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Las chinchillas salvajes viven en zonas de alta montaña de los Andes entre las
grietas de las rocas, están acostumbradas a saltar, no forman colonias y son
herbívoras estrictas. Esto significa que si tenemos una chinchilla como mascota
deberemos tener en cuenta estos aspectos para mantenerla sana y feliz.
La jaula de las chinchillas debe ser todo lo grande que nos podamos permitir, y
además es imprescindible que tenga baldas a las que pueda saltar y esté
protegida de las corrientes de aire. Si además de una jaula grande podemos
sacarlas todos los días un ratito, lo agradecerá enormemente, ya que son
animales muy activos, especialmente por la noche. Aunque en la vida salvaje no
vivan en grupo, si tenemos una jaula lo suficientemente grande, podemos alojar
una pareja o incluso un pequeño grupo de chinchillas sin mayor problema. Pero
antes de juntarlos, tendremos que hacer una adaptación del nuevo animal, ya que
estos graciosos roedores, pueden llegar a ser bastante agresivos con miembros de su
especie. Sin embargo, son muy sociables con las personas y es fácil que se si sueltas
una chinchilla en la habitación se acabe subiendo encima del dueño a
mordisquearle suavemente los dedos y a hacer ruiditos para demostrar su afecto.