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4 on ane” Th \\ oy aa sae NOTA PRELIMINAR El nazismo —que en sus doctrinas y métodos representa Ia acumulacién de todos los oscuros designios que han en- sombrecido la historia humana— surgié a la vida politica contemporénea enarbolando, entre etras, la consigna de la lucha implacable contra el pueblo israelita. No podia ser de otro modo. El nazismo no hubiera cumplido cabalmente su misién regresiva y barbara, de no haber incorporado a su Programa un principio que ha formado parte de todos los movimientos regresivos que han aparecido en el mundo en el transcurso de muchos siglos. En efecto, el antisemitismo hha sido una condicién y una marca inconfundible de toda tirania antisocial, de toda cruzada reaccionaria, de toda oposicién al progreso en los distintos érdenes de Ia activi- dad humana. Al integrar el cuerpo de posiulados ieoricos con que pretende justificar su servidumbre a los mds reprobables Propésitos de opresién, conquista y pillaje, el grupo funda- dor y director del Partido Nazi Aleman recogié las seculares Corrientes antisemiticas, buceé en los mds repugnantes fondos de la supercheria social y elevé el odio de razas a la categoria de dectrina directiva para el establecimiento de un “nuevo orden”. Se alzé asi la pandilla sanguinaria fas- cista como Ia supuesta representativa de una raza superior que segun los mismos aventureros politicos estaba llamada @ dominar a todas las razas e implantar en el mundo la vo- luntad indiscutible de la aristocracia de sangre aria. El antisemitismo hitleriano, en tales términos, no es Simo una parte de la teoria de la existencia de “razas su- Periores” y “xazas inferiores” y de la concepcién de un or- den mundial en que la minoria selecta germana gobierne dictatoriaimente a todos los demds pueblos de la tierra, con- siderados como inferiores. De la teoria absurda a Ia practica brutal no ha habido solucién de continuidad. Antes de tomar el poder en Alema- nia. los nazis se entregaron a una propaganda bochornosa 1 contra las llamadas razas inferiores y particularmenie contra los judios. Spengler, uno de los mds impulsivos ideédlogos y precursores del fascismo, afirmé que el mds grande peligro que amenazaba a la civilizacién era el de la “revolucién del pobrerio de color’ e incluyé en esta caracterizacién despecti- va a los judios, a los negros, a los mexicanos y al resto de los mestizos de América. La agitacién fué acompanada de la- @ccién directa. El Partido Nazi realizé6 desde entonces san- Qrientos ataques a las personas y los bienes de los judios de Alemania. A partir de 1933, cuando Hitler asalté el poder, el anti- Semitismo se convirtié en parte fundamental de Ia politica interior y exterior del Estado aleman. El objetivo claramen- te expuesto fué el exterminio del judaismo en la politica, la economia, la ciencia, la literatura, el arte, y la supresién fi- sica de los millones de judios que habitan en Europa. El plan diabélico de hacer desaparecer a toda una raza y destruir hasta la huella de su paso por la historia, se ha ‘yenido ejecutando fria, implacable, sistematicamente, a rit- mo con la marcha de Ia politica general del hitlerismo para subyugar el mundo. Las persecuciones contra los israelitas, Jos asesinatos en masa, las torturas de que se hace victimas a millones de seres cuyo gran delito, a los ojos del nazismo, consiste en constituir una raza inferior y maldita, forman uno de los més pavorosos capitulos de la historia humana y se- fialan nuestra época con una mécula ideleble, Contra esta catdstrofe inverosimil, contra este crimen de verdad incalificable, se levanta Ja protesta de la huma- midad no contaminade con el veneno ideolégico del salva- jismo nazifascista. Los pueblos advierten con claridad lo que este antisemitismo llevado al paroxismo significa para los destinos de la Especie, para el porvenir de la cultura del Hombre. Nadie que no sea un instrumento de la supers- ticién demente o del odio canibalesco, puede aceptar que el mundo sea dividido en razas “superiores” y razas “in- feriores” y que éstas sean condenadas a perecer a manos de quienes se han erigido a si mismos en supremos ajusti- ciadores y en reformadores de la existencia internacional. Expresar esa proiesta de los hombres libres y honesios 2 _ de nuestro tiempo es el motivo central del discursu de Vi- cente Lombardo Toledano que se publica en este folleto. — Mas es preciso hacer notar que en esta ocasién la pro- testa adquirié un excepcional acento vigoroso, porque Lom- bardo Toledano no se ciié al procedimiento acostumbrado de relatar los crimenes del nazismo y apelar a los sentimien- tos humanitarios de las masas populares, sino que produjo un verdadero documento de andlisis histérico que, al mi: tiempo que revela en sintesis clara y compacta la preciosa @portacién que el pueblo israelita ha dado al pensamiento, @ la cultura, a la organizacién econémica y al progreso téc- nico y cientifico de la humanidad, demuestra la inconsisten- cia, le futileza, el error primario de las seudo-teorias cientifi- cas y filoséficas en las que se apoya el racismo nazi. Este discurso de Vicente Lombardo Toedano es una ré- plica fudamentada al antisemitismo y un canto de exalta- cién de los trabajos, los sacrificios, las virtudes y el esfuerzo tenaz de los judios y de todas las razas perseguidas y opri- midas. Ademdas, Lombardo Toledano establece en este discurso un paralelo justo entre la condicién degradante que han su- frido los judios al través de varios siglos y las condiciones, también degradantes, en que el pueblo mexicano se ha des- arrollado desde la Conquista Espafiola. Tanto los mexicanos como los judios han sido tratados como razas inferiores, merecedoras de humillacién y exter- minio. Tanto el destino nacional de, unos como el de otros, depende de que Hitler sea derrotado y se liquide para siem- pre la politica de discriminacién racial. Esta coincidencia, esta atinidad, aparecen expuestas con diafanidad y brillan- tez singulares en el discurso que Vicente Lombardo Toledano pronuncis en la ciudad de México el 20 de agosto de 1942. La publicacién de este folleto es motivo de orgullo y es- pecial satisfaccidén para la Universidad Obrera de Mé- ico. Por su contenido ideolégico, por su acopio de valiosos datos y conocimientos de todo orden, por su espléndida fore ma literaria, debe considerarse como una de las mejores contribuciones que contemporémeo alguno haya hecho a la defensa del pueblo israelita, del pueblo mexicano, y en ge- neral de las lamadas “razas inferiores”. 3 El pueblo de México ha realizado, durante los Gltimos Gfios, multiples actos de importancia, algunos de indudable significacién histérica, ya sea para afirmar su tradicién y su fe democraticas, ya para defender Ja causa de las ‘nacio- nes débiles, ya’para unir su voz-de protesta a la de otros pueblos en contra de-todas las manifestaciones de barba- Tie; de tal suerte que nadie puede decir que nuestro pais no haya expuiesto su opinién sincera-y vehemente acerca de los acontecimientos mds trascendentales de-esta época. Sin embargo, esidbamos en deuda con un pueblo de la tie- ara, justamente con el mds calumniado, con 6] mds persegui- do, con el mds torturado de todos los pueblos, y era necesa- tio que llevaGramos a cabo este acto, no sélo para expresar nuestra indignacién por las matanzas y por los martirios de que se le viene haciendo victima, sino también para ex- plicar a los igno:antes y mostrar ante los perversos cudl es Ja verdadera actitud de los mexicanos frente a la raza is- taelitc. Por eso yo me siento, en esta solemne ocasién, parti- cularmente satisfecho de la sensibilidad extraordinaria de huestro pueblo. Parece como si no conociera la fatiga. Al primer llamamiento se levanta, vibra y hace acto de pre- Sencia en un teatro, en und plaza, en Id calle, en cualquier Sitio donde la verdad pueda ser dicha y propagada. Es muy satisfactorio para los organizaderes de este gran mitin no s6lo ver a la muchedumbre, tan compacta como nunca, tan @tenta como’ nunca, ian fervorosa como nunca, escuchar 3 lo que aqui se dice, Mas que su actitud entusiasta y su gran numero, es notable la enorme conciencia que revela al acu- dir a esta ceremonia de inmensa significacién nacional 6 internacional, desde donde su pensamiento habré de difun- dirse a través de nuestro territorio y por los demds paises de América, para llegar, en el momenio oportuno, a los res- janies continentes del planeta. Es preciso, pues, aprovechar esta oportunidad para es- clarecer ante quienes no lo saben, qué significa, en el fon- do, esta persecucién contra el pueblo judio; qué es lo que hay oculto detrds de esta serie inacabable de actos sclva- fes; quiénes son, de verdad, los israelitas; qué han sido en el pasado, cudl ha sido su papel en la historia del mundo; qué valor tienen para México, en México, fuera de nues- tro pais, en cualquiera otra nacién de la tierra. Porque si ha habido un pueblo alrededo del cual se hayan tramado. toda suerte de leyendas y consejas, cuentos e nistorias, ese es el pueblo judfo. Particularmente en nuestra patria y en todas las demds naciones de ih América Latina, las gran- des masas del pueblo conciben a la raza hebrea a través de los mismos prejuicios tradicionales que el viejo imperio espanol hizo circular durante tres siglos por sus col aias de América, a los que ultimamente se han afiadido las calum- nias y las injurias de la propaganda antisemita de los 6r ganos de la “quinta columna” en el Nuevo Mundo. A ello se debe que si se pregunta a cuclquiera que pa- se por la colle, tratamdese de un igncrante, qué piensa de los judios, es probable que nos diga con la mayor ingenui- dad: los judfos son gente que nos esté asfixicmdo, que nos esta matando de hambre, que quiere apoderarse de nues- tro pais. Son agiotistas sin e.-rapulos, comerciantes sin ver- giienza, intrusos que exprimen al pueblo. Judio es sinéni- mo de ave de rapifia Judio es sinonimo de hombre sin con- ciencia. Judio es, ademds, sinénimo de traidor. Ellos fueron, los judios, segiin nos contaron nuestros padres y nuestros abuelos, quienes tmicionaron a Dios Nuestro Sefior, Ellos fueron los que crucificaron a Jesucristo. Ellos fueron quie- nes se befaron del Hijo de Dios y escupieron sobre su di- vino rosiro, Desde entonces, afirma el hombre de la calle, cayé so- bre los judfos la maldicién de Dios. Raza maldita, que no teconocié al Mesias en Jess. fué condenada a vagar de un pais a otro, por los siglos de los. siglos, sin encontrar jamds sosiego. Yo supe, dice el hombre de la calle, de un judio, simbolo de su raza, que caminaba errabundo, sin paz ni tranquilidad, de pueblo en pueblo y de época en época, y en todos los lugares y en todos los tiempos era execrado y perseguido sin piedad, porque él tampoco la habia tenido: de Cristo en la hora de su sacrificio, Yo supe eso cuando era nifio y no se me ha olvidado. Por eso, judio es sinénimo de genie sin patria, de gente sin hogar, de gente sin principios, de gente sin ideales. Estas son, y otras mds, las Saimin que han rodado por México, que han rodado por todos los paises de Amé- rica, que han rodado por todos les paises del mundo, du- tante varios siglos, en contra de los israelitas. Pero nuestro “pueblo tenia que saber la verdad, y es hoy, precisamente en el momento en que se ejecutan actos de crueldad que sobrepagan con mucho a los crimenes cometidos en la Edad Media én contra de los judios, que avin recuerda horrori- zada la humanidad; es hoy, precisamente hoy, cuando cen- tenares de miles de hebreos son sacrificados del modo més salvaje por las horelas nazis y desde 61 fondo de todas las conciencias de los hombres libres se eleva un sentimiento incontenible de dolor hacia las victimas y de reprobacién para los verdugos; es hoy cuando tenemos que decir al pue- blo de México cudl es la verdad acerca del pueblo de Israel. Nuestro pueblo necesita educarse sistemdticamente. Por ventura recibe la ensefianza de una manera fdcil y es pré- digo cuando se apodera de la verdad Devuelve siempre el conocimiento adquirido con acciones generosas y trascen- dentales. Tanio més cuando, como ahora, en el caso que nos congrega esta noche, existe un aspecto que nos toca muy de cerca a los mexicanos, y es Ia lucha de una llama- da raza superior por exterminar a una raza inferior, la dl- tima de las razas segtin los teéricos y realizadores de la politica de la dominacién de Ja raza aria sobre las demds tozas de] mundo, i CaaS ee ee LA DOCTRINA DE LA DESIGUALDAD DE LAS RAZAS HUMANAS La teoria de la superioridad racial, que preconiza hoy el fascismo, es casi tan vieja como Ia historia. El desarrollo econémico desigual de los grupos humanos sobre la super- ficie de la tierra ha sido causa de que ciertos pueblos, en diversas épocas, hayan adquirido sucesivamente una posi- cién dominante sobre los demds. Y siempre que esto ha ecurrido, jamas ha dejado de surgir en ellos la idea de atri- buir su predominio a cualidades extraordinarias que los distinguen del resto de los hombres. Pero el racismo, como cuerpo de doctrina, aparecié por primera vez hasta la mi- tad del siglo pasado en el “Ensayo sobre la Desigualdad de las Razas Humanas™, del Conde de Gobinecnu. Este fi- iésofo framcés estaba persuadido, segin sus propias pala- bras, de “que la raza humana cnula los demas problemas. de Ia historia, que tiene la clave de todos, y que la desigual- dad de la gente de la cual surge un pueblo basta para ex- plicar todo el curso de si: destino. Me he convencido al fin —confiesa— de que todo lo grande, lo noble y lo fecundo del hombre sobre la tierra, en la ciencia, en el arte y en la Givilizacién, procede de un solo punto de partida, se dehe a una sola familia, cuyas ramas hon reinado en todas las naciones civilizadas del universo.” De acuerdo con esta tesis, los hombres no son iguales _ sino diferentes. Su diferencia estriba en la raza a que per- tenecen. Mas las razas humanas no sdlo son diversas por cuanto g sus caracteristicas sino también en lo que se re- fiere a su valia. Existe entre ellas una jerarquia de valor en ~ que las razas superiores se hallon colocadas por encima de las inferiores. En la cispide de esta escala se encuen- tra la raza aria, la estirpe de los principes, Ja familia de los sefiores, la minora de los patricios destinados a regir siem- pre los destinos de la humanidad, a condicién de no mez- clarse con las razas inferiores, compuestas de esclavos y plebeyos. El problema fundamental de la época moderna consiste en que, a partir de la Revolucién Francesa, los hom- res de baja calidad, descendientes de negros y amarillos, ~ 8 Awe a i ee han iniciado una gran rebelién en contra de la aristocraci aria y amerazan con desplazarla completa y definitivamen- - te de los puestos de mamdo en la historia. Este es el peligro que hay que prever, preservando a los superhombres blan- cos de todo mestizaje, porque cuando hayan desaparecido, Ja humanidad quedard al garete y sobrevendra el ocaso de la civilizacién en el mundo, _En el periodo histérico en que nacié y en los términos en que fué formulado, el ensayo de Gobineau, llamado con justicia la “Carta Magna del Racismo”, no representaba otra cosa que una elegante justificacién teérica de la pro- testa de la vieja nobleza feudal en contra de la burguesia triunfante en Europa Su autor no creia en la superioridad racial de los pueblos, sino de los individuos. No escribié su -e@bra para probar el destino supremo de ninguna nacién, ni de la suya propia ni de ninguna otra, sino la excepcional categoria de una clase social recién derrocada en el seno. de todas las naciones. Es, en una palabra, et elogio fine- bre pronunciado en la tumba del feudalismo. Sin embare ‘gO, como acontece con frecuencia, sus continuadores hon extraida de esta teoria, ya de suyo falsa, las més increibles ‘consecuencias, por absurdas y ridiculas. Tal es el caso de E erlain —no el Chamberlain que ustedes seguramen- - te recuerdan, sino otro de la misma alcurnia— y de Madi- son Grant, quienes medio siglo mds tarde, a principios de _ Ja centuria actual, adaptaron la teoria de Gobineau a los fines de expansién colonial de la naciente etapa imperia- Uisia del capitalismo, shih __ Houston Steward Chamberlain era un inglés, yerno de Wagner, tan convencido de la superioridad racial de Ale- mania, que abandoné Inglaterra y se hizo alemdn. Escribié una obra muy popular con el iftulo de “Los Fundamentos del Siglo XIX”. En ella afirma que “la verdadera historia comienza desde el momento en que los alemanes recogie- ron con mano vigorosa la herencia de la antigiiedad’”’. Para él, alemdn es sinénimo de genio. Por eso sostenia que "to~ do el que se revela alemdn por sus actos, sea cual fuere su dtbol genealdégico, es alemdn’. Asi, todos los grandes __ hombres que ha dado la humanidad han sido, confeséranlo 9 ey @ no, dlemanes. Y una vez sentaaa esta premisa, Ilegé a firmar cosas realmente graciosas. Verbigracia, examinese el rostro del Dante y se observaré que todos sus rasgos ‘Son teuténicos. Otro tanto sucede con Luis XIV, Miguel An- gel, Matco Polo y Jesucristo. Y no sdlo en la fisonomia, si- no hasta en el estilo literario es notable la sangre aria. Por ejemplo, un andlisis cuidadoso de la Epistola a los Gdlatas _ demuestra, sin lugar a dudas, que San Pablo era de raza dlerana. ‘s En su libro “La Decadencia de la Gran Raza”, Madison Grant, un escritor yanqui, es todavia mds categérico que Sus predecesores. Establece que “la proporcién de sangre néraica en cada nacién da una medida justa de su fuerza en la guerra y de su lugar en Ia civilizaci6n”. Nérdicos han sido todos les pueblos que han ocupado un alto puesto en la historia: los sacae en la India, los cimerios en Persia, los aqueos, los frigios y dorios en el Asia Menor y en Grecia, ' los umbrios y los orcomos en Italia, Lo fueron también, an- . tes y después, los espartanos y los macedonios, los germa- nos y los francos.’Lo son hoy, en su mayor parte, los ingle- ses, lus alemanes y los norteamericanos. Por el contrario, todos los pueblos que han‘sido esclavizados corresponden al sur de la tierra. La diferencia entre unos y otros puede observarse muy bien en Italia. Del norte de ese pais son ‘les grandes hombres del Renacimiento: Rafael, Ticiano, Mi- guel Angel y Leonardo. Las gentes del sur tienen a sus an- tepasados reclutados entre esclavos de las mds distintas procedencias. El rasgo caracteristico de los nérdicos es, in Grant, el color rubio. De este color eran les griegos de la clase alta y los dioses del Olimpo, los émgeles de las pinturas re- ligiosas y los sefiores teudales del Medioevo. En cambio, morenos eran los esclavos, los diablos y los siervos. Jesu- cristo no era judio, sino probablerm.ente griego. Eso se de- duce de sus atributos fisicos y espirituales. Por eso todos los Ppintores que han representado la crucifixién, pintan a Je- stis con el cabello rubio, la tez blanca y los ojos azules. Al revés, los ladrones que estén a ambos lados de Cristo, siem- pre aparecen con los ojos.negros, la piel morena y la cabe- 10 Nera oscura. Jamds a ningtin arnsta se le ha ocurrido pin- tarlos como nérdicos. LA TEORIA RACInL DEL FASCISMO Tales son los argumentos de los teéricos de la desigual- dad de las razas humanas, que constituyen la base de la doctrina racial del fascismo, con que los arios de hoy, or ganizados polfticamente, los nazis, pretenden justificar el dominio de la raza alemana sobre ef mundo entero. Su ver= sién oficial se halla expuesta, con e] descaro brutal que cas racteriza a Hitler y sus cémplices, en la obra de Alfred Ro- semberg titulada “El Mito del Siglo XX”. En este monumento de lo absurdo, el caudillo cultural del Tercer Reich no se li- mita a considerar la raza como el factor mds importante de Ja historia, a la manera de Gobineau, Chamberlain y Grant, sino que llega hasta el extremo inconcebible ae e1evarla @ la categoria de norma del conocimiento, de criterio de la verdad. Esto quiere decir que la doctrina racial del fascismo no Tepresenia, como generalmente se cree, uno de los aspec- tos mds o menos imporiantes de la filosofia del partide na- zi, sino el verdadero fundamento de la Namada “concep- vién nacionalsocialista del mundo”, Para Rosemberg, la ver- dad no existe. “Para nosotros —escribe— la verdad no sig- nifica lo l6gicamsente correcto ¢ also, sino que responde a una pregunta organica: fecundo o estéril”. Y luego aclara: “La critica del conocimiento, es decir, la filosoffa, el arte, el mito, la moral y la religion, todo est& al servicio de la verdad orgdnica, esto es, al servicio de la comunidad ra- cial’. Verdadero es, por tanto, todo aquello que sea fecun- do para la raza, se entiende que para la raza alemana. En consecuencia, la verdad no es patrimonio del hombre en general, sino privilegio exciusivo de Alemania. Hasta qué punto esta grotesca filosofia no es mas que la justificaci6n de un propésito politico, lo demuesira el hecho de que hasia el propio concepto de raza, del que se hace depender todo lo demds, és variado por sus idedélogos de q@ccuerdo con las circunstancies. Asi, por ejemplo, Cham- 1] f ae ry Ba ot ha le una mezcla de teutones, celtas y eslavos. La posicién la Alemania nazi contra la Unién Soviética hizo necesa- rio revisar esta tesis, para estipular que los rusos eran ene- migos por su sangre. En combio, Ja firma del pacto triparti- fa con Italia y el Japén planted problemas mds diffciles, Res- pecto a Italia, hubo que invocar la ascendencia aria de los habitantes del norte de ese pats. Pero en cuanto ol Japén, no quedé otro remedio que obligar al profesor Hans Gun- ther, de la Universidad de Jena, a descubrir que los nérdi- 0s se encontraban entre los antepasados de los japoneses. Sobre esta base reposa la clasificacién de los pueblos del mundo, segtin sus merecimientos, dentro del Nuevo Or- den plomeado por el caudillo alemdm. Para los fascistas, s6- Io hay dos clases de pueblos: el “pueblo dominador™, Ale- mania, y los “pueblos habitantes”. que son todos los de- mds. Sin embargo, dentro de estos Ultimos existen cuatro categorias: la primera est4 compuesta por los pueblos dlia- dos, como Italia, a los que se concederd el derecho de tener una “administracién propia’, bien que supeditada al re- presentante del Tercer Reich en esos paises. En la segunda categoria figuran aquellos pueblos que también merecen un gobierno propio, pero bajo la autoridad directa de los nazis. Pertenecen a la tercera categoria los pueblos impre- parados para gobernarse y a los que debe imponerse un “protector”. Finalmente, todes los demas pueblos deberan quedar sujetos a un régimen colonial. Pero todavia existe una categoria mds que no consta dentro de esta clasificacién Es la categoria de los hombres que no pertenecen a ninguna. Estos hombres son los judfos, No merecen ni gobierno de alianza, ni gobierno de conse- jo, ni gobierno director, ni gobierno colonial, porque no pertenecen a ninguna raza, ni superior ni inferior. Constitu- yen, segan Rosemberg, la “anti-raza", Ocupan, dentro de la clasificacién de los tipos sanguineos de Iaenscho, el lu- gar correspondiente al “antitipo’’, al tipo Iftico, producto de la mezcla de razas y representative de cuanto de corrup- cién y disolucién hay en la sangre humana. Son los expo nentes del pensamiento occidental, caracterizado por su uni- 12 : i yersalismo, 0 sea por todo lo contrario del movimiento 1 cionalsocialista. Su sitio no esté sobre la tierra sino debe le ella. No merecen ni siquiera la vida y deben ser cablemente exterminados. LA PERSECUCION CONTRA EL PUEBLO JUDIO Por eso es que desde que el Partido Nazi subié al po der en Alemania se desaté en el interior de ese pais una rsecucién cada vez mds brutal contra el pueblo judio, Las yyes de Nuremberg privaron a los hebreos del derecho Pecan les prohibieron el matrimonio con el resto de los alemanes y decretaron la expulsién de sus hijos de las escuelas primarias. Poco después fueron expropiados de todos sus bienes y eliminados del comercio ¥ de la indus- tria. Mas tarde, como culminacién de una serie de motines | erganizados contra los semitas, el mundo se conmovié cuan= “do supo de la gran matanza realizada en toda Alemania _ durante el 10 de noviembre de 1938, a consecuencia de la cual fué impuesta a las victimas una multa de un billén de marcos. Por tiltimo, sobrevino la expatriacién en masa, el éxodo de ancianos, viudas y huérfanos, hambrientos y ~ desarrapados, hacia las naciones todavia entonces libres de Europa. Sin embargo, es hoy, cuando todo el Continente Euro- peo, a excepcién de la Unién Soviética, gime esclavizado ; bajo el fascismo, y cuando en todos los paises del mundo, - if salvo la U.R.S.S. también, funciona la “quinta columna’ al oe servicio del Eje, para introducir la confusi6n en la concien- “cia de los pueblos, es hoy, repito, cuando la persecucién en contra del pueblo judio adopta una ferocidad sin pre- cedente en tcdas las naciones ocupadas por los nazis y la propaganda antisemita una intensidad sin paralelo en el resto de los pueblos. Los tormentos mds salvajes, los casti- gos mds infamanties, las crueldades mds monstruosas que puedan imaginarse son llevadas’a cabo por los fascistas ale- tmanes en Jos paises dominados, mientras sus agentes en Jas demas naciones de la tierra difunden acerca de la raza 13 sraelita todos los cargos, viejos y nuevos, tanto de cardc- ter religioso como econémice y politico, con el objeto de provocor la indignacién popular en contra de los hebreos. En México, por ejemplo. lo mismo que en los restantes ‘paises de la América Latina y en todas las naciones con tra- “dicién catélica, los érganos de la “quinta columna” acusan a los judfos de observar una religi6én contraria a los senti- mientos religiosos de la gran mayoria del Hee de for- mar una secta enemiga de Ia ie cristiana, de ser hetero- doxos, rebeldes, protestantes sempiternos, que tratan de so- eavar el espiritu nacional, en uno de sus aspectos mds im- portantes, con la mira de imponer sus propias creencias. Se trata asi de revivir un cargo preferido en la Edad Media, cuando las menarquias europeas dependian del Pepado, el poder civil, aGn débil, constitufa un instrumento de la eae. Fué en esa época, cuando el inmenso poder mate- tial del clero, estructura del sistema feudal de produccién, empez6 a resentir las consecuencias de una serie de crisis econémicas de importancia, que se invenié el delito de la herejia para justificar las grdndes persecuciones en contra de ios israelitas a fin de desplazarlos de la vida econémice’ de cada nacién. Hoy este cargo, por muchos esfuerzos que se hagan pa- ra darle nueva vigencia, ni siquiera vale la pena refutarlo. La historia lo deshizo desde hace mds de una centuria. Cuando el feudalismo tocé a su fin y el Estado se indepen- diz6 dg Ia Iglesia; cuando el poder civil se declaré laico y se proclamé, entre los derechos del hombre, la libertad re- Hgiosa; cuando se admitio que los individuos podian con- vivir como ciudadanos, sin perjuicio de sus diferencias de opinién respecto al origen y al destino del ser humano y car da quien pensé como quiso y sinti6 com> quiso; cuando, en una palabra, el problema religioso pas6é del derecho publico al derecho privado, como afirma Carlos Marx, en- tonces los hombres se emanciparon de ese gran prejuicio Y jamds volvieron a a Jes disputas por principior Teligiosos. Mas frecuente es hoy, sin duda, la acusacién de que Jos judios tratan de dominar al mundo desde el punto de 14 vista ecunémico. Se dice que la gran mayorta, st no es Ia totalidad, del capital tinanciero, se encuentra en manos de israelitas. Y como en Ia etapa imperialista porque atra- viesa ahora el capitalismo, el capital financiero ejerce una influencia determincmte sobre el capital industrial, se afir- ma, en consecuencia, que los hebreos son realmente los dueiios de toda la riqueza de la tierra, Se han posesionado, se asegura, de la palanca que mueve al mundo contempo- Témeo: el dinero. Y a través de este peligroso instrumento vienen corrompiendo la conciencia moral de los pueblos hasta que consigan someterlos a su hegemonfa. Esto es falso. No es cierto que los judios sean propieta- tios de todos los bienes econémicos que existen sobre el planeta, ni que se hayan propuesto serlo, ni que este pro= pdsito forme parte de um plan para el dominio del mundo. Es verdad que muchos de ellos, desde el comienzo de su éxodo, se dedicaron al comercio internacional. Pero no eli- gieron la profesién. Fué el destino histérico el que se las impuso. Expulsados, perseguides, amenazados siempre, sin un lugar fijo donde vivir, precisamente cuando surgia el capitalismo en su etapa mercantil, como resultado del pro- greso de la técnica y del aumento de las comunicaciones, era obligado que los israelitas desempefaran el papel que _ les correspondia a hombres sin asiento definido y con una larga experiencia en los viajes. También es exacto, por las mismas razones, que los he= breos hayan sido los creadores de los simbolos modernos del cambio, El documento més importante en !a historia del comercio, la institucién més valiosa en las relaciones mer= cantiles, que es la letra de cambio, fué inventada por ellos. Ellos concibieron, por primera vez, la manera de trasmitir dinero sin trasportarle fisicamente con gran costo ¥ mayor tiesgo de un pais a otro. De este modo, situados en el pro- pio centro dei naciente sistema mundial del crédito, muchos judios se convirtieron en grandes fabricamtes cuando la ex- pansién del comercio trajo consigo el paso del capitalismo @ la etapa industrial, en la misma forma que después se fransformaron en magnates de las finanzas, cuando la con- centracién de la industria provocé el transito del régimen 15 capitclista a la sind financiera mediante la fusién del ca- pito! bancario con e! capital industrial. Es verdad todo esto. Pero no es menos cierto que asi como han habido y hay, por virtud de un determinismo his- ~ térico perfectamente claro, actividades no preferidas sino forzadas al principio, aunque después preferidas, entre los semitas, de su seno también han surgido los hombres que han luchado més contra la desigualdad econémica, contra Ja injusticia social. Si ha habido entre los hebreos grandes comerciantes, poderosos industriales y banqueros promi- nentes, ninguna otra 1aza del mundo ha dado un genio ca- paz de pener al descubierto, desde e] punto de vista cien- tilico, el mecanismo de la explotacién econémica que cons- tituye la esencia del capitalismo y de pronunciarse con ma- yor energia por la supresién de este sistema social, como Carlos Marx. La sola vida de este hombre, ejemplo det mds grande sacrificio, y la sola historia de su libro mds imporiante, “El Capital, una de las obras fundamentales de la cultura, bastarian para hacer pedazos el cargo de que la raza is- raelita es una raza de explotadores. Treinta afios de traba- jo agobiador, de enfermedades constantes, de extrema po- _ breza que ocasioné la muerte de dos de sus hijos en ld in- fancia y la extenuacién de su esposa, fueron el tributo que tuvo que pagar Carlos Marx para hacer el andlisis mds pro- fundo que se ha realizado sobre la sociedad humana. Con cudnta razén decia. al referirse irénicamente a la moneda, due ningtin investigador habia vivido, como 6l, tan tefido con el objeto de sus investigaciones. Y qué tragedia ian honda se oculta en aquella sencilla contesi6n que hacia a Engels cuando definia “El Capital” como “la tarea por la que he sacrificado mi salud, mi felicidad en la yida y mi familia’ Se acusa, en fin, a los judios, de.conspirar para destruir los valores mds altos de Ia civilizaci6n occidental, con la mira de vengarse de tantos siglos de opresién y vejaciones sin cuento. Se les hace el cargo de haberse apoderado de las actividades mds elevadas de la cultura, en la época mo- derma, para derribar los principios basicos de la tradicién 16 griega, latina y cristiana.’ Se les imputa haber isrumpido, desde todas las direcciones del espiritu, en la Hlosofia y en la ciencia, en la moral y en el arte, con el perverso propé- sito de aniquilar cuanta verdad. descubierta, cucnta norma: practicada, cuanta belleza. preferida hayan constituide el! patrimonio de la humanidad.. Para ello, con saténica inte- ligencia, se asegura, han introducido el caos en la concep- eién. del’ mundo falseando todo lo que es verdadero, enlo- dando todo lo que es bueno y afeando todo lo que es her moso. Eli esta, por ejemplo, el peor de todos, ese judio que hada mds escribié. con el objeto de acabar con los mds ca- ros ideales de les hombres: {Qué Ia historia es la reclizae cién. de: un. plan divino? Qué la evoluci6n: social se des- errolla en respuesta. a: un. impulso generoso, que es la bis- queda: del. bien? sQué el. motor del desenvolvimiento. histé- tico es Iq fraternidad entre los hombres y el amor es su mé- *yil’ principal y su vinculo més sélido? Falso. Los grandes cambios: en la vida colectiva tienen. como causa la econe- mia, la parte material de Ie existencia, los intereses més egoistas: las exigencias del estémago. Por consiguiente, pa- rq ne seguirse enganando, les hombres deben hacer a un Jado. sus aspiraciones mds nobles: En consecuencia, Marx es un destructor de ideales, que ha hecho morir en mille- nes: y millones, de seres humanos, en la clase trabajadore: del mundo, lcs tinicos principios por los cuales la vida es digna de vivirse. Consicantemente ofmos esia queja amarga, leemos esie acre reproche en México. Ye as{i como en México, en todas partes. ¢Qué es. lo que quieren los obreros? Quieren neda inés; satisiacer: sus: instintos, sus: mas bajos apetitos. Persi- guen: solamente el. dinero, Ia comodidad. Para ellos la vie da es una mera: operacién: cuantitative. Todos pretenden eumentor sus- salaries, para: multiplicor sus placeres. No son capaces de luchar eee movidos por el impetu de sus. necesidades, mds. elementales. Carecen de mdviles ge- nerosos, y de pensamientos elevados. La existencia, para ellos, no es calidad, y eso se lo debemos al judio de Carlos Marx, que ha envenenado la conciencia del proletariado 2

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