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Varios minutos después, Lubchenko ya se había vendado por completo su mano

izquierda, el manto escarlata que empapaba las paredes y suelo del baño ya se había secado,
los cristales del espejo aún reposaban durmientes, esperando a ser recogidos. Vladimir se
encontraba sentado al borde de su cama mientras su esposa dormía. El ruso había cambiado su
camisa, debido a la sangre que le escurrió a esta. La oscuridad del dormitorio lo envolvía, sabía
que tarde o temprano debía de bajar con sus invitados, después de todo, una persona acaba de
morir en su propia casa. El silencio es invadido por el sorpresivo llamado a la puerta del
dormitorio, Vladimir voltea su cabeza y se encamina a abrir.

- Necesitamos hablar – le dice Leona, una vez este abrió la puerta

Para Lubchenko fue una extraña sorpresa tener a Leona en la entrada de su


habitación. Aquel rostro de ojos verdes y tez pálida que rara vez mira a los ojos, y siempre
conservaba una expresión de sumo aburrimiento, confundía ahora a Vladimir

- ¿No puedes esperar un momento? – pregunta recordando el espejo roto y la


sangre en el baño
- No. Tiene que ser ahora
- Bueno…, supongo que volveré más rato. Entonces dime, pequeña de cabello
blanco ¿De qué quieres hablar conmigo?
- Sígueme

Al principio, Vladimir no comprendió cuales eran las intenciones de la muchacha; sin


embargo, el ruso se sentía sumamente extraño, a ser guiado en su propia casa, por aquella
diminuta mujer

- Como sabrás – comienza a conversar Leona, mientras se movían con lentitud por
los pasillos de la casa– hace algunos días, falleció un hombre llamado Richard
Parker. Su muerte fue muy peculiar, ya que fue asesinado de una manera
metódica, y calculadora; no cualquiera podría concluir tal crimen con éxito, como
mínimo se deben de posee conocimientos de química básica

Leona caminaba con las manos en la espalda, con la vista siempre dirigía hacia
adelante. Vladimir por su parte, se movía con fluidez, pero sintiendo algo de incomodidad
debido al punzante dolor que sentía en su mano izquierda

- La muerte fue por inhalación de monóxido de carbono – continua ella – lo


extraño está, en que el asesino sabía cuánto tarde el Co2 en hacer efecto; ya que
una vez sabiendo que la víctima estaba muerta, volvió a la habitación le cortó el
dedo meñique, usando probablemente un alicate. Ahora bien, eso quizás solo sea
casualidad, aunque una vez un hombre muy sabio solía decir que las casualidades
no existen
Sus pasos hacían eco por los deshabitados pasillos de la casa, era como si nadie
estuviese en las cercanías, todo estaba en completo silencio, solo la profanadora voz de Leona
atravesaba los oídos de Vladimir

- Sin embargo, la victima padecía tuberculosis, hecho por el cual se debía de


mantener en un lugar digamos… ventilado. Parker no se encontraba en su
dormitorio a la hora de ser asesinado, estaba en una habitación muy asilada y con
poca ventilación. Dime Vladimir, si tu estuvieras enfermo ¿En quién confiarías si
te dicen que una habitación más cerrada será mejor que donde has dormido
siempre? ¿Quién sería tal para ganarse la confianza de una persona así como así?
- ¿Por qué me estás diciendo todo esto?

El paso de los dos, era muy lento, como si alguno estuviera intentando evitar llegar a
algún sitio, y el otro meramente lo seguía

- ¿Acaso no es obvio? Porque eres un doctor, y curiosamente, mi principal


sospechoso tiene tu misma ocupación en la sociedad. Por cierto ¿Qué te pasó en
la mano? Al irte no tenías esa venda
- Oh, veo que eres muy observadora; solo me corté con un vaso – responde
mintiendo
- Ya veo. Ahora siguiendo con lo pertinente, te tengo otra pregunta ¿No te parece
raro, que antes de que todos nos sentáramos a cenar, tú ya estabas
desaparecido?
- Abraham y Mary Ann tambien lo estaban
- ¿Cómo sabes eso?
- Los… oí conversando en el balcón de la sala
- ¿Tienes pruebas de lo que dices?
- No. Ninguno de los dos supo que estuve allí
- Como me lo suponía. Te contare un secreto que todos saben pero no muchos
entienden. Cuando estábamos sentados en el comedor, solo faltabas tu, Abraham
y Mary Ann. Los demás presentes, no creímos que fuese pertinente de nuestra
parte comer antes de que ustedes llegue. Tu esposa comenzó a conversar acerca
de los vinos que ustedes tenían en su bodega, los cuales supongo deben de ser
muy costosos. Yo no le puse atención, a diferencia de todos los presentes; Irene
Astor fue quien quedó más fascinada respecto a los vinos, por tal razón, tu esposa
le ofreció tomar una botella de vino, la que ella quisiese. Como entenderás, la
mujer se enguasimó muchísimo y no pudo esperar hasta irse. Ella fue la primera
en marcharse del comedor. Luego, Jasón Todd, estaba preocupado por Mary Ann,
quien se demoraba mucho en terminar de fumar su cigarrillo, y por ende, fue a
buscarla. El segundo en irse. Por último, Emma se preocupo porque Irene Astor
no volvía, incluso el mismo inspector le dijo que no se preocupase, que su esposa
era una caprichosa con los vinos, así que tardaría. Eso no detuvo a Emma, y el
resto creo que ya bien lo sabes. Todos oímos los gritos, y fuimos corriendo hasta
el lugar. Mary Ann y Abraham tienen una coartada a medias, según ellos, como tú
mismo dijiste, se encontraban conversando en el balcón
- ¿Eso no me libra de sospechas?
- Quizás, pero deberíamos saber que fue lo que conversaron y compararlo con lo
que según tú conversaron

Vladimir sabía que eso no era posible, nadie se podía enterar del amorío que tuvo con
Mary Ann Henderson. No importaba si él evitaba tal información, ya que corría el riesgo de que
Abraham y Mary Ann, no lo hicieran

- No. En realidad, no sé de lo que conversaron


- Por último, son tres las personas que no tienen una coartada. Tú, Emma, y Jasón.
Pero respóndeme algo, Vladimir ¿Qué es lo que tú tienes que te diferencia de
ellos?
- Se mantuvo en silencio por unos segundos, y dijo – no lo se
- Ja, Ja, que irónico. Un manojo de llaves para abrir las puertas de toda la casa,
claro que está

Los dos comenzaron a bajar la escalera de una muy forma lenta, para alargar lo más
posible la conversación. Sin embargo, Vladimir ya comenzaba a darse cuenta a donde se
dirigían, y como terminaría todo. El ruso intentaba mirar a los ojos de la muchacha, pero solo
observaba desde lo alto, su cabellera blanca

- No quiero darme vueltas en más rodeos – dice ella – seré directa. Todos creen
que tú eres asesino
- ¿¡Que ¡? – pregunta sorprendido

Lubchenko sabía bien que él no había cometido tal crimen, sabía que alguien lo
estaba inculpando. Vladimir sentía que a cada paso que daba, iba encaminado a su ejecución
final

- Como me oyes. Todos tus invitados, creen que mataste a Irene Astor. Todas las
pistas te señalan como principal sospechoso. Todo, Vladimir, está en tu contra
- ¡No entiendo ¿Cómo voy a matar a alguien? Yo no lo hice¡ - responde
desesperado
- No es que este de tu lado, ni nada por el estilo. Sin embargo hay algo que me
inquieta, pero antes debo de explicarte todo. El cadáver fue encontrado en la
bodega de vinos de tu casa, donde solo tú tenías las llaves para entrar, hablé con
los sirvientes y estos me aseguraron que no existen replicas de la llave, solo tú y
nadie más la posee. La víctima murió de un paro cardiaco, alguien le inyecto
cloruro de potasio en el brazo derecho
- ¿Cloruro de potasio? Pero eso solo se usa…
- Si, cuando un paciente tiene diarrea. No obstante, si inyectas una dosis muy alta
en el sistema nervioso central, el corazón de la víctima sufrirá un inminente paro
cardiaco. Esto claro, no lo sabe todo el mundo, quizás solo lo sepan las personas
que conviven dentro de un hospital, aumentando aún más mi teoría que dice que
el asesino es un doctor ¿Me crees ahora cuando digo que todos creen que tú la
mataste? Tú eres un doctor, estabas desaparecido cuando murió la víctima, y
conservabas la única llave que abría la bodega de vinos; incluso tuviste el descaro,
o tal cometiste el error, de entregármela cuando te la pedí

Vladimir no le respondió nada, no tenía como probar que él no había matado a la


señora Astor. Además, si encontraban toda esa sangre esparcida en el baño de su propio
dormitorio, sumado al espejo roto; podrían asumir con facilidad, que al muchacho lo está
consumiendo la culpa

Cuando por fin Leona y Lubchenko, llegaron a la bodega de vinos, todos los presentes
miraban con un amargado rostro de preocupación y duda, todas las miradas iban dirigidas al
ruso. Leona se separó del lado del muchacho, se colocó delante de él

Antes de que la joven pudiese hablar, y presentar su prueba definitiva; Vladimir sintió
como todo el aire dentro de sus pulmones se escapaba, a causa de un estremecedor rodillazo
que hizo sucumbir su magnífica postura. Lubchenko, de inmediato cayó arrodillado al suelo,
con la mano cubriendo su estomago, mientras veía como Thomas Astor se abalanzaba sobre él.
El enorme inspector de la policía, estaba siendo consumido por la colará y la venganza; Astor,
con una fuerza impresionante, sujeto con las manos la camisa de Vladimir y lo levantó del
suelo. El inspector, tomó la cabeza del ruso, y al hizo chocar estrepitosamente contra la suya,
reventándole la nariz al joven de cabellos largos. La mandíbula de Vladimir tiritaba al mismo
tiempo en que sus ojos eran cubiertos por su cabello, mientras Astor, sujetándolo de la camisa
con una mano para que no caiga al suelo, y con la otra le clavaba los duros nudillos en el fino y
delicado rostro del muchacho

La sangre de Luchenko comenzó a teñir su propia camisa, y las vestimentas de Astor,


pero aquello no le importaba al inspector. El sonido de los golpes que lentamente mataba al
joven, paralizaron a todos los presentes, nadie se atrevía a hacer algo, todos miraban con
miedo y lastima, como los ahogados quejidos de Vladimir, inundaban la habitación

- ¡DETENTE¡ - le grita Judith


- ¡Astor ya es suficiente¡ - dice Todd – ¡lo terminaras matando¡

Sus oídos eran sordos por la irá, sus pensamientos solo eran rellenados por el más
profundo de de venganza. Los nudillos de Astor comenzaban a romperse de tanto golpear a
Vladimir, pero eso no lo detuvo

Como si fuera por instinto, Jasón y Abraham, se lanzan al mismo tiempo para detener
al inspector y evitar que cometa alguna tontería, de la cual se podría arrepentir.

Jasón lo sujeto por cuello, y Abraham de los brazos. Como un primate fuera de
control, los dolorosos alaridos de Astor asustaban a los presentes. El inspector lanzaba golpes
por todas partes, sin dejar antes de gritar. Con un esfuerzo casi sobrehumano, Todd y Eichhorst
pudieron sacar al inspector del lugar, pero sin haberse salvado de haber recibido algún
puñetazo en el rostro

Vladimir estaba hecho pedazos. Sus ojos se encontraban morados, sus pómulos
hinchados, su boca no se cerraba y parecía ser una fuente sangrienta, que el suelo de un oscuro
color escarlata. Lubchenko se encontraba arrodillado en el suelo, ni si quiera se podía poner de
pie; sus cabellos se pegaban a húmedo rostro sangriento

- Estas son las últimas pruebas – dice Leona, sosteniendo en una mano, una
diminuta llave dorada, y en la otra, un dedo cercenado – esta llave fue
encontrada la escena del crimen del asesinato de Richar Parker. Esta llave es
marca “Key san Son”, una marca muy exclusiva que solo pocas poseen; y
curiosamente tu las cerraduras y llaves de tu casa son todas “Keys and Son”. Este
dedo, fue encontrado junto a Irene Astor, este dedo pertenece a Richard Parker.
Sin embargo, alguien le cortó el dedo meñique a la esposa del inspector…

Al mismo tiempo en que finalizo de hablar Leona, se oyó un fuerte golpeteo en la


puerta principal: ¡Es la policía, abra de inmediato¡ - gritaban

Desde donde estaba Vladimir se pudo escuchar como alguien abría la puerta, y se oyó
el sonido de una inmensa cantidad de pasos que invadían el lugar. Lubchenko no decía ni hacia
nada, solo mantuvo arrodillado, con el rostro hecho pedazos. Una docena de hombres
uniformados llegó a la entrada de la bodega de vino, y uno de ellos empujó a Vladimir contra el
suelo, donde el muchacho se azotó la cabeza. El policía puso la rosilla sobre su espalda,
mientras le ponía las esposas

- ¡Vladimir Lubchenko, está arrestado por sospechas de 26 asesinatos, y hacerse


llamar “el asesino de Plutón”

El ruso no dijo ninguna palabra, quizás porque tenía los labios muy hinchados para
ello, o quizás se sentía adolorido y no tenía ganas de hablar, o hasta quizás… él conocía la
identidad del verdadero asesino

Leona por su parte, observó junto con Mary Ann y Judith, como los policías se
llevaban casi a la rastra, a Vladimir Lubchenko. A la joven de cabellos blancos, había algo que le
inquietaba, no se sentía cómoda ni mucho menos victoriosa por resolver tal crimen. La
muchacha miraba el charco de sangre que había dejado Vladimir en el suelo, y recordaba el
único requisito que ella pedía a la hora de realizar una investigación. ¿Qué pasa si asesino a un
hombre inocente? Aquella pregunta turbaba la relativa tranquilidad de la joven. Para ella, todas
las pistas eran demasiado perfectas, no podía creer que alguien que realizaba crímenes
perfectos – como muchos decían – se equivocase en estupideces como supuestamente lo hizo
Vladimir. Leona tenía una clara ideología, ella sabía que no podía faltarle a sus creencias. La
muchacha no sería distinta de los asesino que mata, sino acabase con la vida un inocente. Si
ella hiciera tal atrocidad, se volvería tambien, no distinta a los demás, por tal razón, debía de
ser fiel a su idolología y terminar como la haría un asesino

Vladimir Lubchenko, si en verdad eres inocente, juró, por ti y por todos los débiles y
muertos que represento, que atrapare al gestor de todo este maldito plan. Porque si no podría
volver a llamarme defensora del débil, o vocera del muerto. Te juró Vladimir, que si eres
inocente, lo descubriré. Ruso, te doy mi palabra

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