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Clasificación de los valores

Tres situaciones básicas del hombre con relación al mundo:


1) El hombre en el mundo: esta marca nuestra inscripción dentro del universo. El
hombre es superado o abarcado por el mundo. Son los valores de lo corpóreo.
Puede decirse, que hay valores que deben ser definidos por relación a la
sensibilidad y por relación al cuerpo, cuyo papel es precisamente el de
inscribirnos en el universo y recibir de él todas las influencias.
2) El hombre frente al mundo: el hombre se siente y se ve como parcialmente
emancipado respecto a ese universo, y se dirige a él para comprenderlo,
contemplarlo y recrearlo.
3) El hombre sobre el mundo: el hombre se separa de todo interés subjetivo e
individual. Hablamos de que el valor reside aquí en el espíritu mismo.

El hombre en el mundo
Valores inferiores: económicos y afectivos.
En ambos hay una subjetivación del valor, en el sentido de que el mundo es
visto como marco y como sostén de la existencia individual corpórea. Pero hay
también entre ellos diferencias. Los valores económicos constituyen el momento
más objetivo, es impersonal, pues son cuantificables y mensurables, mientras que
los afectivos son estrictamente subjetivos, ocupando el lugar superior por estar
relacionados con el centro de la persona. Los valores económicos son la forma
material del valor, aquella que es más fácilmente captable, la que está en relación
con nuestras necesidades más evidentes.
Los valores afectivos constituyen el lado subjetivo, es rigurosamente
individual; es la propiedad y, en cierto sentido, el secreto de cada uno.
Hay una cierta superioridad de lo afectivo sobre lo económico.
Se distingue entre los modos básicos en que se realizan los valores afectivos:
el placer y el dolor, que nos dan el valor en su doble aspecto positivo y negativo.

El hombre frente al mundo


Valores intermedios: intelectuales y estéticos
Hay un principio de emancipación y de apertura a lo universal.
Los valores intelectuales serían el momento objetivante de la situación del hombre
frente al mundo, mientras que el estético representaría su aspecto subjetivo.
Los valores intelectuales adquieren su significado definitivo, más allá del
conocimiento: la inteligencia es esencialmente plástica.
Los valores estéticos están más cercanos al carácter creador del espíritu. Los
valores estéticos se insertan en la sensibilidad, pero consideran a esa sensibilidad
como una materia que se trata justamente de transfigurar, es decir, espiritualizar.
Los valores estéticos conservan una relativa autonomía, pero preparan y son
asumidos finalmente por los valores superiores, especialmente los religiosos.

El hombre sobre el mundo:


Los valores morales y religiosos
Los valores morales corresponden a la esfera suprema y representan dentro
de ella, el aspecto objetivo, por su contraposición a los valores religiosos,
depositarios de la más pura subjetividad (o sea del más puro carácter personal). Lo
propio de la moral es invitarnos a crearnos a nosotros mismos como personas.
Se distingue dentro de los valores morales tres niveles:
1. Valores Sociales: son los deberes impuestos por la sociedad.
2. Valores jurídicos: son una especie particular de los valores sociales, que
precisan su naturaleza y forman una transición más directa a los valores
(estrictamente) morales.
3. Valores propiamente morales: en ellos la persona se realiza en su interioridad
y en su encuentro comunitario con otras personas. Su característica es
expresar las relaciones mutuas entre las personas, de tal modo que estas
relaciones se encuentran fundadas sobre la voluntad consciente de las
personas mismas, y no ya sobre una presión emanada de la sociedad de la
que forman parte.
El grado supremo de los valores, son los valores religioso o valores
espirituales, en estos todas nuestras facultades se hallan elevadas a lo universal,
como se ve en la inteligencia, la sensibilidad y la voluntad en los tres valores
fundamentales; pero la distinción entre estas facultades es abolida en ese foco
común del que proceden y que es propiamente el amor. Es un acto de fe, de modo
que la afirmación del valor en la medida en es la afirmación misma del absoluto, es
siempre una afirmación religiosa.

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