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LA CIENCIA DE LA MASCULINIDAD 49 ‘La NUEVA CIENCIA SOCIAL Historias Los elementos de una nueva aproximaci6n a la masculinidad pueden observarse en diversas disciplinas de las ciencias socia- les yhan sido impulsados por el movimiento de liberacién de los hombres y la psicologfa de roles sexuales; sin embargo, no fue- ron limitados por la teoria de roles. La historia y la etnograffa proporcionan un elemento fundamental que evidencia ladiver- sidad y la transformacion de las masculinidades. Evidentemente, la bibliografia hist6rica académica siempre se ha ocupado de los hombres —por lo menos de los ricos y fa- mosos—. Las feministas notaron esto y, en los aitos setenta, de- sarrollaron un poderoso movimiento que escribfa la “historia de las mujeres” y compensaba el desequilibrio. Considerando la supuesta reciprocidad de los roles sexuales, no es de extrafiar que se concluyera que también se necesitaba una “historia de los hombres”. A fines de los afios setenta, se anuncié dicha necesi- dad y se comenzé a llevar a la practica.4 Sin embargo, ya existia una historia de los hombres. El tema central de una nueva historia tenia entonces que ocuparse de aquello que no estuviera incluido en la historia ya existente, que no consideraba aspectos ligados al género; esto es, la idea de la masculinidad. A menudo, a esta historia se le llamé del rol mas= culino ¥ la primera ola de trabajos estadounidenses de este tipo se superpuso a la bibliografia sobre el rol sexual masculino dis- cutida anteriormente. Se caracterizaba por tener el mismo vago alcance y por estar escrita con unalto grado de generalizaciones. Apesar de que se siguen haciendo investigaciones amplias de Jas normas culturales de la masculinidad, un nuevo punto de vis- ta, mucho mis incisivo, emergié a partir del apogeo de los estu- «ios locales sobre la historia de las mujeres. Una parte de esta bibliografia sigue utilizando el vocabulario de los roles sexuales, aunque muestra que las expectativas son més variadas y mas cuestionadas de lo que se pensaba anteriormente. Los mejores “* Stearns, 1979, y Pleck’y Pleck, 1980, constituyen doctos ejemplos. Enrea- liad existieron muchos otros peores, a los que no voy a citar por caridad. 50 EL CONOCIMIENTO Y SUS PROBLEMAS ejemplos de este tipo de trabajo han Ilegado mas alld de las nor- mas que establecian las instituciones en las cuales se desarro- jaron. Por ejemplo, Christine Heward, en Making a Man of Him (Con- vertirlo en un hombre), rastrea el cambio y la diferencia en una escuela privada inglesa. No slo muestra cémo las practicas es- colares de disciplina, vestido, jerarquias académicas y juegos de equipo construyen masculinidades respetables, sino también de qué manera la institucién responde a las estrategias de género y clase de las familias de los niiios. Otro ejemplo es el estudio que hizo Michael Grossberg sobre la practica del derecho en Estados Unidos durante el siglo x1x. Ahf se muestra cémo los margenes de la profesion se izaban en contra de las mujeres mientras que su organizacién interna (como el “circuito” de audiencias de los juzgados) sustentaba una versién particular de masculi- nidad—y finalmente la transformé cuando, con el apogeo de las firmas legales, la dindmica de género cambié y permitié la en- trada de las mujeres.*° La misma l6gica puede aplicarse a instituciones mayores, co- mo los mereados laborales. La bibliografia sobre el rol masculi- no dio por sentado que una parte esencial de la masculinidad era proveer el sustento familiar, ¢De dénde vino esta conexién? Wal- ly Seccombe mostré que esta suposicién se habfa creado recien- temente y que no se aceptaba de manera universal. Se produjo en Gran Bretafia a mediados del siglo x1x cuando se realinearon diversas fuerzas sociales. Tanto los capitalistas como los obre- ros tenfan opiniones divididas al respecto. Las uniones gremia- les adoptaron poco a poco el concepto del salario de la “cabeza de la familia 0 proveedor”, a cambio de hacer divisiones entre los obreros y las obreras, y entre quienes sabfan el oficio y quienes todavia no estaban entrenados.*° +8 Para una investigacién general, véase Rotundo, 1993; para estudios loca- les, Carnes y Griffen, 1990, Roper y Tosh, 1991 y, especialmente, Heward, 1988, Grossberg, 1990. + Seccombe, 1986, Este argumenio sobre el cardcter politico del salario fa- miliar se sustenta por estudios regionales detallados debidos a Metcalfe, 1988, sobre quienes trabajaban en las minasaustralianas, y Rose, 1992, sobre quienes trabajaban en los tejidos britanicos. LA CIENCIA DE LA MASCULINIDAD Si A partir de estudios como los anteriores queda claro que las definiciones de masculinidad se encuentran intimamente ligadas ula historia de-tas instituciones y-de las estructuras economicas. 1a masculinidad no es sélo una idea de alguien ni una identidad personal, Se extiende a lo largo de todo el mundo y se mezclacon relaciones sociales. Para comprender de manera historica la mmasculinidad es necesario estudiar los cambios en dichas rela- viones scciales organizadas. Para hacerlo, como lo muestra el libro mas reciente de Michael Gilding, The Making and Breaking of the Australian Family (Cémo se hizo y se deshizo la familia aus- }raliana), amos des unidad como la de la ba a +8¥b “familia” ‘rentes relaciones —crianza infantil, empleo, yelaciones sexuales-y-division del trabajo—. Estos elementos pudieran cambiar a ritmos variables y generar tensiones en la nvasculinidad y feminidad.” Elestudio historico mas notable hasta ahora sobre masculi- nidad se centré en las relaciones sociales a la mayor escala po- sible, la expansion global del poder europeo. Nos referimos a la ivestigacion que realiz6 Jock Phillips sobre la colonia en Nue- va Zelanda, en el siglo xx.4* Phillips comienza su estudio con la demograffa y economia «le los asentamientos que ocasionaron que la poblacién blanca de onos estuviera constituida por una gran mayoria de hombres vy que se formaran nichos en la frontera integrados tinicamente por hombres. El resultado fue la formacién de una subcultura sculina turbulenta que ocasioné problemas de orden social suy serios. El Estado colonial intenté establecer su control al )plomover asentamientos agricolas basados en las granjas fami- es. Con ello se intentaba limitar la masculinidad al matrimo- yaun mayor orden. Con el cambio de siglo, proporciones més equilibradas entre los sexos, una creciente urbanizacion y la conquista casi total| «le la poblacién maori, las exigencias del control social cambia- Gilding, 1991. © Phillips, 1980, 1984, 1987. 52 EL CONOCIMIENTO Y SUS PROBLEMAS vilizaron para ingresar a las fuerzas armadas del imperio britanico. Phillips muestra en fascinantes estudios de caso, to- mando como referencia los rituales priblicos asociados con las desredidas y bienvenidas, como quienes se encargaban de la po- Iitica y la prensa fabricaron una descripcién publica de la viri- lidad neocelandesa. La descripcién relacionaba el ethos de los colonos y granjeros con nociones racistas de solidaridad impe- rial. Los hombres maories eran, al mismo tiempo, movilizados en batallones que originaron un mito guerrero distinto. E) deporte organizado, especialmente el rugby, se convirtié en e. instrumento que se utiliz6 para relacionar las contradic- ciones de la violencia masculina y el control social. El primer ministro del pais se reuni6, en medio de un entusiasmo masivo totalmente orquestado, con el equipo nacional cuando regres6 del viaje que hizo en 1905 a Europa. En ese entonces, el deporte por equipos en el mundo de habla inglesa se desarrollaba como un ambito estrechamente ligado a convenciones. La ejemplar concicién del deporte como prueba de masculinidad, que ahora damos por sentada, no es, en ningtin sentido, natural. Se produ- jo historicamente, y podemos ver én este caso que es un produc- to deliberado de cierta estrategia politica. = A pesar dé qué los deialles de esta historia son particulares de Nueva Zelanda, la aproximaci6n tiene implicaciones mucho més amplias. Phillips muestra cémo se produjo una masculinidad ejemplar como forma cultural. (Hasta cierto punto, podemos de- cir que fue una construccién que envié a los hombres ala muer- te). Se formé de la interaccién entre las cambiantes relaciones socizles de la poblacién de colonos, el Estado local, el sistema imperial britnico yla rivalidad mundial entre las potencias im- perizlistas. Elmodelo de género no fue un resultado mecdnico de dichas fuerzas; se alimentaba de la respuesta estratégica a una situa- ci6n dada. Y no fue el nico modelo que podia haber surgido de tal situacién. El trabajo o el pacifismo pudieron haberse forta- lecido; el rugby pudo haberse descartado; las relaciones entre la poblacion blanca y la maori pudieron haber sido distintas. La prodaccién de un ejemplo particular de masculinidad requirié de cierto esfuerzo politico y significo la derrota de alternativas histéricas. LA CIENCIA DE LA MASCULINIDAD 53 Por lo tanto, la investigacién histérica de la masculinidad conduce, a través de las instituciones, al cuestionamiento sobre la.agencia* y la lucha social. La antropologfa conduce a una lé- gica muy similar. La etnografia del otro El tema central de la antropologia es el estudio de las sociedades, menores en escala, que encontraron los europeos y estadouni- denses durante su expansion colonial. A principios del siglo xx la etnogreffa se convirtié en el método de investigaci6n caracte- ristico: ladetallada descripcién de una forma de vida en la cual el investigador participaba basandose en observaciones propias y hablando con informantes en su lengua nativa. Loquela etnografia queria conocer era la forma en la cual las culturas colonizadas diferfan de las sociedades de Europa y Es- tados Unidos, sociedades seculares, basadas en el mercado y con- troladas por el Estado. Se centraba en la religion y el mito, y en los sistemas de parentesco que, se pensaba entonces, proporcio- naban la estructura de las sociedades “primitivas’. El andlisis de dichos elementos proporciona informacion muy valiosa respec- to al género. De esta manera, las investigaciones etnograficas, que se acumularon en Jas bibliotecas de las potencias imperialis- las, constituyeron una mina de informacion sobre las mismas cuestiones que debatian el feminismo, el psicoanilisis y la teo- ria de los roles sexuales. Asi, laantropologia también dio origena dichas controversias. Ya mencioné antes el debate desencadenado por Malinowski y basado en la etnografia de las Islas Trobriand sobre la univer- salidad del complejo de Edipo. Sex and Temperament in Three Primitive Societies (El sexo y el temperamento-entres sociedades primitivas), de Margaret Mead, escrito en los treinta, es una po- «lerosa demostraci6n de la diversidad cultural de significados de |x masculinidad y la feminidad —aunque Mead nunca sobrepas6 * Nota ¢la traduccién: la palabra agency, en su uso comin en inglés, signi- ccién, capacidad de acci6n o intercesién, Ese es el sentido que le estamos ‘a agaicia, Para marcar esta diferencia, de ahora en adelante, cada vez jicemos el términolo haremos en cursivas. S4 EL CONOCIMIENTO ¥ SUS PROBLEMAS laconviccién de que bajo todas estas posibilidades existia siem- pre una heterosexualidad natural.” Enlos setenta, el feminismo de la segunda ola produjo traba- jos muy originales sobre la antropologia de género. Como en la historia, la mayor parte del trabajo se debié a mujeres e intenté documentar Ia vida de las mujeres. Y, al igual que en la historia, después se desarrollaron investigaciones sobre la masculinidad. Algunos de estos trabajos se centran en las imagenes cultura- les del concepto mascutlinidad. Por ejemplo, Michael Herzfeld, en su elegante y entretenido libro The Poetics of Manhood (La posti- cade la masculinidad) narra el robo de ovejas que se hacia enlas montafias de los pueblos cretenses para representar lo masculi- no. El debate etnografico sobre el “machismo” latinoamericano —el ideal masculino que enfatiza el dominio sobre las mujeres, la competencia entre los hombres, el despliegue de agresividad, sexualidad rapaz y doble moral— también se ha centrado en la ideologta.° En Guardians of the Flutes (Los guardianes de las flauias), de Gilbert Herdt, la pieza mas espectacular del trabajo emografico reciente sobre masculinidad, la ideologia se implanta ms pro- fundamente en la practica. El libro es una etnografia conven- cional, incluso conservadora, de la cultura de los altos orientales de Papua Nueva Guinea, conocida como “Zambia”. Se trata de (ladescripcién de una economia basada en larecoleccién yla jar }-dinerfa, del orden politico en una aldea pequefia, de una cosmo- \. Llogfay mitologia, y de un sistema ritual. La cultura sé caracteriza | por guerras crénicas, una marcada division del trabajo depen- | diente del género y una masculinidad notablemente enfatizada ‘ yagresiva. — La parte central del relato de Herdt se ocupa del culto a los hombres ystis rituales de iniciaci6n, que incluyen relaciones se- Ny xuales intensas que implican chupar el pene y tragarel semen— los nifios iniciados y los hombres jévenes. El semen es la _ esencia de la masculinidad y debe transmitirse de una genera- —$—$< Mead, 1963 [1935]. Su tcorfa posterior sobre el género se volvio mas con- servadora: Mead, 1950. ® Herzfeld, 1985; para un ejemplo de la discusién sobre el machismo, véa- seBolton, 1979. LA CIENCIA DE LA MASCULINIDAD 55 cin a otra entre los hombres para asegurar que la sociedad so- breviva. Un complejo sistema de historias y rituales (que inclu- ye el medio ambiente natural, el orden social de Zambia y las flautas sagradas que producen la misica caracteristica del cul- toa los hombres) sostiene dichas creenci “Fue el componente sexual el que dio. al trabajo etnografico de Herdt un cardcter escandaloso. Presenté la imagen de una mascu-- linidad violenta y agresiva que, aparentemente, era como la mas- culinidad comin exagerada de nuestra propia cultura, pero que se basaba en relaciones homosexuales —que en nuestra cultu- ra, se piensa, producen afeminamiento—. Ademas, esta etnogra- fia contradice la fuerte suposici6n cultural (a menudo expresada por la ciencia y Ta politica) de que la homosexualidad sélo.se presenta en-una pequefia.minoria. En Zambia, casi todos los hombres son homosexuales en cierta etapa de su vida. Herdt de- nominé este patron como “l alidad hecha ritual” y rea- liz6 investigaciones de practicas similares en otras sociedades melanesias.*! Qué tipo de ciencia se produce luego de estas investigacio- nes? Seutin el modelo positivista de ciencias sociales, partiendo de la coleccién de casos multiples se intenta llegar a generaliza- ciones interculturales y leyes que incluyan a toda la sociedad hu- mana. Este es el proyecto de David Gilmore en Manhood in the Making (El proceso de la masculinidad), el intento mas reciente yambiciosos por establecer lo que la ciencia antropoldgica enun- cia sobre la masculinidad. Gilmore anoté correctamente que la antropologia es una mina de informacién sobre los hombres y la masculinidad. Con la ayu- dade una impresionante biblioteca, incluyé al mundo ysum6 et- nograffas de Espafa, las Islas Truk, Brasil, Kenia, Papua Nueva Guinea, Polinesia y Malasia, ademas de pequefias porciones de “Asia oriental y meridional”, y de todas partes. Querfa encontrar fundamentos.para hacer generalizaciones sobre la hombria* y 5! Herdt, 1981, 1982, 1984, Modjeska (1990) cuestiona el alcance de la “ho- mosexua idad hecha ritual”. * Nota a la traduccion: Tradujimos manhood como “hombria” y manliness como “virilidad” intentando respetar las diferencias que Connell establece en- tre el uso de términos en inglés. Con mantiness, Connell sugiere algo mas rela- cionado con le fisico, mientras que con manhood acenttia lo moral. 56 EL CONOCIMIENTO Y SUS PROBLEMAS sus logros, contestar preguntas como “;existe una estructura profunda de la hombria?, gun arquetipo global de la virilidad?” La respuesta de Gilmore fue que la hombria es dificil de con- seguir y que el proceso incluye la lucha dentro de un reino dis- tintivamente masculino, que sus logros requieren marcarse por ritos de iniciacién. La funcién cultural de la ideologfa masculi- na es motivar a los hombres para que trabajen: Siempre que existan batallas que luchar, guerras que ganar, picos que escalar, trabajo duro por hacer, algunos de nosotros tendre- mos que “comportarnos como hombres”. Psicolégicamente, la masculinidad es una defensa contra la regresi6n a la identificacién preedipica con la madre. Segtin Gil- more, esto puede decirse de casi todas las culturas, aunque exis- ten algunas pocas excepciones, como en Tahiti y los semai de Malesia, en las cuales los patrones de masculinidad son mas “pasivos” y relajados.=? Ellhecho de que la investigacién etnogrdlica produjera resul- tados tan inesperadamente banales no deja de sorprender. gAcaso hay algo mal con las etnografias? No lo creo; el problema es el uso que se les dio. El marco tedrico de Gilmore es el de la teoria de los roles sexuales y su trabajo incorpora las confusiones y es- quemas ya discutidos. En un nivel mas profundo, el libro mues- tra la futilidad de intentar producir una ciencia positivista de la masculinidad basada en la generalizaci6n intercultural. El método positivista presupone un objeto de conocimiento estable, constante en todos los casos. ¢Es la “hombria” ola “mas- culinidad” dicho objeto? Otras etnografias suponen que no. El complejo anilisis que realiz6 Marilyn Strathern de lo que llamé “logros sexuales” en los pobladores de Hagen, localizado en las partes altas de Nueva Guinea, presenta al género como una me- taéfora, no como un rol sexual. Cuando alguien en Hagen dice (significativamente) “nuestro clan es un clan de hombres”, no quiere decir que no hay mujeres en el grupo, ni que las mujeres adoptan un rol sexual masculino. A lo que se refiere es a la ca- pacidad y el poder del clan como una colectividad. La frase con- 2 Gilmore, 1990. LA CIENCIA DE LA MASCULINIDAD 57 tradice la idea de la diferencia sexual y fragmenta la definicion positivista de masculinidad.>> La ctnografia de Strathern nos obliga a pensar sobre un uni- verso de significacién del género muy distinto. Lo mismo podria decirse del original recuento de Herdt sobre Zambia, una etno- graffa conmovedora que otorga al punto de vista occidental algo que le es totalmente ajeno: una experiencia y una practica pro- fundamente distintas alas nuestras. Ninguna ciencia que intente comprender esta experiencia a través de conceptos que reflejen las relaciones sociales distintivas de Ia sociedad europed/estado- unidense moderna —como los conceptos de masculinidad con- vencionales lo hacen (véase el capitulo 3)— puede llegar muy lejos. v “¢De qué forma, entonces, puede la etnografia participar de una ciencia social ligada al género? Solamente reconociendo las relaciones sociales que condicionan la produccion del cono- cimiento etnografico. Cuando Herdt termino su libro comparativo Rituals of Man- hood (Los rituales para llegar a ser hombre), en 1982, incluyé el trabajo de E. L, Schieffelin sobre el lugar de retiro ceremonial (denominado bau a) en donde se alojaban los cazadores de los pueblos kaluli, en la meseta de Papua. Schieffelin hacfa una de- tallada etnografia del retiro periédico de la sociedad mundana que realizaban los hombres jévenes y mayores. El evento supo- nia un cambio en las relaciones con el mundo espiritual, evitar ritualmente a las mujeres, un periodo de paz. en los endémicos conflictos de la sociedad local y el jabilo creciente que culmina- ba con la distribucién ceremonial de la carne ahumada, produc- to de la caceria. En realidad, Schieffelin nunca atestigué un bau a. En 1958, el gobierno colonial australiano comenzé a patrullar regular- mente la zona. En 1964 llegaron los misioneros, con un grupo de trabajadores, ycomenzarona construir una mision yuna pis- ta de aterrizaje. Sin embargo, justo en ese entonces, dos comu- nidades kaluli realizaban su bau a y los jévenes estaban cazando en el bosque. Habfa varias razones por las cuales habria sido de- sastroso, desde el punto de vista ritual, que los recién llegados entraran al bau a. Recordando lo que les habia ocurrido con otras 8 Strathern, 1978, 1981. 53 EL CONOCIMIENTO Y SUS PROBLEMAS patrullas, los kaluli temian que les robaran la carne ahumada. Asi que terminaron el bau a intempestivamente, distribuyeron lacarne ynunca més realizaron el ritual >* La etnograffa siempre ha trabajado en el punto de contacto en- tre las sociedades indigenas y la expansién de los imperios eco- némicos y polfticos occidentales. El cuestionamiento reciente sobre dicha ciencia como método enfatiza la presencia de los et- ‘xy | négrafos y sus prejuicios respectoa las relaciones sociales: la mi- | _xada del colonizador sobre el colonizado, las relaciones de poder | que definen quién es el que investiga y quién el investigado.>> Ta iencia positivista trabaja suprimiendo esta dimensién his- torica. Nos pide que olvidemos a quienes robaron la carne ahu- mada. Sinembargo, no debemosaceptar la amnesia. Me atreveria a decir que el conocimiento etnografico sobre la masculinidad. adquiere su valor precisamente cuando lo'suponemos una parte! | dela historia mundial, una historia marcada por el despojo, lalu-, | cha yk transformaci6n. Conforme los pueblos indigenas exijan | su derecho a coniar sus propias historias, nuestro conocimien- ) to de la masculinidad occidental cambiar profundamente. $$ — wad La construccion social y la dindmica de género La sociologfa, hogar académico de algunos de los primeros tra- bajos sobre roles sexuales en la masculinidad, fue el lugar en don- de se cio el rompimiento mas grande con el marco tedrico de los roles sexuales. En los tiltimos diez afios, los estudios de campo en los paises industrializados se han multiplicado y se han pro- puesto nuevos lenguajes teéricos. Aunque no exista un paradig- ma definido para esta nueva investigacion, s{ hay algunos temas claros: la construccién de la masculinidad en la vida cotidiana, \ Ja importancia de las estructuras econdmicas ¢ institucionales, |sigmificado de las diferencias entre las masculinidades y el ca- racter contradictorio y dinamico del género. Una de las mas importantes cuestiones estudiadas por la so- ciologia moderna del género —que incluye estudios etnometo- S4 Schieffelin, 1982. 8 Clifford y Mareus, 1986; Strathern, 1991 LA CIENCIA DE LA MASCULINIDAD 59 dologicos muy detallados de conversaciones, ademis de inves- tigacién sobre organizaciones acerca de la discriminacién entre los directores de empresa— es que el gént fija antes de la interaccion social, sino que se construye de ella. Algu- nos ejemplos notables de esta forma de aproximarse a la mascu- linidad pueden encontrarse en los estudios de Michael Messner, Power and Play (Fl poder y el juego), realizado a partir de las entre- vistas que hizo a atletas profesionales, y Little Big Men (Pequettos hombres grandes), producto de la participacion y observacion en los gimnasios de fisicoculturismo.5 Esta rama, al igual que la investigacién de roles sexuales, se ocupa de las convenciones publicas sobre la masculinidad. Sin embargo, en lugar de considerarlas normas preestablecidas que se internalizan y ejecutan pasivamente, la nueva investigacién ex- plore la ferma en quese hacen yrehacen las convencionesdentro de lamisma practica social. De ahi surgié, por un lado, el interés en lapolitica de las normas: los intereses que las movilizan ylas técnicas utilizadas para construirlas. El libro Hockey Night in Canada (Las noches de hockey en Canadd), de Richard Gruneau y David Whitson, muestra con detalle c6mo los intereses econémi- cos y politicos construyen el mundo agresivamente masculiniza- do del hockey sobre hielo profesional. Este tipo de investigacion se interes5 también en las fuerzas que desequilibran 0 limitan la produccién de una forma especffica de masculinidad. Ejemplos tomados del trabajo de Messner y Klein incluyen el papel de las lesiones

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