Está en la página 1de 4

Portada :: Opinión

05-12-2017
Ni en broma ni en serio

Rodolfo Bueno
Rebelión

Todo lo malo, lo feo y lo absurdo que hizo, hace o va a hacer EEUU se explica con el
decir “así es América”, pero ni ese decir justifica sus actos aberrantes actuales. Así,
las sanciones a Rusia por incumplir los acuerdos de Minsk son un galimatías que ni el
más ducho en jeroglíficos podría discernir. Fueron firmados en una cumbre en la que
se discutió la implementación de un plan para evitar la desastrosa derrota de las
tropas de Ucrania en su guerra contra el pueblo del Dombás. Asistieron el Presidente
ruso, Vladímir Putin, el Presidente ucraniano, Petró Poroshenko, la Canciller alemana
Angela Merkel, el Presidente francés, François Hollande, el líder de la RPD,
Alexánder Zajárchenko, y el líder de la RPL, Ígor Plótnitski. Luego de largas y
difíciles negociaciones acordaron, entre otros puntos, un incondicional alto al fuego,
la retirada de las armas pesadas del frente de combate, la liberación de los prisioneros
de guerra, la reforma de la Constitución de Ucrania... Fueron garantes de estos
acuerdos Rusia, Francia y Alemania. Desde entonces, cada vez que el gobierno de
Poroshenko incumple este pacto, lo que sucede muy a menudo, sólo Rusia, que no
debe cumplir estos acuerdos, pues sólo es garante, es acusada de no cumplir los
acuerdos de Minsk y es castigada con nuevas sanciones; no son tomadas en cuenta ni
Francia ni Alemania, que tienen la misma responsabilidad que Rusia, y a Kiev ni
siquiera se le llama la atención. Como reza el dicho: pagan justos por pecadores.
Pero eso no es todo, resulta que Arsén Abákov, Ministro del Interior de Ucrania,
declara, con toda desfachatez, que los acuerdos de Minsk no existen, que sólo fueron
una trampa que se le tendió a Putin para detener el avance de los tanques del Dombás,
al borde de derrotar a las tropas de Kiev. Ahí sí, cójanme este trompo en la uña:
¿cómo así se castiga al que no debe cumplir los acuerdos, que además no existen?
Pues si no hay acuerdos, no debería haber castigo y si hubiere acuerdos, se debería
castigar al que los incumple, es decir, Ucrania.

Ya que se habla de Ucrania, llama la atención que su patriarca Filaret viajara a


Washington para que el Senador MacCain gestionara conseguir que EEUU suministre
a su país armas letales para derrotar a los patriotas del Dombas. ¡Atención!, no se
habla del ministro de defensa ni del comandante de las fuerzas armadas sino del jefe
espiritual de la Iglesia Ortodoxa Ucraniana -no reconocida por ningún patriarcado de
la Iglesia Ortodoxa del mundo-, de alguien llamado a fomentar la paz y no la guerra.
Pero se trata de Ucrania, país donde su presidente piensa llamar a un referéndum para
preguntar acerca de si a los ucranianos les gustaría o no ser miembros de la UE y que
Ucrania ingresara en la OTAN, referéndum que según las encuestas va a tener el 73%
de aprobación, pese a que las autoridades de ambas organizaciones declaran que
dicho país no cumple con ninguno de los requisitos que se exigen para ingresar tanto
a la OTAN como a la UE. Todo esto pasa porque en la actual Ucrania es posible
incluso que los gallos pongan huevos y los hipopótamos bailen ballet.

Algo parecido pasa con el General Michael Flynn, exasesor de Seguridad Nacional de
la Casa Blanca, acusado de hacer al FBI, a sabiendas y con conocimiento de causa,
“declaraciones falsas, ficticias y fraudulentas” acerca de la conversación que mantuvo
a fines de diciembre del 2016 con el entonces embajador ruso en EEUU, Serguéi
Kisliak, en la que trató sobre la necesidad de evitar una escalada de tensiones entre
Washington y Moscú como consecuencia de las sanciones que Barack Obama había
impuesto a Rusia y de la que no informó al Vicepresidente Mike Pence, por lo que
debe ahora testificar contra el Presidente Trump, los miembros de su familia y otras
personas de la Casa Blanca, en la investigación federal que dirige el fiscal Robert
Mueller sobre la supuesta intervención rusa en las elecciones presidenciales de EEUU
de noviembre del 2016. El cargo de mentir al FBI es de grueso calibre, por lo que
Flynn podría ser castigado hasta con cinco años de prisión. El tema es tan candente
que incluso provocó una baja de los precios de las acciones en la Bolsa de Valores de
Nueva York, porque, aparentemente, Trump habría solicitado a Flynn ponerse en
contacto con los rusos, cuando era candidato a la presidencia.

Se pregunta: ¿Cuál es el delito de Flynn?, porque no rompió ninguna ley y, más bien,
es digno de alabanza conversar con el embajador ruso para evitar una escalada de
tensiones entre entre EEUU y Rusia y, como Rusia no es todavía enemiga de EEUU,
es estúpido que esto sirva de pretexto para amenazarlo con cinco años de prisión.
¿Cómo se enteró el FBI del contenido de esa conversación? Evidentemente,
escuchándola. ¿Acaso no es delito escuchar conversaciones sin la autorización
correspondiente? Sí. El hecho de que escuchen y graven miles de millones de
conversaciones privadas no atenúa la seriedad de este delito. ¿Por qué no juzgaron al
General Colin Powell cuando para pedir que se aprobara la guerra contra Iraq blandió
en la ONU un recipiente con “azúcar impalpable”? Podrían responder que le mintió al
mundo y no a EEUU. Se podría replicar que Clinton mintió a EEUU cuando afirmó
no haber tenido sexo con su asistente en el salón oral, perdonen, se quiso decir oval,
le contestarían que expresidente no mintió porque, pese a que tuvo este tipo de
experiencias con cuanta hembra que se le cruzara por el camino, estaba seguro de que
no era sexo lo que practicaba con Mónica, y habría que tragarse esta rueda de molino.
Y a cualquier aventajado leguleyo que les replicara que ni Rusia ni Flynn ni Trump
cometieron delito alguno, porque intervenir no sólo en elecciones ajenas es lo que
EEUU practica en el mundo entero, le responderían con toda cachaza: “Nuestra regla
es haz lo que te digo que hagas, no meterte en mis asuntos, y no lo que yo hago,
entrometerme en los tuyos”.

¿Y qué decir del pobre Rex Tillerson, tal vez el mejor preparado para ocupar la
Secretaría de Estado de EEUU, donde sólo ha podido cambiar al 20% de los
funcionarios de alto rango, los demás son una herencia de la triste época de la Sra.
Clinton?, que tiene un pie adentro y otro afuera de su alto cargo y que no es culpable
del silencio cómplice que sobre las elecciones en Honduras guarda EEUU, pues este
ministerio está manejado por los mismos burócratas que dieron el golpe de Estado
contra el Presidente Manuel Zelaya y que ahora aúpan al Tribunal Supremo Electoral
para que manipule los datos que favorecen al actual presidente Juan Orlando
Hernández frente al candidato de la Alianza de Oposición, Salvador Nasralla.

Para muestra basta un botón. Se ha mostrado algunos de los muchos que adornan la
camisa del imperio.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una
licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras
fuentes.

También podría gustarte