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TEMA 13.

- EL RÉGIMEN DE LA RESTAURACIÓN (1874-1902)

1. EL ESTABLECIMIENTO DE ALFONSO XII COMO REY Y EL FUNCIONAMIENTO DEL SISTEMA


CANOVISTA: LA RESTAURACIÓN EN CASTILLA LA MANCHA

1.1.- La Restauración

Es el periodo de la Historia de España que se inicia en diciembre de 1874, con la


reposición en el trono de los Borbones, en la persona de Alfonso XII, hijo de Isabel II;
supone la vuelta de los Borbones, y un periodo de estabilidad política con predominio del
conservadurismo pero incorporando logros del liberalismo, estabilidad que va a favorecer el
desarrollo económico tras los turbulentos años anteriores; su arquitecto fue Cánovas. Perdura
como etapa hasta 1902, con la mayoridad de Alfonso XIII, en que se inicia una fase de rasgos
diferentes, aunque la monarquía restaurada se mantenga hasta 1931.

El fracaso de la 1ª República y la indefinición del gobierno de Serrano era el caldo de


cultivo adecuado para la propaganda borbónica, muy bien dirigida por Cánovas, que en
primer lugar logra que la impopular Isabel II renuncie a sus derechos a favor de su hijo Alfonso.
Además, hace que Alfonso firme el llamado Manifiesto de Sandhurst (academia militar
británica donde estudiaba el príncipe), en el que reclama el trono, prometiendo paz, estabilidad
y defensa de los valores liberales. Sin embargo, el general Martínez Campos se adelanta a los
hechos y protagoniza el pronunciamiento militar de Sagunto (XII/1874) a favor de Alfonso
XII. El disgusto de Cánovas fue grande pues la Restauración ya estaba hecha, y pretendía
acabar con el protagonismo de los militares en la vida pública.

1.2.- Las bases del sistema de la Restauración

Antonio Cánovas del Castillo, que se inició en el partido unionista, lideró a los
alfonsinos durante el Sexenio y fue agrupando a todos los contrarios al absolutismo pero que
también rechazaban el desorden de la República y el liberalismo democrático.

Sus ideas se basan en el modelo bipartidista inglés, en el que dos partidos se


alternan pacíficamente en el poder (turnismo), dando gran estabilidad; por ello, Cánovas ideó
un sistema liberal pero autoritario, basado en dos partidos liberales y moderados ambos
(aunque uno más que otro), que aceptan la Constitución y la monarquía borbónica, y que se
turnan en el poder de modo pacífico, aunque no democrático (manipulación electoral
sistemática, que excluye a los partidos anti-sistema), desechando la insurrección y el uso del
ejército para lograr el poder (civilismo🡪 exclusión de los militares de la política). Por tanto
ideas de moderación y conservadurismo, con concesiones a los principios y libertades
liberales en favor de la estabilidad. Pero será antidemocrático aun aceptando el sufragio
universal en 1890.

1.3.-La Constitución de 1876

Expresa las ideas de Cánovas; siendo más conservadora que la de 1869 (se parece
más a la de 1845), deja sin especificar muchas “libertades” y “derechos” que luego se irán
instituyendo (con los gobiernos liberales de Sagasta), de modo que al final se recuperan los
Derechos de la Constitución de 1869, si bien no incluidos en la Constitución. Regirá hasta
1931 (la constitución de más larga vigencia hasta hoy), aunque se interrumpe su vigencia de
1923 a 1930(dictadura de Primo)

El Estado se define como una monarquía constitucional, pero no se proclama la


soberanía nacional, sino compartida (el rey con las Cortes); esto y una separación de los
poderes no muy clara, con la que el rey detenta el ejecutivo pero interviene decisivamente en el
legislativo (derecho de veto), resalta el carácter conservador del texto, con grandes poderes
para el rey; además, las Cortes son bicamerales, con un Senado muy aristocrático; en cuanto

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a la Declaración de Derechos, existe en la Constitución pero muy ambigua (“los españoles
tienen derecho al voto; dicho derecho será regulado por una ley...”); Finalmente, se defiende el
centralismo estatal (contra todo nacionalismo) y en materia religiosa hay tolerancia, pero se da
preferencia al Catolicismo (libertad de cultos, pero no en público)

1.4.- El bipartidismo

Cánovas lideraba el Partido Liberal Conservador o Conservador, pero sabía que no podía ni
debía gobernar siempre, así que buscó y ayudó a fundar un partido con el que alternar, pero
que aceptase en esencia lo mismo que él; así se fundó el Partido Liberal Fusionista o Liberal.

● El partido Conservador, dirigido por Cánovas hasta su muerte (1897) y luego por
Francisco Silvela, constituía la derecha moderada; incluye a los antiguos alfonsinos
(moderados, unionistas), a algunos tradicionalistas no-carlistas y a algunos progresistas.

● El partido Liberal, fundado ya en 1880 es la “izquierda dinástica”; lo dirige Práxedes


Mateo Sagasta hasta su muerte (1903); aceptó la Constitución y la monarquía y se atrajo a
algunos conservadores descontentos con Cánovas y a los demócratas más moderados.
Durante su gobierno (sobre todo en el Gobierno Largo1885-90), desarrollarán medidas
progresistas (libertad de imprenta, cátedra, asociación…), culminando con la
reimplantación del sufragio universal masculino en 1890.

1.5.- El sistema del turno o alternancia: el caciquismo

La alternancia estaba asegurada por el funcionamiento del sistema, pactado entre los
dos partidos: el rey llamaba a gobernar a una persona que debía ser respaldada por las Cortes;
si no era así, sencillamente esa persona disolvía las Cortes y convocaba elecciones; y esas
elecciones, las ganaba. De un modo pactado, se garantizaba la victoria de quien convocaba,
mediante la manipulación y el fraude. Cada partido tenía establecida una red de clientelas y
favores (grandes y pequeños) que prodigaba cuando gobernaba, y que hacía que una
determinada masa electoral le fuera fiel; es un voto “cautivo”, que se da sobre todo en las
zonas rurales (y España era aún un país rural).

El Ministerio de Gobernación organizaba las elecciones, y mediante el


“encasillado”, decidía quiénes iban a salir como diputados en toda España; el partido al que
tocaba perder, aceptaba el resultado; entonces el Ministerio ponía en marcha a los
gobernadores civiles (provinciales) y éstos a los caciques locales de cada partido, para que
movilizaran a sus clientes y favorecidos en el sentido debido; llegado el caso, si era necesario,
se llegaba a la compra directa de votos o al simple pucherazo (manipulación de las listas
electorales o de los votos obtenidos, haciendo votar a los ausentes o incluso a los fallecidos).
Este sistema, el caciquismo, convertía a las elecciones en una farsa.

El partido Conservador (Cánovas) dejó al fin el poder al partido liberal (1881). La


muerte prematura del rey y el inicio de la regencia de Mª Cristina de Habsburgo (1885) durante
la minoridad de Alfonso XIII, reforzó el sistema pues en aras de la estabilidad, Cánovas y
Sagasta firmaron el Pacto del Pardo, que reafirmaba la alternancia pactada.

1.6.- La pacificación del país

Como problemas pendientes, se soluciona la 3ª guerra carlista (1876) se inició una


vez destronada Isabel II, ya en el Sexenio Revolucionario. Beneficiados por el clima de libertad
que introdujo la revolución de la “Gloriosa”, el carlismo había revivido como fuerza política. Pero
la llegada de Amadeo de Saboya provocó la insurrección armada de una parte de los carlistas,
mientras que otra facción constituyó una pequeña fuerza política opuesta a la nueva monarquía
y con posiciones enormemente conservadoras. El pretendiente era Carlos VII, y el conflicto
acabará con la definitiva derrota del carlismo, ya durante los primeros años del reinado de
Alfonso XII, y se eliminan todos los fueros e instituciones regionales vascas, aunque conservan
cierta autonomía fiscal (los conciertos económicos).

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Se termina con la Guerra de independencia cubana (1878) cuando Martínez Campos
hace una serie de promesas a los insurrectos cubanos; promesas cumplidas tarde y mal, y que
no frenarán ya las ansias independentistas cubanas, alimentadas y acompañadas por las
ambiciones de los E.E. U.U., estallando la 2ª guerra de Cuba (1895-1898).

1.7.- La Restauración en Castilla – La Mancha

Con la Restauración llegó también a nuestra región el turno pacífico de conservadores


y liberales, y se consolidó la manipulación electoral y el caciquismo, máxime en una región
con ciudades escasas y pequeñas, una región rural en la que es más fácil el papel del cacique
y en la que va a tardarse más en sacudirse su dominio. Así, el conde de Romanones (liberal),
entre otros, tenía sus feudos electorales y sus clientelas en la región.

La agricultura era predominante. Estaba dominada por una burguesía terrateniente muy
conservadora y en general dominan los latifundios, con abundancia de jornaleros. Cabe
destacar el auge espectacular, aunque temporal, del viñedo, que en la Mancha sustituyó al
cereal en este siglo XIX, sobre todo a raíz de la filoxera en Francia (y hasta que la plaga llegó
aquí). Pero el viñedo era extensivo y de poca calidad, destinando su producción a la
exportación a Francia para fabricar alcoholes.

La industria siguió ausente de la región, y solo cabe destacar el mercurio de Almadén y la


explotación del carbón de Puertollano desde 1873, que originó un desarrollo obrero e
industrial relacionado (metalúrgicas) pero muy limitado a la localidad, y que entró en crisis en
los años 20 ante la escasa competitividad de su carbón

2.-OPOSICIÓN POLÍTICA AL REGIMEN DE LA RESTAURACIÓN

2.1.- Los movimientos antidinásticos

2.1.1.- Los Carlistas

Los carlistas eran enemigos del liberalismo; defendían el tradicionalismo, el Antiguo


Régimen y la monarquía de origen divino, así como el foralismo, según el cual las regiones
debían mantener sus instituciones de gobierno autónomas, su sistema propio de justicia y la
exención fiscal y de quintas para el servicio militar; también los campesinos y la Iglesia,
perjudicados por la desamortización, se ponen de lado del Carlismo. Con el tiempo la
desamortización liberal beneficia a muchos y el moderantismo de Isabel II hace que la nobleza
se acomode al liberalismo, lo mismo que la Iglesia (Concordato, que compensa y rehace la
importancia social de la Iglesia.

A la altura de 1876 (con la Restauración), tras el intento durante el Sexenio-3ª Guerra


Carlista- el carlismo solo pervive en el País vasco-navarro de un modo arraigado, debido al
catolicismo tradicionalista de los vascos y a la defensa que el carlismo hace del foralismo
“clásico”. Es una época, no obstante, de cambios ideológicos: surge un Tradicionalismo
ultracatólico no-carlista, y por otro lado también los regionalismos empiezan a encontrar
ámbitos políticos más modernos diferentes del Tradicionalismo carlista (así, en Cataluña, el
regionalismo liberal; o en el País Vasco, el PNV, aunque éste es de raíz muy conservadora. Por
tanto un Carlismo minoritario y en crisis, con raigambre en Navarra, que solo resurgirá en
1936

2.1.2.-Los Republicanos

Defienden unas ideas liberales avanzadas y se diferencian de los otros grupos liberales
en el modelo de Estado (no monárquico). Las ideas republicanas de raíz liberal son el
sufragio universal, la necesidad de reformas sociales y económicas profundas en beneficio de
las clases populares. Además los poderes públicos han de asumir el carácter de Estado

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protector de las clases sociales desfavorecidas. En las relaciones con la Iglesia los
republicanos defienden un Estado laico, aconfesional, en el que Iglesia y Estado se separan. A
veces practican el anticlericalismo, al acusar a la Iglesia de ser un obstáculo para el progreso y
la libertad. Existían dos tendencias: los unitarios y los federales (divididos a su vez en
benévolos e intransigentes)

Tras el fracaso de la 1ª República (1873), el republicanismo pasa a la clandestinidad


hasta 1887. Pero el republicanismo sufre una fuerte división interna; la distancia entre el
conservador Castelar, el radical Ruíz Zorrilla o los federalistas Figueras y Pi y Margall se
agrandó; Ruíz Zorrilla hubo de exiliarse por su carácter conspirador (promovió varios intentos
de pronunciamiento militar republicanos). Los demás fundaron diversos partidos republicanos,
pequeños grupos que lograban unos pocos escaños. Aún así, en los años 90, los republicanos
mejoraron sus resultados electorales con el sufragio universal, además del sonado triunfo en
las elecciones municipales de 1892 (en Madrid y otras capitales).

2.1.3.- El movimiento obrero

● El Anarquismo.- Con la Restauración, el movimiento obrero pasó a la clandestinidad. Los


anarquistas se reorganizaron en 1881 con la fundación de la Federación de Trabajadores
de la Región Española (FTRE); las divisiones internas y la represión policial hicieron que
a finales de los ochenta los obreros y campesinos anarquistas se inclinaran por un
activismo predominantemente sindical y reivindicativo. Sin embargo, una minoría de
radicales optó por la “acción directa”, es decir, la huelga violenta y el atentado terrorista.
La táctica de esa minoría anarquista determinó el etiquetado general del anarquismo como
violento, y la represión indiscriminada. La regiones donde el movimiento libertario era
más fuerte fueron Andalucía (entre jornaleros del campo) y Cataluña (entre obreros
industriales).

● El Socialismo.- En 1879 se funda el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), con


Pablo iglesias como líder. El primer programa se basaba en tres objetivos fundamentales:
abolición de las clases, la transformación de la propiedad privada en propiedad colectiva y
la conquista del poder político por la clase obrera, junto a la petición obrera de mejoras
laborales y sociales. En 1888 se fundó en Barcelona la Unión General de Trabajadores
(UGT), sindicato de inspiración socialista. En 1890 se celebró por vez primera el 1º de
mayo, siguiendo la consigna de la II Internacional, dando lugar a numerosas
manifestaciones. Desde entonces comienza un lento crecimiento como partido de
masas. En 1891 el PSOE obtuvo por primera vez cuatro concejales, un pequeño éxito para
empezar, logrado en las grandes ciudades (en el campo, aún nula influencia).

2.1.4.- Los movimientos nacionalistas periféricos

El nacionalismo y el foralismo, que hasta 1875 estaban “refugiados” en el carlismo


conservador o en el federalismo, camina ahora, ante la decadencia de estas dos corrientes,
hacia nuevas soluciones; el regionalismo será más fuerte y más temprano en Cataluña y País
Vasco, debido a su diferenciación lingüística (una de las claves de todo sentimiento nacional) y
a la existencia de una burguesía potente en esas regiones, que asume las ideas nacionalistas.

● El Nacionalismo Catalán.- Surgió durante el Sexenio Democrático representado por el


federalismo (Pi y Margall), que reivindicaba una Cataluña integrada en un conjunto de
estados españoles federados. Valentí Almirall fundó el Centre Catalá (1882), que en 1892
se fusionó con el grupo formado por Prat de la Riba en la Unió Catalanista, burgués,
pacífico y no-independentista. La Unió Catalanista, apoyada por la burguesía nacionalista
conservadora, promovió las Bases de Manresa, documento que recogía el primer
programa explícito de catalanismo e incluía un proyecto de estatuto de autonomía de
carácter conservador y federal. Será el nacionalismo más fuerte electoralmente, pero ya en
el siglo XX.

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● El Nacionalismo Vasco.- Se desmarcó del agotado carlismo con la fundación del PNV
(1895) por Sabino Arana, radical, racista e independentista. Reivindicó en principio la
defensa de los fueros perdidos y rechazó el proceso de industrialización, identificó el
capitalismo y el centralismo con lo español y señaló a los inmigrantes o maketos como los
culpables de la degeneración de la raza vasca. Solo cuando se suavizó en su racismo e
independentismo (desde 1898) logró mayor aceptación, sobre todo entre la burguesía
vasca y las clases medias conservadoras y católicas, que ven con temor el progreso del
socialismo entre los obreros vascos. Su programa fue desde entonces autonomista dentro
del Estado español.

3.-CRISIS DEL 98 Y LIQUIDACIÓN DEL IMPERO COLONIAL

3.1.- Los antecedentes: la cuestión cubana

El régimen de la Restauración se vio muy afectado por la llamada cuestión cubana, que ya
había dado lugar a la 1ª guerra de Cuba, finalizada en la Paz de Zanjón (1868-1878), resuelta
por el general Martínez Campos mediante una negociación, que terminó con promesas por
parte de España que luego se cumplieron tarde y mal; tras 1878 incluía los siguientes
problemas:

● Las aspiraciones cubanas: Los brotes independentistas volvieron: las insurrecciones


de 1879,1883 y 1885; su represión y las promesas no cumplidas alimentaron el
nacionalismo popular en Cuba. También los criollos ricos (en 1878 estaban con
España) se suman al independentismo.

● La “resistencia” española: Los funcionarios, comerciantes y azucareros españoles


residentes en la isla se negaban a admitir ningún tipo de autonomía; en la península, el
comercio con Cuba era un mercado en régimen de monopolio que proporcionaba a
España un saldo positivo. La promesa de autonomía no se llevó a efecto— se intentó
convertir a Cuba en una provincia más de España. Los cubanos autonomistas se
suman entonces a los independentistas. Además, la prometida abolición de la
esclavitud en la isla fue tardía.

● Los intereses y el papel de los EE. UU.: Cuba obtenía gran parte de sus ingresos de
EEUU, exportaba allí más del 90% de la producción de azúcar y tabaco. EE. UU. ya se
había ofrecido a comprar la isla, dado el creciente nº de inversiones norteamericanas
en ella. En 1892, este país obtuvo un arancel favorable para sus productos y después
financió a los independentistas con la intención de ejercer de árbitro cuando surgiera
un conflicto entre Cuba y la metrópoli.

3.2.- La guerra de Cuba (1895 – 98) y el conflicto con EEUU.

● El “Grito de Baire”: La guerra estalló de nuevo en febrero de 1895 con el “Grito de Baire”,
nombre con el que se conoce el levantamiento que tuvo lugar en la parte oriental de la isla.
José Martí y Máximo Gómez serán los líderes civil y militar. A la muerte de Martí, Gómez y
Antonio Maceo asumieron la dirección militar de los rebeldes.

● La política española durante la crisis: Esta vez, la negociación de Martínez Campos no


da resultado; el gobierno Sagasta dimite, dando paso a los conservadores de Canovas;
éste envía al general Weyler como gobernador, para controlar la rebelión únicamente por la
fuerza, y con métodos “salvajes” que afectan a toda la población civil (“tierra quemada”,
para evitar el apoyo a los rebeldes); es una política que restó aún más popularidad a los
españoles en Cuba. Sagasta cesa a Weyler, e inicia una política de conciliación con los
cubanos, concediendo por fin la autonomía; y parecía todo por camino adecuado, cuando
se produjo el incidente del Maine.

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● La insurrección filipina (1896): Filipinas se rebela en 1896; el general Polavieja, al mando
de las tropas españolas, actuó con extrema dureza y ejecutó al principal intelectual
independentista, José Rizal.

● El accidente del “Maine” y la intervención de los EE. UU.: En febrero de 1898 tuvo
lugar un incidente: la voladura de Maine, un acorazado estadounidense que se encontraba
en el puerto de la Habana, en el que murieron más de 250 marinos norteamericanos. La
prensa y el Gobierno de Estados Unidos culparon a España y se ofrecieron comprar la
isla, Los políticos de la Restauración prefirieron una derrota honrosa antes que una paz
comprada. Estados Unidos declaró la guerra a España en abril de 1898. La lucha fue
desigual y la derrota irremisible: hundimiento de las escuadras españolas en Cavite
(Filipinas) y Santiago de Cuba (en julio) y desembarcos posteriores de los “marines”, sin
problemas.

● El Tratado de París y el fin del imperio español: El Tratado de París (XII de 1898)
supone la liquidación definitiva del viejo imperio colonial español, ajustando su presencia
internacional a su papel real de potencia de segunda fila. Por él, Cuba será independiente
(salvo Guantánamo, base que se reserva EE: UU), mientras que Puerto Rico, Filipinas y
otras islas del Pacífico pasan directamente a manos de los EE. UU.

3.3.- Repercusiones del “Desastre”

● Pérdidas humanas: Las pérdidas humanas en las guerras de 1895-1898 costaron unas
120000 muertes, la mitad soldados españoles. La mayoría de las bajas se debieron a
enfermedades infecciosas.

● Los perjuicios psicológicos y morales: Fueron importantes: Los supervivientes volvían


heridos, mal atendidos, muriendo de hambre o mutilados. A ello se añadió la
desmoralización de los soldados y de la población civil, que al empezar la guerra no mostró
mucho entusiasmo ante las proclamas patrióticas de políticos y militares, pero que
avanzando el tiempo, viendo cómo morían sus hijos o llegaban mutilados, pasó de la
indiferencia a la animadversión.

● Las pérdidas materiales: La derrota supuso la pérdida de los ingresos procedentes de las
colonias como de los mercados privilegiados y de las mercancías que como el azúcar, el
cacao o el café deberían comprarse en el futuro a precios internacionales.

● La crisis política: El desgaste fue de ambos de partidos, pero afectó al liberal y a Sagasta,
a quien tocó la misión de afrontar la derrota. Con él desapareció la primera generación de
dirigentes de la Restauración, que cedió el terreno a los nuevos líderes. Lo más grave fue
el desprestigio militar derivado de la dureza de la derrota. Era evidente que las fuerzas
armadas no habían estado preparadas para un conflicto como éste, y aunque la
responsabilidad era más política que militar, el ejército salía dañado en su imagen, lo que
trajo consecuencias en el siglo XX.

● Resentimiento militar y antimilitarismo popular: los militares quedan heridos en su amor


propio, y buscan culpables en los políticos, que dirigieron mal la guerra, y que no “dotan”
convenientemente el presupuesto militar. Las clases populares incrementan su rechazo
hacia el ejército: el reclutamiento se hizo como siempre, salvándose los hijos de las clases
pudientes (al pagar una “redención” del servicio militar), yendo y sufriendo la guerra los
hijos de quienes no tenían recursos. El espectáculo de la repatriación de heridos y
mutilados incrementó el rechazo popular al ejército. Todo ello trajo consigo también, la
animadversión de los militares hacia el pueblo y hacia las organizaciones obreras.

● El regeneracionismo: Fue un importante movimiento intelectual y crítico que surgió a


partir del desastre del 98, rechazaba el sistema político y social de la Restauración al
considerarlo una lacra para el progreso de España. Sus representantes más ilustres:
Miguel de Unamuno, Joaquín Costa y Ángel Ganivet. El regeneracionismo tuvo una

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vertiente literaria la generación del 98, que dio nuevos impulsos a la vida intelectual y
política del país a principios del siglo XX.

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