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Perfiles Latinoamericanos

Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales


publicaciones@flacso.edu.mx
ISSN (Versión impresa): 0188-7653
MÉXICO

2002
David H. Corrochano
EL CLIENTELISMO POSMODERNO
Perfiles Latinoamericanos, junio, número 020
Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales
Distrito Federal, México
pp. 131-156

Red de Revistas Científicas de América Látina y el Caribe, España y Portugal

Universidad Autónoma del Estado de México


El clientelismo posmoderno*
DAVID H. CORROCHANO**

Perfiles Latinoamericanos 20
Junio 2002
Resumen
El clientelismo manifiesta dos tensiones: a) entre la autonomía individual y la participación en las rela- 131
ciones clientelares; b) entre la igualdad democrática y la desigualdad en el mercado. Este ensayo propone
una reflexión sobre ambos a partir del análisis de un cómic, “el caso Manara”. Para ello se adopta una
perspectiva posmoderna, que sugiere pensar en los clientes como sujetos que huyen voluntariamente
de las responsabilidades políticas formales. A través de este ejercicio se despliegan dos preguntas: ¿soy
cliente porque soy libre? ¿soy libre en tanto soy cliente?

Abstract
Political patronage shows two conflictive points: a) between individual autonomy and participation
in patronage relationships; b) between democratic equality and inequality in the market. Based on the
analysis of a comic strip, “The Manara Case”, in this paper a reflection on both conflicts is proposed. To
do so a post-modern view is adopted considering as subjects voluntarily escaping from formal political
responsibilities. Through this exercise two questions are developed: Am I a client because I am free?
¿Am I free to the extent I am a client?

Palabras clave: clientelismo, legitimidad, libertad, anonimato, reforma del Estado


Key words: political patronage, legitimacy, freedom, anonymity, State reform.

* El presente ensayo se enmarca dentro del proyecto de investigación del Instituto Federal Electoral-FLACSO, “Las
condiciones del voto libre y secreto en las elecciones federales del 2 de julio del 2000”, así como en el proceso
de realización de mi tesis de doctorado en el programa Procesos Políticos Contemporáneos de la Universidad de
Salamanca, España. Agradezco a la Dra. Cecilia Bobes y a los alumnos del seminario “Ciudadanía y teoría de
la democracia”, maestría en ciencias sociales de FLACSO-México, a los doctores Jonathan Molinet, Héctor Díaz,
Rosalía Winocur y Santiago Carasale, a Catalina y, por supuesto, a mis dictaminadores anónimos, los comentarios
preliminares a este ensayo.
** Profesor-investigador de FLACSO-México.
Introducción fuerte que este hecho. Bergman sigue a su maestro exigiendo más y, en su ansiosa
persecución, sube unas escaleras y llega a nuestro ejemplo: el “caso Manara” es un

A caso de clientelismo político, una nueva “aventura”:


Debate

l comienzo de una compilación de ensayos, Slavoj zizek señala que “Walter Ben-
jamin recomendaba, como procedimiento teórico productivo y subversivo, la lectura
de los productos superiores de una cultura junto con sus obras comunes, prosaicas,
mundanas” (2000, p. 9). En este ensayo, trato de reflexionar acerca del clientelismo
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“posmoderno” y articular un par de preguntas sobre la libertad de los clientes, a tra-

El clientelismo posmoderno
vés del fragmento de una obra popular: el extracto de un cómic al que llamaré “caso
Ma- nara”. El género del cómic plantea un nivel estructural de valores ideológicos,
donde destaca la recreación de una ilusión-abstracción de una masa indiferenciada, es
decir, el planteamiento de historias a través de personajes comunes (el hombre medio)
y ám- bitos sin conflictos sociales (Eco, 1999, pp. 169-171). El caso que presento
ironiza so- bre esta ilusión: es la historia de un hombre medio que busca la aventu-
132 ra para solucionar sus conflictos internos (particulares). En su búsqueda, descubrirá 133
que el antídoto que necesita incluye asumir, en forma voluntaria y satisfactoria, por
parte del resto de personajes de la obra, estilos de vida degradantes (conflictivos) en
los que caben el en- gaño, el crimen, la prostitución, el abuso afectivo, la adicción
o, en nuestro caso, el clientelismo.
La historia del cómic italiano pasa, entre otros, por dos autores: el veneciano Hugo
Pratt y el genovés Milo Manara. El primero crea uno de los personajes más conocidos
de las historietas europeas: el capitán Corto Maltes, quien representa el prototipo de
héroe romántico. El “caso Manara” es parte de la obra “H. P. y Giuseppe Bergman”,
donde Milo Manara rinde un homenaje a su maestro Hugo Pratt. Para ello hace que
uno de sus personajes, Giussepe Bergman, intente transformarse en Corto Maltes. En
el prefacio del relato, Milo Manara señala: “cuando comprendemos que los dueños de El análisis del clientelismo político contemporáneo plantea superar la tesis de que
nuestra civilización quieren hacernos vivir exactamente como brutos, arrojándonos el cliente es un individuo explotado por el patrón (Bartra, 1975). En la actualidad, se
para siempre al vórtice trágico, producir y consumir, entonces nos damos cuenta de sostiene que “el intercambio de votos por favores involucra la participación informada,
que la aventura es algo más que un pasatiempo” (1983, p. 4). La historia a la que per- calculada y extremadamente efectiva de las organizaciones populares que buscan hacer
tenece nuestro fragmento narra la búsqueda desesperada de aventura por un individuo responsables a los políticos, sacando ventaja de las limitadas oportunidades que surgen
que, parafraseando a Ulrich Beck, sufre de libertad y no de crisis (Beck, 1999, p. 10). de los crecientes niveles de competencia política” (Gay, 1997, p. 79). Esto hace que
Bergman es un europeo medio de unos treinta años: apático, aburrido y banal. La el cliente mantenga, de manera efectiva, la tensión entre su autonomía individual y la
historia comienza cuando responde al llamado para un extraño concurso: vivir una participación en las relaciones clientelares, producto de una segunda tensión exacerbada
aventura que sea apasionante y permita a todos evadirse. El protagonista exclama: por el proceso de reforma del Estado: la existente entre los postulados democrático-
“¡¡Comienza la aventura!! Por fin comienza la aventura... ¡soy libre!”. Guiado por H. P. igualitarios y las desigualdades en el mercado.
(Hugo Pratt), Bergman baja a una selva amazónica plagada de situaciones descarnadas El “caso Manara” es una excusa para pensar estas tensiones con “un estado de ánimo
y personajes crueles, incapaces de evocar sus pasiones. Al final, el protagonista descubre posmoderno”, donde la convivencia del deseo de autorrealización y el “desencanto del
que vivió una pesadilla, pero la necesidad de encontrar la “verdadera aventura” es más mundo” invitan a reflexionar sobre un yo no constreñido por obligaciones cívi- cas,
familiares o religiosas (Lasch, 1996, pp. 198-209), que opta por el clientelismo como su- pone el riesgo de congelar el fenómeno: su universalidad se basa en la recurrencia
un estilo de vida política factible. Con esto podemos articular, que no responder, dos de una serie de elementos originales por los que el clientelismo es tradicional o no es.
preguntas fundamentales: ¿soy cliente porque soy libre? ¿soy libre en tanto soy cliente? Asumir la segunda es obviar que el alto grado de institucionalización, adaptabilidad
Debate

El análisis del fragmento de historia se divide en dos secciones. En la pri- mera, e innovación clientelar, necesariamente debe estar acompañado de cierta aceptación
trato la parte visual, que ocupa las dos primeras viñetas. A través de ella, haré un re- subjetiva. Siguiendo a Max Weber, aunque es posible una dominación absoluta con
paso a la evolución del clientelismo. En segundo lugar, reflexiono acerca de lo que el base en una coalición de intereses, al igual que la adhesión puede ser fingida por mul-
anciano le dice a Bergman. Esto servirá para abrir el debate en torno al clientelismo titud de miembros de una sociedad. La estabilidad de una institución depende de la
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posmoderno y construir las preguntas señaladas. creencia subjetiva en la legitimidad.

El clientelismo posmoderno
La concepción normativa y el clientelismo tradicional
La parte visual: descripción del clientelismo
La primera concepción resalta que el clientelismo es un factor fundamental de inte-
La parte visual ofrece un marco general del clientelismo, aunque sin ayuda del texto gración y seguridad para las sociedades tradicionales y en transición. La figura legal
posterior difícilmente podríamos pensar esto. En principio, Bergman entra en una del cliente, en la Roma clásica, nace de la necesidad de incorporar al derecho a los
134 oficina pública, un espacio frío y ocupado por una fila de individuos silentes que se in- migrantes rurales de las localidades cercanas a la ciudad (Grimal, 1990, p. 34). 135
dirigen hacia una ventanilla. Que este entorno se transforme, tras la plática del an- En el sistema tribal árabe, tal y como señalaba Ibn Jaldun, “el patrón y el cliente están
ciano, en un verosímil centro de intercambio de votos por favores, nos dice mucho siempre prestos a protegerse el uno al otro, consecuencia de la simple convivencia que
acer- ca de la evolución del clientelismo. produce en el alma un sentimiento de afinidad y simpatía hacia el vecino, el familiar,
el amigo y el allegado” (Jaldun, 1997, p. 277).
El espacio: la conformación del clientelismo moderno El clientelismo se basa tanto en un intercambio de recursos, como en un inter-
cambio simbólico por el que cada una de las partes involucradas muestra su aprecio
Bergman entra en una habitación impersonal. La pared está cubierta, tan sólo, por ha- cia la otra y la relación que mantienen (Graziano, 1975, p. 42; Caciagli, 1996,
un pequeño cartel medio despegado. La ventanilla y su estructura de madera podrían p. 19; González, 1997, p. 24). Tienen prioridad los contactos personales, cara a cara,
ser de cualquier oficina, específicamente de una oficina estatal (la ventanilla es un y el conocimiento mutuo. Los ámbitos privado y público están altamente indiferen-
símbolo de la burocracia recurrentemente utilizado por caricaturistas y moneros). Este ciados. Las relaciones clientelares tradicionales se articulan a través de dos círculos
escenario contrasta con la imagen del clientelismo como una “amistad interesada” parcialmente coincidentes: “familia-patrimonio”, ligado por relaciones de parentesco
(Lind, 1997, p. 159; Leal Buitrago, 1991), es decir, una relación pragmática, pero y fuertemente cohesionado en torno al padre-patrón, y clientela, compuesta por el
legitimada a través de contactos cara a cara y fidelidades personales. No en vano, en conjunto de protegidos de esta familia (Sierra, 2000, p. 4; Peña Guerrero, 2000, p. 82).
las relaciones mercantiles clientela remite a contactos directos, honorables, buena fe Los miembros de la red manejan códigos y comparten símbolos que los diferencian
entre dos personas que se conocen (Weber, 1998, p. 563). Sin embargo, la literatura de otras redes con las que se mantienen relaciones y se cohabita. El aumento de los
acerca del clientelismo reconoce la presencia de un modelo de partido caracterizado miembros de la red es la lógica de desenvolvimiento de ésta, pues a mayor número
por su impersonalidad, basado en la relación esporádica del cliente con un funcionario de clientes mayor prestigio e influencia.
o autoridad que no tiene por qué inspirar afinidad alguna (Caciagli, 1996, p. 22). Por En tanto “la utilización de clientes o allegados era común en el enfrentamiento
esto, el espacio de Bergman es verosímil en el momento de hablar de clientelismo. intercaciquil” (González, 1997, p. 158), el reclutamiento de éstos era, también, su so-
El clientelismo se debate entre una concepción normativa y otra instrumental lución: a mayor clientela, mayores posibilidades de satisfacer intereses frente a otras
(Auyero, 1997, p. 32). La primera pone el peso en el código de honor, y mutuo reco- familias y, por tanto, más posibilidades de incorporar nuevos clientes. La complejidad
nocimiento, en la relación patrón-cliente. La segunda acentúa el balance de costos- que alcanzan estas relaciones, el grado de conflictos, el creciente acaparamiento de
be- neficios que cada una de las partes hace de la relación. Dar prioridad a la primera poder por una red frente a otras, o la necesidad de coordinar acciones colectivas que
implican cooperación continua entre las familias, pueden ser explicaciones posibles comarcas, provincias). Sin embargo, ante una lógica de autonomización del Estado, los
para entender el nacimiento del Estado: un mecanismo de integración y dotación de caciques son más propensos a participar directamente en la lucha por la autoridad del
seguridad alternativo, y con capacidad de tomar decisiones vinculantes que afectan a mismo y pasa de clase política (empresarios, latifundistas) a elite de poder (diputados,
Debate

miembros de familias y clientelas. Sin embargo, estas redes lograron conservar gran senadores). El clientelismo de notables es consustancial a lo que Maurice Duverger
parte de su autonomía, incluso ante el Estado moderno. Señala María Antonia Peña llamó partido de cuadros:
Guerrero:
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se trata de reunir notables, para preparar las elecciones, conducirlos y mantener el con-

El clientelismo posmoderno
por encima de los cambios económicos y jurídicos que acompañaron la conversión de tacto con los candidatos. Notables influyentes [...] servirán de fiador al candidato y le
las sociedades agrarias tradicionales en sociedades modernas e industriales, la familia cosecharán votos; notables técnicos [...] que conozcan el arte de conducir a los electores
supo mantener su papel institucional como célula vertebradora de la sociedad (Peña y de organizar una campaña; notables financieros [...] que aportan el nervio de la batalla
Guerrero, 2000, p. 78). (Duverger, 2000, p. 94).

Los estados premodernos se articulan a partir de las redes clientelares, por lo que, La concepción instrumental y el clientelismo moderno
paralelamente a la conservación de un clientelismo protector, se genera un clientelismo
136 promotor por el que los patronos colocan a gente de su confianza en puestos claves de El clientelismo moderno nace con la incorporación de las masas a la política insti- 137
la administración pública (Díaz Morlán, 2000, pp. 107-109). Históricamente, esta tu- cional a través del voto (Caciagli, 1996, p. 21). Este fenómeno revoluciona
forma de reclutamiento es clave para el funcionamiento del aparato estatal, en Occi- las relaciones entre individuos (ciudadanos) y Estado, tanto como entre clientes y
dente sobrevive con fuerza hasta —cuando menos— el siglo XIX (Hermet, 1995, pp. patronos. El aparato público asume nuevas demandas y recibe crecientes presiones.
83-109); está muy arraigada en la formación de los estados latinoamericanos (Badie y La administración llega a los espacios autónomos del clientelismo. Funcionarios de
Hermet, 1993, pp. 180-209) y sigue siendo fundamental en las sociedades orientales. educación, catastro, hacienda, gobernación, salud... son parte de la vida en las capitales
Dice Ernest Gellner: “en la práctica, en los estados musulmanes domina el clientelismo. de provincia y ciudades rurales; oposiciones, concursos de ascensos, prohibición para
Hay un gobierno por red. Las disposiciones institucionales formales importan bastante heredar cargos públicos, reducción de las plazas políticas... son métodos de profesio-
menos que los contactos informales de confianza mutua” (1996, p. 33). nalización y transparencia en el reclutamiento burocrático.
El Estado liberal del siglo XIX es un aparato en transición en el que los elementos Esta dinámica pone en entredicho la mediación de los notables, fijada, al fin y al
señalados se conservan, pero empiezan a transformarse. Surgido por la emergencia de cabo, en la anulación de las intromisiones estatales en sus territorios, el monopolio de
una burocracia y elite de poder autónomas, por un lado no logra conservar el grado las relaciones entre ciudadano y Estado, así como la ocupación de los puestos de éste.
de discrecionalidad de los estados premodernos, pero tampoco tiene la capacidad de En un lento proceso de transformación, se acentúa la tensión entre la lógica centrípeta y
intervención en los asuntos públicos que caracteriza al Estado moderno. Es decir, si centrífuga del clientelismo: “centrípeto, porque el hombre más poderoso era el padrino
bien intenta satisfacer las funciones de integración y dotación de seguridad que se- más útil. Centrífugo, porque las relaciones personales eran más difíciles de manejar y
guían cumpliendo las redes clientelares, además de eliminar la colonización que han las oscilaciones más graves en las redes más amplias. Un aspecto del proceso hacia el
hecho del aparato público, ambas tareas necesitan tiempo. En este lapso, se abre una Estado moderno fue un creciente predominio del efecto centrípeto” (Lind, 1997, p.
etapa de clientelismo de notables, modelo que se caracteriza por su verticalidad y la 188). Los partidos políticos, en tanto organizaciones destinadas a ocupar el poder del
conservación de formas de legitimidad tradicional, pero también por una progresiva Estado, se configuran como los mediadores entre éste y el ciudadano. Las funciones
centralidad del sufragio en las relaciones clientelares. de los notables son acaparadas por los políticos profesionales y organizaciones cada
Los notables siguen colonizando al Estado a través de su clientela, lo que genera vez más centralizadas y burocráticas (los partidos de masas).
un modelo “depredador” caracterizado por conservar ciertas áreas de discrecionali- El clientelismo moderno es el clientelismo de partido (Cazorla, 1994, pp. 4-6).
dad, donde priman los intereses particulares y las redes caciquiles mantienen espacios Frente al tradicional, tiene un carácter impersonal y no implica intromisión del patrón
autó- nomos, precisamente aquellos que ocupan los miembros de la red (municipios, (el partido) en la vida privada del cliente. Se trata, básicamente, de un intercambio de
votos por favores sustentado por un gran pragmatismo. El centro de atención está en percibir con claridad mecanismos de legitimación, mientras en el otro, el cinismo de
la eficacia de la red y a ella subordina la aceptación del fenómeno. Sin un ba- lance una tran- sacción desigual. En ambos hay pragmatismo y validación subjetiva,
positivo, la asimetría clientelar pierde sentido. Clauss Offe considera que la legitimi- la diferencia es que éstas se manifiestan a partir de distintos grados de compromiso
Debate

dad del Estado de bienestar se basa en la creencia de que el gobierno contribuye con y personalización de la relación. En términos simplificados, y tal como muestra el
sus acciones concretas al bienestar individual y colectivo (Offe, 1991, p. 123). Del siguiente esquema, ambas variables marcan la ruta del clientelismo tradicional hacia
mismo modo, la visión racionalista del clientelismo cree que su justificación reside el clientelismo moderno.
en la capacidad de los caciques de mediar entre la clientela y el Estado, esto es, de
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ofrecer pruebas de buen rendimiento. Señala Wayne Cornelius a partir de su estudio Cuadro 1

El clientelismo posmoderno
en la Ciudad de México: Evolución histórica del clientelismo

A los ojos de muchos de sus seguidores, la eficiencia del cacique como líder se mide,
principalmente, por su éxito en la conservación de una corriente continua de beneficios Debilidad del compromiso

s
materiales para la comunidad y para los residentes individuales. [...] bienes colectivos
obtenidos mediante las relaciones del cacique con funcionarios del exterior (Cornelius,
1986, p. 166). Patrón político
138 + 139
Cliente asociado
Esta legitimidad, condicionada y contingente, posibilita explicar el grado de im-
personalidad y transitoriedad que presentan las relaciones clientelares modernas. Se
establece la hipótesis de una desaparición del patronazgo, “en la medida en que los Patrón notable
ámbitos capitalistas y democráticos modernos apoyan la apertura del sistema en tér-
Cliente-vasallo
minos universalistas o cuasiuniversalistas” (Roniger, 1997, p. 117). Al pragmatismo
en la relación clientelar moderna se suma la poca fidelidad entre ambas partes, lo cual,
unido al rechazo social del fenómeno, informalidad y/ o relación con la coacción,
puede hacer concluir que se trata de una relación puramente pragmática, inducida -
por ciertas condiciones sociales, culturales e institucionales en que la legitimidad es
dependiente y la coacción-manipulación, muy probable. Impersonalidad
- +
Persistencia de la legitimidad y evolución del clientelismo
Como se puede ver a través del esquema, el grado de compromiso, entendido
La posición instrumental se enfrenta al hecho de que la legitimidad del clientelismo co- mo la medida en qué los ámbitos privado y público de cliente y patrón están
no se explica por la aceptación de un patrón determinado, sino de toda una forma indiferen- ciados, y la personalización en que se desarrollan las relaciones, son
de relacionarse con el sistema político (Auyero, 1997, p. 33). “En la relación patrón- los criterios que marcan la evolución del clientelismo. Su lógica de desenvolvimiento
cliente moderna la desigualdad puede ser atemperada por una ideología igualitaria de es que, a mayor presencia del Estado, estos aspectos irán disminuyendo a favor de un
pertenecer a la misma comunidad y de compartir orígenes similares [...], el clientelismo clientelismo al- tamente impersonal, centralizado y, en regímenes plebiscitarios,
también surge como una reacción a un sistema impersonal, frío, impuesto desde el reducido al intercam- bio de votos por favores. Sin embargo, aunque el compromiso
centro, incluso ajeno” (Günes-Ayata, 1997, p. 53). Lo que diferencia al clientelismo y la personalización desaparecieran por completo, entre patrón y cliente no sólo existirá
tradicional del moderno no es el hecho de que uno se construya a través de una una coalición de intereses, sino la aceptación implícita de que éstos se satisfacen de
ra- cionalidad tradicional y el otro, instrumental; que en el primero podamos manera adecuada (quizás única) mediante una relación como la clientelar: un canal
compartido que, por sí mismo, adquiere el valor de la complicidad. Pero ni el proceso voluntad o está coaccionado-manipulado. Presentaré una reflexión respecto a este
de evolución del fenómeno es tan simple, ni esta explicación tan sencilla. problema a través del trabajo de López Novo (1994) sobre el concepto de institución
La unidireccionalidad del esquema se enfrenta, actualmente, al proceso de reforma voraz, desarrollado originalmente por Lewis A. Coser (1978).
Debate

del Estado, es decir, a una dinámica de delimitación de las esferas de intervención Instituciones voraces son aquellas que exigen la adhesión total de sus miembros (a
es- tatal y reducción de su tamaño (Bresser Pereira, 1998, p. 525). En este contexto, diferencia de las “instituciones totales” de Erving Goffman: psiquiátricos, cárceles,
fren- te a un clientelismo “denso”, articulado explícitamente en el intercambio monasterios), no tienen límites físicos ni impiden a sus miembros relacionarse con
de votos por favores, discurre un clientelismo “fino o institucional”, basado en la el exterior, implican voluntariedad y ofrecen continuos mecanismos y rituales para
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institucionaliza- ción de políticas para la miseria generadoras de ciudadanos de fomentar su validación. A partir de la concepción básica de Coser, López Novo redefine

El clientelismo posmoderno
“segunda categoría” (Gay, 1997). Para que este modelo funcione, exige cierto desem- el concepto cambiando la “adhesión total” por la “demanda de un alto compromiso”.
peño que haga desaparecer la indiferencia burocrática, y vincule a broker y cliente bajo Además, introduce una variante para analizar “las formas de compromiso” que estas
un imaginario de igualdad (Auyero, 1997, pp. 173-184). Las formas que adoptan las instituciones despliegan: diferenciar entre: primero, la amplitud o extensión del mis-
relaciones cliente- lares manifiestan un ir y venir incompatible con las explicaciones mo (“la geometría de los compromisos de sus miembros”) y segundo, su intensidad
unidireccionales, y no parecen dar esperanzas a los augurios de su desaparición. (“el grado de dedicación y empeño que los miembros entregan a una institución”).
Para clarificar el planteamiento, López Novo construye un esquema similar al que
140 La fila o las formas interiores del clientelismo presentamos: 141

El espacio al que llega Bergman no está vacío. Lo ocupan una serie de individuos
formados en fila. La fila remite a disciplina. Desde niños, formarse para entrar en la Cuadro 2
escuela pertenece al amplio ritual de domesticación-aprendizaje. Sin embargo, la fila Tipos de institución según la naturaleza
—al igual que el orden— implica tanto tradición (aprendizaje) como racionalidad. Es del compromiso que demandan a sus miembros
el único método en que la llegada a la ventanilla no acabaría en conflictos. El arribo es
lento mas predecible, nos molesta pero esperamos (“los últimos serán los primeros”). Intensidad alta
La fila con que se topa Bergman denota voluntad individual, nadie fuerza para que se
mantenga un orden en que sus miembros avanzan hacia un destino indeseado.
En ocasiones, el clientelismo involucra intercambios colectivos; no obstante, “se
trata de un fenómeno estrictamente individual, y no de una relación de intercambio I II
entre un grupo amplio y un poder donante” (Rouquie, 1982, p. 63). Esto no se debe,
únicamente, a la personalización de los favores o las relaciones de dependencia, sino
a que la subjetividad individual es el sustento último de la relación de dominación Extensión Extensión
asi- métrica existente entre el patrón y el cliente. Los modelos de organización que total restringida
adquiere el clientelismo constituyen aquellas formas interiores por las que logra la
adhesión de los clientes-individuos.
Alain Rouquie (1982) distingue entre el voto gregario y el voto vendido. En cierto III IV
modo, está dualidad replica la diferencia entre clientelismo tradicional y moderno.
Sin embargo, el autor no pone el peso en la indiferenciación público-privado y la per-
sonalización de las relaciones entre patrón y cliente, sino en el grado de autonomía
que el segundo tiene respecto al primero. En este sentido, el estudio del clientelismo
necesita establecer en qué medida el comportamiento del cliente obedece a su propia Intensidad baja
El cuadrante I lo ocupan aquellas redes clientelares basadas en mecanismos de carácter de obligatoria, como contraprestación de los favores otorgados desde agencias
organización comunitaria o sectaria, capaces de contar con una adhesión casi total oficiales por las maquinarias políticas” (Díaz Uribe, 1986, p. 30), lo que puede derivar
de sus miembros. Pese a que los estudios de caso revelan el proceso de evolución, en compromisos temporales de alta intensidad (participación activa en los actos del
Debate

fragmen- tación y adaptación de las comunidades indígenas de México, podemos partido) o en limitaciones a la geometría de compromisos de los miembros (cuadrar
observar una suerte de continuidad entre los poderes civiles y religiosos (Robinson, a la militancia desde organizaciones ligadas al partido).
1996), así como lo ilusorio del secreto del voto “en lugares en donde todos se conocen La presencia de toda esta serie de modelos organizativos en la actualidad marca el
y en donde las comunidades suelen votar de forma corporativa” (Henríquez, 2000, límite de la explicación dual clientelismo tradicional-moderno, y la unidireccionalidad
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p 58). Estas carac- terísticas remiten a una alta intensidad del compromiso y una y ascendencia de su lógica de desenvolvimiento. El clientelismo es una institución

El clientelismo posmoderno
geometría de relaciones limitada, por la que los derechos individuales, como el voto, en continua adaptación y evolución interna; no es únicamente una organización
están determinados por lógicas grupales. En este sentido, sectas cómo la Luz del Mundo pre- moderna que logra pervivir ante la modernización, ni un modelo de organi-
articulan una lógi- ca de acción comunitaria que se presenta como un canal de zación sur- gido como reacción a ésta, puede ser ambas cosas, incluso retroceder o
concreción ciudadana co- lectiva para sus creyentes (Biglieri, 1998, p. 123), y se avanzar hacia una mayor intensidad o extensión del compromiso según necesidades
manifiesta a través de un voto “cautivo” (Ibarra Bellón y Lanczyner, 1972, pp. 50-51; coyunturales de adaptación y control. Aunque la evolución en las relaciones ciudadano-
Fortuny, 1991, p. 413; De la Torre, 1995, p. 143). El clientelismo se transforma en Estado marquen, en gran medida, las posibilidades y límites del clientelismo, quedan
142 un medio de relación natural dentro de la organización, o de ésta con el entorno a intersticios en los que éste puede acomodarse de alguna u otra forma, con una u otra 143
través del voto, donde destaca la ausencia de autonomía individual. apa- riencia. El estudio de las formas organizativas que adoptan los núcleos de las
El cuadrante IV lo ocupa el polo opuesto, es decir, aquellas asociaciones en que los redes clientelares, así como del grado en que anulan la autonomía individual, aparece
compromisos que se establecen son parciales y responden, tanto en extensión como como una fructífera línea de investigación aun poco explorada.
en intensidad, a la iniciativa individual. Este modelo de organización es típicamente
moderno y se basa en la búsqueda voluntaria de recursos a partir de una relación clien- El dinero o la necesidad del cliente
telar que exige compromisos “suaves”. José Cazorla analiza el intercambio de vo- tos
por beneficios públicos en España; destaca que “las personas hasta entonces inactivas En la mano del anciano que sale de la fila podemos ver algo parecido a billetes. El
u ocupadas en otros sectores se las arreglaban para aprovecharse del subsidio agrario” clien-telismo se define como un intercambio de bienes no comparables. El dinero no
(Cazorla, 1994, p. 9), es decir, buscan mantener una relación basada, únicamente, en tiene por qué aparecer para hablar de relaciones clientelares. El anciano puede llevar
el intercambio de votos por favores. Es una búsqueda donde la autono- mía indi- desde un vale para una caja de alcohol hasta un certificado de propiedad. Los jóvenes,
vidual adquiere un papel preponderante y las relaciones de dominación son fluidas. segura-mente, esperan un puesto de trabajo. Los bienes intercambiados en una relación
Sin embargo, tanto las formas de organización voraz como aquellas de carácter clien- telar son muy variados pero los unifica ser bienes escasos (Rouquie, 1982,
asociativo pueden derivar, ya sea por necesidad de adaptación en el primer caso, o p. 65). Hay interdependencia entre patrón y cliente, el primero necesita influencia,
por incrementar la capacidad de control en el segundo, en las formas mixtas ubicadas prestigio o vo- tos, tanto como el segundo, relaciones administrativas, regalos en
en los cuadrantes II y III. La evolución de las comunidades agrarias hacia formas de especie o dinero. En Roma, la plebe no formaba parte de la clientela cuando “no se
com- promiso no total se manifiesta en la capacidad de los clientes de establecer les juzgaba capaces de aportar nada a una relación de intercambio recíproco” (Garnsey
un balance (cooperación o explotación) de la relación de dependencia (Scott, 1977, y Saller, 1991, p. 187); sin embargo, las necesidades del cliente son más perentorias
pp. 26-28), es decir, de evaluar de manera crítica la intensidad y/ o extensión de los que las del patrón.
compromisos. Podemos encontrar el mismo caso en los estilos de jefatura de cacicazgo La posición de patrón puede estar ligada a la posesión de recursos económicos. El
urbano, donde no es forzoso que la manera de tratar a la clientela sea imperiosa o cacicazgo patronal o agrario se basa en la propiedad de los medios de producción (Leal
dominante (Cor- nelius, 1986, p. 169). El movimiento contrario se da en asocia- Buitrago, 1991). El crédito, por otra parte, es una forma básica de dominación-coacción
ciones que fuerzan los compromisos. Los partidos políticos, en Colombia, condicionan en las relaciones patrón-cliente (Marín, 2000, p. 22). Pero el cacique es, so- bre
prestaciones sociales por el voto, de manera que “la adscripción partidista adquiere el todo, un mediador, y no un individuo necesariamente rico o poderoso que pretenda
explotar a sus asociados. El patrón anhela prestigio e influencia, no dinero o po- der. que el viejo sea italiano. Puede ser Umberto D, el personaje de la película del mismo
Señala Varela Ortega en su obra fundamental acerca de la Restauración española: nombre dirigida por Vittorio de Sica. Si no me falla la memoria, un jubilado sin dinero,
las organizaciones caciquiles podían servirse del poder económico, como les hemos fa- milia o amigos, es expulsado de la pensión donde vive, ya no sirve para nada,
Debate

visto hacer con frecuencia, pero ello no era característica general y sistemática ni, sobre nadie se percata de su presencia. Última escena: el viejo deambula por la ciudad con
todo, condición necesaria su única compañía, un pequeño perrito.
(Varela Ortega, 1977, p. 364). El clientelismo ha sido asociado a necesidades de integración y dotación de segu-
Los recursos puestos en juego en una relación clientelar no tienen por qué ser pa- ridad. Aunque el patrón dependa, en cierto modo, de su clientela, ésta se muestra
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trimonio del patrón. Es más, el clientelismo moderno se caracterizaría por disponer más necesitada de mantener los lazos clientelares. Esto es así porque, o bien no tiene

El clientelismo posmoderno
de los recursos del Estado. La asimetría de la relación clientelar no se basa en la dife- capacidad de intermediación con el Estado (no habla su idioma/ no es reconocida); o
rencia de recursos entre patrón y cliente, sino en la posesión, por parte del primero, en tanto no puede, con sus propios recursos, enfrentar las derivas del entorno (desde
de determinadas titularidades que el cliente no tiene, o la capacidad de manejar éstas una mala cosecha, hasta una querella legal). En ambos casos, la estructura interna de
en nombre del cliente. Éste suele esperar acceder a ciertos servicios, posiciones o la red, y el tipo de compromiso establecido con ésta, pasan a un segundo plano. Las
simplemente obtener algunos recursos gracias a la mediación patronal. En el derecho re- des clientelares pueden ofrecer integración y seguridad en su interior, a cambio
romano, el patrón monopolizaba la representación jurídica de la familia, incluida la de li- mitar la autonomía del cliente. Sin embargo, lo que ahora queremos obser-
144 clientela. En el intercambio de votos por favores, el ciudadano pone al servicio de var es la capacidad que tienen estas redes para que el individuo se integre o adquiera 145
la red clientelar una titularidad ciudadana para que sea transformada en un recurso seguridad más allá de la red. Ninguna relación clientelar satisface ambas funciones,
inmediato. La mediación del patrón hará posible que el cliente se integre al Estado, sino que su propia lógica de supervivencia hará que privilegie una frente a la otra.
o que la cesión de sus derechos ciudadanos se transforme en el beneficio esperado en El fenómeno clientelar se asocia a integración cuando afecta a sectores recién llega-
los tiempos convenidos. dos, por ejemplo, los inmigrantes venidos de otros países o del campo a la ciudad. La
La diferencia entre titularidad y recurso es que las primeras son los medios para ausencia de medios y conocimientos para acceder al Estado harán del patrón-mediador
ac- ceder a los segundos (Dahrendorf, 1988). La cesión de una titularidad individual un elemento necesario en el reconocimiento (aunque sea informal) que el Estado
su- pone renunciar a entablar relaciones directas con el Estado. Sin embargo, esta hace de los sectores no integrados. El patrón domina una zona de alta incertidumbre
cesión puede estar determinada por condiciones sociales, culturales e institucionales, (la caja negra del Estado), lo que le permite usar el chantaje y abuso de poder en la
que imposibilitan una interlocución directa del ciudadano con el aparto de poder. El relación. Su posición dependerá de la capacidad que tenga para seguir monopolizan-
individuo-ciudadano se transforma en ciudadano-cliente, esto es, es representado por do los canales de acceso al aparato público, es decir, mantener la desintegración del
un patrón en determinados ámbitos de acción, a cambio de ser dominado en otros, cliente para ejercer, a sus ojos, como único elemento integrador posible. A cambio
porque no le queda otra posibilidad de relacionarse con el Estado o enfrentarse a las de una integración marginal, el cliente vivirá en la inseguridad de depender de la
va- riaciones del entorno. El patrón mantiene su poder en tanto conserva el mo- ar- bitrariedad del patrón. Entre los electores bonaerenses de la primera mitad del
nopolio en los canales de interrelación estatal o es eficaz en sus tareas de protección- siglo XIX, “a veces se mencionaba el origen extranjero de algunos participantes que,
representación. Aunque éste sea un fenómeno legítimo, en tanto aceptado, estaría a pesar de la ley, habrían integrado las fuerzas electorales” (Sabato, 1995, p. 119),
mediado por la presencia de una racionalidad condicionada. y que posteriormente formarán un núcleo de electores-inmigrantes marcados por
sus necesidades de integración. Entre los inmigrantes del campo a la ciudad, Larissa
Lomnitz señala que “son muy escasos los pobladores de la barriada que se aventuran a
El anciano o la condición de cliente
adentrarse en la ciudad más allá de lo indispensable para su trabajo” (Lomnitz, 1998,
p. 71). La seguridad puede lograrse dentro de la red de inmigrantes; sin embargo, su
Volvamos al cómic. Bergman está confundido, no se percata de que su maestro está desintegración —incluso física— necesita ser superada a través de un intermediario.
al final de la fila. Pregunta al anciano ¿qué oficina es ésta? Pero ¿quién es este desco- En otras ocasiones, sin embargo, el cacique no es tanto un mediador como una
nocido? Teniendo en cuenta que estamos en Venecia, hay muchas posibilidades de figura que domina y protege directamente a su clientela. El clientelismo se relaciona
con seguridad cuando hablamos de aislamiento, por ejemplo, el caso de los campesinos Cuadro 3
que habitan en sierras o selvas. En este caso, la integración respecto al exterior no sólo El clientelismo como mecanismo de dotación
es innecesaria, sino contraproducente para el mantenimiento de una red basada en una de seguridad o integración1
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alta autonomía. El orden vital se concentra en el interior de la red, los intercambios


clientelares forman parte de la cotidianeidad y la motivación para relacionarse con el Seguridad
entorno es muy baja. En este esquema, el cliente se encuentra seguro ante un mundo
entendido como amenaza, donde el patrón-representante es el único en inmiscuirse.
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Frente a la integración en el Estado, primará la cohesión, la solidaridad e incluso una

El clientelismo posmoderno
alta “horizontalidad” dentro de la red. Ésta ejerce como un mecanismo de protección
I II
frente al cambio, cuyas funciones de dotación de seguridad dependerán del grado en
que la integración es esporádica. El cliente estará seguro en tanto sea un individuo
desintegrado respecto al entorno. En su estudio sobre cacicazgo empresarial, Martín
Rodrigo y Alharilla resalta el logro de un “espléndido aislamiento de los trabajadores” Desintegración Integración
como un mecanismo esencial de un clientelismo protector-paternalista (Rodrigo y
146 Alharilla, 2000, p. 48). Este paternalismo, aunque montado sobre un ais- la- 147
miento menor, es la respuesta a “una profunda ansia de protección” entre los clientes
que no pueden tener seguridad en contextos de librecambio y competencia política III IV
(Marín, 2000). Las alternativas que la red clientelar ofrece a sus miembros frente al
exterior pueden clasificarse a partir del siguiente esquema.
Mientras el ciudadano se sitúa en el cuadrante II, en tanto el Estado lo capacita
para integrarse y adquirir seguridad frente a los riesgos del entorno, su polo contra- Inseguridad
rio, el esclavo, estaría enmarcado en el cuadrante III: desintegrado de una sociedad
que lo observa como objeto, y sujeto a la inseguridad que supone la discrecionalidad
del amo. En este sentido, el cliente se erige como una figura intermedia, que a veces de cualquier individuo.
gana en integración lo que pierde en seguridad o viceversa, que en ocasiones aparece Las motivaciones por las cuales un individuo concreto accede y/ o se mantiene
a punto de insertarse definitivamente en la lógica ciudadana, y otras al borde de ser dentro de una red clientelar pueden ser muy variadas. Sin embargo, la racionalidad del
considerado como si fuera un esclavo. Esta suerte intermedia aparece condicionada cliente parece estar sujeta a una serie de condicionamientos por los que la inmersión
por elementos externos a la propia voluntad del afectado. en la red aparece como la única o más conveniente posibilidad para integrarse, o tener
El clientelismo se ha asociado a pobreza. El grado de necesidad llega a anular al seguridad frente al entorno. Esta racionalidad estaría condicionada en tres sentidos:
cliente hasta convertirlo en esclavo. El hambre y la ignorancia caracterizarían tanto por la adopción de una serie de valores tradicionales, por el grado de necesidad, o por
al campesino tradicional que demanda seguridad, como al recién llegado que desea ausencia de canales institucionales alternativos al clientelar. Es decir, este fenómeno
integrarse. Sin embargo, este fenómeno no tiene por qué ser exclusivo de los sectores representaría la intersección de tres círculos: cultura política tradicional, pobreza y
económicamente menos favorecidos de la sociedad. El modelo promotor no se da,
precisamente, entre individuos que pasen penurias económicas o sean ignorantes. La
universidad, la burocracia y las empresas siguen estando, en cierto modo, articuladas 1
Este esquema se deriva de las discusiones para la elaboración de un marco analítico que, en el momento en que
a través de redes clientelares. El patrocinado busca integrarse en la academia, admi- es- cribo este artículo, se están llevando a cabo en la investigación coordinada por el doctor Germán Pérez
Fernández del Castillo “Malestar y democracia en México”. Aun siendo un esquema diferente, más simple y de
nistración o compañía, a cambio de depender de la discrecionalidad del patrocinador. responsabilidad individual, sin el aprendizaje y reflexión dentro de este seminario de investigación esta idea no
El clientelismo es un mecanismo de integración o dotación de seguridad al servicio hubiera surgido.
ausencia de instituciones alternativas para la integración y/ o dotación de seguridad. acumulación de vo- tos. Segundo, es un modelo no organizado en que se expresa
Al fin y al cabo, aunque la visión normativa tuviera razones para hablar de legitimidad, una contradicción entre atomización del sujeto (el anciano es uno más en la fila) y su
la perspectiva racionalista podría explicarla como una aceptación resignada. Al cliente gran autonomía (la ad- quisición del favor no le exige fuertes compromisos). Tercero,
Debate

no le queda más opción que validar su subordinación. no está motivado por una búsqueda de particularidades, sino todo lo contrario, por
una ansiedad de anonimato (“no como los organismos públicos, que quieren saber
un montón de historias”).
La parte escrita o el clientelismo posmoderno “La reaparición del clientelismo en la relación burócrata/ ciudadano vino motivada,
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según la mayor parte de los autores que han abordado el asunto, por el deseo manifiesto

El clientelismo posmoderno
Como señalamos al inicio, los efectos de la reforma del Estado han dado pie a un debate de “domesticar” al Estado, introduciendo una relación mucho más “huma- na” que
acerca del clientelismo posmoderno. El clientelismo moderno destaca la existencia de el sencillo anonimato” (González, 1997, p. 54). El clientelismo posmoderno aparece,
clientes de nuevo tipo, los cuales poseen información y pueden medir y comparar los sin embargo, como una reivindicación de este anonimato en defensa a dos dinámicas
beneficios que les ofrecen nuevos patronos (Caciagli, 1996, p. 22). Esto introduce determinadas por la reforma del Estado. Por un lado, frente al Estado mo- derno
tensiones entre la capacidad del cliente de mantener espacios de autonomía y su in- fundado en la moral universalista, la moral del Estado reformado adquiere un talante
mersión en redes que, a cambio de recursos particularistas, lo anulan como su- jeto particularista y sanitario. “La asistencia ha dejado de ser un bien en sí, en ade- lante
148 político. Esta tensión es acompañada por la existente entre la creciente participación se trata de promover acciones eficaces, de corregir real y duraderamente las conductas 149
de las masas en la vida pública y el mantenimiento de las desigualdades en el mercado indignas, teniendo en cuenta los datos que determinan de hecho la inmora- lidad,
(Günes-Ayata, 1997, p. 47). Incluso en los sectores modernos de la socie- dad se ma- pero también inculcando nuevos valores, nuevos comportamientos a las masas des-
nifiesta una lealtad fundada en diferencias de estatus y riqueza (Gay, 1997, p. 88). heredadas” (Lipovetsky, 1998, p. 44). Por otro lado, ante un Estado moderno en
Mi hipótesis es que el clientelismo posmoderno no presenta una vuelta hacia el que el reparto de bienes no implicaba una asunción activa de la pertenencia a una
clientelismo tradicional en su acepción de “amistad interesada”, pero tampoco corres- cla- se social, el Estado reformado exige al beneficiario demostrar pertenencia,
ponde a un clientelismo moderno caracterizado por la creciente presencia del Estado participar activamente en un estilo de vida merecedor de subsidio. “Serán las oficinas
como dador de los recursos en la relación. Lo que el anciano le dice a Bergman refleja administrativas las que se encargarán de redistribuir los recursos de acuerdo con los
las nuevas formas de clientelismo, así como la persistencia de elementos tradicionales subgrupos de estilo de vida y no con las divisiones sociales tradicionales; los diferentes
y modernos en su articulación: primero, es tradicional en tanto el patrón se erige estilos de vida crearán grupos políticos movilizados” (Bartra, 1996, p. 122).
co- mo propietario (“organismo privado”) y el cliente manifiesta su propensión a Enfrentado a este modelo de Estado y los canales clientelares típicos, el clientelis-
legi- timar una relación paternalista (“buen corazón de nuestros bienhechores”); mo posmoderno supone una renuncia voluntaria a la integración. El anciano del caso
segundo, es moderno en tanto las interacciones entre las partes son esporádicas (“de Manara puede catalogarse como un “hombre-masa”; para él “la invitación a hacer
vez en cuando... y ellos te ayudan”), altamente impersonales (“ellos”) y el eje de la elecciones llegó antes que la capacidad para hacerlas, de modo que la necesidad de elegir
relación es, en principio, el intercambio de votos por favores (“aquí basta con votar se reconocía como una carga” (Oakeshott, 2000, p. 343), la falta de preparación para
por ellos”). ser ciudadano implica apatía y ésta, en términos de ciudadano-votante, hace renacer
¿Cuáles son las novedades que presenta el caso Manara? Básicamente tres, al- los mecanismos clientelares (Bobbio, 1994, p. 25). Pero nuestro anciano no es un
tamente interrelacionadas y entre las cuales la tercera es la definitoria. Primero, el anti-individualista militante (como tradicionalmente se entendió al hombre-masa), ni
inter- cambio no se efectúa directamente entre partido y clientela, sino a través de tampoco busca cierto aprendizaje ciudadano en el asociacionismo, en los movimientos
una suer- te de intermediario (“ellos” no tienen porque ser “los bienhechores”) y organizaciones que dan un sentido transitorio a las relaciones clientelares. Simple-
que busca el voto de manera marginal. Para un organismo privado de beneficencia, mente, el anciano no desea integrarse, aunque el Estado, o el clientelismo tradicional
a diferencia de un partido político, el anciano es un bien en sí mismo, no como un y moderno, le ofrezcan posibilidades para ello. El clientelismo posmoderno le ofrece
sujeto particular sino como un número más (los marginados, los excluidos) que retri- anonimato y en éste se inscribe.
buye en excepciones fiscales y prestigio, más allá de la influencia lograda a través de la Enfrentado al Estado y al clientelismo protector, el clientelismo posmoderno supone
una búsqueda solitaria de seguridad en un entorno altamente hostil. Al igual que era no es opuesto al ciudadano, es un híbrido entre éste y el esclavo que por ciertos de-
imposible que la porción de pan repartida diariamente a un cliente romano fuera la terminantes culturales, socioeconómicos y/ o institucionales sacrifica su integración
base de su alimentación, la seguridad que ofrece un organismo privado de beneficencia, por seguridad o viceversa; 5. aunque el clientelismo sea un fenómeno voluntario, los
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con el que se mantienen relaciones esporádicas y donde preside el anonimato, a nuestro clientes presentan una racionalidad condicionada.
anciano, debe ser mínima. El rechazo a la protección absoluta, el convencimiento de Esta serie de conclusiones son válidas, incluso en el momento de comprender nuevos
que es mejor la ayuda esporádica, manifiestan la capacidad del anciano para buscar modelos clientelares en que las tensiones entre autonomía y dominación clientelar,
una seguridad alternativa: parte de ésta se debe a la relación clientelar, otra buena igualitarismo democrático y desigualdad en el mercado, están exacerbadas y pertenecen
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parte al propio anonimato que le permite “buscarse la vida” al margen de los canales a la conciencia de los clientes. Pero el “caso Manara”, el clientelismo posmoderno,

El clientelismo posmoderno
establecidos, entrar y salir de la informalidad, delinquir, mendigar, “gorro- near”... supone otra vuelta de tuerca frente a esta realidad: 1. el anciano no sólo acepta la
también vender su voto. relación, sino que la explicita ante un desconocido sin necesidad de aclarar que está
El clientelismo posmoderno supone un acto de renuncia que no depende, por lo en una posición transitoria o forzada; 2. es parte de una evolución en que lo tradi-
menos directamente, de las condiciones de racionalidad del cliente. No se trata de cional y lo moderno se entremezclan, donde la reforma del Estado determina formas
in- tegrarse por la puerta de atrás, por el único medio posible, o buscar seguridad novedosas en que las instituciones que promueven adhesión son innecesarias, en que
frente a la insoportable hostilidad del entorno, sino de considerar que existen ámbitos la relación no se sitúa en las grietas del sistema, sino en su propia lógica de desenvol-
150 en los que es preferible no integrarse, que ofrecen una seguridad marginal y, a ser vimiento; 3. el cliente, el anciano, tiene necesidades; sin embargo la red clientelar no 151
posible, aseguran un alto grado de anonimato en las interacciones esporádicas. La oficina las cubre, es sólo un aporte en que la dominación se diluye y la asimetría no permite
de Manara está llena de zombis, individuos “socialmente muertos” aunque viven entre realizar un ba- lance, sino únicamente aprovecharse de lo que ofrece; 4. el cliente no
nosotros, pero también de héroes, individuos por completo autónomos, capaces de busca integración a cambio de seguridad o viceversa, rechaza la integración y es capaz
solventar con éxito los problemas de integración y dotación de seguridad a través de la de buscar seguridad por sí mismo; 5. más allá de las condiciones que influyen en su
desintegración y la asimilación de la inseguridad. Frente al ciudadano común, el cliente decisión, el anciano asume la responsabilidad de irresponsabilizarse, muestra un alto
común o el esclavo común, el anciano quizás es lo suficientemente lúcido para no caer grado de autonomía basado en la defensa de su anonimato.
en “el vórtice trágico, producir y consumir”. Paradójicamente, en la desintegración y Tiene razón Richard Sennet cuando señala que “el tono ácido de las discusiones
la búsqueda individual de seguridad, en la ausencia de compromisos y moral (tanto actuales sobre necesidades de bienestar social, derechos sociales y redes de seguridad
universal como particularista), el anciano cumple cabalmente el objetivo del Estado está impregnado de insinuaciones de parasitismo, por un lado, y se topa con la rabia
reformado: no “molesta” a nadie ni desea ser “molestado”. Esto implica un peligro de los humillados, por el otro” (Sennet, 2000, p. 149). Sin embargo, se equivoca
pa- ra quienes quieren ser ciudadanos o transitar hacia esta condición, para quienes cuando ejemplifica, a través del clientelismo romano, el hecho de que existan socie-
desean “molestar” y “ser molestados”. dades donde la dependencia (el vínculo social) no es visto como vergonzoso (Sennet,
2000, p. 147), puesto que “la calificación de cliens se tenía por degradante”, por lo
menos en la época del Imperio (Garnsey y Saller, 1991, p. 182). El clientelismo tra-
dicionalmente ha sido una relación de dependencia estigmatizadora y acusatoria: por
Conclusiones e interrogantes un lado, promueve la idea de que “ha creado una cultura de la subvención que daña
gravemente toda iniciativa” (Cazorla, 1994, p. 15); por otro, acusa al Estado de ins-
A través de este ensayo podemos sacar varias conclusiones: 1. el clientelismo, aun en titucionalizar políticas generadoras de ciudadanos de segunda categoría (Gay, 1997).
sus formas menos personalizadas, necesita de cierta aceptación subjetiva; 2. la evo- El clientelismo posmoderno no se reconoce como indigno y, si acusa al Estado, es por
lución del clientelismo no es unidireccional, aunque dependa del desarrollo estatal; intentar intervenir sobre lo que él asume como indigno pero el cliente no.
sus formas interiores, incluso aquellas más “voraces”, encuentran grietas en las cuales Cuando el Estado adquiere una forma y poder en que no sólo intenta salvaguardar
instalarse; 3. las necesidades del cliente son más perentorias que las del patrón, de la autonomía del ciudadano, sino construirla, modularla, darle forma y contenido,
manera que la dominación y la asimetría son constantes de la relación; 4. el cliente el clientelismo adquiere un nuevo sentido: la pobreza, la cultura política tradicional,
las instituciones, aparecen como secundarias frente a la voluntad individual. El “caso
Manara” parece mostrar una nueva cara de las relaciones clientelares: cómo búsqueda Cornelius, Wayne A., 1986, Los inmigrantes pobres en la Ciudad de México y la política,
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