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Monster Study

EL ESTUDIO MONSTRUO
1939
Wendell Johnson
● Psicólogo norteamericano de la Universidad de Lowa
● “Me convertí en patólogo del habla porque necesitaba
uno”
● Consideraba que la tartamudez era un comportamiento
aprendido

Mary Tudor
● Estudiante de posgrado en psicología
Propósito del experimento
Probar que la tartamudez era un comportamiento aprendido con posibilidad de desaprenderse.

Si el tartamudeo pudiera ser provocado en personas con habla normal, se probaría como una
respuesta condicionada sin un defecto fisiológico subyacente.
Población y procedimiento
● El período experimental duró desde enero y finales de mayo de 1939.
● 22 niños del orfanato Lowa Home.
● 10 de los huérfanos habían sido identificados como tartamudos antes del estudio.
● A ninguno se le informó sobre el propósito de la investigación (Creían que iban a
recibir terapia del habla).
● Tudor y otros cinco estudiantes de posgrado calificaron a los niños según su fluidez
verbal, en una escala: 1 (Pobre) a 5 (Fluido).

Además de tratar de inducir tartamudeos en niños sanos, también se intentó decir a los
niños tartamudos que su discurso era correcto para ver si se producía un cambio.
Los niños tartamudos fueron divididos en dos grupos:

● Grupo IA: “No tartamudeas, tu discurso está bien”


● Grupo IB: “Su discurso es malo”

Los 12 restantes elegidos al azar (fluidez normal) fueron


divididos:

● Grupo IIA: Niños entre 5 y 15 años: “Su habla no es


normal y deben corregirla”
● Grupo IIB: Tratados como hablantes normales y elogiados
constantementes.

El grupo IIA recibía constantes críticas, se exaltaba cada


imperfección del lenguaje y se hacía énfasis en que eran
tartamudos.
Resultados
Desde el inicio los niños del grupo IIA respondieron:

● Norma Jean Pugh (5 años): “Fue muy difícil que lograra


hablar a pesar de haber tenido fluidez”.
● Betty Romp (9 años): “Prácticamente se niega a hablar”
“La mayoría de las veces se cubrió los ojos con su
brazo”
● Hazel Potter (15 años): “Mucho más consciente de sí
misma, habló menos” Chasqueaba los dedos en señal de
frustración.
El único resultado concluyente de la investigación fue que
los niños de fluidez verbal normal a quienes se les recalcó
el hecho de ser “tartamudos” comenzaron a presentar
síntomas de ansiedad, vergüenza a la hora de hablar,
corrección de su propio discurso de manera obsesiva, e
incluso llegaron a evitar la comunicación. Su rendimiento
escolar decayó y su conducta se inclinó al retraimiento.
Gracias
Diego Alejandro Cadavid y María del Mar González

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