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SES DUVSBDESBYVYVYEHEWO% & ee ee ee ee JULIO AROSTEGUI LA INVESTIGACION HISTORICA: TEOR{A Y METODO CRITICA BARCELONA (Quedan rigurosamenteprohibias, sin I autorizacign esrita de los titlares del copyright, bajo las sancionesestablesidas en las eyes, la ropreéucién ttl o parcial de esta obra por cualguier medio o procedimiento, comprendidos ia teprografiay el tmtanieno informatica, y la distbo- cin de ejemplares de ella mediante alquiler 0 préstamo publicos. (Cubiene: Joan Batalé Foxocomposicisa: Fotoconip4 Sa (© 1995 y 2001, Julio Arésteput ==. © 2001 a pss ein para Eapi y antice 2B. ABM Gr, SL, Sana Pepin de Mol (Barcelona) Se sprofundamente semejante terquedad, PROLOGO A LA NUEVA EDICION Hace cinco afios apareci6 la primera edici6n de esta obra, cuyas intenciones, ‘opcidnes, expectativas y agradecimientos se hacfan constar en el Prélogo escrito para aguella ocasién, Aparece ahora una segunda en cuyo nuevo Prélogo me la perspectiva que ailade et tiempo transcurrido y la expe: alos que se conteniaen el an- impone una consideracion recepci6n que el libro ha tenido y por el eco que ha de que se vuelva aeditar, y que lo sea con osten es reformas —que ojalé sean realmente mejoras—., dice por sf mismo algo en lo que no es preciso reincidir. Pero no lo dice todo. ¥ ello es 1o que me gustarfa especialmente considerar. a que me refiero tiene muchos que serfan dignos de pero que no es el propio a quienes una obra como lemente les iba a servir de ayuda no se han visto decepciona- dos, en lo que yo'sé. Los alumnos que cursan asignaturas de cuya materia ver- sa, los profesionales interesados en los aspectos més estructurales de su disci- plina, algunos estudiosos de cuestiones limiirofes y relacionadas son los casos ‘més significativos que conozco: : Pero no todo funcioné conforme a lo esperado. Las crticas y las controver- ®sias que yo barruntaba y, naturalmente, hubiese agradecido, de «aquellos profe- ‘va a recibir un juicio més aquilatado y, sionales y colegas de quienes, sin _) seguramente, més severon, = hecho en una expresién minima, ‘otros voleados en la estricia préctica empitica. Reconozco que en sana doctrina *. 0, més simplemente, en larque este libro mismo pretende incalcar, esa distincién, i Pero realidad ecay aproveeho I asin periment a « 4 4 4 ‘ « 4 4 « 4 « « ol ‘ 4 ‘ « « 4 a4 « 4 ‘ a JULIO AROSTEGUI LA INVESTIGACION HISTORICA: TEORI{A Y METODO CRITICA BARCELONA (Quedan rigurosamenteprohibias, sin la autorizacién eseita de los ttlares del copyright, bajo ‘Cublenta: Joan Bet Fotocomposici: Fotocompd, SA. (©. 3995 y 2001 tegu © 2001 de la presente cdc para Espaa y América: Critica, S.L, Proven, 260, 08008 Barcelona TImpreso en Espa 2001, - A&M Gri, S.L, Santa Perpetua de Mogods (Barcelona) PROLOGO A LA NUEVA EDICION Hace cinco afios aparecié la primera ediciGn de esta obra, cuyas intenciones, expectativas y agradecimientos se hacfan constar en el PrOlogo escrito ia ocasién, Aparece ahora una segunda en cuyo nuevo Prélogo me tomar, con la perspectiva que afiade el tiempo transcurrido y Ia expe- a ganacia, aquellos y otros extremos parejos alos que se contenfan en el an- terior. Pero es claro que a este propésito se le impone una consideracién previa a la que no puedo sustraerme, y es ésta: to que yo pueda incorporar, rectificar © confirmar de lo que decfa entonces esté inevitablemente condicionado por la recepcién que el libro ha tenido y por el eco que ha llegado a mi de ello. Bt hecho de que se vuelva a editar, y que lo sea con ostensibles reformas —que ojald sean joras—, dice por sf mismo algo en no lo dice todo. ¥ ello es lo que me gustarfa especialmente considerar. a recepci6n a la que me refiero tiene muchos perfiles que serfan dignos de pero que no es el propio autor del libro el més indicado para lo que considero prudente decir se incluye el hecho, lisonjero, ‘de que aquéllos a quienes una obra como esta iba dirigida especialmente y otros alos que previsiblemente les iba a servir de ayuda no se han visto decepciona- To que yo sé. Los alumnos que cursan asignaturas de cuya materia ver los profesionaies interesados en los aspectos més estructurales de su disci- plina, algunos estudiosos de cuestiones limtrofes y relacionadas son los casos més significativos que conozco. Pero no todo funcioné conforme a lo esperado. Las crticas y las controver- sias que yo barruntaba y, naturalmente, hubiese agradecido, de caquellos profe- sionales y colegas de quienes, sin duda, va a recibir un juicio més aquilatado y, seguramente, més severom, decfamos entonces, no se han producido, o lo han hecho en una expres ima, No me aventuraré, sin embargo, en un sitio ‘como este, @ adelantar alguna posible explicaci puede tenerlas de diverso signo. A lo que yo sé, Jos colegas que por motives profesionales se encuentran més implicados en un toriogratfico especulativo, instrumental o «metahistérico» que Icados en la estricta practica empirica. Reconozco que en sana doctrina ue este libro mismo pretende inculcar, esa distincién ero [a realidad es terca y aprovecho la ocasién para-tamentar profundamente semejante terquedad. plena es que en absol nes, especialmente fuera de Es plenamente vertida a ta metodology de la histori dad espati un estatuto propio definido, ‘convencimiento de que en los cinco atfos transcuridos entre las dos no parece que se hayan producido circunstancias, desarrollos ¢ innovaciones ‘que hagan pensar que las opciones que este tratado asumié entonces deban ser sustancialmente rectificadas. No desearia, en modo algun, que esta abservacion sonara a @ y desaforado propésito de no enmendalla, 0-a prestn- que no es ese verdaderamente el espiritu con que se hace. Lo que quiero decir es que si a mediados de las aiios noventa este peque- fio tratudo de reflexién ca, en plena vordgine del impacto expansivo del posmodernisno, a y la antropologia, a decir de Lawrence Stone al comienzo de la década, habfa optado por una visién conereta de la historio gral jente con las modas, no parece que cinco aos después haya razones de peso para cambiar. a adeoria y método de la investigaci6n hst6rica» opt6 por una visién en igada a las clencias sociales y no en contraposicién método, que se pronunciaba por una integracién de s tolerables y nada complaciente con ciertas ret ricas al uso —tel como to veo yo. No eneuentto, por ahora al menos, razones stancialmente cambiada, porque creo que en Ia histriogra- ‘cambiar muchas cosas pero Ia for- bre posible de cualquier forma de Propensién al irracionalisme por muy de mods ‘Cabe suponer: presenta se es clemente en modo alguno con la vista y la ficeional, Mantiene que Ja Historia dista de ser ‘o de gustos. Pero cree, desde lue- 0, en que tal Historia la hacen «sujetos» corpéreus, y que son estos los que constituyen y modifican clases, estructuras y sobredeterminaciones. E] no se capta, sin embargo, sino en la raz rumental como la histéri- a, si se quiere, no en la recreaciér ccreemos en un futuro racionalista de En cuanto a su talante ‘que conozco indirectamente, de cierto colega que cre‘a que la primera edi de estajobra no reflejaba s que los historiadores hacen», Esa opiniéa, atin con no reflejar exactamente lo que mente de las que yo aplaudo. En este terreno derecho a propiedad alguna como tampoco a cobrar peaje, pero no 8 ofo todo lo que reluce. or cierto, que tampoco parece gustar a todos— te claro del cierto marasmo tun fiasco, con ribetes de in de las maner: técnica, La potenciada por la expans ideas como de com veces como al regreso ria parece prestar cada dia mejores servicios a quienes sabe Pero ninguna experiencia se atraviesa en balde, Ninguna en laciencia normal y en la extraordinaria, representa una ¥ bien nos parece encontrar una persistencia en la cri te que ven extrayéndose las convenientes lecctones de provechosa, aunque no sea gratificante del todo, es la de que tras incertidumbres, de buisquedas, es cierto, de ensayos y de tamos convencidos de que el plegat el anything goes, que se de- cfa en fos tiempos centrales dela ct ‘cualquier fér- mula por el hecho de ser ‘propuesta en manipulable. ¥ tan, por desgracia, buenos ejemplos de el Se me podria objetar que [a Historia goza de una excelente salud, como ‘teen bastantes bienpensantes, io que no puede estar més a la vista dado lo mu cho que se produce, se vende y se difunde... Pero, desafortunadamente, e505 ‘rgumentos prueban poco. Porque, en ese sentido, se tratarfa de la misma salud de la que gozan las revista de frivolidades, la novela hist6rica, Jos nuevos pro- sgramas de «sociologia televisiva» (j) y los deportes espectéculo, No pareve que Permitasenos decir que el problema de la hist de sigio tiene que ver sobre todo, a nuestro modes Feduccién de [a exigencia en una prictica respetable, iografia en este comienz0 riadores, os «falsos» y los , como prueba de una cier- historiogeéfica, no deja de ser sintomtico el jones y republicaciones de obras escritas hace l ivas de momentos anteriores de las preocupaciones ricas. Demasiado, se pensar; y estoy de acuerdo. Ahora bien, me apresuro a ma.’ nifestar que, como toda afitmacién sobre lo mismo, admito que ésta también es discutible, manifiestamente mejorable y sujeta a miltiples excepciones. jempre a reaccionar contra en hacer pol que comprendo que no puede contentar a todos, fuese una voz. més frente a To que denuacio, pliaise. Como siempre, resulta extremadamente confortante que muchos alun- nos, de diverso nivel, encuentren este texto instructivo y digno de discutirse, aunque no en todos sus pas ir en estos cinco ais, dentro y fuera de Espafia, Sencillamente, muchas gracias a muchos ‘alumnos que han aprendido algo aqui, han descubierto sus discrepancias con lo encontrado y me las han expresado Muchos de estos las palabras de Josep Fontana en el prélog: referencia a lo que se nos honra al -ne siempre la desoladora impresién de que podemos y de- compaiifa de quienes hablan y ensefian en nuestra lengua con leernos. Uno bemos hacer més interés tomado para mejorar entre todos la obra, Tal es el caso de Jorge Seab, uno de mis mas stiles comentaristas, de Jorge Saborido y Cristin Buchrucker —estos siltimos comparten ehora conmigo otras empresas— y de otros mu- cchos colegas con quienes he coincidido en Buenos Aires, La Plata, Rosario, Santa Rosa de La Pampa y Tucumén y de quienes siempre he e mentarios constructivos. Quiero agradecer la comprensién y el apoyo de muchos colegas antes y shora. De Gi jonzalo Pa- Duarte, Luis Enrique Otero, Sergio Riesco, Alberto Luis y Jordi Canal. En el caso de Juan A. Blanco he de agradecer ademés su ayuda tanto en la lectura detenida del texto como en la busqueda de algunos materiales. Caso especial es también el de Elena Hemdndez Sandoica, colega y compafiera de empresas historiogr ficas comunes, de quien recibf desde el primer momento un particula Y intelectuales se convierten siempre en fuente de Fos y comentaistas puesle ni, debe sentirse corresponsa- se sostiene. de todos los que en Editorial Critica contribuyen a que ma de libro. Quiero mencionar y agradecer explicitamente el placer de la cola- bboracién con Gonzalo Pontén, Carmen Esteban y Silvia Iriso Me animo a pensar en fin, que tal vez no seu ésta la Gltima vez que el libio sufra un remozamiento para adaplarse a los cambios que en nuestra duce una aportacién incesante de nuevas ideas y nuevas realizaci cacién que el nayor cont ‘que, 1 la poste, su principal significado y su mejor fortuna las encontrara en dar siempre de cosas nuevas y seguir insistiendo en las que continuarin siendo irrenunciables. ideas adquieran for- Juuio ARésTEGUI Madrid, SECCION PRIMERA TEORIA, HISTORIA E HISTORIOGRAFIA (La naturaleza de la disciplina historiografica) ‘La seccién primera de este libro pretende exponer la problemitica general, tal como se la Considera hoy, del conocimiento de uidadosa entre fo que es del conocimiento de Ia Histor * Proponemos deci razones que se ‘malizada construye, por una parte, un cuerpo de explicaciones articuladas para definir el En nuestro caso, a un trabajo de ese ipo es al que corresponde adecuadamente el nombre especifico de teorta ce la Historia, Es la teorfa que debe intentar dar una respuesta convincente a la pre- gunta ,qué es la Historia? Constituye un saber sustantivo y emptrico que trata de definir cudl es el campo de la realidad que el modo alguno equivale al «desarrollo» sobre Ia naturaleza de lo histérico. Pero, en segundo lugar, teorfa necesaria: la que intenta establecer no ya qué es la se la conoce. A este denominamos teori fia. Trata de cOmo se .da en una disciplina de conoci 1ar 0 formal n, por tanto, dos formas de teorfa a las que el historiador debe prestar }0F supuesto, no conful teorfa de la Historia y la weoria de la historiograffa. Normalmente, esta segunda contendra a la primera. Ninguna de estas tareas se confunde en absoluto ni con la filosofia de Ia Historia ni con la historia de la historiografia. Cada uno de esos otros dos empeiios tiene su pro- 1MARDRSHHAAHHAHROHRAMHOHOEO MOORE FER E LEE 1. HISTORIA E HISTORIOGRAFIA: undamentos pata elaborar una tora de fa natraleza de lo hstreo, per, LOS FUNDAMENTOS nds an, del conocimicnto de la Historia, aunque sin proponer ahora un plan- Podlemos, clusidn provisional: a nuestre modo de ver, el conocimiento hi constituye hoy una especie mis de los campos de las ciencius soci mentacemos después esi idea suficientemente, se de que un exces de histo sobre le natualeza de so efencia, Henne Bera, La s ispicio de este capi ro dedicado a ica de la historiografia y ala joriador, para cal comin en juicio, cuya autoridad descansa do por uno de los primeras renovadores de lu historioge ssulta més sintomética la causa Los his na de la historiogratla sin ros antes y después que Frolic 33 de 1952, fa no hay avance del conocimi a la préctica historiogrifica, por mis que una nube de tedricos icos y «nuevos historicistas» hayan pretendido recientemente hacer de Ja escritura de Ia historia no mas que lite én te5- rica y sin una préctica metodolégica que no se aparicién de buenos historiadores. Pero qué sobre la Historia y sobre la historiogr método? En este primer capitulo se pretende, justamente, presentar de forma introductoria tal a Y esto se intenta, en lo pos el contexto de lo que hacen otras ciencias ies y empezando desd a historiogréfica. 1. La HISTORIA, LA HISTORIOGRARIA ¥ EL HISTORIADOR |” Ha sido siempre habitual comenzar todos los tratados de «preceptiva» bis parece que deba o' importantes que cor ma de la polisemia de ta palabra Historia, deberia tratarse conveniente pasa la sdisciplina que investiga la Historia», discutido més de una vez. Atendiendo después a problemas més propia disciplina de la historiograffa y como reflexién més actual, imbricada arse hoy dfa el tratamiento preliminar de dos cuestiones proble- mero del nombre 3. Paraevi més adelante el én de propuestas de la Historia como goer lteraio, vésse sposmoderismo> y reeuérdense los nombees de autores . LaCapra ene otros. is ha de habarse después en nuestro repaco en fos capitu- cin de la dscplina histriogrtica en los siglos xx y 1. los2y Sela Historiogras Observemos primero que el nombre mismo que se da al la Historia fa planteado nocimiento de hoy, cree- importancia que para una prictica como la investigacidn de ene la precisién del vocabulario. ayendo van creando unos len adios, que pueden llegar a con- mas formales.? La cienci afirmado a veces, : 10 extremo, un Tenguaje. La te jede ser un ‘buen ejemplo de lo que significa esa «jerga> espec 2s, Las cien tas de las del habla ordinaria. A un nivel bésico existe, sin duda, una cierta homogeneidad en el lenguaje de estas ciencias sociales que se ha impuesto par- por el hombre de forma pli lenguaje natura, el habla del to por a propia episternolo- =e Oe « 4 4 t 4 ' ' « 4 i a ( \ 1 ‘ 4 4 4 X A a (cientfica) que se ocupa de lamente, de dotar 2 cada disciplina le un apelativo genérica ba bien su objeto y el cardcter de conocimientos desde entonces se haya compuesto de una particula descriptive de tn materia, ala que es un neologismo cal fa egeogrificos. E! nom- jlogismo, fia dado lugar. de la que se ocupa, ria rerum gestarwn como las res gestae como los hechos y acontecimientos»." En la actualidad, Hayden hha seftalado que el térr acontecimientos de! pasado, acontecimientos, a la cadena de acontecimi lye un proceso temporal que comprende los acontecimientos del pasado y del presente, ro, a fos relatos, sisteméticamente ordenados de los acontecimientos atestiguados por fa invest 8 explicaciones de esos Noes ésta una mezet Fue el ciencias 0 de estudio. Tal ne- ico de que primero el descubrimiento, claro problema terminol por decirlo de a otras diseiplinas de la ciencia social y de re con [a economia, por ejemplo, y caso, la palabra griega storie temporal acumulativo de Ja Ht a designar el proceso nidad. Es frecuente también el uso de ciertas, jes en las ciencias so Por nuestra parte, y de a referente a ta Historia ro hay raz6n para que esta polisemia se mantengo, de la misma manera que ha tendido a ser en et caso de la vez, crucial par 1 de fa Historia, sf es de suma importancia. Cuando hablamos de Historia es evidente que no hablamos de una realidad «material», tangible, La «Historia» no tiene el mismo cardcter corporeo que, Por ejemplo, la luz y las lentes, las plantas, los animales o la salud. La Historia tanto, es mas que hacerlo ada en el caso de otros vocablos que designan ciencizs, como urgente dotar de un nombre inequiw con las di nombres dejar enterai ica la manifestaron ya hace tiempo corrientes bistoriogrd- ficas como la de los Annates, ola marxista, y ambas han hablado de una «cien- cia de la Historian. LL palabra Historia tiene, pues, como se ha dicho, un doble significado al ‘menos. Pero, a voces, se han introducido palabras 0 girs especiales para ex- presar sus diversos contenidos semanticos. Asi ocwe con la clara distincién {que hace el aleméin actual entre «Historie» como realidad y «Geschichte» como 0 fe seccién segunda de esta ob ferentes ala eatidad misma de a Historia, YY es justamente en tal palabra que queremos detenernos aqui con mayor énfasi Afiema también Topolsky que la palabra en cu mente auxiliar, en expresiones como «Historia de podirfamos aad ta», por ejemplo, Bse sentido au cio, la ventaja de que la palabra «so se refiere al resultado de or ello «ia tendencia a emplear el cérmino hist uniforme, es obvia, a pesar de que supone una cierta falta de claridad».' El concepto de «Hi ‘A veces se ha pro '0-vocablo para cu ‘ogta. Es innegable que desde el punto de vista filolégico, tal palabra desem- pefarfa a la perfeccidn la tarea de designar la «ciencia de la Historia». Pero embargo, un matiz demasiado pretencioso: el de suponer que la in- a de ta Historia puede considerarse, sin més, una wciencia>. Fue Or- tega y Gasset quien propuso el empleo de ese término de «tistoriolog: designacién de una actividad que él crefa imprescindible: «No se puede hacer historia si no se posee la técnica superior, que es un dades humanas, lo que llamo una Histori también, en el que ag por algunos filésofos mas, mi sobre la Historia Ortega expicta su mala io sobre el pedestrsmo in COOMA AE OEE OOF EEE OREO © «© - « . - Oba www vv vv Ee vYwYOUWUE mstoRtA £ HISTOR ic ambigdedad, se acepte os eventos a los cuales se ‘cuando se trata de escritos *—, Bsto lumina con gran clar pueden servi para designar dos re usos» de la palabra Historiografia son también fre- mente de lengua francesa, han atribuido a la la les de desterrar, en todo caso. El p ‘ocasiones camo sinénimo de reflexid fa Ortega y Gasset con Ia palabra Hi como sindnimo y apelativo breve y colog Historiografia, cuando 0, como se dice en al ra de ta historia. espaol actual hace también a ‘cuesti6n objeto de uaa ‘riba, aLa palabra historiogratia —dice— es un neologismo que gus iza en contadas ocasiones. Tiene la ventaja de referirse ccasién también en medios stot wecho de que estos usos, cuya misma falta de univocidad denuncia ya una notable earencia también de precisi6n conceptual en quienes los practican, hayan sido propiciados por a joridgrafos de cierto renombre favorece su re- peticidn de forma bastante acvitica. Tan celebrado autor como Lawrence Stone lama «Hlistoriogr aun coajunto varopinto de reflexiones so- i de historiador, In prosopografia y otras to a plantear la pregunta: «£1 vocablo io como para abarcar una visidn in extenso de tenor de los significades trad més profun- | primero de los malos usos puede igo de los aos se- ain més este uso especifico que mi Feconoce que se e' ‘también puede querer decir teori nes te6ricas acerca de ta naturaleza de | Los empleos tergiversadores son y la historiogratia esps ie de preceptiva de los estilos de isa y rebuscada definicién.” spafiol més reciente incluye sin ningin empacho ia «Historiografio» imadas ciencias auxiliares de la Historia» junto a Geografia, Epi- ic) entre otras 1a confusién de historiografia con «reflexisn teérico-metodo- \Sgica sobre Ja investigacién de la Historia» (Teoria de la Historiografia, hablan- do con rigor) 0 con «Historia de los modos de investigar y escri (Historia de tungue no sea, como decimos,u toma de les y los estudiantes de la materia. De he- 19, 1a palabra historiografia.ha sido aplicada, por no se sabe muy bi —Teorfa de la Historia e Historia io nombre perfectamente adecvado, logia del término que proponemos. La pa- a Vilada, etodoiog 1.31. El orginal de este ito es de 1921! y todavi cada, Jo que es una magnifica prueba de muchas de las exrencias que destacamos en el texto, 92, p. 147. Pareze claro que el pry Aistnto del que luego se fe concede al sus- Topolsky propuesto ‘oriadores y también Ia disciptina intelectual y académica constituida por ellos. Es la solucién propues Ferrater Mora, para des- Ja ambigiiedad entre tos dos sentidos principales de In palabra Historia, tendria que ser suficiente, aiade, apero no ocurre acién que le dio 2 la palabra uno de los primeros teéricos ind en sentido moderno, Benedetto Croce, en su Teoria ¢ His- toria de ta Historiografia: e 10 Storiografia tiene el sentido preciso de escritura de la H Ese es el uso que le atribuye también Pierre Vi mis conocidos textos te6ricos y metodolbgicos. Por su parte, J. For en modo alguno. Importantes historiadores, de Feconocida solveneia, influencia y persistente dedicacién, ademés, a los temas ado siempre en su sentido vorrec- , J. Fontana, J. Topols- el uso de la pd. 28. W. H, Walsh, urouccin ala flosota de la Historia, Siglo XXL editores, Mexico, 1968 (a edcida originales de 19: to W.H. Dray, Perspe pp ISBy ee Peden verse los comentarios que haces este ropési= rire, Les Presse do Université Otawe, Onawa, 1988, € & * % © € % 4 * t % & £ 5 é 6 & s as t 4 5 a 8 a 4 5 a 4 4 s % 4 y2a 29 Swe deserve sss? wwe weve” SUNDAMENTOS 2» investigacié hist lo que términos que no proceden del ca, y gue han cuestidn es otea: la apat jalora de Ia de la Hist ido y nadie podtia proponerlo de i6n de nuevas formas de teorias ia npariciéu de progresos metodolégicos imediato, Is exploracién de nuevos campos o sectores 0, et a80, la aplicacisn de nuevas técnicas, es lo que'habrd de dar lugar a un i ‘cambio en et vocabulatio aceptado. Hay ejemplos evident laaparicién acién mas 0 menos precisa enero, etc resu mportante para evitar confusio. izado, incluso si es un lenguare for no es en absoluto inexcusable para construit una ciencia social basads capar de «concep. ‘0, Hay que reconocer, sia embargo, que lo comin es que el desarrollo de ve ala construeciGn de lenguajes pariculares, con un alto contenido de términos propios, Sobre la necesidad de un lenguaje especial dad ent loriografico, En realidad, cifico de tos historiadores no preocupé de manera directa 2 nadie hasta q) llegé a.un cierto grado de madurez disciplinar, que no aparece antes de cién antipositi Fuera de 1 objeto de idad crear un lenguaje, como hemos dicho. Hay que hacer, por tanto, la pro- \e6rico-metodol6gica de que los esfuerzas por la formal 1 historiografica no olviden nunca pretender tener una solucion a mano. del marxismo tuvo siempre peculiaridades pro- ‘mos Componentes de la escuela de los Annales estaban divididos unto, Lucien Febvre lamaba Ia atencién sobee la po: Fespesto por Henri Bert, que propugnaba la permaciencia de la Historia de wemplear el lenguaje comin» Por tanto, es pertinente hacerse una pregunta como ésta: ;qué lenguaje em Ta? Ahora bien, acompaitada de esta, iar para respuesta n0 es dificil: fos historiadores comdn y cuando ban querido perfeceionar: 1aje iterario y, siempre, a un discurso de alto contenide \etafbrico —cevolucién», «florecimienion, aocasen, y exros muchos términas de £8e tipo—. Por ello no debe extrafiarnos que una parte importante de l critica lingtistica y Hiteraria pasmodernista hi ido que «la Las insuficiencias tedrico-metodolégicas en la Historiografia Existe luego otro problema, éste st de importancia decisiva. ¥ es el metodolbgica de k 10c0 que se observe el panorar Bistoriogratia parece estar blecida y desarrollada comparat de las demés prictica manece viva hasta la aden White, eto et 2.5 76 con mayor 30 ‘TeoRiA, HISTORIA & HISTORIOGRAFIA cafdo en un progresivo descr ccamente la especi sociales, de Auguste Comte les con el de Herédoto, y a los qi son poco les discuti- ‘como Voltaire, 0 del xIx. como festaciones de la escritura de ica ala eHistoria Filosofica», es lo que ha propiciado que Ia fundamen: taci6n cientifica y disciplinar de Ja historiograffa haya tenido, como decimos, tun derrotero tan poco concluyente. embargo, que desde el F parte de h Jésofos, para la nocien ‘amas paralelas de ia ciencia soc speramos que a lo largo de esta obra puedan aportarse ciertos esbozos de respuesta a esa pregunta, en Ja que no es posible detenemos ahora con mis pro- fundidad. Quizas deba seialarse que en el mundo de los propios historiadores ha tardado mucho en mi por parte de los historiadores fue dificil ain después de haberse profesionalizado, en el siglo xn, la actividad de historiar. La verdad es qu terrado nunca enteramente, hasta hoy, Ia vieja tradi descripeién narrativa y de metodo! ppocas veces la produccién Historia e LOS FUNDasEsros ina y, lo que no es menos ¥ ensefianza de los fundam de ser evidentes. Es precise progreso de la reflexin teéri ampliaci6n del campo de los centros de interés, aunque ni ‘acarreando cambios la impresi6n mente toda 'un personaje sospechoso de superfluidad 0, cuando menos, un espécimen co. En tiempos, como fos posteriores a la segunda guerra mundial, tacular auge de la ciencia social, y cuando muchas disc ‘mejores edifcios tedricos, no ha sido excesivamente ha com ta excepcisn del marxismo— de fos fandamentos dela historiografia, que ello parezca pa En cualquier caso, serfa un completo error suponer que este retraso en la constitucin di riografia me metodol6gico i 2 a lo alcanzado por una ciencia nte. La historia de la his ado en un proceso que tiene claras divergencias ve eva H Bw DIYHOHHHUYVeWeUOL ir «para iempo Tos hechos humanos queden en el olvidor. La Historia se vo mpre por un «legado» cons , pero de el alohi formabs nano, que hael pa al hombve dis- investiga los sucesos de! discurso coherente y i cada reaccién a ciertas tendencias del siglo x: stamente, el progreso histérico de la historio, a pero decidida de esas. ‘ “ido una preacupacién progresiva y determinante por el historiogr la enorme amy de su campo. 0» Y, por consiguiente, no ligado a fines ulteriores. Y un cambio lesde las condiciones de su profesional independiente, a propia imagen det como los que siguen: Primero: el esfuerzo teérico ayel andl miento de ese tema tiene que integrarse inexcusablemente con el de gué cono- lento es posible de la Historia. Se ha dicho que los historiadores rara vez se ‘Alexander, Las Fla bién ineludible—, pero En sum dor, aunque no sea, imente de ese tipo de refle: investigacién y escritura y una in de su ensefianza en la Universidad, una de las cuestio- hes que, seguramente, ha experimentado menos cambios es la propia prepa- racién y perfil intelectual del historiador. La imagen del historiador modemo se fue perfilando en sus rasgos més de Historia tal como lo conoceimos ‘én histérica experiments muy escasos cambios, quizs con igunas excepciones, (que cabria destacar la escuela de la Synthese que J historindor no se le atribuy6 nunca la necesidad promueve Henri Bert: néiodo» de a sepling no es ‘de foncioraro o en Ia ISTORIA & HISTORIOGRAL 105 FUNDAMENTOS 3 Jos documentos. Al cambiar poc propia concep. ? ura de la Historia y, en consecuen las ideas sobs «dg como investigador de cierta y ‘adn mucho més de} Ia idon maci6n hoy dia, Existen razones de peso para sostene” esas dudas, ef Poco después de mediados del sigio xtx, el historiador br y Tho } ‘mas Buckle decfa a prop6sito de la manera de abordar la rece la pena ser trascrito en extenso: edicarse a estudios preliminates asunto en todas sus relaciones Yes; un tetcero que ao sabe una palabra de 1s asunt bios de la opinién piblica y otros que desevidan la 28, no obstanie que estas materas son las més impor ie comprenden las circunstancias principales que afectan al (© y @ Ia naturaleza de la especie bumana...; se ha perdido, por auxilio que hubiera podido obtenerse mediante la analogta y la comparseida, no fhabiéndose ensayado la concentraci6n de estas trabajos en la historia, de la cual son, en realidad, partes constitutivasindispensablesy.* Que resonancias no tienen estas palabras, de hace siglo y medio, cuando se las pone en relacién con la form: esfuerzo para una iogrdficas deberfa lode una bien conocida obra de Charles Seigno incde de la nation fanpaise (1933), que despens comentarios ence divertdos 9 ba la Historie: Aka edt ‘or, Madrid, 1997, p. 169. (La edicién oxgin mira es do 1894.) La cbra Ge Buckle ha so cootinuamentereeditads hasta los aos sesona de net siglo. pew ewe PYM He DT Dw ve wee we wvvww vow w vo ® profunddo cambio c en loi historiogratica, en cuala) s principales en que se fi I que oftece esa preparaci Una exposicis por To pronto, el ois Perspe is s, 8 y de pritcticas,* tanto en sus 0s como en sus productos. Viene luego, la storiador.

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