La nariz es un cuento breve, el cual nos muestra dos puntos de vista, primero
el barbero y luego el funcionario público, algo pícaro y bribón. El primero se
despierta en la mañana rechazando el café, pero apeteciendo un panecillo con cebolla, su mujer de mala gana refunfuña y le da el pan, pero alegre al mismo tiempo, pues tendrá más café para ella. Cuando Iván Yákovlevich toma el panecillo y lo parte en dos, se da cuenta que en una de las mitades hay un bulto pálido pero en esos segundos no sabe aún que es, cuando procede a detallarlo minuciosamente reacciona, ve la realidad y es la nariz. Un poco anonadado y pasmado, se restriega los ojos ¿pues cómo es posible que una nariz humana terminase en un pan? La esposa que no colaboraba mucho con la situación se llena de indignación, diciéndole que lo primero que hará cuando surjan especulaciones de hay alguien con la nariz cercenada y la policía aparezca, de inmediato lo entregara, además le recalca que seguro se la corto a un cliente pues, cuando afeita la parte del arco de cupido jala la nariz de manera basta, que por poco no se queda en sus manos. Iván Yákovlevich claramente parecía más muerto que vivo, pues cavilando analiza de que aquella misteriosa nariz es la del asesor colegiado Kovaliov, a quien afeitaba los miércoles y los domingos. En ese instante se imagina el cuello rojo por la sangre que debería esta emanando del rostro, la cual por ende mancharía el uniforme, todo bordado en plata, la espada… el pobre Iván temblaba de pies a cabeza. Pero hizo su mayor esfuerzo y salió de casa con la nariz envuelta en un trapo. Tenía la intención de deshacerse del envoltorio en cualquier parte, tirándolo tras el guardacantón de una puerta cochera o dejándolo caer como inadvertidamente y torcer luego por la primera calle que se le atravesara, pero siempre se encontraba con alguien que lo interrumpía con preguntas casuales, La desesperación lo abrumaba, sobre todo porque el número de transeúntes seguía aumentando con la apertura de tiendas y puestos. Después de tanto pensar arroja la nariz desde un puente, y siente que se quita un peso de encima. Pero se va a tomar un trago, y hay un vigilante viéndolo, lo intercepta y empieza a preguntarle por qué este tardo tanto en el puente, a lo que Iván contesta que solo miraba el rio. Por parte el asesor colegiado se levanta como todas la mañanas, resoplo aunque no tenía nariz, y sintió una sensación extraña, tomo un espejo y vio que no tenía nariz. Salió de su casa, pero no encontró carro alguno que los transportara así que tuvo que caminar cubriéndose la nariz, un poco más calmado empieza a pensar ¿Cómo se desaparece nariz de la noche a la mañana? Pues eso no es normal. Un poco tímido veía como los locales iban abriendo poco a poco, no había nadie que lo detallara para darse cuenta de que su cara estaba lisa, se acerca y entra una pastelería, y se mira en un espejo y nuevamente constata de que en su rostro no había nada. Cuando sale de ahí, ve que pasa un elegante carruaje, y se detiene, atónito observa que es su nariz, ni siquiera sabía cómo tratar este extraño evento. En efecto, ¿cómo puede una nariz llevar un uniforme que ayer no fue más lejos, está en medio de su rostro, y no puede caminar ni caminar por sí solo? Pero toma fuerzas y corre a abordar a la nariz para hacerle el pequeño reclamo de que tenía que volver a su sitio, pero la nariz no le entendía. Después de días, se da por vencido, y lo único que le queda es publicar la noticia en un periódico, para ver si hay resultado alguno, hasta que se resigna, y el día menos pensado llega un policía con la nariz. Él se acuesta, y al día siguiente se despierta, y ve que tiene ella nariz en su sitio, por lo cual brinca de felicidad, da la casualidad que se encuentra con el angustiado barbero, el cual se sorprende al ver la nariz de nuevo en su sitio.