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LAS CIENCIAS

El 16 de marzo de 1896, se inauguraba en nuestro país el Instituto de Higiene Experimental,

primero de su índole de los creados en América Latina y uno de los primeros en el mundo 1. El día

de su inauguración, el Rector de la Universidad, Dr. Alfredo Vázquez Acevedo, manifestaba que

este acontecimiento científico podía “(…) considerarse como el más grande de la República,

después de la fundación de la Universidad”.2

Desde esta perspectiva se podía inferir, que se estaba dando inicio al desarrollo científico

nacional. Sin embargo, pasarían décadas para que otras iniciativas de este tenor, cristalizaran en

nuestro país. Cabe entonces preguntarnos ¿Por qué las ciencias, en estos casos aplicadas, no

lograban encausar su desarrollo y se discontinuaban?

Si bien una respuesta pluricausal nos acercaría a la realidad, no deberíamos dejar de

considerar entre ellas, la crisis intelectual que sorprendió a la población española, frente a la derrota

militar ante los Estados Unidos de Norteamérica en el año 1898. La pérdida de Cuba y Filipinas,

dio nacimiento en España, a diversos movimientos intelectuales conocidos como la generación del

´98, quienes, en su cuestionamiento, reconsideraban la esencia y futuro de la hispanidad en el siglo

que se iniciaba. España era, para esta generación, diferente a Europa. España es mística, se decía,

frente a una Europa, que carecía de tal virtud y a la que consideraban “(…) civilizada pero sin vida

(…)”3.

En este contexto, apenas iniciado el siglo XX, creció un debate en torno al rumbo que debía

tomar la hispanidad, no sólo en Europa sino, en todo el mundo hispano. Una de esas disputas resultó

emblemática de su época, y fue protagonizada por José Ortega y Gasset y Miguel de Unamuno.

1
Instituto de Higiene UdelaR Web 26 de mayo 2021 http://www.higiene.edu.uy/quienes.html
2
Ibíd.
3
Ochoa de Michelena, Francisco Javier. La europeización de España. Desde la cultura y las categorías del juicio.
Reflexiones en torno a Ganivet, Unamuno y Ortega. España, 2007 BARATARIA Revista Castellano-Manchega de Ciencias Sociales
Nº 8, p. 209 Web 29 de mayo de 2021
Ambos intelectuales, representaron las tendencias enfrentadas: dirigirse hacia el desarrollo de las

ciencias o hacia la afirmación de la espiritualidad, el misticismo, concebido como la especialidad y

esencia española. Ortega, por su parte, entendía que Europa era ciencia y si España quería

pertenecer a ella, debía iniciar ese camino. En la asamblea para el Progreso de las Ciencias de 19084

Ortega expresaba: “…necesitamos educar unos pocos hombres de ciencia, suscitar siquiera una

sombra de preocupaciones científicas…” Y a la noción mística esencial de los españoles, este

filósofo contestaba: “(…) Las únicas facetas de sensibilidad que quedan a España son la literatura

y la política de café (…)”5.

Unamuno entendía, que iniciar un camino hacia la ciencia y la cultura científica era

desconocer esa hispanidad histórica: “(…) Es inútil darle vueltas, nuestro don es ante todo un don

literario, y todo aquí, incluso la filosofía, se convierte en literatura… y si alguna metafísica

española tenemos es la mística… ¿es esto malo, es bueno? Por ahora no lo decido, sólo digo que es

así (…)”6. En 1906 expone de manera coloquial su idea, publicando un artículo titulado el Pórtico

del templo7 en el que incluye un diálogo entre dos personajes ficticios: Román y Sabino:

ROMÁN.- ¿Qué nada hemos inventado? Y eso ¿qué le hace? Así nos hemos ahorrado el

esfuerzo y ahínco de tener que inventar, y nos queda más lozano y más fresco el espíritu…

SABINO.- Pero así que otros las inventan, las tomamos de ellos, nos las apropiamos y de

ellas nos servimos: ¡eso sí!

ROMÁN.- Inventen, pues, ellos y nosotros nos aprovecharemos de sus invenciones. Pues

confío y espero en que estarás convencido, como yo… la luz eléctrica alumbra aquí tan bien como

allí donde se inventó.

4
El Imparcial (27 de julio), tomo I de las Obras Completas.
5
Quintanilla Fisac, Miguel A. La ciencia y la cultura científica. Revista ArtefaCToS. Vol. 3 nº 1, 31-48 Diciembre de
2010 - Facultad de filosofía de la Universidad de Salamanca, España. Pág. 37
6
Web 22 de mayo de 2021 https://nosvemoslosjueves.wordpress.com/2017/05/18/espana-en-europa-i/
7
El pórtico del templo. Diálogo divagatorio entre Román y Sabino, dos amigos
Unamuno, expresa en voz de Román: !Inventen, pues, ellos y nosotros nos aprovecharemos

de sus invenciones! Noción que defendió radicalmente. Para buena parte de España en ese

momento, considerar simplemente la cultura científica, resultaba ajeno a la hispanidad, porque a la

sombra de esta discusión, palpitaba aún, fundamentalmente, el enfrentamiento entre positivismo y

espiritualismo, condición que exhibía con orgullo el ser hispano.

Y el “…inventen ellos…”, fue una roca que aplastó la opción al desarrollo científico,

desarticulando cualquier iniciativa no sólo en España sino en la hispanidad. Porque, el corpus

literario latinoamericano, abandonando el glamour francés, estaba girando hacia la literatura

hispana, donde Unamuno era uno de sus principales referentes. Convertido en el más influyente

crítico intelectual de las obras de los relevantes literatos de Uruguay, Unamuno creó vínculos con

las élites literarias latinoamericanas, compartieron su visión conmovedora: Así como Francia había

influenciado Europa con Descartes y Alemania con Kant; ahora, Don Miguel, entendía que había

llegado la hora de españolizar Europa con su metafísica, que no era otra cosa que la mística hispana.

Proyecto contestado por Ortega y Gasset, para quien ser europeo, implicaba encaminarse hacia el

desarrollo científico.

Miguel de Unamuno fue militante de sus convicciones. Construyó un vínculo epistolar, con

más de 40.000 cartas ubicadas al día de hoy, que intercambió con poetas y filósofos de Europa y

América Latina, durante décadas, incluso “(…) con escritores uruguayos de distinto tenor y valía

(…) En alguna excepcional ocasión, a partir de su propio interés de abrir el diálogo con algún

autor al cual le atribuía especial significación dentro del área hispanoamericana, como es el caso

de Juan Zorrilla de San Martín” 8. El 29 de noviembre de 1905 Unamuno escribe a Zorrilla: “Muy

señor mío, hace tiempo, mucho que deseaba manifestarle mi simpatía y mi admiración. Conozco

hace años su Tabaré y lo he leído más de una y de dos veces...”. Casi una treintena de literatos

uruguayos tuvieron contacto epistolar con el Rector de la Universidad de Salamanca, “…la mayoría

8
Romiti, Elena Unamuno y Uruguay. Archivo Epistolar. Mvd, 2016 Biblioteca Nacional de Uruguay. Ediciones
Universidad de Salamanca; pp 15-16
de las veces interpelado por estos últimos para legitimar sus producciones, a partir de la búsqueda

constante de referentes europeos que signa a toda literatura periférica.” 9 Y a través de estos, el

pensamiento de Unamuno se abrió paso hacia las esferas políticas latinoamericanas, quienes en su

generalidad, adhirieron a su perspectiva: la de aquel: ¡Inventen, pues, ellos y nosotros nos

aprovecharemos de sus invenciones! Noción, que no sólo parecía mezquina, sino que demostraba

la incomprensión de los beneficios acumulativos que tiene la innovación científica en futuros

desarrollos. Y si bien esta polémica fue en su momento ganada por Unamuno; al final, Ortega tuvo

razón.

Nuestro país no estuvo ajeno a la influencia del pensamiento de Unamuno y si bien no logró

imponerse o coartar definitivamente esa tendencia, posiblemente haya influido en su

enlentecimiento, el que fue sólo alterado por una sucesión de innovaciones, que parecen coincidir

con la renovación generacional. Luego de la fortuna y alegría que Alfredo Vázquez Acevedo,

manifestara en 1896; se implementó el Proyecto Eduardo Acevedo, con la creación entre otros, del

Instituto de Geología y Perforaciones y el Instituto de Química Industrial en 1912. Otra década y

media, y en 1927 Clemente Estable creaba el Instituto de Investigaciones Biológicas, con el

objetivo de alcanzar “(…) nuevos conocimientos y soluciones innovadoras a la problemáticas del

Uruguay”. Desde aquí, pasarían más de 40 años para que se retomara la iniciativa de desarrollo

científico, con la creación en 1968 de la Base Científica Antártica Artigas; otros 18 años, para que

se formalizara la creación del Programa de Desarrollo de las Ciencias Básicas (PEDECIBA,

1986); y la creación de la Facultad de Ciencias en 1990. Finalmente se creó la Agencia Nacional de

Investigación e Innovación (ANII, 2006). De esta manera, nuestro país ha ido incrementando su

interés y vocación por el desarrollo de las ciencias, en el convencimiento que adelantara Louis

Pasteur, cuando afirmaba que la ciencia es“…el alma de la prosperidad y la fuente del progreso de

las naciones”. Y en este sorpresivo contexto, que experimentamos desde el año 2020, la

conformación del Grupo Asesor Científico Honorario (GACH, 2020), aunque de carácter temporal,
9
Romiti, Elena. Op.cit.
ha sido no sólo la confirmación de esa vocación, y el reconocimiento tanto al nivel estatal, como

fundamentalmente en el de su población, de la importancia del desarrollo de las ciencias básicas, en

la vida de una nación. El GACH trajo interdisciplinidad, y sólo con esto, dejó percibir a toda una

generación de científicos y una cultura científica nacional, en pleno desarrollo.

A poco más de 100 años de aquella polémica, es claro que Ortega tenía razón.

“En el siglo del conocimiento y en un mundo que nos desafía…la ciencia es una razón de

existencia y desarrollo que no podemos eludir…”10

10
Rafael Radi. Además de Noticias. Entrevista del 4 de junio de 2020. Web 26 de mayo de 2021
https://www.youtube.com/watch?v=azgKa-nsyds

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