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** Especialista en mujeres y género en la Oficina Subregional de la OIT para el Cono Sur (San-
tiago de Chile). Las autoras agradecen a Janine Rodgers los comentarios al presente artículo y a
Carolina Préndez la ayuda prestada.
1 El porcentaje corresponde al año 2004 y es una estimación basada en el promedio ponde-
rado de las cifras oficiales de las encuestas de hogares de doce países (Argentina, Brasil, Chile,
Colombia, Costa Rica, Ecuador, Honduras, México, Panamá, Perú, Uruguay y Venezuela) que
cubren aproximadamente un 90 por ciento de la fuerza de trabajo urbana de la región. Las cifras
fueron procesadas para este artículo por el Sistema de Información y Análisis Laboral (SIAL) de
la OIT, sito en Ciudad de Panamá (<http://www.oitsial.org.pa/>).
9 Estimaciones con cifras oficiales de doce países seleccionados, realizadas para el presente
artículo por el SIAL/OIT (véase la nota 1).
Balance del progreso laboral de las mujeres en América Latina 405
la mayoría de los países del mundo desarrollado 10, pero alcanza ya una
cifra significativa como resultado del crecimiento sostenido que comen-
zó en los años setenta.
Por otra parte, la tasa de actividad femenina urbana presenta enor-
mes diferencias de país a país, sin que exista una explicación clara al res-
pecto. La diferencia máxima era de 20 puntos en 1990 entre la República
Dominicana (la más alta) y México (la más baja), y había bajado a 16 pun-
tos en 2002 entre Guatemala (un 58 por ciento) y Chile (un 42 por cien-
to), lo que revela que hay un proceso de lenta convergencia (cuadro 2).
Cono Sur
Argentina b 38 48 50 64
Paraguay c 50 57 59 70
Brasil c 45 53 54 67
Chile d 35 42 48 57
Uruguay 44 50 58 69
Región Andina
Colombia e 48 57 59 72
Venezuela 38 55 49 65
Ecuador 43 53 54 65
Perú f/c 62 54 75 72
Bolivia g 47 57 64 74
Centroamérica y México
Costa Rica 39 46 50 60
Honduras 43 47 53 59
México g 33 45 43 57
Panamá e 43 54 58 68
El Salvador c 51 51 64 68
Guatemala g 43 58 51 68
Nicaragua h/c 44 52 62 63
República Dominicana i 53 53 62 68
a Relaciónentre la tasa de actividad económica de las mujeres y la de los hombres (tasa femenina en porcentaje de
la tasa masculina). b Cifras del Gran Buenos Aires. c 2001 en vez de 2002. d 2000 en vez de 2002. e 1991
en vez de 1990. f 1997 en vez de 1990. g 1989 en vez de 1990. h 1993 en vez de 1990. i 1992 en vez de
1990.
Fuentes: Datos nacionales compilados en CEPAL, 2004, anexo, cuadro 3, págs. 243 y 244. La relación mujeres/
hombres es de elaboración propia.
10 Las tasas de actividad de las mujeres de 15 años en adelante de algunos países desarrolla-
dos eran las siguientes en el año 2001: Alemania, 64,4 por ciento; Canadá, 71,5 por ciento; Estados
Unidos, 72,5 por ciento; Francia, 62,1 por ciento; Japón, 64,3 por ciento, y Reino Unido, 69,8 por
ciento (OIT, 2003b).
406 Revista Internacional del Trabajo
11 Para examinar la variación de la tasa de actividad de las mujeres según el nivel de ingreso
de sus hogares (cuadro 1), se consideró el ingreso de la familia a la cual pertenecen. Los hogares
fueron agrupados en tres categorías: el grupo de bajos ingresos (que corresponde al primer y
segundo quintil de la escala), el de ingresos medios (tercer y cuarto quintil) y el de ingresos altos
(quinto quintil).
Balance del progreso laboral de las mujeres en América Latina 407
Cuadro 5. América Latina (quince países). Tasa de desempleo urbano por sexo
en 1990 y 2004 (en porcentaje)
Hombres Mujeres Diferencia
porcentual a
1990 2004b 1990 2004b 1990 2004b
12 Éste fue, por ejemplo, el caso de la Argentina, donde la tasa de desocupación masculina
urbana superó levemente a la femenina durante los peores años de la crisis económica (2001 y
2002); pero después disminuyó a un ritmo mucho mayor durante la recuperación económica, de
modo que, en el primer semestre de 2005, se situaba en el 10,8 por ciento, mientras que la desocu-
pación femenina era del 14,8 por ciento (OIT, 2005, cuadro 2-A, págs. 92 y 93).
Balance del progreso laboral de las mujeres en América Latina 411
siguiente: el trabajo por cuenta propia, 23,2 por ciento del total de la
ocupación femenina, la microempresa, 11,4 por ciento, y el servicio do-
méstico, 15,5 por ciento. La informalidad dentro de la población ocupa-
da masculina es menor, de un 44,1 por ciento, y se concentra en sólo dos
segmentos: el trabajo por cuenta propia, 24,0 por ciento, y la microem-
presa, 19,3 por ciento (OIT, 2004a, cuadro 6-A, págs. 97-101). La «bre-
cha de informalidad» entre mujeres y hombres ha descendido de 8 a
6 puntos porcentuales entre 1990 y 2003.
A los patrones de desigualdad de género se agregan las discrimi-
naciones étnicas, constituyéndose en fenómenos que se influyen mu-
tuamente, por lo que son las mujeres pertenecientes a los grupos étni-
cos y raciales descendientes de africanos y de los pueblos originarios las
que sufren más exclusión y desvalorización social (véanse Tomei, 2003,
págs. 448-450, y Fugazza, 2003, págs. 571-573). Son muy numerosas en
los trabajos más precarios y peor remunerados, y están muy concentra-
das en el sector informal. Así, por ejemplo, en el Brasil un 71 por ciento
414 Revista Internacional del Trabajo
Cuadro 8. América Latina (quince países). Estructura del empleo urbano informal
en 2003 (en porcentaje)
Total sector Trabajo Microempresa Servicio doméstico
informal por cuenta propia
Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres
América Latina 44,1 50,1 24,0 23,2 19,3 11,4 0,7 15,5
Cono Sur
Argentina 47,2 45,6 22,4 15,6 24,5 13,3 0 16,7
Brasil 40,5 49,8 22,7 18,8 16,9 10,9 0,9 20,1
Chile 34,2 45,9 22,2 19,4 11,7 9,7 0,2 16,8
Paraguay 56,3 68,6 27,5 33,3 26,9 11,2 1,9 24,1
Uruguay 37,1 41,6 21,5 12,6 13,9 8,6 1,7 20,4
Región Andina
Colombia 59,0 64,2 38,6 38,7 19,9 12,6 0,5 12,8
Ecuador 52,4 62,1 28,2 36,9 23,8 13,4 0,4 11,2
Perú 51,0 62,2 31,0 38,9 19,5 11,0 0,5 12,4
Venezuela 51,7 56,6 29,3 37,6 22,2 12,0 0,2 7,0
Centroamérica y México
Costa Rica 39,2 49,8 15,5 22,0 23,1 15,2 0,6 12,6
El Salvador 44,2 64,8 20,3 44,3 22,6 10,1 1,3 10,3
Honduras 52,5 66,6 31,3 50,6 20,2 7,2 1,0 8,8
México 41,4 42,5 18,9 20,6 21,6 11,4 0,9 10,5
Nicaragua 54,7 61,3 30,1 38,0 24,6 23,3 0 0
Panamá 40,9 45,0 26,8 21,7 12,7 8,0 1,4 15,4
Notas: Los porcentajes están calculados sobre el total del empleo urbano. Por razones de espacio, no figuran
en el cuadro las cifras del sector urbano formal, al que pertenecía en 2003 el 49,9 por ciento de las mujeres y el
55,9 por ciento de los hombres ocupados de las zonas urbanas. Las cifras globales de América Latina son pro-
medios ponderados de los quince países seleccionados.
Fuente: OIT, 2004a, cuadro 6-A, págs. 97-101.
416 Revista Internacional del Trabajo
para cubrir el costo de dos canastas básicas de alimentos, por lo que las
dejan atrapadas en el círculo vicioso de la pobreza.
El servicio doméstico sigue absorbiendo un porcentaje bastante
grande de la ocupación femenina en la región, un 15,5 por ciento del to-
tal, y su peso viene aumentando. En 2003, variaba del 7 por ciento de
la ocupación femenina en Venezuela al 24,1 por ciento en el Paraguay.
El servicio doméstico es el segmento del empleo que cuenta con los ni-
veles más bajos de remuneración y protección social, además de que se
rige por un régimen jurídico especial que les reconoce menos derechos
que al resto de los trabajadores. Un alto porcentaje de las mujeres ocu-
padas en el servicio doméstico en América Latina son indígenas o afro-
descendientes, y en algunos países, también migrantes. Muchas de ellas
enfrentan situaciones de doble o triple discriminación.
En la microempresa, las mujeres están subrepresentadas tanto en-
tre los propietarios como entre los asalariados. Aunque creció signifi-
cativamente el número de empleadoras de microempresa a lo largo del
período, el peso de este segmento en el total de la ocupación urbana fe-
menina es todavía muy bajo, según datos del año 2002, pues fluctúa en-
tre el 1,3 por ciento del Brasil y Panamá y el 3,7 por ciento de Costa Ri-
ca, cifras muy inferiores a las masculinas, que van del 2,4 por ciento al
6,2 por ciento en los mismos países (CEPAL, 2005, anexo, cuadros 11.1
y 11.2, págs. 310-312). Las microempresarias sufren diversas desventa-
jas asociadas a su condición de género. Están, además, muy concentra-
das en unos pocos rubros tradicionalmente «femeninos», altamente sa-
turados y poco valorizados; en comparación con los hombres, sus
negocios operan con menores niveles de capital y tecnología, por lo que
sus logros económicos son menores.
Los asalariados constituyen la vasta mayoría de los ocupados en la
microempresa. En casi todos los países de la región, el trabajo asalaria-
do en las microempresas absorbe del 10 al 20 por ciento de la ocupación
urbana masculina y menos del 10 por ciento de la femenina (ibíd.). Sin
embargo, la brecha entre hombres y mujeres es mucho mayor en la ca-
tegoría de dueños de microempresas, lo cual indica que éstas tropiezan
con menos obstáculos para ser admitidas como asalariadas que para ha-
cerse microempresarias.
década de los años ochenta en casi todos los países de la región. Hondu-
ras es una excepción destacada, ya que la expansión de las empresas ma-
quiladoras ha impulsado el empleo industrial 14 y ha propiciado un au-
mento significativo de la proporción de mujeres ocupadas en el sector
formal (aun cuando sigue siendo muy baja).
La reducción de la capacidad de generación de empleo – femenino
y masculino – en el sector industrial es una tendencia que marcó la dé-
cada de los noventa. Sin embargo, no deben olvidarse las transforma-
ciones que han ocurrido en la estructura y funcionamiento de la indus-
tria manufacturera: muchas de las tareas que antes se hacían dentro de
la empresa hoy son subcontratadas, a la vez que han surgido diversos
servicios que sustituyen o refuerzan a partes del proceso productivo in-
dustrial. Por lo tanto, se produce un incremento en la generación de
empleo del sector servicios que obedece a esos nuevos requerimientos
de la industria.
Las trabajadoras continúan teniendo en el sector de servicios las
mayores posibilidades de trabajo y son cada vez más numerosas en ci-
14 De 1990 a 2003, el sector industrial hondureño pasó de absorber un 23,9 por ciento de la
ocupación femenina a un 27,5 por ciento, mientras que perdió importancia en el empleo mascu-
lino, que cayó de un 26 por ciento a un 24,2 por ciento durante el mismo período (OIT, 2004a, cua-
dro 7-A, pág. 104).
Balance del progreso laboral de las mujeres en América Latina 419
15 Gálvez (2001, págs. 33-35 y 65-68) calculó el índice de segregación ocupacional en cinco
países de América Latina y comprobó que, si bien registró una leve disminución en los años pre-
cedentes – excepto en el Brasil –, todavía era muy alto.
16 Al agregar el factor de etnia y raza, las brechas son todavía mayores. Laís Abramo (2005,
pág. 103) concluye en un estudio sobre el Brasil que las mujeres perciben en promedio un 79 por
ciento del ingreso por hora de los hombres. Sin embargo, las mujeres negras ganan apenas un 39
por ciento de los ingresos de los hombres blancos por hora trabajada. La diferencia se mantiene
en los niveles superiores de escolaridad (más de quince años de instrucción): las mujeres negras
perciben un 46 por ciento de los ingresos de los hombres blancos.
420 Revista Internacional del Trabajo
Cuadro 10. América Latina (quince países). Ingreso mensual promedio femenino en
porcentaje del masculino en los sectores no agrícolas en 1990 y 2000
1990 2000 Variación en la década a
América Latina 59 66 7
Cono Sur
Argentina — 72 —
Brasil b 53 61 8
Chile c 61 65 4
Paraguay c 57 67 10
Uruguay d/b 57 64 7
Región Andina
Colombia e 74 75 1
Ecuador c 66 65 –1
Perú 59 70 11
Venezuela f/b 72 74 2
Centroamérica y México
Costa Rica 69 73 4
El Salvador f/b 64 68 4
Honduras b 52 58 6
México 68 71 3
Panamá 79 78 –1
Nicaragua g/b 53 67 14
a El signo negativo (–) indica que aumenta la brecha entre los ingresos mensuales de hombres y de
mujeres. b 1999 en vez de 2000. c 1998 en vez de 2000. d 1991 en vez de 1990. e 1992 en vez de
1990. f 1994 en vez de 1990. g 1993 en vez de 1990.
Nota: Las cifras globales de América Latina son promedios ponderados de los quince países latinoamericanos
mencionados, que suman el 92 por ciento de la población económicamente activa no agrícola de la región.
Fuente: OIT, 2001, cuadro 2, pág. 35.
el trabajo por cuenta propia, en donde las mujeres ganan poco más de la
mitad que los hombres: un 57,0 por ciento en promedio; ello tal vez se de-
ba, entre otras razones, a que muchas de ellas trabajan como familiares
no remunerados o a tiempo parcial (OIT, 2001, cuadro 2, pág. 35).
Además, existe también desigualdad de remuneraciones entre las
mujeres en todos los segmentos del empleo. Las ocupadas en el sector
informal ganan menos de la mitad (44 por ciento) de las que trabajan
en el sector formal, mientras que este porcentaje alcanza un 65 por cien-
to en el caso de los hombres (OIT, 1999, pág. 21). Al interior de la mi-
croempresa hay también importantes diferencias entre los ingresos de
empleadoras y de asalariadas. Los ingresos de estas últimas son simila-
res a los de las trabajadoras por cuenta propia y sólo levemente supe-
riores a los de las empleadas del servicio doméstico en la mayoría de los
países; este último constituye en todos los países el segmento peor re-
munerado (CEPAL, 2004, cuadro 12.2, págs. 276 y 277).
Balance del progreso laboral de las mujeres en América Latina 421
Jornada de trabajo
Poco menos de la mitad de las mujeres latinoamericanas ocupadas
trabaja en jornada completa (41 horas o más a la semana), proporción
que llega a casi dos tercios en el caso de los hombres (gráfico 2). Aun
cuando éstos realizan más horas de trabajo semanales, las mujeres de-
sempeñan tareas domésticas que equivalen a un trabajo extra laboral,
por lo cual su tiempo de descanso es menor. La sobre representacion de
mujeres en jornadas cortas puede ser debida a su voluntad de conciliar
el trabajo remunerado con las tareas domésticas, pero también puede
deberse a que a muchas de ellas les resulta imposible encontrar un em-
pleo de buena calidad, es decir, de tiempo completo, protegido por la
legislación laboral y retribuido con un sueldo justo.
Balance del progreso laboral de las mujeres en América Latina 423
50
40
30
20
10
0
Chile, Perú, Colombia, México, Bolivia, El Salvador, Costa Rica, República
2000 1999 1999 2001 2000 1998 2000 Dominicana,
1997
25
20
15
10
5
0
1-20 h 21-40 h 41-48 h 49 y más horas
Hombres Mujeres
Fuentes: Promedios ponderados basados en datos de las encuestas de hogares de la Argentina, Brasil, Chile,
Colombia, Costa Rica, Ecuador, Honduras, México, Panamá, Perú, Uruguay y Venezuela, países que suman
el 90 por ciento de la población económicamente activa urbana de la región. Las tabulaciones fueron realizadas
para el presente artículo por el Sistema de Información y Análisis Laboral (SIAL) de la OIT.
Consideraciones finales
En los últimos decenios América Latina ha pasado por profundos
cambios económicos, culturales y sociales, dando paso al surgimiento
de un nuevo modelo de sociedad. Uno de los ejes de estas transforma-
ciones ha sido el nuevo papel que está asumiendo la mujer y su impacto
en la organización de la vida económica y familiar. Estos cambios, junto
con la expansión de la escolaridad de la población – especialmente de
la femenina – y de un nuevo sistema de valores y actitudes más favora-
ble a que la mujer salga de su papel tradicional, han impulsado firme-
mente su integración en el mercado de trabajo. Este fenómeno se ha
acelerado en los últimos quince años, ante la creciente necesidad de las
familias de contar con más de un proveedor para satisfacer sus necesi-
dades básicas y mejorar su calidad de vida. La incorporación cada vez
mayor de las mujeres al mercado laboral es, por lo tanto, una tendencia
de largo plazo, de carácter estructural. El crecimiento de la población
económicamente activa femenina se espera que continúe a un ritmo
alto en la presente década, producto de la llegada de cohortes de muje-
res jóvenes, con proyectos e identidades laborales más definidas que las
de generaciones anteriores.
Las informaciones entregadas en este artículo evidancian que, du-
rante el período analizado, algunos aspectos de la inserción laboral de
Balance del progreso laboral de las mujeres en América Latina 425
45
40
35
Porcentaje mujeres
30
25
20
15
10
0
1990 2000
Años
retraso de las mujeres más pobres con respecto a los niveles promedio
de actividad femenina.
Aun cuando hay algunos progresos innegables, éstos no han bene-
ficiado homogéneamente a todas las mujeres. Las que poseen menores
niveles de educación o pertenecen a grupos étnicos o raciales discrimi-
nados – una alta proporción de ellas – están confinadas en ocupaciones
mal remuneradas y con muy poca protección social.
La escolaridad de las mujeres latinoamericanas en los años noven-
ta se incrementó a un ritmo superior a la de los hombres, a pesar de lo
cual la tasa promedio de desempleo femenino sigue siendo mucho más
elevada que la masculina. Según Panorama Laboral 2005, en los ocho
países (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México, Perú, Uruguay y
Venezuela) que disponen ya de información al respecto del primer se-
mestre de 2005, la tasa de desempleo femenina equivale a 1,4 veces la
masculina (OIT, 2005, pág. 37).
En los últimos años ha crecido significativamente el número de mu-
jeres en las ocupaciones profesionales y técnicas, alcanzando una pro-
porción de más del 50 por ciento en algunos países. Éste es, sin duda, un
factor importante para mejorar las posibilidades y las condiciones de in-
serción de las mujeres en el mercado de trabajo. A medida que aumenta
Balance del progreso laboral de las mujeres en América Latina 427
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