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El Primer - Control, Pacificación y Revolución
El Primer - Control, Pacificación y Revolución
“El Estado de Yucatán, como todos sabéis, se encuentra profundamente alejado del centro de la
República […] así que el Ejecutivo debe haber tenido en cuenta esta situación para procurar que
la Representación Nacional lo autorizara a que gastara diez millones de pesos o que formulara
este empréstito con el objeto de unir Santa Lucrecia con Campeche y después a Peto con
Bacalar”.
Esta lejanía económica y territorial no era la única circunstancia que valoraba el diputado
Rodríguez, también hablaba de una lejanía en cuanto a ideología política.
Ferrocarril y Estado-Nación
El ferrocarril ha sido el objeto predilecto para la consecución de uno de los principales sueños
del Estado-nación mexicano: la integración territorial bajo la denominada unidad nacional; en el
Estado liberal porfirista se buscó una moderna y en el Constitucionalismo una revolucionaria,
tal como hemos descrito someramente en este escrito. En ambos, el objetivo del control
económico, político y militar fue consolidar una unidad nacional bajo una ideología nacionalista
“surgida en el porfiriato y consagrada por la Revolución mexicana”, una ideología basada en el
mestizaje y en la homogeneidad cultural; es decir, en la unidad nacional que se funda en una
igualdad institucionalizada que en su definición excluye la pluralidad cultural y étnica.
¿Podríamos pensar que el proyecto del TM, en el fondo, busca la consolidación de una
unidad nacional que es inherente a la exclusión de la diversidad étnica? Es difícil precisar una
respuesta. No obstante, cuando en el discurso presidencial se expresa el pago de una “deuda
histórica” para una región sur-sureste “abandonada”, “empobrecida” y “subdesarrollada”, tiene
el mismo efecto que cuando el presidente estadounidense Henry Truman acuñó este último
término, esto es, subdesarrolla para justificar la intervención económico-política.
Cuando se emprendió de manera sistemática la política de castellanizacion para tener
una misma lengua, se creía que era una forma de redimir a los pueblos originarios o de
rescatarlos de su incivilización que los condenaba a la pobreza. Una misma lógica opera
cuando se plantea que la urbanización junto a los polos de desarrollo y los capitales
globalizados son las estrategias idóneas para saldar dicha deuda. La intención de pagar una
“deuda histórica” no es mala en sí misma, pero se corren riesgos cuando se enmarca en una
ideología nacionalista-desarrollista que en su naturaleza busca menguar la diversidad étnica e
aras del patriotismo, o en su caso, de “revitalizar” anacrónicamente lo que es originario o maya.
Este asunto es preocupante en vista de la expresión subconsciente del “giro positivo” u
“opuesto positivo” del etnocidio.
Referencias
Wells, Allen, y G. M Joseph. Summer of Discontent, Seasons of Upheaval: Elite Politics and Rural
Insurgency in Yucatán, 1876-1915. Stanford, Calif.: Stanford University Press, 1996.