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En la historia escrita por Heródoto los hombres no rigen como tal sus acciones –
aunque en menor medida que el texto Homérico-, lo que sucede y marca el curso
de la historia es la participación de los dioses y lo que les conviene que los
humanos ejecuten para ellos, que al no ser hechas o hacerlas en contra de ellos
traerán el castigo (némesis), por lo tanto entendemos que el hombre debe
practicar la voluntad de los dioses para evitar su hostilidad, claro que era elección
de ellos hacer caso o no, pero ¿realmente alguien hubiera querido ser víctima de
la ira de los dioses?
Pero en la guerra contra los persas, ¿el mito fue realmente parte central de las
decisiones humanas? Lo que si podemos notar fue el creciente apoyo entre las
polis griegas comienza a unificarse, o más bien, a someterse ante las más
poderosas para su supervivencia, que era lo preferible a estar en el lugar de los
jonios, que estaban bajo el yugo de los persas.
Sabemos que todos los llamados “bárbaros” eran ubicados de esta forma por la
diferencia en el idioma que hablaban, llamando la atención de las comunidades
griegas, algo interesante es que al final de la guerra, se le deja de dar solo esa
carga al significado, pues se la comienzan a dar a lo que resalta de diferencias
entre sus culturas, como la especialmente la concepción de la política, con las
cosmovisiones de otras sociedades, haciendo que el uso fuera de forma
peyorativa, al menos preciar sus usos y costumbres a comparación de los suyos.
Sabemos que Atenas fue la ganadora de esta guerra, haciéndola pasar de una
polis de segundo orden, a una ciudad capaz de enfrentar a Esparta en todos los
sentidos, comercialmente, políticamente y en enfrentamientos bélicos.