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BIEN JURÍDICO, DERECHO, ESTRUCTURA DEL DELITO e IMPUTACIÓN en el contexto de la

LEGITIMACIÓN de la PENA ESTATAL

(W. Frisch)

Desde hace tiempo se ha venido discutiendo la trascendencia del BJ en relación con los límites de
la pena legítima. En su forma DESCRIPTIVA el D. penal es un instrumento de protección de BJ.
Pero también con el D. penal SE LIMITA a la protección de BJ, se enfocándose en la FUNCIÓN
CRITICA del CONCEPTO de BJ respecto de cuestiones de LEGITIMACIÓN.

La LIMITACIÓN del D. penal a la PROTECCIÓN de BJ implica una garantía o barrera para que
determinadas “realidades” que no pueden definirse como BJ o como lesiones de BJ queden al
margen del D. penal.

Esta idea tuvo su apogeo en las primeras décadas de reforma del D. penal alemán y se le llamó
PIEDRA DE TOQUE a partir de la cual medir el inventario del D. penal tradicional para llevarlo a
una POLÍTICA CRIMINAL RACIONAL. Tuvo expresión normativa en el § 2 Proyecto Alternativo CP
que deseaba limitar el D. penal a la protección de BJ y se criticó fuertemente los tipos y delitos que
protegían concepciones morales, valores, sentimientos y otros. Desde entonces ha reinado el
silencio en torno al Concepto de BJ, explicado porque:

a) Sus partidarios han visto satisfechas sus expectativas.

b) Se ha impuesto la idea de que el valor y rendimiento del BJ como criterio para delimitar el D.
penal han sido sobrevalorados.

FRISCH dice que el potencial crítico del BJ parece dudoso por varias razones y es necesaria una
“relativización”:

1.- VAGUEDAD y escasa función limitadora del Concepto de BJ: algunos autores dice que BJ son
“estados de cosas que aparecen como valiosos o cuya conservación se estima como valiosa,
intereses legítimos que requieren protección de los particulares y de la generalidad y también
unidades o procesos funcionales dignos de conservación”.

Otros autores aluden a las condiciones de existencia y desarrollo individuos y remiten a la CPR
para su concreción material.

El problema de esas definiciones es que remiten a demasiadas cosas y por eso, esa concepción de
BJ tiene una escasa función limitadora porque “lo valioso por ejemplo” dependerá de las
“concepciones acerca de lo valorativo”. En este caso para EXCLUIR habría que DESACREDITAR esas
concepciones. El problema es que las definiciones corrientes del concepto BJ son modestas y poco
útiles.

En una Constitución de libertades en un E. de D° también se da espacio para mucho. Allí lo que se


excluye son “estados” o “intereses” cuya satisfacción o salvaguarda están completamente fuera de
lugar o que se contradicen los Pp. de un E. de libertad y esas situaciones no preocupan a nadie.

Lo mismo con las unidades o procesos funcionales o subsistemas. Su valor depende si son o no
necesarios. Lo que se podría excluir aquí es la protección de unidades funcionales o desarrollo de
funciones NO COMPATIBLES con el marco constitucional o no necesario en una organización social
conforme con la CPR.
Por eso Frisch dice que el concepto BJ es altamente relativo y equívoco cuando se remite a
condiciones de existencia y desarrollo de los individuos, porque determinar qué aspectos deben
considerarse para ese desarrollo va a depender de lo que cada uno entienda como tal. Y en cuanto
al BJ sólo quedaría excluido lo NO necesario o lo que NADIE quiere.

Considerando esta relatividad y vaguedad del concepto BJ la doctrina da ejemplos de tipos


problemáticos en cuanto al BJ que los legitima como el maltrato animal, delitos de piedad,
algunos delitos económicos. Especialmente se critican los tipos que penalizan la lesión de meras
concepciones o sentimientos morales. Sin embargo, estas críticas solo han conseguido que
quienes defienden esos tipos se limiten a señalar cuál es el BJ que se protegería para dejarlos
como admisibles. A lo más se le cambia nombre al BJ pero no solucionan los tipos problemáticos.

En algunos lugares incluso, ni siquiera se produce el cambio de nombre (ej.: paz social) y los
críticos deben enfrentarse a la Ley y sus partidarios, debiendo soportar la carga de la prueba ya
que no existe un concepto de BJ desde el cual hacer las correcciones de uno u otro punto de vista.

Algo más de éxito ha tenido la tesis que el D. penal DEBE limitarse a la protección de BJ en el
ámbito de los delitos contra la moral, al abolirse conceptos que penalizaban por ejm. la
homosexualidad. Pero esta circunstancia se utiliza como prueba de la corrección y reconocimiento
de SU perspectiva de que “la mera lesión de representaciones morales no constituiría lesión de BJ
alguno y por ello NO ES APTA para castigar”.

Frisch lo pone en duda porque la abolición de esos conceptos puede obedecer razones distintas
del reconocimiento de una limitación del D. penal a la protección de BJ. Esto más el hecho que
incuso el partidario del BJ como instancia crítica del D. penal en la lesión de representaciones
morales debe hacer concesiones por ej. Transformación delito en otros contra la paz pública
recurriendo a meros delitos conducta como estricta excepción, permite dudar de la potencia
critica del concepto BJ y desde una perspectiva realista es evidente que debe hacerse esas
concesiones.

Desde el pto.v. normativo todo lo anterior no es sorprendente porque la CUALIDAD de BJ de


reconocidos bienes jurídicos se basa efectivamente en las representaciones morales básicas
compartidas por la colectividad. Considerando esta constatación, lo que las personas comparten
como valores importantes y dignos de protección, es muy difícil sacarlo del ámbito de protección
jurídico penal por el solo hecho que le falte un sustrato real comparable con BJ reconocidos.

2.- Ausencia de COMPETENCIA legitima del penalista y del legislador penal para tomar la decisión
sobre si determinadas realidades son o no BJ. No solamente la vaguedad del concepto de BJ, su
casi inapreciable contenido material y la incapacidad para sacar del ámbito del D. penal las meras
representaciones de lesiones morales confluyen para limitar la potencia crítica de la T. penal del
BJ, también es esta INCOMPETENCIA.

Las razones de esto son:

1) La doctrina del BJ penal opera como si fuera el legislador penal o los penalistas los que
reflexionan para decidir si determinadas realidades son o no BJ, pero ello es desconocer la
realidad. En un sistema moderno en que la precisión material del D. procede de normas
jurídicas previas al D. penal, teniendo éste una “función sancionatoria estabilizadora de los
ordenamientos jurídicos primarios”, esta perspectiva pierde su corrección. El reconocimiento
de determinadas realidades como BJ no se produce primariamente por el legislador penal,
sino el hecho que determinadas realidades se consideren merecedoras de protección y
conservación pto.v. comunidad estatal y cuáles de ellas deban serlo viene fijado por las
diversas normativas especiales PREVIAS al D. penal en los ámbitos vitales más importantes.
Ej.D.económico/alimentario/farmacéutico). Especialmente el moderno D. público ha cubierto
casi todos los ámbitos con nuevas normas reguladoras de conductas. En todas esas leyes se
reconocen, definen y precisan BJ. Se aparta de la realidad el penalista que trabaja con modelos
teóricos, que quieren reflexionar sobre la cualidad de BJ de determinadas realidades porque
pareciera que es una tarea del D.penal, sin embargo, en las sociedades modernas la cuestión
del BJ está decidida hace tiempo y con carácter previo al D. penal. Llama la atención
entonces que el penalista discuta la CUALIDAD de BJ de ciertas realidades y ponga en duda
que las materias específicas están reconocidas por principios y reglas concretas como BJ
(valiosas y requirentes de protección por la generalidad ciudadanos) porque corre el riesgo de
“patinar”. Ej. D.penal del Medioambiente que ya tiene reconocimiento constitucional.

FRISCH dice que esto no es novedad. Sacar el D. penal de la decisión de lo que debe considerarse
BJ se ha endurecido, pero también sucedía hace 100 años. En que no podía cuestionarse que
determinadas realidades tuvieran el carácter de BJ porque ello estaba garantizado por muchas
regulaciones extrapenales que no podían ponerse en duda. Ej. patrimonio / posesión.

2) Este desplazamiento de la decisión sobre el carácter de BJ de determinadas realidades hacia


el legislador especial de cada ordenamiento primario tiene consecuencias. Significa que la
decisión que puede adoptar el penalista sobre el BJ sólo se produce cuando no existen
regulaciones previas al D.penal. No es frecuente. Por regla general se produce en ámbitos
menos importantes y también sucede con las conductas que no están en los ámbitos
extrapenales. Ej. los actos privados contrarios a la moral. Al ser las regulaciones extrapenales
las calificadas por el legislador en relación con los BJ, entonces el espacio de reflexión que
queda para el penalista es muy limitado. El D.penal no puede ignorar o negar lo que en otros
sectores del ordenamiento jurídico se reconoce como BJ, especialmente por el legislador
sectorial especializado y competente. Una DESAUTORIZACIÓN del reconocimiento extrapenal
solo puede producirse cuando la EVALUACIÓN extrapenal es abiertamente INSOSTENIBLE.

FRISCH aconseja moderación. Que una realidad no se ajuste al concepto de BJ que uno considera
personalmente correcto no significa que no posea tal entidad. Para el D.penal ello significa que las
consideraciones sobre la incriminación en el ámbito estructurado previo al D.penal deben
concentrarse en los problemas de coordinación. Ejm. decidir si lo que extrapenalmente se valora
como BJ requiere protección jurídico penal.

3.- Otra debilidad es la limitada relevancia que posee la cuestión del BJ. Aunque una “realidad” sea
BJ su protección penal puede fracasar por diferentes obstáculos y problemas y producirse una
simplificación de la LEGITIMACIÓN o una OMISIÓN del abordaje de aspectos esenciales. Según
Frisch ésta es la situación actual. Preocuparse excesivamente del BJ como Piedra de Toque de la
legitimación penal ha traído como consecuencia que se abandonen otras cuestiones importantes
de la legitimación del D. penal o sean marginalmente tratadas. Estas sobrevaloración del concepto
BJ es desafortunada e inespecífica para el D. penal.

Y se plantea problemas como:


a) aun cuando una “realidad” se vea como un BIEN a reconocer ¿Son legitimables prohibiciones o
mandatos restrictivas de libertad para su conservación o protección? ¿La lesión de aquellas
prohibiciones o mandatos deben ser castigados con pena? Debería resolverse con la T. de la Pena.

Estos asuntos siempre fueron planteados en el contexto general de la discusión sobre los límites
legítimos de la pena estatal. Y ha habido respuestas someras sobre cuándo se cumplen estas
exigencias. Pero no un tratamiento global que desarrolle criterios para afirmar o negar la
necesidad, mediante Pps. y procedimientos que señalen los presupuestos de la adecuación de las
prohibiciones y de su protección penal.

Se ha investigado poco en comparación con la discusión sobre los BJ y es lamentable porque en la


discusión sobre los límites legítimos se produce una asimetría: las cuestiones decididas con
carácter previo al D. penal tienen gran interés, pero las cuestiones con las que el penalista podría
influir, no.

b) El debate jurídico penal NO aborda suficientemente el problema. Que una “realidad” sea
considerada como BJ puede ser suficiente como pto. partida para consideraciones sobre
legitimación, cuando lo que se requiere es legitimar la actividad estatal. Podríamos conformarnos
con aspirar a determinar lo bueno o valioso (perseguir un fin o interés considerado correcto por la
mayoría). Pero otra cosa distinta es legitimar el D. como limitación o restricción de la libertad
individual que puede imponerse coactivamente.

En una comunidad jurídica de individuos que se reconocen como iguales y capaces de tomar
decisiones autónomas, no basta que la restricción garantice algo considerado valioso o bueno, si
así fuera la coacción ante una decisión autónoma discrepante del individuo implicaría un NO
reconocimiento de su autonomía. Por el contrario sobre la base de la igualdad y la autonomía, la
restricción coactiva es ligitimable solo cuándo tal restricción afecta conductas que menoscaban
bienes y libertades recíprocamente reconocidos o lesionan D. mutuamente concedidos porque el
propio individuo como sujeto racional está interesado en la restricción y en su imposición en
relación con los demás: entre iguales, debe permitir que también rija en su contra.

Para el D. penal las concepciones morales son problemáticas porque se trata de legitimar la
coacción jurídica y ésta solo está permitida dentro de unos límites muy estrictos: solo es
legitimable cuando tiene como objetivo la evitación de conductas cuya omisión puede ser
querida. Esto es lo que sucede en el menoscabo de bienes y libertad reconocidos recíproca y
jurídicamente.

Sin embargo, respecto de la lesión de concepciones morales esto sólo es válido cuando su
mantenimiento o bien pertenece a las reglas de comunidad con consentimiento general y deban
conservarse recíprocamente, o es deseado de modo general para evitar determinadas
consecuencias indeseadas (paz pública)

Cumplir estas condiciones se ve limitado en una sociedad en que conviven variadas concepciones
morales y crece la tolerancia, aunque podrían surgir otros tabúes.

La incapacidad para cumplir las condiciones del D. coactivo legítimo y NO el hecho de que las
concepciones morales no sean un “estado valioso” es donde reside la razón normativa de
marginar al D. penal de la mayoría lesiones de la moral y de los delitos contra las buenas
costumbres.
El concepto clave de la legitimación de normas de conducta jurídico penales no es el vago
concepto de BJ, sino si determinadas normas que restringen libertades son legitimables por el
hecho de que lo que ellas regulan satisface los criterios del D. coactivo de una comunidad de
individuos autónomos e iguales.

c) Problemas de concreción y aplicación del D.: No basta preguntar si determinadas


prohibiciones son idóneas, necesarias o adecuadas para la protección de BJ o evitar
menoscabos D. y libertades recíprocamente reconocidas. Es necesario tener en cuenta el Pp.
Responsabilidad que no queda abarcado en la idoneidad, necesidad y adecuación. No es
suficiente con la posibilidad unida a una conducta de que en su desarrollo se produzca el
menoscabo de bienes y libertades de los demás. Tal conducta puede considerarse
desaprobada y prohibida SOLO cuando la evitación del posible curso causal unido a ella
pertenece al ámbito de la responsabilidad del agente en la relación jurídica entre éste y una
víctima potencial.

O sea, es el agente el que debe evitar y no la víctima.

Esto sucede normalmente en las conductas que generan peligros no irrelevantes para los demás
que derivan de la mera actividad causal.

Pero no es lo mismo cuando la producción del resultado tiene lugar por conducta propia víctima o
un tercero responsable. En esos casos las consecuencias se imputan a esas personas deben
preocuparse de sus acciones, así conserva intacta su libertad el 1er agente. (Además de los delitos
de resultado).

Estas consideraciones son importantes en la aplicación y concreción del D. y también para el


legislador que debe concretar normas más precisas.

Los Pps. y Excepciones que deciden cuándo debe y cuándo No debe desaprobarse una conducta
que es medianamente relevante porque conduce a la lesión de bienes a través de actuación de
terceros responsables, también deben considerarse en la penalización de conductas similares en
los tipos nuevos o que se perfilan por el legislador con mayor detalle.

La T. Imputación cobra importancia para los criterios sobre legitimación de la penalización porque
contiene modelos de solución basados en Pps. grales. de determinación del D. penal para
desaprobar conductas vinculadas a la lesión de bienes y libertades en similar medida.

NUEVOS ELEMENTOS DE DISCUSIÓN

1) La relación entre legitimación pena y estructura del delito (clases delito). Hoy en día es un
problema marginal la dificultad para identificar el BJ en los diferentes tipos. En las últimas
décadas aparecen más y más tipos que tienen por objeto la protección de bienes razonables.
Pero la llevan a cabo de manera discutible, especialmente porque las prohibiciones y
mandatos penalmente garantizados que los protegen comienzan en un mmto. muy alejado de
un posible menoscabo del bien. Ej. convertir delito de lesiones en delitos de peligro y éstos en
delitos de peligro abstracto para cuya realización bastan resultados muy reducidos. La
penalización de los meros actos preparatorios o de la simple pertenencia a organizaciones o el
castigo de acciones que solo producen efectos de menoscabo en BJ mediante la acumulación.
Frisch dice que hacia acá debe traerse la discusión. Pero advierte que esta es solo una clase de
problemas. Además para solucionarlo se puede recurrir al análisis de las estructuras subyacentes
en relación x ejm. con la lejanía de la lesión del BJ, las condiciones requeridas o la naturaleza de
esas condiciones. Pero aunque esto se realice cuidadosamente, al final solo se obtendrán
conclusiones analíticas y ello no es suficiente, por el contrario son necesarios criterios o Pps. que
pongan en relieve cuándo y por qué det. conductas con cierta lejanía de las concretas lesiones
de bienes y D. pueden ser desaprobadas y castigadas con una pena.

2) Vínculo entre los límites pena estatal y la Imputación . Recurrir a la noción de imputación
puede aportar un avance teórico y parte de los Pps. necesarios para una valoración orientada
a la legitimación de las conclusiones de los análisis estructurales. Sin embargo, en el marco de
la legitimación de la pena estatal no hay que comprometerse tanto con el lema de la
Imputación porque ella acierta poco en la cuestión de fondo. Solo interesan los Pps.
Imputación que tengan que ver con la legitimación de la prohibición y lo acertado es
sostener solamente que tales Pps. tb. pueden ser necesarios o útiles en el ámbito de la
imputación si se entiende que la prohibición de imputar determinadas consecuencias
depende de que una persona cree un riesgo desaprobado en dirección la producción de tales
consecuencias, comportándose de forma prohibida y los Pps, decisivos para la desaprobación
y prohibición de la acción tiene un papel para la imputación a causa de esa relación. Pero NO
los convierte en Pps. imputación en sentido estricto.

Estos Pps. que han sido desarrollados principalmente para delitos de resultado (muy ilimitados en
el nivel de la mera causalidad) exigen atención como esfuerzos interpretativos en relación con la
legitimación. Ej. Cuando se considera que no debe intervenirse en la libertad de actuación del
primer agente si su conducta solo puede llegar a ser una lesión de bienes a través de la conducta
delictiva de un tercero autorresponsable.

Y este Pp. se opone también a acciones legislativas de esa misma naturaleza. Obviamente también
son importantes las excepciones puesto que la prohibición de retroceder hasta el agente que obra
en primer lugar o en el estado preparatorio solo tiene por objeto conservar la libertad de
actuación y ello deja de tener sentido cuando la primera actuación solo sirve para posibilitar o
favorecer la conducta delictiva de terceros y decae esa prohibición frente a la conducta
preparatoria. Lo mismo sucede cuando se permite que personas realicen determinadas
actividades o posean determinados objetos bajo la condición de asumir el papel de impedir o
prevenir determinados cursos causales en los que estén involucradas personas autorreponsables.
Igual sucede con el E. necesidad que puede en determinadas condiciones legitimar la intervención
en la libertad personas que no han tenido participación prohibiendo la realización de alguna
conducta.

Sin embargo, estos Pps. no responden TODAS las cuestiones delitos resultado en relación con la
criminalización en el estado previo a la lesión del bien o la introducción nuevos delitos que
operan antes de ello. Pero ayudan a solucionar incluso cuestiones como la desaprobación y castigo
de formas de conducta que posibilitan el propio comportamiento delictivo posterior: no habría
razón convincente para adjudicar libertad jurídica a conductas que no están desacreditadas por
su referencia a una conducta delictiva ajena y que solo sirven para posibilitar el propio
comportamiento delictivo.

Sin embargo, aun el rendimiento obtenido con la T. Imputación está limitado por su CONTENIDO.
Los Pps. mencionados, así como los procedimientos de ponderación entre libertades y bienes
amenazados ayudan solamente en la cuestión de con qué limites pueden desaprobarse conductas
y ser vistas como un injusto. Pero NO dan respuesta a si se trata de un injusto cuya comisión
justifica la imposición de una pena, a pesar de ello lo razonable es cerciorarse de que el problema
de determinados tipos no está en el ámbito de la legitimación de la prohibición de determinadas
conductas, sino que afecta a su castigo bajo pena en sentido estricto.

FRISCH piensa que eso es lo que ocurre en el ámbito de las criminalizaciones en el estadio previo
que tiene por objeto conductas cuyo sentido se agota en la posibilitación o favorecimiento
conducta delictiva propia o ajena. Pero es menos válido para los tipos de Medioambiente: la
legitimidad de la prohibición de esas conductas no constituye un problema real porque permitir
menoscabos al Medioambiente cumulativamente no es soportable de generalizar. Aquí como en la
mayoría de los problemas de criminalización de fase previa el problema no es la legitimización de
la prohibición ni en la cualidad de BJ del Medioambiente, sino si “frente a conductos fácilmente
legitimables en tal ámbito debe reaccionarse con pena y cuándo se está frente a un caso así.

DESDE LA DESAPROBACIÓN DE DETERMINADAS CONDUCTAS A LA ADMISIÓN DE SU CASTIGO BAJO


PENA:

Constituye en la actualidad lo más problemático. Se ha razonado diciendo que la cuestión BJ


implica admitir el castigo bajo pena. Sin embargo, Frisch considera que esta forma de razonar por
la reducida concepción de BJ es inútil y poco adecuada. En ocasiones la doctrina se conforma con
aludir a criterios de constitucionalidad de la idoneidad, necesidad y adecuación pena (TC) pero el
problema central de la adecuación de la imposición de la pena sigue intacto. Falta ALGO que se
asimile a una Teoría sobre las cuestiones de legitimación que se plantean en relación con la
posibilidad de determinar “realidades” como BJ y las conductas que los lesionan o amenazan.

Pero también Frisch dice que es dudoso exigir postulados desde la reflexión teórica sobre el peso
o significación de conductas o realidades que no solo pueden desaprobarse, sino que también
puede ser castigada con pena. Porque se incurre en el riesgo de no ser tomados en serio por estar
alejados de la realidad. No se trata de diseñar un nuevo D. penal desde cero para garantizar un
criterio rector.

El pto. partida es otro: disponemos de un D. penal conformado desde hace tiempo y de lo que se
trata es de su desarrollo continuador adecuado y de ciertas modificaciones. Su auténtico núcleo
en cuanto a la “adecuación” de la imposición de la pena por determinadas lesiones del D. no está
en duda. Y es válido para menoscabos de la mayoría de los bienes individuales pero también
lesiones de bienes universales fundamentales.

Este pto.partida debe tenerse en cuenta en las reflexiones sobre nuevas penalizaciones y otras
que existen y son problemáticas. El baremo para juzgar ambas cosas no es un criterio teórico
parcialmente adecuado o personalmente considerado correcto. Sí lo es, lo común a esta materia
observada desde el pto.v. sancionabilidad aunque la característica común sea una determinada
importancia básica derivada de la importancia de los D. y bienes afectados de las “realidades”
reconocidas.

Este procedimiento de análisis de la materia reconocida del D. penal y de una continuación


orientada a ella se practica permanentemente y no se mira mal sobre todo en la adaptación de
tipos penales a las cambiantes condiciones de vida y ampliación a nuevas formas ataque.
También desde el pto.v. metodológico constituye un criterio adecuado cuando se quiere valorar
la criminalización en estadios previos o tipos delitos o estructuras delitos utilizados por el
legislador moderno: delitos peligro, de mera actividad, de acumulación. Ellos pueden aceptarse en
la medida que sean comparables con el material reconocido, es decir, con el núcleo. Serán
problemáticos cuando esa compatibilidad no exista.

Si con este criterio se evalúan los tipos modernos del D. penal que adelantan punibilidad de los
delitos clásicos de resultado (sobre todo dolosos) ciertos tipos son inobjetables desde el pto. v.
legitimación especial sucede con los delitos peligro concreto en que el injusto de la acción coincide
con los delitos lesión. El injusto del resultado no se corresponde con el de los delitos lesión pero
sobrepasa al de la tentativa y como la conversión de la situación de peligro en lesión es una
cuestión casual? este injusto del resultado cuando se trata de la puesta en peligro de bienes
importantes incluso por imprudencia es suficiente para comparar con el núcleo delito lesión.

En los delitos de peligro abstracto no hay un desvalor del resultado como lesión del BJ o puesta en
peligro del mismo pero el injusto de acción puede ser significativo y permitir la legitimidad de la
pena en vista de su importancia en comparación con las acciones que comportan producción de
lesión del BJ o su amenaza. Ello es así en todo caso para las conductas en cuya ejecución (ex ante)
es una cuestión de mera causalidad el que se lleguen a producir lesiones relevantes de BJ
importantes que puedan implicar su destrucción (Frisch dice debiera reducirse los tipos descritos
con tanta amplitud).

El ámbito auténticamente problemático lo integran los tipos que no cumplen siquiera con este
último requisito. Sucede no solo en los casos de conductas que infringen algún tipo de
regulaciones formales que se establecen en el estadio previo de la lesión a determinados BJ para
su protección formalizada, sino que también pertenecen a este ámbito los tipos que exigen una
relación material negativa de la acción para con el BJ, como puede ser una cierta peligrosidad o
menoscabo pero se conforman con exigir muy poco. Ej. D. penal Medioambiente cuando se
castiga la “sin autorización”. Y cuando se conminan con pena conductas que implican modificación
del medioambiente como si fueran de resultado pero que por sí solas solo tienen como
consecuencia una reducida lesión y a veces sin efectos duraderos. No se trata únicamente del D.
penal del Medioambiente, otra serie de tipos que protegen bienes universales también se
caracteriza porque el hecho de la concreta conducta no puede por si sola poner el peligro grave el
bien o destruirlo: puesta en circulación moneda falsa. En este caso una puesta en peligro solo
ocurre si hay un cúmulo de tales hechos.

3.- Desde esta perspectiva no es sorprendente que en el debate sobre la legitimación de la pena
estatal en relación con los tipos de esa naturaleza se haya introducido el pensamiento de la
acumulación de aportaciones, que por sí no representan peligro relevante para lesionar ciertos
bienes, especialmente Medioambiente. Pero en qué medida la referencia a la acumulación es
suficiente para legitimar el castigo cuando conductas aisladas no ponen en grave peligro ni
lesionan bienes, eso esta todavía en discusión.

Frisch estima sobre este aspecto que la idea de la acumulación no puede emplearse con la
posibilidad de lesiones por parte de terceros, convertir lesiones insignificantes en una lesión de
BJ que se califique de grave en sí misma porque el que obra lesionando o poniendo en peligro el BJ
de forma solo limitada, no es responsable de posibles lesiones provenientes de terceros. De
consiguiente en la concreción del desvalor de la acción de su conducta no puede añadirse la
cualidad negativa de la propia conducta las lesiones de bienes que provengan de terceros. Si es
que debe tener alguna relevancia, el pensamiento de la acumulación solo puede tenerla fuera del
ámbito de la determinación del injusto y de la importancia de la conducta. Podría ser relevante
desde el pto.v. de la necesidad y adecuación de la sanción “pena” y bajo ella una triple condición:

- Aunque los hechos aisladamente considerados poseyeran escasa importancia en número


considerable pasaran a convertirse en autentica amenaza.

- Apareciera como realista y no pudiera evitarse sin recurrir a la imposición de pena.

- El propio bien amenazado de tal modo acumulativamente fuera tan importante que
estuviera justificado imponer pena para su protección o para evitar la amenaza.

Una persona racional que pudiera conocer estos aspectos no debe poder objetar el castigo
evitable por él y decir que es desproporcionado.

Si se respetan estas condiciones la persona recibe lo que es adecuado porque no existen


reacciones eficientes de menor intensidad y la renuncia a la pena es lo inadecuado en relación con
la conservación del bien. Frisch da como ejemplo la falsificación moneda.

Aunque para la acumulación de pequeñas infracciones debiera bastar el D. administrativo.

Agrega que la alta tasa de sobreseimientos de realizaciones típicas de escasa importancia en el


caso del Medioambiente prueba que la praxis jurídica tampoco acepta ampliaciones de punibilidad
tan fácilmente.

Es necesario más discusión y atención.

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