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ACOMPAÑAMIENTO ESPIRITUAL Y DISCERNIMIENTO VOCACIONAL

ENCUENTRO 4
VOSOTROS SOIS MIS AMIGOS

PATRICIO ZAPATA
1. ¿Creo de verdad que Dios me ama a mí personalmente?
Partiendo de mi historia de vida, estoy muy seguro del amor que Dios me tiene. Basta con
recordar que fui un hijo no deseado, de un padre que buscó que me abortaran y que nunca me
quiso ni estuvo conmigo, sino sólo mi madre y su familia que es mi familia. Así pues, ya
desde mi bautizo fue Dios mismo que confirmaba su amor manifestado cuando estaba en el
vientre materno. El nombre que se me concedió en el bautismo <<…no es sólo una
contraseña o un distintivo, sino también y, sobre todo, un lema, un programa de vida, la
expresión de una vocación o de un destino, un quehacer irrenunciable o una profecía en
acción>>. Por lo tanto, su amor personal manifestado en la identidad que me ha dado, es un
amor realmente inconfundible.

2. ¿Estoy convencido de que creer en el amor de Dios es la única manera de amar


de verdad?
Sí, Dios no sólo es un Padre, es un amigo. Esta amistad es una revelación que expresa
<<…nuestra vocación más fundamental, porque hemos sido pensados, queridos y creados por
Dios para ser sus amigos>>. Y la amistad con Dios es la respuesta del <<…Amor recíproco
entre tres personas, Padre, Hijo y Espíritu Santo, con la máxima reciprocidad e intensidad
posible>>, al punto de que me ha creado a su imagen y semejanza.

3. ¿Sabemos de verdad que orar por nuestros hermanos y amigos es la mejor


manera de orar por nosotros mismos?
Para esta respuesta debo partir de lo siguiente, <<Cada creyente en Jesús es para él un
verdadero amigo. La fe es una amistad. Es confiar infinitamente en Cristo, creer en su amor
personal y entregarse a él sin reservas>>. Por lo tanto, esta amistad implica <<…confianza y
comunicación>>; en consecuencia, orar por los otros es la mejor forma de orar por nosotros
mismos, ya que el amor de Dios lleva al <<…verdadero equilibrio, la integración y la paz>>.

4. ¿Siento que tengo una buena amistad con Dios?


Siento en verdad que Dios me ha dado su amistad, y constantemente intento acrecentarla.
Pues soy consciente de que su amistad es el <<…símbolo del hogar posible que, -conmigo- y
los hermanos, ya existe…>>. Sin embargo, es necesario seguir cimentando esta amistad día a
día.

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