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2. Desde el punto de vista conceptual, nos referimos a la conveniencia de contar con un asesoramiento
en la firma de cuestiones relacionadas con el derecho. Desde el punto de vista procedimental, dicha
conveniencia se transforma en una necesidad imperiosa de acuerdo a los procedimientos normados
en la legislación procesal. La ausencia de patrocinio letrado, en muchas ocasiones puede llegar a
invalidar el acto jurídico, constituyendo una nulidad absoluta. Siempre resulta conveniente contar con
un debido asesoramiento en cuanto al patrocinio letrado, aún en cuestiones que no resulten
obligatoriamente así. En cuanto al aspecto actitudinal, puede incluirse bajo ese supuesto la obligación
que posee el propio asesor letrado de explicar bien y detalladamente la conveniencia real que
representa ser asesorado por un profesional del derecho, sea o no totalmente necesario según lo
establecido normativamente.
3. Conceptualmente consisten en aquellas cuestiones que debe cumplir frente a su cliente, le son
inherentes a su profesión y como tales deben ser correctamente acatadas. Procedimentalmente las
obligaciones ante el cliente, generalmente se encuentran regladas en las normas de forma o códigos
procesales, mencionando a su vez las normas éticas establecidas normativamente que regulan la
profesión de abogado. El abogado tiene el deber y la obligación de informar a su cliente sobre las
reales posibilidades de obtener un resultado favorable frente al reclamo que se plantea, pero, sin
embargo, debe limitarse en nunca garantizar el resultado de litigio alguno. Esto resulta lógico pensarlo,
ya que siempre existirán variantes que podrían impedir tales resultados. Una cosa es la expectativa, el
deseo, etc. y otra diferente es afirmar un resultado incierto sólo basándose en esas expectativas o
deseos personales. Por otra parte, debe informar a su cliente el trámite del proceso ante el simple
requerimiento por parte de éste.
Pueden rechazarse las causas cuando por cualquier circunstancia (amistad o familiar) pudiera
perjudicar la libertad de dirigir el proceso.
El abogado no tiene obligación de fundamentar la aceptación o negación de un caso. Excepto que se
trate de un nombramiento oficial, judicial o del Colegio de Abogados, el rechazo debe ser justificado.
En resumen, cuando se habla de las obligaciones desde un aspecto actitudinal el abogado debe tener
verdadera actitud de servicio. Va en contra de la ética representar de manera simultánea por parte del
letrado en una misma causa intereses contrarios. No debe prevalecer el materialismo descartando
causas pequeñas por sobre grandes, sino que siempre debe imponerse la defensa auténtica de
cualquiera sea la dificultad o extensión del proceso. En su actitud debe siempre procurar examinar el
problema con detenimiento, siendo ante el cliente, el primer juez en la causa. No debe defraudar al
cliente por su incorrecto procedimiento y para ello siempre deberá ser claro, conciso y contundente con
los argumentos.
No se puede permitir actuar con pasión en ninguna causa, entendido esto como la negativa a trabajar
impulsado por rencores u otros asuntos personales. Es sabido que actuando de esta manera lo más
probable es que el abogado pierda la compostura y lo lleve a resultados que no pretendía.
5. Desde el punto de vista conceptual, consiste en cuestiones de forma y de fondo, que los abogados
deben respetar frente a sus propios colegas. Dichos incumplimientos pueden ser juzgados por los
tribunales de ética de los distintos colegios de abogados, por los procedimientos allí dispuestos.
Implicará respetarse los unos a los otros, prevenir cuidadosamente, mediante una afectuosa tolerancia
el choque inevitable de las naturales susceptibilidades.
En cuanto a la manera de proceder hay que tener en cuenta que en cuanto en el proceso, haya
respeto entre los colegas, la justicia habrá ganado.
En todo proceso siempre habrá un mínimo de dos intereses en contraposición y es inherente al
abogado el deber de procurar por la justicia; y la manera de lograr esto es principalmente proveyendo
al juez de material fidedigno para que pueda impartirla.
Respecto de la actitud, respetar al colega es respetarse a sí mismo. No deberá por tanto, permitir
actos que sean contrarios a la ética, ya que es allí donde se podría perjudicar a todos los letrados.
Siempre deberá prevalecer el respeto mutuo y trato cordial, ya que de esta manera no sólo los colegas
los respetarán sino también sus clientes, los jueces y la comunidad en conjunto.
Habiendo tantos intereses diferentes unos de otros la tolerancia será fundamental. Cabe decir además
que los Colegios de Abogados están destinados a fomentar el compañerismo y la ayuda mutua entre
los colegas.