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La rata entré en la cueva. Otra vez volvia sin con Ni un cartén para morder. El viento habia barrido todas las cosas comestibles hacia el rio cerca Se reunieron alrededor de la piedra que servia de mesa. De pronto, un raton- cito dijo: —Ya esta. Lo tengo: de- bemos cruzar la avenida Costanera para buscar co- mida. No hay mds remedio que arriesgarse. Y se arriesgaron. Cuan- 86 no a la cueva. do volvieron a la cueva hi- cieron un festin. Comieron como leones. Tragaron cha- coteando, palmeandose en- tre si y diciendo chistes. Al fin quedaron repletos, con las barriguitas hinchadas. Después se durmieron. Parecian ovillos de lana par- _da_acurrucados por los rin- cones. Sdlo quedaba en la cabecera el abuelo. De vez en cuando abria los ojitos y sonreia. Afuera se levant6é mucha tormenta. El rio hizo olas altas; la primera ola inundé la cueva. Y los ratones fue- ron al cielo de los ratones. En el cielo de los rato- nes las calles eran de galle- titas. Los palacios eran pira- ides de queso. Habia cana- s de crema y_cuajada._En lugar de pedregullo habia manies. De vez en cuando nevaban copos de maiz. Los Arboles eran de caramelos de colores. Todos se largaron a jugar. Estaban livianos como una pluma. Saltaban sobre colchones de queso fresco, hacian mufiecos con crema chantilly, tiraban manies y los ata- jaban con la boca abierta, y abrian tuneles en montafitas de turrén. _Jaraneaban. Hacian patinaje sobre jalea de membrillo, y algunos nadaban estilo ratén en lagunitas de leche. Otros se hacian pelucas y barbas con cuajada. 87 En medio de tanta broma, comian. Como fue tanto el juego, tanta fue la comida. Se fueron poniendo panzones, gordinflones, pesados. Tan pesados, que el piso de nubes iba cediendo... Uno tras otro atravesaron las nubes, y fueron volvien- do a la Tierra. Solamente quedo alld arriba un ratén viejito. Como tenia los dientes gastados se habia quedado lamiendo a sus anchas un chupetin azul. ‘cae a 88 :

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