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Operación Cóndor: Sistema Interamericano Clandestino.

Por J. Patrice McSherry

Traducción por: Stephanie Alvarez y Diana Mantilla

McSherry, J. Patrice. "Operación Cóndor: Sistema Interamericano Clandestino" Justicia Social,


invierno 1999 V26 i4 p144.

EN LOS 10 AÑOS DESDE EL FIN DE LA GUERRA FRÍA, EL MUNDO HA VISTO UNA apertura gradual
de antiguos archivos secretos estatales a ambos lados de la división Este-Oeste, así como
avances verdaderamente asombrosos en derechos humanos y derecho internacional. El
pedido de arresto y extradición del general Augusto Pinochet en octubre de 1998 por parte del
juez español Baltasar Garzón fue, quizás, uno de los acontecimientos más sorprendentes, sobre
todo porque se trató de un antiguo aliado del gobierno estadounidense durante la Guerra
Fría. Es evidente que el colapso del bloque comunista y el fin del sistema bipolar fueron
importantes cambios estructurales a nivel internacional, permitiendo que surgieran nuevas
preocupaciones sobre los derechos humanos y la justicia y se comenzara a desafiar los
límites establecidos por la geopolítica de la Guerra Fría. En efecto, la lucha contra la
impunidad se está "globalizando", lo cual es un aspecto positivo de los fenómenos más
amplios de la globalización. Sin embargo, quedan preguntas profundas. Si surgiera una nueva
amenaza para los intereses globales de los Estados Unidos o si surgiera un poderoso desafío a
la hegemonía sobre el modelo político y económico occidental, ¿se volverían a ignorar las
preocupaciones por los derechos humanos en nombre de la seguridad nacional? ¿Los fines
justificarían los medios una vez más?

El arresto de Pinochet centró la atención mundial en las guerras sucias de la Guerra Fría en
América Latina. Un foco clave de la investigación de Garzón es la Operación Cóndor, una
sombría red militar latinoamericana cuyos miembros clave eran Chile, Argentina, Uruguay,
Bolivia, Paraguay y Brasil. La Operación Cóndor representó un nuevo y sorprendente nivel de
represión coordinada entre las fuerzas armadas anticomunistas de la región, y su existencia se
sospechó, pero sin documentos hasta hace poco. Cóndor permitió a los estados militares
latinoamericanos compartir inteligencia, perseguir, apoderarse y ejecutar a opositores
políticos en operaciones combinadas a través de sus fronteras. Los refugiados que huían de
los golpes militares y la represión en sus propios países que buscaban refugios seguros en
los países vecinos fueron "desaparecidos" en operaciones transnacionales combinadas. Los
militares desafiaron el derecho internacional y las tradiciones del santuario político para llevar a
cabo su cruzada anticomunista. Este artículo demuestra que la Operación Cóndor era un sistema
paraestatal que usaba métodos criminales para eliminar la "subversión", evitando al
mismo tiempo las instituciones constitucionales, ignorando el debido proceso y violando
todo tipo de derechos humanos. Cóndor hizo uso de prisiones paralelas, operaciones secretas
de transporte, asesinatos y torturas de rutina, guerra psicológica extensa (PSYWAR o uso
de propaganda negra, engaño y desinformación para conquistar los "corazones y mentes"
de la población, haciendo creer que
ciertos crímenes fueron cometidos por los “subversivos”), y tecnología sofisticada (tales como
listas computarizadas de sospechosos).

La Operación cóndor debe entenderse en el contexto de la alianza anticomunista mundial dirigida


por los Estados Unidos. Ahora sabemos que altos funcionarios y agencias de los Estados Unidos,
incluyendo el Departamento de Estado, la Agencia Central de Inteligencia y el Departamento de
Defensa, estaban plenamente conscientes de la formación y las operaciones de la Operación
desde su organización en 1975 (si no antes). El gobierno de Estados Unidos consideró a los
militares latinoamericanos como aliados en la Guerra Fría y trabajó estrechamente con sus
organizaciones de inteligencia. Las agencias ejecutivas de los Estados Unidos al menos toleraron,
y veces ayudaron activamente, las operaciones de "contra-subversión" de la Operación Cóndor.
Aunque la evidencia sigue siendo fragmentaria, ahora es posible recopilar información de
numerosas fuentes para entender la Operación Cóndor como un sistema clandestino de
contrainsurgencia interamericana.

Este artículo se basa en una amplia variedad de datos: los "Archivos del Terror" en Paraguay; [1]
testimonios de víctimas en los archivos del Centro de Estudios Legales y Sociales [CELS,
Argentina]; Documentos desclasificados de los Estados Unidos; Documentos militares
argentinos; Informes de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP,
Argentina) y la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación; Entrevistas realizadas en Chile,
Argentina y Paraguay entre 1996 y 1998; Periódicos de América Latina, Europa y Estados Unidos;
Y obras de académicos y ex agentes de la CIA. La evidencia demuestra que la Operación Cóndor
fue una estructura supranacional de terrorismo de Estado organizado que iba mucho más allá de
perseguir a los "comunistas".

El artículo examina primero la (escasa) literatura sobre la Operación y sobre el terrorismo de


Estado para situar la discusión en un contexto teórico. Las estructuras y operaciones de la
Operación son revisadas y brevemente comparadas con los proyectos de "stay behind" en
Europa, programas secretos diseñados por Occidente para la guerra de guerrillas y operaciones
encubiertas destinadas a socavar los avances comunistas e izquierdistas. Finalmente, la
conclusión del artículo reflexiona sobre las ideologías y doctrinas que dieron origen a la
Operación y la cuestión de los fines y los medios.

Literatura sobre Operación Cóndor y sobre el Terrorismo de Estado

El artículo de Keith M. Slack (1996) [2] evaluó muy cautelosamente la existencia de la Operación
Cóndor y de la participación estadounidense. Para ser justos, mucho permanecía nebuloso
incluso hasta hace algunos años. Nuevas pruebas surgieron de la investigación de Garzón,
incluyendo una nota del FBI de 1976 sobre la Operación; Los documentos de los Estados Unidos
publicados en junio de 1999 demuestran la existencia de la Operación más allá de toda duda.
Adicionalmente algunos funcionarios bien informados se han pronunciado. En 1999, una fuente
militar argentina de alto rango, familiarizada con los secretos de la junta en 1976, dijo a un
periodista argentino que Henry Kissinger había asegurado a las juntas chilenas y argentinas el
apoyo y cooperación de la administración Ford para las operaciones de contrainsurgencia y para
la Operación Cóndor durante una reunión interamericana en Santiago, Chile el 10 de junio de
1976. [3] El periodista obtuvo documentos desclasificados del Departamento de Estado de los
Estados Unidos de 1976 a 1978, mostrando que la Embajada de los Estados Unidos en Buenos
Aires estaba bien informada sobre la Operación.

De igual manera, el ex ministro del Interior, Alfredo Arce Carpio, de Bolivia, dijo a otro autor
argentino en 1998: "la coordinación entre Argentina, Bolivia, Uruguay, Chile y Paraguay, conocida
como Operación Cóndor, las fuerzas militares acordaron un proyecto común de inteligencia e
intercambio de prisioneros ". [4] Nada de lo contenido en el documento constituiría, a primera
vista, una violación del Derecho Internacional. Los gobiernos no están impedidos ... de
intercambiar información sobre lo que creen que son elementos criminales que operan en su
territorio ... [El] arreglo ... sería legal en el marco internacional ... La cuestión, por supuesto, es
cómo se utilizaría la información recogida en el sistema descrito para la persecución legítima de
personas que habían cometieron delitos, o para la supresión de la disidencia política?

Sin embargo, la lectura de Slack de la evidencia del Archivo Paraguayo es bastante estrecha y
legalista. A pesar de su valiosa categorización de la evidencia de la Operación, él encuentra la
mayor parte del material ambiguo. Sin embargo, incluye abundante documentación de
operaciones coordinadas entre los estados militares para apoderarse de los "subversivos" y
transferirlos secretamente a sistemas clandestinos de prisiones. [5] Slack también pone
demasiado peso en encontrar referencias a la palabra "cóndor" ("lo que agrega a esta
ambigüedad es el hecho de que hay muy pocos documentos ... que usan la palabra "cóndor"
específicamente). Subestima la naturaleza brutal de los regímenes militares en cuestión al
analizar el documento clave de 1975 en el que el coronel Contreras de Chile invita a sus
homólogos a una reunión para coordinar la estrategia de contrainsurgencia:

Sin embargo, en ese momento estaba bien documentado que estos estados estaban cometiendo
abusos masivos de derechos humanos. Slack reconoce que "la información acumulada y
difundida por este sistema fue concebida para violar los derechos humanos", y concluye que el
archivo "sugiere fuertemente la existencia de represión formal y organizada a través de las
fronteras internacionales, pero el definitivo "arma de fumar" no es contenidos en el archivo ...
"(Slack, 1996: 506). La búsqueda de precauciones es comprensible, pero los servicios de
inteligencia consideran que la denegación plausible es una prioridad importante. Por ejemplo,
un manual de asesinato estadounidense recientemente desclasificado de los años cincuenta
declaraba: "Ninguna instrucción de asesinato debería ser escrita o registrada jamás" (Weiner,
1996; Doyle, 1997).

Como han observado académicos como Michael Stohl y William Stanley, la violencia estatal y el
terrorismo de Estado son temas espinosos para los academicos estadounidenses. No encajan
perfectamente en los marcos teóricos convencionales y, además, el concepto de terrorismo es
ambiguo y lleno de dificultades analíticas. [6] Las teorías liberales del pluralismo y la democracia
no explican el uso del terrorismo por parte de los estados, como lo demuestra Stanley (1996).
Estas teorías suponen que los estados son expresiones legítimas de las preferencias de los
ciudadanos o grupos de interés, ofreciendo así pocas herramientas conceptuales con las que
explicar la violencia del Estado contra ellos. Las teorías marxistas a menudo se quedan cortas.
John McCamant (1984) sostiene que el énfasis de las teorías marxistas sobre la opresión,
particularmente la opresión económica de las élites, a menudo descuida un análisis de la
represión por parte de los estados. Stanley postula que el uso por parte de un estado de un nivel
desproporcionado de violencia contra ciudadanos desarmados, que puede movilizar una nueva
oposición popular, parece desafiar a los realistas sobre el uso racional de la fuerza por parte del
estado. [7] Stohl (en Slater y Stohl, 1988: 160), por otra parte, sostiene que el realismo implica
que los estados están obligados a utilizar cualquier medio necesario para proteger la seguridad
nacional y la supervivencia del Estado. La evidencia en este artículo presta peso a la última
proposición. Stohl (Ibid., 1988: 155-205, en Stohl y López, 1984: 43-58) señala que los estados,
en particular las superpotencias, pueden optar por emplear métodos terroristas o lo que él
identifica como "terrorismo sustituto" para alcanzar objetivos estratégicos, Y ofrece numerosos
ejemplos de prácticas estadounidenses y soviéticas durante la Guerra Fría. Sostiene que "las
estrategias y tácticas del terrorismo se han convertido en componentes integrales de los
instrumentos de política exterior del Estado moderno" (Stohl y López, 1984: 55).

E.V. El análisis clásico de Walter (1969) del terrorismo político del siglo XIX sigue siendo uno de
los mejores en términos de explicar los objetivos de los estados que utilizan el terrorismo. Walter
argumentó que las elites estatales manipulan el miedo como un medio para controlar la sociedad
y mantener el poder. El terrorismo se utiliza para elaborar comportamientos que se cumplan no
sólo entre las víctimas, sino también entre las poblaciones objetivo. La diferenciación de Walter
entre víctimas y objetivos más amplios es clave. Mientras que las víctimas sufren consecuencias
directas, los objetivos - sectores más amplios de la sociedad - entienden el mensaje. El objetivo
subyacente del terrorismo de Estado, sugiere Walter, es eliminar potenciales contendientes del
poder e imponer silencio y parálisis político, consolidando así las relaciones de poder existentes.
El fin inmediato es inculcar el terror en la sociedad y el fin último es el control.

No sólo hay obstáculos metodológicos a las investigaciones académicas sobre el terrorismo de


Estado (sobre todo la dificultad de obtener información creíble), también hay cuestiones de
aguda sensibilidad política, especialmente cuando se empieza a tocar la política y las operaciones
de los Estados Unidos. "Terrorismo" es un término aceptable cuando se aplica a gobiernos
extranjeros, pero para aplicarlo a las fronteras del propio gobierno en tabú. Como observa Stohl
y López (1984: 3), el análisis del terrorismo de Estado puede ser descartado como "sesgado",
"parcial", "ideológico", no en la corriente principal de la literatura ". Gran parte de la literatura
en inglés Sobre terrorismo se centra en el terrorismo individual y de grupos pequeños en lugar
de en el terrorismo de Estado (para una excepción notable, véase McPherson, 1999: 621-632).

Algunos (no todos) de los militares de América Latina habían utilizado la tortura y otros
elementos del terrorismo de Estado antes de la Guerra Fría. Los estados de seguridad nacional
institucionalizaron el terrorismo de Estado, sin embargo, creando sistemas cualitativamente
nuevos. La "modernización" de las fuerzas militares, de inteligencia y de policía de los Estados
Unidos durante la Guerra Fría sirvió para fortalecer a las fuerzas involucradas en la represión.
Martha Huggins (1998: ix, x) muestra que el financiamiento, la capacitación y el asesoramiento
de los Estados Unidos a la policía en Brasil fueron diseñados para asegurar la influencia de los
Estados Unidos dentro y el acceso a la fuerza para promover los intereses de los Estados Unidos
y desarrollar "activos" estadounidenses - personal leal a los intereses estadounidenses. Ella
demuestra que el entrenamiento de la policía extranjera -y de la misma manera, para nuestros
propósitos, entrenamiento de fuerzas militares y de inteligencia- por parte de un poderoso
estado moderno está diseñado para avanzar en la propia agenda de seguridad del país que
ofrece. Aunque funcionarios estadounidenses afirmaron que la asistencia a la policía brasileña
promovería el profesionalismo, la democracia y la justicia, en realidad tuvo el efecto contrario.
La policía que empleó terrorismo, tortura, escuadrones de la muerte y similares continuó
recibiendo ayuda, financiamiento y cooperación de los Estados Unidos. El libro de Huggins
proporciona un rico estudio de casos de las formas en que la asistencia de seguridad de los
Estados Unidos centralizó los servicios de seguridad interna de Brasil y los hizo más militarizados
y autoritarios. Muchas de las operaciones de la Operación Cóndor se combinaron con la política
contra-subversiva de los EE.UU también. [8]

En los últimos años hemos aprendido mucho sobre el patrocinio estadounidense del terrorismo
durante la Guerra Fría, incluyendo intentos de asesinato contra Fidel Castro y campañas de terror
como la Operación Mongoose en territorio cubano; [9] el Programa Phoenix de la CIA en Vietnam,
un programa informatizado de contrainsurgencia que utilizó el asesinato, el terrorismo y la
guerra psicológica contra civiles; [10] y el financiamiento de paramilitares de derecha y grupos
terroristas como Patina y Libertad en Chile y los contras nicaragüenses. [11] La infame Escuela de
las Américas y los manuales de capacitación de la CIA publicados a mediados de los años noventa
demostró que los instructores del ejército y de la CIA enseñaban a los oficiales latinoamericanos
métodos de tortura, incluyendo el uso de electroshock contra los prisioneros, el uso de drogas y
otros medios para inducir la regresión psicológica, el asesinato y la coerción contra los miembros
de la familia para obligar al cumplimiento. [12] La CIA entrenó al Batallón 3-16 de la unidad de
inteligencia hondureña, que realizó torturas en interrogatorios, vigilancia y manipulación
psicológica en los años ochenta. [13] En 1997, el general Eladio Moll de Uruguay testificó ante el
parlamento que durante la década de 1970 oficiales de seguridad nacional de Estados Unidos
instaron a sus homólogos uruguayos a ejecutar a prisioneros después del interrogatorio, algo que
los uruguayos en general no hicieron. [14] Otro funcionario uruguayo de inteligencia dijo en 1981
que los manuales de entrenamiento de los Estados Unidos enumeraban 35 puntos nerviosos
donde se podían aplicar electrodos durante la tortura. [15] El Mayor Joseph Blair del ejército
jubilado, que participó en el programa de Phoenix, ha criticado a la escuela de las Américas
repetidamente por enseñar métodos de tortura, el asesinato, y la extorsión. [16] El registro
histórico es claro, aunque desconcertante, que el uso del terrorismo sustituto fue la política
estadounidense durante gran parte de la Guerra Fría. Este registro debe enfrentarse
directamente, no sólo por sus implicaciones éticas y morales, sino también porque significaba
que las unidades de Contra-inteligencia y los estados militares sabían que tenían la "luz verde"
para sus operaciones. [17]

Las víctimas de la Operación Cóndor incluyeron guerrilleros y militantes, así como líderes
políticos, activistas y disidentes que denunciaron la injusticia social, organizaron oposición
política o desafiaron a los estados militares. En términos de Walter, los objetivos más amplios de
la Operación eran sectores rebeldes de la sociedad y movimientos populares que exigían un
cambio democrático o social. Las juntas argentinas y chilenas buscaban específicamente
"cambiar la mentalidad" de su pueblo. Las demandas radicales caracterizaron gran parte de la
región en los años sesenta y setenta cuando nuevas aspiraciones por la igualdad y la justicia social
barrieron al Tercer Mundo. Se podrían haber elegido varias respuestas políticas, pero en las
condiciones polarizadas de la Guerra Fría, los estados de seguridad nacional optaron por la
represión.

Operación Cóndor en el contexto interamericano

La Operación Cóndor fue un arreglo ultra secreto entre agencias de inteligencia militar de
Sudamérica que eran tan cercanas en sus convicciones ideológicas que continuaron cooperando
aun cuando sus propios gobiernos militares estaban cerca de la guerra. [18] Cóndor fue un
sofisticado sistema de mando, control, inteligencia, intercambio de prisioneros, y operaciones
combinadas. Esto les permitió a los militares actuar con impunidad en los países asociados, y
utilizar estructuras clandestinas paralelas al aparato del Estado para evitar la rendición de
cuentas y mantener secrecía máxima. Lo sospechosos que fuesen arrestados legalmente podía
ser pasados al sistema encubierto de Cóndor, a este punto cesaba toda la información disponible
acerca de dicha persona para el mundo exterior. La persona “desaparecía” y el Estado negaba
responsabilidad y conocimiento del paradero de la persona. Cóndor empleó infraestructuras
complejas y mecanismos de eliminación encubiertos (tales como la cremación de cuerpos o
tirarlos al mar). El aparato de Cóndor le daba la vuelta a las estructuras judiciales y penales
oficiales que seguían funcionando durante los regímenes militares.
Cóndor tuvo su lanzamiento formal en 1975 cuando el entonces Coronel Manuel Contreras de la
aterradora agencia de seguridad del estado, La Dirección Nacional de Inteligencia, o DINA. Las
operaciones antisubversivas de Cóndor se extendieron al resto de Sur, Centro y Norteamérica, y
Europa.

[19] El aspecto más secreto de Cóndor (“Fase III”) era su capacidad de asesinar líderes políticos
temidos especialmente por su capacidad de movilizar la opinión u organizar una oposición amplia
contra los ejércitos nacionales. Las víctimas incluyen al ex Ministro chileno Orlando Letelier- un
fuerte oponente del régimen de Pinochet- y su colega americano Ronni Moffitt, en Washington
D.C.; El líder chileno cristiano democráta Bernardo Leighton y su esposa, en Roma; el ex
presidente de Bolivia Juan Jose Torres, en Buenos Aires; y dos legisladores uruguayos conocidos
por su fuerte oposición al régimen militar uruguayo, Zelmar Michelini y Hector Gutierrez Ruiz,
también en Buenos Aires. EN los primeros dos casos, los equipos de asesinatos de la DINA
“contrataron” organizaciones fascistas y nacionalistas locales para llevar a cabo los crímenes. Es
claro que la Operación Cóndor fue organizada por un sistema de terrorismo de Estado con
alcance internacional.

Cóndor les permitió a los militares del Cono Sur poner en práctica un concepto clave y estratégico
de la doctrina de seguridad nacional durante la Guerra Fría: defensa hemisférica definida por
fronteras ideológicas. Se sustituyó el concepto más limitado de defensa territorial. Para el
aparato de seguridad nacional de los EEUU- el cual fomentó una nueva doctrina de seguridad a
lo largo del continente en sus centros de entrenamiento- y para muchos ejércitos
latinoamericanos, la Guerra Fría representó la Tercera Mundial, la guerra de las ideologías. Las
fuerzas de seguridad en Latinoamérica clasificaron y pusieron como objetivo personas basándose
en sus ideas políticas y no en la comisión de actos ilegales. [20] Los regímenes persiguieron
disidentes e izquierdistas, líderes de sindicatos de trabajadores y campesinos, curas y monjas,
intelectuales, estudiantes, profesores- no solo a las guerrillas (quienes, en cualquier caso,
también tienen derecho al debido proceso).
El descubrimiento de los archivos del terror paraguayos en 1992, brindaron documentación
nueva y rara del funcionamiento de Cóndor confirmando los testimonios de las víctimas y
evidencia incompleta hasta el momento. Los archivos secretos intactos de los estados de
seguridad nacional solo has sido descubiertos en dos países, Paraguay y Brasil (Davis, 1996;
Pereira, 1998). Los archivos documentan el trabajo de un sistema integrado de represión que
operó a través de los canales oficiales del gobierno. A pesar de que este sistema se había
percibido previamente, es importante recordar que hasta hace poco los regímenes militares
negaban responsabilidad por las desapariciones, o decían que las torturas y los asesinatos no
eran sistemáticos, sino “excesos” aislados. Cóndor fue un verdadero secreto de la Guerra Fría;
de hecho, el grado de conocimiento de los EEUU respecto a Cóndor no fue muy claro hasta junio
de 1999.

El gobierno de los EEUU patrocinó y colaboró con la DINA y con otras organizaciones de
inteligencia que conformaban el núcleo de Cóndor, a pesar de que las dictaduras militares
estaban matando y torturando miles de personas. En los archivos paraguayos había solicitudes
oficiales para hacerle seguimiento desde y hacia la Embajada de EEUU, la CIA y el FBI. La CIA
proveyó listas de sospechosos y otra información de inteligencia a los Estados militares. El FBI
buscó individuos perseguidos por la DINA en los EEUU en 1975. [22] En junio de 1999, el
Departamento de Estado liberó miles de documentos clasificados [23] dejando claro por primera
vez que la CIA y el Departamento de Defensa estaban íntimamente al tanto de Cóndor; un
informe de inteligencia del Departamento de Defensa del 1 de octubre de 1976, tenía una nota
de los militares latinoamericanos alardeaban acerca de eso a sus contrapartes en EEUU. El mismo
informe describió positivamente las “operaciones de contrainsurgencia conjuntas” de Cóndor
que buscaban eliminar “actividades marxistas terroristas”; según el informe, Argentina creó un
equipo especial Cóndor con una estructura muy similar al Equipo de Fuerzas Especiales de los
EEUU. [24] Un documento de la CIA se refirió a Cóndor como una “organización anti-terrorista”
y anotó que los países Cóndor tenían un sistema de telecomunicaciones especializado llamado
“CONDORTEL”. [25] de hecho, en una fuente militar argentina le dijo a un contacto en la
Embajada de EEUU que la CIA estaba al tanto de Cóndor y que había jugado un rol clave en la
configuración de vínculos computarizados entre las unidades de inteligencia y operaciones de los
seis Estados Cóndor.
Documentos desclasificados de los EEUU y documento en los Archivos muestran que el Oficial
del FBI, Robert Scherrer, estacionado en Argentina, estaba colaborando con las operaciones
Cóndor en 1975. Aparentemente, el no reportó sobre Cóndor a sus superiores en Washington
hasta 1976 cuando lo vinculó con el asesinato de Letelier y Moffitt. [27] Aparentemente, la DINA
mantuvo discusiones con la CIA en 1975 sobre la apertura de la sede principal de Cóndor en
Miami. [28]
La Escuela Militar de las Américas (SOA por sus siglas en inglés) y la base del Comando Sur del
Ejército de los EEUU en Panamá sirvieron como centro de la alianza anticomunista
intercontinental, y hay indicadores de que las planeaciones de operaciones encubiertas tomaron
lugar ahí. Efectivamente, muchos oficiales que diseñaron e implementaron terrorismo militar en
Latinoamérica eran graduados de SOA. Un militar ex alumno de SOA expresó, “la escuela fue
siempre un frente para otras operaciones especiales, operaciones encubiertas.” [29] Garzón ha
solicitado a los Estados Unidos por documentación vinculando a la Escuela con Cóndor. [30]
Que Cóndor haya sido o no creado por el aparato de seguridad nacional de los EEUU todavía no
queda claro, pero la evidencia acumulada es significativa en si misma sobre la colaboración con
operaciones Cóndor para tener izquierdistas como objetivo político y secuestrarlos, como política
de los EEUU (secreta). Cóndor efectivamente ejemplificó las prioridades documentadas de los
EEUU en Latinoamérica. Oficiales de EEUU trabajaron para centralizar las estructuras de mando,
militares, de policía y fuerzas de inteligencia en Latinoamérica, modernizando y
profesionalizándolos, y aumentando las capacidades tecnológicas. Sabemos ahora que los
manuales de entrenamiento del Pentágono y la CIA enseñaban métodos de control de
poblaciones, interrogatorios coercitivos, censura, infiltración, vigilancia, tortura, asesinatos, uso
de drogas en los sujetos, y otras técnicas represivas. A pesar de que los documentos recopilados
están fragmentados y muchas fuentes siguen siendo clasificadas, evidencia emergente de los
ejércitos de Cóndor y europeos, sugieren que había un lado oscuro de la Guerra Fría que luchó
secretamente, utilizando operaciones clandestinas y ejércitos paralelos que escaparon el control
democrático y violaron derechos humanos.
Nuevamente, la Operación Cóndor debe ser entendida dentro del contexto más amplio de la
Guerra Fría y la arquitectura de seguridad diseñada por los Estados Unidos después de la Segunda
Guerra Mundial. El sistema Cóndor toma un significado más profundo cuando es visto al lado de
los proyectos Stay-behind europeos descubiertos en 1990, parte de un esfuerzo encubierto para
establecer estructuras de autoridades paralelas a (y muchas veces en oposición) a gobiernos
electos democráticamente e instituciones democráticas. [31] Tal como los ejércitos Stay-behind,
Cóndor fue un componente clandestino de un frente anticomunista regional y parte de una
estrategia encubierta de los Estados involucrados, conocido solamente por oficiales selectos. La
Operación Cóndor operó dentro de, o paralelamente a, las alianzas militares formales tales como
el Pacto de Río y la Conferencia de Ejércitos Americanos, como los programas Stay-behind
operaron secretamente dentro de la OTAN. (Un grupo de trabajo en Latinoamérica de expertos
de la OTAN mantuvieron contacto cercano sobre el desarrollo en Latinoamérica en los 70.) [32]
Finalmente, hay evidencia de que el programa Stay-behind en Italia, conocido como Operación
Gladio estuvo vinculado con Cóndor.

Comparando Cóndor con los proyectos Stay-behind europeos

Después de la Segunda Guerra Mundial, los más altos estrategas en seguridad nacional de los
EEUU, se vieron altamente alarmados por el avance del comunismo en Europa de Este y en el
Lejano Oriente. Especialistas en seguridad nacional de EEUU se embarcaron en un secreto
proyecto multibillonario para desarrollar guerras encubiertas a nivel global [33] y maquinaria de
propaganda para hacerle la guerra al Comunismo en la Guerra Fría. La Directriz del Consejo de
Seguridad Nacional 10/2 de junio de 1948 autorizó un vasto programa de: propaganda, guerra
económica, acción directa preventiva, incluyendo el sabotaje, anti-sabotaje, demolición y
medidas de evacuación clandestinas… subversión contra Estados hostiles, incluyendo asistencia
a movimientos de resistencia clandestinos, guerrillas, y grupos de liberación de refugiados, y
apoyo a elementos de anti-comunismo indígena… (para ser llevados a cabo con el fin de que)
cualquier responsabilidad del gobierno de los EEUU p=con ellos no es evidente para personas no
autorizadas y que si era descubierto, el gobierno de los EEUU pudiese negar plausiblemente
cualquier responsabilidad… (Informe del Comité Church, libro IV , 1976:29-31, citado en Simpson,
1998:102).
Los primeros usos de las operaciones encubiertas de los EEUU fueron en la Guerra Civil griega y
en las elecciones italianas de 1948, en la que el Partido Comunista (PCI) estuvo a punto de
obtener el poder. El PCI era respectado domésticamente por su rol central en la resistencia anti
fascista italiana, por lo que fue sujeto de una campaña encubierta de los EEU de manipulacio4n
política, acción paramilitar, y propaganda para quitarle popularidad. La operación italiana,
considerada exitosa, establece un precedente para las operaciones encubiertas de la CIA y sus
métodos sucios que se convirtieron en prácticas estándar. [34]

A lo largo de Europa, oficiales británicos y de los EEUU, operando dentro de la OTAN,


establecieron ejércitos Stay-behind secretos para prepararse para una invasio4n comunista-y
evitar victorias electorales de los partidos comunistas. Estas fuerzas paramilitares incorporaron
fascistas y ex nazis (searchlight, 1991). Una fuente de la OTAn le dijo a Searchlight (una
organización no gubernamental británica) que la estrategia de doble filo de Stay-behind de Gran
Bretaña era “desestabilizar cualquier programa de gobierno tendiente a la izquierda, incluso a un
social demócrata, y en el caso de un Pacto de Varsovia de funcionar como guerrilla usando
tácticas clásicas de guerrilla” (Ibid.) [35] Los EEUU presionaron para una clausula secreta en el
Tratado Noratlántico requiriendo que los servicios secretos de todas las naciones vinculadas
establecieran sus propias ramas de ejércitos secretos y hacerle oposición a la influencia
comunista, incluso si la población había votado por candidatos comunistas en elecciones libres
(Simpson, 1998:100-102; Willan, 1991:27; Rowe, 1994). El proyecto encubierto (conocido como
Gladio en Italia, Operación Stay-behind en el Reino Unido, y S heepskin en Grecia, entre otros
nombres) incluyeron todos los países de Europa y Escandinavia, incluyendo países neutrales.
Agentes configuraron cientos de provisiones de armas a lo largo de Europa; uno estaba en el
Campamento Derby del Ejército de los EEUU (lauria, 1991:15; Willan, 1991:170).
Charles De Gaulle sacó a Francia de la OTAN parcialmente debido al protocolo secreto, el cual el
consideraba que era una violación a la soberanía, y veía a la red secreta como un peligro para su
gobierno (Willan, 1991:27; Kwitney, 1992). El descubrimiento del proyecto encubierto en 1990
causó una tormenta de fuego en Europa. Ese mismo año el parlamento europeo aprobó una
fuerte denuncia a la organización clandestina y sus implicaciones antidemocráticas, y los actos
terroristas asociados con ella. [36]

Investigadores italianos descubrieron conexiones entre los planes secretos de Gladio y los
conocidos actos terroristas, intentos de golpe de Estados militares, y desautorización de
instituciones democráticas en las décadas de los 70 y 80. Más tarde, investigadores vincularon a
Gladio con ataques terroristas oficialmente atribuidos a guerrillas de izquierda, como el asesinato
de las Brigadas Rojas del Primer Ministro Aldo Moro en 1978, quien estaba gestionando incluir al
partido comunista en la coalición de gobierno. (En 1974, Henry Kissinger y un oficial de
inteligencia de EEUU habían alertado a Moro en contra de la reconciliacio4n con los comunistas
en una reunión que enfureció a Moro [Willan, 1991:220].) Una comisión parlamentaria en
terrorismo concluyó que el infame bombardeo de 1980 de la estacio4n Bolognarail, que mató a
85 personas e hirió a 200, utilizó materiales del arsenal Gladio. [37] Una figura neofascista
conocida, Licio Gelli, fue declarado culpable por una corte italiana en el caso del bombardeo,
pero luego la sentencia fue anulada, causando protestas nacionales. De acuerdo con Arthur
Rowse (1991), después de colaborar con los Nazis en la Segunda Guerra Mundial, Gelli se unió a
los cuerpos de contrainteligencia de los EEUU. Él fue el fundador (en 1964) de la logia Masónica
de Propaganda (P-2), una organización anticomunista con vínculos cercanos a organizaciones
militares y de inteligencia (notablemente la CIA) y figuras políticas poderosas a nivel mundial.
[38] El P-2 fue declarado ilegal en Italia en 1981 después de que se descubrió que había infiltrado
a sus miembros en posiciones militares, gubernamentales y de inteligencia estratégicas, en
preparación para tomarse el gobierno. El P-2 también tenía una influencia significativa en
Argentina [39].
En 1992 un documental de la Compañía Británica de Comunicaciones (BBC, por sus siglas en
ingles) sobre la Guerra Fría incluyó una entrevista al Coronel de los EEUU Oswal LeWinter, quien
aseveró que la CIA había penetrado o controlado organizaciones terroristas de derecha,
incluyendo el P-2 [2,] y había reclutado miembros bajo la base del anticomunismo. [40] Gelli fue
una figura clave para vincular a oficiales de EEUU, la CIA, y comandantes militares argentinos,
entre otros, [41] y hay un super posicionamiento entre Gladio y el P-2. Periodistas europeos
reportaron que un ex oficial de la OTAN dijo que el Sub-Jefe de la Estación de la CIA en Roma,
Ted Shackley, presento a Gelli ante el General Alexander Haig, luego al jefe de persona de Nixon
y luego, desde 1974 a 1979, el Comandante Supremo de la OTAn. Supuestamente Gladio recibió
alto financiamiento con la aprobación de Haig y Henry Kissinger, luego del jefe del Consejo de
Seguridad Nacional. [42]
Durante la investigación de Gladio, el ex Ministro de Defensa Italiano Paulo Taviano le dijo a un
juez que los servicios secretos italiano estaban directamente financiados por oficiales de la CIA
estacionados en la Embajada de EEUU. [43] De hehco, el General Giovanni Lorenzo, quien lideró
el servicio secreto llamado SIFAR (1956), luego lideró el Caribineri (1962), y luego fue nombrado
Ministro de Defensa (1964), condujo planeación antiterrorista secreta con oficiales de los EEUU
pero no informó a su propio gobierno. [44] SIFAR recopiló información de vigilancia de decenas
de cientos de italianos (Statewatch, n.d.). La operación Solo de De Lorenzo fue un plan para tomar
control de las redes de medios de comunicación, arrestar políticos, confiscar las oficinas de los
partidos comunistas, y luego asesinar a Moro. [45] Esta clase de operaciones son reminiscentes
de aquellas llevadas a cabo por ejércitos Cóndor y dejan ver el papel clave de la CIA. De Lorenzo
fue el contacto clave de Gladio con el gobierno de los EEUU y Vernon Walters fue un vínculo clave
de los EEUU para De Lorenzo (Rowse, 1994:3).
En conclusión, la evidencia sugiere que individuos clave hicieron parte de una red anticomunista
global que incluyó P-2, Cóndor, Gladio, la CIA y personal de inteligencia y defensa en países
occidentales. A pesare de que la evidencia directa del involucramiento de la CIA en Cóndor es
todavía escasa, la agencia estuvo profundamente involucrada en las organizaciones militares de
inteligencia en Latinoamérica, como lo estuvo en Europa. [46]

Los orígenes de Cóndor

La DINA, la organización de Inteligencia Chilena que configuró la logística de Cóndor, fue creada
inmediatamente después del golpe de Estado de 1973. Su primera encarnación fue como la
Comisión Secreta DINA, un grupo de coroneles y mayores militares ideológicamente extremistas
y comprometidos. [47] La Junta estableció oficialmente la DINA en junio de 1974 como una
agencia de inteligencia autónoma, reportándose directamente ante la Junta, con más poder que
las ramas de inteligencia de las cuatro fuerzas armadas. La misión de la DINA era eliminar
enemigos internos, y la agencia rápidamente se convirtió en el perpetrador principal de un patrón
de prácticas terroristas, tales como desapariciones y torturas (Comision Nacional, Informe Rettig,
1991:449-452). Un oficial de la DINA explico la estrategia de la DINA de la siguiente manera:
“Primero el objetivo era detener el terrorismo, luego los posibles terroristas eran establecidos
como objetivo, y luego aquellos que pudiesen ser convertidos en extremistas.” [48] (Lenguaje
similar fue utilizado en 1977 por el General Argentino Iberico St. Jean cuando dijo: “primero
matábamos a todos los subversivos; luego matábamos a sus colaboradores, luego a sus
simpatizantes, luego a los que eran indiferentes…”) [49] Estas declaraciones reflejaban conceptos
extremistas de la doctrina de seguridad nacional que conformó el fundamento filosófico de la
seguridad nacional de los Estados.

El oficial de la DINA Manuel Contreras visualizó Cóndor como una aplicación de tecnología y
comunicaciones moderna a la cruzada anti-comunista. En agosto de 1975, Contreras viajó a
Washington, D.C., para reunirse con Vernon Walters, el Sub-Director de la CIA y veterano de
operaciones encubiertas. El asunto de la reunión sigue siendo secreto. [50] Un mes después,
Contreras escribió un memo a Pinochet pidiendo por $600,000 extra para la “neutralización de
los principales oponentes de la Junta fuera de Chile,” en Argentina, EEUU, Italia y otros lugares.
[51] Contreras viajó en 1975 a Argentina, Bolivia, Uruguay, Brasil y Venezuela para abogar por
cooperación de inteligencia entre fronteras (Dinges y Landau, 1980:155-157; Brandt, 1998). Una
carta de Contreras con fecha de octubre de 1975 en los archivos paraguayos invitaba al General
Francisco Brites, Jefe de la Policía paraguaya, a una “Reunión de Trabajo de Inteligencia Nacional”
para ser llevada a cabo en Santiago bajo absoluta y estricta discreción. El propósito de la reunión
era el establecimiento de “una excelente coordinación y acción mejorada para beneficiar la
seguridad nacional.” [52] Las minutas de la reunión con fecha del 29 de octubre de 1975,
incluyeron una propuesta para acción y una estructura organizacional. La introducción del
documento fue escrito en un lenguaje apocalíptico de la doctrina de seguridad nacional, y
afirmaba que: “la subversión, por muchos años, ha estado presente en nuestro continente,
resguardado por conceptos político-económicos que son fundamentalmente contrarios la
Historia, Filosofía, Religión y tradiciones de los países de nuestro hemisferio. La situación descrita
no reconoce fronteras o países, y la infiltración penetra todos los niveles de la vida nacional…
Esto confronta la guerra psico-política que hemos determinado que debemos funcionar en el
ambiente internacional, no con un mando centralizado en sus funciones internas, sino con una
coordinación eficiente que permitirá un intercambio oportuno de inteligencia y experiencia, así
como un cierto nivel de relaciones personales entre los jefes responsables de la seguridad. [53]

El documento propuso un sistema de seguridad con tres elementos: una oficina de coordinación
y seguridad que incluiría una base de datos de sospechosos, computarizada y central, “algo
similar a la interpol, pero dedicada a la subversión”; un centro de información con canales de
comunicación especiales, capacidad de codificación, teléfonos con mecanismos de codificación y
sistemas de mensajes; y reuniones de trabajo permanentes. Los chilenos ofrecían a Santiago
como la oficina central del sistema, especificando que el “personal técnico” del sistema estaría
representado igualitariamente por los países participantes. Este personal técnico tendría
inmunidad diplomática y los chilenos proponían que fuesen de los servicios de inteligencia. Al
parecer, el “personal técnico” eran agentes de inteligencia que llevaron a cabo las operaciones
del Plan Cóndor, incluyendo desapariciones y asesinatos, mientras mantenían entrada libre en
los países miembros. (Por ejemplo, dos chilenos miembros de la unidad quienes estaban
preparando el asesinato de Letelier adquirieron pasaportes falsos en Paraguay en 1976 [Dinges
y Landau, 1980: 184,188—193].) Los subsecuentes días de reuniones en Santiago estuvieron
enfocados en la “situación de subversión en cada país y las formas de combatirla,” así como en
la construcción de la coordinación del sistema de inteligencia.

El lenguaje técnico saneado le dio cara a la naturaleza del sistema Cóndor, el cual representó la
internacionalización de las estructuras y operaciones militares represivas sin respetar el derecho
constitucional o civil. Esencialmente, las organizaciones de inteligencia “exportaron” sus guerras
sucias por medio de la mancomunación de recursos para rastrear mejor y eliminar la oposición
política a lo largo de las fronteras.

Operaciones de Contrainsurgencia Cóndor

En 1974 y 1975, mientras aumentaba el número de personas desaparecidas y aparecían más


cuerpos desfigurados, los latinoamericanos percibieron un terrible nuevo nivel de operaciones
de escuadrones de la muerte. Los cuerpos mutilados de 119 izquierdistas chilenos, muchos de
los cuales originalmente habían sido detenidos por fuerzas de seguridad chilenas y otros que
habían desaparecido, fueron encontrados en 1975, principalmente en Argentina, pero también
en otros países. Los medios de comunicación chilenos publicaron historias sensacionalistas
culpando vendetas dentro del Movimiento de la Izquierda Revolucionaria (MIR), una
organización revolucionaria (pero no guerrillera) y otras organizaciones izquierdistas. Otras
historias alertaron de una peligrosa guerrilla que se había asociado en Argentina y que estaba
preparada para atacar Chile. Años después, archivos secretos de la DINA fueron descubiertos
mostrando que los 119 habían sido desaparecidos y asesinados como parte de una operación de
seguridad entre Chile y Argentina, llamada Operación Colombo, ligada a operativos chilenos y
argentinos de la operación Cóndor. La DINA y organizaciones de inteligencia argentinas habían
plantado historias e identificaciones falsas de las víctimas como parte de la campaña PSYWAR
diseñada para oscurecer y confundir (la mejor fuente es CODEPU, 1994; ver también Comisión
Nacional/Rettig Report, 1991:482—84; CODEPU, 1996).
Claramente, el objetivo era desacreditar la izquierda y las organizaciones de derechos humanos
que se oponían al golpe de Estado, para crear desorientación, proveer justificación heroica a las
campañas contrasubversivas de los militares, y para ganar apoyo al régimen militar chileno.
(Significativamente, en esos años Argentina todavía seguía bajo el gobierno civil de Isabel Perón.)
En otros casos, 30 cuerpos aparecieron en Buenos Aires, pero estaban tan desfigurados por la
tortura que eran irreconocibles. Otros 20 cuerpos aparecieron en la costa de Uruguay, mostrando
signos de tortura, disparos y violaciones sexuales; las autoridades afirmaron que eran pescadores
asiáticos de altamar (Blixen, 1995:4). Docenas de bolivianos y chilenos viviendo bajo la protección
de las Naciones Unidas en Buenos Aires fueron aprehendidos y desaparecidos en 1976 (Comisión
Nacional/Rrporte Rettig, 1991: 598-99; Sivak, 1998: 119-122). El ex presidente boliviano Torres
fue asesinado en buenos Aires ese año, al igual que los dos legisladores uruguayos que se
opusieron al régimen militar de su país, Michelini y Gitoerrez Ruiz. Los Estados militares hicieron
poca distinción entre revolucionarios insurgentes locales como los militantes del ERP en
Argentina, los miembros del MIR en Chile y los Tupamaros en Uruguay, y los oponentes políticos
de los regímenes militares y sus familias y amigos.

Las operaciones bajo el plan Cóndor en el Cono Sur fueron llevadas a cabo por escuadrones de
dos o más ejércitos sur americanos y/o comandos de policía, quienes secuestraban a las víctimas
y las traían a los centros de tortura en comisarías de policía, barracas militares o edificios
abandonados. A los objetivos políticos, inmediatamente se les negaba cualquier derecho, los
maltrataban y nunca fueron reconocidos como prisioneros del régimen. No se respetaba el
debido proceso para los prisioneros—de miles de prisioneros. En Argentina, donde las
operaciones Cóndor fueron puestas en marcha ampliamente, un ex garaje llamado Orletti Motors
se convirtió en un centro de detención clandestino central para Cóndor, manteniendo prisioneros
de Uruguay, Chile, Bolivia, entre otros. La inteligencia chilena y uruguaya, la policía y los oficiales
militares operaron libremente con asistencia logística por parte de los argentinos.
En las microfichas #30 y 331 de CELS, hay 22 testimonios de unos pocos sobrevivientes de Orletti,
el cual estaba bajo el mando del First Army Corps. En 1975, el General Albano Harguindeguy era
el comandante e=de la sub-zona del área de Buenos Aires; Orletti hacía parte de su jurisdicción,
como también lo eran otros seis centros de tortura clandestinos. Después del golpe militar de
1976, Harguindeguy fue nombrado Ministro de Interior de la Junta. Aníbal Gordon- un civil, ex
miembro del notorio escuadrón de la muerte Triple A- estaba a cargo de las operaciones en
Orletti. Oficiales de inteligencia chilena y uruguaya frecuentaban Orletti, participando en la
tortura e interrogatorios de los prisioneros.

Varios casos muestran las operaciones Cóndor en Orletti. Victor Lubian, quien testifició en
noviembre de 1978, nació en Argentina, pero fue transportado a Uruguay a la edad de cinco años.
Se convirtió en activista en los años 70 en la Federación de Estudiantes Universitarios de Uruguay,
una organización declarada ilegal por medio de un decreto militar en diciembre de 1973. En
enero de 1974, regresó a Argentina, pero seis meses después fue detenido en su casa por parte
de un comando de parapolicía conformado por argentinos y uruguayos. Fue detenido en Orletti
hasta el 24 de julio, cuando fue transferido a Montevideo con otros uruguayos en un avión de la
Fuerza Aérea uruguaya (microfichas 30 y 31 de CELS). En octubre 23, 1976, se le imputaron los
cargos de “asistencia a una organización subversiva” a Lubian, y en noviembre 29 fue transferido
al Establecimiento Militar de Reclusión No. 1, la conocida prisión Libertad.
Lubian describió los métodos de tortura en Orletti: “ellos crearon una relación de absoluta
dependencia bajo una autoridad omnipotente y anónima, uno no podía hacer nada por sí mismo,
ni siquiera lo más básico… un vaso de agua, o poder ir al baño, valían más que todo el dinero en
el mundo”. Los prisioneros que colaboraban eran premiados con sorbos de agua, pero les
pegaban si no cooperaban, creando un sentido de responsabilidad personal por la tortura.
Muchas veces se utilizaban drogas para desorientar a los prisioneros y hacerlos hablar. Lubian
testificó que muchos torturadores disfrutaban de utilizar métodos de tortura sexuales aberrantes
y sádicos contra hombres y mujeres. Todos los torturadores utilizaban el mismo nombre, Oscar:
se llamaban entre sí Oscar 1, Oscar 2 y Oscar 3, etc.; Oscar 5 era un doctor que mantenían las
victimas con vida. Lubian creía que todos eran oficiales militares uruguayos. Un oficial conocido
como “302” era Jose Cavazzo, el jefe ejecutivo de operaciones en Orletti.

Lubian presenció miembros de la familia Santucho en Orletti. Mario Roberto Santucho, el líder
de la organización guerrillera argentina Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), fue asesinado
en una operación militar en Julio 18, 1976. Sin embargo, después de su muerte, otros miembros
de su familia, quienes no estaban involucrados en la política, fueron torturados y asesinados por
puro sadismo. En Orletti, su hermano Carlos Santucho fue colgado sobre una bañadera llena de
agua sucia y era sumergido en ella repetidamente. Al parecer, perdió la razón a raíz de la tortura,
con episodios de delirio. Lubian dijo que los guardias forzaban a la hermana, Manuela Santucho,
a leer en voz alta la historia de la muerte de Mario publicada en los periódicos. Luego la
torturaron y la violaron utilizando métodos que él llamó “el producto de imaginaciones
enfermas”.

Enrique Rodríguez Laretta era un reconocido periodista uruguayo que fue secuestrado porque su
hijo era un militante político. Testificó que había fotos de Hitler en las paredes de Orletti. También
reconoció las voces de dos líderes sindicalistas uruguayos que habían desaparecido en Argentina.
Según Rodri3guez Laretta, los guardias eran argentinos y los que lo secuestraron eran oficiales
del ejército uruguayo. Los uruguayos participaron directamente en la tortura. Rodríguez Laretta
también describió a Oscar 1, 2, y 3, e identificó oficiales en la organización de inteligencia militar
uruguaya SID (Servicio de Informaciones de Defensa) y OCOA (Organismo Coordinador de
Informaciones de Defensa). SID estaba directamente bajo el mando de la Junta uruguaya y uno
de sus comandantes era Gavazzo.

Otro caso uruguayo fue el de Sara Méndez. El 13 de julio de 1976, un comando de 15 hombres
irrumpió en su apartamento, la secuestraron y la torturaron. Ella percibió que había dos equipos,
uno argentino y otro uruguayo, e identificó a Gavazzo. Los hombres tomaron a su bebe y la
llevaron a Orletti. Fue transferida con un grupo de uruguayos a Montevideo, y fue liberada
eventualmente en 1981, pero no se ha reunido con su hijo. En años recientes, grupos defensores
de derechos humanos han recogido información substancial como evidencia de que el tráfico de
bebes por parte de los militares fue sistemático y bien organizado a lo largo de las fronteras, otra
dimensión de las operaciones Cóndor (Alganaraz, 1999; Brown, 1999).
Sergio López Burgos fue un sindicalista uruguayo que fe detenido y maltratado después del golpe
de Estado de 1973 en Uruguay. Se mudó a Argentina en abril de 1975 y se convirtió en un
residente legal, con permiso para trabajar. Junto con un colega formó la comisión en exilio de la
Convención Nacional de Trabajadores (CNT), la cual se dedicó a actividades de solidaridad con
sindicatos de trabajo sufriendo represión en Uruguay. En julio de 1976, López y su colega, León
Duarte, fueron secuestrados en un café de Buenos Aires por un equipo de 12 hombres vestidos
de civiles, que incluían oficiales del ejército uruguayo, López y Duarte gritaron a los demás en el
café que ellos eran sindicalistas y que era una operación de desaparición. Los secuestradores se
enfurecieron y mostraron una identificación gritando que era una operación del ejército
argentino y que debían permanecer en calma. López salió con la mandíbula partida ya que el
escuadrón lo arrastró fuera del café. El testificó que fue llevado a Orletti, donde vio a Hector
Méndez, un líder uruguayo del Congreso Obrero Textil y del CNT. Por 12 o 14 días, los prisioneros
comieron solo 3 veces. López reportó que vio a un guardia violando sexualmente a una prisionera
que estaba semi-consciente.

Todo dicho, 169 uruguayos desaparecieron entre 1971 y 1981, y 127 de ellos fueron
desaparecidos en Argentina (Barahona de Brito, 1997:48). El General Amauri Prantl, jefe del
Servicio de Inteligencia de Defensa uruguaya, supervisó las operaciones secretas de Cóndor,
coordinando operaciones con la policía, el ejército y operativos de inteligencia y unidades bajo la
Oficina Coordinadora de Operaciones Anti-subversivas (OCOA). Prantl trabajó con el General
Argentino Otto Paladino- en ese entonces jefe del Servicio de Inteligencia Estatal, o SIDE-
coordinando operaciones entre fronteras (Ibid.).

Hay una secuela particular a la evidencia de la participación de oficiales uruguayos en Cóndor.


Gavazzo y otros oficiales basados en Orletti fueron perdonados por el presidente Argentino
Menem en 1989, por solicitud del presidente civil uruguayo Sanguinetti, junto con los oficiales
militares argentinos acusados de crímenes contra los derechos humanos y sedición. Que un
presidente argentino perdonara a oficiales uruguayos resulta un movimiento muy raro y
dudosamente constitucional. En 1995, Gavazzo fue encarcelado por extorción, pero no ha
admitido abusos contra los derechos humanos (Blixen, 1995:1; Blizen, 1995ª:3).

Casos de chilenos que desaparecieron

Un caso clave iluminando la participación de los EEUU en las operaciones contra-subversivas


Cóndor, fue el del chileno Jorge Isaac Fuentes Alarcón, quien fue secuestrado por la policía
paraguaya mientras cruzaba la frontera de Argentina a Paraguay en mayo de 1975. Fuentes, un
sociólogo que aparentemente era un mensajero de MIR, estaba viajando con Amilcar Santucho,
otro hermano del líder del ERP. La Comisión Rettig conoció que la captura de Fuentes fue un
esfuerzo cooperativo por los servicios de inteligencia argentinos, personal de la Embajada de
EEUU en Buenos Aires (quien reportó los resultados del interrogatorio de Fuentes ante la policía
chilena), y la policía paraguaya. Fuentes fue transferido a la policía chilena, quienes lo trajeron a
Villa Grimaldi, un conocido centro de detención de DINA en Santiago. Fue la última vez que fue
visto, torturado salvajemente (Comisión Nacional/Informe Rettig, 1991:595-596; CODEPO,
1996:788-83).
Dentro de los documentos recientemente desclasificados está incluida una carta de la Embajada
de EEUU en Buenos Aires (escrita por Robert Scherrer) informándole de la captura de Fuentes al
ejército chileno. Scherrer proveyó los nombres y direcciones de tres individuos que Fuentes
mencionó durante su interrogatorio, y afirmó que el FBI estaba conduciendo investigaciones
contra los tres. [54] Esta carta, entre otras, confirma que oficiales y agencias de EEUU estaban
cooperando con las dictaduras militares y actuando como vínculos en la cadena Cóndor. Quizas,
lo más llamativo es que esta coordinación era rutina (si bien secreta), procedimiento operativo
standard dentro de la política de EEU.
Otro caso chileno fue el del hombre nacido en Argentina y transferido a Chile luego del golpe de
Estado de 1966 en Argentina. Patricio Biedma se casó con Luz Lagarrigua y tuvieron tres hijos;
también se involucró con el MIR. Después del golpe de Estado de 1973 en Chile, la familia se
mudó a Buenos Aires. Allí, Biedma fue secuestrado y desaparecido en julio de 1976, por sus
actividades en Chile. Fue retenido en Orletti Motors y fue interrogado por oficiales de inteligencia
chilena. Luz Lagarrigua se fue a Cuba y por años no supo que había pasado con Patricio. En 1983,
luego de la caída del régimen en Argentina, regresó a buscar a su esposo. Sin embargo, no supo
nada sobre la suerte de su esposo y tampoco lo supo CONADEP, la Comisión Argentina para los
desaparecidos. Muchos años más tarde, un joven declaró y dijo que había conocido a Biedma en
Orletti. Le dijo que Biedma había sido como un padre para el en el centro de detención,
enseñándole como sobrevivir y manteniéndose juntos. Estuvieron juntos por 45 días, pero luego
el joven fue liberado. Su familia lo envió a España, donde temió hablar de su experiencia por
años. [55] Lagarrigun nunca supo que sucedió finalmente con su esposo.
Los archivos paraguayos han resuelto varios casos de los desaparecidos. Uno de estos casos
incluyó dos miembros argentinos de la juventud peronista, Dora Marta Landi y Alejandro
Logoluso, quienes se fueron a Paraguay después del golpe en 1976 en Argentina. Fueron
arrestados en sunción en marzo de 1977, pero las autoridades les dijeron a sus padres que habían
sido liberados más tarde. La Junta Argentina negó consistentemente cualquier conocimiento de
su paradero. No obstante, documentos oficiales encontrados en los archivos, prueban que ellos
fueron detenidos por la policía uruguaya y luego el 16 de mayo de 1977 fueron entregados a una
unidad militar argentina (dos oficiales de inteligencia del ejército y un oficial naval de un conocido
centro de tortura). Los llevaron a Buenos Aires en un avión de la Naval Argentina, donde termina
el rastro. El informe de la policía paraguaya incluyó sus fotos y huellas digitales y los nombres de
los oficiales argentinos que los tomaron.

Asesinatos de alto nivel

El principal asesinato al estilo Cóndor ocurrió en 1974, antes del establecimiento oficial de
Cóndor. El General chileno Carlos Prats, un constitucionalista que fue comandante en jefe de
Allende y quien se había opuesto al golpe de 1973, fue asesinado en Buenos Aires junto con su
esposa en una explosión de un carro de la DNA. En 1975, el líder cristiano democrático chileno
Bernanrdo Leighton y su esposa fueron emboscados y heridos en un intento de asesinato en
Roma. El asesinato de Orlando Letelier y Ronni Moffitt en Washington D.C., ocurrió en 1976.
Agentes de la DNA contrataron terroristas fascistas en Italia- incluyendo varios involucrados en
la red de Gladio- y exiliados cubanos en el Movimiento Nacionalista de la derecha cubana para
asistir en el desarrollo de los crímenes respectivos. Un expatriado de EEUU y asesino de la DNA,
Michael Townley, conecta todos los tres casos. En Chile, Townley declaró ser un oficial operativo
de la CIA, como también lo afirmó su abogado defensor durante el juicio por el asesinato de
Letelier en los Estados Unidos, pero la CIA negó dicha información. Townley era un informante
de la Embajada de EEUU y militante de Patria y Libertad, el grupo terrorista de derecha
establecido por la CIA. [57]

Eventualmente, Townley reveló detalles de los asesiantos de Letelier y Moffit en una corte de
EEUU. Él y el oficial chileno Armando Fernandez Larios obtuvieron pasaportes falsos en Paraguay,
diciéndole a los diplomáticos que tenían aprobación de la CIA para una misión secreta en los
EEUU. Townley y Fernandez originalmente se habían comunicado con el Coronel Benito Guanes,
[58] el jefe de la inteligencia militar paraguaya, quien desde entonces se ha vinculado con Cóndor.
El Embajador de EEUU George Landau comenzó a sospechar y le informó a la CIA, quienes le
dijeron que no existía tal misión. [59] Otros dos agentes viajaron eventualmente a Washington,
D.C. con falsos pasaportes chilenos, reportándose ante el General Vernon Walters en la CIA a su
llegada. Por lo que Dinges y Landau sugirieron que la CIA – en ese momento bajo el mando de
George Bush como director- sabía que la DNA estaba planeando una operación encubierta en
Washington, sin embargo, no informaron a las fuerzas de seguridad ni al mismo Letelier. En
septiembre 1976, Townley llegó a Washington y reclutó individuos del Movimiento Nacional
Cubano, de los cuales todos excepto uno habían hecho parte de la Operación Bahía Cochinos-
respaldada por la CIA (Landau, 1978:12; Branch and Propper, 1982:349-352). Ellos monitorearon
a Letelier, trajeron los explosivos, construyeron la bomba y la ubicaron debajo de su carro. La CIA
se desentendió de informarle a los investigadores federales de lo que sabía por meses después
de que el crimen fuera ejecutado, mientras los fiscales trataban de identificar a los asesinos. De
hecho, la CIA promovió la teoría de que el crimen había sido ejecutado por la izquierda, e insistió
en que la DNA no estaba involucrada (Landau, 1978:33-35; Dinges and Landau, 1980:382-398;
Corn, 1994:329). Mientras tanto la Junta chilena no admitió responsabilidad y Contreras culpó a
la CIA (Valenzuela y Constable, 1991:105-106). Debido a que la CIA tenía conocimiento de las
operaciones de la DNA y sus vínculos cercanos con la DNA y los grupos de exilio cubanos, su
comportamiento levanta sospechas. La reacción de la CIA se parece a la clásica táctica de
propaganda negra de culpar al otro para confundir y engañar.

Desde que entregó evidencia sobre el caso Letelier al Estado, Townley ha estado en el programa
de protección a testigos. La administración Clinton se negó a permitir que abogados españoles
entrevistaran a Townley en 1998 (Vest, 1998). Armando Fernández, quien también fue acusado
por jugar un rol en el asesinato de Prats, viven en Miami bajo protección federal y dirige un
negocio de importaciones/exportaciones. Él ha sido demandado por la familia de un economista
chileno torturado y asesinado por la DNA, en un caso desgarrador (Imerman, n.d.; Kidwell, 199).
Dos de los cubanos condenados en el caso Letelier lograron evadir a las autoridades hasta 1990
y 1991, respectivamente. Otros dos escaparon la condena bajo apelación, y en 1990 fueron
asociados con la Fundación Nacional Cubano-Americana en Miami (Landau y Anderson, 1998;
New York Times editorial, 1990).
Oficiales de la DINA y el mismo Pinochet se reunieron en Madrid con el neofascista italiano
Stefano Della Chiaie (quien se sospecha estuvo involucrado en el bombardeo de Bologna) y
discutieron la operación de asesinato que tendría lugar en Roma contra Leighton. [60] Townley,
testificando en una corte italiana por dicho crimen, dijo que se había llevado a cabo a través de
“un acuerdo global anti marxista.” Admitió haberse reunido con Della Chiaie unas 10 o 15 veces
para organizar el ataque. [61] En octubre de 1975 la organización terrorista de Della Chiaie,
Avanguardia Nazionale, llevó a cabo el intento de asesinato (Cuya, 1993). Otro fascista italiano
condenado por bombardeos terroristas, Vincenzo Vinciguerra, testificó en corte que miembros
de la organización paramilitar, Ordine Nuovo, eran herramientas del servicio secreto (Willan,
1991:138, 141) y tenían vínculos con Gladio. Vinciguerra dijo que Gladio había llevado a cabo
bombardeos que se le habían atribuido a la izquierda, que estaba vinculado con la OTAN y que
reclutaban dentro de círculos fascistas. Vinciguerra agregó que la red ha sido usada para
propósitos domésticos “por parte de fuerzas nacional e internacionales…principalmente los
Estados Unidos de America.’ [62]Confirmó que el ataque a Leighton había sido organizado por
“una estructura secreta de servicios de inteligencia latinoamericanas llamada Operación Cóndor”
(blixen, 1995c:3). En 1995, una corte italiana declaró culpable in absentia a Contreras y otros
oficiales de la DINA en el ataque de Leighton. [63]
Della Chiaie también participó en el golpe de Estado de 1980 en Bolivia, junto con el jefe de la
Gestapo Klaus Barbie y oficiales militares argentinos, un evento que ilustra gráficamente la
naturaleza global de la alianza de extrema derecha anti-comunista durante la Guerra Fría. [64]

El rol de las ideologías y doctrinas de seguridad nacional

¿Por qué oficiales de EEUU formaron alianzas con grupos y militares antidemocráticos y fascistas?
El informe secreto Doolittle de 1954 nos brinda luz en esta cuestión. Se presentó el caso de que
los Estados Unidos se enfrentaron en una guerra contra “un enemigo implacable cuyo objetivo
es la dominación mundial.” Haciéndole eco a la alarmista Directiva de Seguridad Nacional/68
(NSC/68) de 1950, [65] continuó: no hay reglas en dicho juego. Las normas de conducta humana
aceptables hasta el momento no aplican. Si los Estados Unidos van a sobrevivir, los antiguos
conceptos americanos de “juego justo” deben reconsiderarse… Debemos aprender a subvertir,
sabotear y destruir nuestros enemigos por medio de métodos más ingeniosos, más sofisticados
y más efectivos que los que están siendo usados en nuestra contra. [66]

Como observa Kathryn Olmsted (1996:110), esta manera de pensar se transformó en una filosofía
en la que el fin justifica los medios, legitimando los abusos. Esta filosofía conformó la base para
una doctrina estratégica de seguridad nacional que fue difundida a los ejércitos
latinoamericanos. En Latinoamérica, las doctrinas de guerra interna emergieron durante los años
60 que mezclaron las concepciones orgánicas tradicionales y autoritarias de los militares con las
nuevas doctrinas de contrainsurgencia provenientes de EEUU y Francia. La nueva doctrina de
seguridad nacional animó a un concepto de guerra antisubversiva sin estar sujeta a ningún tipo
de reglas, normas o ética, una guerra sucia que debía ser ganada a toda costa. Más allá de esto,
una gran parte de la poblacio4n fue definida como potencialmente o efectivamente subversiva;
los conflictos domésticos eran vistos a través del lente de este-oeste e internacionalizado. La
Comisión de la Verdad y Reconciliación de Chile (o Comisión Rettig) capturo muy bien la intrusión
de las fuerzas internacionales de la Guerra Fría en Chile, especialmente después de la Revolución
Cubana de 1959, y la internacionalización de los conflictos políticos domésticos:

El anuncio o desaparición “focos” (de insurgencia) y la idea… de que correspondían a una


inspiración y dirección central para Latinoamérica, llevó a muchos Estados, y fundamentalmente
a los Estados Unidos, a comenzar movimientos anti-subversivos. Al igual que los focos, este
movimiento fue simultáneamente local, en cada país, y de manera central, exhibiendo una cierta
coordinación entre todos los países latinoamericanos. La coordinación central estuvo a cargo de
los Estados Unidos, quien sacó provecho de sus escuelas de entrenamiento militar para, año tras
año, entrenar generaciones de oficiales militares de muchos países. La contrainsurgencia era una
técnica… pero también parece tener escondida una doctrina o filosofía implícita… (Comisión
Nacional/ Informe Rettig, 1991:44).

Las doctrinas de seguridad nacional y las ideologías anticomunistas parecen haber sido un
determinante importante en terrorismo de Estado en Latinoamérica, ya que deshumanizaron
categorías completas de personas y proveyeron una racionale quasi-religiosa para sus torturas y
destrucción. Ahora reflexionamos en torno al significado de dichas ideologías en el sistema
internacional.

Conclusiones
Michael Stohl discute que la estructura bipolar del sistema internacional proporcionó el marco
que le dio forma a los comportamientos y estándares internacionales. En 1988 expresó:

Los dos grandes poderes no solo son los poderes militares más fuertes, pero también tienen una
considerable influencia en el establecimiento de comportamiento que se convirtieron en normas
del sistema internacional. Más aún, por medio de la práctica de ciertas formas de
comportamiento (a lo que yo discuto que constituye terrorismo) y el consentimiento y apoyo de
dicho comportamiento por parte de otros Estados y grupos, los grandes poderes contribuyen
fuertemente a nivel general de terrorismo en el sistema internacional (Stohl, en Slater y Stohl,
1998:157).

La doctrina de los EEUU durante la Guerra Fría, como fue ejemplificada en el informe Doolittle
sostenía que métodos despiadados eran necesarios para ganar la guerra fría. Igualmente, en
1984 el General Paul Gorman, jefe del comando sur, dijo que la contrainsurgencia era “una forma
de guerra repugnante para los americanos, un conflicto que involucra personas inocentes, en el
que las víctimas no combatientes pueden ser un objetivo explícito” (Valentine, 1990:425).
Aparentemente, esta perspectiva busca justificar, en nombre de salvaguardar la democracia, la
violación a las Convenciones de Ginebra y otros tratados internacionales en temas de derechos
humanos. Refleja el concepto realista de línea dura como fue sugerido por Stohl, en el que los
Estados deben usar los medios que sean necesarios para proteger los intereses de seguridad
nacional percibidos. Sin embargo, como elocuentemente afirmó el autor Douglas Valentine
(1190:14), “mientras los gobiernos americanos sucesivamente se sumergen cada vez más
profundo en el remolino de las operaciones encubiertas- ostensivamente para combatir el
terrorismo e insurgencias comunistas- la población americana gradualmente perderá el contacto
con los ideales democráticos que alguna vez definieron su auto concepto nacional.” El punto es
que una nación declarándose democrática no “gana” empleando violaciones a los derechos
humanos y principios democráticos, sino que se destruye a sí misma.

Richard Falk (1997:180) argumenta que “una cultura fuerte de derechos humanos es el necesario
apuntalamiento de un régimen de derechos humanos efectivo” y que “esa cultura no podrá
tomar control a menos que la cultura política sea un muestre apoyo a los derechos humanos.”
Durante la Guerra Fría, surgió en el aparato de la seguridad nacional de EEUU, una doctrina y
filosofía en desacuerdo con la cultura de los derechos humanos; también existió y fue fortificada
en muchas de los ejércitos a lo largo de Latinoamérica. La guerra fría se acabó, pero la cultura de
la seguridad nacional sigue viva, especialmente en las fuerzas militares y de inteligencia. Hasta
que dichas fuerzas y las culturas políticas mayores internalicen respeto por los derechos humanos
y la acción legal, los peligros ejemplificados por la Operación Cóndor continúan existiendo.

Argumentar que el Estado opera por fuera de la ley y que los abusos son justificados por un
interés mayor, es destructivo a los conceptos de democracia y derechos humanos. El terrorismo
de Estado es tan abominable como el terrorismo individual’; el “contra-terrorismo” emplea
métodos de terrorismo igual de repugnantes; no existe una diferencia entre terrorismo “bueno”
y terrorismo “malo”. “El fin justifica los medios” es una ideología corrosiva que trastoca los
avances que la humanidad ha hecho a lo largo del tiempo para establecer la ley y proteger
derechos- avances que son el fundamento para los sistemas democráticos. La frágil edificación
de la protección de derechos humanos, construida lentamente y dolorosamente por sociedades
a lo largo del curso de la historia, se daña y se debilita con tales ideologías.

Cóndor fue un sistema de violencia organizada en la sombra con mecanismos totalitarios para
lidiar con la oposición política. Las unidades de inteligencia de Cóndor cometieron actos
criminales a lo largo de las fronteras, violando leyes nacionales e internacionales, en nombre de
la lucha contra la “subversión comunista.”
Actuando en secrecía e impunidad total, evadiendo estructuras democráticas y desafiando el
cuerpo de derechos y libertades asociadas con la democracia, Cóndor representó un regreso al
pasado- pero con los recursos del Estado moderno. Literalmente millones de personas en
Latinoamérica perdieron la vida o su libertad durante la Guerra Fría, y miles fueron detenidos,
torturados y asesinados por parte de regímenes que afirmaban hacerlo en nombre de la
democracia. El aparato de seguridad nacional de los EEUU pudo haber sido o no la inspiración
para Cóndor, pero si fue profundamente cómplice. La evidencia muestra claramente que la
cruzada anticomunista liderada por los EEUU se convirtió en una cruzada contra los principios e
instituciones de la democracia y contra las ideas progresivas y liberales como también contra las
fuerzas revolucionarias en Latinoamérica y otras partes. [67]

La cámara de Representantes votó recientemente para reducir el financiamiento de “School of


the Americas” (Escuela de las Americas), y varios voceros de la administración Clinton han
reconocido el daño causado por los Estados Unidos durante la Guerra Fría. [68] En 1999, el
presidente Clinton se disculpó por el rol de los EEUU en la guerra sucia de Guatemala, en una
visita que hizo al país. Estos son pasos alentadores, aunque poco convincentes.
El caso Pinochet y el movimiento por una corte penal internacional indican que instituciones
incipientes de justicia y del imperio de la ley están emergiendo a nivel internacional a finales del
siglo XX. Si a los Estados y a sus jefes se les puede exigir rendición de cuentas en cuanto a la ley y
a normas de derechos humanos, el terrorismo de Estado y operaciones del estilo Cóndor pueden
ser inhibidas en el futuro. No obstante, como sugiere Falk, los Estados y sus ciudadanos deben
primero internalizar una cultura de derechos humanos que reconozca que ningún fin justifica los
medios de desapariciones, tortura y asesinatos.

Notas

(1.) Los archivos paraguayos contienen más de 8,000 carpetas de prisioneros políticos de
diferentes países de Latinoamérica que fueron detenidos y desaparecidos, casi 2,000
tarjetas de identificación y pasaportes, 574 carpetas sobre partidos políticos, sindicatos y
otras organizaciones sociales y políticas, más de 500 grabaciones de reuniones y
conferencias políticas, y 10,000 fotos de vigilancia de sospechosos (ver el folleto del
Centro de Documentación y Archivo de diciembre de 1995, Asunción).
(2.) Este es uno de los pocos artículos académicos publicados acerca del plan Cóndo.
(3.) Ver Amato (1999). Investigadores ya tienen evidencia que Kissinger dio “luz verde” a las
Juntas argentinas y chilenas
(4.) Martin Sivak, cita en “Bolivia, en las huellas del Cóndor”, Revista Informe R (1998:22). La
autora está agradecida con Osman Morales por conseguir esta revista para ella en Bolivia.
Todas las traducciones son hechas por la autora, a menos que se especifique diferente.
(5.) Entre los miles de fotos de los prisioneros de muchas naciones que vi en los archivos de
1966, algunas tenían líneas rojas dibujadas por encima. Algunos informes verifican que
tortura fue usada.
(6.) Para una buena discusión sobre estas dificultados, ver Crenshaw (1995), especialmente
la introducción de Crenshaw.
(7.) Ver la excelente critica a la literatura de Stanley (1996)
(8.) Mientras un memo del Departamento de Estado, aparentemente escrito por Philip Habib,
avisó sobre asesinatos de alto nivel por países Cóndor (ver el memo “Roger Channel” del
18 de agosto de 1976), documentos del Departamento de Defensa y la CIA discutían la
capacidad de hecho de asesinatos y exaltaban el Plan Cóndor como organización
contrainsurgente y contraterrorista. Ver el informe del Inteligencia del Departamento de
Defensa, número 6 804 0334 76, y el documento de la CIA del 14 de febrero de 1978 en
foia.state.gov
(9.) Ver Blight y Kornbluh (1998) y Elliston (n.d.). Muchos de los documentos del
Departamento de Estado que fueron recientemente desclasificados ("Foreign Relations
of the United States, 1961-1963") pueden ser encontrados en www.state.gov/
www/about_state/history/frusX/index.html
(10.) La mejor Fuente es Valentine (1990); ver también Doe (1999). Por cuenta del
ultimo, un agente anónimo de los EEUU del programa Phoenix tenía órdenes de liquidar
un pueblo en Vietnam. Su superior le dijo “no vamos a tomar prisioneros, toda esta gente
son simpatizantes comunistas”. No hubo sobrevivientes de esta operación de EEUU.
(11.) Para Chile, ver el Senado de EEUU (1976:178). Para Nicaragua ver Manual del
Combatiente por la Libertad, un manual estilo comic de autoría de la CIA distribuido a los
contras; ver también “el manual de asesinatos” de la CIA, llamado “operaciones
psicológicas en la guerra contra las guerrillas”, escrito por los contras en los 80 (Brinkley,
1984). En junio de 1984, los manuales fueron descubiertos y en octubre de ese año,
cuando fueron hechos públicos, el congreso reaccionó mal.
(12.) Siete manuales del Pentágono y de la CIA fueron hechos públicos en 1996 y 1997
después de que el Baltimore Sun amenazara con demandar. Se les atribuye "Handling of
Sources," "Counterintelligence," "Revolutionary War, Guerrillas, and Communist
Ideology," 'Terrorism and the Urban Guerrilla," "Interrogation," "Combat Intelligence,"
and "Analysis I." El excelente análisis que hace Foran de los manuales, ver el Grupo
Latinoaméricano de Trabajo (1997) y Haugaard (1997).
(13.) Manual de Entrenamiento de Explotación de Recursos Humanos, CIA, 1983,
obtenidos por Baltimore Sun; ver Cohn y Thompson (1995), Doyle (1997:39), y LeMoyne
(1987).
(14.) Los oficiales de la Embajada de EEUU negaron el cargo. “Uruguay: un ex marino
acusa a los EEUU,” Clarín (Argentina, 22 de julio de 1998).
(15.) San Francisco Chrinocle, 2 de noviembre de 1981, citado en Blum (1995, página
web)
(16.) Blair ha escrito muchas editoriales. Ver también Jentzsch (1997:14) y Fischer
(1997:182-240).
(17.) Para ver la fascinante y conmovedora critica que un oficial de Departamento de
Estado hizo en 1968 denunciando que los EEUU estaban consintiendo el contraterrorismo
militar salvaje en Guatemala, vea el informe secreto por Viron Vaky, desclasificado
recientemente en la página web del Archivo Nacional de Seguridad (Asunto: “Guatemala
y el contra-terrorismo”, 29 de marzo de 1968).
(18.) Un caso clave en el conflicto del Beagle de Argentina y Chile, que llegó a punto de
guerra en 1978.
(19.) El ejército argentino fue una pieza instrumental en el entrenamiento de los
ejércitos de Centroamérica y las contras nicaragüenses en la guerra contrainsurgente a
finales de los 70 y principio de los 80. La administración Reagan incitó esta participación
y la CIA estaba profundamente involucrada igualmente. Ver Armony (1997) y Monkman
(1992)
(20.) Hay mucha documentación de oficiales de seguridad categorizando personas de
acuerdo con las características subversivas que percibían. Para Uruguay, ver Weschler
(1990:90-91); para Argentina, ver McSherry (1997:119). Agentes de EEUU distribuyeron
listas negras a los ejércitos de Guatemala en 1954, Indonesia en 1965 (ver Kadane, 1990)
y Chile en preparación para el golpe de 1973; los usaron en Panamá durante la invasio4n
de 1989. Registro masivo organizado por la CIA en Vietnam, sirvió como base para listas
de asesinato durante el Programa Phoenix; y, de hecho, el símbolo de Phoenix era un ave
con colores vivos agarrando una lista negra con sus garras (Valentina, 1990)
(21.) El Dr. Martin Almada, un educador paraguayo, descubrió los archivos. Él había
estudiado en la Universidad de la Plata en Argentina, una Universidad considerada como
un centro de subversión por parte de la inteligencia militar argentina. Fue secuestrado,
desaparecido y torturado en centros de detención clandestina en Paraguay. Siguiendo un
consejo, Almada y un juez descubrieron extensos archivos pertenecientes al aparato de
seguridad de Stroessner, en una guarnición de policía en 1992, y en 1993, mas archivos
fueron liberados por la Dirección Nacional de Asuntos Técnicos (La Técnica) del Ministerio
de Interior. Los archivos paraguayos fueron organizados y computarizados por el Centro
de Documentación y Archivo, una agencia creada por la Corte Suprema de Justicia en
febrero de 1994, con la asistencia de la Agencia de EEUU para Desarrollo Internacional
(USAID). Algunos congresistas paraguayos protestaron sobre la participación de USAID,
dada la colaboración de EEUU con la dictadura de Stroessner.
(22.) Weiner (1991). En los archivos paraguayos, encontré correspondencia
documentando la coordinación similar en otros casos.
(23.) Ver foia.state.gov
(24.) Informe de Inteligencia del Departamento de Defensa, numero 6 804 0034 76
(25.) Documento de la CIA disponible en foia.state.gov, 14 de febrero de 1978
(26.) Landau (1998:119); correspondencia personal con la autora, 13 de febrero de 199.
(27.) En mi conocimiento, este informe fue discutido primeramente en Dinges y landau
(1980: 237-239), y fue desclasificado recientemente (ver el documento ch23-01 del cable
secreto “Chilbom”, en la página we del Archivo de Seguridad Nacional)
(28.) Peter Kornblush (1998:15) cita un informe del comité del Senado de EEUU todavía
clasificado en 1979 con esta información. De acuerdo con Juan Pablo Letelier, Contreras
quería conectarse con la comunidad exiliada cubana en Miami, pero la CIA canceló la idea
después del asesinato del padre de Letelier en 1976. Conversacio4n con Juan Pablo
Letelier, New York, 5 de mayo de 1999. No obstante, los argentinos organizaron centros
de operativos e inteligencia en Miami a finales de los 70 y aparentemente con la asistencia
de la CIA, los usaron para operaciones de tipo Cóndor, incluyendo lavado de activos,
transporte de armamento y transferencia de fondos a oficiales argentinos que
entrenaban a los contras en contra-insurgencia en Centroamérica. Ver Mc Sherry
(1997:182-186)
(29.) Este graduado también le dijo al Padre Roy Bourgeois de SOA Watch que los
instructores de la escuela enseñaban métodos de tortura en mendigos panameños
tomados de las calles. Nelson-Pallmeyer (1997:31); ver también Fischer (1997:182-240)
(30.) Ver documento de la corte “Procedimiento: Diligencias previas 108/96-L,
Terrorismo y Genocidio, Juzgado de instrucción número cinco, Audiencia Nacional
Madrid, Providencia,” punto 3, 28 de Febrero de 1997, en página web
http://www.derechos.org/nizkor/arg/doc/usa.html
(31.) Una ráfaga de documentos apareció en 1990 en la prensa estadounidense,
incluyendo "Guerrilla Network Uncovered in West Europe," New York Times (noviembre
14, 1990); Flora Lewis, "Running Scared," New York Times (noviembre 14, 1990); Clyde
Haberman, "Italy Discloses Its Web of Cold War Guerrillas," New York Times (noviembre
16, 1990); "Greece to Investigate Plan for Guerrilla War," New York Times (noviembre 21,
1990). Ver también "Austrian Demands Details on Cold War Arsenals," New York Times
(January 22, 1996); "U.S. Reveals Secret Arms Caches in Austria," New York Times (January
30, 1996); and Kwitney (1992: 444). Dos de las mejores fuentes en la operacion italiana
son Willan (1991) and Rowse (1994).
(32.) Ver el memo del Departamento de Estado (foia.state.gov) de Henry Kissinger a su
grupo de trabajo de la OTAN, de marzo de 1976 en el que él argumenta que la Junta
argentina era “moderamente conservadora” y no representaba una amenaza a los
intereses de EEUU. Para ver más del apoyo agresivo (y crucial) de Kissinger a régimen de
Pinochet, vea Komisar (1999)
(33.) Respecto al uso de acciones paramilitares de EEUU durante principios de la Guerra
Fría, vea Berger (n.d.)
(34.) Para un recuento de las Operaciones de la CIA en Italia y Centroame2rica, vea las
memorias del ex oficial de la CIA Duane R. Clarridge (quien supervisó la operación del
ejército argentino en Honduras). Sin embargo, el libro no es historia seria, dada su
inclinación a versiones selectivas y en beneficio propio. Ver Clarridge con Digby Diehl
(1997).
(35.) Ver también Ed Vulliamy, Guardian (U.K., 10 de diciembre de 1990) en la
compilación de Estado de vigilancia del informe europeo de ejércitos.
(36.) Resolución conjunta del parlamento europeo del 22 de Noviembre de 1990, en el
informe de estado de vigilancia (mayo 1991)
(37.) Ver Willan (1991), Ed Vulliamy, Guardia (UK, 16 de enero de 1991) y Rowse (1994)
(38.) Para trasfondo sobre Gelli, ver Andersen (1993:87-94)
(39.) Ver Burns (1983) y Lewis (1993:173-74). P-2 lavó cantidades enormes de activos a
través de su red internacional de negocios, la iglesia católica y el submundo, de acuerdo
con Lewis; su propósito político fue servir como una internacional anticomunista. Muchos
altos oficiales en Argentina eran miembros del P-2 .
(40.) Página /12 (Argentina, 13 de junio de 1992)
(41.) Ver Andersen (1993:87-94), Rowse (1994), Willan (1991: Capítulo 3), “Licio Gelli a
la Sombra: La Conexión Rioplatense” en el Periodista de Buenos Aires 159 (25 de
septiembre al 1 de octubre de 1987: 5-10), e “investigan la posible conexión entre Licio
Gelli y la mafia,” en Clarin (18 de agosto, 1992)
(42.) Compilación sobre el Estado de vigilancia: William Scobie, Observer (18 de
noviembre, 1990); Rochard Bassett, Times of London (24 de julio, 1990); ver también
searchlight (1991)
(43.) William Scobie, Observer (18 de noviembre, 1990)
(44.) Wolfgang Achtner, Sunday Independent (11 de noviembre, 1990)
(45.) Wolfgang Achtner (11 de noviembre, 1990) Rowse (1994:4) y Christie (1984)
(46.) Los EEUU jugaron un rol clave en Latinoamérica en la configuración de organismos
de inteligencia como la DINA en Chile, La Técnica en Paraguay y el aparato de inteligencia
en Guatemala, Departamento 5 en El Salvador y Batallón 3-16 en Honduras. Estos órganos
de inteligencia se caracterizaron por métodos terroristas y violencia salvaje. Ver,
respectivamente, Nickson (1995:127), Garst (1995:4), Valentine (1990: 422), y Cohn y
Thompson (1995).
(47.) Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación (1991:43), Valenzuela y Constable
(1991: capitulo 4)
(48.) Andlisis (Santiago, 7 de marzo, 1988), citado en Barahona de brito (1997:55)
(49.) Esta cita ha sido citada extensamente; ver, por ejemplo, Gillespie (1982:250)
(50.) Walters estuvo involucrado en el derrocamiento de Mossedegh en Iran en 1953,
el golpe de Estado de 1964 en Brasil, las operaciones de Gladio en Italia en los 60 y el
golpe de Estado de 1973 en Chile. En los 80, fue el enlace entre el ejército argentino y los
contras. Ver Sklar (1988:87) y Rowse (1994)
(51.) Este memo es reproducido en Landau (1978:44). El original fue obtenido en 1995
por una corte italiana que investigaba el intento de asesinato contra Leighton y su esposa.
Ver Komisar (1998)
(52.) Carta de Manuel Contreras, ítem 151 de los archivos
(53.) “Primera Reunión de Trabajo de Inteligencia Nacional”, documento 157, 1. Este es
el mismo memo que Slack analiza.
(54.) Archivos de Seguridad Nacional, página web, Chile documento 30-01, 6 de junio
de 1975.
(55.) La autora entrevistó a Luz Lagarrigua (19 de julio de 1996, Santiago); ver también
Comisión Nacional/Informe Rettig (1991:596-597)
(56.) Archivos paraguayos. Para casos paraguayos, ver Schemo (1999)
(57.) Ver Dinges y Landau (1980: 349, 382-389), Valenzuela y Constable (1991:104), y
landau (1978:21)
(58.) Ver Landau (1978:29) esta podría ser la primerísima fuente con información sobre
Cóndor, aunque el nombre todavía no se conoce.
(59.) Ver Dinges y Landau (1980: 383). No hay relación entre George Landau y el analista
político Saul Landau
(60.) Carta de Townley en el informe del FBI titulada “Dirección de Inteligencia
Nacional”, documento ch02-01, página web del Archivo de Seguridad Nacional. Para más
información sobre Della Chiaie, ver Willan (1991) y Christie (1984)
(61.) “Un Agente de la Internacional Negra”, página/12 (argentina, 20 de mayo de
1995); “Sugiere un ex agente chileno que Pinochet ordenó crímenes” la Jornada (México,
21 de mayo de 1995)
(62.) Testimonio en corte citado por Willan (1991:141)
(63.) Ver artículos en el Clarin (Argentina 24 de junio de 1995)
(64.) “Identifican en Bolivia a asesores de Garcia Meza,” Tiempo Argentino (27 de junio
de 1985)
(65.) NSC/68 fue un documento político cargado con palabras fuertes que dibujó la
guerra fría en términos de una lucha global entre los Estados Unidos y un enemigo
amenazante “animado por una nueva fe fanática, antiética para nosotros mismos y
buscando imponer su autoridad absoluta en el resto del mundo.” NS-68 (1950) en
Paterson (1989:301)
(66.) Comité Selecto del Senado de EEUU, Informes Finales, libro I, Inteligencia Exterior
y Militar, página 9, citado en Olmsted (1996:13)
(67.) Considere la actitud de Kissinger respecto a los procesos electorales democráticos
en Chile e Italia. Después de la elección de Allende, dijo, “no veo por qué debemos
quedarnos descuidadamente viendo como un país se convierte comunista debido a la
irresponsabilidad de su propia gente” (Valenzuela y Constable, 1991:23). En septiembre
de 1974, de acuerdo con los periódicos italianos, dijo, ¿“no nos culparía usted a nosotros…
si permitiéramos que Italia cayera en manos de comunistas sin nosotros hacer nada para
prevenirlo?” (Willan, 1991:220)
(68.) En 1994, por ejemplo, el Embajador De EEUU en Nicaragua dijo que “la política
exterior de EEUU había sido diseñada para dictadores” en su apoyo a gobiernos
antidemocráticos que protegían inversiones de EEUU; dijo que tenía nuevas instruccioes
de fomentar el desarrollo de la genuina democracia. Ver “Enviado en Nicaragua dice EEUU
no se entrometerá”, New York Times (10 de febrero de 1994). Un líder sandinista comentó
que su declaración fue: “muy cercana a lo que hemos dichos siempre” y “ellos siempre lo
negaron”

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