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Nuestra América.

Hegemonía y contrahegemonía en el siglo XXI Titulo


Santos, Boaventura de Sousa - Autor/a; CELA, Centro de Estudios Autor(es)
Latinoamericanos Justo Arosemena - Compilador/a o Editor/a;
Tareas (no. 128 ene-abr 2008) En:
Panamá Lugar
CELA, Centro de Estudios Latinoamericanos Justo Arosemena Editorial/Editor
2008 Fecha
Colección
Pensamiento político; Globalización; Contrahegemonía; Sociología; Hegemonía; Temas
América Latina ;
Artículo Tipo de documento
http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/Panama/cela/20120717112115/nuestra.pdf URL
Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 2.0 Genérica Licencia
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Frente a esta visión de un mundo nuevo, con relaciones sociales
más cónsonas con las aspiraciones de sus pueblos, Tareas también
publica el artículo de Higinio Polo quien presenta la difícil transición
por la cual atraviesa el viejo mundo (Europa). Los partidos de
izquierda, en la tradición de Marx, Proudhomme y Lasalle, que
durante casi 150 años habían presentado la alternativa para el
desarrollo de ese continente se encuentran en crisis. A pesar de SOCIALISMO
que la social democracia (fundada por Marx a fines del siglo XIX)
gobierna en muchos países europeos, sus políticas son neoliberales.
En la sección sobre relaciones entre Panamá y EEUU, se
reproducen dos artículos de jóvenes investigadores. Por un lado,
José Santos A. pasa revista a los acuerdos y pactos suscritos por NUESTRA AMÉRICA.
ambos países en el siglo XXI poniendo la seguridad del país en
peligro. Santos también presenta una visión renovada de las HEGEMONIA Y
negociaciones sobre el CNA a fines de la década pasada. Ralph
Evans contribuye con un artículo sobre la contaminación de las CONTRAHEGEMONIA
áreas revertidas y los polígonos de tiro que fueron abandonados
por EEUU en la antigua Zona del Canal. EN EL SIGLO XXI
Tareas publica dos documentos importantes producidos por una
central obrera (CGTP) que denuncia el proyecto de Tratado de Libre
Comercio (TLC) entre Panamá y EEUU que se encuentra atrapado
Boaventura de Sousa Santos**
en los pasillos del Congreso en Washington. A pesar de ello, Panamá
no ha denunciado a EEUU por darle refugio a un terrorista convicto
prófugo de la justicia panameña. Igualmente, publica la declaración
del encuentro de los estudiantes universitarios indígenas de
Panamá quienes critican la política paternalista y cosmética del
actual gobierno. El siglo europeo-americano
La emblemática científica social panameña y miembro del comité Según Hegel, la historia universal transcurre de Oriente
editorial de Tareas, Carmen A. Miró G., es objeto de una entrevista, a Occidente. Asia es el principio, mientras Europa es el fin
en la cual descubre sus compromisos con la nación panameña desde último de la historia universal, el sitio donde culmina la tra-
que era una joven militante. La entrevista a cargo de Magela yectoria civilizatoria de la humanidad. La idea bíblica y me-
Cabrera, presenta a una Carmen Miró tan comprometida hoy como dieval de la sucesión de los imperios (translatio imperii), en
lo era cuando ingresó al Frente Patriótico de la Juventud. En la
Hegel se torna la forma triunfal de la Idea Universal. En cada
sección “Nuestra América” también se presenta un artículo de Jorge
Turner M. quien hace una semblanza del guerrillero heroico, Ernesto
era, un pueblo asume la responsabilidad de conducir la Idea
Ché Guevara. Universal, convirtiéndose así en el pueblo universal históri-
La revista cierra con una reseña preparada por Víctor Figueroa co, un privilegio que por turnos ha pasado de los pueblos asiá-
del libro Nuestra América: Un continente en la encrucijada, editado por ticos a los griegos, luego a los romanos y, finalmente, a los
Ricardo Dello Buono y Marco A. Gandásegui, h. germanos. América, o más bien Norteamérica, conlleva para
*Tomado de la revista Chiapas, Nº12, 2001, (México: ERA-IIEc). Título
original "Nuestra América. Reinventando un paradigma subalterno de
reconocimiento y redistribución. Traducción de Ramón Vera Herrera.
http://www.ezln.org/revistachiapas/
**Sociólogo, profesor de la Facultad de Economía de la Universidad de
Coimbra, Portugal.

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Hegel un futuro ambiguo, en tanto no choque con el cumpli- do así la vulnerabilidad de los grupos sociales, las regiones o
miento último de la historia universal en Europa. El futuro de las naciones subordinados. El peligro real, que ocurre tanto
(Norte) América es aún un futuro europeo, conformado por en las relaciones intranacionales como en las internaciona-
las sobras de la población europea. les, es la emergencia de lo que llamo fascismo societario. Al
Esta idea hegeliana subyace a la concepción dominante huir de Alemania pocos meses antes de su muerte, Walter
de que el siglo xx fue el siglo americano: el siglo europeo-ame- Benjamin escribió sus Tesis sobre la teoría de la historia, im-
ricano. Implícita queda la noción de que la americanización pulsado por la idea de que la sociedad europea vivía entonces
del mundo, empezando por la americanización de Europa mis- un momento de peligro. Pienso que hoy vivimos también un
ma, no es sino un efecto del ardid universal de la razón, pro- momento así. En tiempos de Benjamin el peligro era el surgi-
pio de Europa, que al llegar al Extremo Occidente, y sin recon- miento del fascismo como régimen político. En nuestro tiem-
ciliarse con el exilio al que Hegel lo ha condenado, es forzado po, el peligro es el surgimiento del fascismo como régimen
a desandar sobre sus huellas y de nuevo trazar el camino de societario. A diferencia del fascismo político, el fascismo so-
su hegemonía sobre Oriente. La americanización, como for- cietario es pluralista, coexiste con facilidad con el estado de-
ma hegemónica de globalización, es entonces el tercer acto mocrático y su tiempo-espacio preferido; en vez de ser nacio-
del drama milenario de la supremacía occidental. El primer nal, es a la vez local y global.
acto, en gran medida un acto fallido, fueron las Cruzadas, que El fascismo societario está formado por una serie de pro-
dieron inicio al segundo milenio de la era cristiana; el se- cesos sociales mediante los cuales grandes segmentos de la
gundo acto, iniciado a mitad del segundo milenio, fueron los población son expulsados o mantenidos irreversiblemente
descubrimientos y la subsecuente expansión europea. En esta fuera de cualquier tipo de contrato social (Santos, 1998a). Son
concepción milenarista, el siglo europeo-americano conlleva rechazados, excluidos y arrojados a una suerte de estado de
poca novedad; no es sino otro siglo europeo, el último del mi- naturaleza hobbesiana, sea porque nunca han formado parte
lenio. Después de todo, Europa ha contenido siempre muchas de contrato social alguno y probablemente nunca lo hagan
Europas, algunas dominantes, otras dominadas. Estados Uni- (me refiero a los descastados precontractuales de cualquier
dos de América es la última Europa dominante; como las pre- parte del mundo y el mejor ejemplo es tal vez la juventud de
vias, ejerce su poder incuestionado sobre las Europas domi- los ghettos urbanos), o porque fueron excluidos o expulsados
nadas. Los señores feudales de la Europa del siglo xi desearon de algún contrato social del que eran parte (éstos son los des-
y tuvieron tan poca autonomía respecto del papa Urbano ii, clasados poscontractuales, los millones de obreros del posfor-
aquel que los reclutó para las Cruzadas, como los países de la dismo, los campesinos después del colapso de los proyectos de
Unión Europea actuales tienen respecto de Estados Unidos reforma agraria u otros proyectos de desarrollo).
de Clinton, que los reclutan para las guerras balcánicas.1 De En tanto régimen societario, el fascismo se manifiesta
un episodio al otro, lo único que se ha restringido es la con- como el colapso de las más triviales expectativas de la gente
cepción imperante del Occidente dominante. Mientras más que vive bajo su dominio. Lo que llamamos sociedad es un
restringida es la concepción de lo que es Occidente, más cer- manojo de expectativas estabilizadas, que van de los horarios
ca queda Oriente. Jerusalén es ahora Kosovo. del metro al salario a fin de mes, o un empleo al terminar la
Bajo estas condiciones es difícil imaginar alternativa al- educación superior. Las expectativas se estabilizan median-
guna al régimen actual de relaciones internacionales que se te una serie de escalas y equivalencias compartidas: a un
ha vuelto un elemento central de lo que llamo globalización trabajo dado le corresponde una paga dada, a un crimen parti-
hegemónica. No obstante, tal alternativa no es sólo necesa- cular le corresponde un castigo particular, para un riesgo hay
ria sino urgente, dado que el régimen actual se torna más un seguro previsto. La gente que vive en un fascismo socie-
violento e impredecible conforme pierde coherencia, agravan- tario está privada de estas escalas y equivalencias comparti-

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das y, por ello, no tiene expectativas estabilizadas. Vive en De otra manera, una vez cumplido el ajuste estructural, en
un constante caos de expectativas donde los actos más trivia- lugar de confrontarnos con un estado débil lo haremos con
les se empatan con las más dramáticas consecuencias. Afron- mafias fuertes, como ocurre ahora en el caso de Rusia.
tan muchos riesgos sin seguridad alguna. Gualdino Jesús, Argumento entonces que la alternativa a la expansión de
un pataxó del noreste brasileño, simboliza la naturaleza de un fascismo societario es construir una nueva pauta de rela-
tales riesgos. Había llegado a Brasilia a participar en la mar- ciones locales, nacionales y transnacionales, basada en el
cha de los Sin Tierra. La noche era tibia y decidió dormir en principio de la redistribución (equidad) y en el principio del
una banca, en la parada del autobús. En las primeras horas reconocimiento (diferencia). En un mundo globalizado, tales
de la mañana fue asesinado por tres jóvenes de clase media; relaciones deben emerger como globalizaciones contrahege-
uno, hijo de un juez, otro, de un oficial del ejército. Cuando mónicas. La pauta que las sustente debe ser mucho más
los jóvenes confesaron a la policía, dijeron que mataron al amplia que una serie de instituciones. Dicha pauta conduce
indígena por divertirse. “Ni siquiera sabían que era un indio, a una cultura política transnacional encarnada en nuevas
suponiendo que era un vagabundo sin hogar.” El hecho se formas de socialidad y subjetividad. A fin de cuentas, implica
menciona aquí como una parábola de lo que llamo fascismo una nueva ley “natural” revolucionaria, tan revolucionaria
societario. como lo fueron las concepciones de la ley natural en el siglo
La expansión del fascismo societario es entonces un futu- xvii. Por razones que trataré de aclarar, a esta ley “natural” la
ro factible. Existen muchos signos de que esta posibilidad es denomino ley cosmopolita barroca.
real. Si se permite que la lógica del mercado se desparrame En los márgenes del siglo europeo-americano, arguyo, emer-
de la economía a todos los campos de la vida social y se con- gió otro siglo, uno en verdad nuevo y americano. Yo le llamo
vierta en el único criterio para establecer interacciones so- el siglo americano de Nuestra América. Mientras el primero en-
ciales y políticas, la sociedad se tornará ingobernable y ética- traña una globalización hegemónica, este último contiene
mente repugnante. El resultado será que cualquier orden que en sí mismo el potencial para globalizaciones contrahegemó-
se logre será de tipo fascista, como ya lo predijeran hace dé- nicas. Debido a que este potencial yace en el futuro, el siglo
cadas Schumpeter (1962 [1942]) y Polanyi (1963 [1944]). de Nuestra América bien puede ser el nombre del siglo que
Sin embargo, es importante no perder de vista, como mi comienza.
ejemplo muestra, que no es el estado el que puede tornarse En la primera sección de este texto explico lo que entiendo
fascista, sino las relaciones sociales –locales, nacionales e por globalización, y en particular globalización contrahege-
internacionales. Este desfasamiento en las relaciones socia- mónica. Luego especifico con algún detalle los rasgos más
les, entre inclusión y exclusión, se ha profundizado tanto que sobresalientes de la idea de Nuestra América tal como fue con-
se torna más y más espacial: los incluidos viven en áreas cebida en el espejo del siglo europeo-americano. En la segunda
civilizadas, los excluidos en áreas salvajes. Se levantan ba- sección analizo el ethos barroco, concebido como el arquetipo
rreras entre ellos (condominios cerrados, comunidades cer- cultural de la subjetividad y la sociabilidad de Nuestra Améri-
cadas). Por ser potencialmente ingobernables, en las zonas ca. Mi análisis resalta aspectos del potencial emancipador de
salvajes el estado democrático se ha legitimado democrática- la nueva ley “natural” barroca, concebida como una ley cos-
mente para actuar de un modo fascista. Es más probable que mopolita, una ley que no se basa en Dios ni en la naturaleza
esto ocurra mientras menos se revise el consenso que man- abstracta, sino en la cultura social y política de grupos socia-
tiene a este estado débil. Hoy queda más claro que sólo un les cuya vida cotidiana recibe su energía de la necesidad de
estado democrático fuerte puede expresar eficazmente sus transformar sus estrategias de sobrevivencia en fuente de
propias debilidades, y que sólo un estado democrático fuerte innovación, creatividad, transgresión y subversión. En las
puede promover la emergencia de una fuerte sociedad civil. últimas secciones trato de mostrar por qué este potencial

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emancipador y contrahegemónico de Nuestra América está le- Desde este punto de vista, el viraje a lo local es obligado.
jos de haberse materializado y cómo puede llevarse a la prác- Es la única manera de garantizar la sustentabilidad.
tica en el siglo xxi. Finalmente, identifico cinco áreas, todas Parto de la presuposición de que lo que llamamos globali-
ellas profundamente incrustadas en la experiencia secular zación consiste en series de relaciones sociales; conforme
de Nuestra América, las cuales, desde mi punto de vista, serán estas series de relaciones sociales cambian, también lo hace
los principales terrenos de disputa en la lucha entre las glo- la globalización. En sentido estricto, no existe una entidad
balizaciones –hegemónica y contrahegemónica–, que confor- aislada llamada globalización; hay, más bien, globalizaciones,
marán el espacio para que surja una nueva cultura política y deberíamos usar el término únicamente en plural. Por otra
transnacional, y para la ley “natural” barroca que la legitime. parte, si las globalizaciones son paquetes de relaciones so-
En cada uno de estos terrenos, el potencial emancipador de ciales, éstos tienden a implicar conflictos; de ahí la idea de
las luchas obtiene su premisa de la idea de que una política los vencedores y los derrotados. Con más frecuencia de lo que
de la redistribución no puede conducirse con éxito sin una parece, el discurso de la globalización es el recuento de los
política del reconocimiento, y viceversa. vencedores en su propia versión. En ésta, su victoria es apa-
rentemente tan absoluta que los vencidos terminan desapa-
Las globalizaciones contrahegemónicas reciendo del cuadro por completo.
Antes de proceder, debo aclarar lo que quiero significar Y aquí mi definición de globalización: el proceso por el cual
con globalización hegemónica y contrahegemónica. La ma- una condición o entidad local dada logra extender su alcance
yoría de los autores conciben sólo una forma de globalización por todo el globo y, al hacerlo, desarrolla la capacidad de desig-
y rechazan la distinción entre globalización hegemónica y nar como local a alguna entidad o condición social rival.
globalizaciones contrahegemónicas.2 Si la globalización se Las implicaciones más importantes de esta definición son,
concibe como una sola, la resistencia a ella por parte de las primero, que en las condiciones del sistema-mundo capita-
víctimas –concediendo que sea posible que resistan– sólo pue- lista occidental no existe una globalización genuina. Eso que
de asumir la forma de la localización. Jerry Mander, por ejem- llamamos globalización es siempre la globalización exitosa
plo, habla de “la viabilidad de economías diversificadas y loca- de un localismo dado. En otras palabras, no existe condición
lizadas, de escala más pequeña, enganchadas a las fuerzas global alguna para la que no podamos hallar una raíz local, un
externas pero no dominadas por ellas” (1996: p. 18). Douthwaite fondo cultural específico. La segunda implicación es que la
afirma que globalización entraña localización, esto es, la localización es
la globalización de los derrotados. De hecho, vivimos en un
dado que una insustentabilidad local no puede mundo de localización, tanto como vivimos un mundo de glo-
cancelar sustentabilidades locales en otra parte, balización. Sería igualmente correcto en términos analíticos
un mundo sustentable consistiría en un número que definiéramos la situación actual de nuestros tópicos de
de territorios, cada uno sustentable independien- investigación en términos de localización y no de globaliza-
temente de los otros. En otras palabras, en vez de
ción. La razón por la que preferimos este último término tie-
una economía global que dañara a todo el mundo
hasta el colapso, un mundo sustentable podría ne que ver con que el discurso científico hegemónico tiende
contener una plétora de economías regionales (sub- a preferir el relato del mundo según lo cuentan los vencedo-
nacionales) que produjeran todo lo esencial para res. Para dar cuenta de las relaciones de poder asimétricas
vivir de los recursos de sus territorios, y que fue- en el interior de lo que llamamos globalización, he sugerido
ran, como tal, independientes unas de otras (1999: que distingamos cuatro modos de producirla: localismos glo-
p. 171). balizados, globalismos localizados, cosmopolitismo y heren-
cia común de la humanidad (Santos, 1995: pp. 252-377). Se-

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gún esta concepción, los primeros dos modos abarcan lo que Este nuevo “activismo más allá de las fronteras” constitu-
llamo globalización hegemónica: surgen de las fuerzas del ye un paradigma emergente que, siguiendo a Ulrich Beck,
capitalismo global y se caracterizan por la naturaleza radical podríamos denominar una subpolítica emancipadora transna-
de la integración global que posibilitan, sea por exclusión o cional, el Geist político de las globalizaciones contrahe-
por inclusión. Los excluidos –países o pueblos, incluso conti- gemónicas. La credibilidad de tal subpolítica transnacional
nentes como África– están integrados a la economía global está aún por establecerse y su sustentabilidad continúa sien-
por las formas específicas en que son excluidos de ésta. Esto do una cuestión abierta. Si medimos su influencia y éxito a
explica por qué hay tanto en común, más de lo que estamos la luz de los cuatro siguientes niveles –creación de tópicos y
dispuestos a admitir, entre los millones de personas que vi- establecimiento de un programa; cambios en la retórica de
ven en las calles, en los ghettos urbanos, en las reservas, en quienes deciden; cambios institucionales; impacto efectivo
los campos de la muerte de Urabá o Burundi, en los Andes o en políticas concretas–, existe fuerte evidencia para afirmar
en la frontera amazónica, en los campos de refugiados, en los que ha tenido éxito en confrontar la globalización hegemóni-
territorios ocupados o en los “talleres de sudor” que utilizan a ca en los dos primeros niveles de influencia. Está por verse
millones de niños como trabajadores cautivos. qué tanto éxito puede tener, y en cuánto tiempo, en los dos
Las otras dos formas de globalización –el cosmopolitismo y últimos niveles de influencia, que son más demandantes.
la herencia común de la humanidad– son lo que llamo globa- Para los propósitos de mi argumentación, hay que resaltar
lizaciones contrahegemónicas. Por todo el mundo los proce- dos características de la subpolítica transnacional. La prime-
sos hegemónicos de exclusión encuentran diferentes formas ra, una positiva, es que a diferencia de los modernos paradig-
de resistencia –iniciativas de base, organizaciones locales, mas occidentales de transformación social progresista (la re-
movimientos populares, redes transnacionales de solidaridad, volución, el socialismo, la socialdemocracia), la subpolítica
nuevas formas de internacionalismo obrero– que intentan transnacional está por igual involucrada con la política de la
contrarrestar la exclusión social abriendo espacios para la equidad (redistribución) y con la política de la diferencia (re-
participación democrática y la construcción comunitaria, ofre- conocimiento). Esto no significa que estas dos clases de polí-
ciendo alternativas a las formas dominantes de desarrollo y ticas estén presentes por igual en diferentes clases de lu-
conocimiento; en suma, en favor de la inclusión social. Estos chas, campañas o movimientos. Algunas luchas privilegian
vínculos locales/globales y el activismo transfronterizo cons- una política de la equidad. Éste es el caso de las campañas
tituyen un nuevo movimiento democrático transnacional. A contra los “talleres de sudor” o los nuevos movimientos de
partir de las manifestaciones en Seattle en noviembre de 1999 internacionalismo laboral. Otras luchas, por el contrario, pue-
contra la Organización Mundial de Comercio y aquellas en den privilegiar una política de la diferencia, como son las cam-
Praga en septiembre de 2000 contra el Banco Mundial y el pañas contra el racismo y la xenofobia en Europa o algunos
Fondo Monetario Internacional, este movimiento se está con- movimientos por derechos indígenas, aborígenes o tribales
virtiendo en un nuevo componente de la política internacio- en Latinoamérica, Australia, Nueva Zelanda e India. Otras
nal y, de manera más general, es parte de una nueva cultura luchas más pueden explícitamente combinar la política de la
política progresista. Las nuevas redes de solidaridad local-global equidad con la política de la diferencia. Tal es el caso de algu-
se enfocan en una amplia variedad de asuntos: derechos hu- nas campañas contra el racismo y la xenofobia en Europa, los
manos, medio ambiente, discriminación étnica y sexual, bio- movimientos de mujeres en todo el mundo, las campañas en
diversidad, normas laborales, sistemas de protección alter- contra del saqueo de la biodiversidad (o biopiratería), casi to-
nativa, derechos indígenas, etcétera (González Casanova, das ellas localizadas en territorios indígenas, y la mayoría de
1998; Keck y Sikkink, 1998; Tarrow, 1999; Evans, 2000; Brysk, los movimientos indígenas. La articulación entre reconoci-
2000). miento y redistribución se torna aún más visible cuando con-

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templamos estos movimientos, iniciativas y campañas como gía de las ausencias, lejos de negar o eliminar lo particular o
una nueva constelación de significados emancipadores polí- local, los alienta a mirar más allá como condición para una
ticos y culturales en un mundo globalizado de manera dispa- resistencia exitosa y para generar alternativas posibles.
reja. Hasta el momento, tales significados no conllevan una La noción de que la experiencia social está formada por
autorreflexión. Uno de los propósitos de este trabajo es apun- inexperiencia social es nodal para la sociología de las ausen-
tar un posible camino hacia este fin. cias. Ésta es tabú para las clases dominantes que promueven
La otra característica de la subpolítica transnacional es la globalización hegemónica capitalista y su paradigma cul-
negativa. Hasta ahora, las teorías de la separación han pre- tural legitimador: por un lado, la modernidad eurocéntrica o
valecido sobre las teorías que pregonan la unión entre la gran lo que Scott Lash (1999) llama alta modernidad; por el otro, lo
variedad de movimientos, campañas e iniciativas existen- que yo llamo posmodernidad celebratoria (1999b). Las clases
tes. De hecho, lo verdaderamente global es sólo la lógica de la dominantes siempre tienden a dar por hecho que, en su ex-
globalización hegemónica, que fija un equilibrio que mantie- periencia particular, sufren las consecuencias de la ignoran-
ne tales movimientos separados y mutuamente ininteligi- cia, la vileza o la peligrosidad de las clases dominadas. Lejos
bles. Por ello, la noción de una globalización contrahegemó- de su consideración, en verdad ausente, está su propia inex-
nica tiene un fuerte componente utópico y su significado ple- periencia de lo que representan el sufrimiento, la muerte y
no puede asirse sólo mediante procedimientos indirectos. Yo el pillaje impuestos como experiencia a las clases, grupos y
distingo tres procedimientos principales: la sociología de las pueblos oprimidos.3 Para estos últimos, sin embargo, es cru-
ausencias, la teoría de la traducción y la puesta en práctica cial incorporar a su experiencia la inexperiencia de los opre-
de nuevos Manifiestos. sores en torno al sufrimiento, la humillación y explotación
La sociología de las ausencias es el procedimiento por el que les imponen. La sociología de las ausencias confiere a
cual aquello que no existe, o cuya existencia es socialmente las luchas contrahegemónicas un cosmopolitismo, es decir,
inasible o inexpresable, se concibe como el resultado activo una apertura hacia los otros y un conocimiento más amplio.
de un proceso social dado. La sociología de las ausencias in- Éste es el tipo de saber que Retamar tiene presente cuando
venta o devela cualquier condición, experimento, iniciativa o asegura: “Sólo hay un tipo de persona que realmente conoce
concepción política y social suprimida con éxito por las for- a plenitud la literatura de Europa: el colonial” (1989: p. 28).
mas hegemónicas de la globalización, o aquellas que no se ha Para generar tal apertura, es necesario recurrir a un se-
permitido que existan ni sean pronunciables como necesi- gundo procedimiento: la teoría de la traducción. Una lucha par-
dad o aspiración. En el caso específico de la globalización con- ticular o local dada (por ejemplo, una lucha indígena o femi-
trahegemónica, la sociología de las ausencias es el procedi- nista) sólo reconoce a otra (digamos, una lucha obrera o am-
miento mediante el cual puede rearmarse el carácter incom- biental) en la medida en que ambas pierden algo de su parti-
pleto de una lucha antihegemónica o la ineficacia de la re- cularismo o localismo. Esto ocurre cuando se crea una inteli-
sistencia local en un mundo globalizado. Dicho carácter in- gibilidad mutua entre tales luchas. La inteligibilidad mutua
completo y tal ineficacia se derivan de los vínculos ausentes es un prerrequisito para lo que denomino autorreflexión in-
(suprimidos, inimaginados, desacreditados) que podrían co- terna, una que combine la política de la equidad con la políti-
nectar tales luchas con otras en algún otro lugar del mundo, ca de la diferencia entre movimientos, iniciativas, campa-
lo que fortalecería su potencial para construir alternativas ñas y redes. Esta ausencia de autorreflexión es lo que permi-
contrahegemónicas creíbles. A mayor precisión de esta so- te que prevalezcan las teorías de la separación sobre las teo-
ciología de las ausencias, mayor claridad habrá en la percep- rías de la unión. Algunos movimientos, iniciativas y campa-
ción de una ineficacia o un carácter incompleto. De todas ñas se agrupan en torno al principio de la equidad; otros, en
maneras, aquello universal o global construido por la sociolo- torno al principio de la diferencia. La teoría de la traducción

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es el procedimiento que permite una inteligibilidad mutua. A manera de formular esta idea sea recurrir a un dispositivo
diferencia de la teoría de la acción transformadora, la teoría modernista, la noción de un metaderecho fundamental: el
de la traducción mantiene intacta la autonomía de las lu- derecho a tener derechos. Tenemos el derecho a ser iguales
chas como su condición, ya que sólo lo diferente puede tradu- siempre que las diferencias nos disminuyan; tenemos el de-
cirse. Hacerse mutuamente inteligibles significa identificar recho a ser diferentes siempre que la igualdad nos reste ca-
lo que une y es común a las entidades que se hallan separa- racterísticas. He aquí un híbrido normativo: es modernista
das por sus diferencias recíprocas. La teoría de la traducción porque se basa en un universalismo abstracto, pero está for-
permite identificar el terreno común que subyace a una lu- mulado de tal forma que sancione una oposición posmoderna
cha indígena, a una lucha feminista, a una lucha ecológica, basada tanto en la redistribución como en el reconocimiento.
etcétera, sin cancelar nada de la autonomía o la diferencia Como lo he expresado, las nuevas constelaciones de signi-
que les da sustento. ficado que trabajan en el interior de la subpolítica emancipa-
Una vez identificado, lo que une y es común a diferentes dora transnacional no han alcanzado aún su momento de
luchas antihegemónicas se convierte en un principio de ac- autorreflexión. Es crucial que este momento ocurra si ha de
ción en la medida en que se identifica como la solución al reinventarse la cultura política de los nuevos siglo y milenio.
carácter incompleto y a la ineficacia de las luchas que per- La única forma de alentar su emergencia es excavando en
manecen confinadas a su particularismo o localismo. Este las ruinas de las tradiciones marginadas, suprimidas o si-
paso ocurre al poner en práctica nuevos Manifiestos. Es decir, lenciadas sobre las que la modernidad eurocéntrica constru-
planes de acción detallados de alianzas que son posibles por- yó su propia supremacía. Son, sin duda, “otra modernidad”
que se basan en denominadores comunes, y que movilizan (Lash, 1999).
ya que arrojan una suma positiva, porque confieren ventajas A mi entender, el siglo americano de Nuestra América es el
específicas a todos los que participan en ellas de acuerdo con que mejor ha formulado la idea de una emancipación social
su grado de participación. basada en el metaderecho de tener derechos y en el equili-
Así concebidas, la subpolítica emancipadora o la globaliza- brio dinámico entre reconocimiento y redistribución que éste
ción contrahegemónica entrañan condiciones demandantes. presupone. También ha mostrado, dramáticamente, la difi-
Es de esperar un equilibrio tenso y dinámico entre diferencia cultad de construir, sobre esa base, prácticas emancipadoras
y equidad, entre identidad y solidaridad, entre autonomía y trascendentes.
cooperación, entre reconocimiento y redistribución. El éxito
de los procedimientos arriba mencionados depende, por tan- El siglo americano de Nuestra América
to, de factores culturales, políticos y económicos. En los ochen- “Nuestra América” es el título de un breve ensayo de José
ta, “el turno de lo cultural” contribuyó decisivamente a resal- Martí, publicado en el periódico mexicano El Partido Liberal el
tar los polos de las diferencias, la identidad, la autonomía y el 30 de enero de 1891. En este artículo, excelente resumen del
reconocimiento, pero con frecuencia lo hizo en forma cultu- pensamiento martiano presente en varios periódicos latinoa-
ralista, es decir, minimizando los factores económicos y polí- mericanos de su tiempo, Martí expresó una serie de ideas
ticos. Así, no se consideraban los polos de la equidad, la soli- que creo dieron sustento al siglo americano de Nuestra Améri-
daridad, la cooperación y la redistribución. En el inicio de un ca, una serie de ideas que otros –como Mariátegui y Osvaldo
nuevo siglo, después de casi veinte años de una fiera globali- de Andrade, Fernando Ortiz y Darcy Ribeiro– han continuado.
zación neoliberal, debe recobrarse el balance entre estos po- Las ideas principales de este programa son las siguientes.
los. Desde la perspectiva de una posmodernidad de oposición, Primero, Nuestra América se halla en las antípodas de la Amé-
es central la idea de que no puede haber reconocimiento sin rica europea. Es la América mestiza fundada por el cruzamien-
redistribución (Santos, 1998a: pp. 121-39). Quizá la mejor to, a veces violento, de mucha sangre europea, india y africa-

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na. Es la América capaz de sondear profundamente en sus tem. La aventura humana. La finalidad terrena.
propias raíces para después edificar un conocimiento y un Empero, sólo las élites puras han conseguido la
gobierno que no fueran importación, y que estuvieran ade- antropofagia carnal, aquella que guarda en sí mis-
cuados a su realidad. Sus raíces más profundas se hallan en ma el más alto sentido de la vida y que evita los
males identificados por Freud, los demonios
las luchas de los pueblos amerindios contra los invasores; es
catequéticos (Andrade, 1990: pp. 47-51).
ahí donde están los verdaderos precursores de los indepen- Este concepto de antropofagia, irónico en relación con la re-
dentistas latinoamericanos (Retamar, 1989: p. 20). Se pregunta presentación europea del “instinto caribe”, es bastante cer-
Martí: “¿No es acaso evidente que América fue paralizada por cano al concepto de transculturación desarrollado en Cuba
el mismo golpe que paralizó a los indios?” Y se responde: “Hasta por Fernando Ortiz, algunos años después, en los años cua-
que los indios no caminen, América misma no comenzará a renta (Ortiz, 1973). Buscando un ejemplo más reciente, cito
caminar bien” (1963, vol. vii: pp. 336-37). Aunque en “Nues- al antropólogo brasileño Darcy Ribeiro, que en un arranque
tra América” Martí aborda principalmente el racismo antiin- de humor brillante dijo:
dio, en otro pasaje se refiere también a los negros: “Un ser
humano es más que blanco, más que mulato, más que negro Es bastante fácil hacer una Australia: tómese a
[...] Las dos clases de racistas son igualmente culpables: el unos cuantos franceses, ingleses, irlandeses e ita-
racista blanco y el racista negro” (ibid., vol. ii: p. 299). lianos, láncelos a una isla desierta, maten enton-
La segunda idea en torno a Nuestra América es que en sus ces a los indios y hagan una Inglaterra de segun-
raíces mezcladas reside su infinita complejidad, su nueva da, maldita sea, o de tercera, qué mierda. Brasil
forma de universalismo que enriqueció al mundo. Dice Mar- debe percatarse que eso es una mierda, que Cana-
tí: “No existe el odio de raza porque no hay razas” (ibid., vol. vi: dá es una mierda, porque sólo repite Europa. Esto
p. 22). En esta frase reverbera el mismo liberalismo radical sólo para mostrar que la nuestra es una aventura
en pos de una nueva humanidad, el mestizaje en
que había animado a Simón Bolívar a proclamar que América
cuerpo y alma. Mestizo es lo que está bien (1996:
Latina era “una pequeña humanidad”, una “humanidad en p. 104).
miniatura”. Esta suerte de universalismo ubicado y contex-
tualizado habría de convertirse en una de las consignas más La tercera idea fundadora de Nuestra América es que para po-
perdurables de Nuestra América. der construirla sobre fundamentos genuinos debe conferírse-
En 1928, el poeta brasileño Osvaldo de Andrade publicó el le conocimiento genuino. Martí de nuevo: “Valen más las trin-
Manifiesto antropófago. Por antropofagia entendía la capaci- cheras de las ideas que las trincheras de piedra” (1963, vol.
dad americana para devorar todo lo ajeno e incorporarlo para vi: p. 16). Pero para lograr esto, las ideas deben estar enraiza-
crear así una identidad compleja, una nueva y constantemente das en las aspiraciones de los pueblos oprimidos. “Así como el
cambiante identidad: mestizo auténtico conquistó al exótico criollo, el libro impor-
tado fue conquistado en América por el hombre natural” (ibid.:
Sólo aquello que no es mío me interesa. La ley de p. 17). Por eso Martí argumenta:
los hombres. La ley del antropófago [...] Contra to-
dos los importadores de conciencia enlatada. La
La universidad europea debe rendirse ante la uni-
palpable existencia de la vida. La mentalidad
versidad americana. La historia de América, de los
prelógica para estudio del señor Levy-Bruhl [...] He
incas al presente, debe enseñarse a la perfección,
preguntado a un hombre qué es la ley. Me dijo que
aun si no enseñamos los argonautas de Grecia.
es la garantía de ejercer la posibilidad. Su nombre
Nuestra propia Grecia es preferible a una Grecia
era Galli Mathias. Me lo tragué. Antropofagia. La
que no sea nuestra. Tenemos más necesidad de
absorción del enemigo sagrado. Convertirlo en tó-

18 19
ella. Los políticos nacionales deben remplazar a Una cuarta idea fundadora de Nuestra América es que es la
los políticos extranjeros y exóticos. Injértese el América de Calibán, no la de Próspero. La América de Próspe-
mundo en nuestras repúblicas, pero el tronco debe ro se halla al Norte pero habita también en el Sur entre aque-
ser aquel de nuestras repúblicas. Y dejemos en llas élites intelectuales y políticas que rechazan las raíces
silencio al pedante conquistado: no hay patria de
indias y negras y miran hacia Europa y Estados Unidos como
la cual un individuo pueda estar más orgulloso que
nuestras desdichadas repúblicas americanas (ibid.: modelos a imitar en sus propios países, con persianas etno-
p. 18). céntricas que distinguen civilización de barbarie. En parti-
cular, Martí tiene presente una de las más tempranas for-
Este conocimiento ubicado, que demanda una atención mulaciones sureñas de la América de Próspero, el trabajo del
continua a la identidad, a la conducta y al involucramiento argentino Domingo Sarmiento titulado Facundo. Civilización y
en la vida pública, es en verdad lo que distingue a un país, no barbarie publicado en 1845 (Sarmiento, 1966). Es en contra
las atribuciones imperiales de niveles de civilización. Martí de este mundo de Próspero que Andrade empuja su “instinto
distingue al intelectual del hombre cuya experiencia de vida caribe”:
lo ha hecho sabio. Y dice: “No hay pugna entre civilización y
barbarie sino entre falsa erudición y naturaleza” (ibid.: p. 17). Sin embargo no fueron los cruzados los que vinie-
Nuestra América conlleva así un fuerte componente epistemo- ron sino los evadidos de una civilización que ahora
nos tragamos, porque somos fuertes y vengativos
lógico. En vez de importar ideas extranjeras, uno debe buscar
como los jabuti [...] No teníamos especulación, pero
las realidades específicas del continente desde una perspec- teníamos adivinación. Teníamos política, que es la
tiva latinoamericana. Ignorarlas o menospreciarlas ha ayu- ciencia de la distribución. Es un sistema social-
dado a los tiranos a acceder al poder, y ha dado pie a la arro- planetario [...] Antes de que los portugueses des-
gancia estadounidense de cara al resto del continente. “El cubrieran Brasil, Brasil había descubierto la felici-
desprecio del vecino formidable que no la conoce es la mayor dad (Andrade, 1990: pp. 47-51).
amenaza a Nuestra América, y con urgencia debe conocerla
para dejar de despreciarla. Siendo ignorante, tal vez la codi- La quinta idea básica de Nuestra América es que su pensa-
cie. Una vez que la conozca, deberá, respetándola, quitarle miento político, lejos de ser nacionalista, es internacionalis-
las manos de encima” (ibid.: p. 22). ta, y está fortalecido por una actitud anticolonialista y an-
Por lo tanto, un conocimiento ubicado es condición para un tiimperialista, dirigida contra Europa en el pasado y ahora
gobierno ubicado. Como lo expresa Martí en otra parte, uno contra Estados Unidos. Aquellos que piensan que la globaliza-
no puede ción neoliberal, del tlcan a la Iniciativa de las Américas y la
Organización Mundial de Comercio es algo nuevo, deberían
Gobernar nuevos pueblos con arreglos singulares leer los reportes de Martí acerca del Congreso Panamericano
y violentos, con leyes heredadas de cuatro siglos de 1889-1890 y de la Comisión Monetaria Internacional Ame-
de prácticas liberales en Estados Unidos y dieci- ricana de 1891. He aquí los comentarios de Martí sobre el
nueve siglos de monarquía en Francia. Uno no de- Congreso Panamericano:
tiene un golpe en el pecho del caballo del hombre
común con alguno de los decretos de Hamilton.
Uno no hace fluir la sangre coagulada de la raza Nunca en América, desde la independencia, hubo
india con un aforismo de Sieyes. asunto que demandase más sabiduría, que requi-
riese más vigilancia o llamado a una atención más
Y Martí añade: “En una república de indios, los gobernado- clara y detallada, que la invitación que el poderoso
Estados Unidos, pleno de productos invendibles y
res aprenden el idioma” (ibid.: pp. 16-17).

20 21
determinado a expandir su dominación sobre Amé- una máquina que puede satisfacer con productos
rica, dirige a las naciones americanas con menos la voracidad del universo. Aquí los ricos se apilan
poder, vinculadas por un libre y amigable comercio de un lado y los desesperados del otro. El Norte se
con Europa, para formar una alianza contra ella y encierra y se llena de odio. El Norte debe quedar
cortar sus contactos con el resto del mundo. Amé- atrás (ibid.).
rica se las arregló para librarse de la tiranía de
España; ahora, habiendo escrutado con ojos jui- Sería difícil encontrar una predicción tan transparente de
ciosos las causas y factores antecedentes de tal lo que fue el siglo europeo-americano y de la necesidad de en-
invitación, es imperativo declarar, porque es cier- contrar una alternativa.
to, que ha llegado el momento de que la América Según Martí, tal alternativa reside en una Nuestra Améri-
hispana declare su segunda independencia (1963,
ca unificada que declare su autonomía frente a Estados Uni-
vol. vi: pp. 4-6).
dos. En un texto fechado en 1894, escribe: “Poco se sabe de
Según Martí, las concepciones dominantes en Estados Uni- nuestra sociología y de nuestras leyes precisas, como la si-
dos respecto de América Latina debían incitar a esta última guiente: mientras más lejos nos mantengamos de Estados
a desconfiar de todos los propósitos provenientes del Norte. Unidos, más libres y prósperos serán los pueblos de América”
Enfurecido, Martí acusa: (ibid., vol. vi: pp. 26-27). Más ambigua y utópica es la alterna-
tiva de Osvaldo de Andrade: “Queremos una revolución cari-
Ellos creen en la necesidad, el derecho bárbaro, beña más grande que la revolución francesa. La unificación
como único derecho, de que “esto es nuestro por- de todas las revueltas eficaces en pro de la humanidad. Sin
que lo necesitamos”. Ellos creen en la incompara- nosotros, Europa no tendría ni su pobre declaración de los
ble superioridad de “la raza anglosajona contra la derechos del hombre” (Andrade, 1990: p. 48).
raza latina”. Creen en la vileza de la raza negra En suma, para Martí el reclamo de igualdad sustenta la
que ellos esclavizaron en el pasado y que ahora lucha contra la diferencia inequitativa tanto como el recla-
humillan, y en la de la raza india que exterminan. mo de la diferencia sustenta la lucha contra la igualdad in-
Ellos creen que los pueblos de la América hispana
equitativa. La única legítima canibalización de la diferencia
están constituidos sobre todo por indios y negros
(ibid.: p. 160). (la antropofagia de Andrade) es aquella de los subalternos por-
que sólo a través de ésta Calibán reconoce su propia diferen-
El hecho de que Nuestra América y la América europea es- cia de cara a las diferencias inequitativas que le han sido
tén geográficamente cerca, y la conciencia de los peligros que impuestas. En otras palabras, la antropofagia de Andrade di-
devienen del desequilibrio entre ambas, pronto forzaron a giere de acuerdo a sus propias entrañas.
Nuestra América a exigir su autonomía desde un pensamiento
y una práctica provenientes del Sur: “El Norte debe quedar El ethos barroco: prolegómenos para una
atrás” (ibid., vol. ii: p. 368). La visión de Martí surge de sus nueva ley cosmopolita
muchos años de exilio en Nueva York, durante los cuales tra- Nuestra América no es un mero constructo intelectual para
bó conocimiento cercano con “las entrañas del monstruo”: su discusión en los salones que dieron tanta vida a la cultura
latinoamericana en las primeras décadas del siglo xx. Es un
En el Norte no hay sustento ni raíz. En el Norte proyecto político, o más bien, una serie de proyectos políticos
los problemas aumentan y no hay caridad ni pa- y un compromiso con los objetivos que conllevan. Ese compro-
triotismo que los resuelva. Allí, los hombres no miso arrastró a Martí al exilio y después a la muerte luchan-
aprenden cómo amar a los demás, ni aman el sue- do por la independencia de Cuba. Osvaldo de Andrade lo dijo
lo donde nacieron por azar. Allí se echó a andar en forma de epigrama: “contra las élites vegetales. En con-

22 23
tacto con el suelo” (ibid.: p. 49). Pero antes de convertirse en un centro hegemónico durante un breve periodo, entre los
proyecto político, Nuestra América fue una forma de subjetivi- siglos xv y xvi, y apenas un siglo después España comenzó a
dad y sociabilidad. Es una forma de ser y vivir permanente- declinar. Del siglo XVII en adelante, dejaron más o menos
mente en tránsito y transitoriedad, cruzando fronteras, crean- solas a las colonias, una marginación que posibilitó una crea-
do espacios fronterizos, acostumbrada al riesgo –con el cual tividad cultural y social específica, a veces muy codificada, a
ha vivido muchos años, mucho antes de la invención de la veces caótica, a veces erudita o vernácula, a veces oficial, a
“sociedad del riesgo” (Beck, 1992)–, acostumbrada a perdurar veces ilegal. Tal mestizaje está tan fuertemente enraizado
con un nivel bajo de estabilidad en sus expectativas, en nom- en las prácticas sociales de estos países que ha llegado a con-
bre de un optimismo visceral que nace de la potencialidad siderarse como el fundamento del ethos cultural típico de
colectiva. Tal optimismo condujo a Martí a aseverar, en un América Latina, manteniéndose desde el siglo xvii hasta
periodo de pesimismo cultural vienés de fin de siècle: “Ser nuestros días. Esta forma del barroco, en tanto manifestación
gobernador de una nueva nación significa ser creador” (1963, de una instancia extrema de la debilidad del centro, constitu-
vol. vi: p. 17). La misma suerte de optimismo hizo a Andrade ye un campo privilegiado para el desarrollo de una imagina-
exclamar: “El gozo es una prueba en contrario” (1990: p. 51). ción centrífuga, subversiva y blasfema.
La subjetividad y la sociabilidad de Nuestra América son incó- Como época de la historia europea, el barroco fue un tiem-
modas para el pensamiento institucionalizado y legalista, pero po de crisis y transición: una crisis económica, social y políti-
son afines al pensamiento utopista. Por utopía entiendo aque- ca particularmente obvia en el caso de los poderes que apoya-
lla exploración imaginativa de nuevos modos y estilos de capa- ron la primera fase de la expansión europea. En el caso de
cidad y voluntad humanos, y la confrontación imaginativa de la Portugal, la crisis provocó incluso que perdiera su indepen-
necesidad de todo lo que existe –sólo porque existe– en pos de dencia. Por motivos de sucesión monárquica, Portugal fue
algo radicalmente mejor, por el cual vale la pena luchar, algo anexado a España en 1580, y no recuperó la independencia
que la humanidad se merece plenamente (Santos, 1995: p. 479). sino hasta 1640. Particularmente bajo el reinado de Felipe iv
Este estilo de subjetividad y sociabilidad es lo que denomino, (1621-1665), la monarquía española atravesó por una severa
siguiendo el pensamiento de Echeverría (1994), el ethos barroco.4 crisis financiera que la arrastró también a una crisis política
Sea que se le mire como un estilo artístico o como época y cultural. Como apunta Maravall, ésta comenzó como una
histórica, el barroco es específicamente un fenómeno latino cierta conciencia de desasosiego y dificultad que “se agravó
y mediterráneo, una forma excéntrica de la modernidad, del conforme el tejido social se vio seriamente afectado” (1990: p.
Sur al Norte, digamos. Su excentricidad deriva, en gran me- 57). Los valores y los comportamientos eran cuestionados, la
dida, del hecho de que haya ocurrido en países y en momen- estructura de las clases sufrió algunos cambios, el bandole-
tos históricos en los cuales el centro del poder era débil e rismo y las conductas desviadas aumentaron, la rebelión y la
intentaba esconder su debilidad dramatizando una sociabili- sedición eran una amenaza constante. Fue por cierto un tiem-
dad conformista. La relativa ausencia de un poder central po de crisis, y un tiempo de transición hacia nuevos modos
confiere al barroco un carácter abierto e inacabado que per- de sociabilidad que el capitalismo emergente y el nuevo pa-
mite la autonomía y la creatividad de los márgenes y las peri- radigma científico hicieron posibles; hacia nuevos modos de
ferias. Debido a su excentricidad y su exageración, el centro dominación basados no sólo en la coerción sino también en
se reproduce a sí mismo como si fuera un margen. Es una la integración cultural e ideológica. En gran medida, la cultu-
imaginación centrífuga que se torna más fuerte conforme ra barroca es un instrumento de consolidación y legitima-
transitamos de las periferias internas del poder europeo a ción del poder. Sin embargo, lo que para mí sigue siendo ins-
sus periferias externas en América Latina. Toda ella fue co- pirador de la cultura barroca es su veta de subversión y ex-
lonizada por centros débiles: Portugal y España. Portugal fue centricidad, la debilidad de los centros de poder que durante

24 25
ese periodo buscaba legitimarse, el espacio de creatividad e fica la voluntad y enciende la pasión. La “técnica barroca”,
imaginación que abrió, la turbulenta sociabilidad que alimen- argumenta Maravall, consiste en “suspender la resolución
tó. La configuración de la subjetividad barroca que quiero im- como para darle aliento, después de un momento transitorio y
pulsar es un collage de diversos materiales históricos y cul- provisional, y así empujar, con más eficacia, auxiliados por di-
turales, algunos de los cuales, de hecho, no podemos, técni- chas fuerzas retenidas y concentradas” (Maravall, 1990: p. 445).
camente, considerar que pertenezcan al periodo barroco. La interrupción provoca maravillamiento y novedad, e im-
La subjetividad barroca vive confortablemente en la sus- pide el cierre y la consumación. De aquí surge el carácter
pensión temporal del orden y los cánones. Siendo una subje- inacabado y abierto de la sociabilidad barroca. La capacidad
tividad de la transición, depende tanto del agotamiento como de maravillamiento, sorpresa y novedad es la energía que fa-
de las aspiraciones de los cánones; su temporalidad privile- cilita una lucha en pos de una aspiración que es más convin-
giada es transitoriedad perenne. Carece de las certezas ob- cente en tanto nunca podría cumplirse a plenitud. El fin del
vias de las leyes universales, de la misma manera que el estilo barroco, dice Wölfflin, “no es representar un estado per-
estilo barroco carecía del universalismo clásico del Renaci- fecto, sino sugerir un proceso incompleto y un momento ha-
miento. Debido a su dificultad para planear su propia repeti- cia la consumación” (Wölfflin, 1979: p. 67).
ción ad infinitum, la subjetividad barroca le apuesta a lo local, La subjetividad barroca mantiene una relación muy espe-
a lo particular, a lo momentáneo, a lo efímero y transitorio. cial con las formas. La geometría de la subjetividad barroca
Pero lo local no es vivido en modo localista, es decir, no se no es euclidiana; es fractal. La suspensión de las formas re-
experimenta como ortotopia; lo local aspira, más bien, a in- sulta de los usos extremos a los que recurre: es la extremosi-
ventar otro lugar, una heterotopia, si no ya una utopía. Dado dad de Maravall (Maravall, 1990: p. 421). Para la subjetividad
que se deriva de un profundo sentimiento de vacío y desorien- barroca, las formas son el ejercicio de la libertad par excellen-
tación causado por el agotamiento de los cánones dominan- ce. La gran importancia del ejercicio de la libertad justifica
tes, el confort proporcionado por lo local no es el confort del que las formas sean tratadas con seriedad extrema, pese a
descanso, sino un sentido de dirección. De nuevo, podemos que el extremismo pueda resultar en la destrucción de las
observar aquí un contraste con el Renacimiento, como nos lo formas mismas. La razón por la que Miguel Ángel es conside-
muestra Wölfflin: “A diferencia del Renacimiento, que busca- rado con justicia uno de los padres del barroco se debe, según
ba en todo permanencia y reposo, el barroco tuvo desde el Wölfflin, “a que abordó las formas con una violencia y una
primer momento un sentido de dirección definido (Wölfflin, seriedad terrible que sólo pueden encontrar expresión en lo
1979: p. 67). informe” (Wölfflin, 1979: p. 82). Es lo que los contemporáneos
La subjetividad barroca es contemporánea con todos los de Miguel Ángel denominaron terribilità. El extremismo en el
elementos que integra, y por tanto desdeña el evolucionismo uso de las formas se fundamenta en un deseo de grandiosi-
modernista. Así, podríamos decir, la temporalidad barroca es dad que es también el deseo de sorprender, tan bien expresa-
la temporalidad de la interrupción. La interrupción es impor- do por Bernini: “Que nadie me hable de lo pequeño” (Tapié,
tante en dos sentidos, pues permite reflexividad pero tam- 1988, vol. ii: p. 188). El extremismo puede ejercerse en mu-
bién sorpresa. La reflexividad es la autorreflexión necesaria chas maneras distintas, para resaltar la simplicidad o aun el
cuando se carece de mapas (sin mapas que guíen nuestros ascetismo, o la exuberancia y la extravagancia, como ya lo
pasos debemos pisar con doble cuidado). Sin autorreflexión, apuntó Maravall. El extremismo del barroco permite que emer-
en un desierto de cánones, el desierto en sí mismo se torna jan rupturas de las continuidades aparentes y mantiene las
canónico. La sorpresa, por su parte, es en realidad suspenso; formas en un estado inestable de bifurcación permanente,
deriva de la suspensión alcanzada por la interrupción. Al sus- para ponerlo en términos de Prigoggine (1996). Uno de los
penderse momentáneamente, la subjetividad barroca intensi- ejemplos más elocuentes es El éxtasis místico de santa Tere-

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sa. En esta escultura, la expresión de santa Teresa está dra- lógica. Este proceso de producción-destrucción tiende a refle-
matizada de tal suerte que la representación más intensa- jar las relaciones de poder existentes en las formas cultura-
mente religiosa de la santa es aquella imagen profana de una les originales (es decir, entre los grupos sociales que las apo-
mujer que disfruta de un orgasmo profundo. La representa- yan) y es por ello que la subjetividad barroca favorece aquel
ción de lo sagrado se desliza subrepticiamente hacia la re- mestizaje en el cual las relaciones de poder son remplazadas
presentación de lo sacrílego. por una autoridad compartida (una autoridad mestiza). Amé-
El extremismo de las formas por sí solo permite que la subje- rica Latina ha logrado ser un suelo particularmente fértil para
tividad barroca entrañe la turbulencia y la excitación necesa- el mestizaje, y la región es uno de los terrenos más importan-
rias para continuar con la lucha en pos de las causas emanci- tes para construir una subjetividad barroca.5
patorias, en un mundo donde la emancipación se ha colapsado El sfumato y el mestizaje son los dos elementos constituti-
o ha sido absorbida por la reglamentación hegemónica. Hablar vos de lo que yo llamo, siguiendo a Fernando Ortiz, transcul-
de extremismo es hablar de la excavación arqueológica que se turación. En su famoso libro Contrapunteo cubano, publicado
lleva a cabo en el magma de las regulaciones, recuperando de originalmente en 1940, Ortiz propone el concepto de trans-
éste los fuegos emancipadores, no importa qué tan débiles. culturación para definir la síntesis de procesos de acultura-
El mismo extremismo que produce formas, también las de- ción y neoculturación, en extremo intrincados, que han ca-
vora. Esta voracidad asume dos maneras: sfumato y mestizaje. racterizado siempre a la sociedad cubana. Según su pensa-
En la pintura barroca, el sfumato es la dilución de los contor- miento, los choques y descubrimientos culturales recíprocos,
nos y los colores contra los objetos, tales como nubes o mon- que en Europa ocurrieron lentamente a lo largo de más de
tañas, mar y cielo. El sfumato permite que la subjetividad ba- cuatro milenios, en Cuba ocurrieron como saltos repentinos
rroca cree lo cercano y lo familiar entre inteligibilidades dife- en menos de cuatro siglos (1973: p. 131). A las transcultura-
rentes, y hace posibles y deseables los diálogos transcultura- ciones precolombinas entre indios paleolíticos y neolíticos les
les. Sólo recurriendo al sfumato, por ejemplo, es posible dar siguieron muchas otras después del “huracán” entre las di-
forma a las configuraciones que combinan los derechos hu- versas culturas de Europa, y entre aquéllas y las varias cul-
manos del tipo occidental con otras concepciones de la digni- turas africanas y asiáticas. Según Ortiz, lo que desde el siglo
dad humana existentes en otras culturas (Santos, 1999a). La xvi distingue a Cuba es el hecho de que todas sus culturas y
coherencia de las construcciones monolíticas se desintegra, pueblos fueron igualmente invasores, exógenos, todos ellos
sus fragmentos flotantes permanecen abiertos a nuevas co- desgarrados de su cuna original, perseguidos por la separa-
herencias e invenciones en formas multiculturales nuevas. ción y el transplante a una nueva cultura en formación (ibid.:
El sfumato es como un magneto que atrae las formas frag- p. 132). Este desajuste y esta transitoriedad permanentes
mentarias hacia nuevas constelaciones y direcciones, ape- permitieron nuevas constelaciones culturales que no pue-
lando a sus contornos más vulnerables, inacabados y abier- den reducirse a la suma de los diferentes fragmentos que
tos. El sfumato es, en suma, una militancia antifortalezas. contribuyeron a ellas. El carácter positivo de este constante
A su vez, el mestizaje es una manera de impulsar el sfuma- proceso de transición entre culturas es lo que Ortiz designa
to a su culminación o extremo. Mientras que el sfumato opera como transculturación. Para reforzar este nuevo carácter po-
mediante la desintegración de las formas y el reacomodo de sitivo, prefiero hablar de sfumato y no de aculturación, de
los fragmentos, el mestizaje opera creando nuevos acomodos mestizaje y no de neoculturación. La transculturación desig-
en constelaciones de significados, irreconocibles o blasfemos na, por tanto, la voracidad y el extremismo con los que la so-
a la luz de sus fragmentos constitutivos. El mestizaje reside ciabilidad barroca procesa formas culturales. Esta misma vo-
en la destrucción de la lógica que preside la formación de racidad y este mismo extremismo están muy presentes en el
cada uno de sus fragmentos, y en la construcción de una nueva concepto de antropofagia propio de Osvaldo de Andrade.

28 29
El extremismo con el que son vividas las formas por la sub- les) que han prohibido la risa y el juego, so pena de subvertir
jetividad barroca enfatiza la calidad de artefacto retórico de la seriedad de la resistencia. Es particularmente interesan-
prácticas, discursos y modos de la inteligibilidad. El artificio te el caso de los sindicatos, cuyas actividades tenían al prin-
(artificium) es la fundación de una subjetividad suspendida cipio un fuerte elemento lúdico y festivo (las fiestas obreras)
entre los fragmentos. El artificio permite a la subjetividad que, no obstante, fue sofocado gradualmente, hasta que las
barroca reinventarse a sí misma cuando las sociabilidades actividades sindicales se hicieron demasiado serias y pro-
que conduce tienden a transformarse en micrortodoxias. fundamente antieróticas. La prohibición de la risa y el juego
Mediante el artificio, la subjetividad barroca es lúdica y sub- es parte de lo que Max Weber llama la Enzäuberung del mun-
versiva a la vez, como bien lo ilustra la fiesta barroca. La im- do moderno.
portancia de la fiesta en la cultura barroca, tanto en Europa La reinvención de la emancipación social, que yo sugiero
como en América Latina, está bien documentada.6 La fiesta puede alcanzarse sumergiéndonos en la sociabilidad barro-
hizo de la cultura barroca la primera instancia de cultura de ca, apunta al reencantamiento del sentido común, que en sí
masas de la modernidad. Los poderes políticos y eclesiásticos mismo presupone la carnavalización de las prácticas socia-
usaron su carácter ostentoso y celebratorio para reafirmar les y el erotismo de la risa y el juego. Como dice Osvaldo de
su grandeza y consolidar su control sobre las masas. Sin em- Andrade: “El gozo es una prueba en contrario” (1990: p. 51). La
bargo, mediante sus tres componentes básicos –la despropor- carnavalización de la práctica social emancipadora tiene una
ción, la risa y la subversión– la fiesta barroca está investida dimensión importante de autorreflexión: hace posible la des-
con un potencial de emancipación. canonización y la subversión de dichas prácticas. Una prácti-
La fiesta barroca es desproporcionada: requiere de una in- ca descanonizante que no sabe cómo descanonizarse cae fá-
versión extrema que, no obstante, se consume en un mo- cilmente en la ortodoxia. De la misma manera, una actividad
mento y en un espacio extremadamente limitados. Maravall subversiva que no sabe cómo subvertirse cae fácilmente en
lo dice así: “Se hace uso de medios abundantes y caros, se rutina reguladora.
ejerce un esfuerzo considerable, las preparaciones son am- Y ahora, finalmente, el tercer rasgo emancipador de la fiesta
plias, se echa a andar un aparato complicado y todo para obte- barroca: la subversión. Al carnavalizar las prácticas sociales,
ner efectos en extremo efímeros, tanto en la forma del placer la fiesta barroca despliega un potencial subversivo que incre-
como en la sorpresa” (Maravall, 1990: p. 448). Sin embargo, la menta conforme la fiesta se distancia de los centros del po-
desproporción genera una intensificación especial que, a su der, pero que está siempre ahí, aun cuando los centros del
vez, da pie a la voluntad de moverse, a la tolerancia del caos y poder sean los promotores de la fiesta. Es asombroso enton-
al gusto por la turbulencia, sin los cuales la lucha en pos de ces que este rasgo subversivo sea mucho más notorio en las
una transición paradigmática no puede ocurrir. colonias. Escribiendo en 1920 sobre el carnaval, el gran inte-
La desproporción hace posibles el maravillamiento, la sor- lectual peruano Mariátegui aseveró que pese a que la bur-
presa, el artificio y la novedad. Pero sobre todo, posibilita la guesía se lo había apropiado, el carnaval era de hecho revolu-
distancia juguetona y la risa. Dado que no es fácil codificar la cionario porque, al ubicar al burgués en un disfraz, lo volvía
risa, la modernidad capitalista le declaró la guerra al gozo, y una parodia inmisericorde del poder y el pasado (Mariátegui
así la risa fue considerada frívola, impropia, excéntrica, si no [1925-1927], 1974: p. 127). García de León describe también
blasfema. Únicamente en los contextos codificados de la in- la dimensión subversiva de las fiestas y procesiones religio-
dustria del entretenimiento pudo ser admitida la risa. Este sas barrocas en el puerto mexicano de Veracruz durante el
fenómeno puede observarse también en los movimientos so- siglo xvii. Al frente marchaban los más altos dignatarios del
ciales anticapitalistas modernos (en los partidos laborales, virreinato en plena gala (los políticos, los clérigos y los milita-
en los sindicatos e incluso en los nuevos movimientos socia- res); a la cola de la procesión venía el populacho, imitando a

30 31
los señores en gesto y atuendo, provocando así la risa y el quía de leyes universales. Hirschman, por su parte, ha mos-
jolgorio entre los espectadores (García de León, 1993). La in- trado con claridad las afinidades electivas entre esta forma
versión simétrica del principio y el final de la procesión es de racionalidad y el capitalismo emergente. Conforme los in-
una metáfora social de el mundo al revés, algo que era típico tereses de la gente y los grupos comenzaron a centrarse en
de la sociabilidad veracruzana de aquel entonces: las “mula- torno a las ventajas económicas, los intereses que antes fue-
tas” se vestían de reinas, los esclavos con prendas de seda, ron considerados pasiones se tornaron lo opuesto a las pasio-
las putas pretendían ser mujeres honestas y las mujeres ho- nes e incluso los domesticadores de la pasión. De ahí en ade-
nestas fingían ser putas; portugueses africanizados y espa- lante, dice Hirschman, “al buscar sus intereses, se asumió o
ñoles indianizados.7 Ese mismo mundo al revés es celebrado se esperó que los hombres fueran expeditos, metódicos y tes-
por Osvaldo de Andrade en su Manifiesto antropófago: “Pero tarudos, en total contraste con la conducta estereotipada de
nunca hemos admitido el nacimiento de la lógica entre noso- los hombres que eran presa o caían cegados por la pasión”
tros [...] sólo que donde hay misterio no hay determinismo. (Hirschman, 1977: p. 54). El objetivo era, por supuesto, crear
¿Pero qué hacemos con esto? Nunca hemos sido catequiza- una personalidad humana “unidimensional”. Y Hirschman
dos. Vivimos bajo una ley sonámbula. Hicimos que Cristo concluye: “En resumen, el capitalismo debía lograr, exacta-
naciera en Bahía. O en Belén-Pará” (Andrade, 1990: p. 48). mente, lo que pronto se denunció como su rasgo más atroz”
En la fiesta, la subversión está codificada –en tanto trans- (ibid.: p. 132).
grede el orden aunque conozca el lugar de éste y no lo cuestio- Las recetas capitalistas y cartesianas son bastante inúti-
ne–, pero el propio código es subvertido por los sfumatos entre les para reconstruir una personalidad humana que tenga la
fiesta y sociabilidad cotidiana. En las periferias, la transgre- capacidad y el deseo de emanciparse socialmente. A princi-
sión es casi una necesidad. Es transgresión porque no sabe cómo pios del siglo xxi, el sentido de las luchas emancipadoras no
ser orden, aunque sepa que ese orden existe. Es por eso que la puede deducirse de un conocimiento demostrativo ni de una
subjetividad barroca privilegia los márgenes y las periferias como estimación de intereses. Así, la indagación emprendida en
campos para reconstruir las energías emancipadoras. este ámbito por la subjetividad barroca debe concentrarse en
Todas esas características hacen de la sociabilidad gene- las tradiciones suprimidas o excéntricas de la modernidad,
rada por la subjetividad barroca una sociabilidad subcodifica- en las representaciones que han ocurrido en las periferias
da: algo caótica, inspirada en una imaginación centrífuga, físicas o simbólicas donde eran más débiles las representa-
posicionada entre la inquietud y el vértigo, ésta es una clase ciones hegemónicas –los vía crucis de la modernidad–, o en
de sociabilidad que celebra la revuelta y revoluciona la cele- las representaciones de la modernidad más tempranas y caó-
bración. Tal sociabilidad no puede sino ser emocional y apa- ticas que ocurrieron antes del cierre cartesiano. Por ejem-
sionada, rasgo que más distingue a la subjetividad barroca de plo, la subjetividad barroca busca inspiración en Montaigne y
la alta modernidad o primera modernidad, como la nombra en la inteligibilidad erótica y concreta de su vida. En su ensa-
Lash (1999). La alta racionalidad moderna, particularmente yo “Sobre la experiencia”, después de decir que odia los reme-
después de Descartes, condena las emociones y las pasiones dios que son peores que la enfermedad, Montaigne escribe:
como obstáculos al progreso del conocimiento y la verdad. La
racionalidad cartesiana, apunta Toulmin, dice ser “intelec- Ser víctima de un cólico y someterse uno mismo a
tualmente perfeccionista, moralmente rigurosa y humana- la abstinencia del placer de comer ostras son dos
mente inexorable” (Toulmin, 1990: p. 198). Casi nada de la males, no uno. La enfermedad nos acuchilla por
vida humana y la práctica social encajan mucho en esta con- un lado, la dieta por el otro. Y existiendo el riesgo
de error, es mejor asumir, de preferencia, el propó-
cepción de la racionalidad y, sin embargo, resulta bastante
sito del placer. El mundo hace lo opuesto y consi-
atractiva para aquellos que atesoran la estabilidad y la jerar-

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dera que nada es útil si no es doloroso; lo fácil La contrahegemonía en el siglo XX
levanta sospechas (Montaigne, 1958: p. 370). El siglo americano de Nuestra América fue uno cargado de
posibilidades contrahegemónicas, muchas de las cuales ve-
Cassirer (1960; 1963) y Toulmin (1990) han demostrado nían de una tradición que arranca del siglo xix después de la
que el Renacimiento y el Iluminismo, respectivamente, crea- independencia de Haití en 1804. Entre ellas, podemos contar
ron una subjetividad congruente con los nuevos retos inte- la revolución mexicana de 1910; el movimiento indígena en-
lectuales, sociales, políticos y culturales. El ethos barroco es cabezado por Quintín Lamé en Colombia en 1914; el movi-
la base de una forma de subjetividad y sociabilidad capaz e miento sandinista en Nicaragua en los años veinte y treinta,
interesada en confrontar las formas hegemónicas de globali- y su triunfo en los ochenta; la democratización radical en
zación, abriéndole espacios a las posibilidades contrahege- Guatemala en 1944; el surgimiento del peronismo en 1946;
mónicas. Tales posibilidades no están plenamente desarro- el triunfo de la revolución cubana en 1959; la llegada al poder
lladas y no pueden, en sí mismas, prometer una nueva era. de Allende en 1970; el movimiento Sin Tierra en Brasil des-
Pero son lo suficientemente consistentes como para brindar- de los ochenta, y el movimiento zapatista desde 1994.
le piso a la idea de que entramos a un periodo de transición La avasalladora mayoría de estas experiencias emancipa-
paradigmática, un interregno, y como tal una era ansiosa de doras ha apuntado contra el siglo europeo-americano o, por lo
seguir el impulso del mestizaje, del sfumato, la hibridación y menos, tenía como acicate las ideas hegemónicas y las am-
todos los otros rasgos que he atribuido al ethos barroco y por lo biciones políticas de este último. Es un hecho que la globali-
tanto a Nuestra América. La credibilidad creciente alcanzada zación hegemónica neoliberal estadounidense, que hoy se
por las formas de subjetividad y sociabilidad alimentadas por esparce por todo el globo, tuvo su campo de entrenamiento en
dicho ethos se traducirá gradualmente a nuevas normativi- Nuestra América desde principios del siglo. Al no permitírsele
dades intersticiales. Tanto Martí como Andrade toman en a Nuestra América ser el Nuevo Mundo con el mismo enraiza-
cuenta un nuevo tipo de ley y una nueva clase de derechos. miento que la América europea, se vio forzada a ser el Mundo
Para ellos, el derecho a ser iguales implica el derecho a ser más Nuevo de la América europea. Este envenenado privile-
diferentes, y viceversa. gio hizo de Nuestra América un campo fértil para todo tipo de
La metáfora de la antropofagia en Andrade es un llamado a experiencias emancipadoras, cosmopolitas, contrahegemóni-
una compleja interlegalidad. Está formulada desde la pers- cas, tan exhilarantes como dolorosas, tan radiantes como sus
pectiva de la diferencia subalterna, el único “otro” reconocido promesas y tan frustrantes como sus logros.
por la alta modernidad eurocéntrica. Los fragmentos norma- ¿Qué falló y por qué en el siglo americano de Nuestra Améri-
tivos intersticiales que colectamos en Nuestra América serán ca? Sería tonto proponer un inventario a las puertas de un
las semillas de una nueva ley “natural”, una ley cosmopolita, futuro abierto como el nuestro. No obstante, arriesgo algunos
una ley desde abajo que hallaremos en las calles, donde la pensamientos que, en realidad, más pretenden dar cuenta
sobrevivencia y la transgresión creativa se fundan en ten- del futuro que del pasado. En primer lugar, vivir en las “entra-
dencia cotidiana. ñas del monstruo” no es tarea fácil. Permite un profundo en-
A continuación abordaré esta nueva normatividad, en la tendimiento de la bestia, como lo demuestra Martí; pero, por
cual la redistribución y el reconocimiento estén juntos en la otra parte, hace muy difícil salir con vida, incluso haciendo
elaboración de nuevos planes emancipadores a los que deno- caso de la advertencia de Martí: “El Norte debe quedar atrás”
mino nuevos Manifiestos. Pero antes quiero detenerme un mo- (Martí, 1963, vol. ii: p. 368). Desde mi punto de vista, Nuestra
mento en las dificultades enfrentadas por el proyecto de Nues- América ha estado viviendo en las entrañas del monstruo dos
tra América a lo largo del siglo xx. Esto ayudará a iluminar las veces: porque comparte con la América europea el continen-
tareas emancipadoras que falta emprender. te que esta última considera su espacio vital y su zona de

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influencia privilegiada, y porque como dice Martí, “Nuestra en práctica los nuevos Manifiestos que ya hemos referido. Una
América es la América que trabaja” (ibid., vol. vi: p. 23). Por de las debilidades de Nuestra América, bastante obvia en el
tanto, en sus relaciones con la América europea comparte trabajo de Martí, fue sobrestimar la comunidad de intereses y
todas las tensiones y penas que plagan las relaciones entre la posibilidad de unificación en torno a éstos. Más que unir-
trabajadores y capitalistas. En este último sentido, Nuestra se, Nuestra América sufrió un proceso de balcanización. Ante
América no ha fracasado más, ni menos, que los trabajadores esta fragmentación, la unión de la América europea resultó
del mundo en su lucha contra el capital. muy eficaz; se unió en torno a la idea de una identidad nacio-
Un segundo pensamiento es que Nuestra América no ha nal y un destino manifiesto: una tierra prometida a los llegados
tenido que luchar únicamente contra las visitas imperiales de fuera, destinada a cumplir con sus promesas a toda costa.
de su vecino del Norte. Este último tomó el control y se insta- Mi pensamiento final se refiere al proyecto cultural de Nues-
ló en el Sur, no sólo socializando con los nativos sino asu- tra América en sí mismo. A diferencia de lo que deseaba Martí,
miendo la forma de élites locales que mantienen alianzas la universidad europea o estadounidense nunca abrió paso a
transnacionales con los intereses estadounidenses. El Prós- la universidad americana. Ello lo atestigua el “patético bova-
pero sureño estaba presente en el proyecto cultural de Sar- rismo de escritores y académicos [...] que conduce a algunos
miento, en los intereses de la burguesía agraria e industrial, latinoamericanos [...] a imaginarse como metropolitanos exi-
especialmente después de la segunda guerra mundial, en las lados. Para ellos, un trabajo producido en su órbita inmediata
dictaduras militares de los sesenta y setenta, en la lucha en [...] merece únicamente cuando ha recibido la aprobación de
contra de la amenaza comunista y en los drásticos ajustes la metrópolis, aprobación que les da ojos para mirarlo” (Reta-
estructurales neoliberales. En este sentido, Nuestra América mar, 1989: p. 82). Pese a la afirmación de Ortiz, la transcultu-
ha tenido que vivir atrapada y dependiente de la América ración nunca fue total, y de hecho fue minada por las diferen-
europea, tal como Calibán frente a Próspero. cias de poder entre los diferentes componentes que contri-
Es por eso que la violencia latinoamericana ha tomado con buían a ésta. Por mucho tiempo, y quizá ocurra hoy más en
más frecuencia la forma de una guerra civil que aquélla de un momento de transculturación, desterritorializada a modo
una Bahía de Cochinos. de hibridación, las cuestiones en torno a la inequidad del po-
El tercer pensamiento se refiere a la ausencia de una he- der permanecen sin respuesta: ¿quién hibrida a quién y qué?
gemonía en el campo contrahegemónico. Aunque el concepto ¿Con qué resultados? ¿Quién se beneficia? En el proceso de
de hegemonía es un instrumento crucial en la dominación transculturación, ¿qué no fue más allá de la aculturación o
de clases en las sociedades complejas, es un concepto igual- del sfumato y por qué? Si en verdad la mayoría de las culturas
mente crucial en las luchas contra dicha dominación. De eran invasoras, no es menos cierto que algunas invadieron
entre los grupos dominados y oprimidos, alguno debía ser ca- como amas y otras como esclavas. Sesenta años más tarde,
paz de convertir sus particulares intereses de liberación en no es arriesgado pensar que fue exagerado el optimismo an-
interés común de todos los oprimidos, tornándose así hege- tropófago de Osvaldo de Andrade cuando dijo: “No vino cruzado
mónico. Gramsci, recordemos, estaba convencido de que los alguno sino los evadidos de una civilización que ahora nos
trabajadores constituían ese grupo. Sabemos que las cosas tragamos, porque somos fuertes y vengativos como los jabuti”
no ocurrieron así en el mundo capitalista, menos hoy que en (Andrade, 1990: p. 50).
los tiempos de Gramsci, y mucho menos en Nuestra América El siglo europeo-americano terminó triunfante, protagoni-
que en Europa o en la América europea. Los movimientos y zando la última encarnación del sistema-mundo capitalista:
luchas indígenas, de campesinos, obreros, pequeño burgue- la globalización hegemónica. Por el contrario, el siglo ameri-
ses o negros ocurrieron siempre aislados, con antagonismos cano de Nuestra América terminó con pena. América Latina
entre unos y otros, sin una teoría de la traducción y sin poner ha importado muchos de los males que Martí viera en las

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entrañas del monstruo. La enorme creatividad emancipado- ciarnos del primer siglo de Nuestra América, con su posmoder-
ra que atestiguan los movimientos de Zapata y Sandino, los nismo celebratorio, debemos prestar más atención al poder
movimientos indígenas y campesinos, Allende en 1970 y Fi- que ejerce cada uno de los participantes en el proceso de mes-
del en 1959, los movimientos sociales, el movimiento de sin- tizaje. Las iniquidades subyacentes nos muestran que ocu-
dicatos de abc, los presupuestos participativos en muchas ciu- rrieron perversiones en la política de la diferencia (el recono-
dades brasileñas y el actual movimiento zapatista termina- cimiento se tornó una forma de desconocimiento) y en la po-
ron en fracaso o encaran un futuro incierto. Esta incertidum- lítica de la equidad (la redistribución acabó por convertirse
bre crece al vislumbrarse que la polarización extrema en la en una forma de paliativo a los pobres como el que promue-
distribución de la riqueza del mundo requerirá un sistema de ven el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional).
represión mundial aún más despótico que el existente, si ha Segundo, el feo resurgimiento del racismo en el Norte pa-
de continuar como en las últimas décadas. Con asombrosa rece preparar una agresiva defensa contra la construcción
previsión, en 1979 Darcy Ribeiro escribió: “Los medios de re- imparable de múltiples pequeñas humanidades como las in-
presión requeridos para mantener este sistema amenazan vocadas por Bolívar, donde las razas se cruzan e interpene-
con imponerle a los pueblos regímenes despóticos y rígidos tran en los márgenes de la represión y la discriminación. Así
sin paralelo en la historia de la iniquidad” (1979: p. 40). No es como el cubano, en voz de Martí, podía proclamar que era más
sorpresa que el clima político y social de América Latina haya que negro, mulato o blanco, así el sudafricano, el mozambi-
sido invadido en las últimas décadas por una ola de razona- queño, el neoyorquino, el parisino, el londinense pueden pro-
miento cínico y pesimismo cultural, irreconocible desde el clamar que son más que negro, blanco, mulato, hindi, kurdo,
punto de vista de Nuestra América. árabe, etcétera.
Tercero, la demanda de producir o mantener un conoci-
Posibilidades contrahegemónicas para el siglo XXI miento ubicado o contextualizado es hoy un reclamo global
A la luz de lo anterior, debemos cuestionar si en verdad en contra de la ignorancia y el silenciamiento producidos por
Nuestra América tiene las condiciones para continuar simbo- la ciencia moderna tal como la utiliza la globalización hege-
lizando la voluntad utopista de emancipación y globalización mónica. Este aspecto epistemológico obtuvo enorme relevan-
contrahegemónica, que se basa en la mutua relación de equi- cia en tiempos recientes con los nuevos desarrollos de la bio-
dad y diferencia. Mi respuesta es positiva pero depende de la tecnología y la ingeniería genética, y la consecuente lucha
condición siguiente: Nuestra América debe desterritorializar- por defender la biodiversidad de la piratería. En este ámbito,
se y convertirse en la metáfora de la lucha que emprenden América Latina, uno de los mayores depositarios de biodiver-
las víctimas de la globalización hegemónica por todas partes, sidad, continúa siendo el hogar de Nuestra América, pero otros
sea el Norte, el Sur, Oriente u Occidente. Si revisamos las países están en esta posición en África y Asia.
ideas fundadoras de Nuestra América, observamos que en las Cuarto, conforme se profundiza la globalización hegemó-
últimas décadas se han creado las condiciones para que es- nica, las “entrañas del monstruo” quedan más cerca de otros
tas ideas florezcan en otras partes del mundo. Examinemos pueblos en otros continentes. Este efecto de cercanía lo pro-
algunas de ellas. Primero, el incremento exponencial de in- duce hoy el capitalismo de la información y la comunicación,
teracciones transfronterizas –de emigrantes, estudiantes, re- así como la sociedad de consumo. En ellos se multiplican los
fugiados, ejecutivos y turistas– está propiciando nuevas for- amarres del razonamiento cínico y el impulso poscolonial. No
mas de mestizaje, antropofagia y transculturación por todo el asoma en el horizonte internacionalismo contrahegemónico
mundo. Este mundo se vuelve cada vez más un mundo de alguno, pero algunos internacionalismos caóticos y fragmen-
invasores escindidos de un origen que nunca tuvieron, o de tarios se han vuelto parte de lo cotidiano. En una palabra, la
uno en el cual su experiencia era estar invadidos. Al distan- nueva Nuestra América cuenta hoy con las condiciones para

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globalizarse y proponer, a la vieja y localizada Nuestra Améri- en el que se hallaba. Todas las industrias nacio-
ca, nuevas alianzas emancipadoras. nales establecidas de antaño han sido destruidas
La naturaleza contrahegemónica de Nuestra América yace o están siendo destruidas y son desplazadas por
en su potencial para desarrollar una cultura política transna- industrias nuevas, cuya introducción es un asun-
to de vida o muerte para las naciones civilizadas;
cional progresista. Dicha cultura política se concentrará en:
son industrias que ya no ocupan materia prima de
1) identificar los múltiples vínculos locales/globales entre lu- la localidad sino materia prima de las más remo-
chas, movimientos e iniciativas; 2) promover choques entre tas zonas; industrias cuyos productos se consu-
tendencias y presiones de globalización hegemónica, por un men, ya no sólo en casa, sino en cualquier rincón
lado, y las coaliciones transnacionales que resisten contra del globo. En lugar de las viejas necesidades, sa-
ellas, abriendo así la posibilidad de que ocurran globalizacio- tisfechas por la producción del país, hallamos nue-
nes contrahegemónicas; 3) promover autorreflexión interna vas necesidades, que requieren ser satisfechas con
y externa para que las formas de redistribución y reconoci- productos que vienen de tierras y climas lejanos.
miento establecidas entre los movimientos reflejen las for- En vez del viejo encierro o la autosuficiencia local
o nacional, tenemos intercambios en toda direc-
mas de redistribución y reconocimiento que la subpolítica
ción, una interdependencia universal de las nacio-
emancipadora transnacional quiere ver instrumentadas en nes (Marx, 1973: p. 71).
el mundo.
Sin embargo, las profecías de Marx nunca se cumplieron.
Hacia nuevos Manifiestos El capitalismo no sucumbió a manos de los enemigos que creó
En 1998, el Manifiesto comunista celebró su 150 aniversa- él mismo, y la alternativa comunista fracasó rotundamente.
rio. El Manifiesto es uno de los textos clave de la modernidad El capitalismo se globalizó mucho más eficazmente que el
occidental. En pocas páginas y con claridad insuperable, Marx movimiento proletario, y los logros de este último, sobre todo
y Engels lograron una visión global de la sociedad de su propio en los países más desarrollados, consistieron en humanizar
tiempo, una teoría general del desarrollo histórico y un pro- al capitalismo, más que derrotarlo.
grama político de corto y largo plazo. El Manifiesto es un docu- No obstante, los males sociales denunciados por el Mani-
mento eurocéntrico que transmite una fe inquebrantable en fiesto son hoy día tan graves como entonces. El progreso al-
el progreso, aclama a la burguesía como la clase revoluciona- canzado desde entonces ha ido de la mano con guerras que
ria que lo hizo posible y en la misma línea profetiza la derrota han asesinado y continúan matando a millones de personas;
de la burguesía ante el proletariado como clase emergente la brecha entre ricos y pobres nunca fue tan ancha como aho-
capaz de dar continuidad al progreso más allá de los límites ra. Si encaramos dicha realidad, es necesario crear las con-
burgueses. diciones para que emerjan no uno sino muchos nuevos Mani-
Algunos de los asuntos, análisis y propuestas incluidos en fiestos con potencial para movilizar a todas las fuerzas pro-
el Manifiesto son todavía actuales. ¿Quién no reconocería en gresistas del mundo. Por fuerzas progresistas entiéndase to-
el siguiente pasaje una descripción precisa de lo que hoy de- das aquellas irreconciliables con la difusión del fascismo so-
signamos como globalización hegemónica? cietario –al cual no se le juzga inevitable– y que como tales
continúan luchando en pos de alternativas. La complejidad
A través de su explotación en el mercado mun-
del mundo contemporáneo y la visibilidad creciente de la vas-
dial, la burguesía le ha conferido un carácter cos-
mopolita a la producción y al consumo en todos los ta diversidad e iniquidad hacen imposible la traducción de
países. Para gran mortificación de los reacciona- principios de acción en un manifiesto único. Por tanto, tengo
rios, le ha movido a la industria el piso nacional en mente varios manifiestos, cada uno de los cuales abre

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posibles senderos hacia una sociedad alternativa que enfrente to.8 En algunos países de África, América Latina y Asia se
al fascismo societario. están revisando las formas tradicionales de autoridad y auto-
Es más, a diferencia del Manifiesto comunista, los nuevos gobierno, y se explora la posibilidad de que se transformen
manifiestos no serán el logro de científicos particulares que internamente y se articulen con otras formas de gobierno
observen el mundo desde una perspectiva privilegiada y úni- democrático.
ca. En cambio, serán mucho más multiculturales, estarán
en deuda con diferentes paradigmas de conocimiento y emer- 2. Sistemas alternativos de producción
gerán, en virtud de la traducción, como redes y mestizaje, en Una economía de mercado es un curso posible y, dentro de
“conversaciones de humanidad” (como dijera John Dewey), ciertos límites, incluso deseable. Por el contrario, una socie-
involucrando a científicos sociales y activistas comprometi- dad de mercado es imposible y, si lo fuera, sería moralmente
dos en luchas sociales por todo el mundo. repugnante, ingobernable incluso: nada menos que fascismo
Los nuevos Manifiestos deberán enfocarse sobre aquellos societario. Una posible respuesta a éste son los sistemas al-
tópicos y alternativas que conlleven más potencial para cons- ternativos de producción. Las discusiones en torno a la globa-
truir globalizaciones contrahegemónicas en las próximas dé- lización contrahegemónica tienden a enfocarse sobre inicia-
cadas. Desde mi punto de vista, son cinco las áreas más im- tivas sociales, políticas y culturales, y rara vez se centran en
portantes en este respecto. De acuerdo con cada una de ellas, las campañas económicas, es decir, en las iniciativas loca-
Nuestra América proporciona un vasto campo de experiencia les/globales que implican una producción y una distribución
histórica, emergiendo así como espacio privilegiado desde el no capitalistas de bienes y servicios, sea en escenarios rura-
cual confrontar los retos planteados por la cultura política les o urbanos: las cooperativas, las mutualidades, los siste-
transnacional emergente. mas de crédito, el cultivo de la tierra invadida por campesi-
nos sin tierra, los sistemas acuáticos sustentables y las co-
1. Democracia participativa munidades pesqueras, la forestería ecológica, etcétera. En
Junto con el modelo hegemónico de democracia (aquella estas iniciativas, los vínculos locales/globales son más difí-
representativa y liberal), siempre han coexistido otros mode- ciles de establecer, sobre todo porque confrontan más direc-
los subalternos, no importa qué tan marginados o desacredi- tamente –no sólo a nivel de la producción sino también a ni-
tados estén. Vivimos en tiempos paradójicos: en el mismo vel de la distribución– la lógica del capitalismo global que está
momento en que la democracia liberal obtiene sus triunfos detrás de la globalización hegemónica. Otra faceta importan-
más convincentes por todo el planeta, se torna menos creíble te de los sistemas alternativos de producción es que nunca
y convincente, no sólo en los países de “nueva frontera” sino son exclusivamente económicos en su naturaleza. Movilizan
en aquellos donde tiene sus más profundas raíces. Las crisis recursos culturales y sociales en tal forma que impiden la
gemelas de la representación y la participación son los sínto- reducción del valor social a un precio de mercado.
mas más visibles de dicho déficit de credibilidad y, en última
instancia, de legitimidad. Por otra parte, las comunidades lo- 3. Justicias y ciudadanías multiculturales emancipadoras
cales, regionales y nacionales en diferentes partes del mun- La crisis de la modernidad occidental ha demostrado que
do emprenden experimentos e iniciativas democráticas ba- el fracaso de los proyectos progresistas –aquellos que tienen
sados en modelos alternativos de democracia, en los que las que ver con el mejoramiento de las expectativas y las condi-
tensiones entre democracia y capitalismo, entre redistribu- ciones de vida de los grupos subordinados dentro y fuera del
ción y reconocimiento, se avivan y se convierten en la ener- mundo occidental– se debe en parte a una falta de legitimi-
gía positiva que respalda pactos sociales más justos y abarca- dad cultural. Esto priva incluso en los movimientos por los
dores, no importa qué tan circunscritos sean por el momen- derechos humanos, dado que la universalidad de los derechos

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humanos no puede darse por sentada (Santos, 1999a). La idea nente integral de la autodeterminación y la conservación de
de la dignidad humana puede formularse en diferentes “len- la biodiversidad. El concepto de “ciudadanía multicultural”
guajes”. En vez de suprimir dichas diferencias en nombre de (Kymlicka, 1995) es el lugar privilegiado sobre el cual puede
los universalismos postulados, deben traducirse para hacer- asentarse la relación mutua entre redistribución y reconoci-
las mutuamente inteligibles mediante lo que denomino her- miento que he intentado impulsar en este texto.
menéutica diatópica. Entiendo esta última como la interpre-
tación de preocupaciones isomórficas de diferentes culturas, 4. Biodiversidad, saberes rivales y derechos
algo que pueden llevar a cabo antagonistas capaces y deseo- de propiedad intelectual
sos de argumentar con un pie en una y otra culturas (Santos, Debido al avance de las ciencias de la vida, la biotecnolo-
1995: pp. 340-42). gía y la microelectrónica en las últimas décadas, la biodiver-
Dado que la construcción de las naciones modernas se con- sidad se ha convertido en el más precioso y buscado “recurso
siguió las más de las veces vapuleando la identidad cultural y natural”. Para las firmas farmacéuticas y de biotecnología, la
nacional de las minorías (y en ocasiones la de las mayorías), biodiversidad crece como corazón del más espectacular y ren-
el reconocimiento de un multiculturalismo y una multina- table desarrollo de nuevos productos en los años venideros.
cionalidad entraña la aspiración a la autodeterminación, es En su mayor parte, la biodiversidad ocurre principalmente
decir, la tendencia hacia reconocimientos equitativos y equi- en el llamado tercer mundo, y es predominante en los territo-
dades diferenciadas. El caso de los pueblos indígenas es la rios históricamente poseídos u ocupados de antaño por los
cima de este punto. Pese a que toda cultura es relativa, el pueblos indígenas. Conforme los países desarrollados tecnoló-
relativismo es incorrecto como punto de partida filosófico. Es gicamente intentan extender a la biodiversidad los derechos
importante entonces desarrollar criterios (¿transculturales?) de propiedad intelectual y las leyes de patente, algunos paí-
para distinguir las formas emancipadoras de multicultura- ses periféricos, algunos grupos de pueblos indígenas y las re-
lismo y autodeterminación, de las regresivas. des transnacionales de apoyo a su causa intentan garantizar
La aspiración de multiculturalismo y autodeterminación la conservación y la reproducción de la diversidad buscando
asume con frecuencia la forma de una lucha por la justicia y se otorgue un estatus de protección especial a los territorios,
la ciudadanía. Implica el reclamo de formas alternativas de formas de vida y saberes tradicionales de las comunidades
justicia y derecho, de nuevos regímenes de ciudadanía. La indígenas y campesinas. Cada día es más evidente que las
pluralidad de órdenes legales, que se han hecho visibles con nuevas desavenencias entre el Norte y el Sur se centrarán
la crisis del estado-nación, conlleva, explícita o implícitamente, en la cuestión del acceso a la biodiversidad a escala global.
la idea de ciudadanías múltiples que convivan en el mismo Aunque todas las áreas mencionadas ponen de manifiesto
campo geopolítico y, por tanto, la idea de la existencia de ciu- una cuestión epistemológica, ya que reclaman la validez de
dadanos de primera, segunda o tercera clases. No obstante, saberes descartados por el conocimiento científico hegemó-
los órdenes legales no estatales pueden ser el embrión de nico, la biodiversidad es probablemente el punto donde el cho-
esferas públicas no estatales y la base institucional de la que entre saberes rivales será más evidente y eventualmen-
autodeterminación, como es el caso de la justicia entre los te más desigual y violento. En esto, la equidad y la diferencia
indígenas: formas de justicia popular, local, informal, comu- construyen bloques a partir de nuevos reclamos epistemoló-
nitaria, que son parte del conjunto de luchas e iniciativas gicos mestizos.
que se aplican a las tres áreas ya mencionadas. A modo de
ejemplo, citemos aquellas formas de justicia popular o comu- 5. Nuevo internacionalismo laboral
nitaria, que son un componente central de las iniciativas de Es bien sabido que el internacionalismo laboral fue una de
democracia participativa; la justicia indígena como compo- las predicciones menos cumplidas del Manifiesto comunista.

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El capital se globalizó a sí mismo, el movimiento obrero no lo Conclusión: ¿de qué lado estás, Ariel?
ha logrado. El movimiento obrero se organizó a nivel local y, A partir de un análisis de Nuestra América como punto de
cuando menos en los países centrales, se hizo cada vez más vista subalterno del continente americano a lo largo del siglo
dependiente del estado benefactor. Es cierto que en nuestro XX, he identificado su potencial contrahegemónico y he indi-
siglo los lazos y las organizaciones internacionales mantu- cado algunas de las razones que le impidieron alcanzar sus
vieron viva la idea del internacionalismo laboral, pero fueron fines. Al revisar la trayectoria histórica de Nuestra América y
presa de la guerra fría y su suerte fue la de ésta. su conciencia cultural, el ethos barroco, he reconstruido las
En el periodo de la posguerra fría y como respuesta a los formas de sociabilidad y subjetividad que podrían ser capaces
más agresivos asaltos de la globalización hegemónica, han de afrontar los retos impuestos por las globalizaciones con-
emergido nuevas aunque precarias formas de internaciona- trahegemónicas. La expansión simbólica que fue posible gra-
lismo laboral: el debate sobre las normas laborales, los inter- cias a la interpretación simbólica de Nuestra América permi-
cambios, los acuerdos e, incluso, la congregación institucio- tió ubicar a esta última como un programa para la nueva po-
nal entre sindicatos obreros de distintos países que integran lítica transnacional necesaria en los nuevos siglo y milenio.
el mismo bloque económico regional (tlcan, la Unión Euro- Los reclamos normativos de esta cultura política echan sus
pea, el Mercosur), la articulación de las luchas, reclamos y raíces en las experiencias de la gente por la que habla Nues-
demandas de los diferentes sindicatos que representan a los tra América. Tales reclamos, embrionarios e intersticiales si
trabajadores que laboran para la misma corporación multi- se quiere, apuntan hacia un nuevo tipo de “ley natural”: una
nacional en diversos países, etcétera. ley cosmopolita, ubicada, contextualizada, poscolonial, multi-
El nuevo internacionalismo laboral confronta la lógica del cultural y de base.
capitalismo global en su terreno más privilegiado –la econo- El hecho de que las cinco áreas seleccionadas como cam-
mía– aún más frontalmente que los sistemas alternativos de po de pruebas y ámbitos de acción de esta nueva cultura polí-
producción. Su éxito depende de los lazos “extraeconómicos” tica tengan raíces profundas en América Latina justifica la
que sea capaz de construir con las luchas agrupadas en torno difusión de la idea de Nuestra América, propuesta en este tex-
a las cinco áreas. Tales lazos serán cruciales para transfor- to, desde un punto de vista histórico y político. Sin embargo,
mar la política de la equidad, que dominó al viejo internacio- para no repetir las frustraciones del último siglo, esta expan-
nalismo laboral, en una nueva mezcla política y cultural de sión simbólica debe ir un paso más allá, para incluir al tropo
equidad y diferencia. más negado de la mitología de Nuestra América: Ariel, el espí-
Ninguna de estas áreas o iniciativas temáticas, tomadas ritu del aire en La tempestad, de Shakespeare. Como Cali-
por separado, logrará impulsar la subpolítica emancipadora bán, Ariel es el esclavo de Próspero. Sin embargo, además de
transnacional o la globalización contrahegemónica. Para te- no ser deforme como Calibán, recibe mucho mejor trato por
ner éxito, sus preocupaciones emancipadoras deben tradu- parte de Próspero, quien le promete la libertad si lo sirve fiel-
cirse y convertirse en redes, expandirse hacia movimientos mente. Hemos visto que Nuestra América se ha visto a sí mis-
híbridos socialmente, pero políticamente aterrizados. ma casi siempre como Calibán, manteniendo una constante
A principios de siglo, lo que está en juego en términos po- y desigual lucha contra su amo. Así es como la ven Andrade,
líticos es la reinvención del estado y de la sociedad civil en tal Aimé Césaire, Edward Brathwaite, George Lamming, Reta-
forma que el fascismo societario se desvanezca como futuro mar y muchos otros (Retamar, 1989: p. 13). Ésta es la visión
factible. Esto se tendrá que lograr mediante la proliferación dominante, pero no es la única. Por ejemplo, en 1898 el es-
de esferas públicas locales/globales donde los estados-nacio- critor franco-argentino Paul Groussac habló de la necesidad
nes sean socios importantes, pero ya no los dispensadores de defender la vieja civilización europea y latinoamericana
exclusivos de legitimidad o hegemonía. en contra del “yanqui calibanesco” (ibid.: p. 10). Por otra par-

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te, la ambigua figura de Ariel ha inspirado varias interpreta- mundo. Son especialmente importantes países como Brasil,
ciones. En 1900, el escritor José Enrique Rodó publicó su pro- México e India. Los dos primeros no reconocieron su carácter
pio Ariel, donde identifica a América Latina con Ariel, mien- pluriétnico y multicultural sino hasta finales del siglo xx. Di-
tras Estados Unidos queda caracterizado implícitamente como cho reconocimiento llegó al final de un doloroso proceso histó-
Calibán. En 1935, el argentino Aníbal Ponce ve en Ariel al rico donde la supresión de la diferencia –y no la apertura de
intelectual, atado a Próspero de manera menos brutal que un espacio de igualdad republicana– condujo a formas muy
Calibán, pero no obstante a su servicio, más de acuerdo con abyectas de iniquidad (en Brasil, por ejemplo, esto ocurrió con
el modo en que el humanismo renacentista concebía a los la “democracia racial”; en México con el “asimilacionismo” y
intelectuales: una mezcla de esclavo y mercenario, indife- la visión del mestizo como “raza cósmica”). Como el Ariel de la
rente a la acción y conformista al encarar el orden estableci- obra de Shakespeare, en vez de unirse entre ellos y con mu-
do (ibid.: p. 12). Éste es el intelectual Ariel, reinventado por chas otras naciones calibanes, estos países de intermedia-
Aimé Césaire en su obra de fines de los sesenta: Une tempête: ción utilizan su peso económico y poblacional para tratar de
Adaptation de La tempête de Shakespeare pour un théâtre nègre. obtener un trato privilegiado por parte de Próspero. Actúan
Convertido en mulato, Ariel es el intelectual que está en cri- solos esperando maximizar sus posibilidades para ellos mis-
sis permanentemente. mos.
Dicho esto, sugiero que es el momento de darle una nueva Como lo he argumentado en este texto, el potencial de sus
identificación simbólica a Ariel y valorar qué tanto uso puede poblaciones, que les permitiría comprometerse con una subpo-
tener en la exaltación del ideal emancipador de Nuestra Amé- lítica emancipadora transnacional y con las globalizaciones
rica. Concluiré, por tanto, presentando a Ariel como un ángel contrahegemónicas, depende de su capacidad para transfigu-
barroco que sufre tres transfiguraciones. rarse en un Ariel que sea inequívocamente solidario con
La primera es su transfiguración en Ariel, el mulato de Calibán. En esta transfiguración simbólica reside la tarea
Césaire. En contra del racismo y la xenofobia, Ariel represen- política más importante de las siguientes décadas. De ellos
ta la transculturación y el multiculturalismo, mestizaje en depende la posibilidad de un segundo siglo de Nuestra América
cuerpo y alma, como diría Darcy Ribeiro. En este mestizaje se que tenga más logros que el primero.
inscribe la posibilidad de una tolerancia interracial y un diá-
logo intercultural. El mulato Ariel es la metáfora de una posi- Notas
ble síntesis entre reconocimiento y equidad. 1. Puede ahondarse más en las relaciones entre el papa y los señores
feudales en torno a las Cruzadas consultando a Gibbon, 1928.
La segunda transfiguración es el intelectual de Gramsci,
2. Muchas perspectivas diferentes convergen en esto: ver Robertson,
que ejerce la autorreflexión para conocer de qué lado está y 1992; Escobar, 1995; Castells, 1996; Mander y Goldsmith, 1996; Ho-
en qué puede servir. Este Ariel está sin duda del lado de Cali- pkins y Wallerstein, 1996; Ritzer, 1996.
bán, del lado de los pueblos y grupos oprimidos del mundo, y 3. Una brillante excepción es el ensayo de Montaigne sobre “Los caníba-
les” (1580 [1958]), escrito al inicio de la modernidad eurocéntrica.
mantiene una vigilancia epistemológica constante y política
4. El ethos barroco que propongo aquí es muy diferente de la “melancolía
de sí mismo para no hacerse inútil o contraproducente. Este barroca” de Lash (1999: p. 330). Nuestras diferencias se deben en
Ariel es un intelectual entrenado en la universidad de Martí. parte a los distintos focos de lo barroco sobre los que basamos nuestro
La tercera y última transfiguración es más compleja. Como análisis; Europa en el caso de Lash, América Latina en mi caso.
5. Ver, entre otros, Pastor, et al. (1993) y Alberro (1992). En referencia
mulato y como intelectual orgánico, Ariel es una figura de
al barroco brasileño, Coutinho (1990: p. 16) habla de un complejo
intermediación. Pese a las más recientes transformaciones “mestiçajem barroco”. Véase también el concepto del “Atlántico negro”
de la economía mundial, pienso que hay países (o regiones y (Gilroy, 1993) como manera de expresar el mestizaje que caracteriza la
sectores) de desarrollo medio que cumplen una función de experiencia cultural negra, una experiencia que no es específicamen-
te africana, americana, caribeña o británica sino todas ellas al mismo
intermediación entre el centro y la periferia del sistema-

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tiempo. En el mundo de habla portuguesa, el Manifiesto antropófago de - Douthwaite, Richard, “Is It Impossible to Build a Sustainable World?”,
Osvaldo de Andrade es el ejemplo más contundente de mestiçajem. en Ronald Munck y Dennis O’Hearn (comps.), Critical Development
6. Véase García de León para el caso de México (1993) y Ávila (1994) Theory. Contributions to a New Paradigm, Zed Books, Londres, 1999.
para el caso de Minas Gerais en Brasil. La relación entre la fiesta, - Echeverría, Bolívar, Modernidad, mestizaje, cultura, ethos barroco, UNAM-
particularmente la barroca, y el pensamiento utopista permanece aún El Equilibrista, México, 1994.
inexplorada. Véase Desroche (1975) para acercarse a la relación entre - Escobar, Arturo, Encountering Development. The Making and Unmaking of
el fouriérisme y la société festive. the Third World, Princeton University Press, Princeton, 1995.
7. Ávila concuerda, enfatizando la mezcla de motivos religiosos y del - Evans, Peter, “Fighting Marginalization with Transnation Networks.
páramo: “Entre las hordas de negros que tocaban gaitas, tambores, Counter-hegemonic Globalization”, Contemporary Sociology, n. 29.1,
pífanos y trompetas, podía estar, por ejemplo, un excelente intérprete 2000, pp. 231-41.
alemán ‘que rompía el silencio del aire con el profundo sonido del - Falk, Richard, On Human Governance: Toward a New Global Politics, Uni-
clarinete’, mientras los creyentes cargaban, devotos, banderas e imá- versity Park-Pennsylvania State University Press, Pennsylvania, 1995.
genes religiosas” (1994: p. 56). - Featherstone, Mike y Scott Lash (comps.), Spaces of Culture: City, Nation,
8. He estudiado los presupuestos participativos en la ciudad de Porto World, Sage, Londres, 1999.
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Hoy podemos ver con perspectiva el gran error de aquellos
que, desde la izquierda, saludaron el colapso soviético con el
argumento de que la existencia de la URSS era una losa que
impedía el avance de la izquierda, en Europa y en el mundo.
En realidad, los acontecimientos de 1991 fueron una derrota
de enormes proporciones históricas, a la que hay que poner
fin. Puede considerarse que, en toda Europa, los últimos tres
lustros han sido años perdidos, que han traído la reducción del

*Tomado de El Viejo Topo del 2 de octubre 2007.


**Historiador, profesor de la Universidad de Barcelona, España.

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