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UN

Dora Lucía
Porte

CAMINO
HACIA
LA
EL CAMINO QUE
NOS CONDUCE
A DIOS, AL PERDÓN,
A LA VIDA.

LUZ
UNDORA LUCÍA PORTE

CAMINO
HACIA
LA
EL CAMINO QUE
NOS CONDUCE
A DIOS, AL PERDÓN,

LUZ
A LA VIDA.
Queda hecho el depósito que determina la
ley 11.723
ISBNº 987-43-8170-1
Dora LucíaPORTE
Nació un día de invierno del 02/07/36.
Su niñez feliz, su adolescencia plena,
pero difícil su vida cuando mujer, colmada
desacrificios y sufrimientos, tal vez aquellos
que Dios puso en su camino para darle
fuerzas y sabiduría, templanza y valor para
dedicarse no solo a dar amor y protección a
sus hijos sino a todos los que en esta tierra
sufren y necesitan mejorar su espíritu, ca-
nalizar bien sus energías y curar su cuerpo.
Dios privilegió a esta mujer que decidió
estudiar y profundizar el plano espiritual y
energético para ayudarnos a pasar por esta
vida de una forma más placentera.
En 1984 recibió el certificado sobre el
curso de energía de las Formas - CEMPSI.
En 1991 en el colegio de Profesionales
de la Parapsicología se recibe de Parap-
sicóloga.
En 2001 se recibe como Maestra en
Reiki.
Así
SOY YO
Soy una flor, de corta vida,
casi fugaz.

Mi aroma eterno,
mi alma toda, mi amor es pleno,
la paz profunda.

No pido nada que sea grande,


sólo pequeño, sólo el Amor.

Éste me nutre, me da la vida,


me da alegría, me da valor.

Aunque me azote
un fuerte viento,
en mis semillas
-resurgiré-
Pablo, mi esposo.

Juampi y Brisas, dos pimpollos


que recién nacen.

Dedicado a mi hermana, a
todos mis hijos en especial a
Viviana, a mis nietos:

Paola: brillante y triunfadora


Laura: dulzura, inteligente
Florencia: traviesa
Maximiliano: un ser especial, con
mucha luz
Gabriela: bella y brillante
intelectualmente
Fabián: maduro
Fernando: tierno, inquieto
Matías: especial
Verónica: callada, espiritual y fina
Gisella: dando siempre amor.
Y a un gran amigo, que Dios puso
en mi camino, haciendo realidad
mis sueños.

A la compañía de mi vida, a los


maestros que me dieron sabiduría.

A Dios,
que me inspiró y dio la vida.
Prólogo
H ace más de quince años, vino
a mi consultorio con un perro muy vie-
jo, que creo que llegó a esa edad por el
amor y la energía que le daba Dorita.
En un instante nos reconocimos
como que llevábamos siglos de amis-
tad.

Yo soy el veterinario de sus cin-


cuenta mascotas, y ella, la médica de mi
alma.

Hace ya cuatro años, en una de


sus visitas, me dijo: "Te vi caminando en
Londres con una campera azul y, creo,
con rayas verdes. Hacía mucho frío".
Quince días después me llegó la invi-
tación del club La Salle de Buenos Aires
para visitar las islas británicas.
Y en ese enero caminé por Lon-
dres con una campera azul con rayas
verdes y blancas.

Este libro no es un libro "común",


es un libro "distinto" y sé que por
muchos años el lector va a poder cap-
tar muchos mensajes de amor y energía
positiva.

Toda la suerte y mis mejores de-


seos a esta "maga blanca", amiga y
buena consejera que tengo el gusto de
disfrutarla y consultarla como ella a mí
con sus mascotas.

Sergio de la Torre
Preliminar
E ste libro a través de sus rela-
tos, pretende entrar en el espíritu de
cada uno de los lectores y hacer rena-
cer los valores perdidos de la sociedad:
el Amor, la fe, la confianza, la bondad
de corazón, la caridad, la solidaridad, el
perdón.

Valores que sólo podrán encon-


trarse si se produce el acercamiento a
Nuestro Ser omnipotente: Dios, energía
pura que nos dio la vida, nos imprimió
el alma y nos marcó un camino al que
pocas veces seguimos, turbados por la
vanidad de este mundo.

La nueva era se avecina en donde
el reino espiritual será el protagonista
del cambio de la persona.
A medida que se introduzca en
"Un camino hacia la luz" si lo hace con
elevación y entrega logrará mejorar sus
hábitos y adoptar los valores que están
en el Amor Divino.

Un enviado de Dios,
un ser angelical, lleno de luz,
había llegado a la tierra,
mandado con el propósito
de observar si estaba
cumpliendo el
AMAOS LOS UNOS
A LOS OTROS...

Empezó su camino
siendo visible para unos
e invisible para otros,
comenzando su grandiosa misión...
"Ver es creer,
pero sentir
es la verdad"
Thomas Fuller M.D.

CAPÍTULO I
19

ASIEMPRE
mor de

Llegaste a mi vida, te reconocí


el hombre esperado
de todas mis vidas.

Dos almas muy viejas,


dos almas gemelas, que el amor unió.

No habían papeles,
sólo el compromiso:
Formar un hogar.

Tú fuiste sincero, yo también lo fui,


pasión y ternura
colmaron mi vida.
20

Me apoyé en tus hombros


fuertes y seguros.

Fuimos tan felices!


Y una casa grande
se llenó de risas,
de niños pequeños,
de adolescentes.

Los años pasaron...


Copos de nieve cubren tu cabeza,
tu paso es muy lento,
te tiembla la mano
a veces rezongas
gratitud inmensa,
por estar en mi espacio

Yo te sigo amando!
21

L o primero que vi fue una peque-


ña, vieja y solitaria plaza con bancos de
cemento y algunos árboles de gruesos
troncos demostrando sus años, vesti-
dos por hojas verdes, otras doradas. El
otoño reinaba, presagiando el espacio
con su llovizna.

La gente que pasaba lo hacía de-


prisa, los pájaros se habían protegido
bajo las hojas de los árboles y a sus pi-
chones cobijaban.
En ese correr de mirada, te vi,
allí estabas sentado sobre un banco,
sin darte cuenta que llovía, tus brazos
apoyados sobre las piernas, tus manos
sostenían la cabeza, encorvado como
sosteniendo todo el peso de la espalda.

Me aproximé y te pregunté:
- ¿Puedo sentarme a tu lado?
Tu respuesta fue irónica:
- La plaza no es mía!
22

Proseguí:
-¿Cómo te llamas?
Y levantando la cabeza no contestaste,
sólo escuché casi un gruñido. A partir de
aquí te llamaré amigo.
-Amigo ¿qué te ocurre?, ¿por qué es-
tás así?
Y abriendo los brazos muy enojado:
-¿Te parece poco?, perdí mi empleo,
mi hogar, no tengo nada! (Mientras
sus lágrimas se entremezclaban con el
agua).
Seguí preguntando:
-¿Crees en Dios o en algo superior?
Contestó como casi todo el mundo:
-A veces sí a veces no. Pero si está, a
mí no me escucha.
-Me permites que tengamos una
charla (la lluvia ya era intensa). Te in-
vito a que nos sentemos allá (señalé el
lugar, era el refugio de peatones, me
miró asintiendo con su cabeza y nos di-
rigimos a ese lugar).
23

Ya cómodos, sentados y abrigados con-


tinué:
-¿Cómo sabes que estás vivo? Me
miró sin comprender la intención de la
pregunta.
-Yo te diré. Por tus venas corre
la sangre, sientes los latidos? ¿Sientes
tu corazón? Corre vida y eso te indica
que lo estás, Dios es vida y la vida de
Dios está en ti y en una pequeña parte
de tu ser está el niño interior, el hijo
angelical, la porción divina del mar de
Dios, ya que eres imagen y semejanza
de Él, poder y creatividad. Piensa que
se aloja en tu interior, que con cada
respiración inhalas amor,exhalas amor,
que en este silencio de unión eres uno
con Dios, porque estás libando el dulce
néctar.

Mi amigo ya empezaba a prestarme más


atención, proseguí:
-"No sigas debatiéndote en el
24

dolor, que te lleva cual tornado en esa


fuerza voraz que te eleva de un lado
hacia otro, como un papel golpeándote
en todas direcciones. Pon esa fuerza en
reversa".

Mira en la vida te encontrarás con


varios desafíos, no importa la cantidad
sino la forma en que tú los tomes, de
acuerdo a la consistencia, al valor, a la
fe, a enfrentarlos, esforzándote un poco
cada día, entregándote por completo a
aquellos ideales que uno tiene dentro,
que nada ni nadie te impida cumplir tus
metas. Que en cada acción pongas lo
mejor, ya que tienes la suerte de estar
vivo y poder hacerlo.

Debes agradecer todo lo que te


tocó vivir porque te ayudó a crecer. Que
tienes la oportunidad de ayudar y ser
ayudado, compartir alegrías, lágrimas,
de aliviar tus penas o sacar de la aflic-
25

ción a otros; unirte a la magnificencia


de Dios, sabiendo que eres parte de Él
lograrás estar mejor.

Recuerdas? Cuando eras un bebé


y estabas dando tus primeros pasos, te
caías y volvías a intentarlo hasta que
aprendiste a caminar. Bien, vuelve a ser
ese niño, un niño amado por tu Padre,
que te abraza con los rayos del amor y
te dice levántate, sigue aprendiendo
a caminar por la vida. No te juzgues ni
juzgues. (En ese momento la lluvia es-
taba cesando, entre las nubes el sol y
presagiando ese instante, el arco iris)
aprovechando ese marco le dije: ̵ Así
como ese arco iris síguelo, llega hasta
el final y encontrarás el cofre de la feli-
cidad.

Me miró sonriendo y llevándome


esa sonrisa, seguí mi camino...
26

Meditación
T odas las enseñanzas te dicen que lo
primero que debes hacer en las maña-
nas es una meditación, conectarte en si-
lencio con Dios (sino trata de hacerlo en
el transcurso del día), luego agradecer
este nuevo día que Dios te regala, sentir
gratitud por todos los dones que se te
han otorgado, agradece, no te quejes si
está nublado, si hace demasiado calor
o frío; sigue agradeciendo y piensa que
hoy es un día espectacular y grábatelo,
dilo con convicción y piensa qué rega-
lo te darías hoy; luego ve a la ducha y
mientras el agua limpia tu cuerpo usa
tu imaginación, que estás limpiando tu
mente, que esa agua sale oscura, sacan-
do todas las impurezas de tu pensam-
iento, hasta que sientas que está clara
que te sientes liviano que irradias luz
tal como si fueras pare del sol. Ahora
27

sonríete y trázate lo bueno que quieras


alcanzar o hacer por ti o por alguien.
Y si alguien te pregunta ¿cómo estás?
Contesta con audacia: espectacular o
fantástico.
Aprende a comprender que es im-
portante no guardar rencor por nada ni
por nadie, aperdonar y perdonarte para
que tu vida resulte más fácil, que en este
camino que transitas, con los seres que
te encuentres, tienes que compartir lo
bueno y lo malo, porque son los maes-
tros que nos enseñan y que de acuerdo
a la calidad de la intensidad emocional
que le pongas en esos instantes será
como vivas a partir de ese momento.
Si te ciega el odio o el rencor eso
es lo que volverá a ti, si iluminas con el
amor del perdón, tú serás el iluminado,
si bendices, tú serás bendecido.
Quiera Dios que la Luz del Amor
siempre esté contigo.
"Sólo con el corazón
puede verse
correctamente.
Lo esencial es invisible
al ojo humano"
Antoine de Saint-Exupéry

CAPÍTULO II
31

V iajando por los rincones de esta


tierra llegue a un lugar muy bello, ob-
servé a una niña pequeña de unos tres
años, de ojos azules, con rubios rizos.
Jugaba, se reía, saltaba en el jardín flo-
rido y de árboles frutales. Su casa, en
la colina, pintada de blanco, ventana-
les con estampadas cortinas, el tejado
de un naranja amarronado.

A lo lejos, impetuosas, las monta-


ñas cubiertas de nieve y por sus laderas
el sol dejaba correr alguno que otro hi-
lo con destino al verde valle, que termi-
naba en un encantadolago. Ese paisaje
era tal cual el cuadro pintado por el más
talentoso artista.
En ese momento la puerta de la casa
se abrió, apareció su madre, la niña
al verla cortó una flor y corriendo las
llevó a su madre, quien levantándola y
apretándola hacia su corazón devolvió
con un beso en tan rosada y tierna me-
32

jilla, por tan loable intención. Y feliz


seguí mi viaje...

Ese viaje que me detuvo en una gran


ciudad, luces, ruidos de bocina, perso-
nas que iban y venían, tránsito intenso;
mientras veía un anciano con lento an-
dar esperando el cambio de la luz del
semáforo para cruzar la calle, un joven
se coloca su lado y le ofrece acompa-
ñarlo, cual lazarillo lo toma del brazo
cruzando la transitada avenida, ya en
el otro lado se despiden con sonrisas. Y
en esa pequeña y gran acción estaba la
grandeza de un ser.

Continuaba el largo viaje, el ruido era


lejano. Esto indicaba que me acercaba a
un pueblito de casas bajas. Anochecía,
las luces encendían.
De repente miré, era una casa de
dos plantas, era el hospital del pueblo.
Dentro, un médico cansado, aguardan-
33

do la hora de su retiro, pensando en


un baño caliente, una cena liviana, el
descanso. Mientras se despedía de to-
dos rumbo a su hogar, su vocación lo
obliga a regresar porque en ese mo-
mento ruidos, gritos entremezclados
de auxilio y dolor. Ha ocurrido un acci-
dente, aquel médico examina la víctima
y ordena:"al quirófano" .

Preparan todo, lava sus manos,


coloca los guantes, el guardapolvo, co-
mienza la lucha de salvar una vida. Su
cansancio era grande, pero más grande
su responsabilidad y el valor que le da a
una vida.

Las horas pasan, sus familiares espe-


ran, el comentario en los pasillos " fue al
salir de una mina, él era el último y una
viga falló, y se le cayó encima". Otros
comentan "logramos sacarlo pero muy
golpeado". Más allá, su esposa, los hijos
34

lloran suplican a Dios. Las horas pasan,


la angustia crece, y es en ese momento
cuando el médico aparece, ojeroso, con
brillo en sus ojos y una sonrisa: "Está
fuera de peligro".

La esposa del paciente besa las


manos del facultativo, se le escucha
decir"gracias, gracias". Y el médico
con la humildad de los grandes les dice
"por favor, sólo cumplí con mi deber".
Su corazón rebosa de júbilo y se mar-
cha a su casa sintiéndose bien.

Luego de esta lección,


sigo mi viaje.
35

Un día
CON DIOS
D esperté una mañana
y allí estaba DIOS.

Sentí la frescura del agua


en mi cuerpo,
sentí los latidos de mi corazón
y allí estaba DIOS.

Con andar liviano y ropas


muy sueltas, el jardín me habló,
su aroma de tilos impregnó mi alma
y allí estaba DIOS.

Una rosa roja y llenaba su cuerpo


de brillantes perlas
de dulce rocío
y allí estaba DIOS.
36

Un niño en la calle con mirada tierna,


Me miró sonriendo y en esa sonrisa,
allí estaba DIOS.

Las horas pasaban, el tiempo volaba


y yo regresaba de tan lindo día,
cantando feliz,
y al abrir la puerta, el olor a leños
con calor de hogar,
mientras en la cuna dormía tranquilo
un bebé pequeño,
cual si fuera un ángel
y allí estaba DIOS.

Al mirar al cielo desde mi ventana,


divisé una estrella,
observé en silencio llena de emoción
que en todo momento...

allí estaba DIOS.


37

Meditación
A prender a amar y amarnos a
nosotros mismos, y a cuidar tu cuerpo,
tener fortaleza espiritual, sabiduría,
dando lo mejor y obtener lo mejor, sig-
nifica que tú debes amarte y en la me-
dida en que estés dispuesto a ha- cerlo,
no el amor egoísta sino el amor que se
da primero todo, empezando por ti.
Acepta merecer lo mejor, a sentir qué
valioso es vivir.
AMOR: Es dar sin condiciones a ti,
a tus seres amados, a tus amigos a todos
los seres que se crucen en tu camino, a
los animales, a las plantas, a tu hogar, al
planeta, a todo lo que en este momento
está en tu mundo.
Sentir ese deseo de ayudar, deseo
que te hace tan feliz, es cuando alguien
te necesita, decirle una palabra de
afecto y de apoyo y darte cuenta que
38

le has cambiado la pauta, que lo estás


conteniendo y empieza a ver las cosas
de otra manera.

Amar a Dios y
agradecer
la maravilla de respirar,
sentirte vivo.

Ahora vamos a hacer un ejercicio:


Entra en silencio, relájate, respi-
ra y exhala tres veces seguidas, respira
con calma, quédate en esta meditación
durante siete minutos... Y ahora usan-
do toda tu imaginación, que dispones
hacer un viaje, del cielo va llegando
una burbuja ya está en el suelo. Te des-
pides de tus seres queridos con besos
y alegría, no llevas equipaje, la puerta
de la burbuja se abre y entras, observas
que tienes una ventana y que está llena
de regalos, flores, besos, gratitud, ter-
nura, comprensión y todo lo que puedas
39

imaginar. La puerta se cierra, comienza


a elevarse, así comienzas tú viaje, bas-
ta recorrer todos los lugares, dando la
vuelta al mundo (recuerda que en la
imaginación opensamiento no existe
tiempo ni espacio), abres la ventana,
respiras profundamente el aire mara-
villoso que te envuelve y observas tu
hogar, tus vecinos, dejando caer en to-
dos los lugares un regalo, tu provincia,
tu país, los países del mundo y sigues
haciéndolo en todos los sitios que tú
quieras. Han pasado quince minutos, ya
estás regresando, has dado hasta el úl-
timo de los regalos, estás emocionada,
extasiada.
La burbuja empieza a descender ya
estás en tu lugar de partida, estás to-
cando suelo, se abre la puerta y al des-
cender sorpresa, te están esperando los
regalos más regocijantes que pue-das
imaginar, amor, gratitud, ternura y tus
seres, bienes materiales, dinero, auto,
40

libros, etc... Todo lo que siempre qui-


siste: ¡Hoy que ha sido otorgado!

Sonríe gozosamente o satisfactoria-


mente y dar las gracias a Dios por con-
cedertelo, porque tus deseos son una
realidad.

Comienza a salir de nivel llevándote


toda tu programación ya realizada.

Estás recibiendo tú cosecha.


"Es la mente la que hace
el bien y el mal,
la que hace desgraciado
o feliz, rico o pobre"
Edmundo Spencer

CAPÍTULO III
43

V iajaba por el cielo azul, de pronto


algo me llamo la atención, bajé era un
bosque, miré alrededor, obsevé una
vereda natural, al costado un tronco
añoso quebrado tal vez por una tor-
menta, me sirvió de asiento.

Contemplé la arquitectura pura de


inmensurable belleza, imponentes ár-
boles, vegetación exuberante, flores
silvestres de diferentes colores, pájaros
que llenaban con su trinar todo el lugar,
vibrando como una melodiosa arpa, de-
leitando mis angélicos oídos. Esto es la
ilimitada omnipotencia de Dios.

Una tela de araña detiene mi mira-


da, cual diseño de una gran costurera
se destacaba entre la maleza y pensé
que cada ser átomo de energía e infor-
mación al igual que esa tela, con sus hi-
los invisibles “nos unen”, se interconec-
ta con sus propios hilos, con el de los
44

demás, con los hilos de todo lo que nos


rodea y con los hilos del cosmos. Cada
uno es una unidad pero todos forman
uno y las consecuencias de unos recaen
en todos y cuando mejoran a uno, una
estrella brilla en el cielo, porque se ha
ayudado a todos.

Mis ojos juguetean con una hoja do-
rada que va cayendo en forma de zig-
zag, la tomo entre mis manos, de pronto
siento pasos y advierto que un anciano,
con andar pausado, llevando un bastón
que le sirve de sostén, se aproxima. Nos
miramos, sonreímos y una atracción
mutua nos envolvió. Me pongo de pie y
le pregunto si puedo acompañarlo, asi-
ente con su cabeza, yo sigo hablando:
-”A menudo viene por aquí?
Respondió: -¡No! Es mi primera vez,
ya que soy un peregrino, un viajero in-
cansable, me apasiona ver las maravi-
llas de la creación pero quiero llegar a
45

pasar la noche en alguna cama cómoda


de algún pueblito cercano.
Al andar, la vereda angosta se bi-
furcaba, el anciano detuvo su cami-
nar, respirando se quedó en silencio
unos minutos, puso su mano sobre su
corazón y luego dijo: “Este es el camino
que tengo que seguir”. El ángel intriga-
do preguntó: “¿Cómo sabes que este es
el camino que te llevará hasta el pueb-
lo?”. El anciano con una sonrisa llena
desabiduría me dijo: “Le pregunté a mi
ser interno, puse mi mano en el corazón
y los latidos suaves y armoniosos indica-
ban que era la decisión correcta, de lo
contrario habría sentido desasosiego”.
Miré a ese ser que era paz y ternura y
nos despedimos con un “ya volveremos
aencontrarnos”. Era un nuevo ángel.
Seguí mi camino envuelto con ese
candor.
46

Meditación
D ios es uno solo, no importa el
nombre, todos somos parte de él y todo
forma parte de ese todo.
En nuestro interior está la fuerza, la
energía palpitante, aquella que puede
aconsejar y, que siempre deberíamos
escuchar.
Y te otorgó en su gran generosidad
un cerebro maravilloso dotado de la
mejor de las computadoras (aún no in-
ventada), poderosa, archiva todo, con
una información y que de acuerdo a la
intensidad emocional en los distintos
programas eso se desarrolla, respondi-
endo en forma similar a lo archivado.
Por eso es que seguimos pasando en-
diferentes circunstancias o diferentes
personas, las mismas sensaciones y ex-
periencias, hasta que no cambiamos la
pauta, eso continúa.
47

Es importante llenarnos de pensa-


mientos de amor, bondad, gratitud,
porque eso aflorará, nada se pierde,
todo vuelve.

Ahora realizaremos un ejercicio que
nos ayudara, es el siguiente:

Vas a entrar en una habitación en la


cual hay un pupitre blanco, sobre el se
ven cuadernos, uno está escrito y nu-
merado, los números empiezan en la
última página. (ej. Nº1) y así sucesiva-
mente hasta llegar al número de años
que tengas; el otro cuaderno está en
blanco, una lapicera, una goma.

En la pared frente al aciento hay un


pizarrón blanco, a las otras paredes le
vas a dar el color que prefieras.
Entra en silencio, relájate, respira y
exhala tres veces seguidas, haz medit-
ación de siete minutos...
48

Ahora coloca tu mano sobre tu corazón


y pide que te guíe cuando sientas que
tus latidos son suaves, armoniosos. Pon
tus manos sobre los cuadernos.
Comienza a recorrer el cuaderno y
anota en el otro los números que llama-
ron su atención, quiero que pienses qué
pasó a la edad de los números elegidos,
si fue negativo toma la goma y borra el
efecto y en la causa con el perdón.
Si son recuerdos gratos, con grati-
tud. Cuando termines deja los cuader-
nos y observa el pizarrón, allí está como
si fuera el mejor de los artistas que hu-
biera dibujado feliz, con toda una son-
risa de satisfacción de luz y amor, qué-
date un tiempo gozando de esto y luego
vas a salir de la habitación volviendo a
tu lugar.

Sintiéndote libre de la causa y el


efecto de las cosas del pasado.
49

N

ació el
AMOR
U n ángel guardián,
celoso
cuidaba la más bella obra
de la Creación
palacio dorado,
rodeado de estrellas.
Perlas cultivadas con exquisitez.
Trompetas al viento,
vaya algarabía que el cielo creó.

Había llegado
la Presencia Plena.
La huésped amada y
siempre esperada.
La dulce paloma,
tocando a los seres en esa unidad.
La energía pura
que se llama AMOR.
"Has cambiado
mi lamento
en baile;
me quitaste la ropa
áspera y me vestiste
dealegría"
Salmo 30:11

CAPÍTULO IV
53


EraMAMÁ
C anta la alondra,
corre la voz
la tierna niña se hizo mamá.
Con los gorjeos de sus retoños
cuánta alegría, reboza en júbilo...
Era mamá

Uno por uno, fueron llegando


llenando el mundo de su mamá.
Fueron creciendo,
ella también
amor sin límite, lo daba todo
horas de esfuerzo,
noches sin sueño...
Era mamá
54

Los desafíos,
que fueron muchos,
con entereza y valentía los conquistó
Era mamá

Tal vez muy parca


para expresarse
eran sus hijos
lo más valioso que Dios le dio
Era mamá

Benditos plenos, hijos queridos,


en ese otoño ya de mi vida
todos adultos y ya maduros.

Que este torrente de amor


tan purol
es llegue a todos
como una luz.
55

C ontinuaba con mi andar. Pasé


por un extenso campo, el trigo recién
cortado, el olor embargaba el aire, al-
gunas frutas en las plantas, tal vez para
semillas, eran balanceadas por el vien-
to.
Andando, me detuve en una calle de
tierra, piedras a los costados, varias ca-
sas, en una de ellas se encontraba una
mujer mayor sin ser anciana, como era
mi costumbre la saludé y comenzamos
el diálogo.
Por el tono de su voz suave, firme y
segura, con ojos llenos de ternura como
asomando su alma, sabía que esta char-
la sería provechosa. Ella me dijo: “¡Qué
hermoso día!”. -“Sí, espléndido” le con-
testé, y -“Siempre tienes esa sonrisa y
esa afabilidad!”; -“casi todo el tiempo.
Doy gracias por todo lo que tengo, mi
amor hacia Dios es inmenso y se irradia
hacia todos, tengo tanto amor para dar
y esto me hace tan feliz”.
56

-”¿Siempre fuiste así?”


-”No, las lecciones de la vida me en-
riquecieron, te contaré algo. Mi vida
fue aprender sobre lo bueno, sobre lo
malo y mis experiencias las volqué en
dar siempre lo mejor de mí, mi fe crecía
sintiéndome cerca de Dios, y ayudando
a quien lo necesitaba, a quien pedía
una palabra de afecto, una oración, una
meditación, en ese transcurso crié a
mis hijos y otros hijos que llegaron a mi
vida, recogí animales, les busque casa,
y otros quedaron en mi hogar cada vez
me interiorizada más estudiando y ad-
quiriendo conocimientos. Sabiduría era
siempre mi pedido.
Pasó el tiempo, mis hijos crecieron,
mi vida espiritual crecía pero la vida me
tenía reservada la más grande y dolo-
rosa de las pruebas. Un día vinieron a
decirme que una de mis hijas estaba
mal. Ella estaba un tanto distanciada de
mí. Fui al hospital, me acusó que por mi
57

culpa se iba a morir.


Ya que no era el momento no aclaré
la situación, la besé, llegaron los médi-
cos decidieron llevarla al quirófano, la
operaron, la trasladaron a la sala de re-
cuperación. Pasó una semana, la cuida-
mos día y noche. Allí una pared nos
separaba. Lo que nunca supe si alguien
le avisó que estuve, o si ella quería ver-
me, oré, pedí por su salud en cuanto
lugar podía. Yo decía: “se va a salvar,
Dios siempre me escucha”.
En esa noche la enfermera nos dijo
que al día siguiente la trasladarían a
sala común y que allí podríamos verla,
entonces decidí ir a casa. A la madru-
gada me avisaron que había muerto.
No pude llorar, miraba ese cuerpo
que había pertenecido a mi hija y no
podía perdonarme y cuando enterré
ese cuerpo pronuncié estas tremendas
palabras:“Dios, no me escuchaste, hoy
también entierro a ti”.
58

Pasaron los días, me sentía abru-


mada, culpable, no escuchaba a nadie,
nada me daba sosiego, no dormía, ape-
nas probaba bocado, así los días trans-
currían.
De repente, sentí la necesidad de
pedir perdón a Dios, pero todavía re-
sentida, le impuse una condición: “Si
quieres que mi fe vuelva necesito sentir
tus palabras o las demi hija”.
Ella suspiró profundamente y con-
tinuó: esa noche me recosté sobre la
cama con almohadones casi sentada.
Sentí algo inesperado, mi cuerpo yerto,
mientras mi alma viajaba vertiginosa-
mente, como una burbuja y me encon-
tré en un lugar, imposible de describir,
lleno de luz, nubes nunca vistas y allí es-
taba mi hija en su cuerpo etéreo, cerca
de ella había mucha gente de blanco.
Le pregunté: “¿Estás bien?”. Ella
me sonrío y no sé qué más ocurrió,
porque repentinamente me encontré
59

en mi cuerpo. Pedí perdón y sentí que


nada me pertenecía, ni lo material, ni
mi cuer- po, ni mis hijos eran míos, sólo
yo los había engendrado, pero sólo Dios
daba energía a mi vida y que cada ser
es res- ponsable de esa energía que de
acuerdo a cómo la use acorta o pro-
longa su vida y en esa elección entendí
que tenía que aprender a ser humilde,
sacar la soberbia, la vanidad y aceptar-
las cosas como se presentan porque
todo le pertenece a Dios, porque todo
es un Orden Divino. A partir de allí mi
comprensión y amor se multiplicaron y
he aquí mi paz interior trascendida en
sonrisas”.
El ángel besó la mejilla humedecida
por una lágrima de esa mujer, y en esa
grandeza de amor como si fuera una
pequeña brisa, una caricia, como un
pequeño soplo divino, seguí mi cami-
no...
60

Canción de
CUNA
D uérmete mi vida.
Duérmete dulzura.
Un hada madrina al cielo voló
dejando una estela y, un niño llegó
dulce nieto mío,
calmaste el vacío de mi corazón.
Sonriendo llegaste vibrando de amor.
Sembrando ternuras a tu alrededor.
Tu madre temblaba llena de emoción
teniendo en sus brazos
tan bello, tan bello.
Rayito de luna. Rayito del sol.
Calla tus gorjeos, cierra tus ojitos,
ponte ya a dormir.
Que un ángel del cielo te protegerá.

Duérmete mi niño,
duérmete mi amor.
61

Meditación
C arta para mis seres queridos,
mis hijos, mi familia, mis amigos a to-
dos los seres queridos que ame y me
amaron:
“El día que yo parta, no se angus-
tien, piensen que sólo se ha termina-
do mi estadía en este planeta y que este
bendito cuerpo (al cual estoy muy agra-
decida) que sólo me sirve para mover-
me en la tierra y que debe cumplir su
ciclo desintegrador. Yo seguiré viva, en
otra forma, seguiré viva en sus charlas,
en sus recuerdos, en las vivencias que
pasamos, en mis escritos.
Piensen que seré libre, que po-
dré estar en una flor, en una estrella, o
en un capullo que me permita descan-
sar el sueño eterno, que me abraza-
rán los rayos del Amor de mi Padre.
Recuerden que fui muy feliz, que in-
62

tenté hacer de este mundo, un mundo


mejor, que puse lo mejor de mí, que
lloré de alegría o por dolor, que reí por
mis alegrías o por las alegrías de otro
(no sé cuánto logre, puse lo mejor de
mi, intentándolo).
Que desnudos llegamos y desnudos
nos vamos y sólo dejamos las obras que
hemos realizado y sólo nos llevamos
en nuestro equipaje, el aprendizaje, las
buenas o malas acciones que hemos
cometido física, mental o espiritual-
mente.
Pido perdón a Dios en primer lugar,
pido perdón a todos, a quien sin querer,
pude ofender.
Y bendigo a todos por la ternura, el
amor que me prodigaron, la felicidad de
sentirme tan querida, a la casa que me
cobijo, a mis animalitos, a mis plantas,
todo esto que tuve en mi vida y amé.
Pude contemplar las bellezas de
este mundo, sus verdes, sus coloridos,
63

sus aromas, su cielo, sus montañas, sus


ríos.
Mi agradecimiento eterno para
todo y todos; y mi especial agradeci-
miento a Dios por darme vida, experi-
encias, sabiduría y esta oportunidad de
crecer espiritualmente.

“¡Que el Amor de Dios
los envuelva!”.
"En cada momento
decisivo, puedo dar
y recibir bendición"
Unity

CAPÍTULO V
67

Un nuevo día tenían la tierra en


ese caminar llegue al mar, profundo,
majestuoso, donde la mirada se perdía,
sus olas agitadas en ondas espumosos
llegando hacia la orilla, salpicando con
fuerza, demostrando su grandeza, algu-
nas gaviotas volaban acercándose para
llevar alimento.
Allá a lo lejos, el horizonte, como si
naciera en el mismo sitio, el sol iba aso-
mando cual línea imaginaria, sus rayos
atravesaban el agua, dándole matices
de colores, verdes, azules, amarillos,
naranjas; estremecido ante tanta mag-
nificencia, contemplaba sin cansarme.
El aire fresco se tornaba cálido, a
medida que un sol radiante avanzaba
como un poderoso rey, iluminando,
tocando con mágicas y ardientes varas
todo el espacio. Era el tiempo de la
llegada a la playa de los primeros visi-
tantes, la arena caliente, las piedras
brillaban. Es así como la playa estaba
68

colmada, se veían mantas, sombrillas,


toallones, era todo algarabía. Un grupo
de adolescentes tendieron una red para
jugar al beach vóley, los niños ayudados
por sus padres hacían castillos de arena,
otros semojaban en la orilla, los esposa-
dos nadaban mar adentro, todo era risa
y felicidad.
Cerca de mí llegó una pareja, pa-
dres jóvenes con tres niños, la madre
extraía el más pequeño en sus brazos,
tendieron una manta y una sombrilla,
en la cual colocaron una especie de cor-
ralito, acomodaron al bebé para que
jugara sin peligro, los otros dos decían:
“yo quiero ir a nadar”, la niña decía:
“No, a mí me da miedo, juguemos en
laplaya y juntemos caracoles”.
El padre les dijo: “Vamos a hacer
ambas cosas, pero no sientas miedo, yo
estoy a tulado, nada te pasará”, y fueron
a jugar, nadar, mientras que la madre
preparaba un improvisado almuerzo.
69

Al pasar el tiempo, tanto los niños


como su padre regresaron a buscar los
toallones para secarse y se dispusieron
a comer, era tanta la unión y la alegría
viéndolos compartir todo, en forma
tan sencilla, luego salieron a buscar
caracoles. La playa seguía colmada, los
vi volver emocionados con su carga.
La niña los quería todos y le decía su
madre: “Pon tu oído aquí, escucha el
ruido del mar”; el niño dijo quitándose-
los: “Los va a romper, quédate con dos,
los demás son míos”; la madre le dijo:
“estás actuando mal, no seas egoísta”,
respondiendo el niño: “no mamá, no es
por eso, cuando vuelva la escuela qui-
ero llevarlos para que los vean mis com-
pañeros y sé que algunos de ellos no
pueden llegar hasta aquí, por lo tanto
pienso regalárselos para que escuchen
el ruido del mar y sientan lo que hoy he
vivido”. Su padre puso sumano sobre el
hombro y le dijo: “Cuantas alegrías me
70

das, hijo, es loable que quieras compar-


tir lo bueno, en dar lo mejor, sigue así,
serás un buen hombre”.

Comenzaron a recoger sus cosas,
la bebé dormía en los brazos de su
mamá, el padre levantó la otra pequeña
y algunas de las cosas, el niño ayudó ll-
evando el resto y supreciosa bolsa.Los
vi alejarse, me quedé feliz.

La tarde se marchaba y con ella los


visitantes, la playa vacía, también me
retiraba buscando una nueva historia.
71

Meditación
E n la maravillosa obra de la Cre-
ación vemos que todo tiene una razón
de ser.
Qué sería de nosotros si el sol no
estuviera más, si el agua no regará más
el planeta, sin el aire, no dudaríamos ni
tres minutos, moriríamos.
En la gran generosidad de Dios nos
ha sido otorgado todo (lo vemos como
algo común, natural), sin darle la impor-
tancia de todas esas dádivas que a cada
instante nos llega y nos ayuda a vivir.
Debemos invitarlas con nuestro
accionar, nuestro pensamiento. Si el ser
humano lograra mejorar sus valores,
sacar su mezquindad, y el egoísmo y
levantar el espíritu, se terminarían las
divisiones, compartíamos con todos
el amor verdadero y los seres encon-
trarían el auténtico sentido de saber
72

por qué estás aquí.


Te invito a que hagamos una medi-
tación: Respira, exhala, quédate en
silencio, sin pensar en nada durante
quince minutos...
Ahora comienza a recorrer todo
aquello que te da vida, contempla el
cielo, sus colores, observa el sol, siente
su calor, los árboles, su colorido, el aire
que los mueve, el mar, suaroma, sus
olas, su inmensidad, las montañas, las
diversas formas y todo lo que existe,los
seres que habitan el planeta... Respira
nuevamente, inspira, exhala y sién-
tete liviano y visualiza en tu mente que
vuelas hacia una estrella, intégrate a
ella, que siente que eres luz, que ex-
pandes luz y esta luz se sigue expan-
diendo, iluminando todo el planeta... Y
con esa iluminación regresa de nuevo a
tu lugar... agradece esta experiencia,ya
estás aquí, abre tus ojos, extiende los
brazos...
"Sube alto, llega lejos.
Tu objetivo es el cielo;
tu meta las estrellas"
William Collage

CAPÍTULO VI
75

Ese día solicitaron permiso para


pasear a caballo de ir a pescar al peque-
ño remanso. Sus abuelos concedie-ron
la petición, quedando solos en la granja,
ya que era domingo.
Al pasar de las horas, un viento
va envolviendo el lugar, el abuelo escu-
cha en la radio que el pronóstico no era
halagüeño, ya que la fuerte tormenta
se aproxima. Ante esta noticia decide ir
deprisa en busca de los niños, el viento
Silva, se torna más fuerte, comienza a
llover. El abuelo pone en marcha su ca-
mioneta y emprender viaje, la tormenta
hace difícil la visibilidad, pero nada le
impide llegar al lugar, los encuentra; allí
los niños asustados, suben al vehículo,
el abuelo ata los caballos y emprende el
regreso, con mucha dificultad, logra lle-
gar a casa. Los niños siguen asustados,
nunca habían vivido algo así, la abuela
los abraza, los cambia de ropa, los abri-
ga para recuperar el calor; mientras el
76

abuelo guarda los caballos, enciende


nuevamente la radio, los noticieros
alertan al pueblo una vez más, solici-
tando tomar los recaudos necesarios
como cerrar las ventanas y puertas y re-
comienda a la población del bajo subir a
los cerros más cercanos.
La lluvia torrencial, el viento ar-
remete volando los techos, el noticiero
avisa que el dique se ha roto; el anciano
ordena subir, llevar las mantas, luces y
radio, para paliar la situación.
El agua llega con furia, rompiendo
todo a su paso, las ventanas, puertas y
muebles; el abuelo estaba bajo tratando
de asegurar con los muebles las puertas
y ventanas, corre hacia la escalera pero
el agua tiene tanta fuerza, que casi no
puede subir, su esposa extiende el bra-
zo y logra tomarle la mano, así consigue
subir.
Se abrazan los cuatro, regresan a
Dios y ven con dolor como el agua arra-
77

sa con todo, gente, animales, casas.


De pronto un ruido estrepitoso, el
abuelo empuja a los tres hacia atrás y
ven que la chimenea cae sobre el techo,
lo perfora cayendo sobre el anciano, los
niños lloran, la abuela no puede ayudar-
lo porque ha abrazado a los niños, si no
el viento se los llevaría. El no responde,
está tendido sin conocimiento, con un
peso encima. La noche ha llegado, la luz
de la lámpara, la radio en todo momen-
to informa. Avisan que el viento está
cambiando su dirección y de ser así los
servicios de emergencia saldrían.
Así pasa, el viento va disminuyen-
do su intensidad, la abuela decide ani-
marse a dejarlos niños y aproximarse a
ver a su esposo: “respira, pero está muy
mal”. El tiempo pasa, se escucha un rui-
do, un helicóptero está supervisando la
zona, la lámpara casi no alumbra como
para conseguir que los localicen. La
abuela se despoja de su blusa quemán-
78

dola en señal de auxilio. Ven la señal y


bajan una silla, la abuela coloca a uno
de los niños, luego hace lo mismo con
el otro, solicitándoles una camilla. Hace
una fuerza extrema, retira lo que estaba
aprisionandolos y lo pone con esfuerzo
sobreaquélla.
Le avisan que no pueden llevar a
nadie más, que luego regresarían por
ella, espera, el tiempo se le hace inter-
minable, estaba entumecida por el frío,
no sentía ni sus manos ni sus piernas.
El helicóptero había regresado, bajaron
la silla, intentó subir pero no pudo, por
lo que tuvo que bajar una persona con
una camilla, le ayudó a subir, y luego lo
hizo su salvador. Partieron hacia el hos-
pital.
Allí estaba su hijo, que enterado
por las noticias había volado para ver lo
que sucedía; ella balbuceando preguntó
por los niños a lo que le dijeron que se
encontraban bien y al preguntar por su
79

esposo, éste seguía grave. Ella demos-


trando su entereza dice: “oremos y es-
peremos”. La examinan en otra sala y la
encuentran un poco débil, pero apesar
de todo lo sucedido saldrá adelante.
Al día siguiente con la luz del
sol, las cosas parecían distintas, ella
amaneció mejor, su hijo mantenía su
madre informada del estado de salud
de su padre, el que seguía luchando.
Han pasado tres meses, los ni-
ños han regresado a su casa. En aquel
rancho los peones arreglan el lugar, la
abuela en la cocina prepara el almuer-
zo y mira hacia afuera con melancolía
y pena, observando todo destruido.
Suspira, limpia sus manos en el delan-
tal y se dirige hacia el solar, allí estaba
el abuelo, en la silla de ruedas, él le
sonríe y le dice: “quiero que camines
hasta el viejo nogal, lo observes, luego
regresa”. La mujer obedeció, el árbol a
pesar de ser viejo había resistido la gran
80

tormenta, era como un milagro, peque-


ños brotes comenzaban a nacer y en el
tronco se veía un corazón inscripto con
las iniciales que ellos en su juventud y
llenos de pasión habían grabado, volvió
emocionada, con lágrimas, lo abrazó y
le dijo: “No importa lo que pasamos,
mientras sigamos unidos y así seguire-
mos hasta la eternidad, siempre estare-
mos vivos aunque no sea de la misma
manera y así como el nogal todo vuelve
a renacer”.
Y en la grandeza de esa fe sin-
tiéndose poder interno, que los hacía
fuertes, victoriosos, sabiendo que
podían volver a empezar.

Seguí mi camino.
81

Meditación
H ace tiempo atrás me ocurrió,
hace varios días con distintos desafíos,
sucedía a diario; me sentía dolida y
depresiva. En numerosas ocasiones so-
licite ayuda, sin obtener respuesta. Si
bien oraba no sentía paz interior, lle-
gando enfermar mi cuerpo físico.
Poco a poco me preguntaba ¿qué
me está sucediendo?, ¿Qué deberes no
estaban bien hechos? Si algo fallaba,
era porque me había envuelto en el
problema, no en la solución, ¿dónde es-
taba mi fe? Comencé a sentir más livia-
no todo y pensé en una frase que había
leído, el gran autor Antony Robins: ¿qué
hay de nuevo en este problema? Dicho
esto pensé: es un aprendizaje de creci-
miento.
Lo primero fue decirme que es-
82

taba decaída, no depresiva, ya es taba


borrando el programa neural interno,
en la certeza de fe, al unir las dos cosas,
lograría revertir la situación.
No piensen que soy diferente, tam-
bién y aprendiendo, en cada desafío, y
haciéndolo a veces equivocadamente.
Lo importante fue darme cuenta
que debía cambiar la forma de expre-
sarme, borrandolas viejas limitacio-
nes e incorporar en mi cerebro nuevos
caminos.
Que cuando lo bello está dentro y
trasciende hacia fuera, te sientes mara-
villosamente bien.
Pasaremos a un ejercicio que te
ayudará a evolucionar, armonizarte y
sentirás realizados tus anhelos...
Respira profundo retiene, exhala
repítelo dos veces ya estás relajado,
respirando enforma normal. Llama aho-
ra tus ángeles para que te acompañen
a subir... ya están aquí. Frente a ti hay
83

una montaña, de ella desciende una


rampa que te conducirá a lacumbre, vas
a pasar por siete arcos de energía de di-
versos colores, al pie de la montaña se
encuentra el primero de color blanco.
Te introduces, te bañas en esa luz, te
llena pureza e irradias luz y sientes que
te levas al segundo, de color rojo, dis-
frutas con esa luz, te das amor, ya estás
en el tercero, la luz es naranja, te llenas
de éxitoslogros; al cuarto amarillo, que
llenas de sabiduría, conocimiento; al
quinto verde, que llena de vitalidad; al
sexto azul, sientes el poder sacas toda
la negatividad te elevas hasta el sépti-
mo, violeta, te limpia, te transforma.
Ésta es la cúspide, allí te espera
un ser angelical, lleno de luz, extiende
sus brazos, te sonríe y te pregunta ¿qué
necesitas? Haz un pedido (en tiempo
presente y conciso), es el mensajero
que se lo llevara hacia Dios siéntete
confiado, seguro, feliz porque lo que
84

has solicitado llega.


Dá las gracias por todo lo que te ha
sido otorgado, despídete con todas esas
bendiciones, comienza a bajar, siempre
con tus ángeles, ahora desciende desde
el séptimo al primero.
Ya estás al pie de la montaña, da
las gracias a tus ángeles y diles que
siempre estén contigo.
Ahora vuelve suavemente a tu
lugar, extiende tus brazos.
"Si pudieras amar
lo suficiente,
podrías convertirte
en la persona
más poderosa
del mundo"
William Collage

CAPÍTULO VII
87

VIVIR
Q ué hermoso es vivir
respirar profundo,
exhalar muy largo.
Observar el cielo,
ver volar las aves.
En su libertad y sentir te libre
como si volaras,
contemplando todo.
Con ojos de niño, saliendo chispitas
Estela de estrella, en este tu viaje
tan vertiginoso,
que no existe tiempo.
Recorrer los mares,
luego las montañas...
88

Mirar a lo lejos, burbuja que llega


hasta la galaxia,
llegando hasta el sol.
Sentir su calor, siguiendo tu vida.El
lugar azul, la paz que te embarga.Uno
hueco en el medio
cual si fuera un túnel,
es blanco, muy largo, no ve final
sólo se ve la luz
con bordes muy gruesos.
Parecieran nubes,
yo pretendo entrar;
una fuerza mágicame retira lejos y
vuelvo de pronto.
Despierto del sueño.
Estoy en mi cuerpo.

Qué hermoso fue.


89

C aminando por la vida de los


seres me detengo en un lugar, un
pueblito con sus casas. Dividido por un
tabique la comisaría comparte con el
registro civil el mismo sitio; allado del
correo funciona en una casa de famil-
ia. La única calle importante está enri-
piada, las demás son de tierra, muchos
árboles, muy cerca pasa agua cristalina
que viene de las montañas.
El ómnibus pasar dos veces por
día, a la mañana y a la tardecita. Se
ven pocos autos, la gente se movilice
en bicicleta, otros a caballo. Frente a
una casa que tiene escrito “Almacén”,
varios caballos atados al palenque, de
porte distinguido, inquietos pero mi mi-
rada se fija en un burrito atado al lado
de estos, que parecía petrificado, no se
mueve. De pronto sale un hombre, su
edad indescriptible, ya que su rostro
curtido por el aire y por el sol, no per-
mite descubrir sus años, un pañuelo en
90

su cabeza, encima un sombrero, sus ro-


pas zurcidas pero limpias, se ve feliz, se
arrima la oreja del burro, le hice algo y
como si lo entendiera para sus orejas y
emite un largo rebuzno, carga las alfor-
jas, sube y empieza a alejarse y decido
acompañarlos.
Él va hablando con su burrito, lo
hace con dulzura, cual si fuera un hu-
mano, hasta el nombre que tenía daba
cuenta de su afecto: Serafín.
Escuchaba interesado la charla
de ese humilde hombre: “Serafín me
compraron todos los cueros (que curtía
con sus propias manos), pude comprar
mercadería, la harina para el pan, za-
patillas, cuadernos y lápices (ya que los
niños iban con Serafín a la escuela) y le
llevo un libro para mi hija más grande
y todavía me dieron algún dinerito”. A
todo esto la fisonomía del paisaje había
cambiado, tierra, piedras, la natura-
leza era árida, cactus, molles, zampas,
91

pencas; el silencio era interrumpido


por una bandada decatas y loros que
habían salido de alguna hondonada y
de cuando en cuando se veían escur-
ridiza las lagartijas. El aire chorrillero los
golpeaba, seguían andando. Se detuvo
repentinamente, se bajó del burrito,
sacó un cuchillo que llevaba en la cin-
tura y cortó una tuna madura, jugosa,
chorreando por su boca seca, se limpió
con un pañuelo, guardó su cuchillo,
sacó el morral y dio de beber a Serafín y
comenzaron a subir el cerro.
Continuaba su charla: “mi amigo
todavía falta mucho para llegar. Pero
seguiremos la huella, andando lento
pero seguro. Tú sabes Serafín que en
el rancho no se esperan los niños con
estas provisiones, ya sé que tú también
te siente triste por la ausencia de la pa-
trona, pero de segurito que nos está
mirando desde allá arriba (señalando el
cielo). Te acuerdas cuando llegábamos,
92

ella me esperaba en la puerta, luego te


acariciaba, te daba tu comida y de pre-
mio alguna zanahoria”. En ese momen-
to Serafín paró bruscamente, el baqui-
ano prestó atención a la voz de alto de
su amigo y sin moverse miró a su alre-
dedor, bajó lentamente y se dio cuenta
que de haber seguido la misma huella, si
hubiera despeñazcado ya que a la vuel-
ta del cerro una piedra había hecho una
avalancha dejando un precipicio; sus
rústicas manos acariciaron a su burrito:
“de buena me salvaste mi amigo”. Bus-
có otra huella, “con esta vuelta llegare-
mos más tarde, espero que los ángeles
los estén cuidando los niños”. A poco
de andar vio otra huella pero bastante
empinada, pero ahorrarían tiempo. Le
dijo: “mi amigo te animas aque su va-
mos por aquí, vas a tener más esfuerzo,
pero podríamos acortar distancia”. Se-
rafín como entendiendo lo que su amo
quería, enfiló hacia el lugar.
93

En algunos tramos, el baquiano


bajaba de su burro, para aliviar la car-
ga y lo ayudaba tirando de las riendas.
Así con perseverancia, poniendo todas
sus ganas los dos llegaron a la planicie,
desde allí se divisaba rancho, el humo
salía por la chimenea, el adherido de
los perros anunciando la presencia de
ellos, los niños salieron con faroles que
daban cuenta que la noche llegaba.
La mayor salía llevando un hu-
meante mate, el intermedio corrió des-
cargando las alforjas, las llevo adentro,
el más chico besó su padre, luego le di
un beso Serafín, lo llevó al corral dán-
dole agua, comida y una zanahoria. En-
traron al rancho, el fogón prendido, en
el cual se veía una olla de hierro, que la
que salía un especial aroma a comida.
En un rincón su ubicaba improvisado un
altar con la foto de la madre, una velita
prendida como alumbrando el alma del
ser querido.
94

Mientras él les contaba y mostra-


ba las cosas, todos sonreían y la alegría
eracompartida.
La presencia de la matrona seguía
viva, pues las semillas que dejó dieron
los buenos frutos, dejó en sus hijos va-
lores como el respeto, el amor, la re-
sponsabilidad ante todo lo que les to-
caba vivir.

Y en ese momento una gran luz ilu-


minaba el rancho y no era precisamente
el farol.
El ser angelical, impregnado de
dulzura, se alejó siguiendo su camino.
95

Meditación
P ara el ejercicio de este capítulo,
primero relataré una corta historia...
Mi nieta, un adolescente inteligente,
de noble corazón, impulsiva, depresiva,
no muy claras a veces sus reacciones,
llegando a picos de agresividad, o en
caso contrario se queda en la cama dos
o tres días, sin levantarse, sin comer,
tomando sólo agua, quebrada su volun-
tad. Cuando la llamaba para ir al colegio,
costaba mucho lograrlo. A pesar de esta
situación, le gustaba mucho estudiar.
Logramos iniciarle un tratamiento, lo
que ayudó a superar su estado, a pesar
de que sus pozos depresivos continu-
aban. A raíz de estos sucesos hablamos
con los directivos de la escuela, ya que
había cursado el ochenta y cinco por
ciento, obteniendo notas excelentes,
tomando en cuenta que restaban veinte
96

días para culminar el ciclo lectivo. A


todo esto había sido reincorporada por
tercera vez. Todas las gestiones fueron
en vano, ya que los directivos se opu-
sieron a una nueva reincorporación, sin
tomar en cuenta su condiciónde buena
alumna ni el certificado extendido por
el especialista. En esos momentos flore-
ció en ella el deseo de superación y con
gran convicción decidió y, como alumna
libre, todas las materias cursadas.
Sus valores y sus reglas habían cam-
biado. Sintió que algunas personas le
habían hecho demasiado daño, pero
fueron muchas las que la apoyaron, que
la contuvieron con amor, estimulando
la a enfrentar este nuevo desafío, sus
seres queridos, sus amigos, sus pro-
fesores y con este poder de seguridad
se dispuso a hacerlo. Cuando estamos
rodeados de amor y éste brota desde
nuestro corazón estamos configurando
nuestro destino de triunfadores.
97

Gabriela
Q uerida niña que no se encuentra,
lo que no tienes, empieza dentro;
para lograrlo usa los dones
que Dios te dio.
Eres hermosa e inteligente.
Quienes ternuras, sientes bondad.
No te destruyas con frustraciones,
que sólo traen la soledad.
En esos ojos cuando te miras,
tu alma dice empieza a amar.
Gratificarte, tratarte bien.
La paz interna sólo se logra
cuando elimines todo rencor.
Cuando te escucho gritar muy fuerte
que no te entienden,
que no te miman que no te aman,
yo te pregunto
Querida niña:
¿cómo pretende es lograrlo afuera?
Lo que por dentro tú no te das.
98

Ejercicio
A hora relájate, inspira, exhala
(tres veces), quédate en silencio duran-
te quinceminutos.
Emprenderemos un paseo, esta-
mos en la vera del camino frente a un
gran bosque, nos internamos en él.
Usar la imaginación usando todos tus
sentidos, observa la vegetación, el sol
que penetra entre los árboles, el aroma
de las flores, la gran fantasía de las dis-
tintas especies, escucha los sonidos, el
ruido del follaje, el crujir de las hojas y
ramitas cuando vas pisandolas a medida
que te sigues internando, de pronto en
el medio aparece una cabaña, te aproxi-
mas a ella y al abrir la puerta te asom-
bras, ahí un niño de dos o tres años, se
encuentra solo, te inspira ternura. Te
aproximas, lo abrazas,lo acaricias, el
pequeño sonríe sintiéndose feliz, prote-
99

gido, amado y al amarlo te estás dando


el amor a ti mismo, porque ese niño, es
tu Niño Interior y ahora comprende que
debes amarte, buscar en el fondo de tus
ojos a ese niño, gratificar, llenas de ter-
nura, porque en el modo que lo hagas el
éxito coronará tu vida.
Ahora extasiados en ese amor,
abrazados, fundidos en uno solo, emp-
ieza tu camino de regreso y te sientes
lleno de luz y a tu alrededor todo vibra
en esa luz, pasas el bosque, ya estás en
la vera del camino y ha llegado a tu sitio,
pero conservando este estado.
Contéstate lo siguiente:
Piensa lo que a un niño no le
gusta: los gritos, la soledad. Si viera la
televisión, tú crees que miraría: noticie-
ros, guerra, violencia; si escuchara músi-
ca, qué tipo de melodía escogería: ruid-
os, letras que hablan negativamente. Si
alguien leyera para él, qué legustaría es-
cuchar: noticias alarmantes, catástrofes.
100

NO. Jamás. Al niño le gusta el amor,


la paz, la comunicación, la ternura, la
creatividad, vería películas que lo hici-
eran reír o le hicieran sentir alegría, es-
cucharía música divertida o extasiado
en hermosas melodías, los cuentos y
lindos, que lo cultiven o le produzcan
felicidad y ahora que has comprendido
que tu niño interno y tú son uno solo,
otorgarle lo mejor.
Y cuando tu niño, el mío y el de to-
dos los seres se unan al amor de Dios
será lo que se refleje expandiéndose a
través de todos los tiempos. Y ahora es
el COMIENZO.

Levanto mis ojos, miro ese cielo de


azul celestial, observo esas nubes.
Cuál blancas gaviotas que vienen
volando.
Llevando consigo el agua del mar,
cargando la tierra, el lírico canto y esta
jubilosa reparte sus hijos el bello caudal.
101

La naturaleza entera,
se lava la cara limpiando sus hojas,
el verde renace, el éxtasis espleno.
Y guardando en su entraña,
cual madre perfecta,
el precioso néctar
luego agradecida, devuelve el favor.
Con sus arroyos, rocío, vapor
El agua regresa, sigue la corriente.
Donde allí nació.
Qué sabia, tan mágica
La naturaleza.
Las formas se cambian,
la esencia es la misma.
Extremos unidos, círculo fantástico
Su principio y fin.
102

El ángel regresaba a la morada de


su Padre, iba hinchado de gozo, pres-
to contarlas experiencias vividas, las
maravillas de las que habías ido tes-
tigo.

Si bien es cierto que todavía había


guerras, luchas, pero los seres, se es-
taban inclinando a la corriente espiri-
tual, así como la ciencia y la tecnología,
que todo era un tiempo de espera. Se
estaba gestando lo nuevo con que el
poder radicaba en el interior de ellos
y que unidos a la fe encontrarían que
la nueva era, mejoraría y un mundo de
paz y armonía llegaría.

Una gran luz en el camino le indica-


ba que los rayos del amor de Dios ya lo
estaban tocando.
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INDICE
Prólogo .................................... pág.11

Preliminar ............................... pág.13

Capítulo I ................................. pág.17

Capítulo II ................................ pág.29

Capítulo III ............................... pág.41

Capítulo IV ............................... pág.51

Capítulo V ................................ pág.65

Capítulo VI ............................... pág.73

Capítulo VII .............................. pág.85

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