Saber más… Ciclo hidrológico
CICLO HIDROLÓGICO aunque no existe principio ni fin, puede
Índice
i. Introducción
ii. Evaporación
iii. Condensación
iv. Precipitación
v. Alteración del ciclo del agua
vi. Bibliografía utilizada
vii. Links recomendados
viii. Bibliografía recomendada
Introducción
El ciclo del agua también llamado ciclo
hidrológico, es el movimiento constante del
agua en todo el planeta. Su fuerza motriz es
la acción conjunta realizada por la energía
solar, el aire y la fuerza de gravedad (Arana,
1987; FPC e IMTA).
Hace aproximadamente 4500 millones de
años, cuando se formó la tierra, ésta ya
tenía en su interior vapor de agua que, en
un principio, era una enorme masa en
constante fusión con cientos de volcanes
activos en su superficie. El magma de los
volcanes, cargado de gases con vapor de
agua, emergió a la superficie gracias a las
constantes erupciones. Posteriormente, la
tierra se enfrió; el vapor de agua se
condensó al subir a la atmósfera y cayó
nuevamente al suelo en forma de lluvia,
iniciando así, el ciclo hidrológico (CONICYT).
Desde su inicio, el ciclo del agua ha
continuado su movimiento constante, y
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decirse que comienza con el calentamiento
del agua gracias a la energía solar; el agua
empieza a evaporarse, quedando así en
condiciones para ser transportada por el
viento y subir hasta las capas más altas de la
atmósfera. Ahí, sufre un enfriamiento y se
condensa en pequeñas gotas que forman las
nubes. A continuación las pequeñas gotas
van aumentando de tamaño conforme se
agregan más pequeñas gotas, hasta que llega
el momento en que el aire pierde la
capacidad de retenerlas y se precipitan.
Según las condiciones meteorológicas, éstas
se precipitan en forma de lluvia, granizo o
nieve (ARANA, 1987 y FPC). El ciclo se cierra
cuando el agua vuelve al mar, a los lagos o a
la tierra, ya sea directamente por la
precipitación o por medio de ríos o
corrientes subterráneas. Cabe mencionar
que el agua, en su constante ciclo,
transporta importantes cantidades de
nutrientes y materiales en suspensión
(Arana,1987).
Evaporación
El aire atmosférico presenta cierta
proporción de agua en forma de vapor, que
proviene principalmente de los océanos,
aunque también procede de los ríos, lagos,
lagunas y de la transpiración de las plantas y
es generado principalmente por el aire y el
Sol.
La humedad del aire es muy variable de un
punto a otro de la Tierra y alcanza la
máxima humedad sobre la porción ecuatorial
de los océanos y la mínima sobre los
desiertos, en donde el agua, se encuentra
ausente casi por completo. Se ha calculado,
que un promedio de 10 billones de toneladas
de vapor de agua se mueven en la
atmósfera, debido a la acción del viento; un
billón cae a la Tierra todos los días, mientras
que del océano se evapora otro billón
diariamente por acción del Sol.
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La cantidad de evaporación del agua de la
superficie en los mares, está determinada
por los siguientes factores: temperatura,
contenido de vapor de agua en la atmósfera,
velocidad del viento, salinidad del agua y
superficie del agua expuesta al Sol.
La evaporación es directamente proporcional
a la temperatura y a la velocidad del viento
(ya que al aumentar estos factores también
se incrementa la evaporación) y es
inversamente proporcional al contenido de
vapor de agua y a la salinidad de ella,
debido a que cuando éstos son altos la
evaporación disminuye (IMTA). Además, los
seres vivos contribuyen también en la
evaporación del agua, por ejemplo, las
raíces de las plantas absorben agua, la cual
se desplaza hacia arriba a través de los
tallos o troncos, movilizando consigo a los
elementos que necesita la planta para
nutrirse. Al llegar a las hojas y flores, se
evapora en forma de vapor de agua
(transpiración).
La evaporación, disminuye la temperatura
de la superficie del agua, ya que absorbe
gran cantidad de la energía del Sol, lo que
regula el equilibrio térmico de los océanos.
Asimismo, tiene un efecto importante sobre
la salinidad de los mares, ya que ésta se
incrementa, contrarrestando así la acción de
las precipitaciones pluviales que diluyen las
sales del agua próximas a la superficie del
mar disminuyendo su salinidad. Por
consiguiente, se establece un equilibrio
entre la temperatura, la evaporación y la
precipitación, factores que permiten que la
salinidad aumente o disminuya según las
condiciones existentes en la atmósfera y el
océano. La evaporación es también
importante, ya que aporta la mayor cantidad
del agua dulce a la Tierra. El agua regresa a
la superficie del planeta y a los océanos al
precipitarse el vapor en forma de lluvia.
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Condensación
En su movimiento ascendente, las masas de
aire que van cargadas de vapor de agua,
pueden encontrar con las masas de aire frío,
haciendo que el vapor se enfrié y se
transforme en agua líquida, aunque para ello
se necesita de un núcleo de condensación,
esto es, algo donde puedan depositarse las
partículas de agua. Este núcleo puede ser
tan insignificante como una partícula de
polvo, una espora o un microbio que flota en
el aire.
Si la temperatura es superior a 0º C, y
gracias a esta unión, se forma una gotita de
líquido tan diminuta, que a veces se
necesitan miles para que se hagan visibles.
Las gotas se juntan y se pueden convertir en
humedad, niebla, neblina, rocío, escarcha o
nubes. Estas últimas se van haciendo visibles
cerca del mar, en donde las masas de aire
marítimo, saturadas de humedad, chocan
con las secas y frías que vienen del
continente. La evaporación de la superficie
del mar es la fuente principal para que se
formen las nubes, y el aire marítimo es el
portador de ellas. Las nubes que se
encuentran sobre los continentes tienen un
origen marino, de lo contrario, el aire
continental presentaría un cielo despejado.
Al crearse las nubes, estas se van uniendo
hasta formar un manto, con un espesor de
aproximadamente un kilómetro. Al principio,
este manto parece inmóvil, surcado
únicamente por suaves ondulaciones, pero a
menudo los cambios en sus condiciones y en
sus movimientos pueden hacer que se
presenten los factores adecuados para que
se originen los violentos torbellinos.
Precipitación
Cuando las pequeñas gotas de agua se
juntan, aumentan tanto de tamaño, que se
vuelven demasiado pesadas, precipitándose
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a la tierra en forma de lluvia (también se
pueden convertir en humedad, niebla,
neblina o rocío); aunque si hace mucho frío
en la atmósfera, el agua caerá en forma de
nieve o granizo. A medida que cae la lluvia,
parte de ella se evapora directamente y
regresa de nuevo hacia la atmósfera,
mientras que otra, es interceptada por los
seres vivos.
Las gotas de agua que hay en las nubes no
permanecen quietas, sino que caen
constantemente, pero son tan pequeñitas,
que antes de que puedan tocar el suelo, se
vuelven a evaporar regresando a la nube. Si
la velocidad de caída supera los tres metros
por segundo, las gotas de agua incrementan
su peso, provocando así la lluvia; cuando
este peso se hace mayor, y por lo tanto, su
velocidad, se puede decir que la lluvia se
intensifica, dando lugar a las tormentas. La
frecuencia de intensidad de las lluvias es
variable en las diferentes regiones de la
Tierra y cambian de acuerdo con la
evaporación y con la latitud. La duración de
la lluvia es más breve si el tamaño de las
gotas es mayor, como sucede con los
chaparrones o aguaceros.
Las montañas también desempeñan un papel
importante en la frecuencia de las lluvias,
puesto que obligan a las masas de aire a
elevarse, lo que provoca la rápida
condensación del agua y su precipitación
como lluvia o nieve. Sin embargo, existen
regiones en donde la nubosidad es bastante
elevada, por lo que sólo en raras ocasiones
ocurre el fenómeno de la lluvia. En estas
regiones la sequía es un grave problema.
La nieve aparece cuando las masas de aire
cargadas de vapor de agua se encuentran
con otras cuya temperatura es inferior a
cero grados centígrados. Entonces el agua se
cristaliza en forma de "estrellitas de nieve",
que durante su caída, pueden formar los
copos de nieve con diverso grado de dureza
y tamaño. Otras gotas se convierten en
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hielo: a medida que van cayendo, las gotas
se agrupan y forman el granizo, el cual
puede llegar a destrozar cosechas, debido a
su tamaño y peso (el tamaño de los cristales
puede ser de entre 5-10 cm, y pesar varios
gramos) (IMTA).
Al precipitarse la lluvia, ocurren varios
fenómenos debido a su interacción con en
entorno. Los más comunes son:
Escorrentía
La lluvia al precipitarse produce una acción
erosiva extrema en las cumbres de las
montañas y se desliza por las laderas, por la
pendiente más favorable, transportando
todos los materiales sueltos que encuentra a
su paso. Así va trazando un camino (llamado
lecho del río).
En todos los ríos que alcanzan su pleno
desarrollo se pueden identificar cuatro
partes:
1. Cuenca alimentadora: recibe el agua
de las lluvias y la dirige hacia surcos
y arroyuelos que la guían hacia las
partes más bajas y la concentran en
un único lecho.
2. Tramo de descarga: aquí las aguas se
encuentran ya reunidas en un cauce
torrencial bien definido y bajan a
gran velocidad, erosionando y
arrastrando materiales. En esta
parte del cauce del río, el lecho es
recto, angosto y hondo. Debido a las
diferencias de altitud, en esta parte
de los ríos suelen existir rápidos en
los cuales la corriente es intensa y
veloz. Las piedras desgajadas en el
arrastre chocan varias veces contra
las peñas y al golpear unas contra
otras se va desgastando. En esta
parte del río las discordancias del
terreno hacen que en algún
momento, el río tenga que salvar un
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desnivel brusco producido por una
falla. Entonces, el agua se precipita
desde una determinada altura y da
lugar a una cascada o catarata, si el
desnivel es muy grande, y a un salto,
si el desnivel es pequeño.
3. Tramo de calma: es de una
pendiente suave y escurrimiento
lento. Aquí el cauce del río se
estabiliza. Es en este tramo cuando
el río llega a un valle llano y tiende
a extenderse y originar curvas,
llamadas meandros.
4. Desembocadura: es una zona donde
se depositan los materiales que el
río arrastro hasta el final de su
curso.
Al final de su largo viaje, el río ensancha su
cauce, aumenta su caudal, pero no así su
velocidad y profundidad. Finalmente, todos
los ríos vierten sus aguas en el mar. Pero no
siempre se da esa calma. Ya que hay ríos
que llegan al mar con fuerza y lanzan sus
aguas dulces hacia el interior del océano.
Entonces la desembocadura es un enorme
estuario, ancho y abierto. Pero como el mar
también rompe contra la corriente, los
sedimentos del río se depositan en gran
cantidad a cierta distancia de la costa,
formando un banco de arena o una barra.
En el caso de que el río desemboque
formando un delta, se divide en numerosos
“brazos”, los cuales se abren paso a paso
con cierta dificultad entre el cúmulo de
sedimentos cada vez mayores. Los deltas
constituyen uno de los fenómenos más
interesantes de la naturaleza; avanzan
constantemente y es difícil prever su
desarrollo final (IMTA).
Filtración
La filtración es el proceso mediante el cual,
las aguas superficiales se saturan debido a la
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lluvia, penetran la capa vegetal y recorren
el terreno a través de partículas de tierra,
arena, grava o por las grietas de las rocas,
hasta llegar a una zona en la que el suelo
está lleno de agua, alimentando así, las
corrientes o capas subterráneas, formando
así, los acuíferos o depósitos subterráneos
que llegan a brotar en pequeñas cascadas o
manantiales. Al igual que las aguas
superficiales, éstas van a dar finalmente al
océano
La velocidad con la que el agua puede viajar
hacia el interior del suelo, depende del tipo
de materiales de los que está formado.
Aquellos que permiten que el agua pase a
través de ellos se llaman permeables y el
agua viaja muy rápido a través de ellos; pero
los suelos de barro o arcilla y los de piedra,
crean fricción que frena el movimiento del
agua. En las primeras etapas en que el agua
viaja a través del suelo, pasa por una zona
de aireación. Esta zona puede ser húmeda,
pero los poros sólo están parcialmente llenos
de agua. A medida que el agua continúa su
infiltración en la tierra, eventualmente
alcanza una zona llamada manto freático.
No obstante, este puede aumentar y
disminuir de acuerdo con la estación del año
y la cantidad de precipitación.
Algunos acuíferos están limitados por las
capas del suelo o rocas calizas que no dejan
fluir libremente el agua; éstos se llaman
acuíferos confinados o artesianos. Para
seguir su curso a través de ellos, el agua va
erosionando la piedra, hasta formar grutas,
o bien sale al exterior en forma de
manantiales o géiseres. Los acuíferos que no
están confinados comúnmente se llaman
freáticos, y son los que alimentan a los
pozos artesianos. Dependiendo del tipo y
forma de los sedimentos que hay bajo del
suelo, el agua subterránea se puede mover
desde pocos centímetros, hasta varios
metros por día. Sin embargo, en la mayor
parte de los casos, el agua que está dentro
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de los acuíferos se mueve a un ritmo muy
lento.
El movimiento del agua subterránea también
se ve afectado por el contorno de la
superficie de la tierra (topografía), al que
tiende a seguir, a menos que se encuentre
alguna barrera; por ejemplo las capas de
roca impermeable. Además, se debe tener
en cuenta que el agua subterránea siempre
se moverá hacia la parte baja de una
montaña (IMTA).
Alteración del ciclo del agua
El ciclo ha sido alterado por la acción del
hombre al talar los bosques, lo que provoca
que el agua se precipite rápidamente al
mar, haciendo que los ríos se desborden y
luego se sequen, que la tierra fértil sea
arrastrada y aumente la erosión, que la capa
acuífera desaparezca y, por lo tanto, que el
agua no se aproveche. Este ciclo existe
desde los más remotos tiempos de formación
de la atmósfera y de la hidrosfera, y ha
mantenido más o menos constante la
cantidad de agua existente en el planeta.
Si se detuviera esta maravillosa colaboración
entre el Sol, la atmósfera y el mar, bastarían
unas semanas para que la vida desapareciera
totalmente de nuestro planeta. La masa de
agua que el mar confía al cielo durante un
mes, bastaría para que un país de la
extensión de Francia quedara oculto más de
30 metros bajo las olas.
Para mantener el equilibrio del ciclo
hidrológico y, por lo tanto, de la vida, el
océano rige la distribución de los vientos y
de las precipitaciones. La mayor parte de las
tormentas que estallan en el cielo, es decir
la atmósfera, y que tratan de penetrar en
tierra, son ahogadas en su seno haciéndoles
gastar su energía por el rozamiento contra
su superficie, cargándolas con pesado vapor
de agua, frenándolas y desorientándolas y
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así, muchas veces, cuando llegan a las
costas, las tempestades están a punto de
extinguirse manteniendo este equilibrio. Si
una de estas tormentas descargara sobre un
continente toda su fuerza inicial, ningún ser
viviente, casa, o cosa hecha por el hombre,
quedaría en pie en miles de kilómetros
cuadrados.
El agua tiene un papel esencial en las
actividades del planeta desde tiempos muy
remotos, y sin duda, continuará siendo un
factor decisivo en la multitud de fenómenos
naturales que se conocen; sin embargo, la
engañosa abundancia del agua en la
naturaleza, así como el continuo contacto
que con ella se tiene, en todos los momentos
de la vida, hacen que no se le conceda la
importancia que realmente tiene y que debe
concedérsele (ILCE).
Bibliografía utilizada
• ARANA, Federico. Ecología para
principiantes. Editorial Trillas.
México, 1987.
• IMTA. Aguas subterráneas. Instituto
Mexicano de Tecnología del Agua -
IMTA. México.
Links recomendados
• Agrupación de servicios de agua de
Cataluña. Planeta Azul. España.
http://www.asac.es/aigua/cast/3.h
tm#
• Infoagua. http://www.infoagua.org/
• Instituto Mexicano de Tecnología del
Agua. Diccionario. México.
http://www.imta.mx/otros/tedigo/
dic.htm#
• Organización de Estados
Iberoamericanos. El agua: recurso
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vital. Colombia.
http://www.oei.org.co/fpciencia/ar
t20.htm

• UNESCO - Organización de las

Naciones Unidas para la Educación,
la Ciencia y la Cultura. Programa
Hidrológico Internacional. Uruguay.
http://www.unesco.org.uy/phi/libro
s/histagua/indice.html

• Centro virtual de información del

agua. http://www.agua.org.mx/

Bibliografía recomendada

• ARANA, Federico. Ecología para

principiantes. Editorial Trillas.
México, 1987.

• Océano. El mundo de la ecología.

Editorial Océano. España, 2001.

• QUEST. Aventuras en el mundo de la

ciencia. El ciclo del agua. QUEST,
España, 1992.

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