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La Evolución Del Cristianismo
La Evolución Del Cristianismo
INTRODUCCION
La Continuidad de la Religión
Nosotros creemos en la continuidad y universalidad de las religiones. Por
eso el Islam insiste en que la institución del profetázgo es un fenómeno
universal. Esto significa que los profetas han de ser aceptados en su
totalidad. El rechazo de uno de ellos de entre la comunidad de profetas
equivale al rechazo de todos, porque, en realidad, nos inclinamos ante los
profetas porque su llamada procede de la misma fuente. En este contexto,
el término “continuidad” debe ser entendido como algo que es similar
aunque no exactamente igual que la evolución de la vida. Nosotros
creemos en la progresividad del mensaje, que avanza en paralelo con el
progreso humano general en todas las esferas de la actividad humana. Así
vemos que las formas más primitivas de religiones reveladas, aunque
poseían las mismas enseñanzas fundamentales, cubrían áreas
relativamente menores de instrucciones detalladas. Es decir, un menor
número de mandamientos y prohibiciones. Estos crecieron gradualmente
en un mayor número de imperativos y restricciones que iban cubriendo un
campo mayor de actividad humana. Asimismo, vemos que las religiones de
civilizaciones antiguas se dirigían a una audiencia menor en términos
comparativos, perteneciente a tribus, clanes o regiones. Sus mensajes
estaban confinados a los requerimientos de aquel tiempo. Podrían ser
mejor descritas como religiones tribales, de clan o nacionales. El caso de
los Hijos de Israel y las enseñanzas judaicas constituyen una ilustración
apropiada para mostrar este punto.
La tendencia histórica de este desarrollo, por tanto, puede ser resumida en
dos puntos:
1. una evolución progresiva y una relativa perfección de las
enseñanzas.
2. un cambio progresivo de confesiones pequeñas a otras más grandes.
La “continuidad” no significa que la misma religión que fue revelada a
Adán, continuó dirigiéndose a la humanidad y que sufrió un cambió
gradual y progresivo, ampliando sus campos de instrucción y sus
destinatarios. Lo que significa es que en diferentes partes del mundo
donde existían distintas civilizaciones que enraizaron y florecieron, las
revelaciones divinas dieron origen a estas religiones en correspondencia
con el desarrollo social del hombre en dichas partes de la tierra. Todas
esas religiones, no obstante, se estaban desarrollando en la misma
dirección general.
La Cumbre del Desarrollo Religioso
De todas estas confesiones religiosas, creemos que la religión que se
estaba desarrollando en Oriente Medio, fue cultivada y alimentada para
que diera origen a las grandes religiones que habrían de servir de tronco
principal en la evolución religiosa del mundo. Esto se hace evidente a
través del estudio de la historia religiosa. El judaísmo seguido por el
cristianismo, y a su vez seguidos por el islam, indica claramente la
dirección de la evolución de las enseñanzas religiosas. Entre estas
religiones es fácil trazar el rastro hacia atrás y delante en cuanto a la
progresión de las enseñanzas, y encontramos que están profundamente
interrelacionadas. Es de suma importancia, por tanto, entender este gran
esquema de las cosas, que iba a resultar, y de hecho resultó, en la
consumación de estas enseñanzas en la forma de una religión universal
cual es el Islam.
Es, en este contexto, de sumo interés para los judíos, que traten de
entender la importancia de la figura de Jesucristo. Habiendo fracasado en
reconocerlo, su caso es similar al de diversas especies de animales que
quedaron recónditamente enterradas en la historia de la evolución, no
jugando en lo sucesivo ningún papel vital en el árbol de la vida en
desarrollo y a punto de alcanzar su cima. Como tal, sólo permanece como
un resto histórico que continúa sobreviviendo en su estrecha esfera de
existencia.
De la misma manera, el caso de los cristianos es similar al de los judíos.
Sólo están un paso más adelantado que ellos y más cercanos al islam en el
orden cronológico. De la mayor gravedad, no obstante, son las
desviaciones del camino de Jesucristo, creadas por S. Pablo, que han
conducido a los cristianos a un rumbo decadente y les ha alejado del Islam
más que los propios judíos. Los judíos, después de más de cuatro mil años
de existencia, al menos han aprendido la lección de la Unidad Divina que
es vital para la vida espiritual de cualquier religión. Sin embargo, a pesar
de su cercanía al Islam en las doctrinas básicas, hay otros factores que
hacen que los judíos sean más inflexibles a la hora de aceptar el islam en
gran número.
Este estudio me hace creer que, a menos que los judíos desarrollen la
disposición y actitud mental necesaria para entender a Cristo, y a pesar de
las similitudes doctrinales, permanecerán más alejados del islam que los
cristianos. Han perdido un vínculo vital, el de Jesucristo, entre ellos y el
advenimiento del Profeta Mohammad, la paz y bendiciones de Dios sean
con él. Este rechazo de la verdad les ha endurecido hasta tal punto de no
están psicológicamente predispuestos a aceptar ningún mensaje nuevo.
Continúan esperando a Cristo, cuando la realidad es que Cristo ya vino y
se fue. Habiendo fracasado en reconocerlo una primera vez, es mucho más
improbable que lo reconozcan de nuevo en su segundo advenimiento.
Parecen estar destinados a esperar eternamente al Cristo de sus sueños.
Fue el propio Jesucristo el que había de preparar el sendero para la
siguiente religión de rango superior que es el Islam. Esta afirmación no
debe ser tomada de manera inflexible. No estamos sugiriendo que los
judíos deban aceptar primero al cristianismo y que luego deban dar el
siguiente paso hacia el islam. Sería una visión demasiado ingenua de
como acontecen las manifestaciones religiosas. Lo que queremos señalar
es que un pueblo que rechaza a un profeta o mensajero que, además, no
es un profeta ordinario, sino que jugó un papel muy importante en la tarea
de educar a las mentes y los espíritus de la gente, actúa así cuando se
encuentra espiritualmente y psicológicamente enfermo. A menos que esta
enfermedad sea curada y sea rectificada su actitud torcida ante la verdad,
es más que improbable que sigan a un profeta que esté situado más allá
del eslabón que ya han perdido.
En lo que se refiere a la actitud de los cristianos, sólo pueden ser
conducidos a la verdad del Profeta Mohammad, si vuelven a la verdad y
realidad de Jesucristo. No sólo era el camino hacia Dios sino que también,
al igual que otros profetas, era el camino hacia el profeta que estaba
destinado a seguirle. Jesús era únicamente el eslabón intermedio de la
parábola del viñedo. La última representación consumada de Dios estaba
por llegar. Por lo tanto, a menos que los cristianos retornen de la imagen
falsa, mítica e imaginaria de Jesucristo a la mucho más elevada y noble
realidad de sus santo maestro, no podrán ser dirigidos al camino que le
conectó con el Profeta Mohammad, la paz y bendiciones de Al-lah sean con
él.
El Profeta Mohammad fue una realidad y no una ficción y sólo las
realidades conducen a otras realidades. Por consiguiente, serán la realidad
de Cristo y no la ficción en la que le han convertido, la que bendecirá a los
cristianos para reconocer la verdad del Profeta Mohammad.