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Sin lugar a dudas Amado Nervo, poeta, periodista, escritor con mayúscula, es
una de las grandes figuras de las letras latinoamericanas. Vio la luz por primera
vez en Nayarit un 27 de agosto de 1870 y ésta se apagaría en Montevideo,
capital de la República Oriental del Uruguay, un 24 de mayo de 1919.
Como protagonista del fin del siglo, participó de la decadencia y las dudas,
recibió la fuerza del Romanticismo, los temas misteriosos y exóticos del
Simbolismo, y la búsqueda del arte por el arte según la experta Adriana Viaca.
El Modernismo fue la mixtura con lo decadente, lo grecolatino del Viejo
Continente, y el ocultismo y elementos de las culturas prehispánicas
latinoamericanas.
Esa voz poética será cada vez más filosófica, inspirándose en el amor, la vida y
la muerte. Esa muerte llegará para el poeta en la noche del 24 de mayo de
1919 en la habitación 42 del Parque Hotel de Montevideo, como consecuencia
de una crisis renal. El día anterior es consciente de que se está apagando
lentamente y dice sus últimas palabras: “¿Por qué no abren esas ventanas
para que entre luz? No quiero morir sin ver el sol”.
Regresemos a París, donde Nervo vivió unos nueves meses con su amigo
Rubén Darío. El poeta mexicano escribió: