la
práctica). Así para ver la importancia del tiempo, la ecuación fundamental quedaría así:
lo que quiere decir que la variación de cualquier propiedad del suelo depende exclusivamente del
tiempo. Así, en el tiempo cero, suelo y material original se funden uno en el otro. Variando el tiempo
irán apareciendo una serie de tipos de suelos, cada vez mas evolucionados, cuyas propiedades serán
una consecuencia directa de la edad y obtendríamos lo que se llama una CRONOSECUENCIA. Por
otra parte, si aislamos el factor roca madre (y mantenemos constantes a todos los demás) tendríamos
una LITOSECUENCIA. Aislando el factor relieve obtendríamos una TOPOSECUENCIA o CATENA, si
es el clima el único factor variable tenemos la CLIMOSECUENCIA y finalmente la acción de los
organismos vendría representada en una BIOSECUENCIA.
La roca representa la fuente de los materiales sólidos. Generalmente, los minerales del suelo proceden
directamente o indirectamente de la roca madre. El influjo de las rocas en los constituyentes y
propiedades de los suelos es muy marcado para los suelos más jóvenes, pero esta relación se va
volviendo cada vez menos patente conforme va transcurriendo el tiempo.
Son muchos los parámetros de la roca que inciden en la formación y evolución de los suelos, pero de
ellos podemos destacar claramente a tres.
Permeabilidad. Regula la penetración y circulación del aire y del agua, lo que va a condicionar de
un modo decisivo la fragmentación, alteración y translocación de los materiales.
Granulometría. De los dos apartados anteriores se desprende el importante papel que el tamaño
de las partículas de los constituyentes de la roca va a representar para la edafización de estos
materiales.
Los materiales de granulometría grosera, los arenosos, van a presentar una gran estabilidad frente a la
alteración. Cuanto mayor sea el tamaño del grano menos representará la superficie frente al volumen
total del grano y por tanto menos superficie de ataque presentarán a la agresión del medio.
Por otro lado la granulometría gruesa da lugar a materiales muy porosos, con poros lo suficientemente
grandes como para la rápida circulación del agua (al ser grandes los granos dejan al empaquetarse
huecos de tamaño también grande).
Los materiales arcillosos ofrecen unos comportamientos opuestos, mientras que los materiales de
granulometrías equilibradas dan resultados intermedios.
La decisiva acción del clima en la formación del suelo se desprende al considerar que el clima va a
regular el aporte de agua al suelo, así como su temperatura. Como se muestra en la figura, ambos
factores (humedad y temperatura) ejercen una influencia decisiva en los tres procesos básicos de
formación de los suelos (figura 3).
Por otra parte el clima también influye directamente en otros factores formadores, como es el factor
biótico y el relieve.
La cantidad de arcilla presente en un suelo aumenta con las precipitaciones y con la temperatura
(ambos favorecen la alteración).
Pero también existe una relación entre el tipo de minerales presentes en esta fracción y las
precipitaciones.
Igualmente se encuentra una marcada relación entre los elementos climáticos con el contenido en
materia orgánica y su grado de evolución. En líneas generales, al aumentar la precipitación aumenta
los porcentajes de materia orgánica (aumenta el desarrollo de la cobertura vegetal y, por tanto, sus
aportes), mientras que al aumentar la temperatura disminuye el contenido de materia orgánica
(prevalece la destrucción frente al aporte).
Las acciones del clima también quedan reflejadas en muchas de las propiedades del suelo. La
capacidad de cambio (cantidad de iones adsorbidos en las superficies de los materiales del suelo)
aumenta proporcionalmente a las precipitaciones, e incluso los iones fijados en las posiciones de
cambio también muestran una dependencia.
Por otra parte al aumentar las precipitaciones se producirá una progresiva acidificación, la cual irá
acompañada de la correspondiente desaturación del complejo de cambio (los hidrogeniones van
sustituyendo al Ca, Mg, Na y K).
3.2.3 Climosecuencias
Desde el punto de vista edáfico los elementos del relieve más importantes son la inclinación y longitud
de las laderas, la posición fisiográfica y la orientación.
Transporte
Por la acción de la gravedad, en el relieve se produce el transporte de todo tipo de materiales que se
trasladan pendiente abajo. Dependiendo de su posición en el paisaje, el suelo se ve sometido a la
acción de erosión o por el contrario puede predominar la acumulación (figura 6).
En las zonas altas, sobre todo en las áreas en que se presentan fuertes inclinaciones, el suelo está
sometido a una intensa erosión, por lo que la posición se considera residual y estará conformada por
suelos esqueléticos.
A media ladera los suelos están sometidos a un continuo transporte de materiales sólidos y soluciones,
por lo que suelen presentar pequeños o moderados espesores y en ellos son muy abundantes los
cantos angulosos, tan representativos de los suelos coluviales.
En definiva en un relieve colinado existen básicamente tres posiciones con comportamiento muy
diferente: relieve residual (o erosional), relieve transporsicional y relieve deposicional (figura 7).
Características hídricas
El relieve también influye en la cantidad de agua que accede y pasa a través del suelo.
En relieves convexos el agua de precipitación circula por la superficie hacia las zonas más bajas del
relieve y se crea un área de aridez local, mientras que lo contrario ocurre para las formas con relieve
cóncavo.
También el drenaje del suelo se verá influenciado por el relieve, ya que este influye decisivamente en
la textura, que a su vez condicionará en gran parte la permeabilidad. En las áreas altas tendremos un
drenaje vertical rápido, que pasará a oblicuo en las laderas y quedará muy impedido en las
depresiones.
Por otra parte la posibilidad de aporte de agua a través de niveles freáticos también estará
condicionada a la posición del suelo en el relieve.
Microclima
El relieve también modifica las características del clima edáfico, al influir en la temperatura y en la
humedad en función de la inclinación (influirá en la intensidad calorífica de las radiaciones recibidas),
orientación (que regulará el tiempo de incidencia de las radiaciones solares) y altitud (que influirá en
los elementos climáticos generales).
Como consecuencia de todo ello también afectará al desarrollo de la vegetación y de la actividad
microbiana.
Las importantes acciones descritas en el apartado anterior se materializan en una clara dependencia
de los constituyentes y propiedades del suelo con el relieve. Estas dependencias se definen como
topofunciones y algunas de ellas las representamos de una manera esquemática en la figura 8.
Lógicamente también existe una dependencia entre el grado de evolución del suelo y su posición en el
paisaje. Esta relación entre los suelos y el relieve se llama catenas de suelos o toposecuencias.
La catena (figura 9) representa el escalonamiento regular de suelos dando una sucesión cuyo grado
de desarrollo varía de forma continua con la pendiente y mostrando niveles de igual desarrollo para
suelos situados en la misma posición topográfica (con iguales inclinaciones y cotas topográficas).
Constituyen las fuente de material original para la fracción orgánica del suelo. Restos vegetales y
animales que al morir se incorporan al suelo y sufren profundas transformaciones.
Ejercen importantes acciones de alteración de los materiales edáficos. Los organismos transforman
los constituyentes del suelo al extraer los nutrientes imprescindibles para su ciclo vital. El papel de los
microorganismos en la transformación de la materia orgánica es tan importante como para que la
humificación apenas se desarrolle en su ausencia.
Producen una intensa mezcla de los materiales del suelo como resultado de su actividad biológica.
Favorecen el drenaje.
Protegen al suelo de la erosión. Por efecto mecánico (la cobertura vegetal, así como los restos
acumulados sobre la superficie, protege a éste de los impactos de las gotas de lluvia) o por el poder de
agregación que unen a las distintas partículas del suelo y así quedan fuertemente retenidas.
Como hemos visto el suelo, se origina por una serie de procesos y cada uno de ellos se desarrolla con
muy diferente velocidad. Como consecuencia las propiedades del suelo, que son el resultado de la
actuación de los procesos, se manifestaran también de un modo desigual.
De todos los tipos de cronosecuencias, son sin duda las desarrolladas en terrazas fluviales las más
universalmente investigadas. Desde el punto de vista edáfico la propiedad más interesante de las
terrazas fluviales es que, en condiciones normales, presentan una clara correlación entre la cota de la
terraza y su edad, de manera que la terraza más alta es la más antigua y al descender son cada vez
más jóvenes, hasta llegar a la terraza inmediatamente próxima al cauce, que será la de formación más
reciente. La diferente evolución de cada suelo, así como el grado de desarrollo de sus propiedades
está regulado exclusivamente por el factor tiempo (figuras 11 y 12).
Unas propiedades van aumentando su grado de desarrollo (lineas A, C y D de la figura) mientras que
otras tienen un comportamiento inverso (B), pero todas ellas llegan a alcanzar un estadío a partir del
cual no experimentan variaciones con el tiempo (las curvas se vuelven paralelas al eje horizontal,
lineas A', B', C' y D'), alcanzando cada una este estado de equilibrio a una edad diferente (edad 1, 2, 3
y 4). Cuando todas las propiedades se encuentran en esta situación se dice que el suelo está en
estado climax o estado estacionario (punto D´; tiempo 4). El tiempo necesario para alcanzar esta etapa
de madurez varía con cada tipo de suelo, según los procesos que en su formación hayan tenido lugar .
Algunos autores cuestionan esta teoría del estado estacionario y creen que el suelo siempre esta
evolucionando. De cualquier forma parece claro que en sus etapas finales el suelo evoluciona tan
lentamente que podemos considerar sus cambios como poco significativos.
Unas propiedades alcanzan rápidamente su equilibrio, en sólo algunos cientos de años (por ejemplo,
contenido en materia orgánica y lavado de los carbonatos), mientras que otras son de desarrollo
mucho más lento, requiriendo del orden de muchas decenas de miles de años (por ejemplo, la
translocación de arcilla). En consecuencia los distintos horizontes que componen los suelos necesitan
de tiempos muy distintos para su formación (como se muestra en la siguiente figura el horizonte A es
el de más rápida formación, mientras que el horizonte óxico necesita de hasta un millón de años para
manifestarse totalmente).
Para aquellos suelos que se forman en menos de alguna decenas de miles de años se habla de ciclo
corto, mientras que los que requieren de muchas decenas de miles hasta cientos de miles de años se
habla de ciclo largo.
4 Procesos de formación
En los apartados anteriores se describe cómo la roca se transforma en suelo por la acción del clima,
de los organismos, del relieve, y del tiempo, y hemos analizado también, brevemente, los cambios
producidos en la secuencia roca-suelo. Analizaremos ahora los procesos que se desarrollan durante
esta transformación y muy especialmente nos dedicaremos a poner de manifiesto las pruebas que la
actuación de estos procesos dejan en el perfil del suelo.
En síntesis, la formación de un suelo la reproducimos en la figura 2. La formación del suelo tiene lugar
como consecuencia de la actuación de los cinco factores formadores, ya descritos, y en ella desde el
punto de vista didáctico se pueden distinguir dos etapas: la etapa inicial que representa la
diferenciación de los constituyentes del suelo y una etapa final en la que los constituyentes se
reorganizan y evolucionan para formar el suelo.
La etapa inicial comienza, lógicamente, con la fragmentación de las rocas originales y también de los
restos de los organismos que poco a poco han ido colonizando el material. La desagregación del
material facilitará la circulación del aire y del agua, y también favorecerá la actividad biótica, todo lo
cual conducirá a la subsiguiente alteración química del material.
Los minerales de las rocas originales, dependiendo de la estabilidad, se alteran en mayor o menor
medida, apareciendo en el suelo más o menos transformados. Los iones liberados en la alteración
mineral pasarán a la solución del suelo formando geles o se recombinarán para dar lugar a nuevos
minerales.
Por otra parte, los vegetales y animales sufren al morir unas intensas transformaciones químicas,
desarrollándose un nuevo material orgánico que evoluciona para alcanzar un equilibrio en las
condiciones edáficas, llamado humus. Durante estos procesos de transformación del material orgánico
se desprenderán compuestos sencillos que irán a engrosar la solución del suelo y también se pueden
desprender como consecuencia de estas reacciones determinados gases, además de agua, pero el
agua y los gases del suelo proceden fundamentalmente de la atmósfera.
Etapa final. Todos los constituyentes formados o liberados en la etapa inicial (minerales, humus, geles,
gases, agua y soluciones) sufren una serie de procesos de mezcla y diferenciaciones que si
evolucionan in situ conducen a la formación del suelo, mientras que si son arrastrados a otros lugares,
dan lugar a los sedimentos (los cuales pueden edafizarse posteriormente para dar suelos).
Desde un punto de vista global en el esquema anterior de la formación del suelo se pueden definir tres
acciones generales (figura 1):
4.2.1 Fragmentación
La actuación del proceso de fragmentación o desagregación física del material original se puede poner
de manifiesto directamente en el perfil del suelo, simplemente observando como en la base de los
perfiles se presentan las rocas fragmentadas en numerosos bloques de diverso tamaño.
También se demuestra claramente la actuación de este proceso observando el suelo en el
microscopio, los fragmentos de rocas se encuentran en el suelo, como ya hemos visto, intensamente
fracturados.
Insolación. Las radiaciones solares calientan de un modo desigual a las rocas, y el material
soporta intensas presiones debidas a la dilatación diferencial. Cada capa soporta una temperatura
diferente (la superficie se calienta más que las capas interiores y además se enfría más rápidamente
con los cambios nocturnos),
además cada mineral se calienta de distinta manera (dependiendo de su coeficiente de absorción; por
ejemplo los minerales oscuros se calentaran en mayor medida que los de colores claros) y se dilata de
manera diferente (en función de la temperatura alcanzada y de su coeficiente de dilatación). Todo ello
crea fuertes presiones diferenciales.
Congelación. El agua penetra en los poros y al congelarse aumenta de volumen y fragmenta a las
rocas encajantes.
Efecto de descarga. Las rocas se han formado normalmente bajo intensa presión, el material se
encuentra comprimido y cuando afloran a la superficie, al perderse la presión, el material expande y se
fractura.
Dilatación/contracción. Los cambios de humedad producen cambios de volumen que fracturan las
rocas.
Cristalización. A partir de la solución del suelo se forman cristales en los poros de las rocas y al
aumentar de volumen presionan las paredes llegando a romper las rocas.
Acción biótica. Las raíces de las plantas invaden las grietas de las rocas y al crecer llegan a
fracturar al material encajante.
En contacto con el aire, y sobre todo con el agua, los minerales de las rocas se alteran. Por otra parte,
los organismos atacan a los minerales para extraer elementos nutrientes (K, Ca, Mg...) y transforman a
los minerales.
La alteración química del material original, se encuentra ampliamente desarrollada en los suelos y se
puede poner de manifiesto simplemente comparando la mineralogía inicial de la roca frente a la
mineralogía del suelo que se forma a partir de ella.
También se puede evaluar el grado y el tipo de alteración sin más que hacer un estudio de cualquier
muestra de suelo en el microscopio petrográfico.
halita
Hidratación. Las moléculas de agua son atraídas por los desequilibrios eléctricos quedando fijadas
en los constituyentes edáficos.
anhidrita yeso
Hidrólisis. Reacción química de los H+ y OH- del agua que se intercambian con los cationes y
aniones de los minerales llegando en los casos extremos a destruir por completo a los minerales.
Oxidación/reducción. Alteración química de los materiales del suelo por pérdida o ganancia de
electrones de sus iones constituyentes. Normalmente los minerales se oxidan en el suelo (se han
formado en los materiales geológicos originales en un medio pobre de oxígeno por lo que presentan
sus iones en forma reducida y al contacto con el oxígeno del aire del suelo se oxidan). No obstante en
los suelos permanentemente saturados en agua la tendencia, por el contrario, es de reducción.
En el caso concreto de la materia orgánica la alteración puede conducir al desarrollo de dos procesos
distintos: humificación y mineralización. Ambas inicialmente tienen una misma vía de actuación, la
transformación de los restos vegetales y animales al morir, pero desembocan en dos resultados
completamente distintos. La humificación engloba a una serie de procesos de alteración entre
productos orgánicos, es decir que siempre se conserva la estructura orgánica. Por tanto la
humificación conserva el material orgánico en el suelo, forma el humus. Por el contrario la
mineralización conduce a la destrucción total de los restos orgánicos descomponiéndolos en sus
productos inorgánicos sencillos (H2O, CO2, NH3...) eliminándose (realmente mineralizándose) gran
parte de la materia orgánica del suelo.
4.2.3 Translocación
Además de estos dos procesos de desagregación física y alteración química hay un tercer proceso
que ejerce una importantísima acción en la formación del suelo y es la translocación de sustancias,
que por un lado mezcla y agrega los materiales edáficos y por otro lado, los separa y los concentra.
Todas estas acciones se realizan bien por los organismos del suelo, muy especialmente por los que
excavan galerías, como las lombrices y las hormigas o por simple efecto mecánico, muy
frecuentemente por la acción del agua que transporta los materiales, a veces en suspensión a veces
en disolución. Este arrastre por la acción del agua ejerce efectos muy importantes en el suelo y puede
eliminar a las sustancias transportadas fuera del perfil o acumularlas a una determinada profundidad.
La translocación de sustancias también se puede demostrar fácilmente viendo por ejemplo sustancias
que tapizan las paredes de los poros e incluso rellenando completamente las grietas del suelo o
simplemente observando el material que rellena las galerías de la fauna o también por los montoncitos
acumulados en las entradas de los hormigueros y toperas.
Es decir que el proceso de translocación de materiales en el suelo es muy complejo afectando a muy
distintas sustancias (minerales, materia orgánica y complejos organo minerales, ya sean como
soluciones o suspensiones) y por muy diferentes causas (gravedad, capilaridad, evaporación, actividad
biótica, o como consecuencia del hinchamiento y contracción de la masa del suelo).
En el apartado anterior acabamos de ver como la formación del suelo es la consecuencia del
desarrollo de tres procesos básicos. Ahora bien, dependiendo de como se combinen en su actuación,
es decir, dependiendo de la intensidad con que se desarrolle cada uno de ellos y del tipo de materiales
a los que afecte preferentemente se definen determinados procesos de formación. Al actuar estos
procesos específicos conducen siempre o a la formación de un tipo concreto de suelo (por ejemplo los
podzoles son la consecuencia directa del proceso específico de podzolización) o bien confieren a
distintos tipos de suelos una característica común a todos ellos (por ejemplo el proceso específico de
iluviación de arcilla confiere a tipos muy diferentes de suelos un horizonte Bt, u horizonte árgico).
Empezaremos por los procesos en los que predomina la alteración y dejaremos para después a
aquellos en los que predomina la translocación de sustancias (la fragmentación actúa siempre y, por si
misma, no define ningún proceso específico concreto).
Melanización
Es el proceso responsable de la coloración oscura, más o menos negra, que adquieren los horizontes
A de los suelos. Es el resultado de la impregnación de los restos orgánico en la masa del suelo.
Empardecimiento
Representa la coloración parda que aparece en el suelo como consecuencia de la alteración de los
minerales primitivos que liberan importantes cantidades de hierro. Se forman hidróxidos férricos más o
menos hidratados y parcialmente cristalinos. Estos geles se unen a las arcillas (directamente o a
través del humus) formando unos compuestos (a veces complejos organominerales) de color pardo.
Es el proceso característico de las regiones templadas húmedas, y se pone claramente de manifiesto
en el paisaje de estas regiones.
Rubefacción
La rubefacción es otro proceso que también queda patente en la coloración del perfil.
Fersialitización
Ferralitización
Se caracteriza pues este proceso por una alteración extrema de los minerales, con un profundo lavado
de alcalinos y alcalinotérreos, llegandose a producir hasta importantes perdidas del silicio, aunque la
eliminación de sílice del perfil no llega a ser nunca completa (ya que el silicio es poco soluble y bajo la
forma de mineral de cuarzo es muy estable). En definitiva, se produce un enriquecimiento de solo los
compuestos muy estables, fundamentalmente óxidos e hidróxidos de hierro y aluminio (hematites,
goethita y gibsita), de cuarzo y también de los filosilicatos de la arcilla más estables, como son
aquellos con una razón Si/Al baja, como es el caso de la caolinita.
Gleyzación y Pseudogleyzación
La formación de ambos procesos está condicionada a la existencia de capas de agua que de manera
más o menos permanente saturan el suelo provocando una extensa hidromorfía.
El agua al desplazarse lentamente por el suelo, se irá empobreciendo en oxígeno a la vez que se irá
acidificando por efecto de la materia orgánica, con lo que también el ambiente se irá volviendo
reductor, lo que repercutirá en el suelo, fundamentalmente en relación a los compuestos de hierro y de
manganeso, ya que sus comportamientos edafoquímicos van a ser muy diferente dependiendo del
potencial redox existente.
El Fe el elemento químico que mejor refleja las condiciones de hidromorfía de los suelos. En
condiciones reductoras, se moviliza el Fe++, que es bastante móvil, sufriendo una redistribución por el
perfil (pues las malas condiciones de drenaje impiden su total eliminación), acumulándose compuestos
ferrosos, dándole al suelo su color gris-verdoso-azulado característico.
Si las condiciones de saturación se mantienen constantes a lo largo del año, las condiciones
reductoras predominan, el Fe se encuentra formando compuestos ferrosos, el perfil es de color gris
verde azulado y se desarrolla la gleyzación.
Cuando el suelo atraviesa fases de desecación estacionales más o menos largas (por alternancia
climática con fluctuación de la capa freática, por ejemplo), se origina una alternancia de condiciones
oxidantes y reductoras, apareciendo abundantes manchas rojizas debidas a los compuestos férricos,
junto a otras zonas verdosas y grises, apareciendo un horizonte abigarrado, y en este caso se habla
de un proceso de pseudogleyzación (o sea, de gleyzación parcial).
En muchas ocasiones, cuando el suelo no es tan impermeable, durante las fases reductoras, el Fe++
se moviliza y llega a ser eliminado del perfil quedando amplias zonas decoloradas, de colores grises
más o menos claros, entre otras manchas rojizas. Estas coloraciones grises son debidas a la
migración local del Fe++ y en las áreas rojizas el hierro se oxida y se acumula como Fe+++,
representando a zonas localmente más oxidantes.
El manganeso también se ve afectado por los cambios de humedad. Se reduce (pasando a la solución
del suelo) mucho mas fácilmente que el hierro y para oxidarse (inmovilizandose) requiere unas
condiciones oxidantes más fuertes que las que necesita el Fe. Es por tanto mucho más móvil. Tiende a
eliminarse del suelo y cuando se acumula lo hace formando nódulos y películas (llamadas cutanes o
revestimientos) de color negro.
En definitiva, como acabamos de ver, parece existir una clara relación entre las condiciones hídricas
de un perfil y sus rasgos morfológicos. Este hecho es muy importante ya que para reconocer la
presencia de un exceso de agua en un suelo tendríamos que desarrollar complicadas y laboriosas
medidas en el campo acerca de la profundidad y oscilaciones del nivel freático, del agua retenida, de
su contenido en oxígeno disuelto, del potencial redox y de la temperatura edáfica, a lo largo del año y
durante muchos años. Pero afortunadamente gran parte de todas estas condiciones las podemos
deducir de un modo directo e instantáneo por la simple observación de los rasgos morfológicos y
micromorfológicos del suelo. Por ello, el moteado de los horizontes se ha utilizado universalmente
como signo de hidromorfía, si bien hemos de aclarar que a veces no se cumple totalmente la relación
causa a efecto (es decir, exceso de agua a rasgos hidromorfos) por la existencia de determinadas
condiciones, unas que impiden la reducción, como es el exceso de oxígeno disuelto en el agua o la
ausencia de materia orgánica, y otras que dificultan la necesaria actividad microbiana, como sería una
temperatura muy baja, o un pH excesivamente ácido.
En este desplazamiento el agua arrastra diversos materiales, preferentemente los más móviles, con lo
cual se producen importantes pérdidas de materiales en los horizontes superiores, que pueden ser o
no acumulados en los horizontes inferiores.
Por tanto, en los procesos de translocación se distinguen dos fases distintos: una inicial de
movilización, transporte y pérdida de materiales que se llama eluviación (que se presenta en los
horizontes superiores, sobre todo en los horizontes E, pero también en los A) y un segundo proceso
que representa la inmovilización y acumulación, o sea de ganancia o enriquecimiento de sustancias
que se llama iluviación (se forman los horizontes subsuperficiales, horizontes B), siendo siempre el
agua el medio de transporte.
El hecho de que una sustancia migre bajo la forma de solución, suspensión o formando complejos va a
depender fundamentalmente de su estabilidad, solubilidad y facilidad para la complejación. Veamos a
continuación los procesos especificos más comunes.
En cuanto a los procesos edafogenéticos especificos en los que predomine una determinada
translocación pueden ser los siguientes:
Lavado
Se trata de un arrastre y eliminación de los iones disueltos en la solución del suelo. Constituye un
proceso que se desarrolla con mayor o menor intensidad en todos los suelos, especialmente
importante en los suelos de climas húmedos.
Desbasificación
Salinización
Es el resultado de la acumulación de sales solubles en el suelo (más solubles que el yeso; por ejemplo
el NaCl o sal común). Se desarrolla típicamente en las regiones áridas y semiáridas, con regímenes de
humedad del suelo deficitarios de agua, ya que dada la movilidad de estas sales en regímenes más
húmedos tienden a lavarse y ser eliminadas del perfil.
La alta concentración en sales de la solución del suelo es un factor fuertemente limitante para el
desarrollo normal de la vegetación, siendo esta escasa y especializada (plantas halofíticas).
Gypsificación
El yeso es más soluble que los carbonatos por lo que es muy móvil en el suelo.
Decarbonatación / carbonatación
En los suelos carbonatados se produce una lixiviación particular que se llama decarbonatación.
------------------DECARBONATACION--------------->
<------------------CARBONATACION------------------
De esta ecuación se deduce que la solubilidad de los Ca CO3 depende de la cantidad de agua que
infiltre y de la cantidad de CO2 que esta lleve disuelto. Al aumentar cualquiera de ellos aumenta la
cantidad de carbonatos disueltos.
Por otra parte, la carbonatación secundaria ocurre cuando se produce la precipitación de los CO3 al
variar cualquier condición que rompa el equilibrio y hace que la ecuación anteriormente citada se
desplace hacia la izquierda. Esta situación se puede provocar por una disolución del contenido de CO2
disuelto, aumento de pH, aumento de la temperatura, disminución de la humedad por
evapotranspiración, o por causas físicas que impidan la circulación del agua a través del suelo. La
acumulación de los CO3 secundarios se produce a una determinada profundidad, de manera que el
suelo se encuentra sin carbonatos en los horizontes superiores y con carbonatos en los horizontes
inferiores (típicamente en el C).
El proceso de carbonatación es típico de las regiones áridas, semiáridas y subhúmedas, con una
suficiente escasez de agua como para que los CO3 puedan acumularse en el suelo. Como resultado
de este proceso, se forman horizontes cálcicos.
Las pruebas de que este doble proceso de disolución y reprecipitación de los carbonatos, las tenemos
tanto en la morfología de los perfiles como en la propia morfología de los carbonatos. En efecto, en los
suelos de las regiones mediterráneas desarrollados sobre materiales calcáreos es sintomático el
encontrar los horizontes superiores descarbonatados y a una determinada profundidad se encuentran
niveles altamente calcáreos. Además, la profundidad a que se encuentran estos horizontes cálcicos,
está relacionada con la intensidad de las precipitaciones atmosféricas de las zonas en donde se
encuentran.
Por otra parte, la propia morfología de las acumulaciones de carbonatos es una clara manifestación de
su movilidad. Por ejemplo su distribución localizada en grietas y poros del suelo, también en nódulos
blandos pulverulentos y de borde difuso, es decir, que se integran paulatinamente en el suelo, y la
existencia de revestimientos en los agregados, así como otras veces localizadas en la parte inferior de
las gravas.
Un aspecto también muy interesante, sobre el que se ha debatido ampliamente y aún no resuelto en
muchas ocasiones, es la procedencia de los carbonatos presentes en un horizonte cálcico.
Los carbonatos en muchos casos proceden del material original; bien porque ya estaban presentes en
él, que es el caso más frecuente, o bien porque no estando físicamente presentes en la roca se han
neoformado en el suelo a partir de la alteración de los minerales primitivos, como puede ser el caso
para las plagioclasas, los piroxenos y los anfiboles.
También puede ocurrir que los carbonatos no guarden ninguna relación genética con el material
original, en estos casos habrán tenido que llegar por la vía de algún aporte externo. Esto puede
haberse realizado utilizando como vía de transporte el agua, ya sea por contaminación de un manto
freático regional o debido a las escorrentías locales tan importantes en las zonas montañosas.
Finalmente, en algunas ocasiones, sobre todo en las regiones áridas, los carbonatos de un
determinado suelo pueden proceder de un origen eólico.
Iluviación de arcilla
Este proceso se puso de manifiesto al analizar la distribución de los contenidos en arcilla de los suelos
en función de la profundidad. Se comprobó que en numerosos suelos se producía un fuerte incremento
de los porcentajes de arcilla en los horizontes subsuperficiales. Hoy día esta distribución se justifica
prioritariamente por la acción de las aguas de infiltración que arrastran parte de la arcilla de los
horizontes superiores y la depositan en las zonas más profundas.
Luego, en la siguiente fase húmeda, el proceso se repite y se forman de esta manera periódica unas
películas de arcilla orientadas, cada vez más espesas y que muestran fuerte brillo. Estas películas se
denominan clay-skins, o revestimientos o cutanes de arcilla, o arcilanes.
De igual manera, al entrar el agua de las suspensiones en el interior de los agregados edáficos va
depositando sobre la superficie de estos a las partículas de arcilla, formando también arcilanes de
iluviación que recubren los agregados.
El clima tiene una influencia decisiva en el proceso de iluviación. Así de la propia génesis de este
proceso se deduce que para que tenga lugar es absolutamente imprescindible que el suelo pase por
unas fases húmedas los suficientemente intensas como para que haya un exceso de agua de
gravedad que se infiltre a través del suelo, ya que de no ser así no se produciría el arrastre de la
arcilla. Además usualmente es necesario que el suelo pase por períodos de sequedad lo
suficientemente largos e intensos como para que se produzca la total desecación de los macroporos
de los horizontes inferiores del suelo. Un clima mediterráneo, sobre todo si es húmedo o subhúmedo,
se considera como el más favorable para el desarrollo de la iluviación de arcilla.
Roca madre. Permeable y con arcillas (o con minerales inestables que por alteración
originen arcillas en suficientes cantidades).
Relieve. Llano o suavemente inclinado.
Tiempo. Como es un proceso intermitente y recurrente en el tiempo, necesita
tiempos largos para manifetarse con suficiente intensidad. Típicamente en superficies
muy estables.
Así, un perfil en el que la iluviación de arcilla ha sido muy intensa muestra una secuencia típica de
horizontes A, E y Bt. El horizonte eluvial E se presenta decolorado, a veces de color blanco neto, de
textura arenosa y estructuras poco desarrolladas. Por el contrario, el horizonte iluvial, presenta
coloración parda o roja de altos cromas, su textura es arcillosa y presenta un fuerte desarrollo de la
estructura, con amplias y numerosas grietas, de tipo en bloques angulares gruesos o prismática. Pero
desgraciadamente, muy frecuentemente el perfil de un suelo ilimerizado no es tan demostrativo y es
muy normal que el suelo carezca de horizonte E, bien porque no haya sido la iluviación de arcilla lo
suficientemente intensa como para diferenciar al horizonte E del horizonte A, o porque al ser un
horizonte superficial y de estructura poco desarrollada tiene gran tendencia a erosionarse, o muy
frecuentemente debido simplemente a su mezcla con los horizontes adyacentes por el arado.
El estudio del suelo en el microscopio (micromorfología) constituye, a nuestra manera de ver, la
técnica más eficaz para el reconocimiento de la arcilla iluvial, pues en lámina delgada es donde los
revestimientos de arcilla muestran el conjunto de sus características, y tras un detenido estudio de su
naturaleza, morfología, localización y contextura, es generalmente posible diferenciarlos de los cutanes
de arcilla de presión . Debido a su hábito laminar, las partículas de arcilla tienden a orientarse
paralelamente. El resultado es que al atravesarlas la luz polarizada, los fenómenos ópticos de cada
partícula individual se suman a los de las partículas vecinas, comportándose el dominio arcillosos
orientado como si se tratara de un único cristal, mostrando propiedades ópticas distintivas: color de
interferencia, fenómenos de extinción (el modelo de extinción es una medida del grado de orientación),
continuidad óptica, etc., que permiten hacer interpretaciones acerca del ambiente en el cual la
partículas se han distribuido, así como la forma de acumularse.
Las características por las cuales se reconoce el origen iluvial de la arcilla en lámina delgada son:
continuidad óptica, fuerte orientación preferida, intenso color de interferencia, existencia de
laminaciones, contraste textural con la matriz adyacente, límite abrupto, color natural propio (amarillo o
rojizo, dependiendo del Fe que las acompaña) y localización siempre recubriendo las paredes de los
macroporos o las superficies de los agregados.
En resumen, en el perfil puede detectarse la iluviación por la presencia de un sequm E-Bt o por la
existencia de clay-skins. A los clay-skins se les reconoce un importante papel diagnóstico. No obstante
en algunas ocasiones, sobre todo en los suelos arcillosos, pueden confundirse con los cutanes
formados por orientaciones de las partículas de arcilla por efecto de la presión, por lo que resulta muy
recomendable su estudio en el microscopio.
El correcto reconocimiento del proceso iluvial es un hecho muy importante y su erróneo diagnóstico es
la causa más frecuente de interpretaciones equivocadas en los estudios de suelos.
En este desplazamiento el agua arrastra diversos materiales, preferentemente los más móviles, con lo
cual se producen importantes pérdidas de materiales en los horizontes superiores, que pueden ser o
no acumulados en los horizontes inferiores.
Por tanto, en los procesos de translocación se distinguen dos fases distintos: una inicial de
movilización, transporte y pérdida de materiales que se llama eluviación (que se presenta en los
horizontes superiores, sobre todo en los horizontes E, pero también en los A) y un segundo proceso
que representa la inmovilización y acumulación, o sea de ganancia o enriquecimiento de sustancias
que se llama iluviación (se forman los horizontes subsuperficiales, horizontes B), siendo siempre el
agua el medio de transporte.
El hecho de que una sustancia migre bajo la forma de solución, suspensión o formando complejos va a
depender fundamentalmente de su estabilidad, solubilidad y facilidad para la complejación. Veamos a
continuación los procesos especificos más comunes.
En cuanto a los procesos edafogenéticos especificos en los que predomine una determinada
translocación pueden ser los siguientes:
Lavado
Se trata de un arrastre y eliminación de los iones disueltos en la solución del suelo. Constituye un
proceso que se desarrolla con mayor o menor intensidad en todos los suelos, especialmente
importante en los suelos de climas húmedos.
Desbasificación
Salinización
Es el resultado de la acumulación de sales solubles en el suelo (más solubles que el yeso; por ejemplo
el NaCl o sal común). Se desarrolla típicamente en las regiones áridas y semiáridas, con regímenes de
humedad del suelo deficitarios de agua, ya que dada la movilidad de estas sales en regímenes más
húmedos tienden a lavarse y ser eliminadas del perfil.
La alta concentración en sales de la solución del suelo es un factor fuertemente limitante para el
desarrollo normal de la vegetación, siendo esta escasa y especializada (plantas halofíticas).
Gypsificación
El yeso es más soluble que los carbonatos por lo que es muy móvil en el suelo.
Decarbonatación / carbonatación
En los suelos carbonatados se produce una lixiviación particular que se llama decarbonatación.
------------------DECARBONATACION--------------->
<------------------CARBONATACION------------------
De esta ecuación se deduce que la solubilidad de los Ca CO3 depende de la cantidad de agua que
infiltre y de la cantidad de CO2 que esta lleve disuelto. Al aumentar cualquiera de ellos aumenta la
cantidad de carbonatos disueltos.
Por otra parte, la carbonatación secundaria ocurre cuando se produce la precipitación de los CO3 al
variar cualquier condición que rompa el equilibrio y hace que la ecuación anteriormente citada se
desplace hacia la izquierda. Esta situación se puede provocar por una disolución del contenido de CO2
disuelto, aumento de pH, aumento de la temperatura, disminución de la humedad por
evapotranspiración, o por causas físicas que impidan la circulación del agua a través del suelo. La
acumulación de los CO3 secundarios se produce a una determinada profundidad, de manera que el
suelo se encuentra sin carbonatos en los horizontes superiores y con carbonatos en los horizontes
inferiores (típicamente en el C).
El proceso de carbonatación es típico de las regiones áridas, semiáridas y subhúmedas, con una
suficiente escasez de agua como para que los CO3 puedan acumularse en el suelo. Como resultado
de este proceso, se forman horizontes cálcicos.
Las pruebas de que este doble proceso de disolución y reprecipitación de los carbonatos, las tenemos
tanto en la morfología de los perfiles como en la propia morfología de los carbonatos. En efecto, en los
suelos de las regiones mediterráneas desarrollados sobre materiales calcáreos es sintomático el
encontrar los horizontes superiores descarbonatados y a una determinada profundidad se encuentran
niveles altamente calcáreos. Además, la profundidad a que se encuentran estos horizontes cálcicos,
está relacionada con la intensidad de las precipitaciones atmosféricas de las zonas en donde se
encuentran.
Por otra parte, la propia morfología de las acumulaciones de carbonatos es una clara manifestación de
su movilidad. Por ejemplo su distribución localizada en grietas y poros del suelo, también en nódulos
blandos pulverulentos y de borde difuso, es decir, que se integran paulatinamente en el suelo, y la
existencia de revestimientos en los agregados, así como otras veces localizadas en la parte inferior de
las gravas.
Un aspecto también muy interesante, sobre el que se ha debatido ampliamente y aún no resuelto en
muchas ocasiones, es la procedencia de los carbonatos presentes en un horizonte cálcico.
Los carbonatos en muchos casos proceden del material original; bien porque ya estaban presentes en
él, que es el caso más frecuente, o bien porque no estando físicamente presentes en la roca se han
neoformado en el suelo a partir de la alteración de los minerales primitivos, como puede ser el caso
para las plagioclasas, los piroxenos y los anfiboles.
También puede ocurrir que los carbonatos no guarden ninguna relación genética con el material
original, en estos casos habrán tenido que llegar por la vía de algún aporte externo. Esto puede
haberse realizado utilizando como vía de transporte el agua, ya sea por contaminación de un manto
freático regional o debido a las escorrentías locales tan importantes en las zonas montañosas.
Finalmente, en algunas ocasiones, sobre todo en las regiones áridas, los carbonatos de un
determinado suelo pueden proceder de un origen eólico.
Iluviación de arcilla
Este proceso se puso de manifiesto al analizar la distribución de los contenidos en arcilla de los suelos
en función de la profundidad. Se comprobó que en numerosos suelos se producía un fuerte incremento
de los porcentajes de arcilla en los horizontes subsuperficiales. Hoy día esta distribución se justifica
prioritariamente por la acción de las aguas de infiltración que arrastran parte de la arcilla de los
horizontes superiores y la depositan en las zonas más profundas.
Luego, en la siguiente fase húmeda, el proceso se repite y se forman de esta manera periódica unas
películas de arcilla orientadas, cada vez más espesas y que muestran fuerte brillo. Estas películas se
denominan clay-skins, o revestimientos o cutanes de arcilla, o arcilanes.
De igual manera, al entrar el agua de las suspensiones en el interior de los agregados edáficos va
depositando sobre la superficie de estos a las partículas de arcilla, formando también arcilanes de
iluviación que recubren los agregados.
El clima tiene una influencia decisiva en el proceso de iluviación. Así de la propia génesis de este
proceso se deduce que para que tenga lugar es absolutamente imprescindible que el suelo pase por
unas fases húmedas los suficientemente intensas como para que haya un exceso de agua de
gravedad que se infiltre a través del suelo, ya que de no ser así no se produciría el arrastre de la
arcilla. Además usualmente es necesario que el suelo pase por períodos de sequedad lo
suficientemente largos e intensos como para que se produzca la total desecación de los macroporos
de los horizontes inferiores del suelo. Un clima mediterráneo, sobre todo si es húmedo o subhúmedo,
se considera como el más favorable para el desarrollo de la iluviación de arcilla.
Roca madre. Permeable y con arcillas (o con minerales inestables que por alteración
originen arcillas en suficientes cantidades).
Relieve. Llano o suavemente inclinado.
Tiempo. Como es un proceso intermitente y recurrente en el tiempo, necesita
tiempos largos para manifetarse con suficiente intensidad. Típicamente en superficies
muy estables.
Así, un perfil en el que la iluviación de arcilla ha sido muy intensa muestra una secuencia típica de
horizontes A, E y Bt. El horizonte eluvial E se presenta decolorado, a veces de color blanco neto, de
textura arenosa y estructuras poco desarrolladas. Por el contrario, el horizonte iluvial, presenta
coloración parda o roja de altos cromas, su textura es arcillosa y presenta un fuerte desarrollo de la
estructura, con amplias y numerosas grietas, de tipo en bloques angulares gruesos o prismática. Pero
desgraciadamente, muy frecuentemente el perfil de un suelo ilimerizado no es tan demostrativo y es
muy normal que el suelo carezca de horizonte E, bien porque no haya sido la iluviación de arcilla lo
suficientemente intensa como para diferenciar al horizonte E del horizonte A, o porque al ser un
horizonte superficial y de estructura poco desarrollada tiene gran tendencia a erosionarse, o muy
frecuentemente debido simplemente a su mezcla con los horizontes adyacentes por el arado.
El estudio del suelo en el microscopio (micromorfología) constituye, a nuestra manera de ver, la
técnica más eficaz para el reconocimiento de la arcilla iluvial, pues en lámina delgada es donde los
revestimientos de arcilla muestran el conjunto de sus características, y tras un detenido estudio de su
naturaleza, morfología, localización y contextura, es generalmente posible diferenciarlos de los cutanes
de arcilla de presión . Debido a su hábito laminar, las partículas de arcilla tienden a orientarse
paralelamente. El resultado es que al atravesarlas la luz polarizada, los fenómenos ópticos de cada
partícula individual se suman a los de las partículas vecinas, comportándose el dominio arcillosos
orientado como si se tratara de un único cristal, mostrando propiedades ópticas distintivas: color de
interferencia, fenómenos de extinción (el modelo de extinción es una medida del grado de orientación),
continuidad óptica, etc., que permiten hacer interpretaciones acerca del ambiente en el cual la
partículas se han distribuido, así como la forma de acumularse.
Las características por las cuales se reconoce el origen iluvial de la arcilla en lámina delgada son:
continuidad óptica, fuerte orientación preferida, intenso color de interferencia, existencia de
laminaciones, contraste textural con la matriz adyacente, límite abrupto, color natural propio (amarillo o
rojizo, dependiendo del Fe que las acompaña) y localización siempre recubriendo las paredes de los
macroporos o las superficies de los agregados.
En resumen, en el perfil puede detectarse la iluviación por la presencia de un sequm E-Bt o por la
existencia de clay-skins. A los clay-skins se les reconoce un importante papel diagnóstico. No obstante
en algunas ocasiones, sobre todo en los suelos arcillosos, pueden confundirse con los cutanes
formados por orientaciones de las partículas de arcilla por efecto de la presión, por lo que resulta muy
recomendable su estudio en el microscopio.
El correcto reconocimiento del proceso iluvial es un hecho muy importante y su erróneo diagnóstico es
la causa más frecuente de interpretaciones equivocadas en los estudios de suelos.
Podzolización
La podzolización engloba la queluviación de Al y Fe, junto con materia orgánica, de las zonas
superficiales y su acumulación en las zonas profundas del perfil.
Las mejores condiciones para que se desarrolle la podzolización son un medio fuertemente ácido, un
clima húmedo y frío y una roca permeable.
Bajo estas condiciones, la intensa percolación de agua producirá un desarrollo extremo del lavado y de
la desbasificación. El complejo adsorbente se desatura, los carbonatos si están presentes en el
material original son lavados fuera del perfil y el medio se vuelve cada vez más ácido. La fuerte acidez
provoca una serie de consecuencias muy importantes que condicionan la evolución del suelo. En
primer lugar, bajo estas condiciones, la materia orgánica evoluciona lentamente debido a la débil
actividad microbiana de estos medios y libera abundantes compuestos orgánicos de carácter ácido.
En lo referente a la fracción mineral, la intensa acidez produce la inestabilidad mineral. Los minerales
muy resistentes se acumulan, como el cuarzo, pero en general, los minerales sufren una extrema
alteración liberando abundantes elementos que son lixiviados por las aguas de drenaje, mientras que
el medio se va enriqueciendo en elementos insolubles, como el Fe y el Al, que van siendo queluviados
por los compuestos orgánicos hacia horizontes más profundos. En definitiva en superficie se forma un
horizonte eluvial con intensas pérdidas de sustancias.
En cuanto a la inmovilización de los complejos organometálicos existen una serie de teorías que tratan
de justificarla, pero la más aceptada es que la inmovilización ocurre por una adquisición progresiva de
cationes metálicos por parte del complejo organomineral al ir descendiendo por el suelo. Cuando la
razón ión metálico a ácido orgánico es baja el complejo es soluble y puede migrar, pero cuando se
rebasa cierto valor crítico se produce su inmovilización, acumulándose y originando el horizonte Bh y
Bs de los podzoles, quedando en definitiva un perfil muy diferenciado con una consecuencia de
horizontes muy completa y muy destacados: O/A/E/Bh/Bs.
Las pruebas de que se ha desarrollado el proceso de podzolización en un suelo las tenemos reflejadas
en la espectacular morfología del perfil, aunque a veces los horizontes no son tan patentes y entonces
se hace absolutamente necesario analizar la distribución de la materia orgánica, del Fe y del Al en
función de la profundidad y recurrir a la micromorfología, para buscar las recubiertas cutánicas de
materia orgánica de los granos de arena del horizonte Bh.
Arcilloturbación
Un proceso también de translocación de materiales pero referido ahora a todos los materiales del
suelo en conjunto es el proceso denominado unas veces como arcilloturbación y otras como
edafoturbación pero que podríamos también llamar vertisolación, dado el tipo de suelos que origina.
Este proceso provoca ahora la mezcla de los materiales del suelo (al contrario que los anteriores que
producían la diferenciación del perfil) y conduce a la formación de suelos muy homogéneos, sin
cambios importantes de las propiedades y de los constituyentes con la profundidad.
Se debe a la capacidad de hinchamiento y contracción que tienen determinadas arcillas de los suelos.
En los períodos húmedos, se hidratan y aumentan de volumen, mientras que durante los períodos
secos se deshidratan y disminuyen de volumen y desarrollan un amplio sistema de anchas grietas.
Estos cambios de volumen producen unas fuertes presiones dentro de los horizontes del suelo que
obligan a los materiales a desplazarse.
Las pruebas de estas presiones las tenemos en esas superficies lisas y brillantes y frecuentemente
estriadas llamadas slickensides tan representativas de los suelos en los que se desarrolla este proceso
(las partículas de arcilla son obligadas a orientarse, aplastandose unas a otras por efecto de la presión
debida al hinchamiento de las arcillas y al deslizarse unas masas sobre otras, los granos de arena se
clavan y dejan estrias de deslizamiento).
El proceso sería el siguiente, durante la fase seca, las arcillas del suelo contraen y producen unas
anchas y profundas grietas que atraviesan el suelo hasta la superficie.
Luego, estas grietas al permanecer abiertas durante todo el período seco se van rellenando de
diversos materiales que caen desde las paredes superiores y desde la superficie del suelo,
fundamentalmente debidas a las acciones de los animales, del viento y de la propia desecación
progresiva. Las grietas quedan así parcialmente rellenadas, especialmente en profundidad, y al llegar
el período húmedo, las arcillas hinchan, aumentan de volumen, pero no pueden ocupar el espacio que
ocupaban inicialmente debido a estar ahora ocupado por los materiales allí caídos; hay en definitiva un
exceso de material que produce unas fuertes presiones que voltean al material sobrante a la superficie
del suelo, produciendo unos montículos muy característicos llamados gilgai. Como resultado de esta
mezcla periódica, de materiales que suben y bajan, se origina un suelo muy homogéneo.
De la génesis expuesta se deduce que para que se desarrolle este proceso se requiere que el suelo
disponga de un alto contenido de arcillas hinchables e igualmente se necesita de un clima contrastado
que facilite las fases periódicas de hinchamiento y contracción.
Cementación
En ocasiones, al acumularse los materiales en un horizonte, sobre todo cuando lo hacen en gran
cantidad, originan un cemento que engloba a los demás materiales del suelo produciendo el
endurecimiento del horizonte. Se forma lo que se llaman costras. Frecuentemente el agente de
encostramiento son los carbonatos, pero también el yeso, y en ocasiones sílice o compuestos de
hierro.
Para finalizar diremos que generalmente en un mismo suelo se desarrollan varios de estos procesos
edafogenéticos, que pueden actuar simultáneamente, pero muy frecuentemente se presentan de una
manera escalonada actuando en etapas sucesivas, de manera que el desarrollo de un determinado
proceso prepara el terreno para la actuación del proceso siguiente y como resultado el suelo va
evolucionando progresivamente, por lo que en los estudios edafogenéticos los suelos de una
determinada región se agrupan en secuencias evolutivas como la que mostramos en esta última figura
en la que se idealiza una clásica secuencia evolutiva para suelos desarrollados sobre un material
original de carácter ácido.