Está en la página 1de 11

La constitución subjetiva y la escuela

Clase 5. ¿Niños hiperactivos, desafiantes y violentos?

Presentación

Un niño de cuatro años corre por el


salón de clase con un avión en la mano. La
directora de la escuela me cuenta la escena y
me dice que están cansados de decirle que se
quede quieto, que permanentemente está en
estado de pura descarga. Yo le digo que tiene
un avión en la mano y que puede estar
jugando. Me contesta que no. ¿Qué pasaría si
esa directora o la maestra ubicasen a ese niño
como alguien que juega, o que hace esbozos de
juego? Alguien al que hay que acompañar y ayudarlo a establecer efectivamente una escena
lúdica.
Otro niño corre de un lugar al otro de la habitación. Lo convocamos a galopar como un
caballito, a volar como un pájaro, a saltar como un conejo… Y todo se va ubicando de otro
modo. Decirle a un niño que esté quieto es propiciar más movimiento.
Recordemos lo que dijimos en la clase anterior: los niños necesitan moverse. Es más,
cuando son pequeños decimos que son "deambuladores", o sea que deambulan de un lugar a
otro como si no pudieran anclarse en ningún lugar. Están explorando el mundo y sus
movimientos les permiten descubrir novedades.

Objetivos

● Trabajar la importancia del desarrollo lúdico y motriz en la primera infancia.


● Vamos a pensar en esta clase qué significa la “hiperactividad” en la infancia, qué
implica el desafío y por qué los niños suelen ser "violentos", así como las respuestas
posibles frente a estas conductas.

Los niños pequeños son “hiperactivos”

La constitución subjetiva y la escuela. Clase 5 4° cohorte 2018 1


¿Niños hiperactivos, desafiantes y violentos?

En los niños más grandes


hablamos de hiperactividad cuando se
mueven sin poder parar y sin rumbo, sin
metas claras. Pero los más pequeños se
mueven de este modo, porque la
posibilidad de tener una motricidad más
organizada, regida por el pensamiento,
se construye. No está dada de entrada.
O sea, no se puede decir que un niño de
tres años es “hiperactivo” como si eso
fuera una patología. En los más grandes,
ya en la escuela primaria, que un niño se mueva sin rumbo es un síntoma de que algo le está
pasando, no una patología en sí misma, sino una señal. Pero en los pequeños es lo esperable.
Quiero volver a recordar acá lo que considero clave para pensar la infancia:

Los niños son sujetos en constitución, están en proceso de armado psíquico y todas las
adquisiciones, como el lenguaje verbal, una motricidad organizada, la capacidad de
simbolizar y de entender metáforas, de jugar y de tolerar la ausencia del otro, todo esto se
va construyendo a lo largo de los primeros años de la vida. Nada está dado desde el
nacimiento y a nada se accede sin la mediación del otro. Nos constituimos en un mundo
social. Por eso el lugar tan importante de la familia y de la escuela en esos años.

Entonces, ¿qué puede llevar a que un niño no pueda quedarse sentado, ya no a los dos
años, en los que no tendría la capacidad de hacerlo, porque es un deambulador, sino a los
cinco años?

Múltiples cuestiones pueden determinar que un niño se mueva sin parar


y sin rumbo.

Entre otras, podemos mencionar:

1 - La excitación desmedida

Muchas veces, más que acompañarlo en su desarrollo se lo mueve en exceso y se lo


llena de estímulos que no puede procesar. Esto es bastante habitual en estos tiempos, en los

La constitución subjetiva y la escuela. Clase 5 4° cohorte 2018 2


que los padres están siempre apurados y desbordados por diferentes cuestiones y cuando se
encuentran con el niño lo llenan de movimientos y de estímulos diversos. Esto lo deja en un
estado “eléctrico”, con adultos que aparecen y ocupan todo el lugar y después desaparecen
dejándolo desconcertado.

2 - Control de los movimientos por parte del adulto

Cuando se intentan controlar todos sus movimientos y no se le permite dominar su


cuerpo, los objetos y el espacio que lo circundan, el niño no llega a armar una representación
de sí en movimiento. Por ende, suele ser torpe, porque
el control excesivo lo deja sin poder controlar él su
propio cuerpo. Es como si estuviera manejado por
otros. Todos los niños necesitan la mirada de un adulto
para sentir que existen y como dijimos, se miran a sí
mismos reproduciendo la mirada que le da el otro. Así,
si para el otro el niño es una suerte de inválido que no
va a poder saltar, correr o trepar sin caerse, él se va a
ver de ese modo.

3 - Reacción frente a la desconexión de los adultos

Para despertarlos, para sacarlos de la depresión cuando están deprimidos, para


acercarlos cuando están abrumados por otras cosas, los niños se mueven. Así, muchas veces
la depresión de un adulto queda encubierta porque está todo el tiempo pendiente de un niño
que no para de moverse. Pero cuando ese niño puede frenar su impulsividad suele suceder que
los mismos padres se conecten entonces con su depresión y, como me decía una mamá:
“Ahora mi hijo está bien, no se lo medica más pero yo voy a necesitar medicación porque
estoy muy deprimida”. El moverse es un recurso infantil para decir “acá estoy”.

4 - Cuando necesitan demandar atención, ser mirados

Nombramos en las clases pasadas que los niños convocan la atención de los
adultos. Cuando vemos tantos padres conectados todo el tiempo con su celular, ocupados en
las cuestiones laborales y sociales sin tener respiro, no podemos asombrarnos que tantos niños
se muevan, griten, busquen de algún modo que la mirada sea dirigida a ellos. En este
sentido, es importantísima la situación de la escuela en los primeros 1000 días de
vida de un sujeto. Allí el niño debe encontrar la mirada cálida del adulto que está

La constitución subjetiva y la escuela. Clase 5 4° cohorte 2018 3


atento sin pretender controlar todo. Que el niño se sienta mirado y que registre la
confianza del otro en sus posibilidades es clave para su desarrollo.

5 - Modo de enfrentar la vivencia de rechazo o expulsión por parte del adulto

A veces, los niños se sienten rechazados en la casa o en la escuela y se mueven para


decir que están vivos y presentes, que a pesar del rechazo del otro, a pesar de que puedan
suponer que hay adultos que no quieren que ellos estén, ellos persisten, están. Esto muchas
veces complica la situación, porque el movimiento descontrolado del niño lleva a mayor
rechazo por parte del adulto. La contrapartida, mucho más complicada, sería la del niño que si
siente que no es aceptado ni amado, renuncia a la vitalidad, se queda totalmente quieto,
pasivo, sin deseos. Para los niños, la quietud es equiparada a la muerte en términos de
inexistencia. Así lo muestran en sus juegos y así lo representan. Por eso, cuando se les dice
que se queden quietos, en un contexto en el que el niño se siente rechazado o juzgado
críticamente, lo tiende a registrar como una orden de muerte, de dejar de existir. Y entonces
se mueve más, para demostrar que está vivo a pesar del otro.

6 - Efecto de situaciones de violencia

Los niños que han sufrido violencias tienden a moverse sin rumbo, estando a la
defensiva de un golpe que puede llegar de cualquier lado.

7 - Efecto de la desorganización psíquica

Dije antes que todos los niños pequeños son “hiperactivos”. Necesitan cambiar de
actividad a cada rato, no tienen tiempos largos de concentración y no pueden permanecer
sentados por mucho tiempo. Esto tiene una explicación, en tanto esas posibilidades son efecto
de la construcción del yo, como organización de representaciones. En otros términos, son
efecto de una representación de sí mismo de la que un niño pequeño carece. Esa construcción
va a permitir frenar el movimiento disruptivo. Y ya dijimos en la clase anterior que el mejor
remedio para la impulsividad es el juego, es transformar en juegos los movimientos
impulsivos. Si le decimos a un grupo de niños que no se muevan, lo más posible es que lo
hagan mucho más. Si tomamos los movimientos para incorporarlos a un juego, si inventamos
con ellos un juego a partir de sus movimientos, podrán ir dirigiendo su motricidad hacia alguna
meta.

La hiperactividad puede tener determinaciones muy diferentes. Lo mismo ocurre con la

La constitución subjetiva y la escuela. Clase 5 4° cohorte 2018 4


torpeza motriz. Y es importante tener esto en cuenta para entender esos movimientos como
un lenguaje particular con el que el niño nos convoca, nos dice algo para lo que no tiene
palabras.
La escuela puede ayudar a organizarse, a sentirse mirado y amado, a traducir lo que le pasa
y a convivir en situaciones de respeto mutuo, siempre que los adultos miren, protejan y
respeten al niño en sus particularidades.

Los niños nos desafían….

Un niño de cuatro años, en el consultorio, se enoja conmigo en una entrevista vincular


con la madre, porque les señalo que él quiere que ella sea una muñeca de su pertenencia
como único modo de tenerla y no perderla (obviamente, el señalamiento iba para el niño y
para la madre, que dejaba pasivamente que el niño le pegara y le gritara). Me contesta que no
quiere escucharme y que no va a venir más. Le digo que es posible, porque durante un tiempo
quiero trabajar con sus padres. Me dice: “ellos tampoco van a venir, porque yo no los dejo” y
mira en forma desafiante a su mamá. Ella me mira sin saber qué hacer, atemorizada frente a
las palabras del niño. Este niño comenzó con conductas “desafiantes y rebeldes” a partir del
nacimiento de un hermanito. Está desesperado porque siente que si no toma posesión enérgica
de su madre, la pierde. Pero en lugar de entender esa desesperación, los padres suponen que
“hace la vida imposible a todos”. El temor de la madre a la furia del hijo complica la situación.
El entorno se torna inseguro, sin parámetros claros.
Quizás uno de los problemas que aparezca
claramente en este ejemplo es que frente al
agobio de la vida cotidiana, los adultos
esperan que la crianza de un hijo sea una
especie de situación no-conflictiva, en la que
los niños digan alegremente que sí a todo lo
que se les pide y que acepten las
prohibiciones que se les imponen.
Otro niño, de cinco años, se enfurece porque
la maestra lo reta. Dice que es una tonta y
que lo reta sólo a él. Organiza a los demás
chicos en una especie de rebelión. La maestra me dice que el niño es un futuro matón y que no
puede estar en esa escuela. Se la nota enojada, casi respondiendo en espejo a los ataques del
niño, sin poder diferenciar su lugar ni reconocer su poder frente a un niño. Al detectar la
impotencia de los otros, este niño se siente vencedor y a la vez terriblemente desprotegido y
eso lo lleva a atacar más el vínculo y a desconocer la autoridad del otro.

La constitución subjetiva y la escuela. Clase 5 4° cohorte 2018 5


En los primeros tiempos de la vida, el bebé queda inevitablemente pasivo frente a otro que
lo lleva y lo trae, lo alimenta o no, lo acaricia o no, le habla o no, pero a partir de que se
comienza a sentir autónomo aparece la necesidad de diferenciarse del otro. El niño comienza
entonces a oponerse a los designios del adulto.

Así, puede suponer que el único modo de existir es reafirmando su voluntad en


contraposición al otro. Es frecuente que comiencen a usar el “no” como muletilla, diciendo “no”
aún en los momentos en que quisieran decir “sí”. También, la idea de que tienen que
someterse a la voluntad del adulto y ceder placeres en forma creciente (dejar el pecho, el
chupete, la mamadera, etc.) lo lleva a pelear un lugar y a considerar que tiene que marcar
terreno para que no le sea arrebatado todo. Pero fundamentalmente es un modo de separarse,
de mostrar autonomía.
Estas conductas se
constituyen como problema
cuando los adultos dejan de
considerar al niño como niño y
toman sus conductas como si
vinieran de otro adulto. Muchas
veces, esta respuesta termina
patologizando al niño,
suponiéndolo siendo un
“trastorno oposicionista-desafiante”. Así, considerado un cuadro psicopatológico o
una respuesta a una educación permisiva, las conductas de los niños que se oponen a
las reglas escolares y familiares se piensan más como algo a silenciar que como un
llamado a escuchar.

Podríamos decir que todo niño en sus primeros años es desafiante y se opone a los adultos y
que va a tener que ir incorporando normas y aceptando leyes que no le resultan fáciles de
tolerar.

En primer lugar, porque debe ubicarse en que no sólo no es una unidad con su madre
sino que no es único, que forma parte de un entorno y que por consiguiente tanto él como su
madre están sujetos a una legalidad que los excede. Pero esto es fruto de un largo recorrido.
Quizás una de las cuestiones más importantes durante la primera infancia es
no entrar en la pelea que muchos niños proponen. Si necesitan enfrentarse, es

La constitución subjetiva y la escuela. Clase 5 4° cohorte 2018 6


importante que los adultos puedan ubicar al niño como tal, sostener las normas mostrándose
amoroso con él. Si el niño siente que el adulto lo protege, va a acceder más fácilmente
a tolerar el inevitable sometimiento. Si en lugar de ubicarse como figura protectora
frente a otro desvalido, el adulto se sume en la pelea, aparece él como desafiante
también y dobla la apuesta, la norma no es incorporada. A lo sumo, el niño se somete
pero en rebeldía permanente. Muchas veces, los adultos temen a los niños y otras se violentan
con ellos. Cualquiera de estas conductas termina teniendo consecuencias difíciles que
tiñen la relación vincular pero también dificultan la construcción de una ética en el
niño, en tanto las normas morales se van construyendo por identificación con el
adulto y a partir de sus actos, mucho más que por sus palabras. Y el adulto que se
confunde con el niño y se violenta está quebrando normas éticas de cuidado del otro. Por
ende, lo que transmite es una transgresión, no una legalidad.
De cualquier modo, cuando un niño busca permanentemente el enfrentamiento,
tendremos que pensar que nos está queriendo decir algo y no se siente escuchado.

¿Niños violentos o niños violentados?

Los niños pequeños


tienden a pegar, morder,
escupir como modos de
lenguaje y de conexión con los
otros. Es bastante frecuente que
no conozcan otro modo de
acercamiento. Van a tener que ir
haciendo un recorrido en el que
puedan ir diciendo de otros modos
lo que les pasa y puedan ir
generando otro tipo de vínculos.
Y a la vez hay que tener en
cuenta que desde que se para sobre sus propios pies hasta que puede reconocer el sufrimiento
del otro pasa un tiempo considerable, en el que puede infligir dolor sin querer hacerlo. Así, una
nena de tres años le arranca un juguete a otro y cuando el niño se pone a llorar, me mira y me
pregunta: “¿Qué les pasa?” muy asombrada. La intención es la de dominar los objetos, su
cuerpo y a los otros, pero no la de causar dolor. Así, el que un niño empuje no implica
que quiera que el otro se caiga, sino que quiere ocupar ese lugar y no registra al otro como
semejante que puede sufrir.
El otro no es en principio un igual con el que me identifico. Para eso, un sujeto
tiene que sentir empatía, que sería la base de la posibilidad de registrar el

La constitución subjetiva y la escuela. Clase 5 4° cohorte 2018 7


sufrimiento del otro. Muchas veces, esta identificación les cuesta a los adultos, por lo
que es claro que no es algo con lo que se nace sino algo que se adquiere a lo largo de
la infancia. Y para que un niño sienta empatía, el requisito es que los adultos que lo
rodean sean empáticos con él.
Pero la situación se torna muy compleja cuando es el adulto el que recurre a la
violencia o responde a esas conductas infantiles con gritos o castigos. Allí nos encontramos con
la dificultad que tenemos muchas veces de sostener la diferencia niño – adulto, cuando
ubicamos a ese niño como un igual y lo suponemos poderoso.

Todos los niños intentan dominar a los otros en principio, así como a apropiarse de lo del
otro (también de su cuerpo) sin intención de provocar dolor sino como un puro efecto de
dominio. También tienden después, cuando se han podido diferenciar, a desafiar a los
adultos, como un nuevo modo, ya no tan corporal, de mostrar la propia presencia, de
dominar la situación.

Cuando un niño ha vivido situaciones de violencia va a tender a reproducirlas. Si puede


hacerlo a través del juego, va a ir elaborándolas. Pero muchas veces lo que ocurre es que el
niño no puede armar juego, marcado por lo disruptivo del maltrato y reproduce la escena
textualmente. Entonces podrá ser agresivo con otro, pegarle o patearlo ya no como modo de
ligazón sino como reproducción de lo vivenciado. Y ahí va a ser muy importante entender que
nos está contando con sus actos lo que viene viviendo. Y ayudarlo a ponerlo en palabras.
Hay diferentes modos en los cuales podemos detectar que un niño viene sufriendo
violencias. No sólo lo reproducen con otros sino que a veces niños apáticos, desconectados, o
excesivamente excitados, nos están contando algo que no pueden expresar de otro modo. Por
eso es fundamental pensar las dificultades de los niños y sus conductas disruptivas en la
escuela como el modo de manifestar lo que viven y lo que sienten, del modo en que pueden en
esos primeros años. Ya el considerar esas expresiones como un lenguaje abre para el
niño un camino diferente: es considerado una persona que dice, un interlocutor y
esto lo ubica en un lugar valioso.

Un adulto contenedor y protector, conectado empáticamente con el niño, posibilita el pasaje


de las respuestas impulsivas y violentas a otras formas de vincularse con los otros.
Que el niño se sienta respetado, mirado y escuchado le permitirá ubicarse como persona
autónoma, dueño de sí mismo. Y le abrirá caminos para desarrollar su potencial intelectual

La constitución subjetiva y la escuela. Clase 5 4° cohorte 2018 8


Para finalizar

Para finalizar y seguir pensando, les dejo un video en el cual se muestra


cómo, si no consideramos las cuestiones que venimos planteando a lo
largo de las sucesivas clases, se corre el riesgo de caer en patologización
la infancia.

https://youtu.be/y1UHBxeNcFA
Spot STOP DSM presentado formalmente en el III Simposio Internacional sobre
Patologización de la infancia: "Problemas e intervenciones en la clínica y en las aulas" (2, 3 y
4 de junio de 2011). Fuente: Forum Infancias con el apoyo de la Fundación Sociedades
Complejas (www.sociedadescomplejas.org.ar)

Actividades

Actividad 1: Encuentro Online con Beatriz Janin

Continuamos realizando ricos intercambios en el Encuentro on line con la


Lic. Beatriz Janin que se llevará a cabo el día y hora que les informe la
Tutora.

Recibirán el enlace a la transmisión en directo a través de un mensaje que


también les enviará su tutora.

Además, en forma previa, los invitamos a dejar sus inquietudes para


trabajar en dicho encuentro, a través del muro digital que hemos
preparado:
https://padlet.com/valeriaccomo/preguntas_BeatrizJanin

La constitución subjetiva y la escuela. Clase 5 4° cohorte 2018 9


Para quienes no puedan estar presentes durante la transmisión en directo,
la misma quedará grabada y luego se les enviará el enlace para acceder a
ella.

¡Los esperamos!

Actividad 2

Les acercamos ya la consigna del Trabajo de integración final del curso:

A la luz de todo lo abordado a lo largo de las clases les proponemos:

- elegir una situación de su realidad cotidiana –en lo posible de su


contexto laboral- que vivan como problemática,

- articular conceptos aportados en las clases para explicitar algún modo de


intervenir en la misma.

La intervención diseñada deberá mostrar la argumentación desde el


análisis de los conceptos involucrados.

Forma y plazo de entrega:

Deberán enviar el documento elaborado a través del espacio disponible en


esta clase: "Envío de Trabajo de integración final".

- Extensión: una carilla, hoja A4, letra Times New Roman 12


- Plazo máximo de entrega: 2/7/18

Bibliografía optativa

Janin, B (2005) ¿Se puede encuadrar el sufrimiento? –


www.beatrizjanin.com.ar (pag. Web – mis artículos)

Benasayag Silvia, Vasen, Juan (2016): Los problemas de la escolarización


son un tema fundamental que excede lo que suele llamarse Dislexia
http://foruminfancias.com.ar

La constitución subjetiva y la escuela. Clase 5 4° cohorte 2018 10


Autor(es): Beatriz Janín

Cómo citar este texto:

Janín, Beatriz. (2017). Clase 5. ¿Niños hiperactivos, desafiantes y violentos? La


constitución subjetiva y la escuela. Dirección de Formación Continua - DGCyE.

Esta obra está bajo una licencia Creative Commons


Atribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0

La constitución subjetiva y la escuela. Clase 5 4° cohorte 2018 11

También podría gustarte