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Hay entonces dos posiciones básicas sobre el tema: por un lado la corte
constitucional considera que las personas con discapacidad mental no están en
condiciones de ejercer plena y conscientemente sus derechos sexuales y
reproductivos, y en ese sentido la esterilización resulta una solución viable para
“prevenir” abuso sexual o embarazos no deseados, además de ser ya este
proceso, una práctica institucionalizada y socialmente aceptada; y por otro lado,
están como se mencionó anteriormente, quienes consideran que tanto la práctica
como el pronunciamiento de la corte violan los derechos sexuales y reproductivos
de estas personas, principalmente porque en la mayoría de los casos los
afectados no son avisados o ilustrados previamente sobre lo que implica el
procedimiento medico al que van a ser sometidos, por lo que terminan siendo
estos procedimientos esterilizaciones forzadas.
Personalmente creo que el debate debe pasar más bien por otras instancias, y en
ese sentido es justo preguntarse ¿No se copta la libertad de estas personas
cuando se les esteriliza forzosamente? ¿Viola los derechos humanos este tipo de
prácticas? ¿Cómo? Dependiendo de la respuesta que demos a estas preguntas
estaremos no solo de un lado u otro de la balanza sino también más cerca de una
respuesta que pueda aportar en algún sentido al debate que constantemente se
actualiza.
Por otro lado, los derechos humanos son peticiones, demandas, facultades o
prestaciones vinculadas con la dignidad, son construcciones de carácter colectivo
y en ese sentido poseen tres características:
1. Son universales
2. Son inalienables
3. Son absolutos