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NECESIDADES DE LOS NIÑOS

Los niños tienen unas necesidades muy variadas y complejas; se han


escrito muchos libros sobre cómo pueden o deben satisfacerse. Aquí
revisaremos brevemente lo que necesita el niño para aprender y progresar
en la clase. Nos ha parecido útil, como marco de referencia, basarnos en la
«jerarquía de necesidades humanas» de Maslow (1954), que muestra con
toda claridad cómo algunos niños en determinados momentos tienen unas
necesidades de carácter más inmediato y que la maestra que no sea
consciente de ello obtendrá unos resultados menos satisfactorios en sus
intentos de centrarse en otras necesidades «más elevadas».

La felicidad y el progreso de los niños a través del sistema educativo es el


resultado de muchos factores interrelacionados. La actitud, el compromiso y
la pericia del profesorado, influirán de forma notable en la calidad del
aprendizaje. Su papel es particularmente complejo y quienes enseñan a
niños muy pequeños no siempre se percatan del conjunto de competencias
que utilizan cada día. Es probable que las maestras tengan éxito a la hora
de capacitar a los niños de su clase para que efectúen los máximos
progresos académicos y sociales si ellas mismas disfrutan con lo que
hacen, cubren sus propias necesidades y tienen una sensación de
satisfacción en el trabajo.

NECESIDAD DE SUPERVIVENCIA

La supervivencia física es la necesidad primordial en la jerarquía de


Maslow. Consiste en la exigencia de alimento, sueño y un refugio
adecuado.
Los niños que no tienen satisfechas estas necesidades básicas, tienen
gravemente limitadas sus capacidades de adaptarse y aprender.
Algunas escuelas, tanto especiales como normales, han llegado a la
conclusión de que dar a los niños algo de comer y de beber cuando llegan
por la mañana les proporciona una nutrición física básica y la satisfacción
de la necesidad de sentirse cuidado. El aprendizaje es agotador, tanto
desde el punto de vista emocional como físico. Para desarrollarse bien, los
niños necesitan un buen sueño nocturno. Cuando los de cinco años están
viendo la televisión o vídeos con sus padres hasta muy tarde o se
mantienen despiertos por la ansiedad, no es extraño que se encuentren
cansados, irritables e incapaces de aprender y de comportarse bien en la
escuela al día siguiente.

NECESIDAD DE SEGURIDAD

Los niños necesitan sentir que la escuela es un lugar seguro, que las
personas que están allí cuidarán de ellos y que no se permitirá que los otros
les ataquen o intimiden. Para algunos niños, que han experimentado que la
vida encierra peligros, la escuela puede ser el primer lugar en el que
sientan cierta seguridad. Las maestras que son tranquilas y proporcionan
un entorno ordenado y consistente, aumentan la capacidad del niño para
ver que en el mundo hay cosas previsibles y fiables.
Esto, a su vez, incrementa sus sensaciones de seguridad en la escuela.
Cuando el grado de imprevisibilidad y de inseguridad que hay en el hogar
es elevado, los niños llevan consigo a la escuela sus experiencias, lo que
afecta a su capacidad de respuesta a las oportunidades de aprendizaje,
dado que los temores y las preocupaciones pueden dominar sus
pensamientos hasta el punto de excluir otros procesos cognitivos. Estos
pensamientos pueden provocar conductas imprevistas para las que el niño
es incapaz de articular razones.
NECESIDAD DE LÍMITES CLAROS

Junto a ello, los niños no pueden sentirse seguros y a salvo si los adultos
que los cuidan no les fijan límites. Los niños pequeños no tienen los
conocimientos, las competencias ni la confianza suficiente en sí mismos
para desenvolverse con una libertad ilimitada y aunque el impulso hacia la
independencia suponga ensanchar esos límites en muchas direcciones,
necesitan saber que existen. Los pequeños sólo están en las primeras
fases del establecimiento de sus propios límites y, en consecuencia, es
obligado que los adultos responsables les dejen muy claro lo que pueden y
lo que no pueden hacer, lo que los mantiene (a ellos y a los demás) a salvo
y lo que pone en peligro esa seguridad

NECESIDAD DE AFRONTAR EL CAMBIO

El cambio puede ser estimulante, pero también puede incrementar el miedo


y la inseguridad. Mientras que la entrada por vez primera en la escuela o en
una nueva clase plantea pocos problemas a la mayoría de los niños que se
adaptan con facilidad a exigencias y expectativas nuevas, para otros, el
cambio puede ser perturbador. Algunos acontecimientos importantes del
hogar, incluyendo el nacimiento de un bebé o los cambios de la estructura
familiar, pueden aumentar la inseguridad y afectar a su conducta, según
interpreten e interioricen esos acontecimientos. Es conveniente que las
maestras tengan, al menos, alguna información básica sobre estas
cuestiones, dado que les ayudará a comprender el mundo del niño. Para
algunos alumnos, la escuela puede ser el único lugar en el que se sientan
lo bastante seguros para expresar su enojo o infelicidad, y eso puede
adoptar la forma de mala conducta. Los niños afrontan mejor el cambio
cuando:
• Se les da una buena información, en un nivel adecuado, acerca de lo que
se espera de ellos, sobre lo que está ocurriendo o sobre ambas cosas;
• pueden familiarizarse con los cambios gradualmente;
• Se les da tiempo para adaptarse a cambios inminentes;
• pueden disponer de un objeto transicional, como un juguete o una manta
personal, si es preciso;
• Les tranquiliza el hecho de que otras cosas permanezcan constantes;
•Se les estimula para que prevean de forma positiva las nuevas
experiencias como algo nuevo e interesante.

NECESIDAD DE AMOR, AFECTO Y PERTENENCIA

Una maestra resumió con gran acierto esta necesidad mientras observaba
a un niño que llegaba por primera vez a su clase, forcejeando, empujando,
chillando y con un aspecto terriblemente airado: «¡He ahí uno que va a
necesitar mucho cariño!». No era una salida sentimental, sino su forma de
abordar las cuestiones desde el punto de vista de las necesidades de los
niños; era el reconocimiento de que, para evitar que las dificultades
aumentaran, tenía que tomar la iniciativa.
Esta sección contempla con mayor detenimiento lo que esa expresión
puede significar para la dirección cotidiana de la clase.

NECESIDAD DE SER ACEPTADO

Todos los niños, en especial los que tienen un historial de conducta difícil,
desean más que cualquier otra cosa sentir que se los quiere en la escuela y
que se los considera valiosos e importantes. Para las maestras muy
preocupadas por satisfacer las necesidades de todos sus alumnos y que
temen que el tiempo añadido que requieren estos niños haga su trabajo
más estresante, esto no es fácil. Sin embargo, el afecto, la seguridad y la
consistencia que ofrecen unas maestras atentas pueden ser la clave para
hacer progresar a un niño así, aunque haga falta que pase algún tiempo
hasta que se manifiesten progresos. Con frecuencia, las maestras
subestiman la gran diferencia que este enfoque supone con respecto a los
sentimientos de valía personal de los niños y, en consecuencia, de su
conducta.
Las maestras tienen que separar con toda claridad la aceptación de los
niños y del rechazo a su mala conducta, pues, en caso contrario, creerán
que no les quiere si se enfada o no le gusta lo que hacen. Las maestras
pueden dejar muy claro qué conductas son inaceptables, pero dando
también al niño mensajes positivos sobre sí mismo. Es importante que, si
se le riñe, la maestra busque, lo antes posible, una oportunidad de
encontrarle «siendo bueno» para reparar y reconstruir su relación.

MOSTRAR NUESTRA ACEPTACIÓN

Una forma de mostrar que se acepta a los niños consiste en interesarse por
ellos como personas, procurando saber sin indiscreciones su vida fuera de
la escuela. Las maestras infantiles lo suelen hacer de manera muy eficaz,
preguntando a los niños por sus programas favoritos de televisión, sus
nuevos hermanos y hermanas y sus mascotas.
Es importante escuchar y recordar lo que digan. Una palabra al pasar es
todo lo que hace falta para demostrarle a un niño que la maestra se
preocupa por él lo suficiente para acordarse de lo que a él le importa.
Con respecto a los niños que tengan conversaciones más difíciles con las
maestras a causa de su conducta, es importante darles oportunidades de
comentar y ensayar formas alternativas de responder en determinadas
situaciones. Un mero comentario sobre lo que esté haciendo no sólo
transmite un mensaje de interés, sino que le proporciona también el
lenguaje para desarrollar una comprensión conceptual;
p. ej.: «Me gusta mucho cuando sois buenos amigos: estáis trabajando
juntos y compartiendo las cosas. Muchas gracias».
La sonrisa es poderosa. En todo el mundo y en todas las culturas, sonreír
es signo universal de bienvenida. Una sonrisa directa y auténtica transmite
un mensaje de afecto, vinculación y aceptación. Cuando va acompañada
por un contacto visual, puede ser también testimonio de atención y
refuerzo. Si el niño se acostumbra a esa atención por comportarse bien, la
ausencia de expresiones positivas cuando se produce el mal
comportamiento puede ser también muy eficaz. La mayoría de las maestras
es afectiva con los niños pequeños aunque en los últimos años, la
preocupación por los abusos ha hecho esto más difícil. No obstante,
muchos niños buscan el afecto físico y su evitación puede interpretarse
como un rechazo. Dar un rápido abrazo, poner una mano en el brazo, agitar
el pelo son mensajes afectuosos de aceptación. Si un niño rehúye alguna
de estas manifestaciones, es mejor tomar la iniciativa. En algunos casos,
los niños pueden ser muy tímidos, mientras que, para otros, el contacto
físico puede tener otras connotaciones. Si se sospecha que pueda darse
algo así, merece la pena tener una conversación confidencial con quien se
encargue de estas cuestiones.
Las maestras que se propongan entablar de este modo unas relaciones
positivas con los niños es más probable que tengan éxito con otras
estrategias que dependen de las respuestas de una persona «significativa »
en la vida del niño. A estos efectos, la maestra pasa a ser significativa
cuando el niño se preocupa de sus reacciones, está más dispuesto a
referirse a ella como modelo y a escuchar lo que diga, porque, en el
pasado, esto ha incluido mensajes «fáciles de escuchar».
NECESIDAD DE PERTENENCIA

Del mismo modo que los niños sienten la necesidad de ser aceptados por
sus maestras, también necesitan sentir que pertenecen a la clase y forman
parte de ella. El hecho de sentirse en la periferia y carecer de la confianza
suficiente para considerarse parte del grupo puede distraerles del
aprendizaje.«La cooperación y el grupo», nos ocuparemos más
detenidamente de la necesidad de pertenencia y comentaremos diversas
formas de darles la bienvenida y de desarrollar la identidad de la escuela y
de la clase. Los niños a quienes se les ayuda a sentirse parte de la clase,
tienen más que perder cuando su conducta causa molestias a sus
compañeros.

NECESIDAD DE TENER INTERACCIONES AMISTOSAS CON OTROS

Los niños pueden pertenecer a muchos grupos diferentes: familia, escuela,


clase o grupos más pequeños de amigos. A medida que crecen, cobra
mayor importancia el hecho de disponer de una red de amigos, pero es
importante que el aprendizaje inicial de las competencias interactivas
empiece cuando son más pequeños. La capacidad de relacionarse con sus
iguales es un buen indicador de los resultados educativos posteriores.
Cuando los adultos han ejemplificado una buena conducta social y se ha
orientado a los niños sobre las destrezas básicas de colaboración, ellos
suelen ser capaces de establecer rápidamente unas interacciones positivas
en el aula. Sin embargo, no todos han tenido esa experiencia o saben qué
hacer en un grupo; estos niños necesitan orientación y, a veces, una
enseñanza más directa.
Si saben en qué consiste una conducta amistosa y se les da oportunidades
y estímulo para mostrarse amables, se les abre la posibilidad de entablar
amistades en clase. Cuando estas alianzas elevan la auto estima, pueden
ser poderosos refuerzos en apoyo del aprendizaje y de las conductas
positivas.

Importancia de la autoestima positiva

Todas las personas necesitan sentirse bien consigo mismas, que se les
reconozcan sus virtudes y que los demás les presten una atención positiva.
De este modo serán capaces de asumir riesgos y de cometer errores.
Ambas cosas son cruciales en el proceso de aprendizaje. La promoción de
la autoestima de los niños pequeños debe integrarse en todos los
programas de aprendizaje, ya trate de desarrollar las competencias
conceptuales y cognitivas o de establecer conductas adecuadas.
La orientación hacia lo positivo, es la forma más eficaz de mantener tanto la
autoestima como la motivación. Cuando se encarga a los niños actividades
en las que pueden tener éxito, en las que los errores forman parte del
proceso de aprendizaje y en las que abundan los estímulos y no las
condenas, es más probable que la autoestima se mantenga elevada. Las
maestras tienen que evitar expresiones añadidas a los elogios, como:
«¿Por qué no te portas siempre así?», pues vuelven a destacar los fracasos
y errores del niño.
Es posible que los niños que llegan a la escuela con sentimientos muy
negativos necesiten un programa específico para desarrollar una
percepción más positiva de sí mismos, como hacer un libro de «Yo puedo».
En otros capítulos, pueden encontrarse más ideas para elevar la
autoestima.

Necesidad de saber expresar los sentimientos

Puede que los niños, como también algunos adultos, tengan una
comprensión limitada de sus propios sentimientos y formas restringidas de
expresarlos. En muchas culturas occidentales, no es corriente hablar de las
emociones y reconocerlas, en especial de las emociones de los niños
pequeños. No es extraño oír a los adultos comentarios sobre sus propios
sentimientos hacia sus hijos en términos negativos;
p. ej.: «me haces enfadar», «me estás distrayendo», «estoy harto de que
me hagas esto». Es muy probable que estas cosas no ayuden a los niños a
desarrollar su autoestima ni la comprensión de sus propios sentimientos,
excepto, quizá, los de culpa y de reproche. Tampoco informan a los niños
de los aspectos de la conducta que disgustan a los adultos ni de lo que
deben hacer para evitar enfadarles en el futuro.
Estimular a los niños para que se convenzan de que pueden engendrar
buenos sentimientos en los demás al hacer comentarios sobre lo positivo
no sólo potencia al niño, sino que eleva su autoestima y amplía el acceso a
las estrategias de expresión y control emocionales;
p. ej.:
• «Tu cara sonriente me hace sentirme verdaderamente alegre».
• «Me ha entusiasmado que hayas sido capaz de leer esas palabras».
• «Sé que estabas triste, pero has ayudado muy bien a tu grupo a poner las
cosas en su sitio».
Ayudar a los niños a identificar los buenos sentimientos sobre sí mismos
eleva su autoestima y les capacita para observar y articular menos
sentimientos negativos como el enfado. A su vez, esto promueve
estrategias de expresión personal que no se basan en impulsos y les ayuda
a vincular los sentimientos con pensamientos y acciones.

Necesidad de autorrealización

Podemos definirla como la capacidad de realizar todo nuestro potencial, de


sentir que podemos tener éxito y controlar nuestro destino.
Aunque los niños pequeños no están en una fase en la que puedan
conceptuar esto en un sentido real, los adultos que están con ellos son muy
conscientes, con frecuencia, de la orientación hacia ese objetivo. Para
alcanzarlo, hay que tener en cuenta algunas necesidades subsidiarias.

Acceso al juego y a otras oportunidades de aprendizaje

Los niños no necesitan que se les compre muchos juguetes, aunque, sin
duda, pueden ser útiles. Lo que necesitan es espacio para jugar, cosas que
puedan utilizar como materiales de juego, orientaciones para ampliar sus
destrezas, oportunidades para jugar con otros y alguien que medie entre su
juego y ellos, les hable y les ayude a interpretar sus experiencias. La falta
de estas oportunidades en los años preescolares puede crear dificultades
cuando se encuentren con lo que debe parecer una inmensidad de
posibilidades en el aula. Necesitan orientaciones y limitaciones, para
centrarse y dedicarse adecuadamente a lo que se les ofrece. Cuando
puedan hacer esto, habrá que permitirles cierta libertad para que
experimenten y sean creativos.

Necesidad de participar en el proceso de aprendizaje

A los niños cuyas necesidades más básicas no estén satisfechas, les


costará mucho más dedicarse a aprender. A menudo, las maestras
descubren que enseñar algo no significa que ese algo se aprenda. O bien el
enfoque inicial no ha sido suficiente u otros factores han inhibido la
retención. En consecuencia, el primer paso hacia el aprendizaje consiste en
conectar con el niño en un nivel afectivo, tanto en cuanto al factor del
interés como en cuanto a los sentimientos de éxito.
Esto incluye ayudarle a relacionar los nuevos conocimientos con las
experiencias y conocimientos previos.
Necesidad de experimentar el éxito

Según las personas, el éxito puede significar algo muy diferente. El éxito no
sólo se define de acuerdo con las aspiraciones personales, sino con los
objetivos sociales, culturales e institucionales. Cuando se juzga en sentido
competitivo, puede ser un concepto muy odioso.
Para muchas personas del mundo occidental, significa acumular cosas
materiales o, al menos, los medios para acceder a la propiedad. También
significa elevadas calificaciones académicas. Definido de acuerdo con otros
valores, como las cualidades personales, puede desestimarse como menos
importante, aunque, en realidad, pueda ser crucial para el éxito de una
persona, ser feliz y sentirse realizado.
No obstante, en todas las definiciones, el éxito produce éxito. Las personas
que sienten que pueden ser eficaces en su mundo, que pueden realizarse y
sentirse bien consigo mismas son las que están motivadas para seguir
aspirando a lo más alto. Normalmente se fijan objetivos realistas y han
apreciado suficientes progresos como para seguir en la brecha. Lo mismo
ocurre con los niños: necesitan que se les presenten unos objetivos
alcanzables, saber que pueden tener éxito en su empeño de alcanzarlos y
también que esto agrada a las personas que les importan.

Necesidad de desarrollar un lugar de control interno

Las personas cuyo lugar de control es externo no pueden autor realizarse


porque no se atribuyen a sí mismas sus éxitos ni sus fracasos.
A su modo de ver, los éxitos se deben a la buena suerte y los fracasos, a
otras personas, a las circunstancias o al azar. Los alumnos mayores que
tienen problemas a causa de su conducta echan rápidamente la culpa a los
compañeros y, a veces, son incapaces de ver que puedan poner algo de su
parte para cambiar la situación. Es posible ayudar a los niños a desarrollar
un lugar de control interno y a sentir que pueden ser eficaces si se les
ofrecen opciones y se les ayuda a considerar y a practicar respuestas
alternativas a ciertas situaciones.
Con respecto a la conducta en clase, pueden presentarse diversas
consecuencias, lo que resulta eficaz tanto como estrategia de control como
para promover el sentido de responsabilidad de los niños respecto a su
propia conducta: p. ej.: «Si optas por esconderte debajo de la mesa durante
el tiempo del cuento, escoges quedarte en clase durante la hora de juego;
si eliges sentarte con nosotros, podrás salir a jugar con todos los demás». A
continuación, puede elogiarse al niño por haber hecho una buena elección
o señalarle que él mismo ha elegido quedarse en clase durante la hora de
juego. El hecho de que no le guste, puede influir en la elección que haga en
la siguiente ocasión.

Conclusión

Todos los niños tienen necesidades de supervivencia básica, de seguridad


emocional y física, de sentirse amados y atendidos, de sentirse bien
consigo y de crecer y desarrollarse al máximo. Algunos tienen dificultades
ante las exigencias de la escuela porque ni siquiera tienen satisfechas sus
necesidades básicas. Si no se intenta recuperar de alguna manera el
equilibrio, los esfuerzos para impartir el currículo pueden tener un alcance
limitado. Esto no significa que las maestras tengan que hacerse cargo del
papel de los padres, pero tienen que ser conscientes de que los niños
tienen estas necesidades en distintos momentos de sus vidas.
Probablemente, lo más eficaz, en términos de tiempo y de recursos, sea
incorporar estrategias para satisfacer estas necesidades en la vida
cotidiana de la clase.

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