Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Imagen, Escritura Y Diferencia Cultural en La Conquista de América
Imagen, Escritura Y Diferencia Cultural en La Conquista de América
RESUMEN
ABSTRACT
INTRODUCCIÓN:
* Yanet Martínez Toledo. Cubana. Máster en Comunicación. Escuela de Ciencias de la Comunicación Colectiva, Univer-
sidad de Costa Rica, egresada de los cursos del Programa de Doctorado en Estudios de la Sociedad y Cultura, SEP-UCR.
Correo electrónico: cusupita@gmail.com
144 Cuadernos de Antropología
suma facilidad. Las imágenes pueden dar la autopercepción de superioridad del ob-
testimonio de aquello que no se expresa servador/conquistador.
con palabras” (Burke, 2005). Además, las El acumulado simbólico de las expe-
imágenes hablan, no solo de quien es re- riencias de vida de que los conquistado-
presentado en la imagen; sino de quiénes res eran portadores, a la par de su poder
las representan (Burke, 2005: 38). A partir político-militar, y su experiencia de colo-
de ellas nos podemos formar una idea de nización cultural -puesta a prueba con la
las cosmovisiones de quien ve y quien es reconquista del sur de España-, hicieron
visto. La objetividad, por tanto, no es un posible que su interpretación de la vida
hecho “dado” por el carácter documental cotidiana de los indios se manifestara, no
de la imagen; es una construcción entre solo como una invención; sino como la ex-
quien ve y es visto. presión de sus propios imaginarios cultu-
Las imágenes visuales, y sus soportes rales y sociales. Frente a las formas de vida
materiales, son formas de testimonio, que de los indios, los españoles comienzan a
permite el acceso a determinada informa- hacer diversas lecturas, y a actuar en con-
ción. El proceso de interpretación de estas secuencia. Esas lecturas están situadas en
imágenes debe hacerse en los marcos de una experiencia social y cultural geopo-
una investigación que articule la compren- líticamente situadas. Constituyen un de-
sión de sus significados. Razón por la cual terminado imaginario, una “construcción
debe ser posible establecer un diálogo entre simbólica mediante la cual una comunidad
las imágenes visuales de la vida cotidiana re- (racial, nacional, imperial, sexual, etc.) se
presentadas materialmente y la cotidianidad define a sí misma” (Mignolo, 2000, p. 55).
de quienes son representados en las imáge- Este término tiene un sentido geo-político,
nes, lo que implica poner en diálogo las cos- que en el contexto de conquista del siglo
movisiones de quien ve y quien es visto. XVI contribuya a la fundación y formación
En el caso de los enfrentamientos cul- del imaginario del sistema-mundo moder-
turales, que se producen en el marco de no/colonial” (Mignolo, 2000, p. 56).
conquistas que podemos llamar totales, En ese sentido el imaginario funciona,
como las vividas en América en el siglo más allá de los prejuicios y estereotipos,
XVI, nos hallamos en presencia de un pro- como un marco categorial; como una me-
ceso cuyo principio metodológico no es la todología de comprensión que media la
comprensión o interpretación de la vida lectura de lo visto. Es altamente valora-
de los otros, a partir del diálogo entre dos tiva, en tanto juzga la postura del otro, a
imaginarios distintos; sino la compara- partir de la propia experiencia. Esta lectu-
ción cultural y el intento por asimilar a los ra no es neutral, cuando se realiza desde
otros, tomando como paradigma, la expe- el poder social y cultural, la valoración se
riencia de vida particular del conquistador convierte en discurso hegemónico, en di-
(Mignolo, 1998). Al intentar comprender seño e implementación de regulación de la
a los otros y otras por mediación de la vida cotidiana subalterna.
analogía, la esperanza de igualdad se con-
vierte en constancia de diferencia e infe- Imaginarios, prácticas de interpreta-
rioridad. Lo visto, a partir de las imágenes ción e imágenes de loa otros
del otro es cargado de un contenido mora-
lizante y carente de civilidad, que justifica La conquista del Nuevo Mundo, vista
146 Cuadernos de Antropología
1 Dussel, de manera explícita establece una distinción entre la modernidad colonial, que él denomina universal, y la moder-
nidad provinciana, la que es producida en Europa en el siglo XVIII. Para Dussel: “El siglo XVI ya no es un momento de la
‘Edad Media’ sino el primer siglo de la modernidad. Es la Modernidad temprana en su primera etapa, la de una Europa que
comienza su ‘apertura’ a un ‘nuevo mundo’ que la ‘re-conecta’ (por el Atlántico al Pacífico) con parte del ‘antiguo mundo’,
el asiático, constituyendo el primer ‘sistema mundo’. El siglo XVI es la llave y el puente ya moderno, entre el mundo antiguo
y la formulación ya acabada del paradigma del ‘mundo moderno”. (Dussel, 2007, p. 193)
MARTÍNEZ: Imagen, escritura y diferencia cultural en la conquista de América. 147
Otras dimensiones culturales, de carác- Casas y Bernal Díaz del Castillo. El cono-
ter simbólico-material, guardarán relación cimiento de la escritura alfabética y el do-
con las preconcepciones que tienen los con- minio de tendencias culturales, -ya fueran
quistadores respecto de cuáles deben ser los filosóficas, teológicas, económicas- y de
procedimientos de recolección de los even- debates respecto del modo en que se de-
tos históricos, cuáles mecanismos de fijación bería realizar la colonización propician un
de la memoria son válidos y cuáles no, qué campo de construcción del otro, en pers-
importancia tiene la presencia o carencia de pectiva; al tiempo que les permite estar de
escritura alfabética, la acumulación de sabe- acuerdo en otros temas.
res en formatos de libros, y su consiguiente Un ejemplo de esta puesta en común
reproductividad en la validez de un cono- de ciertas “verdades”, asumidas a partir de
cimiento que pueda ser reconocido como un imaginario compartido por los sujetos
“histórico” (Mignolo, 1998). de la conquista se evidencia en el propio
La condición de letrados, y el propio concepto -y la materialidad- de la imagen
acceso a la escritura alfabética no es un del bárbaro. La legitimidad de la conquis-
rasgo universal del sujeto conquistador. ta pasa por la constante asunción de que
Es sabido que los niveles culturales de evidentemente son bárbaros. Y eso lo de-
los mismos varían. Pero existe una figu- muestra el estado pre-contrato social, pre-
ra, la del cronista, cuyo oficio va a ser el derecho de gentes, pre-propiedad privada
de escribir las crónicas de la conquista, en en el que se encuentran. En este punto co-
perspectiva histórica: incide con Vitoria, para quien es necesa-
rio dilucidar si “esos bárbaros, antes de la
En un mundo como el del siglo XVI llegada de los españoles, eran verdaderos
no es trivial empezar diciendo que dueños pública y privadamente; esto es:
todos los cronistas de Indias tenían si eran verdaderos dueños de las cosas y
que saber escribir, ya que ése sería posesiones privadas, y si había entre ellos
un primer rasgo distintivo en rela- algunos hombres que fueran verdaderos
ción con la inmensa mayoría de la príncipes y señores de los demás.” (Vito-
población de la época tanto en la ria, 1985, p. 27). Ante los ojos de Colón,
metrópolis como en las colonias. las Casas, Vitoria, la propiedad privada es
Éste es un indicio de pertenencia a una piedra angular de la civilización. Y la
unos grupos sociales determinados ausencia de ella, es signo de desorden y
y un primer condicionante de su falta de racionalidad.
enfoque. Todos escriben a través del Otro ejemplo del imaginario comparti-
prisma de la sociedad –y la clase e do en la construcción de la imagen del “bár-
ideología- en la que se han educado. baro”, es la de Bernardo de Aldrete, y la rela-
(Baigorri y Alonso, 2002, p. 2) ción que establece, desde su especialización
como gramático, del vínculo que existe en-
A su vez, la figura del cronista tampo- tre carencia de escritura alfabética y ausen-
co es unívoca. Desde la multiplicidad de cia de civilidad. Tal como plantea Mignolo
la experiencia conquistadora, en esta cate- en The Darker Side of Renaissanse, Aldrete,
goría podrían ubicarse sujetos tan contra- a partir de una interpretación de la historia
dictorios entre sí como Bartolomé de las del castellano, establece una relación unívo-
148 Cuadernos de Antropología
2 La pretendida universalidad de la relación conquista territorial/conquista del lenguaje y religión, en Aldrete, parte de
una experiencia concreta: las conquistas mediterráneas llevadas a cabo por los romanos, y la subsecuente introducción del
latín, del cual deriva el castellano como lengua. Con esta genealogía del lenguaje castellano, Aldrete no solo fija la historia
del idioma; sino que deslegitima toda forma de lenguaje cuyos orígenes no compartan la historia del castellano.
MARTÍNEZ: Imagen, escritura y diferencia cultural en la conquista de América. 149
ces los textos que los aztecas denominaban bonensis (deViena), Dresdensis (de
amoxtli3 (Galarza, 1997; Mignolo, 1998, ). Dresden), Borbonicus (del Palais
En las formas que emplean los con- Bourbon); del poseedor: Borgia, Fe-
quistadores para juzgar la validez de los jérváry, Mayer, Cospi; de la insti-
textos producidos y compartidos por las tución que lo guardaba: Vaticanus;
culturas aztecas se evidencia la existencia a veces del investigador: Nuttall.
de una preconcepción respecto de cómo (Galarza, 1997. p. 10)
deben producirse los procesos de recopila-
ción de memoria histórica. Además, existe Las nociones de autoría, propiedad y
la creencia, por parte de los españoles, de territorialidad presentes en prácticas de
que el modelo hispano de construcción de apropiación del conocimiento europeo
la historia es el indicado, a juzgar por sus moderno, se ponen en evidencia en este
orígenes greco-latinos y cristianos4 , con re-nombrar, que no solo significa encubrir
raíces en la cultura hebrea. al otro; sino que desterritorializa el cono-
Estas expresiones de etnocentrismo en cimiento, esencializándolo. La produc-
el discurso y las prácticas de los conquista- ción de los amoxtli no se centraba solo en
dores letrados en su relación con los textos la representación del producto final -aná-
aztecas solo pueden consolidarse a través de logo, según los conquistadores letrados,
una concepción totalizante de la conquista. a los libros- sino en un largo proceso de
Lenguaje, territorio, historia, cultura y la división social del trabajo y de la cultura,
propia corporeidad humana, son transver- que establecía diferencias al interior de la
salizadas por la relación de conquista. sociedad azteca.
El proceso de re-nombrar, re-inter- Tal es el caso de los tlacuilos, personas
pretar y enjuiciar los contenidos de los encargadas de fijar lenguas y culturas in-
amoxtli/códices, podría funcionar como dígenas por medio de su sistema tradicio-
un buen ejemplo de la anterior afirmación. nal de signos. Los tlacuilos
Si comenzamos por el re-nombrar, ten-
dríamos una síntesis clara en la siguiente tenían que poseer ante todo cua-
afirmación de Galarza: lidades de pintores o dibujantes y
conocimientos profundos de su pro-
Los primeros investigadores em- pia lengua. Podían ser hombres o
pezaron a identificar individual- mujeres, que se escogían desde muy
mente los documentos indígenas, jóvenes en cualquier clase social. La
dándoles nombres (diferentes), al condición esencial era que se reve-
principio en latín. Al nombre ge- laran poseedores de esas cualida-
nérico codex (libro manuscrito) se des artísticas: se les instruía en su
le agregaba el nombre propio del lengua y el saber de su época y, pos-
lugar en que se conservaba: Vindo- teriormente, se les especializaba en
3 Otra de las formas de traducir amoxtli es libro (Galarza, 1997). Estas traducciones no deben ser vistas únicamente como
el intento por comunicar conceptos de una lengua a otra. Tiene que ver con el intento por fijar una lógica de producción
cultural dentro de la lógica dominante. Es un proceso en el que el dominio y resignificación del lenguaje tiene que ser
total.
4 Aquí se establece un triple cruzamiento entre historia, religión y escritura alfabética. El latín como lengua y el cristianis-
mo como religión llegan a la Península Ibérica a través de las conquistas romanas durante los siglos III y IV D.C., por su
parte el cristianismo tiene sus raíces culturales en el mundo hebreo. La relación del cristianismo con la escritura alfabética
en griego y latín, parecieran dar constancia de la conexión entre propagación de la cultura y la lengua vía la evangelización,
o al menos así pensaba Aldrete. Esta es una constatación histórica que puede funcionar en términos discursivos, más que
fácticos.
150 Cuadernos de Antropología
con respecto de estos textos aztecas. Sin interpretación de las experiencias de vida
negar el exterminio, hay que señalar que particulares ajenas; y poseer la capacidad
a la par de este se dio un proceso de re- -desde la hegemonía o la dominación- de
cuperación y apropiación de la memoria colocar, esa interpretación parcial como
contenida en ellos. Los cronistas tuvie- paradigma de interpretación, en situacio-
ron que recurrir a las fuentes de la sa- nes similares. Por supuesto, esto solo pue-
biduría azteca -tlacuilos, lenguas, con- de ser posible si estamos en presencia de
cejos de ancianos, indios cristianizados, relaciones asimétricas entre quien ostenta
etc.- con el fin de recopilar e interpretar la capacidad de hacer que su discurso e in-
las imágenes, glifos y la propia organiza- terpretación se impongan culturalmente, y
ción de la escritura y la historia aztecas quienes, desde su cotidianidad tienen una
(Mignolo, 1998). relación ambivalente con dicho discurso.
Estas relaciones asimétricas no se dan
Una suerte de cierre... en abstracto, los vínculos entre interpreta-
ción, imagen e imaginario son transversa-
La recuperación de la visualidad y ora- lizados por relaciones de poder. No solo el
lidad histórica de imágenes, por los estu- poder de ver y ser visto, y de ser valorado
dios decoloniales latinoamericanos, reubi- en consecuencia; pues en ese sentido tan-
ca la mirada en dos elementos clave: la to miraron y valoraron los conquistadores
multiplicidad de la escritura, y el valor de como los indios en los nuevos territorios.
lo visual en la conformación de representa- Más bien se refiere a las condiciones en
ciones sociales y culturales. La centralidad que unas y no todas esas narraciones, in-
de la imagen, bajo la forma de pinturas, en terpretación e invención de narraciones se
la conformación de la memoria histórica constituyeron en la Narración, en el punto
fue central para aztecas. Eran imágenes legítimo de comprensión y justificación
no subordinadas a la escritura alfabética de la conquista. En todo caso, y por me-
-identificada con el modelo conquistador diación de las narraciones de lo visto en
de escribir- que se constituían como na- las tierras de América, estaba en juego la
rración visual y oral de prácticas propias constitución del sujeto hegemónico etno-
de la vida cotidiana de pobladores y po- céntrico de la Modernidad.
bladoras. Desde la descripción de rituales, Por otra parte, la invención de los
a la confección de alimentos, la educación otros y otras indígenas como un ser está-
de hijos e hijas en preceptos morales, todo tico puede ser propio de un discurso con-
el mundo vital era visualmente puesto en quistador en sus inicios, colonial hasta la
juego, compartido por las miradas y escu- actualidad; pero no da cuentas de las com-
chado colectivamente. Lo visual y lo oral petencias comunicativas y las capacidades
se constituían mutuamente en un univer- de construcción de memoria de los otros,
so de historia compartida. desde su subalternidad. La situacionalidad
En los marcos de una comprensión de- de los indios e indias durante la conquista,
colonial de historia y memoria es preciso los lugares desde los cuales interpretan,
destacar para que el proceso de apropia- enuncian y dan sentido a la vida cotidia-
ción del discurso y prácticas de los otros y na, no se ubica en un punto fijado en el
otras se produzca, es necesario hacer una pasado. Forman parte de la conflictividad
152 Cuadernos de Antropología
Baigorri, J.; Alonso, I. (2002). “La media- Mignolo, W. (1998). The Darker Side of Re-
ción lingüístico-cultural en las Cróni- naissance. Michigan: University of Mi-
cas de la Conquista: reflexiones meto- chigan Press.
dológicas en torno a Bernal Díaz del
Castillo”. En: Espina, B. (coord.) Cro- Mignolo, W. (2000). “La colonialidad a lo
nistas de Indias. España: Universidad largo y ancho: el hemisferio occiden-
La Rioja. tal en el horizonte colonial de la mo-
dernidad”. En: Lander, E. (comp.) La
Burke, P. (2005). Visto y no visto. El uso de colonialidad del saber. Buenos Aires:
la imagen como documento histórico. CLACSO.
Barcelona: Crítica.
Quijano, A. (2000). “Colonialidad del Po-
Casas, B. de las (1965). Tratados. México der, Eurocentrismo y América Latina”.
D.F.: Fondo de Cultura Económica. En: Lander, E. (comp.). Colonialidad
MARTÍNEZ: Imagen, escritura y diferencia cultural en la conquista de América. 153