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METANARRATIVA CUESTIONADA.
Durante siglos, la Historia ha sido concebida como el relato de los orígenes, gestas,
usos y costumbres de hombres y pueblos. El carácter verificable de este discurso y su
denotada objetividad le confirieron el carácter de ciencia y la revistieron con la solemnes
ropajes de la Verdad. Hoy, sin embargo, la Historia es sometida a la crítica de intelectuales
que la consideran una forma discursiva, una metanarrativa destinada a seleccionar,
justificar y conmemorar -con un velado sesgo ideológico- los hechos de un segmento
étnico-genérico de la sociedad claramente definible: hombres de raza blanca.
¡Error!Marcador no definido.
Nietzsche, junto con Marx y Freud, dieron lugar a una corriente no tradicional del
conocimiento destinada a examinar críticamente la verdad o falsedad de determinadas
proposiciones con el fin de descubrir sus autoengaños. Nietszche sospecha de sus
resultados, hurga en sus orígenes y desconfía de la "objetividad" de historiadores,
filósofos, psicólogos y estudiosos de toda suerte. Al método lo denominó genealogía:
"...valor del origen y origen de los valores. La genealogía de opone al carácter absoluto de
los valores y a su carácter relativo y utilitario..."3
Un siglo más tarde, Michel Foucault -también influenciado por Hegel, Freud y
Reich-, sigue las ideas de Nietszche. El estudioso francés señala que la conducta social-
materialista de los tiempos modernos ha generado "la insurrección del conocimiento
subyugado", esto es, la actual aparición de contenidos históricos secularmente
descalificados o disfrazados en una coherencia funcionalista de sistemización formal. En
una definición de obvia notación nietszcheana, Foucault también llama "genealogías" a la
unión de conocimiento erudito y memorias locales que permiten avizorar lo que la Historia
ha negado. Ampliando las ideas del filósofo alemán, Foucault asigna al conocimiento
moderno un creciente grado de poder. Tradicionalmente, afirma Foucault, los mayores
mecanismos del Poder han sido acompañados de producciones ideológicas. Hoy, sin
embargo, domina por sobre el aparato ideológico la producción de instrumentos efectivos
para la formación y acumulación del conocimiento.4
Al buscar una genealogía del Sujeto moderno, Foucault define el ángulo en que el
conocimiento se entreteje con el Poder y rechaza el concepto tradicional de Sujeto,
develando su condición de construcción idológica al servicio de las relaciones de poder.
Tras la noción de Sujeto, Foucault ve una serie de sustituciones históricas para la idea de
un centro de poder que controla el pensamiento. Este ha recibido diversas denominaciones
en la metafísica tradicional: Dios, Logos, Ousia, Razón, Ser, etc. La subjetividad es el
principio central de la Epoca Moderna, extensión de la noción kantiana de Sujeto
trascendental con el que comenzó, en parte, el razonamiento decimonónico. 5 Es, por lo
tanto, un principio inherente a los conceptos de Hombre y de Conocimiento, fundamentos
de lo que Foucault denomina Pouvoir-Savoir.
3
Andrés Sánchez Pascal en su introducción a La genealogía de
la moral.
4
Michel Foucault, "Two Lectures", Power and Knowledge, edited
by Colin Gordon (New York: Pantheon Books, 1980), p.102.
5
La crítica de la subjetividad foucaultiana es, en síntesis,
una crítica a la fenomenología y otras filosofías subjetivista que
dominaron el pensamiento francés posterior a la Segunda Guerra
Mundial. Charles G. Lemert y Garth Gillan, Michel Foucault. Social
Theory and Transgression (New York: Columbia University Press,
1982), p. 139.
El Pouvoir-Savoir determina que toda voluntad de saber es voluntad de Poder. De
este modo, el Sujeto se constituye en un producto de la dominación, antes que en
instrumento de la libertad personal. A partir de su famoso aforismo: "Poder es
esencialmente lo que reprime", Foucault reduce la importancia del valor que el Derecho
otorga al Poder para destacar su condición de acto de fuerza, esto es, una guerra
continuada por otros medios. El Poder, así considerado, supera el esquema jurídico
"contrato/opresión" para centrarse en la "dominación/represión", donde la oposición
pertinente no es entre lo legítimo y lo ilegítimo, sino entre lucha y sumisión, variables
largamente familiares a una de las más difundidas narrativas de legitimación: la Historia.6
Años más tarde, el historiador Aurelio Díaz Meza -"La Quintrala y su época"
(1933)-, rechazó dicha aserción para argumentar que doña Catalina "era una víctima del
sadismo" y que a la ciencia médica le "correpondería la investigación y el análisis del caso
fisio-patológico que ofrece la existencia de ese desgraciado ejemplar de ser humano."
Otorgaba, así, marco científico a la "intuición" de Vicuña Mackenna sobre el "triste caso"
de doña Catalina.14
12
"La investigación minuciosa esclareció que Catalina había
asesinado a 39 personas de la hacienda, sin contar los hechos
anteriores a su matrimonio, ni un asesinato posterior a su regreso
de la capital." Jordi Fuentes y Lía Cortés, Diccionario Histórico
de Chile. Santiago de Chile: Editorial del Pacífico, 1966,
pág.370.
13
En 1955 Raúl Montenegro Lillo dio a conocer otro texto sobre el tema. En éste, la
Quintrala es definida como "culminación del crimen y del horror, síntesis de cuanto ya
habían hecho sus antepasados, sus fechorías fueron tal exponente de crueldad y espanto
como no se conoce nada parecido en la historia."15
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