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Segunda Reglexion
Segunda Reglexion
¡Santísima Trinidad, yo te adoro! ¡Dios mío, Dios mío! ¡Yo te amo en el Santísimo Sacramento!
REFLEXION
• INTRODUCCION
Continuamos con los encuentros místicos del Ángel con los pastorcitos, que nos permitirán asimilar
mejor el comportamiento posterior de los niños, sobre todo, durante los diálogos con la Virgen María.
Ciertamente, ellos fueron elegidos y preparados para esta gran misión del cielo, y su fe, aunque siendo
niños, era realmente inquebrantable, ya que sus padres les habían educado muy bien en las enseñanzas
de la Iglesia. Es decir, que ellos a pesar de su corta edad estaban bien instruidos en la fe cristiana por
parte de sus familias que eran muy piadosas.
El ángel de la paz conectó a los niños con el cielo que, María venía a mostrarles, pero aún más cerca.
Durante el verano, entre Julio y Agosto 1916, después de almorzar, estando los tres pastorcitos en el
huerto de la familia de Lucía, jugando como de costumbre en los alrededores del pozo, vieron aparecer
de repente, cerca al mismo Ángel, que se dirigió a ellos y les dijo: - ¿Qué hacen? ¡Oren! ¡Oren mucho!
¡Los Santísimos Corazones de Jesús y de María tienen sobre ustedes designios de misericordia…! En todo
lo que puedan, ofrezcan un sacrificio como acto de reparación por los pecados con que Él es ofendido y
como súplica por la conversión de los pecadores. Así atraerán sobre su patria, la paz. Yo soy el Ángel de
su guarda, el Ángel de Portugal. Sobre todo, acepten y soporten con sumisión los sufrimientos que el
Señor les quiera enviar.
Los pastorcitos comentaron posteriormente que su espíritu se había impregnado de una luz, que les
hacía entender el gran amor de Dios. De igual forma el valor del sacrificio, en beneficio de la conversión
de los pecadores y para el cese de la guerra.
Los niños, obedeciendo a la petición del Ángel, pasaban horas arrodillados repitiendo la oración que
habían aprendido.
Posteriormente, meses después, como veremos, tuvieron la experiencia Eucarística con el Ángel. Esta
última, representa un reto de fe mucho mayor a nuestro intelecto, a nuestro recorrido místico.
Los encuentros entre los pastorcitos y el Ángel fueron fundamentales para preparar la tierra y
reforzar la disposición muy particular en la vida de piedad de estos niños elegidos por Dios.
Al transcurrir tres meses, los pastorcitos conducían el ganado por la pendiente del monte,
tomaron la merienda y se fueron a la cueva para rezar el Rosario, al terminar, hicieron la
oración del Ángel. Después de repetirla varias veces, comenzó a rodearlos un gran resplandor.
Ellos se levantan y ven al Ángel (1) con un cáliz en la mano y una Hostia encima de ella, caían
gotas de sangre en el cáliz… el Ángel dejó el cáliz y la Hostia suspendidos en el aire, se arrodilló
al lado de los niños y les invitó a repetir tres veces:
Entonces, el Ángel se levanta, toma la hostia y se la da a Lucía, y el cáliz lo hace tomar entre
Jacinta y Francisco, y les dice: “Tomen el cuerpo y la sangre de Jesucristo horriblemente
ultrajado por los hombres ingratos. Reparen sus delitos y consuelen a su Dios”. Y postrándose
de nuevo, repitió tres veces la oración : “Santísima Trinidad… “ y desapareció.
Los niños se quedaron, un buen rato, repitiendo las oraciones, hasta que se percataron, que
ya era tarde, y Francisco tomó la iniciativa de que regresaran a sus casas.
Ellos, luego de estas experiencias quedaban tocados y en Santo recogimiento, y eso les
perduraba varios días. Las apariciones de María producirán en ellos la misma felicidad y paz
interior, pero con un ánimo y entusiasmo indetenibles. Es indudable, que los niños, fueron
preparados por el Ángel para esta gran experiencia de encontrarse con la Madre del cielo.
En la siguiente reflexión, donde iniciamos el relato de las Apariciones de María, veremos a los
pastorcitos, con nuevos ojos de fe, de estupor o de incertidumbre. Cada uno de nosotros, según
sea la propia disposición interior
ORACIÓN
Gracias Señor, por el regalo de estos pastorcitos, Lucía, Jacinta y Francisco, instrumentos y testigos de
las gracias del Corazón Inmaculado de la Santísima Virgen María, concédenos imitar su gran espíritu de
sacrificio y piedad . A ti que vives y reinas, por los siglos de los siglos. Amén
PRÁCTICAS
-Rezo meditado y pausado del Santo Rosario (Puede ser en cualquier momento del día, recomendamos
no dejarlo para la noche, ni a última hora)
-Examen de conciencia diario, antes de dormir. (Usemos el subsidio para el examen de conciencia en el
material publicado sobre los 10 mandamientos. Ayudará también para el acto penitencial y eventual
confesión, días antes de la Consagración)
-Leamos el salmo 128: “Dichosos los que temen al Señor”, y tengamos un momento de lectio divina,
lectura orante y meditativa de la Palabra.