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Esi Terciario
Esi Terciario
Tercer mito: La violencia de género no afecta a las vidas de las mujeres que
no la sufren.
Por tanto no solo tenemos miedo a los hombres, sino sobretodo tenemos miedo a
quedarnos sin uno. Este miedo está alimentado por las comedias románticas, la
música, la novela, los juegos y juguetes de las niñas. La cultura alimenta la idea
del amor romántico: el sentido de la vida consiste en encontrar un hombre que nos
ame, proteja y que dará sentido a nuestra vida. Podemos alcanzar mucha felicidad
con otros proyectos vitales, pero la sociedad nos hace sentir que no estaremos
completas hasta encontrar a nuestra media naranja.
Sexto mito: Ella sabrá qué beneficio obtiene de ese matrimonio ¿quién soy
yo para meterme en lo que pasa en su casa y en lo que ella elige?
Séptimo mito: Un hombre tiene que saber poner a las mujeres en su sitio.
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29/03/2019
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AUTORA
Es muy habitual la idea de que los hombres que maltratan son enfermos mentales.
Se piensa que sufrieron maltrato infantil, que casi siempre son alcohólicos, o que
los malos tratos ocurren debido a arrebatos provocados por celos. También se
habla de la violencia de género como si fuese algo del pasado o prácticas
extranjeras o primitivas. En suma, como señala Ana de Miguel, “los casos se
interpretan como extravíos individuales, patológicos o excepcionales que carecen
de significado colectivo”. Los medios de comunicación solo visibilizan los
asesinatos y producen una impresión de excepcionalidad. Se transmite la idea de
que la violencia de género es una conducta “de unos pocos” que es repudiada por
la mayoría de los hombres. La violencia de género es presentada como algo que
no tiene que ver con la generalidad de los hombres ni con la cultura de la
desigualdad.
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maltrato, se acusa a las mujeres de aguantar lo inaguantable. La violencia de
género no es un fenómeno aislado y patológico sino que los maltratadores son
“hijos sanos del patriarcado”. Lo único que tienen en común todos los
maltratadores es que son machistas que no consideran a sus parejas como
iguales. De Miguel señala que si tú consideras a una persona como tu igual, por
muchas peleas y desamores que vivas, no tendrás el impulso de agredirla. Es el
desprecio el que produce la violencia, y ese desprecio se alimenta de ideas
machistas, sean o no conscientes.
Laura Luño expone que “la violencia de género es la violación de los derechos
humanos más extendida en el mundo. Cada año, entre millón y medio y tres
millones de mujeres y niñas pierden de vida como consecuencia de la misma.
Naciones Unidas estima que siete de cada diez mujeres sufrirá golpes,
violaciones, abusos o mutilaciones a lo largo de su experiencia biográfica. Y, entre
aquellas con edades entre los 15 y los 44 años, la violencia de género causa más
muertes y discapacidades que el cáncer, la malaria, los accidentes de tráfico y los
conflictos armados juntos”.
Tercer mito: La violencia de género no afecta a las vidas de las mujeres que
no la sufren.
Kate Millett señala que las mujeres vemos el uso de la fuerza como algo inusual.
En el día a día, hacemos lo que se supone que tenemos que hacer (poner
lavadoras, cocinar, cuidar a las criaturas…) asumimos la doble jornada, la brecha
salarial y las relaciones de pareja sin reciprocidad. ¿Por qué asumimos tanta
desigualdad?, ¿qué nos ocurre cuando desafiamos las normas patriarcales? El
sistema de socialización del patriarcado es tan perfecto, que actuamos cómo se
espera de nosotras pero pensamos que eso sale de nosotras mismas, de nuestra
forma de ser o de nuestras preferencias. Apenas es necesario el respaldo de la
fuerza para hacernos cumplir.
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Pero no nos engañemos, la violencia de género es imprescindible para que el
sistema funcione. Cuando las mujeres no responden a las expectativas, puede
sorprendernos lo cercano que se encuentra el uso de la fuerza, que hasta
entonces era invisible, pero aparece presto a actuar cuando se trata de restablecer
nuestro comportamiento genérico. Lejos de ser un suceso, la violencia constituye
un elemento de intimidación constante. Un elemento de peso para la permanencia
suele ser un temor, más o menos explícito, a represalias en caso de separación.
Explica De Miguel: “pero además es posible que una mujer realice tranquilamente
todas esas actividades siempre que esté acompañada de un hombre. Una mujer
“sola” está en peligro, ese es el mensaje de la violencia”. Como ha señalado
Amorós, en una sociedad patriarcal la mujer que no pertenece a ningún hombre en
particular, pertenece potencialmente a todos. Sin embargo, los datos de la
violencia machista muestran que la mujer “privada” tampoco carece peligros. Las
mujeres tenemos más posibilidades de ser asesinadas por nuestra pareja que por
cualquier otra persona, y la mitad de las violaciones tienen lugar por parte de
personas del entorno de la victima.
Por tanto no solo tenemos miedo a los hombres, sino sobretodo tenemos miedo a
quedarnos sin uno. Este miedo está alimentado por las comedias románticas, la
música, la novela, los juegos y juguetes de las niñas. La cultura alimenta la idea
del amor romántico: el sentido de la vida consiste en encontrar un hombre que nos
ame, proteja y que dará sentido a nuestra vida. Podemos alcanzar mucha felicidad
con otros proyectos vitales, pero la sociedad nos hace sentir que no estaremos
completas hasta encontrar a nuestra media naranja.
Las mujeres tememos que los hombres no se comprometan, que nos abandonen.
Tras vivir experiencias de violencia, aparece el miedo a que los hombres se
enfaden, a molestarles, a sus golpes, a que hagan daño a los hijos comunes, a
que nos humillen y nos insulten. Pero incluso cuando muchas mujeres desarrollan
miedo a los hombres debido a experiencias, es difícil que este miedo logre superar
el miedo a quedarse sola. Cuando estás soltera más allá de la veintena, no solo
sientes que te estás apartando de tus sueños románticos infantiles, sino que
además la sociedad te sanciona con habladurías, preguntas impertinentes e
incluso con actitudes compasivas. Si no tenemos hijos además se nos recuerda
constantemente el peligro de que “se nos pase el arroz”.
Ana de Miguel señala con sarcasmo la falta de asimetría de esta idea del arroz:
“como si engendrar bebés a partir de los cincuenta fuera deporte nacional de los
hombres”. Un hombre soltero no es percibido como un desgraciado y un
fracasado; de hecho a ellos se les alienta a tener una vida promiscua y sentar la
cabeza cerca de los cuarenta. A ellos se les dice que no se dejen pescar. Los
hombres tienen que realizarse antes de “sentar cabeza”: primero los estudios, el
trabajo, los amigos. Luego ya llegará el compromiso, idealmente al lado de una
chica joven (la belleza femenina es joven, según los cánones patriarcales) que
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pueda darle varios hijos si él lo desea. Las diferencias de estatus profesional, de
madurez y de simetría, derivadas de la edad, no son un problema para los
hombres: el papel de él en la vida es liderarse a sí mismo, liderar su familia y
liderar la sociedad (si no se logra liderar la sociedad, siempre queda el reino
privado de la familia). Hay que procurar no apresurarse al compromiso, y por eso
hay que tener cuidado con las mujeres: detrás de cada alegre, sexy y lúbrica
joven, hay una madre gruñona escondida que puede “cortarte las alas” y
convertirle en un hombre gris con una vida desprovista de aventuras y con una
sexualidad monótona.
Es curioso que se culpe a las mujeres de ser muy quejicas, cuando somos
nosotras las que sufrimos la doble jornada y la brecha salarial, las que tenemos la
sensación de ir corriendo a todos lados y de no llegar bien a nada, las que nos
sentimos desbordadas y sin autoestima ante unos hombres educados en la falta
de intimidad relacional, en la distancia emocional y en la imposición del silencio
para evitar la crítica, la autocrítica y la negociación que, como explica Ana de
Miguel, son las claves de una relación igualitaria. Es la educación en la
masculinidad la que legitima las falsas promesas y el victimismo del “me han
hecho así”.
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Sexto mito: Ella sabrá qué beneficio obtiene de ese matrimonio ¿quién soy
yo para meterme en lo que pasa en su casa y en lo que ella elige?
Séptimo mito: Un hombre tiene que saber poner a las mujeres en su sitio.
Octavo mito: Los hombres somos como niños grandes, traviesos pero
noblotes; pero ellas son muy retorcidas. En realidad las más malas somos
las mujeres.
https://tribunafeminista.elplural.com/2019/03/9-mitos-sobre-la-violencia-de-genero/
RECURSOS
2-Como primera toma de contacto de los alumnos con la violencia de género, una
opción es REPRODUCIR EN CLASE ESCENAS DE SERIES O PELÍCULAS que
sean conocidas por todos ellos, para que así lo perciban como algo familiar o
cercano. Un ejemplo es la serie española que se emitió hace años en televisión,
‘Física o Química’, con la que se van a sentir muy identificados debido a que gira
en torno a una clase de instituto. En ella se ven reflejados numerosos conflictos de
este tipo que, acompañados de teoría e incluso debate en el aula, pueden ser muy
instructivos para aproximarse a la comprensión de la problemática.
5-*Pedir a las y los estudiantes que acerquen letras de canciones que hagan
alusión a situaciones vividas en la pareja. Organizados en grupos, les proponemos
que las lean y las analicen teniendo en cuenta las siguientes preguntas: ¿qué
cualidades y qué roles se promueven para cada
género?, ¿qué mandatos y dichos de las canciones les parecen que muestran
restricciones a la libertad de cada uno de los miembros de la pareja? ¿Qué
expresiones o menciones de actitudes y conductas favorecen relaciones
igualitarias y respetuosas? Para finalizar, entre todos/as se
realiza una lista de cuáles pueden ser actitudes y conductas que en una pareja
expresen maltrato y violencia contra las mujeres y otra con aquellas que
promueven relaciones respetuosas e igualitarias en la pareja.
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6- • Pensar y comentar en grupos algunas conductas que puedan ocurrir en una
pareja de a y que constituyan una forma de violencia hacia las mujeres.Con este
insumo, les pedimos que construyan una definición de violencia que incorpore las
distintas maneras en que se presenta. Luego, con los aportes de
los distintos grupos se elabora una definición común de violencia hacia las
mujeres, que incluya los distintos tipos de violencia en que se puede presentar.
https://www.mendoza.edu.ar/wp-content/uploads/2016/10/Cartilla_noviolencia.pdf
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https://www.igualdadycalidadcba.gov.ar/SIPEC-CBA/publicaciones/2017/Jornada-
EenI/Cuadernillo-educar-en-igualdad.pdf
Se propone indagar los rasgos y los roles que nuestra sociedad considera
femeninos y masculinos para describir la estructura jerárquica que los organiza,
subordinado todo aquello que
se considera propio de las mujeres bajo de aquello que se considera propio de los
hombres. En esta línea de sentido, se propone el análisis crítico de las
representaciones dominantes de la masculinidad y la feminidad y se exploran
otras masculinidades y feminidades que favorezcan procesos más equitativos y
saludable
INTRODUCCIÓN
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INTRODUCCIÓN
Hoy, abordar la educación sexual en las instituciones educativas
es un desafío, pues el nuevo paradigma propone hacerlo
con una mirada integral, lo cual implica que la docencia deba
revisar las regulaciones sexogenéricas que impactan en las
subjetividades, incluyendo las propias.
Es por ello que consideramos que es sumamente importante
recuperar las miradas de los docentes y alumnos en relación a la
sexualidad, a los núcleos duros que radican y dan origen a
algunos mitos, prejuicios y tabúes que circulan en el imaginario
institucional para luego reflexionar sobre la importancia de pensar
la práctica en clave de género y derechos
Además planificar y facilitar situaciones de enseñanza
relacionadas a los ejes ESI son necesarios, pues
promoverán capacidades para identificar situaciones
potencialmente riesgosas para la integridad física y/o psíquica y
permitirá acercarlos al conocimiento de los derechos y la
demanda de igualdad de oportunidades sin discriminación del
sexo al que pertenecencomenzar a discutir y reflexionar acerca
de los espacios, discursos, roles, objetos,literatura y textos
escolares que refuerzan el silenciamiento o la mirada
negativa de la sexualidad.
la necesidad de producir cambios institucionales para que
la educación sexual tenga la formación y el compromiso de todos
los actores de la comunidad educativa y un lugar legítimo en la
escuela
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Y FINALIZANDO Asimismo, entendemos que hablar de
sexualidad con el alumnado es un tema complejo, rodeado
de temores y tabúes y que debe ser considerado como un
proceso en el cual cada actor institucional debe ir construyendo
un espacio propio para hacerlo.
comenzar a discutir y reflexionar acerca de los espacios,
discursos, roles, objetos,literatura y textos escolares que
refuerzan el silenciamiento o la mirada negativa de la sexualidad.
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