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El Secreto de El Prc3adncipe Larry Stylinson Fan 1
El Secreto de El Prc3adncipe Larry Stylinson Fan 1
by TheGuysInLove
El nacimiento del heredero del rey Enrique VIII había sido planeado hace exactos 30 otoños.
Cada otoño, agregaban al calendario una nueva virtud en el bebé que llegaría. Este no podía
poseer defectos. La fecha exacta en la que el niño llegaría, sería el 1 de febrero de 1950. Y sería
llamado Harry Edward IX.
Lo que ellos no esperaban, era que al cumplir los 18 años, el joven y perfecto heredero, digno de
las mujeres mas hermosas del reinado, caería bajo los encantos del hijo del rey Carlos, del reino
enemigo. Louis y Harry viven una apasionada, repentina, inesperada, preciosa -y algo corta-
historia de amor donde la traición, el prejuicio, la mentira y la lujuria, son los principales defectos
que heredará el heredero.
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Capítulo I:
Catalina descansaba en su cama luego de haber dado a luz en la habitación de partos del castillo,
las enfermeras corrían de aquí para allá buscando mantas, agua, o cualquier cosa que la reina
antojara.
El rey Enrique VIII estaba ansioso por conocer a su heredero, caminaba de un lado al otro por los
pasillos, ya que aún no le permitían pasar a ver a su mujer. Entonces una de las enfermeras entró
con un niño en brazos y lo posó sobre el regazo de Catalina.
-¡Es un niño! ¡Es un niño!- la felicidad salía por sus poros, pero Catalina no mostraba una gota de
felicidad en su expresión.- ¡Oh, Catalina! ¡Ha nacido mi heredero! ¡30 años esperando a por él!
¡Ha nacido Harry Edward IX!
Automáticamente bajaron a la iglesia tres pisos más abajo, el bautismo del pequeño no podía
esperar. La religión del rey Enrique era estrictamente cristiana y así mandaban las normas en
aquellos tiempos.
El niño recibió el bautismo a la hora de haber nacido. Y mientras este acto era ejecutado, el rey
mismo se encargó de leer la lista de virtudes que poseería su hijo al nacer.
El heredero será conocedor de vinos, comidas, y deportes tales como carrera de caballos.
El heredero contraerá matrimonio a la edad de 18 años con la hija menor del monarca de
Cheshire.
El heredero asumirá el trono a la edad de 18 años con su respectiva esposa, y ambos concebirán
5 hijos.
El heredero se asegurará de que el quinto hijo sea varón, y en caso de que este naciera mujer,
será entregada en adopción a los campesinos o artesanos de la comarca vecina para asegurarse
de que no tengan acceso a la corona en ningún momento de sus vidas. Este proceso se repetirá
hasta que se de a luz a un quinto hijo hombre y esto debe ser crusial ya que el heredero al trono
debe ser varón.
Y como último punto, el heredero no confundirá sus tentaciones con sus verdaderos sentimientos,
no se dejará llevar por ningúna otra mujer que no sea de la realeza y no se involucrará con
persona alguna de los reinos enemigos.
Los allí presentes aplaudieron, y el niño comenzaría su vida como heredero perfecto a partir de
ese momento.
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Capítulo II
Habían pasado 18 años desde aquella dulce y soleada mañana de febrero donde tuvo lugar el
nacimiento del heredero del rey Enrique VII.
1 de febrero de 1968, Harry Edward conocería hoy a la que sería su esposa por el resto de su
vida. Y no le gustaba para nada pensar en ello. El arisco, solitario, desagradable, maleducado,
mentiroso y egocéntrico Harry era solo una decepción para su familia y la corona. No había
adquirido ninguno de los rasgos que le habían otorgado al nacer, como era tradición. Su padre se
lamentaba cada noche por la desobediencia de su hijo, que escapaba del castillo cada miércoles
a las 3 de la madrugada acompañado de su bufón, y ambos huían a caballo a pasear por los
reinos. El bufón, Charles, era hijo de un campesino de un reino vecino y cada día estaba más
cansado de Harry.
Tenía que obedecerlo en todo, incluso cuando este quería hacer de las suyas divirtiéndose con la
gente de Inglaterra del Norte.
Todo el mundo en la mesa disfrutaba de la deliciosa cena que su chef exclusivamente traído de
Francia preparaba cada noche.
-Hoy conocerás a Francesca, sexta y última hija del monarca de Cheshire, Harry. Es conocedora
de las comidas mas finas y exóticas, es fina, culta, rica, y sobre todo... hermosa. Es
probablemente la mujer más hermosa de todo Inglaterra, y es solo tuya.- Enrique se detuvo al
notar la expresión desagradable en el rostro de su único hijo varón- ¿Qué es esa cara? ¿No estás
feliz, hijo?
-No, por supuesto que no padre. No quiero saber nada sobre ninguna Francesca, ni mucho
menos. No quiero casarme, simplemente quiero tener tu corona y disfrutar de las riquezas yo
mismo, sin compañía alguna.
-Oh, señor. Pretenderé que no he oído eso, Edward. No puedes ser más avaro porque no te dan
los minutos.
-He nacido avaro, he nacido irrespetuoso y he nacido para hacer las cosas como se me de la
gana padre, he nacido así y moriré así.- Harry se puso de pie y todos voltearon a verlo, sin
sorprenderse.- No tengo apetito.
-No, podremos con el. Ya verás, cambiará de opinión en cuanto Francesca llegue.
-Ha estado todo el día fuera del castillo, quien sabe donde, en su cumpleaños Enrique. Ni siquiera
apareció para el almuerzo. No lo entiendo.
-Tal véz es la edad, no lo sé. Mi decisión de que sea el próximo rey sigue en pie. El acomodará
sus ideas cuando el monarca y su hija lleguen. Ya veras.
Harry estaba dispuesto a cambiar su destino, toda su vida había sido planeada, hasta el número
de hijos que debía tener.
Y tenía un secreto. Harry era homosexual. No le gustaban las mujeres, mucho menos la que le
habían asignado como esposa.
Harry se escondió bajo su grán tapado marrón y bajó por el balcón de su habitación.
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Capítulo III
-Vamos, rápido.- Harry bajaba por la planta enredadera desde su balcón hasta que finalmente
estuvo en el suelo.
Subió a su caballo donde Charles lo esperaba en el suyo, y ambos partieron a toda velocidad.
Los portones del castillo estaban abiertos ya que estaban esperando al monarca y su hija para la
media noche. Enrique esperaba que Harry saliera arreglado de su habitación para presentarse a
Francesca.
¿Qué pensarán cuando encuentren el cuarto vacío, y a un Harry Edward fugitivo? O peor aún,
¿Qué pensarán cuando sepan de la homosexualidad del perfecto heredero al trono?
-Ya te dije que me llames Harry, Charles. Nos conocemos de toda la vida, ya para eso.- detuvo el
caballo. Respiró hondo.- No lo sé, vamos a Inglaterra del sur.
-Pero es el reino del rey Carlos, Harry. No podemos.... simplemente.... no podemos....- balbuceó.
-Es el reino enemigo al nuestro, Harry.... podrían matarnos....
Ambos se metieron en la espesura del bosque, atravesando las oscuridades de aquel camino de
robles rumbo a Inglaterra del sur.
Decidieron quedarse a descansar unos minutos a un costado de un inmenso portón de hierro que
daba entrada al reino enemigo.
Antes de que Harry pudiera reaccionar, recibió un flechazo en uno de sus brazos.
-¡¿Pero qué demonios?!- Charles se sobresaltó y rápidamente intentó ayudar a Harry quitándole
la flecha.
-¡No!- lo detuvo.- ¡Ni se te ocurra idiota! ¡No me toques! ¡Ugh, como duele!
Harry se retorcía entre las piedras pero no se atrevía a quitarse la flecha del brazo. Su madre
sabía de medicina y le había aconsejado no sacar nunca una flecha abruptamente.
Si bien ya había atacado al dúo, lo había hecho por temor. No era lo que aparentaba.
-Soy Charles, el es mi amigo Harry, pasábamos por aquí y decidimos descansar un momento
cuando mi amigo fue herido por tu flecha.
-Lo sé, puedo verlo.- el joven bajó la mirada.- Creí que eran unos rufianes, tranquilo...
Se aproximó a Harry con una sonrisa y le quitó la flecha de un tirón, lo que lo hizo gritar como un
animal siendo asesinado.
-No es grán cosa, tuviste suerte de que te dió en el brazo y no en el pecho. Deja de lloriquear.
-Por cierto, me llamo Louis.- el joven ni siquiera se limpió la saliva de Harry y se limitó a sonreír y
marcharse.
Se subió a su caballo y se perdió entre la oscuridad del bosque dejando a Charles y Harry
atónitos allí parados.
Harry lo interrumpió.
-Ni lo digas, vámonos. Me presentaré en casa a ver a Francesca. Terminemos con esta mierda de
una vez por todas.
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Capítulo IV
Ambos subieron a sus respectivos caballos y se alejaron cabalgando a toda velocidad del lugar.
En el camino al palacio, Charles no paró de hablar sobre los peligros que conllevan el transitar
por ese tipo de lugares y los riesgos que se corren explorando reinos enemigos, pero Harry
Edward no dijo una palabra en todo el trayecto. Se limitó a asentir, aunque ni siquiera estaba
escuchando.
Al llegar, notaron que el monarca y su hija ya habían llegado, una serie de cuatro carrozas
estaban estacionadas justo en frente de la entrada principal al palacio y se oía música que venía
de adentro.
-Mierda, están aquí.- masculló Harry. -Apresúrate, vamos a subir por la ventana de mi habitación.
Treparon por las enredaderas y cayeron rodando sobre el suelo de mármol de la habitación del
rebelde principito.
Harry cerró la ventana de un sacudón y luego de quitarse el abrigo y las botas se recostó sobre
su cama a fingir leer un libro.
Su padre sonrió al notar la sonrisa en el rostro de Harry, es una verdadera lástima que no supiera
distinguir entre una sonrisa sincera y la curvilínea expresión de perversidad que se asomaba en el
rostro de su hijo.
Y como todo un hombre de palabra, cinco minutos más tarde Harry se encontraba bajando las
escaleras rumbo a la sala principal del castillo, donde sus padres, el monarca de Cheshire y la
enigmática Francesca se encontraban sentados en los sillones blancos y bebiendo té.
-¡Edward! ¡Sabía que vendrías!- dijo con una sonrisa en sus labios, ¿irónico, no? Nunca había
creído en el, era solo una mentirosa más.
Todas las miradas estaban posadas en Harry, vestía un traje negro carísimo, unos zapatos
negros relucientes y una rosa blanca en la mano... ¿Acaso iba a dársela a Francesca?
Sus rulos alborotados y sus ojos color esmeralda no pasaban desapercibidos, así como tampoco
su maléfica sonrisa. Harry estaba acostumbrado a ser el centro de atención.
Pero ahora los ojos de Harry solo estaban puestos en una persona: Francesca.
Era rubia, delgadísima, sus ojos eran verdes y sus piernas eran las más largas que Harry había
visto. Llevaba un vestido rojo pequeñísimo y un tapado de piel negro hasta el suelo. Estaba
usando unos tacones de cinco centímetros y tenía el cabello lacio y le llegaba hasta la cintura.
-¡Con que tu eres la famosa Francesca!- exclamó el soberbio principito sentándose a su lado de
una manera grosera, haciéndola ruborizar. Extendió los pies sobre la mesita ratona de cristal y
posó su brazo derecho alrededor de la muchacha. -Mis padres me han hartado de cosas sobre tí,
de lo culta que eres y de lo mucho que deseas acostarte conmigo, y he traído una rosa
especialmente para tí.
La joven aceptó la rosa sin saber que decir y todo el mundo estaba perplejo.
-¡Oh!- agregó Harry. -Ten cuidado de no lastimarte con las espinas, las corté de nuestro jardín y
tiene un poco de rocío... Pero supongo que esta bien para una mujerzuela tan básica como tú.
-¡Qué cosas dices, hijo mío! ¡Pídele disculpas ahora mismo! ¡Pídenos disculpas a todos por tus
desafortunados comentarios!
-¡No!- Harry comenzó a levantar la voz. -¡Estoy harto de que me digas lo que tengo que hacer!
¡Has planeado mi vida incluso antes de que naciera! ¡"Harry has esto, Harry has aquello" me
tienen harto! ¡Toda esta familia artificial me tiene harto! ¡No le pediría la mano a esta joven ni
aunque me colgaran!
-¡Pues a mi tampoco me gustaría pasar la vida entera al lado de un idiota como tú! ¡No
distinguirías una dama de una mujerzuela ni en un millón de años! ¡Y yo no soy una mujerzuela!-
bufó con los ojos llenos de lagrimas.
-¡No! ¡No quiero! ¡No! - Harry subió las escaleras a toda velocidad y se encerró en su habitación
dejando a todos completamente mudos.
-"¡Harry pídenos perdón!" "¡Harry saluda a Francesca!" ¡Pues de ninguna manera!- masculló para
sus adentros.
Entonces golpearon la puerta. Edward estaba furioso y caminaba de un lado a otro, pero al final
abrió la puerta.
Era Francesca.
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Capítulo VI
Pasaron cinco meses y Harry no había vuelto a merodear por reinos ajenos al suyo a altas horas
de la madrugada, así como tampoco había vuelto a faltar el respeto a su padre ni a su madre, ni a
ninguna persona en realidad.
Francesca y Harry se habían vuelto prácticamente hermanos, iban de aquí para allá juntos,
cualquiera que no los conociera hubiera creído que eran una pareja, pero la realidad era que eran
solo mejores amigos. Oh, se me olvidó mencionar que Charles, bufón de Harry, se unió a ellos de
inmediato y la amistad de los tres lograron cambiar de una forma muy positiva la personalidad del
soberbio principito.
Llegó una tarde, en la que el trío estaba reunido en la viña del palacio. Hacía calor y Francesca
peinaba el cabello de su caballo, mientras Charles reía acerca del cabello de Harry, y viceversa.
-Creo que debo decirles algo... Nunca me había sentido tán cómodo con otras personas, y es
momento de que sepan algo de mí que nadie más sabe.- dijo Harry, algo nervioso.
-Harry, ¿sabes que está prohibido? ¿sabes lo que les hacen a los homosexuales?- Francesca
lucía preocupada.
-La verdad... no había pensado en eso, pero deben prometerme que no se lo dirán a nadie.
Harry sonrió.
-Es lindo que sepas lo que quieres y seas fiel a quien eres.- dijo Francesca.
Capítulo VII
Esa misma noche, el padre de Harry, el rey Enrique, había organizado una sofisticada fiesta de
500 invitados en el palacio, para celebrar la nueva forma de ser de su hijo.
Harry estaba dándose una ducha, y no podía parar de pensar en cómo reaccionaría su familia
ante la noticia de su elección sexual. Tenía planeado decírselo a su padre aquella misma noche,
y realmente esperaba que lo apoyaran tal como sus amigos lo habían hecho.
Al salir del cuarto de baño que tenía en su habitación, se dirigió al grán placard de roble del que
estaba orgulloso. Sacó una camisa blanca abotonada y una corbata negra de seda que iba muy
bien con el tono de su camisa. Siempre había tenido problemas para ponerse la corbata, pero
este día iba a ser la exepción.
Sin problema alguno pudo poner la corbata y se aseguró de que de que el nudo estaba bien
hecho y centrado. Optó por buscar la otra pieza del conjunto. Buscó un cinturón, unos pantalones
azul oscuro de vestir, carísimos, y unos calcetines que hacían juego con los zapatos y
pantalones. Lucía como un ejecutivo de un siglo futuro en lugar de un príncipe soberbio del siglo
pasado. Finalmente buscó una camisa azul oscuro y se miró en el espejo. Qué bien se veía.
Sacó un anillo de plata del cajón y lo puso en el dedo anular de la mano derecha. Se acomodó un
poco los alborotados rulos y luego se llenó de ese perfume exportado que tanto le gustaba.
Bajó las escaleras, impecable como un cisne, dispuesto a confesarle todo a su padre, no
esperaría un minuto más. Se había convencido a si mismo que esa sería su noche.
Charles llevaba un traje blanco con un moño negro y unos zapatos relucientes. Tenía el cabello
peinado hacia un costado y lucía realmente diferente a como lo veía todos los días.
Pero la más hermosa era Francesca, llevaba un vestido strapless blanco de terciopelo hasta el
suelo, y su largo cabello rubio estaba atrapado en una larga trenza adornada de pequeñas flores
artificiales y un llamativo collar de diamantes. Sus labios estaban pintados de un rojo intenso y la
hacían lucir aún más pálida.
Estuvieron diez minutos hablando de tonterías mientras esperaban que el rey Enrique anunciara
que la cena estaba lista. Mientras tanto, los mayordomos corrían de aquí para allá llevando tragos
y masitas.
Cuando el reloj dió las doce de la noche, todo el mundo sacó un antifáz de su cartera.
Harry se quedó perplejo, ¿qué clase de broma era esa? Nadie le había dicho nada acerca de
antifaces y se sentía estafado. Ahora sería el único en la fiesta que no llevara un antifaz y eso lo
hacía sentir un tonto.
-¿No te lo han dicho? Debías usar un antifaz cuando el reloj dé las doce.- Francesca sonrió.- No
te preocupes, en el pequeño armario que hay en el segundo piso, donde guardan los
condimentos, hay una caja llena, ve a buscar uno.
Entonces lo tomaron por la espalda. Se dió vuelta bruscamente al sentir la respiración de una
persona detrás de sus cabellos, y una mano lo tomó desprevenido.
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Capítulo VIII
En frente suyo se encontraba un joven unos centímetros más bajo que el, no podía verlo muy
bien debido a la escasa luz pero podía ver unos ojos celestes llenos de deseo que lo miraban a
travéz del antifáz negro que ocultaban su identidad.
-No, por supuesto que no te acuerdas de mí.- dijo el joven esbozando una sonrisa que a Harry le
provocó un escalofrío.
Pero el soberbio principito estaba seguro de que no lo había visto nunca en su vida.
-No te conozco... jamás te he visto, ¿quién demonios eres? ¿quién te invitó a esta fiesta? Puedo
gritar y hacer que todo el ejército de inglaterra venga a detenerte.
-Puedes gritar todo lo que quieras, nadie va a oirte porque todo el mundo allí abajo está
festejando tu buena conducta... ¿estás seguro de que no me conoces?- se acercó aún más a
Harry cortándole la respiración. -Porque te aseguro de que yo sí me acuerdo de tí.
Sacó una pequeña navaja del bolsillo y le provocó un corte en el brazo a Harry, haciendolo gritar.
La sangre fluía pero no era nada grave, el misterioso joven besó el brazo de Harry y luego lamió
la sangre de sus labios.
-¿Eres un vampiro? ¿un sadomasoquista? ¿qué mierda pasa contigo?- Harry estaba alterado.
-Ninguna de las dos cosas, Harry.- murmuró cada vez más cerca de sus labios.
Harry se quedó sin palabras por unos segundos. Los ojos celestes, esa voz, la sangre...
Y entonces lo recordó todo. Se trataba de aquel joven que lo había herido con la flecha hace un
tiempo atrás, lo había olvidado, ¿cómo es que el sujeto aún se acordaba de él? se asustó un
poco al pensar en la idea de que este fuera un acosador o algo por el estilo.
-Eres el idiota que me hirió con la flecha cuando descanzaba en el bosque con mi amigo.
El joven asintió con una sonrisa algo perversa. Harry sintió un escalofrío aún mayor correr por
todo su cuerpo.
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Capítulo IX
-¿Qué haces aquí? ¿Quién te dejó pasar?- lo interrogó con un nudo en la garganta.
-Digamos que me colé a la fiesta... Nadie lo notó porque subí por aquella tonta planta enredadera
en el balcón de tu habitación. - esbozó una sonrisa y soltó una pequeña carcajada.
-Nos hemos conocido hace dos minutos y ya me has apuñalado, ¿siempre eres así?- dijo Harry
algo irritado.
El joven rió y se quitó el antifáz. Sus ojos se arrugaban en los extremos cuando reía y tenía una
voz chillona, aguda pero preciosa. Entonces Harry pudo verlo mejor.
Tenía cabello marrón y una sonrisa realmente encantadora, ¿quién diría que aquel pequeño
individuo sería un peligro para la vida de Harry?
-Puedo ser pequeño, sí. Pero tengo 22 años y tú aún eres un renacuajo saliendo de la
adolescencia y no sabes absolutamente nada acerca de nada. Puedo matarte ahora mismo pero
no se me da la gana.
-Estaba aburrido y oí acerca de una grán fiesta en el palacio del estúpido rey Enrique. Harry, no
voy a hacerte daño. No de las formas que conoces.
Esa última oración dejó a Harry sin aire, y el corazón comenzaba a latirle aún más rápido.
-En serio me gustas, Harry. Y entiendo que me has mentido acerca de tu ordinaria existencia
aquella vez porque tenías miedo a que te asesine, pero veo que eres del todo extraordinario. Y
creo que es mi turno de presentarme. Me llamo Louis Van der wijck II, pero los chicos guapos
como tú pueden llamarme pesadilla.- soltó una risa. -Bueno, en serio. Tengo 22 años y soy hijo
del rey Carlos van der wijck I de Inglaterra del sur.
Harry se sobresaltó.
-¡Muerte al rey Carlos van der wi...!- pero Louis no lo dejó terminar.
-¡Silencio, idiota! El nombre de mi padre está tan prohibido en este lugar como lo está el nombre
de tu padre en mi reino.
-Mira Harry, soy un gay escondido en el closet al que quieren obligar a casarse con una estúpida
pelirroja hija de un rey de no sé donde y la verdad me aterra. Mis padres no saben que estoy
aquí, así que preferiría que cierres la boca, o puedo gritarles a todos que eres tán gay como yo.
A Harry comenzaba a agradarle el mítico joven y cada vez sentía más curiosidad hacia el.
Entonces oyó unos tacones subir por las escaleras en dirección a donde estaban ellos.
Louis se metió de un salto en una de las puertas, que resultó ser el baño de servicio.
Esta negó con la cabeza sonriendo y abrió el armario que estaba justo delante de el. Sacó una
caja y tomó un antifaz azul metalizado para el príncipe homosexual.
-Todo el mundo está esperándote para comenzar con la cena, date prisa. Y piensa una buena
excusa por haber tardado tanto.
Harry se quedó pensando unos segundos a medida que bajaban las escaleras.
¿Qué pasaría si les decía a todos que estaba con Louis, el homosexual heredero al trono del
reino enemigo y que además, se sentía atraído por el? Seguramente no sucedería nada bueno, y
se sacó aquella idea de la cabeza, así como también desterró la idea de confesar su
homosexualidad esa noche.
Cuando estuvieron en la sala del banquete, la larga mesa de invitados ocupaba todo el salón.
Los ojos de los comensales se posaron inmediatamente sobre Harry, se oyeron algunos
murmullos pero este se limitó a bajar la mirada, nervioso.
-Invito a todos a que hagan un brindis por mi felicidad, por mi orgullo y el heredero de toda mi
fortuna. Harry Edward, no seas tímido, ponte de pie para la ovación.
Harry se puso de pie, y soltó una sonrisa nerviosa. Todo el mundo allí presente alzó sus copas de
cristal y luego de darle un sorbo, aplaudieron al futuro heredero.
La cena pasó rápido para Harry, quién se levanto bruscamente de la mesa y se dirigió a su
habitación.
Mientras caminaba por el largo pasillo, trató de divisar, espiando por las puertas, si Louis se
encontraba por allí.
Capítulo XX
Harry no había parado de pensar en el enigmático Louis durante las siguientes tres semanas.
Cuando por fín comenzaba a olvidarse del asunto y posar sus ideas en otras cosas, todo su
mundo se puso patas para arriba, y esta vez, todo cambiaría completamente.
-Permiso, su majestad.- el joven entró en la habitación y le dejó una carta sellada, luego se retiró.
"[...] Y en el día de la fecha y al verse violado el acuerdo de paz tratado en 1843 acerca de no
permitir la entrada y/o merodeo de ningún inglés del norte entrar en territorio sureño y viceversa
[...] entre ambos reinos, el pueblo de Inglaterra del Sur declara estado de guerra civil a Inglaterra
del Norte con el fin de terminar de una vez por toda con este conflicto que ha sido acarreado por
ambos reinos hace más de cien años [...] Se dispondrán de cinco mil soldados de cada parte y el
enfrentamiento durará lo que tenga que durar. Saluda atentamente, Carlos van der wijck I, rey y
máxima autoridad del sur de la nación..."
A Enrique por poco se le sale el corazón. Estaba muy nervioso, ¿una guerra? no tenía las
condiciones ni la preparación ni los recursos necesarios para ella, y por sobre todo ¿que
violación? si nadie de Inglaterra del norte se atrevía a andar por territorio sureño, ¿era esto una
conspiración para acabar con el reino del norte?
Se dispuso a escribir una carta, una de las tantas cartas que enviaría a sus colegas extranjeros
para pedir material de guerra y ayuda ecónomica en caso de que todo saliera mal para ellos.
¿Cuando sería la guerra? Eso era lo que más lo asustaba, ¿cuando comenzaría? La carta no
decía nada, ¿debía enviarle una carta al rey Carlos y preguntarle sobre eso? No, era muy poco
profesional. No estaba dispuesto a dejarse humillar.
Toda esa tarde Enrique estuvo de aquí para allá y poniendo nervioso a todo el mundo con la
expresión en su rostro.
¿Qué iba a decirle al pueblo? "Se acerca una guerra con un reino en el que posiblemente todos
tienen parientes, y será una masacre. Y todos ustedes no pueden hacer nada."
Por otro lado, Harry se encontraba sentado en el verde césped de uno de los campos de golf que
disponía el palacio. El sol y la brisa cálida de verano le daban en la cara y se sentía realmente
muy bien. Pero entonces algo le tapó la luz.
Abrió los ojos algo molesto y se encontró con Louis parado delante suyo. Tenía una sonrisa en su
rostro y esta vez llevaba una chaqueta marrón y unos pantalones ajustados, muy extraño.
Pero muy atráctivo. Sobre todo para Harry, que no podía resistirse ante el pequeño vándalo.
Ninguno de los dos se había enterado acerca de la guerra entre ambos reinos.
-¿Qué quieres aquí?- preguntó Harry poniéndose de pie. -Alguien puede verte.
-No hay nadie en miles de ectáreas, Harry Edward.- rió. -¿Cómo has estado?
-Da igual, no me interesa. He venido porque necesito que hagas algo por mí.
-Necesito que escondas unas cosas mías aquí, solo por un tiempo.
Louis salió corriendo en dirección a los arbustos, a unos metros de donde estaba Harry. Le hizo
señas para que se acercara.
-Son dos cajas. Una contiene tres kilos de galletas de chocolate y la otra contiene varios
cuadernos míos. Te ruego que no la abras ya que son anotaciones muy personales, te lo ruego
Harry, ¿puedes esconderlas aquí por un tiempo?
-Las galletas obviamente las acabaremos antes de que pudiéramos darnos cuenta- rió. -Pero la
segunda caja debe quedarse por 14 días. Solo pido eso.
Y entonces oyeron la voz de Charles. Se apróximaba por un sendero hacia donde estaban ellos,
pero gracias al arbusto, no había podido ver a Louis.
-Mierda, es Charles. Lárgate de aquí.- bufó Harry y tomó las cajas como si hubiera estado
ocupado trabajando en ellas.
Louis salió sigilosamente por la parte de atrás de una arboleda y se las arregló para irse de allí.
-Quería venir a un lugar tranquilo a acomodar unas cosas, nada importante.- se encogió de
hombros y comenzó a caminar en dirección al palacio.- ¿Me acompañas adentro?
Los dos amigos entraron al palacio y se encontraron con un alboroto casi increíble.
Harry no comprendía que sucedía y no podía salir de su asombro al ver como todo el mundo ahí
adentro tenía los pelos de punta.
-¡Inglaterra del sur nos ha declarado la guerra, Harry! ¡Nos matarán a todos!
Tardó unos segundos en darse cuenta que con "Inglaterra del sur" se referían al reino de Louis.
La familia de Louis intentando asesinar a la familia de Harry. La familia de Harry intentando
asesinar a la familia de Louis.
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Capítulo XI
Harry despertó en su habitación con un paño frío en la cabeza y su madre dormida a un lado de
su cama. La tocó para que se despertara y esta abrió los ojos bruscamente.
-¡Cariño, has despertado! ¡Estuviste casi dos horas inconsciente!- lloró. -¡Creí que nunca volvería
a ver tus verdes ojos, hijo mío!
Harry solo abrió la boca para pedirle a todo el mundo que se marchara de la habitación. Ver a su
madre llorando y a tantas criadas corriendo de aquí para allá solo lo ponían más nervioso.
Y pensar en lo que venía lo hacía revolcarse de dolor en el suelo. Pero no era momento de
lamentarse, era momento de ponerse a pensar en lo que se debía hacer. Y Harry debía apoyar a
su familia y ser fuerte, la guerra pasaría pronto. O eso esperaba.
Una vez solo, dió mil vueltas en su cama intentando volverse a dormir, pero no lo consiguió.
Afuera llovía terriblemente y comenzaba a anochecer, y el ruido del viento golpeando contra su
ventana lo ponía de mal humor. Se levantó a cepillarse los dientes y luego cerró con llave la
puerta de su habitación. Cuando se dió vuelta una silueta estaba golpeando el cristal de la puerta
de vidrio en su balcón. Se atemorizó.
-Creí que era el viento, ¿cómo llegaste aquí? está lloviendo mucho y está oscuro afuera, si
alguien te descubre...
Louis traía consigo una bolsa marrón y sacó de allí unas hojas desparramadas.
-¿Tienes la caja que te dí? Necesito guardar estas cosas.- preguntó Louis.
Harry sacó la caja de un costado del placard aunque aún no entendía de que se trataba todo eso.
La única persona con la que Harry decía la verdad era con Louis, ¿cómo era eso posible?
-De acuerdo, tienes razón.- dijo Louis mientras ordenaba el papeleo.- Nadie sabe que vengo a
verte, y mi familia cree que me encierro en mi habitación a leer, entonces tomo uno de los
caballos del establo y me dirijo a Inglaterra del este. Sería muy estúpido tomar el camino de sur a
norte ya que actualmente está lleno de soldados. De modo que dejo mi caballo en casa de un
amigo que vive en Inglaterra del este y tomo un tren hasta aquí. El viaje no es tanto, pero es la
única manera de que no me descubran.
-Nunca creí que alguien pudiera hacer tantos sacrificios por mí.
Y allí sucedió. Harry tomó el rostro de Louis con ambas manos y apretó sus labios contra los
suyos cortándole la respiración.
El beso se fue tornando cada vez más poderoso y Louis por poco le arranca la camiseta a Harry.
-Pero... tu comenzaste.
-Sí, pero no creí que me seguirías la corriente. Mírate, eres precioso. Y odias a mi familia, y
cuando dijiste que te gustaba creí que lo decías con sarcasmo, y la verdad es que creí que ibas a
rechazarme, y solo quiero que la tierra me trague. No quiero forzarte a hacer nada que no
quieras, mierda.
-Mira Harry, he dejado pasar tantas oportunidades a lo largo de mi vida que no puedo siquiera
enumerarlas, ¿pero en serio crees que te dejaría ir, si eres la única persona con la que me gusta
estar?
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Capítulo XII
Harry dormía placidamente. A un lado de la cama, en sofá, Louis no podía pegar un ojo. De modo
que decidió quedarse despierto unas horas a observarlo dormir hasta que le diera sueño. Ese
sofá era muy incómodo.
>>Es alto, su cabello oh Dios. Huele tan bien, no quieres alejarte un segundo de el. Sonríe como
un niño y los ojos se le iluminan cuando lo hace. Mierda Louis, deja de mirarlo. Estás diciendo
tonterías. Mierda Louis, estás hablando con tu subconsciente a travez de un trozo de papel.
Alguien podría leer esto y creer que estás loco, Louis. Estoy notando un leve ronquido en Harry
ahora que puedo apreciarlo dormir. Qué bonitos son sus rulos.
Me gusta verlo dormir, pero sus ojos me gustan más cuando está despierto y tiene ese brillo de
diamantes color esmeralda. Sus ojos son como zafiros, ¡no puedo siquiera describirlo!
La verdad quiero besarlo ahora mismo, pero no me atrevo. Tiene unas manos tan suaves, Dios.
Guardó las anotaciones en uno de los cuadernos de la caja y luego se quedó prundamente
dormido en el sofá.
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Capítulo XIII
Harry despertó sobresaltado en cuanto la conciencia le advirtió que Louis había pasado la noche
allí, y que si alguna criada o incluso su propio padre entrara a su habitación, los iban a atrapar.
Bueno, no habían hecho nada. ¿O sí? No, Harry no recordaba nada. Volteó a ver a Louis dormir
pero se sorprendió al notar que no estaba allí. La puerta de vidrio en su balcón estaba abierta y
las cortinas flameaban por el viento. Louis se había marchado mientras el dormía.
Su padre y su madre tenían una leve mejoría en cuanto a sus expresiones faciales, pero todo
seguía siendo igual de mierda.
Su padre trató de sonreír, pero Harry notó la tristeza en sus ojos al hablar.
-Buenos días, hijo... ¿Has dormido bien? Es un día precioso, siempre me ha gustado el verano...
Harry solo asintió con la cabeza, y su padre siguió hablando durante todo el desayuno, pero ni él,
ni su madre lo estaban escuchando.
Ambos corrieron hacia la cocina y sacaron dos cucharas y un pote de helado del congelador.
-Conozco algo que lo hace mas delicioso.- Harry subió las escaleras dejando a Francesca
perpleja parada en la cocina.
A los cinco minutos volvió con un taper lleno de galletas, las galletas de Louis.
-¿Ha ocurrido algo interesante estos últimos días que no me has contado?
-...
-¡Harry!
Ambos rompieron en una carcajada de esas que solo puedes compartir con una persona que
realmente te conoce, y estuvieron toda la tarde comiendo helado y hablando sobre Louis. Harry
no podía estar más feliz.
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Capítulo XIV
-Oh Dios, Harry. Esto no está nada bien, pero es que me matas de amor con la forma en la que lo
describes. Es muy afortunado, mierda, ¿Ha venido por aquí?
-¡Harry!
-Tranquila, no hemos hecho nada. Solo lo he besado, y una sola vez.
-Pero, hay un problema aún mayor.- suspiró.- No es cualquier chico, es Louis Van der wijck II...
-He oído hablar de el, si, es muy atractivo, pero es una mala persona. Y también he oído lo
desagradable que es con la gente, ten cuidado Harry... Además es hijo del principal enemigo de
tu padre, incluso van a enfrentarse en una guerra, esto es muy grave...
-Sabía que ibas a reaccionar así. Te entiendo, pero es por eso que no quiero que le digas a nadie
sobre Louis.
-Lo prometo...- suspiró.- Deberían tomarse una fotografía juntos. Es fundamental, además ahora
con esas cámaras con flash podrían hacerse un lindo portaretrato. Aunque deberían esconderlo,
claro.
Harry sonrió.
-Suena genial, mi padre tiene una habitación llena de fotografías y allí hay una cámara con un
trípode. Podría servir.
-Bueno... la próxima semana, dame tiempo para preparar bien las cosas y que el ambiente se
relaje un poco... Ya sabes, mi padre y mi madre.
-Sí, comprendo.
-Francesca, tu padre me ha mandado a decirte que en cinco minutos saldrán para la casa de
unos amigos en Inglaterra del Oeste. Se hospedarán allí ya que tu padre tiene que volver aquí la
próxima semana y no puede arriesgarse a marcharse a Escocia repentinamente ya que aún tiene
negocios por aquí... ¿de qué hablaban?
Harry continuó columpiandose, su cabello estaba cada vez más largo y sus ondas lo hacían lucir
como un hippie cuarentón adicto a la marihuana. No, solo estoy bromeando.
El sabía que estaban hablando acerca de algo importante porque Harry tenía una expresión
diferente aquella tarde, y Francesca lucía a la defensiva.
¿Qué se suponía que escondían aquellos dos? No tardaría en averiguarlo días mas tarde.
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Capítulo XVII
-Quédense aquí, bajaré abajo a buscar unas cosas que he traído de mi casa.
Francesca bajó las escaleras rápidamente y regresó cinco minutos más tarde con una bolsa de
papel madera en sus manos.
-Es un porta retrato de madera para poner su fotografía, y he traído unos acrílicos para pintarlo.
Se pasaron el resto de la tarde llenando de colores el pequeño marco de madera mientras Harry y
Louis se robaban besos cada dos minutos. Francesca solo reía y no decía nada.
-Ya es tarde, creo que debo irme.- Louis se puso de pie. -Adiós Francesca. Adiós Harry.
-Adiós Lou. Recuerda verme en la estación de trenes de Inglaterra del Este este viernes.
La pareja se despidió con un pequeño beso y Louis salió de la habitación escurriéndose por la
enredadera.
Una vez que Louis se había ido, Francesca comenzó a interrogar a Harry.
-Bien, confío en tí. Nos largaremos. Nos iremos lejos, es la única forma de ser felices juntos sin
tener que ocultarnos. Tu sabes.
-Harry, no es seguro.
-Sé que es arriesgado, pero el que no arriesga no gana, ¿verdad?
-Tienes razón, si así lo deseas. Mira Harry, voy a extrañarte muchísimo, y juro por Dios que no
voy a decirle a nadie sobre esto, pero envíame cartas, cuéntame como van las cosas, no lo sé.
Dime donde estarán y así dolerá menos. Podría ir a visitarlos, juro que iría a visitarlos si tan solo
me dijeras a donde van.
-Es que no lo sé. No sé a donde nos vamos, es Louis el que lo sabe. No yo.
-Bien, eso significa que estos serán mis últimos días contigo, ¿verdad? Antes de que me marche
a Escocia y tu te vayas a vivir tu vida.
-Harry, voy a extrañarte. Por favor ten cuidado. Sabes lo peligrosas que están las cosas allá
afuera para los homosexuales, y aún más para los homosexuales hijos de personas tán
poderosas como tu padre. Y ni hablar del padre de Louis.
-Juro que estaremos bien, o eso intentaré. Confío en Louis. El sabe lo que hace, es mayor que yo
y cuidará de mí.
Y luego se abrazaron.
Es una verdadera lástima que Charles, se encontrase del otro lado de la puerta, viendo todo a
travéz de la cerradura. Había reconocido a Louis y se dió cuenta de que era el hijo del rey Carlos.
La ira de Charles fluía por sus venas, cualquier cosa podía suceder.
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Capítulo XVIII
"Estoy cansado de este idiota. Siempre estuve cansado de el, de sus órdenes, de sus caprichos,
y ahora con esta nueva faceta de niño bueno... Dios. Estoy hasta las pelotas con este maldito
príncipito. Ha tenido todo toda su maldita vida, mujeres, dinero, atención, una familia que lo ama...
Y nunca lo ha sabido aprovechar, siempre echa todo por la borda, todo lo que yo sé que jamás
tendré. La estúpida de Francesca está enamorada de el, cuando debería estarlo de mi. Pero
claro, Harry es el gay aquí. El que llama la atención y aún así pretende no quererla. Si pudiera
golpearlo... lo haría. Mierda, no sé que mierda hacer. Ese otro idiota está en nuestro territorio. Es
ilegal que esté aquí. Y se besuquea con Harry. Eso es completamente inaceptable, está
prohibido. Voy a decírselo todo a Enrique, y recibiré los halagos y la atención que siempre
merecí."
La mente de Charles era una tormenta, y corrió escaleras abajo al despacho donde Enrique se
encontraba.
-¡Enrique! ¡Hay un intruso! ¡Lo ví tratando de subir por la habitación de Harry, y cuando me vió,
salió corriendo. Creo que es un espía. ¡Deben ir rápido tras el! Lo he reconocido, es de Inglaterra
del Norte. Y se dirige a caballo hacia el reino del rey Carlos.
Enrique se puso de pie furioso.
De un solo grito, la caballería del palacio se subió a sus respectivos caballos y junto al mismo
Enrique, salieron a todo galope dispuestos a encontrar al pobre Louis.
Charles, consciente de lo que había hecho, comenzó a ponerse nervioso. Pero eso no lo detuvo,
el quería más.
-¡No saben lo que acaba de suceder! ¡Todo el mundo salió a galope trás un espía del rey Carlos!
¡Van a atraparlo! Eso prueba de que nunca estamos del todo seguros, será mejor que lo atrapen
y acaben con el.
Dicho y hecho, salió de la habitación para dejar que los trágicos eventos se desencadenaran.
-¡Van a matar a Louis! ¡Y todo es por mi culpa! ¡Yo le pedí que viniera aquí a tomarse una
estúpida foto conmigo!
-Harry, por favor cálmate. No sabes si lo que Charles dijo es cierto. Cálmate.
-¡No puedo calmarme!- y acto seguido saltó del balcón, y comenzó a buscar un caballo.
Avanzó hasta un bosque que le resultó familiar. El portón de hierro le advirtió que se encontraba
en la puerta del reino de Inglaterra del Norte, el reino del rey Carlos I.
Antes de que pudiera darse cuenta, un grupo de soldados armados le dispararon a su caballo, y
este hizo que Harry cayera al suelo. Mientras este se retorcía en el suelo, los hombres lo tomaron
por las patas y lo subieron a sus caballos. Mientras tanto, otro abrió el portón de hierro y todos
juntos galoparon a toda velocidad dentro del reino enemigo. Lo habían reconocido, y lo habían
capturado.
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Capítulo XIX
Por otra parte, la caballería del reino de Enrique había atrapado a Louis cuando intentaba cruzar
las vías de una vieja estación de tren para llegar a Inglaterra del Norte.
Lo habían tomado por la espalda y entre todos lo habían golpeado hasta que este había quedado
inconsciente.
-Es el hijo del rey Carlos I, Louis.- gritó uno de los hombres a Enrique. -¿Qué hacemos con el?
Marcharon a toda velocidad con un Louis inconsciente en el regazo de uno de los caballos, y una
vez que llegaron al reino, una de las críadas les abrió el portón.
Francesca estaba todavía en la habitación de Harry, sin saber que hacer. Escuchó un griterío
afuera, y cuando echó un vistazo por la ventana, vió a Louis siendo traído por Enrique y la
caballería.
-Mierda.
No sabía que hacer, si gritar que lo dejaran en paz, que era bueno, o simplemente ser indiferente
para no tener problemas.
Se limitó a preguntarle a Charles, que estaba parado con una sonrisa disfrutando de la escena, si
tenía algo que ver con todo aquel circo.
-Este maldito hijo de puta ha estado espiando nuestro vivir aquí dentro, y gracias a mi querido
Charles, lo hemos capturado. Te lo agradecemos mucho, mañana recibirás tu recompensa. Por el
momento, este desvergonzado intruso se quedará en el calabozo, y todo el mundo aquí tiene
prohibido acercarse a la celda, ni siquiera podrán alcanzarle un vaso de agua. He dicho.
Esa misma noche, Louis fue arrojado al calabozo más sucio y oscuro de todo el reino, en la parte
subterranéa del palacio. Cuando dieron las dos de la mañana, Francesca salió de la habitación de
huéspedes donde estaba durmiendo, y se las arregló para ir hacia la celda de Louis sin que nadie
pudiera verla.
-Louis... Louis...- susurró. -Te he traído agua y un sándwich... Louis.... ¿me oyes?
Louis se acercó corriendo a los barrotes de la celda para hablar con Francesca, desesperado.
-Muchísimas gracias, en serio. ¿Dónde está Harry? Me duele mucho la cabeza, me siento terrible.
Dime que está bien.
-...
-Mira, Louis. Harry ha salido a buscarte en cuanto se enteró que iban detrás de tí. No ha
regresado. Creo que lo tienen.
-¡No! ¡Por favor dime que no es cierto! ¡Van a matarlo! ¡Si hay una persona desalmada en este
mundo, esa persona es mi padre! ¡Por favor dime que es una pesadilla!
-Tránquilo, por favor bebe agua y come esto. Debo irme ahora. Se supone que no puedo estar
aquí. Tránquilo, todo saldrá bien.
No podía soportar aquella escena, le partía el corazón. De modo que salió corriendo sin hacer
demasiado ruido y se encerró en su habitación para simular que nada había sucedido.
En el otro lado de Inglaterra, en el reino del padre de Louis, Harry se encontraba siendo humillado
por la gente del pueblo enemigo.
Lo habían atado a una silla en la plaza central, dentro de una grán jaula de hierro, con un cartel
que decía "Soy hijo del rey Enrique VIII de Inglaterra del sur y los grandes maestros de la
caballería del rey Carlos me han atrapado. Deja 25 centavos en este tarro si quieres que acaben
conmigo."
Todo aquel que pasaba por allí le escupía el rostro, le arrojaban cosas y le gritaban groserías muy
hirientes. Harry sentía que estaba muriendo.
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Capítulo XX
Al día siguiente, bien temprano por la mañana, un soldado tomó a Louis de los pelos mientras
este dormía y lo sacó arrastrando hasta afuera. Le importó un carajo que este pataleara y gritara,
lo trasladarían a la plaza central del reino y acabarían con el.
Lo subieron a una especie de jaula de hierro transportada por un caballo y una caravana de
soldados lo seguía por detrás. Quién iba adelante, era Enrique y su esposa, que estaban
demasiado ocupados pensando en acabar con Louis que ni siquiera habían notado que su hijo no
estaba allí.
Francesca estaba sentada en la carrosa junto a su padre, también iba en la caravana. La gente
del pueblo iba junto a ellos, rumbo a la plaza del centro.
Charles viajaba en el mismo carruaje que el rey y la reina, como todo hipócrita traidor.
Louis no decía una palabra, trataba de no prestarle atención a los gritos de la gente, a los insultos
y a los tomates que le lanzaban. Mierda, se sentía tan mal. Pero no por saber que iban a
destrozar su trasero, sino por no saber qué mierda le estarían haciendo a Harry.
El rey Carlos I, se apareció frente a la jaula de Harry y lo miró con una sonrisa perversa.
Harry no contestó, solo trataba de pensar en Louis, y que todo saldría bien, y se preguntaba si
Louis habría podido escapar...
Los soldados lo sacaron a patadas de la precaria celda y lo llevaron por el mismo medio de
transporte que llevaron a Louis, hacia la plaza del centro de Inglaterra del Norte.
Al llegar, Harry por poco pierde el control de si mismo al ver lo que tenían planeado para el.
El método más rápido y cruel para morir, la guillotina. ¡Iban a cortarle la cabeza!
Era el menos usado por los reinos debido a que no era del todo bien visto, pero esta iba a ser la
exepción. La guillotina de madera con el filo de la cuchilla listo para devorar la cabeza de Harry, lo
hacía estremecer.
Por el otro lado, Enrique mismo se encargó de sacar a Louis a rastras de su jaula y con ayuda de
unos soldados lo llevaron hasta su muerte: la guillotina.
¿Acaso era el único método de asesinato que existía? No, no era el único. Pero era el más
horrible e inhumano, y eso le ponía los pelos de punta a todo el mundo.
-Arrodíllate.
Le golpearon la espalda con un palo y Louis cayó de rodillas frente a la guillotina.
-Pon tu cabeza dentro. Ya sabes como es el resto.- dijo Enrique, completamente furioso. -Ahora,
¿dónde está Harry? Quiero que venga aquí a hacer los honores.
-Creo que puedo responder a eso.- dijo Louis, y todo el mundo volteó a verlo. -así es, Harry y yo
hemos estado viéndonos hace mucho tiempo. Incluso nos hemos besado. Aquí mismo, en sus
narices... Amo mucho a Harry, y puedo decir que a pesar de mis cortos veintidós años, su hijo fue
el amor de mi vida, Enrique. Haga lo que quiera conmigo, ya no me importa. Sé que matarán a
Harry, porque ha salido a buscarme en cuanto se enteró que me habían detenido. Seguramente
mi padre lo ha de estar colgando o algo por el estilo. Si va a matarme, hágalo ahora. No puedo
esperar para encontrarme con el en el cielo. Soy un fiel creyente de que lo volveré a ver en
cuanto mi cabeza rodé por estas escaleras y mi alma se vaya con Dios.
Enrique dudó, pero entonces Charles subió las escaleras rápidamente y le arrebató el hacha al
verdugo. La cabeza de Louis rodó por las escaleras.
Francesca se puso de pie entre las gradas y cayó de rodillas en un llanto desconsolador. Nadie
podía creer lo que veía. Louis estaba muerto.
En el reino del rey Carlos I, Harry enfrentaba sus momentos finales siendo humillado por la
multitud.
-Todo aquel que pagó los veinticinco centavos, puede pasar aquí arriba a decirle algo a Harry
Edward antes de que sea decapitado.- dijo el desalmado rey Carlos I.
Uno a uno, los ciudadanos subieron por las escalerillas a reírse de Harry, que estaba arrodillado
en la guillotina, a punto de ser asesinado.
Y aún más, más cosas eran dichas en la cara de Harry. Algunos lo escupían, otros le jalaban el
cabello, y otros -los más groseros- le pateaban el trasero.
Cuando la ceremonia de humillación concluyó, el rey Carlos I se preguntó donde estaba su hijo.
Comenzó a desesperarse.
-¡Han asesinado al príncipe Louis! ¡El verdugo del rey Enrique le ha cortado la cabeza!
Harry sintió como si todo su mundo se hubiera derrumbado, y se limitó a comenzar a llorar. Rezó,
rezó mucho. Los pocos segundos que le quedaban con vida los gastó rezando por el alma de
Louis y realmente esperaba poder verlo pronto.
-No es posible, no. No es posible.- el rey Carlos comenzaba a enloquecer. -¡Cuentame más, por
Dios! ¿¡De donde has sacado esas cosas!?
-¡Todo el mundo lo sabe! ¡Ha ocurrido hace instantes! ¡Las últimas palabras de Louis aseguran
que tenía un romance con el hijo del rey Enrique, y agregó que fue el grán amor de su vida!
Harry sonrió, a pesar de que las lágrimas seguían cayendo por sus mejillas.
El rey Carlos I dejó caer la cuchilla de la guillotina y la cabeza de Harry rodó por las escaleras de
la plaza central de Inglaterra del Norte.
Comenzó a llover terríblemente, un rayo hizo que todo el mundo saliera corriendo de las calles
para encerrarse en sus casas.
Del otro lado, ocurría lo mismo. Enrique corrió a la habitación de Harry, tratando de avanzar entre
la lluvia, seguido por Catalina, Francesca y el monarca.
Encontraron la maleta a medio terminar de Harry, y sobre esta, el porta retrato con la fotografía de
la feliz y esperanzada pareja. Sus ojos eran tan inocentes, se veían realmente muy felices y
tenían planes para el futuro, a su lado, el placard de Harry a medio abrir. Encontraron una caja de
cartón.
La abrieron y encontrar cientos de papeles y anotaciones. Sin saber que eran, comenzaron a
leerlas.
>>Es alto, su cabello oh Dios. Huele tan bien, no quieres alejarte un segundo de el. Sonríe como
un niño y los ojos se le iluminan cuando lo hace. Mierda Louis, deja de mirarlo. Estás diciendo
tonterías. Mierda Louis, estás hablando con tu subconsciente a travez de un trozo de papel.
Alguien podría leer esto y creer que estás loco, Louis. Estoy notando un leve ronquido en Harry
ahora que puedo apreciarlo dormir. Qué bonitos son sus rulos.
Me gusta verlo dormir, pero sus ojos me gustan más cuando está despierto y tiene ese brillo de
diamantes color esmeralda. Sus ojos son como zafiros, ¡no puedo siquiera describirlo!
La verdad quiero besarlo ahora mismo, pero no me atrevo. Tiene unas manos tan suaves, Dios.
Soy Louis, Harry en serio te amo. Si lees esto, espero que ya estemos en nuestra casa viviendo
juntos, y en serio espero que para cuando leas esto la homosexualidad ya no sea mal vista.
Hoy mi padre me ha dicho que me casaré con una pelirroja y no me atrae en absoluto.
Harry cree que deberíamos casarnos, y vivir en una casa de dos plantas.
Lo amo tanto.
Mañana Harry y yo nos tomaremos una foto juntos, espero que sea la adecuada para poner en un
porta retrato y mostrárla a nuestros hijos cuando tengamos que contar nuestra historia.
No puedo esperar para que sea mañana, ansío mucho ver a Harry.
Al día siguiente, la fotografía de Louis y Harry tomada por Francesca la tarde del miércoles, salió
impresa en todos los periódicos de Inglaterra.
"Decapitan al príncipe Harry Edward y se descubre su amorío secreto con el hijo del rey Carlos I"
"Harry Edward IX y Louis Van der wijck II decapitados por ser amantes"
"Los homosexuales dejaron de temer a la sociedad gracias a la historia de Harry y Louis, ahora
se toman de las manos en público."
"Un cortejo fúnebre velará a los dos jóvenes juntos este domingo."
"El rey Enrique toma pocesión de Inglaterra del Norte y los reinos se unen en uno solo."
Epílogo
Luego de que el idiota de Charles agitó el hacha ví como mi cabeza salió disparada y un mar de
sangre inundó todas las escaleras. Me sentí realmente aliviado, por fín todo había acabado.
Luego me encontré parado en una estación de trenes, y para mi sorpresa, todas las piezas de mi
cuerpo estaban intactas. Bueno, no era mi cuerpo. Era mi alma. Porque estaba muerto.
¿Dónde mierda estaba Harry? Pasaron diez minutos y no había rastro de el.
-Lou.
Volteé a escuchar esa voz tan familiar. Ahí estaba, Harry, parado y con una valija en sus manos.
Lucía tan hermoso como siempre, ¡y su cuerpo también estaba intacto!
-A ser felices juntos, Lou. Lejos de nuestros padres homofóbicos, esposas arregladas y guerras
civiles, ¿vienes?
La muerte... ¿Qué es la muerte? Por millones de años ha sido imposible de definir. Algunos dicen
que la muerte es el puente entre el infierno y el cielo. ¿Existen realmente el cielo y el infierno? Tal
véz nunca lo sabremos, al menos, hasta que nos toque a nosotros.
Louis y Harry vivieron una historia de amor repentina, intensa, y fugaz, fue cuestionada por
muchos y solo unos pocos pudieron comprender que el amor es el mismo en dos hombres como
lo es entre dos mujeres, y como lo es entre sexos opuestos.
Las cosas salieron bien para Harry y Louis, pues volvieron a encontrarse, pero ¿a donde fueron a
parar? Tal vez nunca lo sabremos. Sea a donde sea que hayan ido a parar, están juntos. Y eso
era lo importante, estarían juntos para siempre.