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Los críticos han cantado victoria. “La decisión es otra derrota más autoinfligida
para la Autoridad Californiana para el Tren de Alta Velocidad (CHSRA en sus
siglas en inglés), que ha fracasado en dar un plan realista a este proyecto, sin
financiación privada, y otra pequeña victoria para los contribuyentes”, ha
asegurado a la cadena Fox el congresista republicano Kevin McCarthy, líder de la
mayoría de la cámara de California, que ha calificado el proyecto de “despilfarro
inabordable”. La decisión judicial, sin embargo, no supondrá el final del proyecto.
“Es importante destacar que el juez también ha denegado la petición de detener el
tren de alta velocidad” y, simplemente, hay que revisar la propuesta, asegura en
un comunicado la CHSRA. Pero, desde luego, se van a producir retrasos (se
pretendía tener construidos 45 de los 210 kilómetros del Central Valley en 2014) y
probablemente un aumento de costes sobre los 68.000 millones de dólares
previstos. De salir adelante, el californiano sería el primer sistema auténtico de
tren bala del país, con velocidades de hasta 350 kilómetros por hora. El primer
tramo conectaría las ciudades californianas en unas tres horas para 2029. Aún
faltan 25.000 millones por recaudar sólo para la primera fase. Hay quienes
aseguran que estas grandes inversiones no son necesarias. A pesar de su mala
clasificación en los rankings mundiales de infraestructuras, EEUU resulta
altamente competitivo sin este tipo de vías. Compensa la debilidad del pilar del
transporte con el dinamismo y la flexibilidad de su economía El asunto es, como
casi todo en el país últimamente, un motivo de enfrentamiento entre demócratas y
republicanos. En líneas generales, los demócratas tienden a favorecer el gasto
público para llevar a cabo estos proyectos, mientras que los republicanos quieren
paralizarlos. El caso más claro, más allá del de California, ha sido el de Wisconsin.
Su gobernador, Scott Walker, ha rechazado los 810 millones de dólares de ayuda
federal para construir una línea de alta velocidad entre Milwaukee y Madison. La
decisión ha perjudicado a la empresa española Talgo, a la que sehabían pedido
dos trenes. Talgo ha demandado al estado por casi 70 millones de dólares,
además de solicitar que se devuelvan los 70 millones en bonos que el Estado ha
vendido precisamente para la compra de esos dos trenes.
Los días de gasolina barata tocan a su fin Más allá de la eterna batalla política
entre los que defienden la bondad de la inversión pública de este tipo de proyectos
y los que quieren dejar las grandes iniciativas de transporte a la iniciativa privada,
el factor sociocultural más importante quizá es el de la propensión a la
automoción. “La gasolina barata ha frenado sin duda el ímpetu para invertir en
trenes de alta velocidad, pero los días de gasolina barata están terminándose,
como hemos comprobado en los últimos años”, asegura para El Confidencial
Daniel Krause, del grupo de presión para la difusión del tren bala US High Speed
Rail Association. “Aún estamos en transición de un paradigma basado en el coche
y en el avión a otro que incluya al tren como componente principal del sistema de
transporte. En unos años creemos que habrá una acogida total de los trenes de
alta velocidad y otros tipos de transporte ferroviario, pero de momento estamos
con el proyecto de California y otros en desarrollo en Florida, Texas, el Medio
Oeste y el Corredor del Noreste”, explica.