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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

PROGRAMA DE MAESTRÍA Y DOCTORADO EN PEDAGOGÍA


DOCTORADO EN PEDAGOGÍA

SEMINARIO DE POLÍTICA PARA LA EDUCACIÓN MEDIA SUPERIOR

PROFESORES RESPONSABLES:

DR. JUAN FIDEL ZORRILLA ALCALÁ


DR. JESÚS AGUILAR NERY

ESTUDIANTE

MOISÉS TORRES LÓPEZ

PRIMER ENSAYO

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La importancia de la educación emocional contextualizada en nuestro
bachillerato

En el bachillerato público mexicano, la discusión acerca del trabajo de la


educación emocional o de tipo socioemocional, se decanta hacia la identificación
de la importancia que ésta tiene, así como del consenso discursivo entre los
diversos actores involucrados en la educación de este nivel educativo como
profesores, autoridades educativas, padres de familia y los propios alumnos.

No obstante, en la vivencia cotidiana y en las prácticas educativas concretas, no


parece haber todavía una línea de acción específica que nos permita ahondar en
tres aspectos fundamentales: sólidos referentes teóricos de apoyo acerca de la
educación de las emociones, la oferta de capacitación, formación permanente, así
como la sensibilización de parte de algunos profesores así como directivos y
finalmente, el ajuste necesario para adecuar los programas de educación
emocional a contextos específicos.

Según plantea Mario Waissbluth (2018) la discusión acerca de la integralidad en la


educación se podría centrar en enfoques más acotados y perspectivas teóricas
más específicas para poder identificar y trabajar sobre aquellos aspectos que hoy
resultan esenciales para los estudiantes. Sin duda una educación integral en el
nivel medio superior debe contemplar la educación emocional. Por ejemplo, sobre
el tema de la inteligencia o las inteligencias, al revisar el modelo propuesto por
Gardner citado en (Waissbluth, 2018: 53) que contempla los diverso tipos de
inteligencias:

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a) lógico-matemática
b) lingüística
c) musical
d) espacial
e) kinestésica, es decir, del conocimiento de su propio
cuerpo
f) interpersonal
g) intrapersonal, es decir, la comprensión de sus
propios sentimientos y emociones
h) del conocimiento de la naturaleza

Listado de las inteligencias hallado en (Waissbluth, 2018: 54) el resaltado


y el acotado de algunos incisos es de elaboración propia.

Destaco los aspectos vinculados con el conocimiento del propio cuerpo, las
relaciones sociales y el autoconocimiento como aquellos aprendizajes necesarios
para el siglo XXI, vinculadas a la denominada educación socio emocional y en
este sentido, concuerdo, con que “Todas ellas deben ser desarrolladas en una
delicada y compleja interconexión entre el aprendizaje en aula y la experiencia
concreta del alumno, por sí solo, con el trabajo en grupos y en su familia”
(Waissbluth, 2018: 55). Digamos, que esto en adquiere relevancia para pensar la
educación emocional en términos de vivencias y experiencias de aprendizaje que
se generan en integralidad y no solamente como actividades a cubrir dentro de la
escuela o cómo algo que el profesor enseña, transmite a los alumnos, y estos,
interiorizan de manera automática.

En concordancia con esta idea, recupero los propósitos del programa Construye-T
que busca “promover el desarrollo de habilidades socioemocionales (HSE) en las
y los jóvenes de educación media superior pública, a través de actividades
didácticas, deportivas y culturales para mejorar su bienestar presente y futuro”
(recuperado de la página electrónica del programa, 2020) y resulta importante

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señalar que si bien los propósitos que sustentan a programa, son adecuados y
deseables, es posible que algunas de sus limitaciones estén relacionadas con la
forma en que las lecciones Construye-T son implementadas, con las diferencias
ideológicas que los profesores tiene con relación al programa o con la educación
emocional en general así como con la burocracia presente para la medición de los
alcances y limitaciones en la implementación de las lecciones, como señala
Waissbluth.

En el año 2013, en un informe, la UNESCO, definió siete dominios claves en el


siglo XXI para el aprendizaje de los niños y de los jóvenes.

1. Bienestar físico: cómo los niños y los jóvenes utilizan sus


cuerpos, desarrollan control motor y entienden y exhiben una
nutrición apropiada, ejercicio, higiene y prácticas de
seguridad.
2. Social y emocional: cómo los niños y los jóvenes
impulsan y mantienen relaciones con los adultos y sus
pares. También cómo ellos se perciben a sí mismos en
relación con los otros.
3. Cultura y las artes: expresiones creativas, entre las
cuales se incluyen las actividades de las áreas de la música,
teatro, danza o movimientos creativos y las artes visuales,
mediales y literarias. Igualmente, las experiencias culturales
en las familias, escuelas, comunidades y países.
4. Alfabetismo y comunicación: comunicación en el/los
idiomas/s de la sociedad en la que viven los niños y los
jóvenes, lo cual incluye el desempeño oral, la comprensión
auditiva, la lectura, la escritura y el entendimiento de la
palabra oral y escrita en los distintos medios.
5. Perspectivas de lectura y cognición: las perspectivas de
lectura describen el compromiso del estudiante, su
motivación y participación en la lectura. La cognición

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es el proceso mental para adquirir conocimiento a través de
estos distintos abordajes.
6. Conocimientos básicos de aritmética y matemática: la
ciencia numérica y el lenguaje cuantitativo utilizado
universalmente para representar los fenómenos observados
en el ambiente.
7. Ciencia y tecnología: la ciencia es el conocimiento
específico o el cuerpo o sistema de conocimiento que
comprende las leyes físicas y las verdades generales. Por su
parte, la tecnología hace referencia a la creación y utilización
de las herramientas para resolver los problemas.

Tabla en (Weissbluth, 2018: 55) El resaltado en negritas es una atribución


propia.

Es importante destacar el segundo dominio al estar vinculado a la educación


emocional que es uno de los temas de mi interés, pero es importante señalar que,
en la necesidad de pensar prácticas educativas interconectadas entre el
aprendizaje de aula, así como del aprendizaje personal y social, como señala
Waissbluth, los otros 6 dominios se deben aprovechar como ejes que también
articulan lo emocional. Por ejemplo, por muy distante que pueda parecer: el eje
matemático-aritmético y la tecnología, pueden ser espacios que permitan la
reflexión del estudiante en las relaciones que unen al objeto técnico y la
tecnología, pensados como una manifestación concreta de la creatividad humana
vinculada a las cuestiones de lo sensible y de la comunicación y comunidad con
otros seres humanos y no únicamente vistos como objetos útiles para el
desempeño de las labores cotidianas.

No obstante, cobra relevancia señalar que, si bien discursivamente estos aspectos


encuentran un consenso entre las autoridades educativas y los profesores para
llevar a cabo acciones de trabajo para integrar la educación emocional como eje
transversal al curriculum, existen impedimentos de tipo administrativo que, en

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muchas ocasiones, burocratizan la educación emocional y la implementación de
las lecciones suele ser corta y poco ligada con los propósitos esenciales.

Según el Lineamiento de Trabajo del Programa Construye-T en el Colegio de


Bachilleres, Zona Norte de la Ciudad de México (2015) la implementación de las
actividades y lecciones Construye-T, adquirieron un carácter “optativo y flexible,
vinculado a las áreas próximas de formación del desarrollo humano: orientación,
tutorías, talleres artísticos”.

A partir del año 2017, la implementación del programa Construye-T en el Colegio


de Bachilleres tuvo ajustes que estuvieron determinados por cada uno de los 20
planteles de acuerdo con necesidades específicas. Dichos ajustes de trabajo
formaron parte de algunos lineamientos que se entregaron a los profesores de las
distintas academias del Colegio bajo dos rubros: cada asignatura tenía que
trabajar entre cinco y ocho lecciones Construye-T con los estudiantes de todos los
semestres y al finalizar el semestre, se subirían reportes de implementación de las
lecciones a la plataforma de registro de calificaciones, para capturar la información
pertinente. Al finalizar la carga de las evidencias, el profesor tenía acceso a una
constancia de participación.

De esta manera en el año 2017, cada plantel trabajó entre 30 y 50 lecciones


Construye-T con cada grupo de estudiantes. Esta situación, generó molestia, y
opiniones desfavorables entre los estudiantes quienes veían un exceso de horas
de trabajo con las lecciones. En los profesores también existió preocupación, la
mayor parte terminó ajustándose por la motivación de obtención de la constancia
de participación.

Uno de los mayores problemas en este sentido y en concordancia con Waissbluth,


es que la evaluación de cómo están funcionando diversos programas educativos,
es que la mayoría se realizan a partir de cuestionarios y test que miden respuestas
estandarizadas que poco aportan a la identificación de aspectos que se están

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trabajando bien y aquellos no. En este sentido “el simplismo reduccionista, en
especial de los amantes del modelamiento estadístico y las burocracias
ministeriales que industrializan el proceso educativo para controlarlo mejor, trata
de llevarlo todo al terreno de lo medible” y ahí radica justo el problema.

En el ámbito de la educación emocional y en particular con la implementación del


programa Construye-T, poco o nada ha aportado la burocratización de la
implementación de las lecciones, en términos prácticos, a pensar
pedagógicamente qué aspectos son necesarios de mejorar para lograr traducir en
experiencias educativas más cercanas al contexto de los estudiantes, la
importancia del trabajo de lo socioemocional con los requerimientos específicos
que demandan los tiempos actuales.

Referencias

Lineamiento de Trabajo del Programa Construye-T en el Colegio de Bachilleres,


Zona Norte de la Ciudad de México (2015)

Waissbbluth. M. Educación para el siglo XXI. El desafío latinoamericano. Santiago


de Chile. Fondo de Cultura Económica de Chile.

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