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2020-20, C&D

Sección: Patricia Moncada Roa y Juan Carlos Ospina Rendón


Documento: extractos jurisprudenciales # 1

SOBERANÍA POPULAR

Corte Constitucional, sentencia C-141/10: “La idea de pueblo soberano es un


concepto constitucional límite estrechamente relacionado con las ideas de
soberanía, democracia liberal y democracia constitucional. La visión histórica y
conceptual típica del estado liberal de derecho que predominó desde el siglo XVIII,
propugnó una noción de soberanía enmarcada dentro del concepto de nación como
unidad homogénea. A partir de la Segunda Guerra Mundial esa noción
decimonónica ha evolucionado hacia una visión pluralista, de acuerdo con la cual
es menester garantizar tanto la posición de la mayoría como las voces de las
minorías, y ya no es posible que un único grupo de ciudadanos, por numeroso y
respetable que sea, se atribuya la voz del pueblo soberano.

En este orden de ideas, la noción de pueblo que acompaña la concepción de


democracia liberal constitucional no puede ser ajena a la noción de pluralismo e
implica la coexistencia de diferentes ideas, razas, géneros, orígenes, religiones,
instituciones o grupos sociales. El pueblo de tan heterogénea composición al
escoger un modelo de democracia constitucional acepta que todo poder debe tener
límites y, por lo tanto, como pueblo soberano acuerda constituirse y autolimitarse de
conformidad con ese modelo democrático, e instituye cauces a través de los cuales
pueda expresarse con todo y su diversidad.

La idea de democracia de base pluralista cuestiona el hecho de que cualquiera


pueda erigirse en representante de los intereses de todos, e invita a generar
mecanismos adecuados para que diferentes intereses y visiones sean tenidos en
cuenta al adoptar las decisiones que a todos atañen. Por ello, en los estados
contemporáneos, la voz del pueblo no puede ser apropiada por un solo grupo de
ciudadanos, así sea mayoritario, sino que surge de los procedimientos que
garantizan una manifestación de esa pluralidad.

Bajo la concepción contemporánea que se ha descrito, la actuación legítima del


poder constituyente debe reflejar el pluralismo y, en consecuencia, ha de
manifestarse en un escenario deliberativo que garantice la concurrencia del pueblo
soberano en su diversidad para que, a través de cualquiera de los cauces de
reforma de la Carta que ha previsto al autolimitarse, actúe como poder constituido
y exprese su voluntad de variar el pacto constitucional. Cada uno de los mecanismo
de reforma constitucional previstos en la Constitución de 1991 permite, en mayor o
menor grado, una expresión plural del poder constituyente derivado y, desde luego,
también el referendo que requiere del cumplimiento de todas las etapas
constitucionalmente establecidas, hasta llegar a la manifestación final del electorado
que es el llamado a decidir sobre la propuesta inicialmente tramitada por un grupo
de ciudadanos, inscrita, aprobada por el Congreso de la República y sometida al
control de la Corte Constitucional que juzga su constitucionalidad”.

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Documento: extractos jurisprudenciales # 1

Consejo de Estado, sentencia de 15 de febrero de 2007, MP Gabriel Eduardo


Mendoza:

“Desde el preámbulo de la Carta Política de 1991 se reconoce la soberanía del


pueblo colombiano, al consignarse en él que el pueblo de Colombia “en ejercicio de
su poder soberano” decreta, sanciona y promulga la Constitución Política. Esto se
ratifica en el artículo 3°, ibídem, que, al referirse a la democracia directa y a la
democracia participativa, comienza por dejar en claro que “La soberanía reside
exclusivamente en el pueblo”, del cual emana el poder público y la ejerce en forma
directa o por medio de sus representantes.

De otra parte, a nivel interno y respecto de las relaciones exteriores, en el artículo


9°, ibídem, prevé que estas últimas se fundamentan en la “soberanía nacional, el
respeto a la autodeterminación de los pueblos y en el reconocimiento de los
principios de derecho internacional aceptados por Colombia. De igual manera se
resalta que la política exterior de nuestro país se orientará hacia la integración
latinoamericana y del Caribe.

Esto nos permite recordar que lo que el constituyente de 1991 buscó igualmente con
la consagración de la “soberanía popular” fue, en últimas, ampliar en la mayor
medida posible, los espacios de participación democrática del pueblo en la toma de
decisiones que tengan incidencia tanto nacional como regional y local, y también en
el control del ejercicio del poder público de los gobernantes, entendiendo este
término en su sentido más amplio”.

DISTINCIÓN ENTRE PODER CONSTITUYENTE Y PODER CONSTITUIDO

Corte Constitucional, sentencia C-141/10: “(…) el poder constituyente originario


tiene por objetivo el establecimiento de una Constitución, está radicado en el pueblo
y comporta “un ejercicio pleno del poder político”, lo que explica que sus actos “son
fundacionales, pues por medio de ellos se establece el orden jurídico y por ello
dichos actos escapan al control jurisdiccional”, como lo reconoció la Corporación en
la sentencia C-554 de 1992, al señalar que no era competente para decidir de fondo
una demanda de inconstitucionalidad presentada en contra de algunos artículos de
la Constitución de 1991.

A diferencia del poder constituyente originario, el derivado, secundario o de reforma


se refiere a la capacidad que tienen ciertos órganos del Estado para “modificar una
Constitución existente, pero dentro de los cauces determinados por la Constitución
misma”, de donde se desprende “que se trata de un poder establecido por la
Constitución y que se ejerce bajo las condiciones fijadas por ella misma”, de manera
que, aunque es poder constituyente, “se encuentra instituido por la Constitución
misma, y es por ello derivado y limitado”, así como sujeto a controles”.

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Corte Constitucional, sentencia C-544/92: “La teoría constitucional distingue pues


entre poder constituyente o primario y poder constituido o derivado o secundario.

El poder constituyente es el pueblo, el cual posee per se un poder soberano,


absoluto, ilimitado, permanente, sin límites y sin control jurisdiccional, pues sus actos
son político-fundacionales y no jurídicos, y cuya validez se deriva de la propia
voluntad política de la sociedad. Casi siempre su manifestación va acompañada de
una ruptura del orden jurídico anterior.

El poder del pueblo es anterior al derecho, fuente del derecho, esencia del derecho
e, igualmente, modificatorio de todo el derecho, inclusive el derecho constitucional.

(…) Ahora bien, el poder Constituyente primario se puede expresar directamente a


través de un plebiscito o de una Asamblea Nacional Constituyente democrática.

En Colombia el pueblo, en general, se ha manifestado de las siguientes maneras:

1) Directamente: a través del plebiscito de 1.957 o a través de comisionados por el


pueblo para una asamblea constituyente. En estos casos no existen otros límites que
los que el pueblo haya establecido. Como bien lo insinúa el señor Procurador, en el
evento de una constituyente es además conveniente que el pueblo establezca
ciertamente limitaciones a los comisionados, pues, como él lo afirma, "sería deseable
que hacia el futuro no hubiera reformadores absolutos, es decir, sueltos de Derecho".

2) Por representación: el pueblo ejerce indirectamente un poder a través de los


representantes al Congreso. Este órgano legislativo detenta un poder reglado y
limitado, cuya constitucionalidad puede en todo momento ser evaluada a la luz del
orden normativo vigente y el cual se desdobla en su naturaleza legislativa para pasar
a ser temporalmente constituyente derivado.

Las fuentes de legitimidad son diferentes en cada caso. Entre la constituyente y el


pueblo hay un nexo directo, mientras que entre el parlamento y el pueblo hay un
nexo indirecto, ya que la relación se encuentra mediatizada por la existencia de una
constitución”.

Consejo de Estado, sentencia de 16 de septiembre de 2014, MP María Claudia


Rojas

“De los antecedentes y del contexto histórico podemos inferir las características del
Poder Constituyente como poder supremo, originario (no derivado), eficaz y
revolucionario (creador).

Es un poder supremo porque no existe por encima de él ningún poder constituido,


ni siquiera el poder de la Constitución

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Es un poder originario porque no encuentra su justificación en el orden jurídico


anterior; cuando toma el poder político, crea un nuevo orden jurídico, comenzando
por una nueva Constitución y se legaliza a posteriori.

El Poder Constituyente es un poder eficaz, ya que no solo desconoce el orden de


cosas existente en una sociedad dada, sino que además cuenta con la fuerza para
instaurar un nuevo orden (incluido el Constitucional). Solo el poder que oponiéndose
al orden jurídico existente, es capaz de derrotar a las fuerzas que se le oponen,
crear un nuevo poder y un orden jurídico también nuevo, es verdadero Poder
Constituyente.

El Poder Constituyente es un poder revolucionario ya que su función no es


conservar el orden sino modificarlo radicalmente, en esto se diferencia del defensor
de la Constitución, cuya función es conservarlo; el Poder Constituyente tiene una
función revolucionaria, en cambio, el guardián de la Constitución, tiene una función
conservadora.

Este Poder Constituyente Originario no está entonces sujeto a límites jurídicos,


salvo la violación de los derechos humanos reconocidos en tratados internacionales
y comporta, por encima de todo, un ejercicio pleno del poder político de los
asociados.

(…) A diferencia del Poder Constituyente, el poder de enmienda constitucional


formal, deriva su legalidad y legitimidad de la propia Constitución, su autoridad se
encuentra en la misma Constitución que reforma. El Poder Constituyente constituido
puede modificar el orden constitucional vigente, precisamente porque ese mismo
orden se lo permite. Es en síntesis un poder derivado, mientras el Poder
Constituyente es un poder originario.

(…) El Constituyente derivado es al mismo tiempo constituido, lo cual significa que


puede ejercer la atribución de introducirle reformas a la Constitución que para ello
lo creó. Ello significa que la potestad del Constituyente derivado no es la misma que
la del Constituyente Originario, y que de suyo y conforme a la lógica jurídico-política
la atribución para reformarla se encuentra sujeta a la normatividad establecida en la
Constitución. Se trata entonces, simplemente del ejercicio de una competencia
reglada, prevista expresamente en la Carta Política y, en consecuencia, el
Constituyente derivado no puede “hacer tabla rasa” para ejercer su actividad como
si la Constitución no existiera, pues así daría el salto de poder constituido a Poder
Constituyente primario. Su función no es omnímoda y sin sujeción a norma alguna;
por el contrario, necesariamente es limitada y tiene una finalidad precisa cual es la
de permitir una evolución histórica de adaptación, modernización y progreso de la
Carta”.

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GARANTÍA DE DERECHOS VS. TIRANÍA DE LAS MAYORÍAS: Corte


Constitucional, sentencia de unificación SU-224/16

“La democracia política como un sistema de gobierno basado en la voluntad de las


mayorías fue el modelo concebido por la cultura griega. Así se entendió la definición
y la prevalencia del interés general. Hoy, en contraste, la democracia constitucional
se funda en la protección de todos los ciudadanos, mediante la garantía efectiva de
sus derechos fundamentales, incluso contra la voluntad de las mayorías. De otra
forma, el sistema jurídico se reduciría a lo que Sartori denomina “la tiranía de las
mayorías” (…)

En un Estado Social de Derecho existe un conjunto de derechos fundamentales,


cuyos contenidos esenciales configuran un “coto vedado” para las mayorías, es
decir, un agregado de conquistas no negociables, entre ellas, aquella que tiene todo
ser humano, en condiciones de igualdad, para unirse libremente con otro y
conformar una familia, con miras a realizar un plan de vida común.

Los poderes públicos encuentran en ellos la fuente de su legitimidad y, a su vez, el


límite material a sus actuaciones. Un sistema democrático significa un gobierno
sujeto a condiciones de igualdad de status para todos los ciudadanos. Si las
instituciones mayoritarias las proveen, el veredicto acogido debería ser aceptado
por todos, pero cuando no lo hacen entonces no pueden objetarse, en nombre de
la democracia, otros procedimientos que amparen mejor esas condiciones”

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