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ASESINOS VESTIDOS DE PATRIA

El 28 de abril salieron miles de colombianos a las calles de varias ciudades


exigiendo el retiro de la reforma tributaria planteada por el presidente Iván Duque y
el ministro Alberto Carrasquilla, y además reclamando mejoras al sistema de
salud, laboral y educativo, pero esto va más allá, el enojo de los colombianos
también se debe al asesinato sistemático de líderes sociales, a el incremento en
tasas de desempleo y de pobreza, a la falta de servicios públicos adecuados y al
mal manejo de la pandemia.

Aunque el retiro de la reforma tributaria fue el principal motivo de las


manifestaciones, la indignación de los colombianos supera este tema, pues el
gobierno del presidente Iván Duque en lugar de escuchar las demandas de los
manifestantes decidió militarizar las ciudades, con el fin de atenuar la “grave
alteración de orden público” y de “mantener la seguridad en todo el territorio
nacional”, a causa de esto, en las ciudades de Colombia se empezó a vivir una
masacre cada noche y se suscitó entre los colombianos el miedo a un
autoritarismo.

Hoy en día, ver miembros de la fuerza pública no de seguridad, causa pánico y


genera intimidación. Los manifestantes han sido reprimidos y abusados por
quienes juraron defenderlos y son múltiples los casos de abuso policial, uno de los
más lamentables es el caso de Lucas Villa, un estudiante de 37 años de edad que
fue asesinado por miembros de la fuerza pública mientras participaba de forma
pacífica en las manifestaciones del 5 de mayo en Pereira, otro caso indignante fue
el de Alison Meléndez una joven de 17 años de edad que denuncio en su red
social haber sido abusada sexualmente por parte de 4 agentes del Esmad y horas
después se suicidó, aunque existe un video donde se comprueba que la joven fue
capturada de manera injustificada y haciendo uso excesivo y arbitrario de la
fuerza y además se evidencia que fue ingresada a la URI, la Policía Nacional
negó que Alison fue abusada sexualmente y el comandante Ricardo Augusto
Alarcón afirmo que esta es una noticia falsa.
Y así de forma continua se han venido presentando casos de uso ilegal de armas
letales contra manifestantes pacíficos, detenciones arbitrarias y torturas por parte
la fuerza pública.

A causa de esto, después de 24 días de manifestaciones la ONG Temblores


reporto 2.905 casos de violencia por parte de la fuerza pública dentro de los
cuales se pudo identificar 855 de violencia física, 43 homicidios, 1264 detenciones
arbitrarias, 575 intervenciones violentas, 39 víctimas de agresiones oculares, 153
casos de disparos de arma de fuego, 21 víctimas de violencia sexual y 6 víctimas
de violencia basada en género. Además, a Indepaz se han reportado 346
personas como desaparecidas en el marco de las protestas en Colombia.

Aunque estamos en un Estado Social de Derecho que se supone debe garantizar


a los ciudadanos sus derechos fundamentales, la realidad es otra, cada día los
ciudadanos somos estigmatizados y reprimidos en las protestas sociales y en
cualquier muestra de disenso. La fuerza pública ha demostrado un
comportamiento autoritario y represivo contra de los manifestantes y nuestros
representantes solo justifican estos hechos de violencia como accidentes.

Bajo este contexto, es importante entender que la violencia que se ha generado a


raíz de las actuaciones de la policía obedece a un problema estructural y
sistemático con el que los colombianos ya tenemos una triste y extenuante
historia. La solución a este problema estructural depende de diferentes factores,
como una reforma al código de policía y a la doctrina en la que adiestran a estos.

Ahora bien, en teoría, la policía es un cuerpo civil que tiene como función proteger
la vida, la integridad física y seguridad de las personas, además de prevenir
delitos, sin embargo, la policía a lo largo de la historia ha sido utilizada como una
fuerza de control represivo en contra del pueblo y a favor de los gobiernos
autocráticos. La masacre de las bananeras, el bogotazo, el asesinato de Dilan
Cruz y Uriel Gutiérrez son algunos de los casos que evidencian las atrocidades e
historia tan violenta de las instituciones policiales.
Por otra parte, está claro que la violencia policial afecta toda la sociedad civil pero
en particular y de una manera desproporcionada afecta a la población afro,
LGTBI, mujeres e indígenas, pues los uniformados determinan la peligrosidad de
un ciudadano basándose en prejuicios y dando un trato discriminatorio y desigual,
estas actuaciones generan un sentimiento de desconfianza y temor en la
población perseguida por la policía. Estos hechos de discriminación,
estigmatización y violencia son un patrón para causar miedo y disuadir la
población de hacer reclamos.

Para ser más puntuales, son 231 casos de homicidios a personas mestizas, 33
casos a afro descendientes, le sigue personas blancas con 7 y los indígenas con
6. De esta forma, en términos porcentuales, el 11.4% de los asesinatos cometidos
por la Policía Nacional fue en contra de la población afro descendiente, lo que la
sitúa como la población más asesinada por la policía entre el año 2017 y 2019.

Hay que mencionar, además que en el marco de las protestas la ONG Temblores
ha reportado 22 casos de violencia sexual a mujeres por parte de la fuerza
pública, dentro de los que se encuentran acciones de desnudamiento forzado,
tocamiento y penetración. Además, entre el año 2017 y 2019 la ONG Temblores
reporto 636 muertes de civiles que ocurrieron a manos de civiles, esto demuestra
un problema recurrente en la estructura de esta institución.

Aunque realizar una reforma a la policía es posible, esto va resultar complicado,


pues hay una cultura policial que es difícil de erradicar y aspectos en los cual debe
intervenir el Congreso de la Republica para cambios en la constitución.

Un aspecto muy importante que se debe abocar es que esta institución ha sido
militarizada desde hace décadas, pues ha tenido que combatir contra la guerrilla y
los narcotraficantes y así la estructura interna de la policía se ha construido como
si fuera un ejército y con una concepción doctrinal que se llama “la lógica del
enemigo interno”, razón por la cual la policía arrebata muchas vidas injustificadas.
Por esto es necesario que se analice la doctrina de la institución que debe tener
como objetivo la protección de la ciudadanía y la prevención de los delitos.
Además, se deben realizar cursos de capacitación en derechos humanos y de
diversidad sexual y de género a los agentes, pero esto no es todo, también se
deben hacer protocolos mucho más específicos para saber y entender lo que debe
y pueden hacer los agentes.

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