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Tres Cémo se hizo la paz criolla (1958-1960) Aldescenderde lacordillera Oriental y subir porel valle del Magdalena, después de haber partido desde Bogota, Jorge Villamil Cordovez podria haber notado que su estado de animo se correspondia més con la pesa~ ‘dumbre eterna della capital que con las tierras que lo rodeaban, cada vez mis tipicamente tropicales. Todavia faltaban semanas para la Navidad, ‘que era la excusa anual del joven y elegante eirujano, ademas de aspi- ‘ante a compositor, para regresar a su Huila natal. Bn esa ocasién, ‘Villamil iba a atender a su padre, que estaba débil de salud. La zozobra y la inseguridad que atenazaban el sur de Colombia habian impedido, durante afios, que Jorge Villamil padre visitara los cafetales y eedros de lagran plantacién que posefa en el extremo oriental del Huila. A punto de cumplir setenta y cinco afios, el mayor barén del eafé del Tolima Grande estaba confinado en Neiva, donde esperaba la muerte. ‘Adems del inminente fallecimiento de su padre, Jorge Vilamil Cordover Ilevaba consigo otros motivos de ansiedad. La miisiea habia marcado su nifiez, gracias a los labradores que trabajaban para su. familia ya la legendaria coleecién de discos de sus adinerados padres. ‘Sin embargo, tras media vida de ausencia del Huila, a Villamil te 15 preocupaba que su deseo de expresar por medio de canciones la afio- rranza que sentia por su tierra natal se interpretara como un descuido inaceptable de su carrera de médico y como una afrenta a las buenas costumbres que su padre le habia inculeado con severidad. El regreso a casa hizo que esos temores empezaran a disiparse. ‘Un mes antes de la muerte del patriarca, un trio local de miisicos dio una serenata en la casa de los Villamil con tres canciones compuestas por el joven Jorge. El padre —cuyo oido prodigioso habia intimidado ‘durante imucho tiempo al hijo y a sus seis hermanas mayores~ acogié Ia obra de su hijo con sonrisas y elogios’. Fortalecido por la aprobacién paterna, Villamil se dispuso a ‘componer una nueva cancién. El ambiente del Tolima Grande no le escatimaba la inspiracién. En Bogoté, el joven habia observado de pri- ‘mera mano la sensacion de optimismo que acompaf el final de la dic tadura, En Neiva, siete meses después de aquetlo, oy6 hablar de una particular manifestaci6n regional de la esperanza: los campesinos des- plazados de sus tierras se sentfan suficientemente seguros para rege sar, yestaban marchéndose de la ciudad. Sentaclos alrededor del lecho de muerte del patriarea, los Villamil hablaban de este drama y de la conexién que tenfan con él: los campesinos empobrecidos y persegui- dos, que afios antes habfan ocupado los limites de la hacienda de don Jorge, estaban dejando las armas’ Los sentimientos y las historias del momento encontraban eco cen la tradicién familiar de los. Villamil. La persecucién partidista, y Juego el éxodo, habian determinado los destinos del abuelo y el padre; habian Hevado al primero a la muerte en un campo de batalla del ‘Tolima en 1885, yal segundo le habian granjeado, con el tiempo, su for- tuna, Teniendo presentes estos relatos, junto con los que se contaban cn las calles de Neiva, Jonge Villamil escribié una balada acerca de la pérdida y la esperanza. Sobre los simples acordes del bambuco, el prin- cipal género musical de los Andes colombianos, compuso El retorno de José Dolores, una cancién de nostalgia que trata de los trabajos de José Dolores, el eampesino alegérico del Tolima Grande’. 6 CéMo 88 1120 LA PAZ CRIOLLA (958-1960) Vuelvo solo.y vengo triste, ime llamo Jost Dolores. Vuetoo a mi tierra querida ‘@calmar mis sinsabores. Vueloo a mi tierra querida ‘acalmar mis sinsabores. Quiero volver a vivir esas tardes campesinas con su paz tradicional en el Tolima y el Huila. Of resonar tiples » guitarras en la Hanura; ‘grato repicar, cual cancién de pax de alegres campanas. Quiero perdonar y olvidar mis penas, Deseo trabajar por mi patria nueva; ‘ofr repicar, cual cancién de paz de alegres campanas. Retorno de la ciudad solo, Heno de optimismo, «a lecantar sobre escombros a choza, agai en mis dominios: «a levantar sobre escombros 1a choza, agui en mis dominios. BI retorno de José Dolores fue, en su momento, un himno de Colombia. Cuando Ia canci6n fue reconocida por el paiblico, en la Na- vvidad de 1958, el fenémeno de la repatriacién, al que Villamil se refe- ria, habia crecido en proporciones significativas tanto dentro como fuera del Tolima Grande. Decenas de miles de colombianos como José Dolores volvieron a sus tierras durante los primeros meses del Frente 7 Lapaz onvipana, Nacional, animados por el nuevo elima politico y por el movimiento retérico y real hacia una politica mas participativas. El regreso a tra- ‘vés del espacio implicaba también un viaje doble a través del tiempo: un ajuste de cuentas con el pasado y Ia posibilidad de imaginar un futuro. La repatriacion reproducia, en los émbitos individual y fami- liar, muchas de las dindmicas de la transicién a la demoeracia. Los retornos de los José Dolores de Ia vida real ocurrieron dentro de la paz eriolla y eontribuyeron a ella, Cuando Alberto Lleras, Camarg¢ llegé a la presidencia, los actores estatales y provinciales hicieron mas profundas las negociaciones y las reformas que se habian iniciado al comienzo de la transicién, y solidificaron asi la “tregua” de 1957-1958%, En medio de un trabajo de construccién de instituciones, colombianos de todas las filiaciones politicas se esforzaron en expul- sarla violencia de la vida pablica para llenar el espacio politico colom- biano, recién democratizado, con pricticas y culturasde la paz. Las éli- tes provinciales y los lideres campesinos Hlegaron con frecuencia a acuerdos en toro al progreso local y regional, y esta confluencia defi- nié la paz criolla no solo como la ausencia de la fuerza fisica, sino tam- bién como un proyecto de convivencia y de una prosperidad equitativa, A Io largo de fas tiltimas cuatro décadas, los observadores han Iegado a ver los afios finales de la década de los cincuenta como tuna mera pausa en una historia nacional continuamente sangrienta, Ni Alberto Lleras ni José Dolores habrian podido predecir el destino de la paz criolla que ayudaron a construir. Los contemporsneos nota- ‘ban que su empefio por construir nuevos canales para las relaciones entre los ciudadanos y el Estado eran a menudo insuficientes debido a Ta manera consuetudinaria de hacer politica. Ademés, Ia paz. crio~ Ia era irregular en términos espaciales: nunca abareé todo el ‘Tolima Grande, ni tampoco otras regiones. La empresa de la paz (un conjunto diverso de soluciones a las variedades de la violencia en Colombia) atrap6 Ia imaginacién de los, ciudadanos. Se convirti6 en l primer referente dela politica en el cen- tro y el sur del pais, y en el ancla de las expectativas que la gente tenia 8 Cémo 86 1Z0 La Paz CRIOLLA (1958-1960) con respecto al Estado. La paz fue un producto autéetono, no solo por ‘que se originé dentro de las fronteras nacionales, sino también porque se desarrollé a partir de las iniciativas de actores regionales y locales. ‘Al permit el desarrollo de interacciones civiles en torno al asunto de la ciudadania, la paz criolla amplié el espacio de Ia democratizacion. Les dio vor.a los grupos rurales en la direecién de los asuntos locales y los provey6 de nuevos medios para conectar sus regiones con Ia nacidn. Aunque Tas negociacionesentreel gobierno y los actores arma- dos del campo constituyeron un impulso para la paz, no hubo un pro «eso formal de paz. La paz misma —informal y pareial—fueel proceso. CAaMINOS HACIA LA PAZ (19871958) La Comision Nacional Investigadora producia nuevas formas de cono- cimiento sobre fa violencia al tiempo que, por medio de sus encuen- {ros con Jos colombianos de la provincia, producfa un objeto novedoso para el piblico que presenciaba esos encuentros desde afuera. La exis tencia de la comisién denotaba el interés de las autoridades lejanas en la vida de los campesinos, lo cual constituia una reivindicaciéon de las enengias que estos habian gastado y de la sangre que habian perdido durante los afios del conflicto?. Como representante oficial del Estado, Ja comisién cargaba un peso sin parangén, pero fue solo uno de los interlocutores en este proceso. Algunos elementos claves de su trabajo en La Herrera fueron posibles gracias a encuentros anteriores entre funcionarios estatales, delegados de los partidos y campesinos. La paz habia sido un asunto complicado en el Tolima durante Jos tiltimos aftos de Rojas. EI departamento vivia un periodo oseuro a raiz del asalto a Villarrica de 1955. Fl Pjército inerementaba su pre sencia en ambos lados del valle del Magdalena’, Para los lideres par tidistas, ansiosos por detener el derramamiiento de sangre, la posicién del gobierno era el epitome del capricho autoritario. A veces ocurria ‘que los oficiales regionales negociaban y que en Bogota se frustraba su La az onan intento, Por ejemplo, cuando el gobernador militar del Tolima apro- 6 la celebracién de una “Alianza por la Paz” bipartidista de alto nivel, Ia reacci6n del Servicio de Inteligencia Colombiano (st) fue allanar fa sede del Partido Liberal en Bogoté en busca de “material subversivo” Los censores impidieron que Alberto Lleras, recientemente nombrado director del partido, publicara una respuesta a tal ltraje, “Me deses- pera la imposibilidad en que una absurda y torpe tirania pone a todos los buenos ciudadanos para trabajar por el bien de la patria, por la paz y la conciliacién entre los colombianos”, le eseribi6 a Lleras el expre- sidente Eduardo Santos. “Que la actual dictadura haya asegurado esa ppaz es una ce las mentiras de queesté viviendo™. Losdiplomaticos bri tinicos se mostraron Iuego de acuerdo con Ia afirmacién de Lleras de queeel estado de sitio, en el que se basaba el régimen de Rojas, dependia de la continuidad de la agitacion en el Tolima”. La resistencia de hombres como Peligro produjo el primer res- quebrajamiento en la politica gubernamental y abri6 una grieta que se ensancharia a medida que se tambaleaba la dictadura, “Con a situa- ci6n fen el surdel Toli pio” y frentea la crisis dela sucesion presidencial, oficiales del Ejército Y jefes liberales lanzaron una nueva tentativa de paz en eireunstan: a] en un punto muerto”, debido al desafio “lim- cias més promisorias. Mientras que el nuevo gobernador usaba la estrategia del palo (un palo mas bien suave) y la zanahoria, al arres- tar a algunos comandantes liberales y ofrecerles garantias al resto, un avi6n del gobi ‘a Chaparral, destle donde emprenderian a lomo de mula el tortuoso smo Hlevaba a las Juminarias del liberalismo tolimense ‘camino hacia Rioblanco (mapa 2)". Los participantes en el encuentro 1no dejaron de notar el contraste entre estos representantes del pais politico y sus toscos anfitri A la cabeza de la delegac ton Rafael Parga Cortés, que habia vivido en Colombia tan solo durante una parte de su vida adulta, “Lord Parga” habia nacido en Inglaterra, «era hijo de un banquero expatriado, habfa estudiado en Oxford y con- servaba en el hablar un notable dejo extranjero. Peligro diria mas (COMo SB 1Z0 LA PAz CRIOLLA (958-1960) adelante: pesar de que a veces no le entendiamos el idioma que habla’ Con todo, Ia presencia de Panga transmitia un mensaje inequi- vyoco. Durante gran parte de la década anterior, los liberales de la pro- vvincia, alejados y aparentemente ignorados por sus “efes naturales” en Bogot4, habian peleado y sufrido en nombre del partido y de sus idea- les, sin importar que estos estuvieran mal definidos (un analista aven- ‘tur6 que, para la mayoria de los habitantes del Tolima, “el iberalismo es tuna posicién de espiritu, antes que una nocién filoséfica”)®, La legada de delegaciones de alto nivel a territorio predon 1957 confirmaba no solo el valor de la lucha de os limpios, sino también Ja autoridad que ellos mismos habian generado¥. Aunque seguramente Parga no veia a Peligro como su igual, tenfa que aceptar que aquel anal- fabeto, hijo de campesinos, era un hombre de importancia Los liberales del sur del Tolima obtuvieron atencién adicional en los meses siguientes, Tan pronto como Ia dietadura se vino abajo, en ‘mayo ce 1957, la junta confirmé la extensién de las conversaciones entre las delegaciones de los partidos y los combatientes rurales, Estas conversaciones reforzaron la sensacién de calma que habia en algunas “Nosotros le aceptamos al doctor Parga la propuesta... a intemente liberal en. zonass del Tolima, lo cual permit decenas de puestos militares y retirara a mil soldados del departa- ‘mento (cabe afiadir que estas medidas resultaban deseables también por Ia situacién econdmica desesperada de Bogots)®, Los limpios ya habian bajaclo de las montafias para rehacer su vida en pueblos como La Herrera, y este cambio haria posible, més adelante, la visita de la ine Paz, Con Ia partida de! Fi ylotros habitantes del Tolima podlian moverse a través de un territorio que tena menos recordatorios de la presencia represiva del Estado. El escenario estaba listo para un acto final de confirmacién, A finales de agosto de 1957, los comandantes liberales convocaron a un “concilio supremo” que, una vez mais, cont6 con Ia asistencia de la clipula departamental del partido, Con este consejo, los politicos espe- raban enterarse del proceder de sus partidarios, pero es de suponer a su ver, que el gobierno cerrara Comis rcito, los combatientes liberales of Lapaz onvepana, ‘que su asistencia estuviera principalmente motivada por su sentido de solidariciad regional y partidista, asi como por la aspiracién com- ppartida a la paz. Los notables liberales debian de preguntarse como podian subyugar a Peligro y sus hombres. Como escribie el periodista {que habia conocido a Peligeo, los limpios “habian ganado... una paz ‘muy suya”, Seguros de su posicién, los comandantes usaron el consejo para ratificar su estructura militar, a Ia que habjan dado el nuevo nombre de Movimiento Liberal Nacional Revolucionario del Sur del Tolima, A pesarde lo queel pomposo nombre pudiera inclicar, elconsejo estaba ‘ocupado con priotidades de orden local. El movimiento proclamé su propio cédigo legal, que impuso controles sobre el movimiento de per- sonas y bienes, dleterminé sanciones para las infracciones y estableci6 ‘meeanismos para Hevar a cabo proyectos sociales. Adicionalmente, prohibié el alcohol en el territorio del movimiento, una préctica habi tual en Colombia y que procecle no tanto de una preseripeién moralista ‘comio de un edleulo pragmitico sobre las condiciones necesarias para elorden®, A la ver. que manifestaba el poder colectivo de los liberales del sur del Tolima, el consejo de agosto también constituyé una suerte de coronacién para Peligro, que fue nombrado el tinico brigadier gene- ral del movimiento, Gerardo Loaiza, que era el “hombre... pantalo- nudo” cuando Leopoldo Gareia se comprometié a luchar contra los conservadores, atin conservaba su influencia sobre el rea cercana a Rioblanco; no obstante, la lucha contra tantos enemigos habia debili- tado su vitalidad, ademas de que les habia costado Ia vida a dos de sus hijos*. Debidoa la geografia, Peligro no ostentarfa mucho mas que una autoridad nominal sobre la no muy fija conformacién del movimiento; cada general conservé la autoridad sobre su parte de las montaitas. Con todo, Peligro era el lider més visible cuando el padre Guzmin y sus compafieros llegaron a Rioblanco, al afio siguiente. La formacién del Movimiento Liberal Nacional Revolucionario un ejemplo de los procesos politicos rurales que acompatiaron Ia COMO Sx 1120 1A PAZ CRIOLLA (1958-1960) democratizacién del pais y que diferenciarian el caso colombiano de las transiciones latinoamericanas posteriores a 1970. Escenas como Ia del encuentro entre Peligro y Parga se repitieron a lo largo y ancho del territorio nacional a partir de mediados de 1957. Desde tas ealei- nantes Hlanuras de Casanare y Meta, al oriente, hasta los bancos de niebla de las montafias de Ia zona det Sumapaz, al sur de Bogoté, y hasta las selvas del Huila y Caqueta, se celebraban encuentros de altos funcionarios del gobierno con los combatientes més famosos del pais, no solo liberales, sino también comunistas. A estos encuentros sigui tuna serie de peticiones, La de los limpios, compuesta a principios de 1958, es representativa de ellas. Citando su “condicién de ciudadanos Peligro y casi cincuenta seguidores suyos le expresaron a Ia junta sus cesperanzas para “esta nueva etapa constitucional [del posplebiscito]”. ‘Sus demandas se centraban en las reformas institucionales que creian {que el Estado debia emprender: una mayor participacién para los libe- rales en el gabinete presidencial, el fin de los juicios militares para civi les, ye establecimiento de paridad en la Polifa y en la Caja de Crédit Agrario, Industrial y Minero, que era la principal agencia crediticia del Estado. Los limpios sostenian que esos cambios en las prieticas de la dictadura extenderian las protecciones demoeraticas y sentarian las ‘bases de una nueva politica estatal en el campo, que incluirian ademas ha fundacién de escuelas y la flexibilizacién de los requisitos para acce- dera préstamos de la Caja Agraria”. Las peticiones antedichas —estuvieran 0 no enmarcadas expli- citamente en el concepto de ciudadania— demostraban que se tenian claras expectativas con respecto al Estado, En los afios siguientes, sus autores fueron coherentes en la estructura yen el contenido de sus mi- sivas, lo cual es indicio tanto de su seriedad con respecto al género de la peticién, como de su constancia en relacién con los asuntos sobre Jos que querian lamar la atencién de la capital. A su manera, las peti- ciones eran un acto de convivencia; una declaracién que confirmaba la civilidad como componente de la ciudadania, con derechos y res- ponsabilidades™. Los patrones que se encuentran en Ia presentacion a | } | La paz otvipapa de solicitudes también indican que las diferencias ideologicas entre los liberales limpios y los comunistas eran menos importantes que los elementos que estos dos grupos compartian, determinados por una cultura politica regional comtin. Sin importar cuales fueran sus alian- za partidistas, los habitantes rurales del Tolima Grande expresaron a menudo una misma serie de peticiones —carreteras, préstamos, y poder regresar a las tierras abandonadas 0 robadas— y demostraron ‘una misma atencién a las cambiantes oportunidades politicas. ‘Los liberales y los comunistas tuvieron distinto acceso a las redes institucionales cuando se reanudé Ia vida politica, en 1957. Si bien el Partido Liberal habia sido constreitido por medidas lega- les y extralegales durante los gobiernos conservadores y militares, el Partido Comunista habia sido prohibido y sus escasisimos miem- bbros habian sido atacados consistentemente; por tanto, el liderazso urbano del Partido Comunista entré en la transicién demoeritiea con laesperanza de reconstruir su organizacion y los vinculos con quienes ‘habfan luchado en el campo en nombre del partido®. En lugar de adop- ‘tar una posicin insurrecta, y a diferencia de lo que podria suponer la narrativa centrada en las dinamicas de la Guerra Fria, los comunistas, colombianos se sumaron a un amplio espectro de actores para dar la bienvenida a las posibilidades politicas que la democrati Con la excepcién significativa —y poco documentada— de la visita de Lord Parga a los comunistas de Marquetalia por las mismas fechas en que se fund6 el Movimiento Liberal Nacional Revolucionario del Sur del Tolima (figura 6), Ia marginalidad del comunismo trajo ‘como consecuencia que los contaetos entre el gobierno y los comunis- ‘tas rurales del Tolima Grande se materializaran meses después de que los combatientes liberales comenzaran su propio proceso de negocia- ci6n. Los contactos subsiguientes ocurrieron a menudo a través de los oficios de influyentes liberales regionales —profesionales bogota- 1nos vinculados a las provincias por lazos familiares y de propiedades agricolas—, de los que el pais politico tenfa bastantes, Los represen- tantes de este estrato en el ‘Tolima Grande, que se habian apropiado cién abria™, 84 (COMO St 1120 1A PAX CRIOLLA (1958-1960) Cee can ee cs boa Be We ge bee hated ers e) Fiouna 6, Lider liberaes visitan los comunistas del sur del Tolima, septiembre de19s7 Rafael Parga Cortés (cuarto de fzquierda a derecha}; Fermin Cherry Rincén, alias Charro Negro (quinto de iaquierda a dlerecha), y Pedro Antonio Marin lias Manuet Marulanda Vélez, alias Tirofjo(euarto de derecha aizquerda) R Londofio Botero, archivo personal 85, Lapaz owivann de enormes extensiones de tierra piiblica en Ia periferia de Huil y Caquets, ejemplificaban a gran escala el espiritu empresari frontera. En ciertos momentos eruciales de la transicién, estos hom- bres sirvieron como intermediarios entre las capitales y las regiones. Estaban motivados en parte por el interés de proteger sus inversiones, pero también tenfan interés en promover el progreso regional, y enta~ bblaron contacto eon colonos de mucha menor escala, 1Los enviados de Ia élite tenfan que veneer Ia desconfianza en estos encuentros. En 1957 0 1958, Gentil Quintero Lana, un abogado hnuilense que habria de convertirse en uno de los principales eultiva- dores de café de su departamento, burlé la vigilancia policial y eantiné durante cuatro horas para internarse en las profundidades del Pato (mapa 4). Poco después de la medianoche, decenas de hombres arma- dos de rifles lo obligaron a detenerse. Eran liberales que se habian pasado al comunismo, Tras una vacilaci6n inicialfrentealaexplicacién de Quintero de “cémo los partidos politicos le habian puesto fin a ta violencia politica en beneficio de la naci6n’, y después de que Quintero ppusiera su vida como garantia de la de ellos, aecedieron a reunirse con el gobernador militar del Huila®, Los “hombres del monte” percibian la visita como una demostracién de re speto, y la acogida que brinda- ban conferia respet Los comunistas de frontera se tomaron en serio el potencial inherente a la transicin a la Segunda Repiiblica. A mediados de 1957 se beneficiaron, al igual que los limpios, de ta retirada parcial del (0 del departamento del Tolima. La convivencia parecia le- ‘var consigo una brisa fresca. En Ia Navidad de 1957, los residentes de los asentamientos comunistas del Tolima Grande se reunieron en ‘Marquetalfa para consumarsu voluntad deimpulsar nuevas formasde sociabilidad. Los comunistas fueron un paso més allé que Tos Himpios alabolir los rangos militares que habian estructurado su vida colectiva durante la mayor parte de la década anterior. En el plano individual, {os antiguos combatientes recobraron algo de sus anteriores persona- Jidades al renunciar a los alias que la guerra les habia asignado*, idad a Ia audacia de los visitantes*. a6 ‘CéMo SB 120 LA Paz CRIOLLA (1958-1960) Los ritos de la transicién no borraron completamente Ia con ‘memoracién de la lucha y el sacrificio, Entre los liberales que se hal tunido al Partido Comunista se encontraba Pedro Antonio Marin, un caldense taciturno de ascendencia antioquefia, pariente de los Loaiza y nacido en 1930, el aio del gran triunfo electoral de los libe- rales, Cuando unié su suerte a la de los comunistas, recibié de sus ‘nuevos padres espirituales el nombre de Manuel Marulanda Vélez, en honor de uno de los fundadores del Partido Comunista en Medellin, que habia sido torturado hasta la muerte por el Servicio de Inteligencia Colombiano en 1950, Marin/Marulanda preferia su nuevo alias, pues despreciaba el de Tirofijo, que habia adquirido durante Ia guerra (igura 6/*, Cuando se presents aquel momento de reinvencién en la Navidad de 1957, Tirolijo prefiris seguir siendo Manuel Marulanda Vélez antes que reasumir su nombre original. Se cerraba una etapa en Ia vida de estos hombres. Entre kigri- ‘mas, la mayoria de los combatientes que vivian en los alrededores de Marquetalia optaron por regresar a su hogar en el Valle del Cauca, Caldas y otras partes del pais, Los doscientos que se quedaron empe- zaron a trabajar en la construccién de un futuro en las pendientes y brumosas laderas de aquellos montes selvaticos”. LA CONSOLIDACION DE LA TREGUA (1958) La disoluei6n parcial del movimiento comunista en Marquetalia cons- ituye un ejemplo del amplio proceso que tuvo hugar en Colombia despues de la cada de Rojas, “La restauracién democratica era por si factor valioso en la recuperacién de la concordia”, eseribiria un alto oficial en sus memorias. Con esperanza —aunque no con confianza— en el camino que el pais emprendia, miles de colombianos desplav: dos cligieron regresar a sus lugares de origen en los tiltimos meses de 1957. En este proceso se inspiré Jorge Villamil para la composicin de Ef retorno de José Dolores, eserita durante las mismas semanas en ‘que tantos abandonaban Marquetalia. 87 { 1 | La paz o1vioapa El optimismo de Villamil eon respecto ala repatriaci6n fue un tanto prematuro. El futuro le los José Dolores no estaba asegurado, en Io absoluto. En materia de producciones culturales, fue mas apro- piada, en cuantoasu tono, Esta fue mi vereda, el corto de Gonzalo Canal Ramirez. Su director, perpetuamente malhumorado, la conctuia con ‘una escena en la que el protagonista anénimo pasa en su montura por entre casas vacias y campos abandonados, donde “la maleza y las cru- ces invadian la tierra”, Los José Dolores de 1957-1958 tenian que enfrentarse, en su rregreso a casa, a peligros peores que los fantasmas convocados por Canal. La confrontacién con los recuerdos y las pérdidas era menos ‘urgente que Ia amenaza constante del datio fisico”. Las cifras de ho- micidios debidos a Ja confrontaci6n partidista se mantuvieron por encima de 350 al mes entre octubre de 1957 y bien entrado 1958 (fi- gura 7), con una disminucién en enero, Tolima, que albergaba a poco ‘mis del 6 % de la poblacién nacional, fue escenario del 40 % de las _muertes de este periodo", Aunque la tregua de facto declarada por los Jimpios y los eomunistas —Ios mayores grupos armados del departa- ‘mento~ habia pacificado el sur, en otras dreas la violencia seguia, y ‘su préictica se concentraba en tres actividades vitales para la identi- dad nacional: las eleeciones demoeriticas, Ia cosecha del café y el ‘transporte. En primer lugar, las elecciones de 1958 agitaron el espirita partidista, lo cual produjo una serie de fatalidades que desinflaron el ‘riunfalismo demoeritico de muchos promotores del Frente Nacional En segundo lugar, la violencia electoral coincidié con la mayor de las los cosechas eafeteras del aft lo cual incidié en el ineremento de eri- ‘menes contra fa propiedad y Ia integridad humana en la cordillera Central, especificamente en el norte y el centro del departamento del Tolima (mapa 5)*. Para abril, mas del 70 % de los municipios det ‘Tolima —muchos mas que en los meses precedentes~ fueron escena- rio de asesinatos o asaltos, Practicamente, ninguna actividad pareeia seguraen larepablica cafetera, La tercera actividad, el transporte ptiblico intermunicipal, C6Mo $B 1120 LA PAZ CRIOLLA (958-1960) 600 — Nacional A 400 300 200. 100 . ° y i a Ficuna 7 > atibuidos la violencia partidisa, enero de 1957 abril de 1959. Procede de una base de datos que paseo y de datos de los _ubiernos de Colombia y Estados Unidos. Homicidios mens fa LA paz oLvipADA Maras, Hoomicidios mensualesatribuidos ala violencia partis, Tolima, 1958 ‘Una versin interactva de este mapa puede verse en rakar.com/la-paz~ ‘olvidaca. Procede de uma base de datos que poseo de datos del gobierno colombiano y de notas de prensa 0 COMO 88 1120 LA PAZ CRIOLLA (1958-1960) clave para la vida cotidiana, sufti6 repetidos asaltos en mayo y junio. En dos ineidentes separados, en Alvarado y en las afueras de Ihagué, a altas horas de fa madrugada, hombres armados retuvieron sendos ‘buses y procedieron a robar a los pasajeros antes de liquidar a decenas de ellos a machetazos y a tiros de pistola. El aleance de estas matanzas vel desinterés de los asaltantes por Ia afiliacién partidista de sus vie~ timas asombraron a los comentaristas. En un editorial de BI Tiempo, acogiéndose a las formulas del movimiento pacificador, se llamé a los colombianos.a apoyar sin reservasla “politica antivioleneia” del Frente Nacional, “una de [cuyas] grandes razones de ser... ha sido la de garan- tizar la concordia y hacer posible el trnsito hacia Ia demoeracia por Jos caminos seguros de la convivencia”. En el editorial se advertia que, sin ese gesto patriético, “la barbarie... nos esté liquidando la dignidad y la conciencia, afrentindonos ante los extranjeros y humillindonos nos", La violencia sembraba dudas con respecto a Jas identidades regional y nacional La humillacién también estaba presente entre los sentimientos de muchos de los desplazados que retornaban y que se veian obliga- dos a huir otra vez debido a los nuevos actos de violencia electoral y de violencia apolitiea, Por lo general, el desplazamiento original se habia producido por etapas: de la parcela al pueblo, donde el despla- zado podia tener parientes, y de alli a un pueblo mas grande o a una ciudad como Ibagué o Bogota. Revivir este drama en una segunda ronda de desplazamiento podia provocar en el desplazado un pro- fundo cuestionamiento sobre si mismo, lo cual se hizo evidente en una ‘queja que presentaron algunos habitantes del municipio del Valle de San Juan, ubicado en el centro del Tolima (mapa 4). Los trece firman- tes de la queja, que habian tenico que buscar refugio en los pueblos del valle, se sentian emasculados por haber sido apartados de sus tierras y por la consiguiente incapacidad para proveer como “padres de numerosas familias”. Ademés, se sentian disminuidos en su rela- ci6n con el Estado. “Emplazamos a cualquiera a que nos enrostren ser ‘malos ciudadanos’, escribieron. No querian abandonar sus deberes y ante nosotros La paz ontoana proclamaban su voluntad de “ir a la eareel si tenemos o hemos come- tido delitos de sangre o contra la propiedad”, Eran més enfiitieos en invocar el otro aspecto de Ia ciudadania: los derechos, Su carta con- clufa asi: “Tenemos también derechos y por ello solicitamos que se nos haga justicia... no podemos seguir esperando el avance del hambre sobre nuestros hogares”™, ‘Otros sentimientos de afioranza encontraron un medio de ex: presién mis lirico, como indica este bambuco recogido por Guzmén: A midenme un aguardiente, un aguardiente de cana, de las caiias de mis valles yelanis de mis montanas. No me den trago extranjero, quees caroy no sabe a bueno, porque yo quiero siempre lode mi tierra primero. Las probabilidades que estos José Dolores tenian de acceder a tuna vida mejor dependian, en iiltimas, de la confluencia de energias del centro y la periferia. Como habia ocurrido después de mayo de 1957, la posesién presidencial de Alberto Lleras en agosto de 1958 se celebré en medio de cierto optimismo demoeritico. La diferencia prin- cipal entre las fases primera y segunda de la transicién estribaba en el hecho de que, para la segunda, los colombianos urbanos y del eampo habian elaborado, de manera individual y colectiva, medios mas sofis- ticados para hablar acerca de la violencia y para actuar contra ella, Sin elecciones en el futuro inmediato, la confianza en la continuidad politica, ausente en 1957-1958, daba a las ideas y prcticas de la paz un espacio mas amplio. La principal expresién institucional de la convivencia en las provincias siguié siendo Ia Comision Nacional Investigadora, que COMO sn 1170 PAZ CRIOLLA 1958-1960) ‘empez6 sus andanzas por el Tolima justo cuando en Bogota volvian a enceniderse los motores para el gobierno de Lleras. El papel de la ccomisi6n como hacedora de pas fortalecié tendenciasa pequefia y gran cescala. Los lideres regionales y municipales del partido en todo el pais habian comenzado a comprometer sus organizaciones con la pays", En una escala mas amplia, después de las elecciones y la cosecha de café, los homicidios disminuyeron (figura 7). En 1962, cuando eseribi6 que el “inmenso esfuerzo realizado desde el 10 de mayo de 1957... deberd llamarse ‘Cémo se hace la paz”, el padre Guzmén tenfa en mente la contribucién de la comisién. A par- tir de finales de julio —y con mayor firmeza desde finales de agosto—, a comisi6n logré que se hicieran cineuenta y dos pactos locales entre ‘grupos armados y entre estos y el gobierno (mapa 6). Los comisiona- dosno tenian un guion determinado, y ni siquiera contaban, porlo que puede saberse, con instrucciones directas de Bogota en lo que respec- taba a la estructura o el contenido de los acuerdos. El mismo impulso ‘que los habia llevado a buscar la violencia en el eampo los obligé luego a improvisar mecanismos para hacer la paz. Los pactos locales seftalaron enféticamente la capacidad de la ‘Comision de Paz para replantear las escalas: mientras que muchas inegociaciones se levaban a cabo a escala local, también podia ocurrir que la periferia acudiera al centro, Dos dias después de que Guzmn se reuniera con el Movimiento Liberal Nacional Revolucionario en su terreno, el mismo avién que lo habia transportado Hlev6 a jefes libera- les y conservadores de Ia zona a Thagué. Después de que la comisién Ie presentara al gobernador Dario Echandia “Ia propuesta de paz” del ‘movimiento, el principal comandante liberal de Ataco firm6 “un com- romiso de amistad” con conservadores de un pueblo cercano, Ambas ppartes se propusieron “ademés, cooperar con el gobierno en la paci- ficacién del departamento”. Echandia informé a Bogota, a mediados de septiembre, que en Ataco, Chaparral y Rioblanco reinaba la “calma completa’. En un cable al ministro de Gobierno, dijo que “los alzados en armas han estado cumpliendo lo que prometieron”™. Lapaz onvipana, a Kilémetros Mara. Lugares euyos tratados de paz fueron negociados por la Comisién Nacional Investigdora, 1958, Lista parcial del total decineuentay dos pacts. En algunos sitios hubo multiples pactos. Basado en datos del memorando de chan al Ministerio cle Gobierno, de Molano, mito y violencia, 60, y {de“Los pactos han sido efieaces", 2. COM Sx 1120 LA PAZ CRIOLLA (1950-1960) Si se revisan las tendencias espaciales en la violencia, se ad- vierte que los patrones que Echandia percibia tenian meses de retraso. El sur del Tolima habia estado generalmente en paz. durante todo el afio (mapa 5), gracias a la tregua acordada. La posible influencia de la labor pacifieadora de la comisién era mas evidente en la parte suro- rental del departamento, que estaba en llamas antes de la Hlegada de los comisionados. Pueblos enteros desaparecieron incendiados en Natagaima a mediados de 1958, mientras que varias comunidades ‘vecinas, liberales y conservadores, fueron consumidas en represalia, ‘Tras el episodio mas extremo, seiscientos sobrevivientes conservado- res huyeron por el valle del Magdalena hacia Neiva. Las agencias del Estado informaron que entre los refugiados no haba varones adul- tos, Esta violencia localizada se desbordé hacia los territorios veci- ‘nos. En Coyaima, al sur, cerea de Natagaima, murieron veintieuatro personas en una masaere a prineipios de septiembre, Fue la mayor ‘matanza del mes en el Tolima, Gracias a las intervenciones de la Comisién de Paz, matanzas como la de Coyaima se convirtieron, por un tiempo, en una rareza, En el Totima murieron en agosto la mitad de Tas personas que en ju- fio; en octubre, la mitad que en agosto, y en noviembre, la mitad que en octubre (figura 7). Al final del afio, el Servicio de Inteligencia Colombiano aseguré que “en Ia mayoria de las regiones del depar- tamento reina el més completo ambiente de rehabilitacién y paz”, Puesto que en ‘Tolima se perpetraban gran parte de los homicidios cometidos en todo el tervitorio nacional, el presidente Lleras pudo transmitir un mensaje positivo en una alocucién radial en diciembre. ‘Atin habia “muchos motivos de preocupacién ~dijo~, pero también causas concretas de optimismo. Al lado de un nuevo y atroz delito que siega Ia vida de media centena de colombianos inermes, hay Ia extensién de la paz en comarcas que hasta ayer parecian perdidas irremisiblemente”®, El progreso en la campatia antiviolencia hacia que el trabajo de paz que la comisi6n realizaba se enfrentara al trabajo que hacia con la 95 La paz ouvinana memoria. Las dos funcfones no eran contradictorias necesariamente; Jos comisionados develaban relatos de la violencia, incluso a la ver que orquestaban pactos de paz (fue el caso del “indio” conservador Teodoro ‘Tacumé, cuya adhesin a comienzos de septiembre fue esencial para la pacificacién de los alrededores de Natagaima). Con la excepeién de Guzman, que seguiria en el papel de con- sultor durante unos meses, Ia comisién concluyé sus operaciones antes del fin de afio, poco después de informarle a Lleras que el pats habia sido “praeticamente pacificado”, Este final, algo repentino, dejo Jos hallazgos de la comisién sin desempacar. Los recuerdos y las vores de los miles de colombianos a quienes la comisién habia entrevistadlo no contaron con una audiencia real En contraste con las comisiones de la verdad de fines del si- so Xx, la comisién no produjo un reporte final. Tampoco.n estecaso Jos colombianos tenian un guion, ni contaban con normas intern: rales que pudieran seguir en fo coneerniente a la verdad y la reconci- Jiacién, El formato improvisado del viaje de la comision también inci- 6 en que no se produjera ningxin informe integral: entre sus cireuitos regionales, que en esencia fueron cuatro, los comisionados viajaban 1 Bogota para reportarles a Lleras y a los principales miembros de su gabinete sobre e6mo se podian implementar las “soluciones practicas” sgerminales de la comisién*. “Las circunstancias indicaron que debia- ‘mos rendir informes parciales al presidente”, dijo Guzman en los aiios ochenta, en una entrevista. La preferencia por entregar los informes de manera oral limits su difusién, como es de suponer®, El desacuerdo entre los partidos sobre los origenes de la vio- Iencia en el pasado reciente de Colombia pudo ser otra causa de que no existiera un informe, Es bien conocida la cautela que Lleras mos tr6 mas adelante en asuntos similares. En la superficie, los politicos y la prensa se refirieron a la comision como un triunfo, En la pri- mera alocucién radial de su presidencia, Lleras dijo: “Ha sido para el gobierno una orientacién cuyo calor no podriamos exagerar.. Mi impresién es que por primera ver. en diez aftos se ha tocado el 96 COMO 58 1170 1A PAZ CRIOLLA (498-1960) fondo mismo del problema social, politico, econdmico y moral de esta tragedia inenarrable™. Habfa nacido una idea nacional, amplia y cabal de la violencia. Dentro del pais politico, los detalles espeecifieos de las reco- mendaciones de la comisién resultaron més contenciosos. Sobre la base de Ia evidencia que revel, la comisién Hleyé a “Ia certeza de que Ia violencia habia sido emprendida por un gobierno conservador con- ‘trael Partido Liberal”. Los comisionados, por tanto, instaron a Llerasa ‘que modificara lasinstituciones rurales fandamentalesdel pafs, la Caja ‘Agraria y Ia semioficial Fedleracién Nacional de Cafeteros (Fedecafé), para eliminar las pricticas discriminatorias que estas habfan usado contra los liberales desde 1946®. Si Lleras hubiera dado ese paso se habrian satisfecho las demandas de los limpios y otros actores de la provincia, pero el cogobierno con los conservadores lo imped ‘A pesar de esto, las condiciones descubiertas de la provincia (y espe: cificamente la naturaleza de la violencia reciente) harian que Lleras diera otros pasos en el mismo sentido que aquel. A corto plazo, la comisién confirmé en Ia adh Lleras Ia idea que los liberales tenian de la violencia, Al contrario deloque pensaban muchos de sus compatriotas, que pereibfan Ia expe- rrieneia colombiana de la década anterior como “una gigantesca ola de istracién de ccriminalidad de las caracteristieas mas erueles y monstruosas que se hayan visto en tencia de “una guerra intestina” deseneadenada por “la animadv sin partidista” que gradualmente se habia transformado en “violen: cia con méviles econémicos y.. en franca delincuencia”. El énfasis en la “contenida civit i iti6 que el gobierno justificara una politica de no violencia basada en “Ia persuasion sistemas de conciliacién” como “el tinico eamino posible para conse- guir la paz”, El diagndstico bogotano de la de reclamos partidistas y socioecondmicos failits, por dems, que la administracién de Lleras hiciera reformas de desarrollo, Durante los dos afios siguientes, el esfuerzo de lanzar politicas sobre la base de is alguno”, Lleras y sus asesores observaron la exis- slencia como resultado on La paz owtoana os descubrimientos de la comision y el avance en el camino hacia Ia convivencia definirfan la presidencia de Lleras, ‘LA REHABILITACION COMO POLITICA NACIONAL, ‘Tres liberales de la zona andina se encargaron de dirigir la nueva poli- tica de Bogotd con respecto a la provincia. Su labor estaba orientada al exterior, pero sin descuidar lo que sucedia en el interior. Por un lado, Ja administracién de Lleras tenia que afrontar el deber de modificar la. (CReGHLERIRBEESAMO MOSMAN; debia determinar, entre otros asuntos, cémo iba a relacionarse el gobierno con quienes habian recu- rridoa la violencia®, En palabras de uno de los artifices de las reformas, el gobierno “les ha dado oportunidad a las gentes para que obtengan una rehabilitacién completa, despojéndolas de los odios y las retala- ciones que durante muchos aifios los [sic] diferenciaron”®. La reha- bilitacién de Colombia como nacién debia empezar en el individuo. Por otra parte, la estructura del Estado requeria ajustes. Tras la demo- cratizacién haba que erearinstituciones representativas y receptivas. El primer timonel de esta gran empresa no fue otro que Alberto Lleras. La visin que el presidente tenia del institucionalismo demo- cratico senté las pautas del proyecto rehabilitador de su gobierno, y ‘su empefio en el bipartidismo dio el tono, En el primer renglén de 9 lista de tareas estaba Ia restauraci6n Ea primera vez en casi nueve afios, se gobernaria con las tres ramas del Estado, A mediiadas de los afios cincuenta, a su regreso al periodismo y a la politica, Lleras se habia quejado sonora- mente de os abusos del estado de sitio; por tanto, su reciente confianza en esa medida provoeaba en el ptiblico una incomodidad notable. En diciembre de 1958, cuando tuvo que enfrentarse a los rumores de un inminente gotpe —atizados en octubre por el regreso de Rojas Pi- nilla del exilio en el que se encontraba desde su caida—, Lleras 98 COMO SH 1120 LA PAZ CRIOLLA (1958-1960) restablecié el estado de sitio en todo el pais. Al anunciar tal decisién, advirtié que “no podria haber ni ha habido en mi ya larga carrera pti sage cess Cass cea te ehagiaae ia cae seis semanas después de impuesto, el estado de sitio total se revocd. ato debi de constituirun gan alivio® El estado de sitio tenia, no obstante, su utilidad. La aplicacién estieta de lon poderes que cnferia representa “un modestsino instrumento para la preservacién del orden piiblico y la defensa de_ tia dbl democraia™, como haba de expiearLleras, A diferencia de él, sus predecesores conservadores y militares, usando la autoridad de emergencia, habian desencadenado un sinfin de regulaciones con- tradictorias en campos que abarcaban desde las politicas laborales y fesales basta el procedimiente penal. A Llersle pares convenient ante el esta de sito en Tia, Hui, Cate, Valle del Cauca ¥ Caldas (mapa 7, GRE Poder aOR OSUEN ESSN podian aplicarse contra el conflicto rural que persistia. EI Tolima Grande y los tres departamentos que quedaban al cecidente del eonformnanel centro de neti, Para ain nistrar el proceder del gobierno central, Lleras establecié (por medio de un decreto extraordinario) un gabinete paralelo, la Comisién Es- pecial de Rehabilitacién. Desde su creacién en septiembre de 1958 hasta diciembre de 1960, la comisién coordiné sus funciones con las de los ministerios, con la pequefia ¢ independiente Oficina de Rehabi- Titan, y con fifales departamentales® (en adelante, con “rehabil tacién” nos referiremos a la tarea general de reconstruccién, y con “Rehabilitacién’”, a la expresién institucional de esa tarea). El manejo de la Rehabilitacién estuvo a cargo de JREIGOREZBHBSn, un inge- nero adusto, tes afios menor que (BEB)G6mer Pinzén era el elegido tral pares funciona el operario politcal donde Leras era el estadista, Habia sido un actor crucial en la organizacién de las ea es sae ae ea es eas tnancjaba al dail os proceso decontratacin del gcbierno sino que ieee aa ural oad 6 ise ae 99 | La paz oxvioapa, “0 a, as © 25 50 100Kimetros Marat Departamentos en estado de sito y distribueidn de los préstamos de la Caja Agraria para a rehabilitacin (en junio de 1950) Basado en datos de *Préstamos de Rehabilitacon y eupos asignados (nuevos y renovaciones), 17 de unio de 959, AGN.PRSG:3059.5-6. COMO st 1120 LA PAZ CRIOLLA (1958-1960) ineficiencia, papeleo y dilaciones eran famosos®. Su determinacién recibié w cece de at La Rehabilitacion disponia de grandes sumas que debia adju- dicar. En 1958 el gobierno destin6 95 millones de pesos para la finan- ciacién de la rehabilitacién, una suma que en 1959 ascendi6 a casi 67,6 riillones. Este “presupuesto cuantioso”, como lo lamé un ministro, ‘equivalfa a aproximadamente el 5% del gasto total del Estado. Se tra- taba de una figura considerable, mas ise tiene en cuenta que Colombia seguia en crisis econémica. La Rehabilitacién recibié mas fondos que casi la mitad de los trece del pais®. El desembolso permiti- xia al gobierno “irrigar...con dinero” las regiones que habjan vivido la violencia mas eruda, segtin explie6 Gomez, Pinzén®. Una poreién del gasto se dlestinarfa a ampliar ef alcance territorial del Estado a través de inieiativas que ineluirian el mejoramientode la comunicacién radial, la formacién de unidades de polieia montada eapaces de perseguir a sospechosos por los tortuosos caminos del campo y el nombramiento de nuevos jueces para aliviar un sistema judicial sobrecargado", ‘Aunque la conceptualizaci6n de la violencia durante la administracion de Lleras se centré en las causas partidistas, reconocia a la vez las altas tasas de criminalidad apolitica. _ficar mediante la represion. © ‘Sanchez G., algunos fogonazos de violencia llevaron a la Comision de Rehabilitacién a pensar en desplazar hacia el incremento de la fuerza policial fondos que podian ser destinados a otros proyectos de reha- bilitacion®, No obstante, la porcién mas sustancial del dinero de la Rehabilitacién se destiné al bienestar social. En educacién, por ejem- plo, la Rehabilitacién financié la construcei6n de escuelas para casi ‘veinticinco mil estudiantes, lo cual aument6 la cobertura escolar en el Tolima en mas ce un 20%8, Lapaz owipana La inversi6n a largo plazo en el futuro de Colombia era espe- cialmente vital debido a la influencia que la violencia habia ejercido fen toda una generacién de nifios que podian convertirse, al cre- cer, en agresores. El presidente fue uno de los primeros en expresar esta preocupacién, cuando hablé de “una generacién que no conoce ‘otros métodos de relaci6n, ni otro tipo de vida, ni otro trabajo que a accién criminal, ni otra expectativa que la de matar o morit™, En la ‘imagen de esa generacién convergia uno de Jos més recurridos marcos intelectuales de Lleras, el del relevo generacional, con una de sus més -acuciantes preocupaciones, Ia del erecimiento demogritfica, Habia otros colombianos que compartian el interés de Lleras. El destino de Ja nueva generacién se convertiria en un tema de gran consecuencia politica en fa evolucién gradual del término “la Violencia” durante la primera mitad del periodo del Frente Nacional. La Rehabilitacién daba al gobierno de Lleras un medio agil y ‘con amplio presupuesto para tratar el problema del subdesarrollo, La Comision de Rehabilitacién patrociné eatorce equipos polivalen- tes piloto, con lo que empezaba a cumplir una de las propuestas cen- trales de Lebret. Para elevar los indicadores socioeconémicos en el Ambito local, Hevé a médicos, ingenieros, topégrafos, agrénomos, enfermeras y constructores a algunos de los municipios més pobres del pais, Deesta manera, el gobierno conectaba el problema del desa~ mismo Lebret. Al combatir el subdesarrollo con medios técnicos, se le daba al pafs politico la ocasién de abordlar sus viejas ansiedades con respecto al trabajo, Ia higiene y la moral de los pobres*. Los equipos y el uso del término “rehabilitacién” trasuntaban el deseo del pais politico de mejorar la estirpe de los colombianos. Tan arraigado estaba este deseo que los subalternos de Lleras no parecian tener ningin problema en ‘emplear una terminologfa que ya se habia empleado en el gobierno de Rojas, que habia tenido su propia oficina rehabilitadora: Ia Oficina de Rehabilitaci6n y Socorro, COMO SH 1120 LA PAZ ERIOLLA (1958-1960) EI énfasis en el pais nacional se alineaba perfectamente con Ja estrat over el desarrollo a través de Ja infraestructura fn "mn cn pede tin cn creacién de diez mil empleos, de los cuales la mayoria procederian de Ja construccién de obras puiblicas’*, En los proyectos de carreteras y pistas de aterrizaje se evit6 ta contrataciGn de trabajos mecanizados, con el fin de que se empleara a tanta gente como fuera posible. De par- ticular interés eran la generaci6n de empleo en las zonas cafeteras por fuera de la temporada de recolecei6n del café (una tercera parte de la feeied ae ee ae ane i lial mea lain destin (GERAGETABAIAD 12 construccién de carreteras habria de h sar el mercado y la integracién politica, Satisfaria el repetido clamor ‘que pedia més carreteras, ala ver. que “conectar{ial con Ia capital los ‘centros de violencia”. Al mismo tiempo, el gobierno esperaba que los trabajos en construceién de obras pai viduos dejaran el crimen'®. Semana no se resistié al impulso de hacer un juego de palabras e imprimié la siguiente frase: “Las carreteras lle- van la paz”, Los proyectos locales de la Rehabilitacién correspondian a una idea de la violencia que se fundamentaba en explicaciones sociales, ara tener éxito, la empresa rehabilitadora deberfa tomar en cuenta la politica; especialmente, la relacién entre el Estado y los gobernados, En su primer discurso sobre la rehabilitacién, Lleras dijo: “Hay otra rehabilitacion, que no es ya de cosas destruidas, sino de gentes que quieren volver a vivir en paz, incorporarse a la nacién, y no encuen- tran el camino para hacerlo”®, Aunque era a todas Iuces necesaria, esta parte de la transicién democritica tendria que lidiar con las opi- niones partidistas, Lleras manejé el problema lo mejor que pudlo. A to largo de su presidencia, no perdié de vista su papel como cabeza de una coalicién y evit6 acometer acciones que pusieran en peligro el Frente Nacional. Para que la animosidad partidista no se transfiriera de Bogota a las provincias, podia suceder que Lleras impulsara la ‘as hicieran que muchos indi- 103 | | La paz ovvipap GNHCAAAOAET PA POHCONEn detrimento de la transicion en el campo. Dependiendo de su ubicacién politica, la convivencia podia estaren el corazén de la paz criollao constituir una limitacion para ella, Un temprano ejemplo del agotamiento de Lleras pudo obser: vvarse en octubre de 1958. Ocurrié, empero, lejos de la mirada piblica, El gabinete considers brevemente Ia implementacion de una amnis- tia de gran aleance para “delitos politicos” que solo excluyera “deli tos de rebelién militar y los cometidos por funcionarios o emplea- dos piiblicos”, En vista del uso que el Partido Conservador habia dado a la burocracia para promover una agenda partidista diez aiios antes, la amnistia habria provocado una feroz oposicién por parte de los conservadores en el Congreso, lo cual habria puesto en riesgo la continuidad del Frente Nacional. El gabinete, entonces, abandoné temporalmente la posibilidad de dar curso a la propuesta por cana- les legislativos, y utilizé los porleres presidenciales para promulgar un indulto mas modesto y (debido a las limitaciones del estado de sitio) restringido geograficamente. Se promulgé asi el Decreto 0328 del 28 de noviembre de 1958". La medida suspendia condicionalmente las ‘penas para las personas que habian cometido delitos “por causa... [sie] a) elataque o defensa del gobierno o de las autoridades; b) Ia animad- versisn politica; ) la violencia partidaria ejercida en razén dela pugna de los partidos”, si dichos erimenes habfan tenido lugar en los depar tamentos en estado de sitio antes del 15 de octubre de 1958 y silos soi itantes no eran reincidentes”. Con el Decreto 0328, Lleras reconocia el papel que sus predece. sores habfan tenido en la violencia durante la década previa, Eldecreto también arroja luces sobre la idea que se tenia de la justicia a mediados de siglo. Ala ver que constituia una franca admisién de la ineapacidad del Estado para perseguir y castigar la “ola inmensa de eri «que Colombia habia vivido, el indulto procedia también de ciertas priic- ticas consuetudinarias de la justicia. El Cédigo Penal colombiano no jimponia penas de prisién de cadena perpetua para crimenes mayores, a institucionalizar la clemencia cristiana. inalida C6y0 8B M120 La, Z CRIOLLA (19581960) En 1950, por ejemplo, el gobierno conservador decreté una reduecién del 20% en todas las condenas para celebrar el Afio Santo. Antes que jimputar alas personas delitos comunes cometidos en el contexto de la lucha partidista, i: Si la adopeién de los equipos polivalentes de Lebret represen- taba la colombianizacién de una medida extranjera, Ia suspensi6n de Ia accin penal —asi como la Comisién de Paz— era una innovacién criolla. En un momento en que no habia precedentes extranjeros ‘importantes en cuanto a la buisqueda de la verdad y la justicia en las transiciones, los colombianos experimentaron con sus propias solu ciones. Segiin el presidente de los Tribunales de Gracia que adminis: traron el Deereto 0328, el perdén “rompié con los moldes tradicionales, tratdndose de recursos de gracia” y constituyé “una formula colom- bbiana para nuestra realidad nacional”®, Lleras y sus dos ministros _mAs importantes describirian luego la suspensi6n de Ia accién penal como “tin experimento audaz.y franco para obtener Ia pacificacién de territorios en los cuales por muchisimos aos no solamente no hubo ‘tranquilidad, sino que no hubo acceso para las autoridades piblicas ni para las fterzas del orclen”*, Incluso el sociélogo Alfredo Molano, ‘que se convertiria en uno de los grandes criticos del Frente Nacional a , concede que “el deereto era amplio y generoso, y visto ‘en su relacién con los programas de Rehabilitacion, abria el camino para que un sector importante de los alzados en armas se reintegraraa la actividad econémica y social”. El paso final en la ereecién de la Rehabilitacién vineul6 a la Comisin de Rehabilitacién, creada en septiembre, con el perdén de noviembre. Lo dieron Gémez Pinzén y la tercera luminaria de la rehabilitacion, Dario Echanda, el liberal vivo més famoso después del expresidente Alfonso Lépez Pumarejo, y gobernador del Tolima «desde antes de la posesién de Lleras. A partir de la informacion de la Comisién de Paz, de comandantes rurales que Viajaban a la capital y de finales de si 105 La paz owwiwana, Jos relatos de otros habitantes del Tolima, Echandia se formé una idea precisa de como construir la convivencia. Ademas —excepcionalmente para el pais politico—, tenfa un conocimiento personal del dolor infli ido por los gobiernos injustos y “Ia crueldad sectaria”, temas prin- cipales en su discurso de posesién como gobernador. Un dia en que caminaba por Bogoté, en la vispera de las elecciones presidenciales de 1949, Echandia —entonces candidato del Partido Liberal— y sus acom- paiiantes fueron atacados a tiros por la policia conservadora, Elataque ‘no solo causé la retirada de los liberales de la politica electoral hasta 1958, sino que también mareé para siempre a la familia Echandia, pues acabé con la vida de uno de los seis hermanos menores del candidato”. Durante las discusiones ministeriales en torno al perdén que sostuvieron en octubre y noviembre de 1958, Echandi fee epee ee ee eine de Ge ee ieee eee especiales, respaldados por el gobierno, para residentes del Tolima See ee eee ee ere Goi cyssme eno acee an ae eee ee sos de crédito no solo a los damnificados propiamente dichos sino Ce at ere ficantes’, siempre que mostraran propésitos serios de reincorporarse a la vida pacifica y de trabajo y siempre que se tratara de individuos a quienes los sefiores gobernadores... no hubieren sefialado como indi- viduos reacios a celebrar convenios de paz o que todavia fueran per- turbadores del orden paiblico””, EI programa crediticio de la rehabilite Jes daba a los fun- cionarios una herramienta poderosa para convencer a los antiguos combatientes de que se acogieran a la convivencia. Echandia y otros fancionarios del Tolima lograron que se les concedieran préstamos prinencales especsinen ni tierras o regresar a las antiguas tierras desu ite fue el de Tedfilo Rojas, alias Chispas, y Gomez Pinzén 106 (COwo Si HIZO LA Paz CRIOLLA (1958-1960) ‘1 mis famoso bandido de Colombia, que a los veintitrés afios era el mejor representante de la generacién perdida del campo. Altos fun- cionarios del Tolima se encargaron de que Chispas pudiera comprar, ‘por 50.000 pesos, una finca de tamafio considerable en su Rovira natal Alenterarse, un conocido combatiente conservador solicité una ayuda similar en un municipio vecino, Echandia pidié en Bogoté que se apro- bara esta solicitud, eon la esperanza de que la decisién contribuyera a Ja pacificacién de la zona". Los archivos de la Caja Agraria indian que el gobierno concedié seis megapréstamos de este estilo en ef Tolima, A los préstamos de la rehabilitacion se dirigié la mayor asigna cin presupuestal del primer afio de la presidencia de Lleras®. Alre- dedor del 85 % de Ios préstamos (mis de 37 "parar a manos de campesinos por intermedio de la Caja Agraria, in ‘enero de 1960, este banco habia concedido mas de once mil préstamos. El prestatario recibia en promedio 3.700 pesos. Aunque en compara- ‘in con los 0.000 pesos concedidos a Chispas parezean insignifican- tes, estos modestos préstamos repr ‘contribucién signifi- {Quiénes eran estos colombianos? Aunque no completa, los registros muestran que los préstamos para Ta rehabili- tacién ayudaron a ciertos colectivos,a pesar de que muchos delos prés- tamos beneficiaron formalmente a individuos, Mas det 41% de los ‘casi 6.600 préstamos que la Caja Agraria concedié en el Tolima, y mas de un cuarto de los préstamos concedidos en el pats, pasaron a través de la sucursal de Chaparral (mapa 7). Tan grande era la demanda de préstamos que ef banco sobrepasé en casi 190% el presupuesto de tres millones de pesos que tenia en Chaparral. La demanda no solo pro- ccedia de Chaparral sino también de otros municipios al sur (Ataco y sobre todo Rioblanco), que carecian de servicios estatales. En otras palabras, la Caja Agraria de Chaparral sirvi6 a as fi- Jas del Movimiento Liberal Nacional Revolucionario’. A lo largo yan- cho del Tolima, y también en otros departamentos, la asistencia esta- tala las victimas de la violencia fue a dar a manos de liberales. No hay indicios de que este resultado procediera de una decisién politica cons- ciente, Puede decirse, en eambio, que la predominancia de la represién estatal patrocinada por los conservadores como forma de violencia a partir de 1946 dio cuerpo a Ia estructura de la rehabilitacin del pos- contfietoa partir de 1958. ae alos conservadores, la recomendacién de la Comisi6n de Paz BI easo ce Chispas es iluminador. Los horrores vividos por el joven TéSfilo Rojas son ilustrativos de la campafia conservadora con- tra los liberales de Rovira. La mayoria de los liberales abandonaron la region, convertidos en blancos de violencia por su identidad parti- dista, oexpulsados de sus fincas cafeteras debido a la animosidad poli- tica (Chispas le contaria a la Comision de Paz. cémo “ver arder las casas [vecinasy” y oir a “mi mama y mis hermanitos llorando de hambre en. el monte” le dolian mas que las cinco balas de rifle que le habian atra- ‘vesado el cuerpo). Los conservadores, que habian sido quizas un tereio de los votantes de Rovira en 1946, eran el 90% en 1958", En su intento : fa Caja ‘Agraria hizo alli su tercer mayor desembolso, De los diez municipios id de préstamos, otros cuatro habian vivido procesos de conservatizacién similares a los de Rovira. Aunque Jorge Villamil pretendia que E! retorno de José Dolores representara a todos los campesinos del Tolima Grande, es probable que José Dolores or volver a una Rovira rehecha, Chispas tenia compaii ee ey 20 conservador, Las iniciativas del Estado y el deseo popular se fundieron para hacer Ia paz criolla en el centro y el suroccidente de Colombia entre finales de 1958 y eomienzos de 1960. Indiio de esto son las estadisti- «as de homicidios (Figura 7), que se mantuvieron bajas en el Tolima y siguieron deereciendo en el resto del pais. Mas significativos atin son los reeutentos cualitativos de Ia transformacién: cuando Echandia ddej6 la gobernacién, en mayo de 195 pliclo Ia promesa dle que los residentes del Tolima recobraran la segu- (GERBERA Mis at sur, et director de la Rehabilitacion en el Cauca 108 (COmo SE H1Z0 LA Paz CRIOLLA (1985-1960) reports, a finales del afio siguiente, que la zona de Tierradentro (alre- dedor de Riochiquito, mapa 4), fronteriza entre Cauca, Huila y Tolima, distrataba “el clima de paz y tranguilidad que se respira ahora... por obra del Plan de Rehabilitacién’. Los oficiales del Ejército Megaron a una conclusi6 AED ara miles de colombianos ~conservadores,liberales y comu- nistas—, la paz criolla implicaba un retorno a antiguas ocupaciones ya ticrras familiares. A fines de 1958 empez6 una segunda ronda de repa- triacién de desplazaclos a través del Tolima Grande, desde las monta- fias del nororiente hasta el Valle del Cauca, el suroceidente. Aunque es imposible calcular su dimensién precisa, Ia procesién incluy6 a decenas de miles de colombianos y sobrepasé sustancialmente a la que habia tenido Iugar entre 1987 y comienzos de 1958. Fue de mayores dimensiones en el devastado sur del Tolima, donde los pactos de paz de septiembre de 1958 habian mencionado especialmente el derecho que a gente tenia de retornar. Larehabilitacin, que oftecta una solucién al problema del des- (@IRERTRIGAOTFAMo, comportaba una prueba para el nuevo régimen ciudadano de Lleras. Si el gobierno podia asegurar el regreso de los desplazaclos y ayudarlos a restablecerse dentro de las fronteras inter nas del pais, eliminarfa una de las principales fuentes de tensién a Ceca eat gobierno de Lleras vio que si los agricultores volvian a instalarse en sus tierras se favoreceria la causa de la equidad social cen el 4mbito nacional, ya que, por una parte, se aliviarfa la satura cen as éreas urbanas, y por otra, se reducira el costo de vida gracias al incres én agricola. La paz traeria aparejados avan- rrollo, y La repatriacién de desplazados trajo consigo un benefico ines- perado, Los desplazados que regresaban a su hogar transmitian acti tudes de convivencia que haban adquirido en las cabeceras de las pro- vincias 0 en las grandes ciudades donde se habian refugiado, Como se dijo en Semana en marzo de 1959, en las reas urbanas se desarrollaban, actividades y se expresaban opiniones relativas a la democratizaci6n. 109 La nz onvepana, Es posible ae fa repatriacién haya contribuido a difandir en el pais el enguaje yh practica de la Segunda Repiiblica®. L. REHABILITACION ¥ LAS PRIORIDADES LOCALES. Como minino, la paz criolla abrié un nuevo espacio para la biisqueda —yamenuco para el hallago~ de prioridades locales. Las posibil des que la habilitacion presentaba para la reconstruccién de la vida rural no selimitaban al pliegue bipartidista: los comunistas expre saron pronamente su deseo de reintegrarse a la vida nacional. En la ‘misma senna en que Echandia se uni6 a la Comision de Paz. para recibir en hagué a comandantes liberales y conservadores, dos per: sonajes, Peiro Antonio Marin/Manuel Marulanda Vélez/"Tirofijo, de Marquetali, y Ciro Trujillo Castaiio, un lider de los comunistas que se habian ico a vivir @ Tierradentro, declararon su apoyo al gobierno de Lleras. Su manifiesto rezaba: “No estamos interesados en huchas, armadas y etamos dispuestos a colaborar en todo lo que esté a nues- tro aleance,2on la empresa de pacificacién que se ha dispuesto adelan- tar el gobiemo actual del doctor Alberto Lleras Camargo”. Al declarar ‘que “animatos todos fos buenos colombianos para los principios de la Constituciés social derechos patria y patrimonio [sic]”, el manifiesto hhizo evidene cierta devocién constitucionalista que saldria a relucir cen varios rromentos durante los primeros aiios del Frente Nacional. Usando ef Imguaje del momento politico, Marulanda, Ciro y dos de sus prineipies lugartenientes se presentaron como “excombatientes” yy declararot su interés en trabajar por “el bien comin” para construir “ta nueva rexiblica”® La omesa de un orden politico renovado para Colombia Iegé a ta fryntera poco después, cuando la Comision de Paz visit6 a Ciro en la zma de Tierradentro conocida como Riochiquito (mapa 4). Con los auspicios de las autoridades civiles y religiosas de Ia regién, Ciro dialog, con sus rivales liberales del Tolima, Mientras miis de COM se W120 LA PAZ ERIOLLA (4988-1960) doscientos de sus hombres se desmovilizaban, los comandantes pos- tularon “como norma de accién el respeto a todos y cada uno de los derechos de nuestros conciudadanos, sin diseriminacién de eolor poli- tico”. El final de la reunién pareci6 augurar una nueva sociabilidad ‘cuandio “la risa cordial” de Otto Morales Benitez, el jovial coordinador de la comisién, provocé “la rendicién de una multitudinaria carcajada” por parte de los asistentes (figura 3). Pas6 casi un afio desde la Navidad en que los comunistas del ‘Tolima se desmovilizaron, Los excombatientes pasaron Ia mayo: ria de ese tiempo reencontrndose con la tierra. Jaime Guaracas, un habitante de Marquetalia de veintistis afios, contaria, décadas més tarde, cémo “se agrupaban 8 010 hombres a trabajar un dia donde un compaiiero, al otro dia donde otro y asi, hasta que se fue abriendo la ‘montaiia... Se fue consolidando la regién, cada uno con su parcelita”™, Esos trabajos revelaban lo que era convencional y lo que era distin- tivo de Marquetalia y sus comunidades hermanas. Los colonos de las, {ronteras de Colombia se habian sostenido con el trabajo colaborativo, particularmente durante Jos primeros tiempos de la colonizacién, al ‘menos descle mediados del siglo x1x%, EI Partido Comunista sistema tiz6 esta tradicién y se asegur6 de que fas energias colectivas fueran supervisadas dentro de cada comunidad por una autoridad centrab®, Entre las incertidumbres de Ia frontera y Ia guerra, fue esa promesa de disciplina interna, antes que el objetivo de tomarse el poder nacio- ral con la revolucién proletaria, lo que atrajo a hombres como Pedro ‘Antonio Marin a las filas del comunismo, Como ocurrié con ef anar- quismo mexicano de comienzos del siglo xx —a juicio de Claudio Lomnitz—, el comunismo agrario a mediados de sigio en Colombia nacid, en gran medida, de la experiencia de la solidaridad*, Elaplacamiento de las tensiones locales permitié que los comu- nistas de frontera volearan su atencién hacia asuntos ajenosal contlic- {o, Segiin Marulanda, los comunistas iniciaron entonces el proceso de “construfir] otro mundo, en una situacién de paz, en que uno pensaba ‘que las armas eran innecesarias™. En 1961, Ciro explicé a un grupo La paz otvioapa de magistrados que “tenemos en este territorio un fuerte trabajo que podemos de sir [sic] que no lo tienen los vesinos [sic] de nuestros alrededores agricolamente [sic], a pesar de nuestra pobresa” [sic Un tiempo después, concluiria que “en unos pocos afios ya habiamos construido un Movimiento Campesino ejemplar por su organizacién, por sus formas de autogobierno, por su laboriosidad, y su capacidad militar. demostramos hasta dénde es capaz.un pueblo organizado de condueir su propio destino”. El ambiente revitalizante que se vivia en 1958-1959 hacia que fueran concebibles nuevos caminos y simulténeamente reintroducia ‘nuevos habitos. Los residentes de Marquetalia retomaron el ritmo de su vida anterior. El repertorio local del movimiento de la poblacién ya no se limitaba a las marchas forzadas nocturnas ni al desplaza- :miento obligado por el miedo. Diez aflosatras, cuando era un veintea- Aero, Pedro Antonio Marin habia desempeitado el oficio de transpor- tar lefia y otros bienes a lo largo del valle medio del Cauca, El terror conservador que asol6 los pueblos de aquella regién tras el asesinato de Gaitén truneé sus viajes y lo oblig6 a abrirse paso cautelosamente en un mundo en que las palabras eran insuficientes y la violencia era necesaria, Las visiones y el terror de esos dias ardian en la mente de Marin, que se escondié en el monte, en el alto de la finea de un tio suyo, yy alli pas6 seis meses, pensando en euanto habia visto y ofdo, Ni los dos afios de fuga ni los siete aios de dificultades, de pérdidas y de trai ciones que siguieron cuando Marin/Marulanda tomé las armas contra los conservadores borraron el recuerdo de su temprana juventud”, Con el inicio de la Segunda Repiiblica, Marulanda regresé a sus otras ‘ocupaciones; viajaba por el sur del Tolima y el norte del Huila para hacer negocios. Aunque la historia lo ha representadlo como un cam- pesino, su vida més bien muestra el retrato de un emprendedor. Labrar la tierra le interesaba menos que pastorear ganado en tierras alquiladas cerca de la carretera™. Los elementos de subsistencia que Marulanda pudo juntar en 1958-1939 (el control sobre su propiedad yy su trabajo, y su participacién en la economia local) consti COMO S# H170 LA PAZ ERIOLLA (1950-1960) ideal rural. Las luchas de los campesinos colombianos se habfatsa- trado desde hacia mucho tiempo en “estar en el mercado sin pee cera él", para citar al historiador Michael Jiménez". Muchos elementos dela vida de Marulanda le habrian parceo familiares y satisfactorios a José Dolores, quien, por otra parte, Hira reconocido las dificultades de una existencia como la del famoscr- rrillero, Pierre Gilhods, uno de los mas agudos estudiosos extitj- ros de ia histor ‘comunistas eran empresas comerciales marginals, agobiadas prs mismas limitaciones (de crédito, por ejemplo) que afrontaban losd- nos de toda Colombia™, Para vencer esas limit de Marquetalia, Riochiquito y Pato volearon sus esperanzas «is ofertas del gobierno, del mismo modo comolo pertenecian a los partidos tradicionales. Los comunistas criollosti ‘ban comprometidos con el discurso y las practicas de la convivi’ _yse unieron a otros habitantes del centro de Colombia para partixr de Hleno en los programas de rehabilitacion | La perspectiva del progreso individual, comiin y region. I~ maba al pueblo, Fermin Charry Rine6n, alias Charro Negro,itr de los comunistas de Marquetalia y miembro del Comité Centd 1 Partido Comunista (figura 6), recibié préstamos para comprars cuantas eabezas de ganado y un proyector de cine que levé dexir cn lugar por el sur del Tolima para pasar peliculas. Entretanto, frie anda complements sus ingresos con un empleo como capataz dua cuadeilla de obreros que, patrocinados por la Rehabilitacién, 25- truian una carretera para conectar Gaitania con la vereda huilercie srmen (mapa 2). El proyecto les daba a los comunistas un jonly servicios basicos de salud, ademas de constituir un adetanto en kt gracion econémica regional, Al derribar érboles, dinamitar cs yy abrir un camino en la tierra tenian Ia sensacién de estar coni yyendo a algo mayor. Tales labores, ademés, extendian la productitid del pais a territorios selvaticos. Los colombianos le Hlamaban 60 “hacer patria” de Colombia, anot6 en cierta ocasién que los enars Jones, los resis M3 La paz oxvinans, Quienes se oponfan a los comunistas leyeron todo lo anterior de otra manera. La versién més famosa de sus criticas, articulada en 1961, imaginaba los frentes de coloniza: deras “repiiblicas independientes” fuera de la nacién colombiana®*, La mayoria de los estudiosos colombianos, de finales del siglo xx en adelante, estuvieron de acuerdo; decidieron que Ia “colonizacion armada” de los comunistas representaba un proyecto alternativo de formacién de Estado'®, Sin embargo, lo sucedlido en 1958-1959 demues- tra que, de hecho, el gobierno suseribi in de vida rural de los fas en un momento erucial. Todos Ios actores buseaban el Ia politica de paz de Ia administracién de Lleras requeria la adhesién de todos los antiguos combatientes, incluidos los comunistas criollos, quienes, a su vez, contaban con la ayuda material del gobierno, arreglo no era meramente un cese al fuego entre antiguos adversarios, sino que ilustraba la rearticulacién de las relaciones pol ticas y sociales en la paz criolla, Para que la convivencia floreciera, Ja sociabilidad requeria un cierto grado de equidad. A medida que el nuevo orden tomaba forma, el esfuerzo colectivo fue mas poderoso que las frieciones que podtia haber entre la definicién que los habitantes del ‘campo tenian de pertenencia y obligacién, y el impulso moralizante ‘que estaba presente en la reformulacién de la ciudac Estado: nbien revel ‘euin propenso era el pais politico a la politiqueria autoindulgente ¥y cuanto primaba esta tendencia sobre la politica de mente elevada. En suma, la experiencia del campo colombiano tipificé los desafios a los que se enfrentaba la democracia del siglo xx en América Latina. in comunista como verda: LA REHABILITACION Y LA POLITICA REGIONAL, Como otros en Tierradentro, los hermanos Valencia Dussin hacian tiempo entre dos catastrofes. A finales de 1950, el ejército descendi6 sobre el Cauca oriental en retaliacién por el linchamiento de unos COMO Sk HI70 HA PAZ CRIOLIA 1958-1960) delegados conservadores abusivos. Mas de cien habitantes de la zona fueron asesinados, y los hermanos Valencia Dussin dejaron sus fin- ‘cas en las tierras altas de Belaledzar: Cuatro atios después, el ejército hizo otra incursién en la periferia de la provincia; hizo huir a un grupo de residentes indigenas e inadvertidamente dej6 libre el camino para que los comunistas de Ciro entraran en Tierradentro desde el norte, Los Valencia Dussén, que no podtian entrar a sus parcelas, se estable- cieron en la capital provincial de Belaledzar (mapa 2)". Belaleézar estaba muy lejos de ser la ciudad sin nombre que Jorge Villamil imaginara como refugio para el desterrado José Dolores. Debido a que Tierradentro estaba poblada por una mayoria ‘gena, era frecuentemente visitada por antropélogos. dems de esto, Belalcfizar ~y el resto de Tierradentro— eran asfixiantemente remo- tas. Los poco nis de mil habitantes de Belaledzar estaban apifia- dos entre fa ladera de la montafia y los barrancos del rio Péez, en a cordillera Central. Tenfan que andar una ardua y dolorosa jornada a Jomo de mula para legar a la capital del departamento™, A veces en el dosel de bes, aparentemente infinito, se abria una hendija por la que podia verse el Nevado del Huila, el pieo mas alto de los Andes colombianos. Durante la primera mitad del Frente Nacional, los habitantes de Belalcézar dirigieron a Bogotd un caudal de cartas con cuyas palabras ‘buseaban romper su aislamiento, El mundo parecié acerearse, pro- metedor y evasivo, tanto metaforica como materialmente, cuando la ‘Comisién de Paz pasé por el Cauca oriental y la Rehabilitacién empezé 1 celebrar contratos de construccién, en los tiltimos meses de 1958. No obstante, en enero de 1959 los Valencia Dussén y mas de ochenta residentes de Belalcazar sintieron la urgencia de escribirle una carta all presidente Lleras, No era el momento para escarbar en los recuerdos. A dife- reneia de lo que habian hecho en otras correspondencias, quienes remitian la peticién no se refirieron a los acontecimientos de 1950 0 de 1984. Tampoco invocaron su estatus de desplazados ni hicieron 45 ‘menci6n alguna de los comunistas que vivian mas arriba en las mon- tafias. Quizis, a este respecto, estaban satisfechos con haberle contado ‘sus historias a la comisién un par de meses antes. Les basté con refe- rirse, indirectamente,asu “martirizada regi6n” (una expresién comin ‘en esa época en Colombia), Su queja tenia un motivo recient ‘se basaba en emo Ia campafia embrionaria de la rehabilitacion no ‘habia llegado todavia a Tierradentro, EI pueblo todavia esperaba el ‘equipo agricola, la asistencia médica y los demas servicios que, segtin decfan, la Comisi6n de Paz les habia prometido, Esos pecados de omi- sin eran menos graves, sin embargo, que uno de obra: los Valencia Dussin y sus vecinos explicaban que los proyectos financiados por la Rehabilitacién no beneficiaban a los lugarefios, pues los politicos de Popayan, la capital departamental, habian conformado las euadri Ilas de obreros con sus seguidores. En todo sentido, Belaledzar seguia siendo periférica. Los peticionarios cuestionaban al gobierno porestar “rehabilitando a gentes que, en realidad de verdad, vivieron dias feli- (GeeeiTlas dadestmentas los habitantes de esta regidn saboredba- su relato ‘mos horas de amargo llanto y dolo‘{NGSOH0S BEeAUntanOS ESIESIOD Guia. Las quejas con respecto a la captura clientelista de los recursos del Estado venian de antes de Ia era del Frente Nacional, y la peticién de Belalcézar, en esta medida, no tiene fecha ni caducidad. Con todo, las quejas revisten un especial interés en Ia década de los cincnenta. Primero, hay que tener en cuenta que se necesitaba un nivel de inver~ sin sin precedentes para que el campo se recuperara de la devasta- cién producida por el conficto interno. Segundo, para que se hiciera realidad la reformulacién del Estado, la cual era clave para el proyecto del Frente Nacional, los lideres politicos tenfan que asegurarse de que “el interés particular debe ceder al interés general”, en palabras de una agencia gubernamental™, La apropiacién del Estado por parte del Partido Conservador habfa sido un factor fundamental de la violencia en los afios cuarenta. La peticién de Tierradentro sugiere que las con- tinuas maquinaciones de ambos partidos haban minado la confianza 46 (COMO SE 1120 LA PAZ CRIOLLA (1956-1960) en el significado de ciudadania durante la transicién democritica ‘Al comienzo del Frente Nacional, un prominente abogado del Tolima se quejaba de este modo: “Cuando todo esté saturado de polit Jos juicios y razonamientos que hagamos sobre los diferentes aspec- tos de la vida nacional son falsos y espdreos"™. Las medidas contra- dictorias que los politicos regionales tomaron durante la paz criolla ddemuestran que ls partidos tradicionales podian operar en con con el Estado y, simultineamente, favorecer sus propios intereses. La accién partidista podta contribuir al provecho y al detrimento det bien comtin, que los partidos contributan, seg ellos mismos,a define. Larchabititacién se convirtié muy prontoen un acieate para los afSHOSIPAPEGISED La irrigacién de capital beneficié la administra- cin puiblica en los departamentos, algunos de los cuales se encontra- ban en “abierta bancarrota”, EI Tolima, cuyos ingresos dependian atin en un 70 % de los impuestos regresivos al alcohol y el tabaco,Hegd a tal grado de insolvencia en 1958 que se vio obligado a recurrir a présta- ‘mos bancarios comerciales para sostener su magra prest vicios. Debido a la profunda crisis fiscal, combinada con el aleance det problema de la violencia, en 1958-1959 la Rehabil cinco millones de pesos al Tolima, que fue el departamento que recibi6 el mayor desembolso™, Las transfusiones financieras a los departa- ‘mentos atrafan Ia atenci6n de los politicos, particularmentela de aque- lias facciones que no haban gozado del favor de la dietadura militar", El ire y afloje entre los inteveses nacionales y regionales pro- dyjo ciertas contradiceiones. Por ejemplo, José Gémez Pinzén y Tos fancionarios regionales de la Rehabilitacién foreejearon durante me- ses con el gobernador del Huila, Felio Andrade Manrique, quien apa- rentemente desviaba hacia sus copartidarios eontratos financiados por la Rehabilitacién, en clara violacién de las regas cle paridad del Frente Nacional, A pesar de lo que estas maniobras harian esperar, Andrade Manrique, una figura sumamente promisoria de ala laure- anista del Partido Conservador, se mostraba flexiblemente pragmsi- tico.ala hora de construir un marco incluyente para la paz, Su trabajo mn de ser- destiné veinti- uz

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