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Desde La Ciudad? No Podría Ser, Está Demasiado Limpio. Pero ¿Por Qué No Hay Un Auto o Carruaje Cerca? ¿Cómo Llegó Hasta Aquí?
Desde La Ciudad? No Podría Ser, Está Demasiado Limpio. Pero ¿Por Qué No Hay Un Auto o Carruaje Cerca? ¿Cómo Llegó Hasta Aquí?
horizonte montañoso, amenazando con ocultarse. A la muchacha le encantaba pasar las tardes
leyendo, y de vez en cuando combatía la silenciosa atmosfera del lugar, con una complicada e
intrépida melodía en el piano. El anglosajón por su parte, se aburría debido a que Leona
permanecía muy aislada de todo, ya sea en su dormitorio leyendo, o el piano tocando; y Wilson
siempre estaba ocupado encargándose de los quehaceres de la casa. Sin embargo, al igual que
ayer, ahora Abraham se encontraba sentado en la biblioteca, conservando aún sus viejos hábitos
adquiridos en el hospital; Eichhorst, por segunda vez, veía como Leona y Wilson interrumpían sus
rutinas a la misma hora del día, y de forma conjunta, entraban en una habitación donde
permanecían encerrados casi por una hora. El anglosajón no entendía la finalidad de tal
comportamiento, pero ya estaba comenzando a hartarse de que la joven le guarde secretos;
Abraham creía que ya era hora de que hable con ella.
Una vez, al igual que ayer, Wilson y Leona salieron de aquella habitación que los
reunía a la misma hora de la tarde; el mayordomo se dirigió a la cocina para preparar la cena, y
la muchacha por su parte, siguió tocando el piano. Abraham creí que este era el mejor
momento para hablar con ella con respecto a la fotografía que había encontrado. Eichhorst
cerraba el libro, salía de la biblioteca decidido a hablar con Leona, cuando alguien interrumpe
su cometido golpeando a la puerta de entrada.
Nadie se esperaba una visita, no había razón ni motivo para ello. Leona se dirigó a la
puerta, y esperó a que Asford la abriese; el mayordomo se encontró con un hombre de cabellos
largos y ojos celestes
- Muy buenas noches – dice él – Discúlpenme por molestar a estas horas. Pero ¿Es
aquí donde vive el señor Abraham Eichhorst?
- ¡Ah, pero si es usted doctor Lubchenko¡ - dice Wilson saludándolo
Cuando la joven entonó aquellas palabras, gracias a sus ojos analíticos, de inmediato
se percató de una pequeña y burlesca sonrisa que se enmarcaba en el rostro de Vladimir, aún
así no le dio mayor importancia. Sin embargo, quizás por mera intuición, a Leona le
desagradaba Vladimir. Era algo inexplicable para ella, pero había algo en Lubchenko, que a
Leona no le gustaba, su mera presencia tenía algo que no le agradaba. Era como si el ruso
estuviese intentando ocultar algo detrás de aquella simpática sonrisa que le gustaba exponer
en público, con quizás una doble finalidad
Wilson con mucha cortesía, y fingiendo ser él el dueño de la casa, llevó a Vladimir
hasta la sala de estar principal, donde ya antes Leona se encontraba tocado el piano.
- Por favor, tome asiento. Disculpe el desorden, pero a… Natalia le gusta componer
en sus tiempos libres
- Si, no se preocupes. Debe de ser toda una niña prodigio para componer a su
edad. Por cierto, Natalia ¿Cuántos años tienes?
- 14 – responde ella de forma fría y sin expresión
- ¡Mi buen amigo¡ - dice él – Lamento muchísimo no haber podido venir antes,
pero estuvo hasta le cuello copado de trabajo
- ¡Ah, no te preocupes¡ - responde muy tranquilo y alegre – la estadía aquí con mi
tío, es bastante grata. Además su pequeña hija es muy… simpática y agradable
- ¿Y cómo están tus recuerdos?
- Mejoran cada día, en verdad me ayudó el volver con mi tío. No podría haber
tomado una mejor decisión
Vladimir, al igual como hace siempre antes de hablar acerca de un tema serio, cruza
las piernas, apoya el codo en el brazo del diván en que se sentaba, e inclinando un poco la
cabeza, usa dos dedos para sostenerla. Esa era la posición en que pensaba Vladimir
Los ojos verdes de la muchacha, como nunca antes miraban con atención los ojos de
casi eléctricos, del ruso. La joven lo analizaba de arriba a abajo, y más ahora con aquella
nefasta.
Abraham se limitaba solo a mirar cómo se las arreglaban para intentar no dejar a
solas al ruso y al anglosajón. Leona estaba preocupada, porque no sabía de lo que podrían
hablar los dos hombres; por otra parte Wilson solo le era fiel al cometido de la muchacha
- Además – continúa Vladimir – Necesito hablar a solas con mi amigo ¿Qué hay de
malo en eso? Hay cosas de hombres que quiero hablar con él
- Doctor Lubchenko – dice la joven interviniendo – Actualmente hablo 16 idiomas
distintos, si existe un idioma único, que solo los hombres lo conocen, por favor
dígamelo… para aprenderlo cuanto antes
- Vladimir, pareciendo ignorar las palabras de Leona, le responde - ¿16? Vaya…,
usted señorita, es todo una niña prodigio, tienes un cerebro bendecido por los
dioses ¿Está segura de que tienes 14 años? – pregunta sonriendo
Aquella molesta sonrisa estaba fastidiando a Leona, ella sentía que el ruso le escondía
algo, algo detrás de aquella mueca en sus labios. Leona no tenía opción, no podía parecer
sospechosa y arriesgarse a revelar su verdadera identidad ante el ruso, debido a que aún
desconoce a fondo la identidad de este; sin mencionar que el principal sospecho de los
asesinatos es muy probablemente, un doctor al igual que Vladimir. Finalmente la joven se vio
obligada a ceder ante la petición de Lubchenko, y dejó que Abraham se marchase por unos
minutos en las cercanías de la casa, con Vladimir
Los dos caballeros caminaban ahora en plena soledad del exterior, el único sonido
que los acompañaba eran el de sus pasos quebrando secas hojas otoñales que revestían el
suelo. Caminaron por algunos segundos, Vladimir no decía nada, se alejaron bastante de la casa
de Leona
- ¿A dónde vamos?
- Ten paciencia, hay algo importante que necesitaba hablar contigo
El sol cada vez comenzaba a desvanecerse por entre las montañas, Abraham no
entendía porque el ruso lo llevaba tan lejos, no podía captar el mensaje de este. Una suave
brisa comenzó a revolver los cabellos de Vladimir, y mover las hojas y ramas alrededor. A unos
cuantos metro, Abraham visualizó escondido detrás de unos árboles, lo que parecía ser un
lindo automóvil Ford, similar al de Wilson pero en color rojo oscuro. El anglosajón se dio cuenta
de que se dirigían hasta el auto, miraba el rostro de Vladimir y este solo veía hacia esa
dirección. Cuando ya estaban junto al Ford, Lubchenko le dice a su amigo
- Sube
- ¿Qué? ¿Por qué?
- No hagas preguntas solo sube – le dice mientras le abría la puerta trasera
Blake era un joven astuto, inteligente, pero inseguro de sí mismo. Sus artículos sobre
el asesino de Plutón era muy populares; se podría decir que Blake se ganó la fama de esa
manera, tampoco era una celebridad, pero sí alguien importante en el mundo periodístico
Eichhorst estaba ansioso, aquel chico era joven aún, pero por sus ojos y el
nerviosismo en sus palabras, se notaba de inmediato que tenía información valiosa consigo,
cosa que Abraham no dejaría de lado, necesitaba saber todo sobre su pasado y el por qué llegó
a San Listuriano
Abraham estaba intentando digerir la situación, costaba un poco asimilar que una
persona que supuestamente él mismo contrato, ahora le esté diciendo que le había pagado
para investigar a Leona. ¿Por qué investigaría a Leona? ¿Qué tiene ella que me interese?
¿Acaso habrá sido esa la causa por la cual llegué al país?