Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Introducción
Un estudio con cerca de 400 adolescentes finlandeses acerca de las razones para
beber y drogarse permitió afirmar que éstas tenían que ver con la búsqueda de
experiencias sensoriales, subjetivas referidas a “un sentimiento de bienestar” y “de
diversión” (Palmqvist, Martikainen y Von Wright, 2003). La descripción de
sensaciones puede proceder de las drogas actualmente de moda, más consumidas
así como del modo de consumo. El patrón de consumo adolescente describe una
tendencia cada vez más evidente al policonsumismo de fin de semana. Ya resulta
evidente el paralelismo de este patrón con el del adulto que se sufre el devenir de la
semana llena de obligaciones laborales para luego abandonarse a la vida
contemplativa y consumista los fines de semana. Es la liberación de síntomas
represivos en un corto espacio de tiempo y como recompensa de la semana. De
mayor a menor consumo de drogas en nuestro país, las sensaciones pretenden
individual y conjuntamente estimular la socialización destruida y alimentar la
autoestima (alcohol, tabaco), prolongar el placer de disfrute y estimular la
comunicación, al disminuir la fatiga, el sueño, el apetito y aumentar la locuacidad
(cocaína), reducir el dolor y recrearse en la euforia (heroína), no pensar, no sentir,
no recordar, alterar el mundo, detener el tiempo y relajarse (cannabinoides), deseo
de velocidad de vida al potenciar efectos cardiovasculares y parasimpáticos (drogas
de síntesis), de actuar con actitud agresiva (anfetaminas) y confundirse con ideas
delirantes y descoordinar la propia acción.
La ilimitada oferta de drogas propicia que los grupos-consumidores sean cada vez
más numerosos y actúen con mayor capacidad de atracción social. Se venden
imágenes de superioridad o dominio social (drogas ilegales), de independencia
(tabaco) o de supuesta madurez (alcohol). La interacción adolescente en contextos
de recreo a través del consumo de drogas permite la multiplicidad de yoes frente a
su audiencia eliminando la entidad fija e inamovible que estigmatiza y reduce al
adolescente (Albertin, 2003).
Referencias bibliográficas